Hola hermosas, espero que estén pasando una linda tarde, muchas gracias por su paciencia.
Les recuerdo que los personajes no son de mi propiedad, pero la historia es completamente mía y es sin fines de lucro, simplemente lo hago por diversión. NO es para menores de edad.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 21
En Lakewood, los Cornwell habían permanecido soportando la presencia de los Leagan, quienes continuaban visitando a la tía abuela con el pretexto de que ella necesitaba de su compañía, tanto Stear como Archie extrañaban a Anthony y no comprendían por qué no había regresado de Chicago.
-¿Todavía lo preguntas Stear? – Preguntó Archie al ver que una vez más Elisa estaba discutiendo con la servidumbre, llamándole la atención a la joven mucama que la atendía cuando estaba ahí.
-No sé cómo la tía abuela la soporta. – Dijo Stear rodeando los ojos, estaba cansado de estar escuchando las quejas de la morena.
-El tío William dice que lo envió a resolver el negocio con el hijo del señor Stevens. – Dijo Archie volviendo al tema de Anthony.
-Lo que se me hace extraño es que no haya hablado para ponernos al corriente de todo. – Dijo Stear recordando que Anthony siempre los hacía partícipe de todo lo relacionado con las empresas.
-Te digo. – Dijo Archie una vez más. – Quiere deshacerse de Elisa. – Agregó una vez más mientras veía a la morena mover sus manos en señal de desacuerdo.
-¡Dios! Agradezco que Patricia no sea así de caprichosa. – Decía Stear recordando a su novia.
-Hablando de Patty. ¿Cuándo vendrá? – Preguntó Archie quien sabía que su cuñada había emprendido el viaje por fin antes de que terminara el año.
-Espero que llegue pronto. – Dijo Stear seguro de que quería estar al lado de su novia.
-¿Regresarás a Nueva York? – Preguntó Archie con un poco de duda al creer que su hermano no tendría más pretexto para regresar a Nueva York si su novia se instalaba en Chicago.
-No lo creo Archie. – Dijo Stear seguro de que podría trabajar en Chicago para atender a su prometida también. – Hace tiempo que no veo a Patricia y tengo que confesarte que tanto tiempo junto a Cassie por momentos me hacía olvidarme de ella. – Confesó el pobre inventor quien llegó a sentirse culpable por pasar tan buenos momentos al lado de Cassie.
-Cassie es una muchacha encantadora. – Dijo Archie recordando a la hermana de su novia. - ¿Qué? ¡No me mires así! – Dijo el elegante al ver que su hermano lo miraba reprobatoriamente.
-¡Es que tú no aprendes, Archie! – Dijo Stear molesto una vez más.
-¿Qué sucede? – Preguntó Archie sin comprender la molestia de su hermano.
-Primero estabas seguro que era Annie tú mujer ideal, después te encaprichaste con Candy y ahora dices que Cassie es una chica encantadora. – Dijo Stear sintiendo que una vez más su hermano estaba hecho un caos.
-¡Un momento, Stear! – Dijo Archie molesto por la manera en la que su hermano lo reprendía. – Una cosa es lo de Annie y Candy y otra lo de Cassie. – Explicó el muchacho. – Cassie es solo mi amiga, mi interés en ella no va más allá de ello, además es hermana de Annie, no soy tan ruin para fijarme en ella. – Dijo seguro de que sus sentimientos por Cassie no eran para nada románticos. – Y Candy… Candy está enamorada de Anthony… - Dijo mirando hacia todos lados para cerciorarse que nadie estaba escuchando.
-Y que no se te olvide hermano. – Dijo Stear advirtiéndole que no se le olvidara. Archie asintió bajo un profundo suspiro.
-No se me olvida, Stear. – Dijo Archie seguro que así era.
-Pero ¿Qué harías si fuese Cassie la joven con la quieren comprometerte? – Preguntó Stear una vez más. Archie lo miró con tristeza.
-No podría aceptarlo, preferiría alejarme de Annie para no hacerla sufrir. – Dijo Archie seguro de que lo haría.
-¿De verdad no la amas? – Preguntó Stear buscando indagar en los sentimientos de su hermano. Archie meditó por unos minutos, recordando cada instante junto a Annie, cada sonrisa, cada mirada, casa beso compartido.
-No sé si sea amor… - Dijo suspirando, no se sentía seguro de admitir si era amor o no lo que sentía por ella, la admiración que había sentido por Candy era muy diferente a lo que Annie lo hacía sentir. – Ella es una joven tierna, delicada, amorosa y definitivamente es toda una dama. – Dijo suspirando nuevamente. – Me gusta, me gusta muchísimo, no puedo negarlo… - Decía cuidando lo que podría o no decir.
-¿Pero? – Preguntó Stear seguro de que había un pero en aquellas palabras de su hermano.
-No sé si es amor o solo enamoramiento. – Dijo Archie confundido, no podía aclarar sus sentimientos.
-Así me sentía yo al principio de mi relación con Patty. – Admitió Stear para sorpresa de su hermano.
-¿De verdad? – Preguntó con sorpresa, ya que siempre creyó que estaba enamorado de Patty desde la primera vez que la vio. Stear asintió.
