Hola hermosas, aquí les dejo un nuevo capítulo. Espero sea de su agrado y recuerden que NO es para menores de edad.
GRACIAS POR COMPRENDER
DESTINO
28
El regreso al departamento se realizó casi en silencio, Candy iba junto a Anthony con el corazón acelerado, se sentía culpable por lo sucedido con Annie y Archie, sobre todo porque ella le había pedido a Archie que si no la amaba la dejara ir antes de que fuese demasiado tarde.
-Tranquila amor… - Le decía Anthony tomando su mano antes de bajarse.
-Annie debe de estar sufriendo mucho… - Decía Candy con dolor en su pecho.
-Lo entiendo, pero no me gusta verte sufrir. – Decía Anthony besando su mano con delicadeza.
-No puedo evitarlo me siento responsable por su separación… - Decía Candy con demasiada preocupación.
-Tú no tienes la culpa de la inmadurez de Archie. – Dijo Anthony realmente convencido de que su primo era el único responsable de lo sucedido. Candy lo miró fijamente conmovida, él no sabía acerca de la visita que había recibido de Archie en el hospital.
-No… pero yo le pedí que si no la amaba lo suficiente que la dejara ir. – Dijo Candy arrepentida de sus palabras, sabía que con aquella decisión tomada por Archie, Annie era la que más estaba sufriendo.
-Princesa, cuando tú pediste a Archie recapacitar sobre su amor por Annie, fue hace meses. – Dijo Anthony seguro que había sucedido tiempo atrás. Candy lo miró con la respiración agitada. Anthony le sonrió y besó sus labios intentando darle ánimos y ella correspondió ahora con una sonrisa.
Llegaron hasta el departamento y Candy abrió la puerta de entrada, Anthony iba junto a ella y sonriendo le dio el ánimo suficiente para que fuera a buscar a su amiga.
-Vuelvo en un momento. – Le dijo mientras él la esperaba de pie. Anthony sonrió queriendo animarla. – Annie… - La llamó con un toque suave a la puerta. – Annie, ábreme por favor… - Le dijo segura que la pelinegra estaba ahí.
-Ahora no Candy… por favor… - Le respondió Annie desde el interior de su habitación, la rubia sintió que su corazón se encogía al escuchar que la joven estaba sufriendo, ella la conocía mejor que nadie y sabía que así era.
-Annie por favor… quiero estar contigo… - Le decía Candy con todo el cariño que podía tener por su hermana del alma, estaba dispuesta a llorar con ella una vez más, tantas veces la había consolado, tantas veces la había ayudado a salir adelante y esta vez no sería la excepción.
-No insistas Candy… por favor… hoy no… necesito estar sola… - Dijo Annie intentando no llorar más, se había pasado toda la mañana llorando y sus ojos inflamados ya no podían resistir más, tampoco su nariz, la cual estaba tan inflamada que le impedía respirar con normalidad y eso afectaba su voz, eso sin contar el dolor de cabeza que le hacía pensar pronto le estallaría.
-Deja que se tranquilice un poco. – Dijo Anthony tomándola por los hombros, había llegado hasta ella al escuchar la respuesta de Annie, él también estaba seguro que la joven necesitaba estar sola por el momento.
-No sé si ya comió. – Decía Candy nuevamente, siempre comían las tres juntas, pero en esos momentos ni ella tenía apetito. Anthony sonrió, sabía que sería imposible convencerla de lo contrario. Él asintió con una sonrisa tierna, le era imposible decir que no ya que lo único que quería era verla feliz. – Annie… debes alimentarte… - Le dijo Candy nuevamente, rogando porque Annie aceptara abrir la puerta por ese motivo.
-Cassie ya insistió… pero no tengo hambre… por favor… - Respondió Annie con menor ánimo, su voz se sentía cada vez más apagada y Candy lo único que quería era entrar para estar con ella. Intentó girar la chapa de la puerta pero como lo había pensado estaba cerrado bajo llave.
Anthony la abrazó y la llevó hasta la sala de estar, sabía que Candy no desistiría de estar con Annie, pero también sabía que por el momento era necesario dejarla sola, ella estaba sufriendo también y tal vez no era conveniente interrumpir su privacidad.
-¿Tienes hambre? – Preguntó el rubio preocupado por su novia, ella negó con una sonrisa, tampoco estaba con ánimo de comer algo.
-No… pero si quieres te preparo algo… - Le dijo Candy dispuesta a darle de comer a su novio.
-No te preocupes. – Le dijo Anthony atrayéndola a su cuerpo, quería reconfortarla, quería que ella estuviera bien y que no sufriera. Candy se apretó a su cuerpo y permitió que la rodeara con sus brazos. – Annie es fuerte… - Decía una vez más seguro que así era.
-No lo sé Anthony… ella siempre ha sido una llorona… - Dijo Candy con los ojos inundados de lágrimas. Anthony le sonrió con ternura y limpió sus ojos con los pulgares.
-Creo que yo también tengo a mi pequeña bebé llorón. – Le dijo con ternura, besando sus mejillas mientras limpiaba sus lágrimas saladas. Candy sonrió con travesura y le dio un leve empujón como queja por su comentario.
