*·*·*·

El tren seguía su curso a una velocidad normal, como no había nevado esos últimos días, las vías estaban despejadas. Los actores que se habían quedado en Nebraska finalmente estaban camino a su hogar.

-En serio Terry? – dijo Karen molesta viendo a su compañero sentado junto a ella. – de verdad escogiste regresar a Nueva York?

-No sé por qué te sorprende verme aquí – dijo sin quitar su vista de la ventana – nuestra estadía en Nebraska era temporal, recuerda que tenemos obligaciones en Nueva York.

-Ahjj – soltó un fuerte suspiro de cansancio, desde que lo vio en la estación le reclamaba el que dejara nuevamente a Candy – uno sufre porque quiere, hay muchos tontos en este mundo. – murmuró en voz baja; pero Terry la escuchó perfectamente, aunque no dijo nada.

-No es necesario que me digas algo que ya sé – le respondió mentalmente – pero no podría darle esa carga a Candy, sé que ella se sentiría responsable de la infelicidad de Susana y mi pecosa merece ser feliz, vivir tranquila y en paz, sin ningún remordimiento por serlo.

Terry se arrepentía tanto de haberse marchado, de no haber tenido el valor de dejar todo atrás y vivir una vida llena de dicha junto a su pecosa; pero el peso que cargaba era tal, que le impedía dar un paso hacia aquella felicidad que tanto anhelaba.

-El día está esplendido, como para tomar un viaje de regreso. – escuchó nuevamente a su compañera.

-Saldré un momento – el castaño se puso de pie y salió del vagón que ocupaban.

-Rayos! – dijo con molestia la castaña – no debí prometerle guardar silencio. – sacó un cuadernillo y una pluma de su bolso, concentrada en su escritura esperó a que su compañero regresara pronto.

Terry caminaba por los pasillos del tren, estaba cubierto con una gran gabardina y una bufanda que cubría parte de su rostro. En su recorrido hacia el último vagón pudo observar a familias y parejas emocionadas por volver a sus ciudades, simplemente estaban felices porque pronto se reunirían con sus familiares para pasar las fiestas juntos. Cuando llegó al final del tren salió y se apoyó en la rejilla para observar el camino que dejaba atrás, no le importó que el aire frio congelara su rostro.

-Qué estarás haciendo en este momento Pecosa… - pensó mientras miraba fijamente el camino – Pecas… - la imaginó jugando con los niños del orfanato – deben estar jugando en la nieve o tal vez les estás contando una historia sobre el hogar de Pony.

-En 20 minutos llegaremos a la estación general de Chicago! – escuchó el grito del encargado – en 20 minutos… - repetía una y otra vez el hombre.

-Chicago… - repitió – tu ciudad, Pecosa… - el joven se giró y regresó a su vagón con una idea en mente.

-Terry! – Karen se alegró de verlo – tengo algo que decirte…

-Ahora no Karen – dijo entrando completamente al lugar. – he decidido que…

-Sólo escúchame quieres! – dijo exasperada interrumpiéndolo – déjame hablar y después me dices lo que has decidido.

-Ahj… adelante – se sentó en su lugar.

-Bien… - la castaña respiró profundamente – estoy rompiendo una promesa diciéndote esto – lo miró – pero… - dudó.

-Vamos Karen, si no vas a decir nada es mejor que continúe con…

-Candy está enferma! – soltó de golpe, Terry la miró como si no entendiera aquellas palabras – Henry me contó que Candy está mal del corazón…

-Qué…? – dijo aturdido su voz apenas y se escuchó.

-No le queda mucho tiempo Terry… - tomó su mano – no te lo dije antes, porque Henry me hizo prometer que no lo hiciera, no quiere que te sientas comprometido con ella solo porque está enferma.

-Comprometido…? - endureció su mirada – creen que me vería obligado a quedarme a su lado solo porque está enferma?