-Cuando la conocí me encantó, su inocencia, su timidez, su manera de sonrojarse cuando yo le hablaba, todo eso aumentaba mi ego. – Decía Stear con cierta melancolía en su voz al recordar a la joven que era su prometida. – Sin embargo al saberme comprometido con ella me hizo dudar de mis sentimientos, temía enamorarme de alguien más, temía encontrar a otra persona que me hiciera sentir emociones diferentes a la paz y a la calma que ella me transmitía. – Decía Stear con sabiduría, revelando ante su hermano que también tuvo su tiempo de inmadurez y temor. – Es normal Archie, es normal sentir que al salir del ruedo ya no es posible volver, porque te debes a la mujer que será tu esposa, te debes a la familia que formarás y todas las jóvenes hermosas que estén a tu alrededor ya no estarán a tu alcance. – Decía el inventor con sabia madurez, madurez que había adquirido conforme fue enamorándose de Patricia. – Un día te das cuenta que no puedes estar sin su sonrisa, que no puedes vivir lejos de ella y que su sola ausencia entristece tus días, pero también aprendes a darle su lugar, a ponerla primero aunque no esté presente y ahí es cuando comienzas a sentirte listo para formar una familia con ella. – Decía una vez más Stear, mientras Archie lo escuchaba con atención.
-Algo así como lo que le sucede a Anthony. – Dijo Archie seguro de que Anthony había pasado por ese proceso, solo que más rápido que su hermano.
-Anthony siempre supo que no había conocido a la mujer de sus sueños. – Dijo Stear seguro de que Anthony siempre había buscado el amor, pero que jamás lo había encontrado. – Por ello se negó a comprometerse con Elisa y aunque él dice lo contrario, estoy seguro que no se hubiera atrevido a aceptar cualquier otro compromiso con alguna otra chica. – Dijo una vez más.
-Yo tampoco aceptaría si fuese Cassie la elegida, a pesar de su elegancia y la gran dote que de seguro ofrecieron a nuestros padres. – Dijo Archie seguro que el tema del dinero tenía mucho que ver en las intenciones de ambas familias.
-Mira, lo bueno que si no es Cassie, será Annie, ambas tendrán la misma dote o similar. – Dijo Stear, quien al saber que Cassie era mayor tendría una mejor dote que su hermana menor. – Eso no les importará a sus padres o a nuestros padres, aquí lo importante es que tú aceptes ese compromiso. – Dijo de nuevo el inventor. Archie sonrió con ternura al recordar a Annie y que no le importaba recibir una dote menor.
-Definitivamente si es Annie no me negaría. – Dijo Archie seguro que Annie era una chica ideal para el matrimonio, Candy ya no estaba disponible y de todas las chicas que conocía, Annie era la única con la que le gustaba estar y también besar. – Como dices, el tema de la dote no es importante para mí. – Dijo Archie seguro de ello.
-¿Y si descubrieras que no tiene dinero? – Preguntó Stear de pronto por travesura. Archie lo miró de reojo.
-¡Vamos, Stear! Sabes que para mí no es importante el dinero. – Dijo Archie seguro de que aunque no era su caso, si Annie fuese una chica humilde y sencilla igual a Candy, él no tendría inconveniente en salir con ella e incluso enamorarla. – Lo único que no podría perdonar sería la mentira. – Dijo una vez más convencido que eso era lo único que no podría perdonar a nadie.
-¿Ni una mentirilla piadosa? – Preguntó Stear insistiendo.
-¿Cómo cuál? – Preguntó Archie al ver que su hermano insistía en el tema.
-No lo sé, tal vez que ellas sabían del compromiso y te lo ocultaron para ver si te enamorabas de alguna de ellas? – Preguntó Stear con travesura. Archie lo pensó por unos segundos.
-No lo creo. – Dijo Archie pensativo. – Yo fui el que se presentó ante ellas sin saber uno ni otro quienes éramos. – Agregó seguro que haberse conocido había sido pura coincidencia o tal vez el Destino.
-¡Vamos! ¡Estoy suponiendo! – Dijo Stear continuando con su juego.
-Bueno, suponiendo que fuera así, creo que si podría perdonarlo porque yo tampoco les dije que sabía de la plática entre nuestros padres para proponer un compromiso. – Reconoció Archie que él tampoco había sido muy sincero con Annie.
-Conoce un poco más a Annie, hermano. – Dijo Stear palmeando la espalda de su hermano, seguro de que Archie solo necesitaba un poco más de impulso para alcanzar esa madurez que él consideraba ya gozaba. – Te aseguro que ella es la indicada para ti. – Dijo de nuevo con una sonrisa sincera. Archie lo miró fijamente y sonrió de lado con nostalgia.
Elisa veía de lejos a sus primos hablar muy entretenidos, mataría por saber qué era lo que estaban hablando, se moría de ganas por saber de Anthony y de seguro ellos sabían algo que ella no sabía.
-¿Qué haces Elisa? – Preguntó Neal una vez que vio a su hermana cruzada de brazos y mirando hacia donde se encontraban los fastidiosos Cornwell.
-¡Nada! Solo quisiera saber cuándo volverá Anthony. – Dijo Elisa molesta por la ausencia del rubio.
