Hola hermosas! Espero que estén muy bien, muchas gracias por estar pendiente de cada actualización.
Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad, ni para personas sensibles al tema adulto.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 23
El aire del puerto calaba los huesos, pero aquel joven esperaría feliz la llegada del gran transatlántico. Había esperado pacientemente la llegada de su novia, tenía más de un año de no verla y la emoción en su pecho incrementaba al escucharse a lo lejos el silbato que anunciaba la cercanía del puerto.
-¡Patty! – Decía el joven enamorado, mientras se aferraba una vez más a la bufanda que cubría su nariz y su boca para protegerse del frío.
En el barco una jovencita con el mismo entusiasmo esperaba pacientemente en la cubierta a pesar del consejo que le había dado su padre, quien le había sugerido esperar hasta que el barco se detuviese por completo para poder desembarcar.
-¡Stear! – Dijo con un leve susurro al distinguir la silueta de su prometido, quien con las manos entre los bolsillos de su abrigo esperaba paciente la llegada del barco.
-Ese muchacho está igual de loco que tú, hija. – Dijo la abuela Martha sonriente, quien había sido su cómplice para esperar el arribo del barco a puerto. Patty sonrió al darse cuenta que efectivamente, como su amado Stear le había dicho, él sería el primero en llegar al puerto para estarla esperando.
El cuerpo de Patty se estremeció por el frío y la emoción que sentía por volver a tener frente a ella a ese chico de anteojos y mirada tierna que le había robado el corazón desde la primera vez que lo vio cruzar el patio frente a la capilla del Colegio.
El nuevo sonido que anunciaba la llegada del barco se dejó escuchar mientras poco a poco los pasajeros comenzaban a reunirse en la cubierta, todos con precaución, parecía que tenían desconfianza, solo Patricia y su abuela habían permanecido expectantes de la llegada, la primera para ver a su novio y la segunda para cuidar a su nieta.
-¡Stear! – Gritó Patricia sin temor alguno, aquella timidez había quedado un poco en el olvido.
-¡Patty! – Gritó Stear agitando su mano, sorprendido y feliz por escuchar la emoción en la voz de su amada.
Stear comenzó a abrirse paso entre la gente, quien ya había llegado a recibir a sus familiares, todos estaban emocionados, mostrando el llanto y la desesperación por volver a unirse a aquellos que habían quedado varados gracias a una guerra.
-¡Stear! – Gritó Patricia ya en lo alto de la escalera, había sido la primera en llegar hasta ahí, no le importaba que su abuela no había podido llegar junto a ella.
Stear la miró enamorado, deslizando sus ojos por la silueta esbelta y un tanto demacrada de la joven, revelando en su apariencia el sufrimiento vivido los últimos días. Stear la observó con mayor cuidado, estaba más delgada, su piel se veía pálida y su mirada aunque radiante se veía sufrida. El joven sintió que su corazón se estrujó al imaginarla sufriendo todo ese tiempo, se culpó por no haber insistido más cuando él regresó a América para traerla consigo.
Ambos enamorados corrieron para encontrarse, la ropa de Patricia no era adecuada para el frío de Nueva York y él se percataba apenas. La abrazó con fuerza y la arropó con su abrigo, quitándose de inmediato su gorro para cubrir su cabeza. El llanto apareció en la joven quien con fuerza lo abrazaba, sintiéndose de momento segura entre sus brazos.
-¡Stear! – Gritaba con fuerza. Stear pronto observó que todos los pasajeros parecían actuar de la misma forma, ninguno había bajado con el lujo que suponía aquel barco.
Stear la abrazó con fuerza sintiendo su necesidad de sentirse segura y protegida, necesitaba de él, y él necesitaba de ella, pero de forma diferente, ella buscaba la paz y la seguridad que sus brazos le ofrecían. El joven buscó entre los demás pasajeros a los padres de la chica, la abuela Martha ya estaba detrás de ellos, pero no encontraba a los padres de su prometida. De pronto entre el bullicio de la gente apareció la silueta de los padres de su prometida, quienes sentían en su corazón una emoción genuina por haber dejado atrás tan terrible experiencia.
-Temí tanto no volver a verte… - Dijo Patty sollozando. Stear sintió un dolor en su pecho al escuchar la manera en la que su novia pronunciaba aquellas palabras. – Todo fue tan horrible… - Dijo incapaz de revelar lo sucedido. Stear miró a su suegro y este bajó la mirada con dolor, lo mismo la abuela Martha, los días que habían pasado secuestrados en el puerto de Southampton no lo deseaban a nadie.
-Nos detuvieron más de la cuenta… - Explicó el señor O'Brian mientras abrazaba a su esposa con fuerza – Llegaríamos a tiempo a nuestro destino, pero de pronto nos detuvieron alegando que necesitaban esconderse por unas horas. – Decía sin poder creer que el viaje que duraría ocho días, había durado cerca de un mes.
-Casi todos los pasajeros perdieron a alguien. – Dijo la abuela Martha recordando con dolor que habían sido de los pocos afortunados. Stear asintió con dolor, ver a todas esas personas sufriendo, mal vestidas, pálidas, reflejando en cada uno de ellos el sufrimiento pasado en ese infierno.
Stear caminó con sus suegros, con la abuela Martha y con Patty abrazada, haciéndola sentir segura entre sus brazos, recordándole que él estaba ahí para ella y que la ayudaría a renacer de sus heridas, heridas tan profundas que estaba seguro que tal vez jamás olvidaría, pero que se aseguraría de que dolieran menos.