-No es eso… - trató de calmarlo – no quieren que te culpes; porque saben que tu deber es más importante que cualquier cosa.

-Candy no es cualquier cosa! – gritó, entonces su compañera vio que no estaba molesto; su amigo estaba triste, las lágrimas y lo compungido de su rostro, así lo indicaron – ella es… lo más importante que tengo en mi vida… - la voz se le quebró – si sigo con este circo es solo para que no decepcionarla más de lo que ya lo hice…

-Terry… - se arrepintió de haberle contado aquello – no debí decirte…

-No! – se puso de pie tratando de controlarse – de todos modos, me hubiera enterado – tomó su maleta – solo regresé para tomar mis cosas, regreso a Nebraska.

-De verdad? – dijo sorprendida que ya hubiera tomado aquella decisión antes de regresar a su lugar.

-Ya no quiero alejarme de mi pecosa – nuevamente una lágrima escapó de sus ojos, Karen nunca lo hubo visto así, su rostro reflejaba el miedo que sentía de ya no ver a la rubia – ahora menos que nunca… - pensó, recordando lo animada que se veía Candy cuando decoraron el árbol o jugaban con los niños, no le pareció que estuviera enferma; pero así era ella, escondía muy bien las cosa que la lastimaban o aquejaban – estaré ahí para apoyarte… no dejaré que nada malo te pase mi amor… - por primera vez la llamaba de esa manera y ella no estaba presente para escucharlo.

El tren detuvo su paso en la estación de Chicago, los pasajeros bajaban para estirar las piernas o irse a sus hogares al haber concluido su viaje, otros esperaban en el andén para abordar e iniciar su marcha hacia Nueva York; pero un joven actor se dirigía a la boletería para adquirir un pasaje de vuelta a Nebraska.

-Cuídate – lo abrazó su amiga.

-Explícale a Robert por favor. – dijo entregándole una carta – que le entregue esto a Susana.

-Lo haré… - tomó el sobre y sacó otro de su bolso – dale esto a Candy de mi parte y dile que por favor me perdone por lo que hice.

-No te preocupes, ella no sabe lo que es el rencor.

El tren rumbo a Nueva York retomó su camino, Terry vio a su amiga marcharse y esperaba también hacerlo pronto, 30 minutos después escuchó el llamado para abordar e iniciar su marcha de regreso hacia su pecosa.

-Pronto estaré contigo Pecosa… - tomó asiento en su lugar y como lo hizo en todos sus viajes, se sumió en sus recuerdos mientras miraba el paisaje cubierto de nieve desaparecer ante él.

*·.*.·*

El cielo estaba despejado, ese día el sol brillaba en todo su esplendor calentando la ciudad, algo raro en aquellas fechas, pues por lo general fuertes nevadas protagonizaban el ambiente; sin embargo, Candy no podía disfrutar de aquel hermoso clima, en su habitación la rubia se recuperaba de una fuerte fiebre que la hubo atacado por haber estado expuesta a una leve nevisca el día que se despidió de su amado Terry.

-Cómo estás cariño? – Heather entró a la habitación con una taza caliente de chocolate.

-Bien mamá – se acomodó en la cama para recibir lo ofrecido – gracias, está delicioso – dijo al tomar un sorbo.

-No me gusta verte así – acarició su frente – no quiero que afecte tu salud.

Ver a su madre preocupada encogió el corazón de Candy, hace tres años había encontrado a su familia y desde entonces no se había alejado de ellos; aún temía que todo fuera un buen sueño y que de un momento a otro todo desaparezca.

-Candy… - su madre habló nuevamente – me gusta el corazón noble que posees, pienso que la hermana María y la señorita Pony hicieron un buen trabajo criándote, siempre les estaré agradecida – pensó en las nobles mujeres – pero eso no quiere decir que tú debas sufrir por ello.

-Mamá… ella salvó su vida – dijo con un pequeño quejido – cómo no agradecérselo, si con eso también salvó la mía.