-Anthony… - Le dijo a modo de queja, sin embargo aquella queja era débil, ni para eso tenía ánimo en ese preciso momento.
-Te ves más hermosa cuando ríes. – Le dijo mirándola profundamente a los ojos. Candy lo miró enamorada, sus ojos brillaron con fuerza al ver el rostro de su atractivo novio… lo amaba, definitivamente amaba a ese hombre que la conocía tan bien, era como si toda su vida hubiese convivido con él, era como si el tiempo que habían estado juntos hubiese bastado para saber todo de ella, él era como un libro abierto y ella lo era para él.
-Cassie debe de estar en su habitación. – Dijo Candy a punto de ponerse de pie para ir en busca de la joven rubia y le explicara bien lo sucedido, pero en ese momento la puerta principal se abrió mostrando el rostro de Cassie, quien un tanto sorprendida por encontrar a Candy y a Anthony en la sala del departamento, sonrió nerviosa.
-¡Candy! ¡Anthony! – Dijo la rubia con evidente sorpresa y nerviosismo. - ¿Hace cuánto están aquí? – Preguntó mirando a la joven pareja.
-Vamos llegando. – Respondió Candy mientras miraba a la joven Britter confundida. - ¿Dónde estabas? – Preguntó la pecosa porque creía que estaba en su habitación.
-Tuve que ir con mis padres... – Confesó Cassie con una sonrisa tímida y un notorio nerviosismo. – Llegué con Annie, pero ella estaba muy triste y quería estar sola. – Dijo explicando el motivo por el cual se había ido y la había dejado sola. – Yo me sentía muy mal porque fue mi culpa que ellos terminaran, tenía que ver a mis padres y… no puedo con eso… - Decía la joven para asombro de Anthony, quien descubrió que tanto su novia como la joven Britter se culpaban por el rompimiento de su primo y su ex novia.
-Ninguna de ustedes tiene la culpa de lo que sucedió. – Dijo Anthony seguro que ninguna de ellas era culpable. – Archie tomó sus propias decisiones, él podía descartar el hecho de que Annie al igual que Candy fuese adoptada, no es ningún delito. – Decía el rubio seguro que su primo había exagerado en su decisión, sin embargo también sabía que no estaba del todo a gusto con esa relación, ya que había demostrado casi desde un inicio que tenía dudas de sus sentimientos y para él aquel engaño como él lo consideraba era el argumento perfecto para terminar por fin con esa relación. – Él estaba inseguro de sus sentimientos, fue su error no el de ustedes. – Decía Anthony sin querer que alguna de las jóvenes se sintieran culpables por aquella separación.
-Pero Archie se queja porque cree que Annie lo engañó… y no fue así… además lo que él hizo no tiene perdón… - Dijo Cassie a punto de revelar que se habían enterado que Archie había tenido la intención de cortejar a Candy. Anthony y Candy la miraron confundidos por su repentino silencio, ambos esperando que se explicara mejor a lo que se refería con que Archie no tenía perdón.
-¿Qué fue lo que hizo? – Preguntó Anthony indignado por averiguar que era aquello que había hecho su primo y no tendría perdón. Cassie lo miró con temor, después miró a Candy, quien le preguntaba con la mirada lo mismo y por último pensó en Annie y en lo que ella deseaba, ya que no quería que Candy se enterara que estaba enterada de todo.
-Archie fue muy rudo con ella… - Dijo Cassie sin saber qué decir. – Le habló muy fuerte y eso es algo que ella jamás le perdonará… - Dijo una vez más la rubia de ojos azules. Anthony la miró por unos segundos y ella desvió su mirada.
Anthony sabía gracias a Stear lo que había sucedido en la casa de modas y a pesar de que coincidían en casi lo mismo había algo que lo inquietaba pero que no podía descifrar.
-Me voy a recostar, Candy… - Dijo Cassie con un suspiro profundo, ella también necesitaba poner en orden sus ideas, había algo en lo que debía pensar también.
-¿Tus padres ya saben? – Preguntó Candy antes de que se retirara la joven. Cassie asintió.
-Mi padre está muy ofendido. – Dijo Cassie con pena, sabía que su padre era un buen cliente de los Ardlay y después de ello tal vez decidiría terminar sus negocios con aquel importantísimo clan.
-Entiendo… - Dijo Anthony seguro de qué podría suceder con todo esto.
Cassie se retiró apenada por lo que todo esto había desatado, si ella hubiese aceptado desde un principio comprometerse con Archie, tal vez hubiera impedido que Annie estuviera sufriendo como lo estaba haciendo, tal vez ella no se hubiera enamorado de Terry y no hubiese cometido tantos errores por ese amor, tal vez su padre no estuviera dispuesto a enfrentar a los Ardlay y retirar sus negocios de aquella empresa, negocios que tal vez provocarían la pérdida de mucho dinero implicado en la sociedad que manejaban.
-Lo siento tanto Annie… - Decía Cassie cerrando la puerta de su habitación con cuidado, evitando hacer mucho ruido, se sentía tan triste, tan decaída que al igual que Annie lo único que quería era esconderse debajo de las sábanas.