-¿Cómo está Patty? – Preguntó Anthony al enterarse de las condiciones en las que había llegado la novia de su primo.
-Está bien, pero sufrió mucho mientras estaban secuestrados. – Respondió Stear igual de triste, le dolía recordar lo pálido del rostro de su novia. – No soporta recordar que tuvieron que mantenerse ocultos por varios días en el camarote. – Agregó de nuevo al recordar que aquello había sido lo más duro para ella, habían soportado hambre, frío, pero el terror de morir por los ataques que sucedían muy cerca del puerto de Southampton, la hacían sentirse triste por pensar que tal vez no volvería a ver a su amado inventor.
-Lo siento mucho. – Dijo Anthony sincero, quería que Stear supiera que él estaba igual de molesto que él. Stear asintió seguro de ello.
-Gracias, Anthony. – Le dijo con una sonrisa. - ¿Vas a salir? – Preguntó al ver a Anthony listo para salir.
-Iré por Candy al hospital. – Respondió con cierta pena. – Pero si quieres puedo regresar en cuanto la deje en su departamento. – Stear negó con una sonrisa.
-No… iré a ver a Patty más tarde. – Dijo el inventor seguro que iría a ver a su novia a su mansión. - ¿Y Archie? – Preguntó al ver que su hermano no estaba por ahí.
-Creo que salió con Annie. – Respondió Anthony seguro que era lo que Archie había dicho antes de salir. Stear asintió con una sonrisa.
-¿Estás seguro que no quieren venir con nosotros un momento? – Preguntó el rubio con respeto. Stear negó seguro de que su novia no estaría del todo lista para salir.
-Creo que no es momento aún para Patty. – Dijo Stear seguro que su prometida no querría salir de su casa ni ver a nadie… solo a él.
-Entiendo. – Dijo Anthony con empatía. – Te veo más tarde. – Le dijo antes de salir de la mansión.
Anthony suspiró al imaginarse el sufrimiento de Patty, había escuchado de la llegada del transatlántico que había sido prácticamente secuestrado por los aliados, quienes habían utilizado el barco como escondite y como base para planear su ataque, y a pesar de que habían respetado a los tripulantes y los pasajeros, fue imposible que todos tuvieran comida y bebida todos los días. Anthony pensó en su papá, recordó que él también tenía su flotilla de barcos y que tenía tiempo sin saber de él.
-¡Anthony! – El grito de la rubia lo sacó de sus pensamientos, estaba tan concentrado pensando en todas las injusticias que había traído esa guerra a las personas, se sentía impotente por no poder hacer nada para evitar los enfrentamientos. Anthony sonrió al escuchar el grito de su novia, quien sonrió enamorada al verlo posar sus hermosos ojos azules en ella.
Su mirada era profunda, parecía que podía descubrir todos sus pensamientos con tan solo mirarla y ella estaba encantada de que así fuera, quería revelarle con la mirada todo lo que tenía en su corazón, quería ser un libro abierto para él, quería que leyera sus pensamientos, sus sentimientos, quería dejarle claro cuanto lo amaba.
Candy corrió hasta él y se arrojó a sus brazos, Anthony la recibió con emoción al ver que la joven se sentía feliz de estar de nuevo a su lado. Aquella alegría que ella mostraba al verlo calmó la tristeza que tenía en su corazón al imaginar el sufrimiento de la prometida de su primo y de todas las personas que vivían del otro lado del océano.
Anthony la abrazó con fuerza, necesitado de sentir ese amor tan puro y tan noble que ella le proporcionaba, buscando calmar la preocupación que sentía en su alma en esos momentos. Candy sintió aquella preocupación en sus brazos y lo abrazó queriendo clamar su ansiedad.
-¿Estás bien? – Preguntó Candy con un poco de preocupación.
-A tú lado me siento mejor, pecosa. – Le respondió aspirando con fuerza el aroma de sus cabellos.
-¿Sucede algo? – Preguntó la enfermera al ver que su novio estaba sumamente tenso. Anthony la miró con ternura y sonrió ante su genuina preocupación.
-La novia de Stear acaba de llegar. – Respondió Anthony abrazándola de nuevo. Candy esperaba que continuara y le explicara el motivo de su tristeza. – Tenían un mes detenidos en el puerto de Southampton esperando zarpar, pero por culpa de la guerra no pudieron hacerlo, estuvieron prácticamente secuestrados. – Decía Anthony, sintiendo impotencia en sus palabras. – Pasaron hambre, frío… - Dijo el rubio con impotencia, aquellas palabras hicieron que el corazón de Candy se estrujara, mostrando en sus verdes unas lágrimas a punto de salir al sentir el dolor de aquella joven.
-Lo siento tanto… - Dijo Candy con dolor, ella también había escuchado las noticias entre el personal del hospital del buque que había llegado después de haber permanecido más de un mes secuestrado por los aliados. – Esta guerra es tan injusta. – Dijo Candy con dolor en sus palabras.
-Es verdad princesa. – Dijo Anthony seguro de que lo que decía su novia era verdad. – La guerra es tan cruel, niños, mujeres y ancianos sufren por culpa del poder de unos cuantos. – Decía el rubio con la impotencia reflejada en su rostro. Candy se abrazó a él una vez más para reconfortarlo.
-En el hospital han llegado personas desplazadas por la guerra con signos severos de desnutrición. – Dijo Candy recordando que habían atendido a varios así.