-En los últimos días te vi más feliz a su lado que todos estos años que estamos juntos, incluso cuando confirmamos que éramos familia, tu mirada no brillaba como lo hizo cuando estabas junto a él – acarició su mejilla – a Terry también lo vi tan diferente a cómo se ve en los diarios, vi el mismo brillo que apareció en tus ojos cuando lo encontraste.

-Si le hubiera pedido que se quedara conmigo estoy segura que lo habría hecho – dijo bajito – pero con el tiempo se sentiría culpable de haberla abandonado y pagado mal el sacrificio que ella hizo, él es responsable cuando se trata de su deber.

-Acabas de decir deber – señaló – acaso, eso les dará felicidad? – se puso de pie – aprende de tus amigos, si basan un matrimonio en el deber y el compromiso de una deuda, todo resultará en un fracaso – Candy se dio cuenta de aquella verdad – solo agradecimiento y compasión no bastan para ser feliz, es más, a larga sería contraproducente en su convivencia, podrían incluso llegar a odiarse.

Candy pensó que su madre tenía razón; el matrimonio de sus amigos no era felicidad absoluta. Cuando se enteraron de la muerte de Stear, Archie se sumió en la depresión y en un arrebato por no perder a nadie más, le propuso matrimonio a Annie, si bien quería a la morena, no la amaba como ella deseaba y eso había amargado aquella relación; ahora sus amigos vivían una rutina en aquel matrimonio, lo sabía por las quejas y lloriqueos que siempre recibía de su amiga.

-Pero ya es tarde… - murmuró – Terry ya está camino a Nueva York… y pronto llegará junto a ella.

Nuevamente las lágrimas corrieron por aquellas pálidas mejillas, a la rubia le dolía haberlo perdido otra vez y sabía que ésta era para siempre, se reprochó no haber luchado por su felicidad, no haberle pedido que sean un poco egoístas y pensar primero en ellos; se preguntó por qué nunca buscaron otra alternativa para apoyar a Susana en lugar de sacrificarse; pero de qué servía pensar en eso? Él ya se había marchado y alejado nuevamente.

*·.*.·*

El clima en Nueva York era frio, las calles cubiertas de hielo, los tejados lucían aquella nieve que no pudieron quitar; pero las personas caminaban sonrientes de tienda en tienda adquiriendo regalos para sus seres queridos, algo que estaría haciendo gustosa una rubia, si su prometido hubiera llegado en la fecha estipulada.

-Hace frio cariño – dijo su madre acercándose a la ventana para cerrarla – no quiero que te resfríes por estar tanto tiempo mirando la calle.

-Ha pasado varios días y no me ha mandado ni una sola carta, ni siquiera un telegrama para explicarme o disculparse por su ausencia.

-El correo es lento en estas fechas. – excusó su madre – en especial el día de hoy – era noche buena y había muchas cartas que entregar que era imposible entregarlo todo.

-No es el correo – dijo amargada – es Terry que ni siquiera se molesta en pensar en mí.

-No digas eso cariño – su madre se acercó a ella, no le gustaba verla en ese estado.

-Ya estoy cansada… - dijo bajando la cabeza para evitar que las lágrimas salieran – agotada de su indiferencia.

Su madre quería matar a Terry por causar esa tristeza a su dulce hija, ella siempre había sido una joven que desbordaba pasión y energía; pero ahora estaba sumida en la tristeza y la depresión, la veía amargada y envidiosa de la felicidad de los otros.

-Señora… - una joven empleada entró a la sala anunciando a las visitas – el señor Hathaway y la señora Baker están aquí.

-Robert, bienvenido! – se acercó al director con una sonrisa, no podía ser grosera con el hombre que pagaba sus gastos – señora Baker – aquel tono le indicó a la actriz que su visita no era grata. – cómo está?