-Ya te dije que debes tener paciencia. – Dijo Neal seguro que su hermana tarde o temprano obtendría lo que se proponía como siempre.
-Pero dices que Anthony se divierte con ciertas chicas que… - Dijo Elisa comenzando a pensar que Anthony estaba en Chicago rodeado de mujeres. - ¡Tal vez por eso se fue a Chicago! – Dijo una vez más agarrando a su hermano por los hombros y sacudiéndolo como para que despertara.
-¡Calma Elisa! – Dijo Neal con molestia ante la reacción de su hermana.
-Debo decirle a la tía abuela, así lo traerá de vuelta a Lakewood, o mejor aún nos iremos a Chicago para controlarlo más. – Dijo dándose la vuelta para ir a buscar a la tía abuela.
-¡Elisa, espera! – Gritó Neal corriendo detrás de ella, ya que no le convenía regresar ahora de Nueva York, y sabía bien que si la tía abuela decidía dejar a Anthony en Chicago él tampoco podría regresar y por consiguiente no podría conquistar a Candy y esas eran sus intenciones, él se quedaría con la hermosa enfermera y Anthony se casaría con su hermana, porque su hermana era así, siempre conseguía todo lo que se proponía y estaba seguro que Anthony no era la excepción.
-¿Qué quieres Neal? – Preguntó Elisa molesta al ver que su hermano le impedía ir con la tía abuela.
-Te he dicho que esperes. – Le dijo tomándola de los brazos para que pudiera poner atención a lo que le diría. – Ya te he dicho que a un hombre no le gustan las mujeres que nos asfixien. – Le dijo mirándola a los ojos. - Anthony no es la excepción, él es un hombre libre y recuerda que solo es un año el que estará fuera. – Decía suplicando que su hermana no interviniera y echara a perder sus planes, él se encargaría de separarlos en Nueva York. – Hermanita, tú eres hermosa y pronto Anthony se dará cuenta de ello, te lo aseguro. – Dijo Neal una vez más.
-¿Estás seguro de ello? – Preguntó Elisa dudando un poco en ir por la tía abuela.
-Por supuesto, yo te ayudaré. – Le dijo con una sonrisa maliciosa, sonrisa que se reflejó en el rostro de Elisa, estaba segura que aquel pacto entre ellos una vez más sería inquebrantable.
-¡Pero solo hasta que se cumpla un año! – Dijo Elisa segura de darle solo ese tiempo a Anthony para que regresara por su propia voluntad. Neal asintió con una sonrisa llena de satisfacción, seguro de que obtendría lo que quería en la gran manzana.
En Nueva York el despertador de Candy comenzó a sonar de manera repentina, la pobre rubia sentía mucho sueño, sin embargo al recordar que Anthony se había quedado dormido en la sala del departamento la hizo despertarse de manera repentina. Se metió a bañar intentando no hacer demasiado ruido, se vistió rápidamente para tener tiempo de preparar un desayuno doble.
-Se ve tan guapo dormido. – Se dijo Candy para sí misma cuando salió a la sala y lo vio ahí, aún dormido, descansando, su rostro mantenía una sonrisa delicada en sus labios, parecía que no se había movido mucho en toda la noche y eso hizo que ella sonriera al imaginarse que de haber sido al revés ella se hubiese caído del sofá.
Anthony comenzó a removerse en su sitio, era como si presintiera la presencia de la rubia, sin embargo también se acercaba la hora en la que su reloj biológico estaba programado para despertarse aún a pesar de su cansancio. Candy observó cada uno de sus movimientos y de cómo su cuerpo comenzaba a luchar con la pereza poco a poco. Anthony entreabrió los ojos y lo primero que vio fue un par de esmeraldas frente a él, veía su rostro lejano como si estuviera entre sueños frente a él.
-Candy... – Dijo sonriendo feliz sin terminar de abrir sus ojos al ver a la rubia sonreír.
-Buenos días mi príncipe. – Dijo Candy con un murmullo muy cerca de sus labios. Anthony suspiró enamorado, por un momento creía que realmente estaba bajo el efecto de un lindo sueño y la atrajo con delicadeza hacia él.
-Pecosa. – Respondió Anthony acercándola a él por la cintura para acomodarla en su pecho.
Candy lo miró sorprendida sin embargo al sentir que sus labios besaban su boca se dejó llevar por aquella caricia que la recibía aquella maravillosa mañana. La lengua de Anthony comenzó a explorar el interior de la boca de la pecosa quien con impaciencia permitía su invasión. El beso poco a poco se hacía más profundo, sus manos se aferraban más y más al cuerpo de la rubia y pronto la joven estaba encima de él saboreando su exquisito sabor, recibiendo sus caricias en todo su rostro hasta que su boca se desvió hasta su mentón. El cuerpo de Candy se estremeció y su piel se erizó de inmediato al sentir el fuerte agarre en su cintura y pronto las manos del rubio recorrer su espalda.
-¿Tienes hambre? – Preguntó Candy en una oportunidad, mientras el rubio seguía entretenido con su mentón.