-Mi tío Albert, ha hecho donaciones a albergues y hospitales, pero aun así siento que es insuficiente todo ese apoyo. – Decía Anthony una vez más.
-Pero es algo con lo que las personas pueden contar. – Dijo la rubia una vez más. – El señor Britter es benefactor del hospital St. Mary's y gracias a ello se ha podido atender a varias personas sin recursos. – Dijo Candy orgullosa de ello. Anthony sonrió, sintiéndose un poco mejor porque tanto su familia como su prometida estaban aportando aunque sea un pequeño granito de arena en tan terrible causa.
La rubia comenzó a hablar de lo que había hecho dentro del hospital para ayudar a las personas que habían sido desplazadas por la guerra, muchas de ellas habían llegado buscando servicio médico, otras apoyo psicológico y otras más simplemente un lugar donde ser escuchadas y reconfortadas, siendo ella una de las enfermeras que siempre atendía con total gusto. Anthony la escuchaba orgulloso de su aporte a las personas más vulnerables y con el apoyo del tío William sabía que era algo, pero así quería ver la posibilidad de poner un albergue para las personas que llegaran sin tener familia o algún conocido en el país.
-¿Te sientes mejor? – Preguntó Candy con ternura a su novio, no le gustaba verlo tan preocupado.
-Cuando estoy contigo todo es mucho mejor, princesa. – Le dijo dando un beso en su mejilla. Candy sonrió por la ternura de su novio y lo abrazó una vez más. - ¿Nos vamos? – Le preguntó una vez que se sentía mejor. Candy asintió al ver que su mirada volvía a ser la de antes. – Candy… - Dijo con seriedad, la rubia lo escuchó atenta. – No sabes cuánto te admiro. – Le dijo orgulloso de ella. Candy lo miró intrigada por sus palabras. – Eres una mujer excepcional pecosa. – Le dijo una vez más. Candy sonrió por sus palabras y se abrazó a él buscando su refugio.
Llegaron al departamento y una vez más se encontraron a solas, ni Cassie, ni Annie estaban en el lugar.
-¿Quieres pasar? – Preguntó Candy deseosa de que él estuviera con ella unos momentos. Anthony dudó un poco de estar a solas con ella. – Las chicas ya no deben de tardar. – Dijo mirando la hora, era común que ella llegara después. Anthony asintió y aceptó la invitación de su joven novia. - ¿Tienes hambre? – Preguntó segura de que ella estaba muriendo por comer algo.
-Te ayudo a preparar la cena antes de que lleguen las muchachas. – Dijo Anthony dispuesto a ayudar una vez más a preparar la cena. – Te prometo que esta vez no me quemaré. – Dijo con gracia, recordando la vez que había resultado con una leve quemadura.
-Vuelvo en un momento. – Dijo Candy con una sonrisa, dispuesta a ir a su habitación para quitarse el uniforme. Anthony sonrió y esperó a su novia en la sala.
Cuando Candy regresó una vez más dejaba a Anthony sin aliento, su manera relajada de vestir en esa ocasión lo hizo sonreír, la rubia vestía un pantalón azul con un suéter tejido, holgado y de colores, se veía adorable con el cabello completamente recogido.
-Te ves hermosa. – Le dijo acercándose a ella para darle un beso en los labios. Candy sonrió dejándose querer por su novio quien la besaba delicadamente, disfrutando plácidamente de su tierna caricia.
-¿Vamos? – Preguntó Candy lista para comenzar a preparar la cena, sabía que Annie siempre era la que cocinaba, pero estaba seguro que esta ocasión la joven llegaría muy cansada y ella quería sorprenderla.
Anthony sonrió y siguió a su novia hasta la cocina, admirando su belleza, su estatura era mucho más pequeña con los zapatos sin tacón que llevaba, definitivamente aquellos centímetros que aumentaba su altura la hacían alcanzarlo con mayor facilidad.
-Tú lava las verduras mientras yo limpio el pollo. – Dijo Candy segura de preparar un consomé de pollo para todos. Anthony la miró admirado, le gustaba verla tomar el control de lo que hacía.
-Cómo ordenes, princesa. – Dijo haciendo una reverencia frente a ella, reverencia que ella tomó con gracia al verlo inclinarse.
-¡Basta! – Le dijo riendo por su manera de actuar. Anthony se enderezó frente a ella y sonrió con diversión.
-Sabes que tus deseos son órdenes. – Le dijo una vez más, mientras se acercaba a ella para atraerla a su silueta. Candy se dejó querer colocándose de puntillas para alcanzar su cuello. Anthony la tomó por la cintura y la acercó más a él.
Candy cerró sus ojos esperando saborear los labios de su novio, quien sonrió satisfecho al ver la disposición de su novia de aceptar la anhelada caricia. Cerró sus ojos y se abandonó a sus labios, besando profundamente su boca, entregándose por completo a ella, moviendo sus labios sobre los de ella, regalando su sabor, embriagándose de ella, aferrándose a su cintura mientras una de sus manos acariciaba su espalda.
La caricia aumentaba cada vez con mayor intensidad, permitiéndose repasar sus labios una y otra vez. Su boca se deslizó por su mentón y Candy gimió suavemente, gemido que Anthony escuchó complacido al sentir cómo su cuerpo se estremecía con sus caricias.
-Te amo… - Le decía Anthony deteniendo la intensa caricia, controlando su sentir para no ofender con sus acciones a la joven pecosa.