-Amanda… - empezó el director – quisiera hablar con Susana.

-Para qué quieres hablar con mi hija? – pensó que tal vez algo malo le habría pasado a Terry.

-Qué pasa mamá? – la rubia apareció empujando su silla. – Robert… señora Baker?

-Cómo estás Susana?

-Traen noticias de Terry? – dijo ignorando la pregunta de la diva.

-En realidad ese es precisamente el motivo de nuestra visita.

Las Marlow los invitaron a pasar a la sala donde Robert le daba el mensaje de Terry, Eleonor estaba ahí en representación de su hijo, ella se encargaría de hacerle entender que romper el compromiso sería lo mejor para ellos.

-Debe ser una mentira de Karen – dijo con seriedad y recelo – ella me odia y es capaz de inventar eso para lastimarme.

-Mi hijo te escribió una carta explicándote sus motivos – la rubia extendió la misiva, Susana antes de tomarla la observó como si fuera un objeto extraño.

-La primera carta que recibo de él y será para romperme el corazón – pensó amargamente – no. – dijo resuelta – esperaré a que Terry vuelva.

-Susana… - Robert se puso de pie al ver las intenciones de la rubia de retirarse – lo dice en su carta – la ex actriz se detuvo – él no volverá, por lo menos, no en un tiempo.

-Aun así – las lágrimas hicieron acto de presencia – debe dar la cara. Dígaselo señora Baker.

-Susana espera… - dijeron los visitantes al ver que la rubia abandonaba la sala.

-Ya dejen en paz a mi hija! – Amanda se interpuso en su camino – su hijo siempre le hace daño y ella le sigue perdonando… por su culpa ella terminó así!

-Yo le agradezco lo que hizo por mi hijo – dijo Eleonor molesta y elevando la voz como lo hacía la señora Marlow – pero él no tuvo la culpa de aquel accidente! No tienen porqué obligarlo a asumir una responsabilidad que no pidió… una responsabilidad que está acabando poco a poco con él – dijo finalmente llorando – mi hijo también sufre… esta situación lo está agobiando… lo está matando!

-Esa no fue mi intensión… - Susana había escuchado todo lo expuesto por la venerada actriz – no salvé a Terry para acabar yo misma con su vida.

-Hijita… - su madre se acercó para abrazarla – miren lo le están haciendo a mi pobre hija!

-Susy… - habló el director – sabes muy bien que a ti y a Terry los aprecio sinceramente – la rubia sintió – creo que debes pensar muy bien antes de casarte, piensa en lo qué te hará feliz verdaderamente – miró a la rubia con cariño paterno – una vida junto a Terry es lo que realmente quieres?

-Susana – ahora Eleonor se acercó a la rubia para hablarle – mi hijo solo siente un gran agradecimiento por lo que hiciste por él – suavizó su mirada – el amor no debe ser unilateral, creo que ambos merecen ser completamente felices, sin sombras… sin rencores.

-Yo lo amo… - se reusaba a imaginar una vida lejos del castaño. La rubia bajó la cabeza derrotada. – de verdad amo a Terry… - se cubrió el rostro con las manos.

-Dejen de confundir y herir a mi hija – dijo molesta la señora Marlow – Terry tiene un deber con ella.

-No mamá… - la interrumpió su hija – ellos tienen razón, yo decidí salvarlo, él no es responsable por lo que me pasó… él… también es una víctima del cruel destino que nos tocó vivir.

-Susana… - Eleonor se acercó a la rubia menor y por primera vez la miró con afecto.

-Señora Baker… - su mirada era diferente – infórmele a Terry que rompo mi compromiso con él – al decir aquellas palabras se sintió liberada – dígale que yo buscaré a alguien que me ame por quien soy, no por lo que haga por él. – se le apagó la voz.

-Gracias… - dijo la actriz tomando su mano entre las suyas – gracias por tu noble acto… - se refería al haberlo salvado aquella vez.