-Cassie también se ve extraña. – Dijo Candy segura que había sucedido algo más y que no había querido decirle. Anthony pensaba lo mismo de la joven, había algo que les ocultaba pero no sabía qué era, tal vez Stear sabía algo al respecto y él le podría decir.
-No te preocupes, también se siente culpable al igual que tú, pero solo ellos tomaron sus decisiones. – Dijo Anthony suspirando, abrazando a su novia mientras acariciaba su espalda suavemente.
-Tengo miedo Anthony… - Dijo Candy abrazando con fuerza a su novio.
-¿Miedo? ¿Por qué? – Preguntó Anthony mirándola a los ojos. Candy se perdió en aquella mirada que la hacía estremecer.
-Porque todo está mal… - Dijo la joven sin poder evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas una vez más. Anthony besó la punta de su nariz con ternura. – Annie terminó con Archie, Cassie está triste porque está enamorada de Terry y al parecer él no de ella… Lo nuestro no es bien visto por tú familia…
-Hey, hey, hey… - Le decía Anthony intentando que su novia se controlara, sentía que poco a poco subía su ansiedad y él no quería verla así. – Tranquila princesa, tranquila… - Le decía acariciando su espalda con ternura, imprimiendo con ese toque una especie de tranquilizante, una especie de analgésico que ella necesitaba en esos momentos. – Todo estará bien… Annie estará bien, nosotros estaremos bien y por lo que le toca a Cassie, tal vez sería mejor que Terry no le correspondiera… - Dijo con sinceridad, él que mejor conocía a Terry podía saber lo problemático que sería relacionarse con él.
-Ella lo ama sinceramente… - Dijo Candy segura de los sentimientos de su amiga. Anthony suspiró profundamente, sintiendo pena por la joven Britter, él sabía que el interés de Terry no estaba precisamente en ella, sino en la hermosa joven que tenía entre sus brazos. Aquel pensamiento provocó que Anthony abrazara a Candy con mayor fuerza y posesión, temiendo por un segundo que el joven actor los separara.
-Tal vez… - Dijo Anthony pensativo. – Pero hay veces que es mejor que los amores no se concreten. – Dijo una vez más, mientras Candy buscaba su rostro con impaciencia.
-¿Y si el nuestro es uno de esos amores? – Preguntó la rubia con temor. Anthony acarició su mejilla con ternura y le sonrió con nostalgia.
-Nosotros nos amamos… - Le dijo con la voz tenue, acercándose a ella para besarla con lentitud, sus labios se movían sobre los de ella con delicadeza, provocando en la joven enfermera un estremecimiento que se esparcía por toda su piel. Definitivamente ellos se amaban, ella lo amaba más de lo que pudiera expresar con sus palabras, más de lo que pudiera pensar, su cuerpo reaccionaba de manera inmediata a su cercanía y sus besos, sus besos eran capaces de transmitir sensaciones inigualables en su cuerpo despertando sus sentidos. – Y no permitiré que nada nos separe pecosa… ahora menos que nunca… - Agregó besándola esta vez con mayor pasión, demostrándole que su amor era más fuerte de lo que los demás podrían pensar, queriendo imprimir en ese beso todos los sentimientos que llevaba en su interior por ella.
Candy se dejó llevar por su beso, correspondiendo a cada caricia que él le daba, respondiendo de inmediato a sus manos que viajaban por su espalda baja y se aferraban a ella con dominio.
-Aquí no… - Le dijo Candy con la mirada encendida, mirada que se posaba en los azules de él que se encontraban en la misma posición, sus pupilas estaban dilatadas, su respiración era pesada y el color de su piel estaba enrojecido de pasión, de necesidad de rectificar aquella marca hecha recientemente en su cuerpo, necesitaban estar nuevamente juntos, necesitaban reforzar aquel vínculo de amor que habían hecho con sus cuerpos y que en esos momentos se sentía vital para los dos.
Anthony asintió intentando detenerse, quería controlar lo que sentía en su interior mientras su miembro erecto palpitaba negándose a ceder a ese impulso de pasión con el que había sido arrancado. Candy le sonrió con timidez y lo atrajo hacia su habitación, aquella acción sorprendió a Anthony, quien en silencio y con la mirada perdida en los ojos de su novia se dejó llevar por ella hasta aquel santuario donde se habían entregado por primera vez al amor carnal.
Candy cerró la puerta de su habitación con total cuidado, evitando que se escuchara el menor ruido posible, puso el seguro y se acercó a su novio con nerviosismo, quien la abrazaba con ternura agradeciendo la confianza brindada una vez más.
-Gracias amor… - Le decía con un volumen que apenas ella podía escuchar, permitiéndole a la rubia sentir cómo sus palabras se convertían en poesía al llegar a sus oídos. – Te amo pecosa… siempre te voy a amar y jamás, jamás permitiré que alguien se entrometa entre nosotros… ni siquiera mi familia… - Le dijo besando el lóbulo de su oreja, provocando que Candy se estremeciera con fuerza, deseosa de que siguiera besando aquella parte tan sensible de su cuerpo.