-Te amo… - Le dijo Candy mirándolo profundamente a los ojos, entrelazando sus miradas, cómplices del apasionado momento. Anthony besó sus manos indicando que debían preparar la cena. El rubor en el rostro de Candy fue evidente una vez más.
Ambos jóvenes se pusieron a hacer cada uno su labor y entre miradas y sonrisas cargadas de amor terminaban de preparar el pollo y las verduras para su cocción.
-También las zanahorias. – Dijo Candy con travesura al ver que su novio había hecho la verdura a un lado.
-Las zanahorias no deberían de existir. – Dijo Anthony con queja, mirando la anaranjada verdura. Candy sonrió con ternura como si estuviera reprendiendo a un niño pequeño.
-Las zanahorias son muy saludables, además te ayudan para mejorar tu visión y tu piel. – Dijo Candy dejando salir la enfermera que llevaba dentro. Anthony la escuchaba seguro que todo eso lo había escuchado antes.
-Tengo muy buena visión. – Dijo Anthony mirando a Candy fijamente, mirada que la hizo sentirse nerviosa y ansiosa por un momento. Anthony se acercó a ella peligrosamente. – Y te aseguro que me gusta lo que veo en estos momentos. – Dijo una vez más atrapando a la rubia por la cintura. Candy no tuvo tiempo ni de escapar de su novio, quien en cuestión de segundos ya la tenía entre sus brazos. Lo miró fijamente a los ojos, definitivamente sus ojos eran maravillosos, pensaba la rubia.
-¿Y no te comerías una zanahoria? – Preguntó Candy con cierta inocencia y coquetería impresa en su voz. Anthony la miró sonriendo de lado con travesura, reconociendo que había algo implícito en sus palabras.
-Ni una sola… - Respondió Anthony sin soltarla de su agarre. Candy se sentía cada vez más ansiosa de tenerlo tan cerca y con aquella mirada tan sensual fija en ella.
-¿Ni siquiera por mí? – Preguntó Candy tomando un trozo de las zanahorias aún sin cocer. Anthony la miró profundamente y después miró el trozo de verdura que le ofrecía.
-Tal vez por un beso… - Le dijo Anthony mirando sus labios, mientras se mordía el labio inferior saboreándose de probar una vez más su boca. Candy asintió en darle un beso a cambio de que se comiera aquella hortaliza.
Anthony abrió la boca para que Candy introdujera dentro de ella la verdura, para después comenzar a masticarla, los gestos que hacía el rubio eran dignos de soltarse riendo.
-¡No hagas gestos! – Dijo Candy divertida por los gestos que hacía su novio.
-¡Es imposible no hacerlo! – Dijo Anthony comenzando a reír junto con su pecosa.
-Entonces no hay beso. – Dijo Candy renuente a pagar el beso ofrecido por su sacrificio.
-Dame otra oportunidad. – Dijo Anthony dispuesto a volver a sacrificarse solo para obtener el beso de su amada. Candy sonrió coqueta y fue por otro trozo de zanahoria, lo colocó frente al rubio y este se mentalizó antes de atraparlo con sus labios.
Anthony abrió su boca, agarró el trozo de zanahoria con los labios y al mismo tiempo acarició con estos los dedos de su novia, una corriente eléctrica atrapó a Candy, quien sintió que aquella electricidad que producía el contacto con su novio la recorría por completo, dejándola por unos segundos sin aliento. Anthony sabía lo que había hecho y se sintió satisfecho con la reacción de la rubia. Anthony la miró fijamente, concentrándose en sus ojos, admirando su belleza, profundizando su mirada mientras ella se perdía en sus ojos azules, no hubo gesto o mueca que demostrara el disgusto que le causaba el sabor dulce de la hortaliza.
-Listo… - Dijo Anthony sin dejar de mirarla. Candy salió de su encanto cuando él hablo y el rubio sonrió levemente mirando sus labios, dispuesto a cobrar su recompensa.
-¡Muy bien! – Dijo Candy traviesa, como si aquel reconocimiento fuera suficiente para el rubio.
-Mi premio… - Dijo Anthony seguro de que no desistiría hasta cobrar el beso prometido.
-El premio será el beneficio a tu salud. – Le dijo Candy con travesura, jugando con él un momento, le gustaba jugar con él. Anthony negó sin soltarla de su abrazo.
-Mi premio… - Le dijo una vez más con sensualidad. Candy sonrió y tomó su rostro entre sus manos y lo besó con un beso corto y rápido. Anthony se quedó con los ojos cerrados, esperando que el premio reclamado fuese por lo menos más largo, había sufrido demasiado en no expresar la repulsión que sentía por la zanahoria. – Es un premio muy chiquito… - Dijo Anthony como queja, dispuesto a cobrar bien su premio.
-¡Anthony! – Dijo Candy traviesa soltándose de su agarre para después correr alejándose de la cocina.
-¡Esto no se va a quedar así pecosa! – Dijo Anthony corriendo detrás de ella para cobrar su premio. – Comí dos pedazos de zanahoria y sabes que no me gusta. – Decía mientras buscaba la manera de alcanzarla mientras ella se escabullía entre los muebles de la sala.
Candy reía divertida mientras Anthony quería atraparla, su risa era fresca, sus cabellos se habían soltado en la carrera que había emprendido y cada vez sentía que Anthony estaba más cerca de atraparla. Un pequeño descuido y el rubio la atrapó por la cintura, girándola hacia él para tener sus labios, cayeron en el sofá de pronto, él sobre ella.