-Ahora… yo… estoy cansada y quisiera retirarme. – no quería que la vieran llorar. – cuando regrese a Nueva York… que por favor me visite.

-Susana… - la detuvo el director – cuando quieras regresar al teatro, eres bienvenida – lo decía sinceramente – hay muchas cosas en las que podrías ayudarnos.

-Gracias Robert. – miró a su madre para que la ayudara a llegar a su habitación – hasta luego.

Cuando Susana entró a su habitación le pidió a su madre que la dejara sola, una vez que la mayor se retirara soltó un llanto amargo y profundo, había dejado ir al hombre que amaba, pues si, ella lo amaba y quería pasar el resto de su vida junto a él, lástima que el actor no le correspondía, pues según su parecer, hubieran sido muy felices juntos.

*·.*.·*

Después de un par de días convaleciente por aquella fiebre Candy salía de su habitación, si bien era claro que estaba deprimida, la rubia luchaba por demostrar lo contrario.

-Buenos días! – saludó a su familia con una gran sonrisa.

-Buenos días cariño. – saludó su padre poniéndose de pie para besar su frente y partir hacia el hospital.

-Ya te marchas?

-Así es preciosa. – dijo conmovido por el dulce puchero de su hija – tengo muchos pacientes que atender y no quiero que esperen tanto en un día tan frio como hoy.

-Buena suerte entonces… - le dio un beso en la mejilla – y tú irás con él? – miró a su hermano, quien ya se ponía de pie.

-Ya lo oíste, hay muchos pacientes esperando. – se acercó para dejar un beso en su mejilla.

-Tú también saldrás mamá? - miró a su madre ponerse el abrigo.

-Necesito hacer algunas compras de última hora. – dijo sonriendo.

-Bueno… en ese caso yo también debería…

-Nada de eso señorita! – dijeron los tres al mismo tiempo – acabas de salir de un resfriado y no saldrás de casa hasta que el invierno termine. – dijo su hermano poniéndole un abrigo en los hombros.

-Cariño si no quieres seguir encerrada en la casa – habló su madre – por qué no vas al invernadero? – sugirió – hoy toca regar mis narcisos y petunias.

-Buena idea – sonrió, acompañó a sus padres y hermano hasta la puerta y los despidió con una amplia sonrisa.

Después de desayunar subió a su habitación para ponerse un gorro y un abrigo más cálido, esa mañana el frio estaba más crudo y no quería volver a enfermar.

-Ok! Cumplamos con la tarea que me dejaron – dijo llenando la regadera con agua – empezaré con los narcisos. – sonrió al recordar lo que estas flores significaban para ella.

-Sabías que cuando sonríes se te notan más las pecas?

Escuchar aquella voz detrás de ella la paralizó. Tenía miedo girarse y darse cuenta que sólo había sido producto de su más ferviente deseo.

-Tan molesta estás conmigo que ni siquiera soportas verme Pecosa?

-No! – se giró rápidamente para descubrir que Terry estaba ahí, el joven tenía una amplia sonrisa en sus labios – Terry…

No dijo más pues los labios del castaño callaron las palabras que iban a salir de aquella dulce boca.

-Volví Candy… - dijo sobre sus labios – y no voy a marcharme nunca más de tu lado.

-Pero… y Susana?

-Ella tendrá que aceptar que no la amo. – dijo resuelto – que si no es a tu lado, prefiero acabar con todo.

-No digas eso… - lo calló – hablaremos con ella – dijo apoyando su cabeza en el pecho masculino – haremos que entienda que lo mejor es terminar un compromiso sin amor – el actor la abrazaba feliz por escuchar aquellas palabras.

-Yo venía dispuesto a rogarte para que me aceptaras en tu vida nuevamente – dijo acariciando la cabellera rubia – tenía un discurso preparado.

-Ah sí? – dijo con aquella risita que amaba al castaño – y si no me convencías, que hubieras hecho?