-Tengo hambre de ti pecosa… - Le dijo con su voz sensual, profunda, una voz que despertaba en Candy un deseo no conocido. Sus ojos continuaban cerrados, dejándose guiar únicamente por lo que sentía en su cuerpo. La llama del deseo había sido encendida y Anthony no era consciente de lo que sucedía en esos precisos momentos.
Anthony volvió a su boca y la besó apasionadamente y la rubia se dejó querer, permitió que su lengua se introdujera en su interior nuevamente e indagara cada rincón de su cavidad, entrelazando la de ella de manera imperiosa. Los ojos de Anthony se abrieron de lleno y pronto reaccionó a su sueño, reconociendo que estaba ahora sí completamente despierto.
-Tengo que ir a trabajar. – Dijo Candy al sentir que él la liberaba. Anthony se levantó después de la rubia y la miró confundido. – Te quedaste dormido en el sofá. – Dijo la rubia al ver que el rubio miraba a su alrededor cómo buscando si realmente estaba en la casa de su novia.
-¡Soy un tonto! – Dijo Anthony ya despierto. – Estaba soñando contigo princesa y de pronto… - Decía explicando el motivo por el cual había actuado tan atrevido.
-Estabas cansado. – Lo disculpó Candy al creer que era lo que buscaba hacer por haberse quedado dormido. Anthony asintió a su comentario.
-No me di cuenta que me quedé dormido. – Dijo una vez más avergonzado. – Te llevo al hospital. – Dijo poniéndose de pie, para después ir hasta el baño y acomodarse un poco la ropa y tranquilizarse un poco. Candy asintió con timidez y le sonrió enamorada. Definitivamente se veía espectacularmente a pesar de acabar de levantarse.
Candy se apresuró para servir el desayuno para ambos, y Anthony se dedicó a observarla mientras le daba pequeños bocados, admirándola maravillado, definitivamente la amaba, y amaba ese momento entre ambos, momento que era solo para ellos, sin interrupciones, sin terceras personas. Besó su mano una y otra vez y Candy se sonrojaba permitiéndose sentir la ternura que él le demostraba.
Salieron del departamento tomados de la mano, disfrutando la presencia de cada uno, felices de saberse una vez más juntos y continuar con sus vidas como lo habían estado haciendo antes de que se separaran.
-Te extrañé… - Le dijo Anthony a Candy antes de besar su mano una vez más. Candy se estremeció recordando los besos recibidos momentos antes.
-También yo… - Le dijo Candy con inocencia, con sus ojos encendidos de ilusión y anhelo.
Anthony se quedó sin aliento al ver su rostro enrojecido por su mirada, miradas que le decían sin hablar lo mucho que la amaba, lo mucho que la deseaba y lo feliz que se sentía por volver a estar a su lado.
La ayudó a subir al automóvil y se dedicó a encenderlo, una vez que lo hizo se dirigió hasta el hospital donde la rubia laboraba, llegando con tiempo de sobra para evitar fuera reprendida por su superior.
-Tengo algo para ti. – Le dijo antes de abrir la puerta del auto para que ella bajara.
-¿Para mí? – Preguntó Candy confundida, él ya le había dado su regalo de navidad. Anthony asintió y buscó entre sus ropas una bolsita de seda atada con un listón del mismo material pero de diferente color. – Lo vi y no pude evitar pensar en ti. – Le dijo lleno de emoción. Candy abrió los ojos y tomó la bolsita entre sus manos, la cual sintió pesada.
-¿Un reloj? - Preguntó Candy sorprendida cuando abrió la bolsa, mientras sacaba aquel valioso reloj de pulsera tan delicado como su muñeca.
-Así no llegarás tarde de nuevo. – Le dijo con ternura, preocupándose porque siempre estaba corriendo de un lugar a otro. Candy lo miró con ternura y él se lo colocó en su muñeca.
-Es precioso. – Dijo Candy con una gran sonrisa. – Pero no debiste… - Anthony puso su índice en sus labios y evitó que continuara retándolo por pensar en ella de esa forma.
-Shhh… - Le dijo muy cerca de sus labios. – Fue mi deseo comprarlo para ti. – Le dijo una vez más, con sus labios muy pero muy cerca, bebiendo su aliento, embriagándose de su calidez y aroma, disfrutando como sus respiraciones se entrecortaban ante las emociones que despertaban en su interior.
Candy guardó silencio y se perdió en su mirada, Anthony cerró sus ojos y se acercó a su boca para cerrar por fin esa pequeña e ínfima brecha que los separaba, comenzando con ese beso lento, delicado y húmedo que necesitaba una vez más de ella. Sus bocas se amoldaron una vez más a la contraria, permitiendo reconocer una vez más el sabor de su interior, intensificando cada vez más el momento, mientras la boca de Anthony exploraba lentamente su interior, de forma lenta, tranquila, llenando cada huequito que quedaba libre en su interior, reconociendo cada milímetro de su boca.
La ansiedad penetró su alma y mordisqueó su labio inferior, jugueteando con él un momento antes de que ella tuviera que bajar, permitiéndose sentir aquella ansiedad que despertaba en su cuerpo cuando la tenía cerca.