-¿Estás bien? – Preguntó Anthony al sentir que ella había quedado debajo de él. Candy lo miró profundamente, sin responder, sus miradas estaban fijas la una en la otra, observándose mientras sus pupilas se dilataban y las risas cesaban víctimas del momento.
El silencio los atrapó y sus respiraciones agitadas comenzaron a relajarse, sus bocas se unieron en un ansioso beso, beso que ambos deseaban compartir y que se dieron el lujo de complacerse, sus bocas luchaban por satisfacer al contrario, tomando al mismo tiempo lo que el otro le ofrecía, besándose lentamente primero, acelerando después el ritmo de sus movimientos.
La lengua de Anthony se coló entre los labios de su amada, quien daba la libertad de explorarla, separando sus labios para darle acceso total a su cavidad mientras él la llenaba por completo en su interior. Sus ojos se encontraron una vez terminado el apasionado beso, sin embargo en sus miradas se veía reflejado el deseo latente de continuar con sus caricias, caricias que no eran suficientes para dos jóvenes enamorados.
-Candy… - Le dijo Anthony a la rubia, mirándola fijamente, sus ojos demostraban todo lo que su alma tenía atrapado en su interior.
-Te amo… - Le dijo Candy antes de que Anthony agregara algo más, convenciéndolo de explorar un poco más el interior de su boca.
Candy cerró sus ojos dispuesta a complacer sus deseos, dispuesta a perderse un poco más en aquel mar de emociones que los atrapaba repentinamente, buscando la manera de saciar aquella necesidad que los golpeaba en su pecho.
Anthony volvió a tomar sus labios, pero esta vez de manera más lenta, atrapando su boca con sensualidad, el beso era húmedo, lento, mientras su lengua viajaba en su interior con cuidado, como si quisiera explorarla detalladamente. Candy lo acercó a ella por su cuello y acarició sus rubios cabellos, provocando que la intensidad del beso alentara al muchacho.
Sus cuerpos estaban unidos, ella debajo de él, él encima de ella, permitiendo tocarse, permitiendo que sus pechos chocaran con sus respiraciones, mientras sus labios continuaban con los besos largos y apasionados. Los labios de Anthony recorrieron una vez más su mentón, el chico era víctima del momento y se dejó llevar por esa necesidad que despertaba ella en su cuerpo. Candy gimió una vez más y aquel sonido tan sensual que había escapado de sus labios incendió el cuerpo de Anthony, quien bajó un poco más hacia el sur y se dedicó a atender su cuello, devorándolo lentamente, permitiéndose saborear la blanca torre que la rubia poseía, mientras giraba su rostro y le daba acceso total a él.
-Anthony… - Gimió Candy su nombre, aquel llamado hizo que el rubio perdiera la cabeza, se escuchaba tan bien de sus labios su nombre, aquella sensualidad tan natural de la joven, aquella inocencia con la que ella lo llamaba y que prendía el ambiente lo estaba haciendo claudicar en su condición de caballero.
La respiración agitada de Candy comenzó a acelerar su corazón, mientras su pecho subía y bajaba para complacer a su novio quien continuaba perdido en su cuello. Era imposible que Anthony no sufriera una reacción de su cuerpo bajo, tenía a Candy debajo de él y ella inocentemente comenzaba a moverse víctima del placer que le proporcionaban sus besos, logrando que sus cuerpos pronto alejaran el frío del departamento, encerrándolos en un calor tan intenso que pronto sentían que sus ropas estaban de más en sus cuerpos.
Anthony regresó a sus labios para continuar con sus besos, callando los gemidos tan sutiles y sensuales que se le escapaban a la rubia, gemidos que lo hacían enloquecer y ponerse cada vez más firme mientras sus pechos se apretaban con el torso de él.
El ruido de la puerta fue lo que detuvo su intensa demostración de amor, ambos se miraron apenados, con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas. Anthony se levantó de encima de ella y la ayudó a reincorporarse. Candy le sonrió con timidez mientras su respiración seguía agitada y el deseo latente en su cuerpo quedaba interrumpido. Los dos se miraron y un brillo muy especial brilló en sus ojos, el amor, el deseo y la pasión habían despertado en sus jóvenes cuerpos, una pasión desbordante que los hacía desear no haber sido interrumpidos.
-Te amo, Candy… - Le dijo Anthony besando su frente para intentar detener su excitación. Candy sonrió feliz por sus palabras.
El ruido de la puerta volvió a escucharse y ambos se miraron. Candy se dirigió a la cocina y Anthony se decidió a sentarse un momento, debía recuperarse y si estaba cerca de ella le sería imposible hacerlo.
-¡Hola Anthony! – Dijo Cassie con una sonrisa al ver al rubio sentado en la sala. – No podía entrar. – Dijo excusándose por la tardanza.
-Lo siento no sabía. – Dijo Anthony apenado por no haberse dado cuenta que la tardanza por entrar de las jóvenes, había sido porque la llave se había trabado por un momento, aquel retraso había hecho que el par de enamorados tuvieran un poco más de tiempo para actuar de manera normal.
-No te preocupes. – Dijo Cassie mientras permitía que Annie entrara junto a su novio. - ¿Y Candy? – Preguntó la rubia ojos azules buscando a la enfermera.
-¡Aquí estoy! – Respondió Candy un poco acelerada, asomando su rostro desde la cocina para hacerle ver que estaba preparando la cena.
-Buenas noches. – Saludó Archie a su primo. Anthony le sonrió simplemente y Annie también saludó al rubio.