-Secuestrarte. – contestó tan firmemente que la rubia dudó que estuviera bromeando.

-Bueno… me alegro haber aceptado de inmediato – se alejó y tomado su mano lo guio a una banca que estaba cerca – por mi condición no puedo salir en este clima y mucho menos recorrer largas distancias.

-Sobre eso… - el rostro de Terry se puso serio y una tristeza nubló sus ojos. – por qué no me lo contaste?

-Lo sabes? – dijo mirándolo a los ojos con preocupación.

-Henry se lo contó a Karen.

-Por eso volviste? – se puso de pie y su intención era alejarse del castaño; pero este se lo impidió – no tienes que sacrificarte por…

-Ya basta Candy – dijo tajante – sabes bien que contigo nunca sería un sacrificio, y no, no volví porque me haya enterado, ya lo había decidido; pero Karen me lo contó para que lo supiera y te apoyara.

-No es tan malo. – dijo sentándose nuevamente – papá siempre está controlando que yo esté bien.

-Pero… por qué…? – dijo bajito - Por qué no se dieron cuenta antes?

-Terry… - acarició su mejilla – nadie podría haber previsto las consecuencias de una enfermedad nueva, la gripe española mató a muchos y a otros nos dejó con una salud frágil.

-La gripe española? – la miró sin entender – a qué te refieres?

-Al regresar de Europa me contagié de aquella nueva gripe – lo miró confusa – no te lo contó Karen? – lo miró confundida - Por suerte sobreviví; pero dejó secuelas, ya no puedo llevar una vida agitada como antes, debo cuidar mi alimentación y no exponerme al frio, mis pulmones se debilitaron. – Terry estaba aturdido, él creía que Candy tenía los días contados, Karen le había dicho que su corazón estaba débil y que de un día para otro podría detenerse.

-Voy a matar Karen cuando la vea! – se puso de pie furioso.

-Terry! – la asustó verlo así – qué te dijo Karen?

-Que tenías los días contados. – miró hacia otro lado – vine con una angustia profunda, con un miedo de ya no encontrarte cuando llegara – su voz se quebró – no podría resistir si algo malo te pasara mi amor. – la abrazó con fuerza.

-Bueno… - sonrió por aquel apelativo – supongo que Karen tenía sus motivos para decirte todo eso. – acarició su mejilla cuando el actor aflojó el abrazo. – no creo que lo haya hecho con maldad - En ese momento el castaño entendió que aquella disculpa que pidió la castaña no era por haber revelado aquel secreto, sino por haber inventado tal mentira.

-Candy… - tomó su rostro entre sus manos – cásate conmigo. – parecía nervioso – no perdamos más tiempo, conviértete en mi esposa de inmediato.

-Qué? – poco a poco una sonrisa se formó en su rostro – hablas en serio?

-Nunca he hablado más en serio en toda mi vida. – besó su frente – ahora responde pecosa… vas a casarte conmigo? Me harás el hombre más feliz de la tierra?

-Sí! – lo abrazó – sí Terry! Sí quiero casarme contigo! – lloró al igual que él, ambos cayeron de rodillas abrazados, rodeados del olor de aquellos narcisos, prometiendo internamente cada uno, hacer feliz al otro el resto de su vida.

-Tendrás que hablar con mis padres. – dijo una vez que se separaron – podrás hacerlo esta noche.

-Bueno… - sonrió de lado – ya hablé con ellos esta mañana.

-Cómo?

-Sigues siendo una dormilona – golpeó su naricita con el dedo – llegué temprano y mientras tú dormías le pedía tu mano a tus padres y hermano.

-Ahora entiendo su prisa por marcharse – dijo reflexiva – y el abrazo de mamá… - sonrió – los conquistaste rápido.

-Así como te conquisté a ti. – dijo presumido.