Anthony continuó con sus besos, mientras caminaba con ella y la recargaba sobre la pared, levantándola con facilidad por los aires, colocándola entre sus caderas y el muro de concreto que los protegía del resto del mundo. Candy lo abrazó con las piernas y permitió sentir su erección sobre su intimidad, conteniendo un gemido de placer en cuando sintió su contacto. Anthony se estremeció y por un segundo sus piernas fallaron, pero se esforzó por mantenerla ahí en aquella posición tan gratificante y maravillosa.
-Te amo… - Le dijo Candy sosteniéndose de su cuello, aferrándose a él con fuerza mientras sus piernas lo acercaban aún más a su centro. Anthony la miró fijamente a los ojos, respondiendo con la mirada a sus palabras, reconociendo que ella lo amaba y no solo eso, sino que ella confiaba plenamente en él y en su amor, así que estaba dispuesto a no fallarle, a no defraudarle y a no cometer los mismos errores que había cometido su primo.
-Y yo a ti princesa… - Le dijo besando su cuello con impaciencia, fundiendo su lengua en aquella torre blanca que sostenía su rostro, provocando que la rubia se removiera y comenzara un repentino movimiento entre sus intimidades, aquellos movimientos tan sensuales que iniciaba la rubia provocaron que Anthony simulara la penetración sobre sus ropas. Candy ahogaba sus gemidos y Anthony hacía lo mismo, temiendo ambos que fuesen escuchados.
Aquella muestra de pasión que los había asaltado se fue incrementando con el pasar de los segundos, las caricias se hicieron más atrevidas y la necesidad de fundirse en su interior iba en aumento. Candy parecía que iba a estallar, su rostro estaba tan enrojecido que era como si el calor que sentía en esos momentos la quisiera consumir.
-Te necesito… - Le dijo Anthony a manera de súplica, él ya no podía más, quería entrar en ella, su cuerpo le pedía hacerle el amor, quería volver a sentir el calor de su interior, quería fundirse en su cuerpo y hacerla gozar una vez más.
-Y yo a ti Anthony… - Le dijo Candy en un murmullo, permitiendo que caminara con ella en la misma posición hasta la cama. – Hazme el amor… - Le dijo de una forma tan sensual que el corazón de Anthony se detuvo en esos momentos. Él asintió con una sonrisa sensual y se sentó sobre la cama con ella aún encima de él. Ella sentía la necesidad de olvidar por unos momentos la situación que vivía Annie, quería abrumarse de sus besos y sus caricias y que estas le ayudaran a sentir menos preocupación y sentir que su amor la salvaría de la culpa que seguía latente en su corazón.
Candy comenzó a quitar las ropas de su amado, mientras él hacía lo mismo con su uniforme, dejándola en poco tiempo en su ropa interior, un simple refajo de encaje tan sensual era lo que vestía, se veía tan hermosa que se negó a retirarlo, simplemente se deshizo de su calzón y la dejó semi vestida encima de él. Candy le sonrió sensual y permitió que una vez que él estaba desnudo entrara en ella lentamente. El cuerpo de la rubia se arqueó de deseo al sentirse invadida por aquella gran extremidad que horas atrás la había convertido en mujer.
Un gemido audaz escapó de los labios de Candy, Anthony se apresuró a callarla con su boca, introduciendo su lengua en su interior al mismo ritmo que comenzaba su penetración. Candy estaba fascinada con aquellos movimientos, el dolor que había sentido al ser atravesada la primera vez había quedado en el olvido, en esos momentos solo quería sentir la sensación que emitía su invasión dentro de ella, el vaivén de entrada y salida estaba consumiéndola de pasión, quería que continuara con sus labios sobre sus senos y así los ofreció, prometiendo que su boca callaría mientras él le daba gusto con su petición.
La mirada de Anthony se oscureció de pronto al adivinar los deseos de su novia, se deshizo por fin del refajo que llevaba y la dejó por completo desnuda sobre él. Su boca se quedó sin aliento al admirar una vez más la perfección de su cuerpo. Candy se sintió por primera vez la mujer más hermosa del mundo al ver su reacción, sonriendo con cierta timidez ante la mirada hambrienta que el rubio le dirigía.
-Eres hermosa mi amor… - Le dijo antes de perderse en una de sus areolas, aquella caricia sorprendió a Candy provocando que su cuerpo se contorsionara de manera violenta, comenzando a sentir una descarga inmediata en su parte íntima que la obligó a moverse rápidamente hasta que el clímax la inundó de golpe. Anthony sonrió satisfecho con la reacción de su prometida. – Te amo… - Le dijo besando nuevamente sus senos. Candy no podía contenerse a sus caricias y pronto sintió que volvía a estallar, sintiendo que no podía controlarse a los estímulos que Anthony le provocaba con su cuerpo.
Anthony estaba maravillado con los movimientos que ella practicaba encima de él, era como una hermosa amazona cabalgando a su poderoso corcel, ayudándola en el proceso para que entrara con mayor facilidad, sosteniéndola de la cintura para ayudarla a subir y bajar devorando su espada sin filo. Los ojos de Anthony se dilataban aguantando su propia liberación, era maravilloso para él admirar cada gesto que provocaba en el rostro de su amante, era un panorama que jamás pensó podría admirar y al mismo tiempo utilizar como afrodisíaco para su propia satisfacción.