-Vuelvo en un momento. – Dijo Annie dirigiéndose a la cocina, sabía que Candy no podría terminar sola con la cena.
-Creo que otra vez seré mal quinteto. – Dijo Cassie mientras se sentaba junto a los primos Ardlay. - ¿Y Stear? – Preguntó a Archie, porque había notado a Anthony un poco serio, atribuyéndolo que tal vez estaba molesto con Candy por alguna razón.
-Fue a visitar a su prometida. – Respondió Archie con tranquilidad. Anthony asintió simplemente, el pobre rubio se sentía un tanto incómodo porque su cuerpo no terminaba de enfriarse del todo.
-¿Ya llegó? – Preguntó Cassie con entusiasmo, parecía que aquella noticia la ponía feliz. – Creo que ahora seré la única sin pareja. – Dijo cambiando su semblante mientras cruzaba sus brazos en señal de desacuerdo.
-Si quieres te presento a mi tío. – Dijo Archie con travesura mirando a Anthony, quien también sonrió pensando que no sería del todo una mala idea.
-¡Qué cosas dices, Archie! – Dijo Cassie comenzando a reír, le parecía gracioso que quisieran emparejarla con un señor mayor, cuando su madre tenía la intención de comprometerla con el novio de Annie.
-Ya está lista la cena. – Dijo Candy asomándose desde la puerta de la cocina. Anthony giró su rostro y la miró fijamente con una sonrisa tierna. Candy se sonrojó en el acto, aquella mirada le recordaba lo sucedido momentos antes y la hacía estremecer.
-Pues no sé ustedes, pero yo tengo mucha hambre. – Dijo Cassie levantándose de inmediato. Anthony y Archie se pusieron de pie después de ella, permitiendo que las jóvenes se sentaran primero.
-Te ayudo. – Dijo Anthony a Candy cuando vio que su novia preparaba la mesa. Candy asintió con timidez, agradecida por la caballerosidad de su novio.
Pronto los cinco jóvenes estaban entretenidos en una plática, todos discutiendo lo que había sucedido con el barco donde había llegado la prometida de Stear, era imposible no tocar el tema cuando había sido noticia nacional.
-Me alegro que esté bien. – Dijo Candy sincera por la joven que aún no conocía.
-Stear se encargará de hacerla olvidar ese episodio tan amargo de su vida. – Dijo Archie seguro de que su hermano estaba dispuesto a ayudar a su novia.
-Creo que una situación así jamás se olvida. – Dijo Anthony seguro que no era tan fácil olvidar algo tan duro como aquella experiencia.
-Tal vez no del todo. – Dijo Archie pensándolo un poco mejor.
-Lo importante es que ella está sana y salva en América. – Dijo Candy con mayor optimismo, como siempre intentando ver el lado positivo de las cosas. – Patty estará al lado de su prometido y poco a poco continuará con su vida. – Dijo una vez más la pecosa, ella estaba segura que así sería, tal vez sería difícil al principio pero no era imposible, cuántas veces ella y Annie habían atravesado situaciones tan duras en su vida y ahí estaban, buscando la manera de salir adelante, enfrentando todas y cada una de ellas para lograr ser feliz en la vida.
-Tienes razón, pecosa. – Le dijo Anthony a su novia, tomando su mano para besarla delicadamente. Aquel sutil e inocente beso incendió el alma de Candy, provocando una ansiedad en su cuerpo, mientras los vellos de su piel se erizaban de manera atrayente. Ella lo miró sintiendo cómo el aire escapaba de sus pulmones, mientras él le sonreía con sensualidad.
-Creo que nosotros nos retiramos. – Dijo Archie poniéndose de pie, incluyendo a Anthony en su retirada. Anthony miró a su primo y por un segundo dudó en irse, no quería separarse de la rubia todavía, no después de lo que habían experimentado horas antes.
-Bueno, yo me retiro. – Dijo Cassie dispuesta a huir para permitir que se despidieran tranquilamente.
-Te ayudo a recoger la mesa. – Dijo Anthony de inmediato, buscando un pretexto para extender su estancia junto a su novia. Candy asintió agradecida con una sonrisa.
-No te preocupes Anthony, Candy y yo lavaremos la loza en un momento más. – Dijo Annie segura de que ayudaría a la rubia.
-No te preocupes Annie. – Dijo Anthony seguro de ayudar a su novia a limpiar la cocina, después de todo no había terminado de ayudarla a cocinar.
-Déjalo, yo puedo esperarlo un poco. – Dijo Archie seguro de que esperaría a su primo.
Anthony y Candy se retiraron a la cocina, y mientras lavaban los platos se miraban tiernamente, no podían ninguno de los dos negar lo que tenían en sus corazones, su felicidad era genuina y palpable, ambos habían experimentado un nuevo nivel del amor y no podían negar que los tenía cautivados.
-Podría comerme todas las zanahorias del mundo. – Le dijo Anthony a la rubia mientras la joven lavaba los platos. Se había acercado por detrás de ella y la había aprisionado entre su cuerpo y el lavabo. Candy se estremeció al escuchar la voz de su amado muy cerca de sus oídos. Cerró los ojos y se abandonó al sonido de su voz. – Te amo pecosa… - Le decía mientras las manos de Candy disminuían sus movimientos.
-También te amo Anthony… - Le dijo Candy dejándose llevar una vez más por el deseo de sentirlo cerca.