-Paso por ti más tarde. – Le dijo separando sus labios tan solo unos milímetros. Candy asintió incapaz de hablar, víctima de la falta de aire que tenía por los besos compartidos. – Te amo… - Le susurró nuevamente antes de besar sus labios pero esta vez con un beso húmedo y corto.
-Y yo a ti… - Le dijo Candy con un brillo muy especial en sus ojos, un brillo que resplandecía en sus esmeraldas víctima de las emociones que despertaba en ella aquella mirada azulada que la observaba.
-Espera... – Agregó Anthony al abrir la puerta del pasajero para permitirle bajar. Candy asintió y corrió hasta la entrada del hospital para poder firmar a tiempo su llegada.
Anthony observó cada movimiento de su novia, cada paso apresurado y la atención que tenía en él de cuando en cuando para despedirse una vez más con una linda sonrisa, mientras agitaba su mano para decir adiós.
Subió a su automóvil una vez que la perdió en la entrada para después dirigirse hasta la mansión. James lo esperaba con preocupación porque no se había reportado desde el día anterior.
-Joven Anthony. – Dijo James con verdadero gusto al verlo llegar sano y salvo. – Me alegra que esté bien. – Dijo una vez más con discreción, incapaz de cuestionar dónde había estado.
-Estoy mejor que bien James. – Le dijo Anthony con una sonrisa que lo delataba como enamorado. James sonrió feliz por ver en su rostro a aquel chiquillo enamorado. – Prepárame un baño por favor. – Dijo una vez más, mientras el mayordomo asentía con una gran sonrisa, dispuesto a obedecer a su joven amo.
Anthony llegó hasta su habitación y un poco después llegaba el agua tibia para bañarse, aún hacía mucho frío y a pesar de haber dormido se sentía molido, se imaginaba que era por el lugar en el que había pasado la noche. Sonrió una vez más al recordar el "sueño" en el que había caído preso por varios minutos.
-Te amo tanto pecosa… - Decía sin poder evitar evocar ese recuerdo latente en su piel, a pesar de haber estado entre sueños, podía recordar los besos dados en el mentón de su novia, las caricias provocadas con sus manos sobre su espalda y la reacción de su cuerpo que comenzaba en envolverse en llamas víctima del despertar de la pasión y del deseo.
Definitivamente Candy despertaba en él emociones jamás sentidas por una mujer, emociones que si bien antes aparecían de manea esporádica, desde que había comenzado su relación con la rubia estas habían incrementado aunque no quisiera reconocerlo.
Se hundió en la bañera y recordó una vez más la figura de Candy sobre él, su cuerpo reaccionó a su favor y Anthony se tragó el deseo creyendo que ofendía el recuerdo de su pecosa. Definitivamente algo estaba cambiando en él y tenía que ver con la cercanía de su novia, tenía que ver con ese delicado aroma que inundaba sus fosas nasales y que lo envolvía olvidándose de todo lo que existía a su alrededor.
-Candy… - Dijo dejándose hundir en el fondo de la bañera, buscando la manera de apagar el fuego que comenzó a invadirlo tan solo de pensar en ella y en sus besos. Pensó en la intimidad que compartieron aquella mañana, definitivamente añoraba lo que sucedía entre los dos, deseaba repetir los pequeños momentos que compartían juntos y que estaban lejos de convertirse en realidad si cumplía con el tiempo que había estipulado a su tío tardaría en comprometerse y llegar hasta la boda.
El corazón de Anthony latía acelerado, se sentía impaciente porque el reloj caminara más aprisa y poder así reunirse con su novia, tenía en el bolsillo de su saco el anillo que se había llevado consigo desde Lakewood, aquel que había pertenecido a su madre y que su padre le había heredado para que lo otorgara a la mujer con la que él decidiera casarse y Candy era la indicada para hacerlo. Sonrió una vez más ante la imagen del espejo, se sentía ansioso y algo nervioso, sobre todo cuando recordaba la manera en la que había despertado, tendría que controlarse un poco más o definitivamente tendría problemas.
Candy estaba igual que Anthony, recordaba los besos que él le había otorgado mientras aún parecía dormido, besos que habían despertado una sensación acalorada en su cuerpo, sensación que estremecía su piel y la hacía erizarse hasta llegar a su vientre bajo, mientras una pequeña contracción la sorprendía entre sus piernas.
-Tranquila Candy. – Se decía sin comprender del todo aquella emoción que le quemaba la piel, para ella no era muy obvio que el deseo estaba despertando en su cuerpo. Candy se sentía víctima del amor y de los besos que Anthony le proporcionaba, pero al mismo tiempo era víctima de sus propios deseos, víctima del calor que su cuerpo emanaba cuando lo tenía tan cerca, cuando besaba su mentón y exploraba en el interior de su boca. – Nos vemos mañana Katherine. – Le dijo a la joven de rojizos cabellos que esperaba en la recepción su hora de salida.
-Hasta mañana Candy. – Le dijo con travesura. – Si ves al primo de tu novio me lo saludas. – Dijo la joven con emoción, pensando en el joven de anteojos que de seguro había llegado junto al novio de la pecosa. Candy sonrió y pensó en Stear y después en Annie, quien de seguro estaría muy feliz de volver a ver a Archie.
