Hola hermosas, muy buenas tardes, espero que todas estén muy bien.

Muchas gracias por su paciencia, les juro que estoy intentando actualizar lo más seguido que puedo, no me gustaría atrasarme más.

Les recuerdo que la historia NO es para menores de edad.

GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN

DESTINO

CAPÍTULO 29

Anthony viajaba con ilusión, tan solo de pensar en la reacción de su prometida al ver el regalo que tenía para ella. Había obsequiado diferentes cosas materiales, pero en esta ocasión aquel obsequio era algo diferente, era algo que él había creado con sus propias manos y que estaba seguro que la pecosa agradecería más que una simple joya.

Detrás de él, el vehículo que lo había estado siguiendo las últimas semanas seguía pendiente de todos sus movimientos. Anthony seguía sin darse cuenta que estaba bajo la vigilancia de la tía abuela, lo mismo que la pecosa, quien también tenía su propio guarura sin que ninguno lo notara.

Candy estaba en el hospital, y sin que lo notara en el mismo lugar desde hacía más de un mes el hombre que leía el periódico y alimentaba a las palomas seguía puntual en su trabajo.

-He terminado Katherine. – Dijo Candy con una emoción muy especial, aquel día al ser su cumpleaños era mucho mejor que los otros, ya que Anthony le había anticipado que le tenía una sorpresa, y ella adoraba las sorpresas.

-No debiste trabajar en tú cumpleaños Candy. – Le dijo Katherine con una sonrisa.

-Es un día como cualquier otro. – Dijo Candy con una sonrisa animada, eso era lo que le habían enseñado en el hogar, que debía realizar sus responsabilidades a pesar de todo.

-Tengo algo para ti. – Dijo Katherine con una sonrisa.

-¿Para mí? – Preguntó la rubia sin poder evitar sonreír por el obsequio que era evidente le daría su compañera. Katherine asintió con esa sonrisa tan franca que poseía.

-Es algo sencillo, espero que te guste. – Dijo extendiendo sus brazos para darle una pequeña caja atada con un listón rojo. – Feliz cumpleaños. – Dijo la joven con una sonrisa.

-Katherine no debiste… - Dijo Candy con una sonrisa llena de agradecimiento, mientras sus ojos se llenaron de lágrimas casi de inmediato.

-¡Candy, pero no es para que llores! – Le dijo Katherine un tanto consternada por la reacción de la pecosa.

-No me hagas caso, lo que sucede es que últimamente estoy muy sensible. – Dijo la rubia limpiando sus lágrimas mientras reía por su reacción. – Debe de ser porque es el primer cumpleaños que paso lejos del hogar de Ponny. – Explicó la rubia para defender su reacción. – Muchas gracias, Katherine… - Dijo una vez más Candy, agradeciendo a su amiga el obsequio, mientras abría la pequeña caja y se encontraba con unos hermosos aretes.

-Debe de ser… ¿Te gustan? – Preguntó Katherine con una sonrisa tierna, mientras sentía nostalgia por el llanto de la pecosa.

-¡Son hermosos! – Respondió Candy con una sonrisa, pero a pesar de haberle gustado mucho el obsequio seguía conmovida.

– Tranquila Candy, además tienes a tu novio que no se despega ni a sol ni a sombra de ti. – Le dijo de nuevo para darle ánimo. Candy asintió con una sonrisa deslumbrante una vez que se le mencionó a su prometido.

-Anthony es maravilloso. – Dijo Candy con un suspiro de enamorada, mientras sus ojos se volvían a llenar de lágrimas, pero esta vez por la felicidad.

-Qué envidia, Candy… - Dijo Katherine suspirando enamorada del amor. – Lo malo que su primo esté comprometido, de lo contrario… - Dijo pensando en el despistado joven de gafas y cabellos negros que le había gustado tanto.

-Stear también es maravilloso. – Dijo Candy mirando a su amiga. – Pero la verdad es que no he conocido a su prometida. – Dijo recordando que no había tenido el gusto de conocer a la famosa Patricia.

-¿Será que existe? – Preguntó Katherine con interés. Candy comenzó a reír por su pregunta.

-¡Por supuesto que existe! – Respondió Candy con alegría. – Es solo que le fue difícil estar tan cerca de la Guerra y aún está un poco aturdida por los hechos. – Dijo sin ahondar más en la relación que tenía el joven por el que ella suspiraba.

-Creo que te están esperando. – Dijo Katherine al ver a través de la puerta de cristal del hospital y divisar a lo lejos al guapo rubio que llegaba siempre puntual por la joven pecosa.

El corazón de Candy dio un vuelco de inmediato al divisar la figura elegante y atlética de su novio, quien sin darse cuenta que era observado, acomodaba sus cabellos y su traje para lucir impecable ante ella.