Candy comenzó a moverse más deprisa, necesitaba sentir una y otra vez aquella sensación que la estaba provocando, necesitaba dejarse llevar por pasión que la embriagaba en esos momentos, mientras Anthony la admiraba enamorado. Bastaron unos cuantos movimientos más para que la pecosa volviera a alcanzar la cima del placer, contorsionándose frente a él de manera sensual. Anthony la admiró enamorado, perdiéndose en el placer que reflejaba su rostro, perdiéndose en aquella imagen maravillosa que representaba la sensualidad de su mujer.
Candy se acercó a él una vez que descendió de la cima y lo miró con los ojos encendidos ofreciendo sus labios para que Anthony los tomara. Anthony la besó apasionadamente y se levantó con ella aún conectada a su cuerpo, la colocó boca arriba, él encima de ella y comenzó una vez más sus movimientos cada vez más acelerados, buscando ahora su propia liberación, buscando saciar aquella pasión que había contenido para que ella disfrutara, sus ojos se llenaban del hermoso rostro de su amada, sus rizos estaban regados por la cama, sus ojos verdes brillaban como nunca, una sensual sonrisa le sonreía y sus delicados senos se movían al compás de sus invasiones, todo aquel cuadro provocó el clímax del rubio, quien apretando sus ojos con fuerza se dejó llevar por lo que sentía, llenando a su amada Candy con todo lo que tenía contenido en su interior.
Candy gimió con satisfacción al sentir el calor de su amado príncipe llenarla por completo, era imposible no sentir aquel fuego avasallante que la aplastaba en su interior y que la llenaba de gozo sintiéndose plena y complacida. Sus respiraciones poco a poco se fueron normalizando, sus movimientos habían cesado y él seguía unido a ella, seguían siendo uno, sus miradas se cruzaron y el agradecimiento apareció en la mirada de Anthony, quien agradecía aquella prueba de confianza que tenía en él una vez más.
-Te amo… - le dijo aún sobre ella. Candy lo abrazó con fuerza y sintió el vacío de su cuerpo una vez que él la abandonó.
-Y yo te amo a ti Anthony… - Le dijo Candy con sinceridad, le había demostrado de todas las formas posibles que lo amaba más de lo que pudiera desear, porque estaba segura que amar de esa manera tan intensa y tan fuerte, era el presagio seguro para el sufrimiento.
Anthony besó su hombro una y otra vez, la acercó a su cuerpo y se llenó de su calor y de su maravilloso aroma a rosas. Su respiración se sentía tranquila y ella lo amó aún más, su corazón se ensanchaba de gozo simplemente con tenerlo a su lado.
-No permitiré que nadie nos separe mi amor… - Le dijo besando sus labios con delicadeza. – Pronto hablaré con mi tío y le diré que nos vamos a casar. – Dijo Anthony decidido a casarse con la rubia.
-¿Casarnos? – Preguntó Candy sorprendida por sus palabras. Anthony asintió mirándola fijamente a los ojos.
-Eres mi mujer Candy… - Le dijo dando un corto beso en su boca. Candy se sonrojó con aquella afirmación, era verdad, ella ya no era solo su novia, ni su prometida, ahora también era su mujer y él era su hombre. – Y quiero que seas mi esposa. – Le dijo con la mirada encendida de felicidad, aquellas palabras provocaban en ambos una felicidad indescriptible.
-Yo quiero ser tu esposa, Anthony… - Le dijo Candy con timidez, le daba pena haberse entregado a él antes de ser su esposa, sin embargo los acontecimientos se habían dado de esa manera entre ellos y ahora no era momento de arrepentirse, por el contrario era momento de afrontar las consecuencias de sus actos como él lo estaba haciendo al proponerle casarse de inmediato.
Anthony sonrió feliz por la respuesta de la rubia, quien le sonreía igual de ilusionada tan solo de pensar que pronto se casaría con el amor de su vida, sin embargo sus ojos se apagaron momentáneamente.
-¿Qué sucede princesa? – Preguntó levantando su rostro por el mentón para verla a los ojos.
-Annie… - Dijo una vez más, recordando que su hermana estaba sufriendo mucho.
-Ella estará bien amor… - Le dijo Anthony convencido de que Annie olvidaría algún día a su primo. – Te aseguro que pronto encontrará a un caballero que sepa reconocer sus virtudes. – Dijo una vez más, deseando que así fuera. Candy suspiró profundamente.
-No lo sé Anthony… - Dijo dudando de que algo así fuera posible. – Annie está tan enamorada de Archie como yo lo estoy de ti. – Dijo Candy mirándolo a los ojos con dulzura. – Y yo estoy segura que yo jamás te olvidaría… - Dijo una vez más con los ojos llenos de lágrimas. Anthony sonrió con ternura y besó sus ojos impidiendo que se derramaran.