Anthony como siempre la esperaba puntual a la salida del hospital, su elegancia era innegable. El rubio llevaba una gabardina color miel que hacía juego con el gorro y los guantes que Candy le había obsequiado para navidad. Aquella imagen estremeció a Candy, quien no podía dejar de admirar la figura alta y esbelta de su novio que la aguardaba frente a su vehículo.
-Hola… -Saludó con timidez, mientras Anthony tomaba su mano y la besaba con delicadeza.
-Hola amor. – Le dijo mirándola a los ojos para después abrazarla a su pecho, se sentía tan bien cuando la tenía tan cerca, el aroma de sus cabellos inundó una vez más su olfato. – De verdad que no sé cómo soporté tantos días lejos de ti. – Decía el rubio con mirada enamorada. Candy lo miró fijamente.
-Para mí también fue muy difícil. – Dijo Candy segura que también ella había extrañado mucho su presencia. - ¿Qué hiciste en Lakewood? – Preguntó Candy con curiosidad para saber del viaje de su novio. Anthony levantó los hombros despreocupado.
-Aburrirme. – Respondió simplemente. Candy lo miró divertida.
-¿Aburrirte? – Preguntó sin creer lo que le decía, ella sabía que había ido a visitar a su familia y de seguro los extrañaba tanto como ella extrañaba a la señorita Ponny y a la hermana María.
-No hay mucho que hacer, el jardín estaba nevado… - Confesó que su idea de diversión era pasar la tarde cultivando el jardín de la mansión.
-¿Y Stear y Archie? – Preguntó la pecosa mientras su novio abría la puerta del copiloto para que se subiera a su automóvil. Anthony abrió los ojos sorprendido porque ni siquiera se había puesto en contacto con ellos para confesarles su travesura.
-Se quedaron en Lakewood. – Respondió con cierta travesura. Candy lo miró confundida porque creyó que habían regresado los tres.
-¿Se quedaron en Lakewood? ¿No fuiste hoy a trabajar? – Preguntó Candy segura de que él se había ido a trabajar después de dejarla en el hospital.
-Aún no reabre las puertas el corporativo. – Dijo Anthony con travesura. – Lo que sucede es que yo no soportaba la idea de estar más tiempo lejos de ti. – Dijo mirando a su novia con ternura. Los ojos de Candy se llenaron de lágrimas por la emoción, ella tampoco podía soportar más tiempo sin verlo.
Anthony la miró por unos segundos y volvió su mirada al camino, el cual tomaba un camino diferente al que dirigía al departamento de la joven enfermera. Candy sonrió tranquila, le gustaba estar cerca de su novio, le gustaba pasar las tardes a su lado después de terminar de trabajar.
Llegaron hasta el Central Park y él la tomaba de la mano dirigiéndola hasta el lugar donde había ocurrido aquella pequeña guerra entre ellos y sus primos.
-Se ve diferente sin tanta nieve. – Dijo Candy admirando el paisaje, esta vez no había niños en trineos jugando una carrera mientras ellos apostaban a algún ganador.
-La nieve comienza a derretirse. – Dijo Anthony sin soltar su mano.
-Falta mucho para primavera. – Dijo Candy frotando su hombro con su mano libre. Anthony le sonrió con ternura y la acercó hacia él, la rodeó con su brazo y cubrió su cuerpo con el de él para resguardarla del frío. – Todavía hace mucho frío. – Dijo de nuevo la rubia.
-¿Quieres que nos vayamos de aquí? – Preguntó Anthony seguro de hacer lo mejor para su novia, sin importar el motivo por el cual la había llevado a ese lugar tan especial para ambos.
-No… - Respondió Candy con una sonrisa, aferrándose aún más al cuerpo de su novio, segura que el frío era menor si estaba junto a él. Anthony sonrió feliz por sentir la confianza que ella tenía en él. - ¿En verdad Stear y Archie no vinieron contigo? – Preguntó la rubia sin poder creer que su novio había corrido solo para verla. Anthony rió de buena gana imaginando lo que dirían sus primos al enterarse. Candy lo miró con travesura, su risa le decía que efectivamente él se había escapado de Lakewood.
-Stear y Archie no saben que estoy aquí. – Respondió Anthony sin dejar de reír.
-¿Tendrás problemas si se enteran? – Preguntó la rubia, sabía bien que los ricos tenían reglas estrictas que la mayoría de las veces no les permitían romper.
-Mi tío Albert me autorizó cerrar un negocio en Chicago y pues la mayor parte de ese negocio está aquí en Nueva York. – Dijo Anthony girando a su novia para mantenerla de frente.
-Pero la empresa aún no abre… - Dijo Candy sin comprender lo que sucedía. Anthony asintió y la atrajo hacía él por la cintura. Candy lo miró con los ojos bien abiertos, maravillada por su cercanía. Anthony asintió con lentitud.
-No… pero este cliente me autorizó la inversión necesaria para hacer crecer su negocio… - Dijo una vez más el rubio, Candy escuchaba atenta sus palabras.
-Debe de ser un cliente muy importante. – Dijo Candy segura de que así era para que su novio se hubiera atrevido a regresar antes para atender sus inversiones. Anthony pensó antes de responder el comentario de la joven pecosa.