Anthony la abrazó por la espalda y pasó sus manos por debajo de sus brazos, ayudándola a tallar con la esponja el tazón que ella sostenía, mientras su respiración golpeaba sutilmente el oído de la rubia haciéndola estremecer por su calidez.
Candy cerró sus ojos y se dejó llevar por sus movimientos, sintiendo como su cuerpo se amoldaba al de él y sus manos pronto estaban entre las del rubio. Anthony besó su oído suavemente, provocando que Candy se estremeciera por completo, aquella reacción agradó al joven quien con inquietud continuó con sus caricias, pronto tenía entre sus labios el lóbulo de su oreja y sus manos ceñían la cintura de la joven.
Una vez más sus cuerpos estaban envueltos en la pasión recién descubierta. Candy se giró y se abrazó a su cuello para besarlo largamente. El beso duró varios segundos, segundos en los que necesitaban jalar aire sin separar sus labios, las manos de Anthony la tomaron por la cintura y la subieron en el lavabo para evitar que estuviera de puntillas, la rubia separó sus piernas para que él se acomodara entre ellas sin obstáculos de por medio.
-Creo que será mejor que me vaya. – Dijo Anthony recuperando la cordura. Candy lo miró apenada, asintiendo al darse cuenta que no estaban solos en el departamento y que en cualquier momento podrían descubrirlos.
-Yo termino. – Le dijo Candy mientras Anthony la ayudaba a bajarse del mueble.
-Deja te ayudo. – Dijo Anthony arrepintiéndose de dejarle todo el trabajo cuando ya se había ofrecido a ayudarle.
Mientras Anthony y Candy lavaban los platos, Annie y Archie estaban sentados en el sofá donde horas antes los rubios habían caído en una especie de embrujo. Ambos estaban tímidos, en silencio y Annie se frotaba las manos impaciente porque no sabía si su novio estaba molesto o no.
-¿Trabajarás mañana? – Preguntó Annie al gatito, quien le sonrió con ternura, descubriendo lo que quería hacer.
-No… creo que hasta la próxima semana se reanudan labores. – Dijo seguro de que así era. Annie sonrió una vez más.
-Archie… - Dijo la joven de pronto, sin embargo Archie la calló con su índice, acercándose a ella para darle un beso en los labios.
-Mañana te iré a buscar de nuevo. – Le dijo una vez que dejó de besarla. Annie abrió los ojos sorprendida por la caricia de su novio, eran tan contados los besos que le daba que ella temía pedirlos porque no era propio de una dama hacerlo. Ella sonrió y asintió a su comentario, feliz porque disfrutaba tanto estar a su lado.
Annie se acercó a él con timidez y cerrando los ojos ofreció una vez más su boca. Archie se sorprendió con su audacia y sonrió complacido por su petición, complaciendo su deseo y comenzando a besarla de manera lenta y melosa, para poco a poco ir subiendo la intensidad del beso. Annie gimió para jalar un poco de aire y Archie volvió a atrapar sus labios una vez que ella tomaba el oxígeno necesario para continuar, definitivamente su boca disfrutaba de los besos de la joven y quería saciarse de ella una vez más.
-Te amo Archie… - Le dijo Annie con la voz bajita para no ser escuchada por los rubios que continuaban lavando los platos, hasta ahí se escuchaba el ruido de la loza golpear entre sí.
-También yo damita… - Respondió Archie por inercia, sintiéndose un poco incómodo por no expresarlo tan seguido.
Archie volvió a besarla en los labios y Annie miró hacia la puerta de la cocina, le había parecido que ya no se escuchaba nada y eso le indicaba que ya habían terminado.
-Me tengo que ir. – Dijo Archie con una sonrisa, seguro que su primo ya estaba listo para irse.
-Hasta mañana. – Dijo Annie con una sonrisa llena de felicidad.
Anthony apareció con una Candy sonrojada, sus cabellos estaban un poco desacomodados, pero era cierto que desde que habían llegado ella los traía libres y los había acomodado en una cola alta cuando servía la cena.
-¿Listo? – Preguntó Archie a su primo, quien asintió a su pregunta.
-Te veré mañana princesa. – Le dijo Anthony a la pecosa, quien asintió feliz por sus palabras.
Los primos Ardlay se despidieron de sus respectivas novias, para después abandonar el departamento. Ambos iban en completo silencio, cada uno recordando los momentos compartidos con sus novias, guardándose en su interior lo que cada una de ellas le hacía sentir.
-Veo que estás más tranquilo con Annie. – Dijo Anthony seguro de que lo había visto más cariñoso con la joven.
-Ella es una buena chica. – Dijo Archie seguro de ello. – Y además me ama… - Dijo nuevamente.
-Lo que me preocupa es lo del compromiso. – Dijo Anthony seguro que eso sería un problema para él y cualquiera que fuera la chica con la que querían comprometerlo.
-He estado pensando en ello. – Dijo Archie suspirando profundamente. Anthony lo miró esperando que continuara. – Creo que lo mejor será hablar con los padres de Annie y entablar el compromiso. – Dijo de nuevo el menor.
-¿Estás seguro? – Preguntó Anthony.
-Creo que es lo mejor, además al parecer ellas tampoco saben de ese compromiso. – Dijo Archie seguro que la intención de sus padres y de los padres de Annie solo había quedado en una conversación.
-Tal vez solo nos estamos haciendo nudo y tu prometida será Annie. – Dijo Anthony con una sonrisa amplia, indicando que se sentía feliz por su primo, sobre todo porque así se aseguraba que ya no tenía interés alguno en su novia.