-No seas fanfarrón! – golpeó su pecho – tardaste un año para conquistarme.

-Bueno… debo confesar que eres difícil de impresionar – dijo besando su sien – pero a mí me conquistaste el preciso momento en que te vi.

-De verdad? – dijo ilusionada y esperando confirmación – no te mentiría, ver todo ese mar de pecas me impresionó y gustó.

-Terry! – volvió a golpearlo, aunque esta vez reía de su broma – no le quites el romance a tu confesión.

-No le quito nada, es la verdad. – aseguró – al verte me pareciste la chica más hermosa que jamás había conocido, y tus pecas… - las tocó – estas me volvieron loco de amor. – Candy solo reía – tus ojos me cautivaron; pero tu compasión es la que atrapó a mi corazón, lo tuvo cautivo desde aquel día. – Candy estaba llorando de felicidad – te amo Candy… - declaró – más de lo que podría amar a todas personas que conozco juntas, es un amor inmenso el siento por ti. – terminó con un besito casto sobre los labios femeninos.

-Te amo Terry… te amo tanto mi rebelde gruñón – dijo besándolo también.

Cuando salieron del invernadero vieron que estaba nevando, Candy miró con una sonrisa hacia el cielo, rogando internamente que aquello que acababa de suceder no fuera provocado por una fiebre.

-Sabes… - sintió como Terry la abrazaba por la espalda para protegerla del frio – cuando regresé a América, antes de llegar al hogar de Pony… - el castaño apretó el abrazo – me detuve en la casa de un amigo por culpa una fuerte nevisca, si hubiera continuado mi camino, nos habríamos encontrado aquel día. – rodeó los brazos del castaño y apoyó su cabeza en su pecho – y cuando salí del hospital… lo hice bajo una fuerte nevada – Terry besó su cabeza.

-Lo sé… te vi desde la ventana – confesó con un nudo en la garganta.

-Desde ese entonces… - continuó la rubia – odié los días nevados, porque uno retrasó mi encuentro contigo y el otro me acompañó cuando te dejaba atrás. – se giró para mirarlo de frente – ahora me reconcilie con ella – dijo sonriendo – porque gracias a la nevada te quedaste en esta ciudad y pudimos encontrarnos.

Terry la miró con una sonrisa tan tierna que calentó el corazón de Candy, sin esperar nada más, el castaño se posesionó de los labios de la rubia, volvió a besarla ahí, bajo esa leve nevada que parecía haber hecho las paces con ellos, pues en lugar de causarles frio, les dio el ambiente perfecto para permanecer abrazados.

*·.*.·*

Era noche buena, el ambiente en la casa de los Cohen era festivo, no solo por los adornos de la época, sino, por la alegría que todos los integrantes de esa familia sentían, en especial una rubia rizada y pecosa.

-Cariño, ayúdame con la mesa.

-Oh! Claro mamá. – dijo la rubia sonrojándose y desviando rápidamente su mirada hacia otro lado, la mayor sonrió al ver al causante de la distracción de su hija.

-El próximo año ya estarán casados.

-Aún no puedo creer que Terry esté aquí – dijo con una leve sonrisa – esta mañana me convencí de que dejarlo ir era lo mejor y ahora, unas horas después, estoy hablando de mi compromiso con él.

-Cuando Albert me dijo que eras extremadamente terca – dijo Heather acercándose a su hija – creí que era una exageración o un juego de él; no creía que fueras más testaruda que tu padre.

-No lo hacía por maldad.

-Eso me quedó muy claro cariño, has demostrado ser muy noble y por eso Dios te da la oportunidad de ser feliz junto al hombre que amas y te ama de igual manera. – la rubia asintió con la cabeza mientras dirigía su mirada hacia la sala.

-Terry se lleva muy bien con Henry y papá. – dijo mirando a su prometido hablando con su hermano y padre.

-Ellos lo aceptaron al notar que solo su presencia te devolvió lo que habías perdido.