-Jamás tendrás que olvidarme. – Dijo Anthony seguro de ello. – Pero si alguna vez sucediera algo, ten por seguro que yo tampoco podría olvidarte jamás pecosa… - Le dijo atrayéndola a su cuerpo con posesión, como si quisiera mantenerla aferrada siempre a su cuerpo. Candy lo abrazó con la misma necesidad, deseando que el tiempo corriera rápido y les permitiera estar juntos para siempre.
Anthony salió del departamento ya entrada la noche, su salida fue en total silencio, ni Cassie, ni Annie se dieron cuenta que había pasado la tarde junto a Candy, ya que ambas jóvenes estaban demasiado tristes que habían caído rendidas, cada una estaba sumida en su propio dolor, mientras la pecosa entre la sonrisa que Anthony había dejado en su rostro y la preocupación que tenía por Annie no podía dormir sintiéndose culpable hasta por sentirse feliz.
Anthony salió del edificio en silencio, se sentía tan feliz por compartir con Candy momentos tan íntimos, sabía que debía hablar con su tío de inmediato y decirle que debía casarse con Candy cuanto antes y no era una petición, era un aviso, su condición de caballero le gritaba que debía reparar el daño que había hecho a la reputación de su novia, sobre todo ante los ojos de la sociedad tan crítica en la que vivían.
Llegó hasta la mansión que estaba en total oscuridad, no había ninguna señal de algunos de los habitantes y él lo agradecía, no era como que tenía la intención de charlar con ninguno de ellos, sobre todo con la tía abuela, con la que menos ganas tenía de interactuar.
-Buenas noches. – Fue la voz de la tía abuela la que lo interrumpió de sus felices pensamientos. Un suspiro cansado salió de los labios del rubio.
-Buenas noches. – Respondió sin la intención de quedarse a charlar, así que abrió la puerta de su habitación con la intención de entrar en ella.
-¿Dónde estabas? – Preguntó Elroy con dureza, podría intuir dónde había estado.
-Estuve con mi prometida. – Le dijo mirándola fijamente, el rostro de Elroy se endureció una vez más.
-La única prometida que deberás tener debe ser Elisa. – Dijo la matriarca con la mirada fija en él. Anthony negó cansado de aquella cantaleta.
-Tía abuela, ya hablé con el tío Albert, y él está de acuerdo en que yo debo tomar mis propias decisiones. – Dijo Anthony con firmeza, intentando controlar el enojo que sentía en su interior.
-Albert no sabe qué es lo que realmente te conviene, él al igual que tú es un soñador, un idealista que cree que el mundo se mueve con amor y gentileza, cuando lo único que nos mueve es el poder y el dinero. – Dijo Elroy segura de que tenía razón.
-Qué triste que usted, siendo una dama tenga esas ideas tan frías y vacías. – Dijo Anthony ante la sorpresa de la tía abuela. – Buenas noches… - Dijo Anthony con una reverencia leve ante ella. La mujer se quedó molesta con las palabras de Anthony, sin embargo no continuó con aquella discusión, sabía que sería imposible convencerlo.
- Te di la oportunidad de que rectificaras Anthony… - Dijo sin dejar de mirar la puerta de la habitación de su nieto, para después dirigirse hasta el despacho.
La mañana llegó como siempre y Anthony después de haber recorrido los alrededores, se dio un baño y salió antes de que la tía abuela lo alcanzara y volviera a recordarle cuales eran sus intenciones, no quería discutir, quería ver a su novia, quería estar con ella un momento antes de irse a trabajar.
Espero a la rubia en la entrada del edificio, como siempre la joven enfermera salía justo a tiempo para buscar una diligencia. Anthony la observaba con una sonrisa al ver que mientras ponía su pie en el último escalón del edificio observaba con prisa el reloj de pulsera que le había obsequiado.
-Buenos días, pecosa. – Le dijo observando su delicada figura. Candy se sorprendió porque no se imaginaba que él pasaría por ella tan temprano.
-¡Anthony! – Dijo sorprendida por verlo ahí. - ¡Buenos días! – Le respondió con una sonrisa llena de felicidad.
-¿La puedo llevar señorita? – Le preguntó con una elegante reverencia, poniendo a su disposición su auto para que pudiera llegar a tiempo al hospital.
Candy se acercó hasta él con una sonrisa en su rostro, él la recibió con un beso delicado en sus labios para después abrir la portezuela de su vehículo y ayudarla a subir.
-Será un placer caballero. – Respondió Candy siguiendo el juego de su novio, quien le sonreía divertido por su infantil juego.
El automóvil de Anthony comenzó su camino hasta el hospital, sin embargo ninguno de los dos rubios se dieron cuenta que detrás de ellos un automóvil emprendió el mismo camino que ellos llevaban.
Cuando Anthony dejó a Candy en el hospital y después de su despedida, uno de los hombres que abordaban el auto que los había seguido, descendió del vehículo y se posó en una de las bancas que había frente al hospital, para después sacar un periódico y ponerse a leerlo, mientras el hombre que manejaba se fue detrás de Anthony hasta que llegó a las oficinas, estacionándose cerca de la casa de modas de Annie y Cassie.
Cuando llegó el turno de salida de la rubia, Anthony llegaba puntual por ella y el hombre que había permanecido leyendo el periódico salía de su escondite y se subía al vehículo que casualmente había llegado detrás del automóvil de Anthony.