-¿Y tú Anthony? – Preguntó Archie interesado en la relación de su primo.
-Candy es mi prometida, le di el anillo de compromiso, solo es cuestión de anunciarlo a la tía abuela. – Respondió el rubio seguro que su tío lo apoyaría.
-Será difícil enfrentar a la tía abuela. – Dijo Archie seguro que la vieja Elroy no estaría muy de acuerdo con ello.
-Lo sé, pero ella deberá comprender que Candy es la mujer de mi vida y la mujer que me hace feliz. – Dijo Anthony enamorado, seguro que lo que sentía por Candy no era algo pasajero, al contrario, se había dado cuenta que cada día la necesitaba más que nunca, su corazón palpitaba de emoción al verla y ahora su cuerpo reaccionaba impaciente cuanto la tenía cerca.
Archie palmeó la espalda de su primo, sabía que era verdad lo que decía, Elroy no estaría feliz, pero tarde que temprano debía aceptar lo que había decidido, así como los padres de Annie debían aceptar que él se hubiera decidido por Annie en caso de que no fuese ella la que querían para su prometida, después de todo también era su hija.
Continuará…
Hasta aquí dejamos este capítulo, espero haya sido de su agrado, como ven la relación entre los dos rubios avanza poco a poco a otro nivel y esto los está llevando a reconocimientos aún no explorados, mientras que Archie quiere hablar con los padres de Annie para decirles que con ella si se casaría... será?
Hermosas quiero pedir una disculpa porque el próximo jueves no habrá actualización, estamos de cumpleaños y tengo que atender a los invitados, así que no podré hacerlo, pero les prometo que el sábado con el favor de Dios sin falta tendrán el siguiente capítulo.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas! cómo están? Espero que todas y cada una de ustedes se encuentren muy bien. Muchas gracias por sus comentarios, me alegra que les guste mucho la historia y sobre todo que les guste como escribo, en verdad les aseguro que todo eso es un aliciente para mí para continuar escribiendo, espero seguir teniendo los tiempos y la inspiración necesaria para continuar.
Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
María José M:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que tu viaje vaya de maravilla, gracias por hacer un esfuerzo y comunicarte por este medio también, aunque no hacía falta te agradezco lo hicieras jijijiji. Te mando un fuerte abrazo y espero regreses pronto.
Saludos!
Rose1404:
Hola amiga! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien y como siempre muy bien acompañada, ahora sí que doble. Creo que si repites cumpleaños para ti será muy bueno, pero no para los bebés cuando sean grandes jiijiji.
Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior, espero este también haya sido de tú agrado.
Candy y Anthony estuvieron separados, por ello no ha habido mucha interacción, pero espero que este haya dejado tu satisfacción completa jajaja.
Amiga, te mando como siempre un fuerte abrazo.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hola Mía! Permíteme felicitarte! Estás en plena luna de miel! mil bendiciones para ti y tu esposo, me alegra mucho la verdad el saberte tan feliz, en verdad alguien con tu transparencia y bondad se merece toda la felicidad del mundo.
Agradezco tu deseo de querer mi presencia en tu boda, desafortunadamente eso no fue posible, pero de corazón te deseo lo mejor en esta nueva etapa de tú vida. Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos, también te quiero y aprecio mucho hermosa.
Felicidades!
Mayely León:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Neal por el momento se encuentra en Chicago, a cargo de Albert, quien sabe cómo le estará yendo al pobre del patriarca jajajaja, capaz que le dice que es muy bruto y lo corre jajajaja. Perdón! Terry sigue apareciendo en la historia, siento mucho hermosa que eso suceda porque sé que no lo toleras.
Te mando un fuerte abrazo hermosa.
Saludos!
ViriG:
Hola hermosa! Espero que ya estés recuperadita del fin de semana, yo aquí ando con varios pendientes, pero no hay de otra hay que seguir.
Elisa es una niña caprichosa que necesita un juguete para desaburrirse, creo que le daré a un vaquero para que se desestrese jajaja.
Definitivamente aunque Neal tiene sus admiradoras creo que no es uno de los más queridos en el fandom jijijiji.
Cassie también tiene la presión de su madre que quiere comprometerla, sin embargo la pobre sigue por la calle de la amargura pensando en Terrible morales, quien a pesar de estar un poco menos intenso sigue pensando en la pecosa.
Que lástima que no te haya llegado el disfraz! pero sabemos que si va a llegar y yo espero mis fotos jajaja.
Hermosa, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por leer y sobre todo por comentar, espero te haya gustado el capítulo.
Saludos!
Julie-Andley-00:
Hola, sé que llegarás hasta aquí, te mando un fuerte abrazo y mil gracias por leer.
Silandrew:
Hola amiga, continúo en mis oraciones por tu esposo y tu familia. Te mando un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.
Luna Andry:
Hola amiga espero que estés muy bien, te mando un fuerte abrazo. Saludos.
Usagi de Andrómeda:
Hola amiga espero pronto puedas estar al corriente. Te mando un fuerte abrazo.
gidae2016:
Hola hermosa, te mando un fuerte abrazo, espero que estés muy bien.
Muchas gracias a todas y cada una de las personas que leen de manera anónima, me gustaría agradecerles de manera más personal, pero me conformo con saber que me permiten entrar un poquito en su espacio tan íntimo para leer mis locuras. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes. Dios las bendiga.
GeoMtzR
12/11/2024.