-Es muy importante por dos motivos. – Dijo mirando fijamente a Candy, quien lo miraba con atención, demostrándole que en esos momentos ella era lo más importante para él. – Uno de ellos es porque es un cliente que tiene bastante peso en los negocios y el otro que es más importante para mí, es porque es hermano de la chica que amo… - Dijo mirando a Candy con una tierna sonrisa. Candy por unos momentos se quedó pensativa sin comprender lo que Anthony decía.
-¿Hermano? ¿Tom? – Preguntó con cierta sorpresa, ella sabía que a su hermano le estaba yendo muy bien en los negocios, gracias a la cruza de caballos que había hecho para convertirlos en los caballos perfectos para competir. Anthony asintió a la pregunta de la rubia.
-Tom Stevens. – Dijo Anthony para confirmar que efectivamente estaba hablando de él. – Sus caballos están ganando peso entre los amantes de las carreras, al parecer tienen buen ritmo y desempeño en el hipódromo. – Dijo una vez más el rubio, estaba feliz porque a él le gustaban mucho los caballos y sabía de lo que hablaba.
-Sabía que llegaría muy lejos. – Dijo Candy orgullosa de él. - ¿Lo viste? – Preguntó una vez más emocionada, sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar al revoltoso de su hermano Tom. Anthony asintió.
-Y al parecer no le gustó que conociera a su hermanita. – Dijo Anthony con una sonrisa traviesa. Candy abrió sus ojos sorprendida, le parecía estar escuchando al joven vaquero reprendiéndola por haberse fijado en un joven de dinero.
-Tom siempre rechazó a las personas con dinero. – Dijo Candy con cierta timidez, sin revelar que él decía que eran chicos burgueses mimados y buenos para nada.
-Ahora es uno de ellos. – Dijo Anthony seguro que con lo que había logrado podría ser un chico burgués como él los llamaba. – También alguien más te mandó sus saludos y su bendición. - Dijo el rubio mirando con ternura a su novia. – Tenías razón pecosa, su chocolate con malvaviscos es el mejor del mundo. - Los ojos de Candy conmovidos se abrieron aún más al imaginar de quién estaría hablando, pero al mismo tiempo se negaba a creerlo. Anthony asintió al ver que la rubia había adivinado. – Son dos mujeres encantadoras mi amor. – Le dijo Anthony con un beso en la punta de su nariz.
-¿Fuiste al hogar de Ponny? – Preguntó Candy con sorpresa, en ese momento sus lágrimas corrieron por sus mejillas y Anthony la adoró aún más al ver la emoción que demostraba al solo escuchar hablar de las dos buenas mujeres que la habían criado.
-No pude evitar querer conocer el lugar donde creciste. – Dijo Anthony una vez más, besando su mano con dulzura.
-¿Cómo están? – Preguntó la rubia con impaciencia.
-Muy bien, felices porque pudieron comprar lo necesario para los niños. – Dijo sin revelar que él había llevado algunos juguetes para los pequeños. - Me pidieron que te cuidara. – Dijo besando la frente de su novia. – Así que yo les prometí que lo haría siempre. – Dijo hincándose de pronto frente a ella. Candy abrió una vez más sus ojos y lo miró hacia abajo, Anthony estaba en una sola rodilla frente a ella mostrando una pequeña caja que contenía un hermoso anillo solitario. Las lágrimas rodaron nuevamente.
-Anthony… - Dijo con la voz a punto de extinguirse de su garganta.
-El día que me fui te pregunté si te casarías conmigo, Candy White. – Dijo Anthony mirándola igual de conmovido, sus ojos se llenaban de lágrimas al ver que ella estaba tan sorprendida y al mismo tiempo tan feliz.
-Y yo te respondí que sí… - Dijo Candy con un murmullo, incapaz de hablar más fuerte, el aire había abandonado sus pulmones por tanta dicha que sentía en su pecho. – Que sí me casaría contigo Anthony Brower… - Le dijo sin poder dejar de llorar, sin poder evitar que las lágrimas cayeran de sus ojos y que su corazón latiera tan fuerte que parecía se saldría de su pecho. Anthony sonrió feliz al escuchar su respuesta.
Anthony colocó la sortija en la mano de su novia, mientras observaba cómo la joven no podía dejar de temblar, se puso de pie y la miró fijamente a los ojos, perdiéndose una vez más en los destellos de sus ojos. Candy seguía temblando y no por el frío que comenzaba a incrementar por la caída de la tarde, no por el viento helado que soplaba y que mecía sus cabellos, sino por la emoción que sentía en su pecho por la declaración hecha.
-Te amo… - Le dijo Anthony antes de besarla profundamente.
Sus labios se encontraron con ternura, con delicadeza, mientras sus manos se aferraban a su cintura, incapaces de moverse de ahí, deteniéndose en aquel estrecho lugar donde reclamaba su derecho. Candy se puso de puntillas para abrazarlo por el cuello, mientras la danza de sus bocas continuaba aquella caricia tan maravillosa e infinita que marcaba su destino.