-¿Cómo te fue? – Preguntó uno al otro.
-Nada fuera de lo común. – Respondió con un poco de fastidio. – La joven estuvo trabajando todo el día, no salió a ningún lado. – Dijo hasta aburrido.
-¿Quieres seguir al joven? – Peguntó el que lo había recogido.
-¿Hay más movimiento? – Preguntó el otro con cierto interés. El primer hombre negó.
-Igual, entró a las oficinas y no salió hasta que venía para acá. – Dijo sin restarle importancia.
-Esto apesta. – Dijo el que se había quedado vigilando a la rubia.
-Hay buena paga de por medio. – Dijo el que había vigilado a Anthony.
-Es lo bueno. – Dijo el otro mientras el primero continuaba conduciendo detrás del auto de Anthony, estacionándose unos cuantos metros detrás de ellos.
Al bajar Anthony y Candy de su automóvil, uno de los hombres se cubrió el rostro con su fedora, mientras el otro desviaba su mirada hacia el interior del vehículo, como intentando despistar que habían sido contratados para seguirlos.
Los días pasaban con rapidez, mientras los rubios continuaban en esa burbuja de amor en la que habían caído, mientras Anthony seguía evitando el trato con Elroy, quien ofendida por su comportamiento también evitaba hablarle.
Elisa por el contrario buscaba la ocasión para que la tía abuela le ayudara a obligar a Anthony para que aceptara ese compromiso, para ella era como una especie de derecho que tenía con el joven heredero y quería que le hiciera caso de inmediato, sin embargo Anthony no solo ignoraba a la caprichosa joven, sino que inclusive había limitado su presencia en la mansión con tal de no verla.
Neal por su lado había estado intentando cortejar a Candy, dejando ramos de rosas en la recepción del hospital, sin embargo la rubia no había aceptado ninguno de ellos y había pedido de favor a Katherine que devolviera cada uno de los arreglos que le llegaban. Ruth por su lado seguía con la envidia hacia Candy, mirándola con sus ojos llenos de envidia al ver que el joven moreno que a ella había cautivado no la tomaba en cuenta para nada.
Annie seguía sin salir del departamento y a pesar de que continuaba con su trabajo de creación y diseño en su habitación, no había vuelto a abrir la casa de modas, se había dedicado a entregar sus trabajos personalmente y terminar lo que tenía pendiente. Había hablado en más de una ocasión de regresarse a Chicago, tal vez un tiempo en el hogar de Ponny le serviría para recuperar sus fuerzas y continuar adelante con su vida, porque Nueva York lo único que le había traído era tristeza y dolor.
Cassie por su lado estaba muy ansiosa porque después de haber estado en el departamento de Terry, este la había evitado, primero porque había puesto como excusa el teatro y después por la gira que había emprendido, la cual duraría varias semanas. Aquella ausencia la tenía cada vez más nerviosa, aunado a la presencia de sus padres, quienes estaban preocupados por ella y por Annie, intentando convencer a su hija de regresarse junto con ellos, después de todo Candy era la única que estaba feliz con su relación.
El cumpleaños de Candy había llegado y Anthony estaba feliz porque por fin el rosal que había injertado meses atrás había florecido precisamente en la mañana de cumpleaños de Candy, ese era el mejor regalo que podría dar a su pecosa, lejos de una joya o algún otro objeto valioso, para él, aquella flor representaba lo más puro y sincero de su amor.
-Es hermosa Anthony. – Dijo Archie quien estaba junto a Anthony y su hermano en el vivero.
-Es la flor más hermosa que he visto en mi vida. – Dijo Stear a su primo, su emoción era genuina y pronto se le ocurrió una idea. - ¿Me podrías dar una para regalarla a Patty? – Preguntó queriendo regalar también a su prometida un rosal igual.
-Lo siento Stear. – Dijo Anthony con una sonrisa apenada. – Pero esta flor está inspirada en Candy, de hecho su nombre es "Dulce Candy". – Dijo con emoción, su felicidad era genuina y la emoción que tenía en su pecho no cabía de la felicidad tan solo de imaginar el rostro de su pecosa al ver su obsequio de cumpleaños.
-¡Dulce Candy! – Dijo Stear sorprendido con el nombre del hermoso rosal. – Definitivamente es un nombre adecuado para tan bella flor. – Dijo Stear seguro de que así era.
-Sus pétalos me recuerdan su blanca piel y el centro representa lo verde de sus ojos. – Dijo Anthony con una sonrisa, sintiéndose orgulloso por su logro.
-¿Cómo lograste obtener ese tono tan hermoso? – Preguntó Stear observando los pétalos nacarados que brillaban con la luz del sol.
-Ese es el secreto, Stear. – Dijo Anthony con diversión, mientras Stear lo veía con queja. Anthony comenzó a reír por el gesto que hacía su primo. – La verdad es que fue una mezcla de diferentes rosales, obtuve diferentes combinaciones, pero esta… esta fue la más hermosa de todas. – Dijo reconociendo que de todos los híbridos que había creado, la Dulce Candy era la más hermosa de todas.