-Lo que había perdido?

-Este brillo mi amor – acarició su rostro – irradias una felicidad que contagia a todos.

-Yo… - se sonrojó – lo amo… lo amo mucho. – confesó.

-Y se nota. – aquel sonrojo le causo ternura a la madre, agradeció tanto haber encontrado a su hija y verla feliz.

-Bueno… - se compuso – será mejor que los llamemos para cenar.

-Primero pongamos la mesa. – dijo la mayor riendo del nerviosismo repentino de su hija.

-Oh! Claro. – hizo una mueca graciosa al ver que la mesa solo tenía los platos y cubiertos, en un solo lugar.

Cuando finalmente estaban todos sentados en la mesa, degustaron de aquel delicioso pavo en compañía de quienes formaban parte de esa familia, sí, incluido Terry; quien pronto uniría su vida definitivamente a la de Candy. Después de la cena todos pasaron al salón que donde estaba el árbol de navidad, todos estaban con una copa de champagne en la mano, entonces Terry pidió la palabra.

-Quisiera su atención… - se aclaró la garganta, por primera vez se sintió nervioso y quien no, estaba frente a los padres de su novia – quiero agradecerles el que me hayan invitado a pasar noche buena con ustedes – miró a sus futuros suegros y cuñado – pero agradezco más que me hayan aceptado como parte de su familia – tomó la mano de la rubia - amo a Candy como nunca pensé amar a alguien y por eso prometo que la cuidare y atesoraré todos los días de mi vida.

Aquellas palabras habían emocionado a la rubia, quien estaba derramando lágrimas de felicidad por tan bella declaración.

-Terry – escuchó a su padre – la navidad es una época en la que nos llegan regalos y debemos aceptarlo, hoy vi que tú no solo fuiste el regalo que Dios le hizo a mi hija; sino también a nosotros – Candy miró a su padre sin comprender – porque gracias a ti pudimos ver a nuestra hija completamente feliz, y ese, es el deseo de todo padre para sus hijos. – estoy seguro que cumplirás tu promesa; pero recuerda que no están solos, nosotros estaremos siempre ahí para ayudarlos cuando lo necesiten.

-Papá… - Candy corrió para abrazar a su padre – gracias… - estaba emocionada.

El castaño prometió que a partir de ese día, ya nunca más se separarían y que no habría día que no agradeciera a la vida el haberlo reunido otra vez con su único amor.

Esa sería la primera navidad que pasarían juntos rodeados de las personas que más los amaban. Los rebeldes estaban seguros que a partir de ese momento todo iría para mejor.

Tercer capítulo y nos acercamos al final, será una historia corta; pero intentaré llenar sus expectativas con respecto a la relación de nuestros queridos rebeldes.

Quiero agradecer a todos los que leen y siguen mis historias, aunque no nos conocemos físicamente, puedo asegurarles que he llegado a conocerlas un poco gracias a los mensajes que en algún momento me dejaron, el aprecio que tengo por ustedes es inmenso, gracias por su apoyo y afecto.

Este año fue emocionante y lleno de desafíos para mí, me enseñó que con constancia y perseverancia se puede realizar todas aquellas metas que nos trazamos, aunque sufrí por la pérdida de tres de mis amadas mascotas, que aún duelen en mi corazón y es difícil superarlas, puedo asegurar que Dios me dio mucho este año, haber tenido el apoyo de todas ustedes, me llenaba de dicha y emoción, gracias queridas y queridos lectores.

Tengan un FELIZ AÑO 2025, que todas las metas que se han trazado se logren con el mayor de los éxitos posible, que estén siempre repletas de amor y paz juntos a su familia y recuerden siempre que debemos proteger y cuidar a aquellos seres que siempre nos acompañan y animan sin importar el humor en el que estemos, ellos dependen de nosotros.

FELIZ AÑO NUEVO! Moon CyT.