Continuará…
Y ya están comprometidos! ¡Ahora falta que lo griten al mundo para que Elisa sepa que está apartado jijiiji! Espero que les haya gustado este capítulo, de verdad les digo que lo hice pensando en esta tierna pareja. Espero sus comentarios!
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas ¿Cómo están? Espero que estén muy bien. Muchas gracias como siempre por estar al pendiente de cada actualización, gracias por dejarme sus comentarios, que en verdad les digo me animan a continuar. Anthony no solo volvió a Nueva York, sino que durmió en el sofá del departamento de Candy y de pilón ya le propuso matrimonio, ¿Cómo ven? Y eso que Tom piensa que no va en serio.
Les mando un fuerte abrazo a cada uno de ustedes.
Rose1404:
Hola hermosa, por supuesto que sí, niño o niña se disfruta igual cuidándolos, te lo aseguro, la diferencia es que las nenas tenemos más producción a la hora de vestirnos jjijijiji.
Creo que tienes razón, Anthony se pasó de travieso, pero le ganaron las ganas de ver a su pecosa, jajaja vamos a ver cómo le va con la vieja Elroy con su travesura.
También esperemos que la presencia de Tom como dices no arruine su felicidad, no lo creo, Tom a pesar de todo es buen chico.
Hermosa te mando un fuerte abrazo, mil gracias por leer y comentar.
ViriG:
Hola! Espero que estés muy bien amiga y que ya estés acostumbrada al frío, aquí te aseguro que ya comenzó aunque aún no nos golpea con fuerza (nunca lo hace jijijiji)
Tom ya comenzó a salir en escena pero todavía le falta un poco más actuación, me encanta que te haya gustado su aparición, él siempre va a defender a sus hermanas, sobre todo a Candy, quien es con quien más se lleva mejor. Me alegra que te haya hecho gritar de la emoción su aparición, hay una historia de él que me encanta es un one shot, no recuerdo el nombre en estos momentos, deja la busco y te la recomiendo para que la leas.
La verdad es que Anthony si se lució con los regalos a los niños, creo que está poniendo demasiado interés en su relación con Candy, así que no me venga a decir Tom que no va en serio con ella jajaja.
Espero ver las fotos de tu perrita! sería hermoso verla vestida de Santa Guau jajajaja.
Amiga, te mando un fuerte abrazo!
P.D. Claro que estás peque!
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! Me alegra que estés muy bien, no te preocupes primero es el deber y luego la diversión, ni modo la vida adulta jajaja, no queda de otra, lo bueno que los capítulos ya se quedan aquí para cuando puedas leerlos o volver a leerlos.
Efectivamente los primos Cornwell y Albert serán un apoyo para Anthony, como debería de ser en todas las familias, te mando un fuerte abrazo amiga y mil gracias por leer y comentar!
Mayely León:
Hermosa, cómo estás? Espero que muy bien. Definitivamente la ausencia de nuestros padres deja un vacío muy grande en el alma, es extraño un mundo sin ellos, pero no queda otra más que avanzar por nuestros hijos.
Me alegra que te haya gustado el capítulo, estos tórtolos por lo pronto ya están comprometidos y Anthony va corriendo con sus planes, creo que no alcanzará a el plazo que dio a su tío jijijiji.
Te mando un fuerte abrazo del alma amiga.
Cla1969:
Anthony è un ragazzo cattivo, e non solo è già a New York ma ha anche già fatto la proposta alla ragazza lentigginosa, penso che se la stia cavando subito! Amico, grazie mille per il commento, spero che tu stia bene come sempre, ti mando un grande abbraccio!
Luna Andry:
Hola hermosa! Un placer leerte de nuevo! La imagen de un Anthony esperando a Candy es tierna, como todo él, definitivamente creo que me enamoré de un personaje ficticio jajajaja.
Será que algo, algo debe de pasar en ese departamento? los momentos entre ellos cada vez son más intensos y al parecer a ninguno de los dos les desagrada? Esperemos que no jijijii
Toda tuya la oportunidad de golpear a Neal, definitivamente me hiciste recordar la escena del abuelo William, ahí si le dieron con todo a Neal ah como la disfruté jajajaja.
Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior amiga, espero que este también haya sido de tu agrado.
Te mando un fuerte abrazo!
María José M:
Hola hermosa! Espero que ya estés un poco descansada, ya se te extraña. Te mando un fuerte abrazo.
Usagi de Andrómeda:
Hola hermosa! Espero que estés muy bien, te mando un fuerte abrazo.
Silandrew:
Hola hermosa, siento mucho por lo que estás pasando, sé que esos momentos de angustia es necesario algo que nos haga olvidarnos un poco del dolor, aunque a veces es imposible, por un lado me alegra ser esa pequeña distracción que te saca de tu angustia, ojalá pudiera hacer más por ti, pero te aseguro que mis oraciones se unen a las tuyas para que tu esposo pronto salga. Te mando un fuerte abrazo y mil gracias por leer y sobre todo por dejarme un comentario.
Un fuerte abrazo a todas y cada una de las lectoras anónimas, gracias por permitirme entrar a su rincón de lectura y dejarme ser parte de su espacio por unos minutos. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR
07/11/2024.