-¿Entonces tienes más? – Preguntó Stear con ansiedad. - ¡Perfecto! Entonces puedo elegir una para Patty. – Dijo seguro que Anthony no se negaría a hacerlo.
-Puedes elegir la que más te guste. – Dijo Anthony ofreciendo los rosales a su primo.
Los ojos de Stear se iluminaron con felicidad, estaba dispuesto a elegir un rosal para su amada novia, cuando de pronto aquella felicidad se esfumó al ver que todos los rosales que había ninguno tenía una flor abierta, salvo uno que parecía que las orillas de sus pétalos eran azules y otro que era completamente rosa, un color bastante común entre las rosas.
-¡Pero ninguna ha florecido! – Dijo mirando a Anthony con molestia. Anthony comenzó a reír por el gesto de su primo.
-No te preocupes Stear, pronto darán flor y te aseguro que esa que asemeja holanes azules será una flor hermosa. – Dijo señalando aquel botón a punto de abrirse. Archie carraspeó un poco al recordar que aquella fecha era también el cumpleaños de Annie, ya que era el mismo día en el que la joven de ojos azules y cabellera negra había sido encontrada junto a la pecosa.
-Es un azul muy bonito… - Dijo simplemente el joven elegante, sin poder evitar recordar los ojos de la que hasta semanas antes había sido su novia.
-Lo sé… - Dijo Stear dudándola un poco. – Pero el color rosa creo que será más adecuado para Patty. – Dijo Stear tomando el rosal que tenía el botón rosa asomando por encima. – El azul se lo puedes regalar a Annie… Anthony… - Dijo Stear con "inocencia", mientras Archie guardaba silencio por su comentario, intentando demostrar que no le afectaban sus palabras, sin embargo había algo en su interior que continuaba quemándolo por dentro desde que había perdido con ella.
-¿Cómo… cómo está ella…? – Preguntó Archie con cierta timidez, quería parecer que su pregunta era casual, sin interés, sin embargo tanto Anthony como Stear sabían que Archie quería saber de Annie desde hacía mucho tiempo atrás, sin embargo ellos no eran capaces de decirle nada simplemente porque no querían que la joven sufriera si al inmaduro de su hermano se le ocurría ir detrás de ella solo para verla.
-¿Quién? ¿Annie? – Preguntó Anthony como si no fuese obvio lo que Archie quería saber. Archie asintió aparentando casualidad. – Está muy bien, continúa diseñando. – Respondió simplemente Anthony, no quería dar más información de la que sabía su primo no se merecía.
-¿Lo está haciendo muy bien? – Preguntó Archie, quien quería saber si ella seguía llorando por él o simplemente había desistido del amor que decía tenerle.
-Sus diseños son hermosos. – Dijo Anthony comprendiendo perfectamente que su primo no se refería a eso. Archie sonrió tristemente y guardó silencio, no se sentía capaz de volver a invadir en la vida de Annie si no estaba seguro de lo que quería. – Sabes Stear… - Dijo de nuevo el rubio con una sonrisa. – Creo que tienes razón, este rosal será perfecto para Annie. – Dijo tomando también aquella maceta que guardaba el híbrido de color azuloso. Archie abrió los ojos sorprendido, queriendo por un momento ser él el que entregara aquel maravilloso obsequio a su ex novia.
-Estoy seguro que le encantará… - Dijo Stear mirando a su hermano, esperando que hiciera algún movimiento para ir a ver a Annie, sin embargo el orgullo de su hermano era mayor a lo que sentía en su interior. – Vamos a ponerle "Dulce Annie". – Dijo muy cerca de su hermano, mientras Archie sentía como si algo le apretara el corazón y se lo intentara arrancar de su pecho, sin embargo contuvo aquella emoción que lo asaltaba por sorpresa.
-¿Y a la de Patty le pondrás "Dulce Patty"? – Preguntó Anthony con diversión, le parecía muy gracioso que su primo quisiera bautizar a los rosales con el mismo adjetivo, sin embargo él era el único que estaba convencido de que su pecosa realmente era un dulce en todos los aspectos.
-No está mal la idea. – Dijo Stear caminando detrás de Anthony con el rosal en sus manos.
Anthony salió del invernadero con un rosal en cada mano, se dirigía hasta el automóvil sin atravesar la mansión, había preferido rodear el interior para no toparse con Elisa o con la tía abuela, no necesitaba discutir en un día tan importante como ese, aunque debía admitir que tenían semanas que no lo molestaban y eso le hacía creer que tal vez habían desistido de sus intereses.
Elisa lo miraba desde su habitación y en el fondo de su corazón tenía un odio muy grande por la joven que Anthony amaba, sentía que los celos la iban a consumir y además sentía una gran molestia porque la tía abuela le había prohibido actuar para defender lo que creía era suyo.
-¡Me las vas a pagar maldita enfermera! – Decía la joven con las manos apuñadas, observando cómo Anthony se retiraba de la mansión nuevamente para ir a verla a ella.
Continuará…
Hola! Espero que les haya gustado esta doble actualización, espero me dejen su comentario.
Saludos!
GeoMtzR
04/12/2024.