-Es tan guapo. – Dijo Candy con un suspiro profundo.

-Y que lo digas… - Dijo Katherine suspirando junto a Candy.

-¡Katherine! – Le reclamó divertida la pecosa, ya que se había dado cuenta que su amiga estaba bromeando con ella.

-Descuida Candy, sé respetar. – Le dijo con diversión la pelirroja. – Pero ojalá tuviera otro primo soltero. – Dijo a modo de broma.

-Pues te diría de Archie…

-Mejor así déjalo. – Dijo Katherine interrumpiendo a la rubia. – No es que no sea guapo… pero como que es algo inestable. – Dijo la joven una vez más, Candy sonrió por su comentario y despidiéndose de ella con la mano agradeció una vez más por su obsequio.

Candy caminó deprisa para encontrarse con el ser amado, quien sonreía radiante al ver que la joven que amaba estaba saliendo de su trabajo. Cuando la rubia salió del hospital el viento golpeó su cara repentinamente, un ligero mareo y un mal paso que daba la obligó a perder el equilibrio. Anthony desde su posición no podía ayudarla pese a que corrió hasta ella desesperado por pensarla caer, sin embargo un caballero que estaba sentado leyendo el periódico cerca de ahí y que la había estado observando con discreción, se ponía de pie para atraparla antes de que pudiera caer siquiera.

-¡Candy! – Gritó Anthony desesperado al ver que su novia había estado a punto de caer.

-¿Está usted bien señorita? – Preguntó el hombre que la había sostenido de su brazo.

-Estoy bien, muchas gracias. – Dijo Candy un poco aturdida, aún no comprendía el motivo por el cual había estado a punto de caer.

-Princesa ¿Te encuentras bien? – Preguntó Anthony ya junto a ella. El hombre que estaba a su lado se puso un tanto inquieto de pronto. – Muchas gracias caballero. – Agradeció Anthony al hombre con alivio.

-No se preocupe, lo importante es que la señorita está bien. – Dijo acomodándose el sombrero que llevaba y colocándose el periódico debajo de su brazo para retirarse de inmediato de ahí.

Anthony y Candy lo observaron confundidos, su manera de actuar había sido muy extraña, sobre todo porque parecía que no quería que le observaran su rostro.

-¿Estás bien amor? – Preguntó Anthony sin tomarle más importancia al hombre que los había ayudado.

-Estoy bien… - Dijo Candy no muy convencida.

-¿En verdad? ¿No te lastimaste? – Preguntó una vez más el rubio impaciente. Candy sonrió negando a su novio para que no se preocupara, sin embargo el motivo por el cual había perdido el equilibrio para ella, ya había sido muy claro.

-No te preocupes, estoy bien. – Decía Candy moviendo uno por uno sus tobillos para que su novio se convenciera que no tenía nada y que no se había lastimado.

-Por un momento pensé que caerías. – Dijo Anthony con alivio. – Si no hubiera sido por este caballero… - Dijo buscándolo una vez más para agradecerle, sin embargo no lo vio por ningún lado. – Que extraño… - Dijo el rubio buscándolo por todo alrededor. – Parece que ya se fue… - Dijo una vez más.

-Tal vez solo se sentó a leer el periódico. – Dijo Candy pensando que ese era el motivo por el cual estaba ahí. La pecosa había advertido que llevaba el periódico en su mano cuando la sostuvo del brazo.

Anthony se encargó de abrazar a su novia con ternura, deseaba tanto felicitarla pero con lo sucedido se había olvidado por completo de hacerlo, así que la ayudó a bajar las escaleras y una vez ya debajo la sostenía por la cintura y la atraía hacia él para por fin felicitarla.

-Feliz cumpleaños, pecosa. – Le dijo con una sonrisa, mirándola a los ojos mientras la pecosa se sonrojaba una vez más.

-Ya me felicitaste… - Le dijo la pecosa con timidez, recordando la manera en la que habían celebrado la noche anterior. Su cuerpo se estremecía por las nuevas caricias aprendidas.

-Te felicitaría todos los días de mi vida de ser posible. – Le dijo Anthony al oído con travesura, provocando que el rostro de Candy se incendiara de inmediato una vez más. – Tengo algo para ti… - Le dijo con sensualidad. Candy abrió los ojos sorprendida porque no se esperaba que le obsequiara nada. Ella esperaba otro tipo de sorpresa.

-Quedamos que nada de regalos. – Dijo Candy a manera de queja, no le gustaba que su prometido gastara tanto en ella.

-Te aseguro que este es el mejor regalo que he hecho. – Le dijo Anthony guiñando un ojo hacia ella. Candy lo miró un tanto resignada a aceptar aquel obsequio. – Cierra los ojos. – Le dijo deteniéndola frente a su auto.

-Ya. – Dijo Candy con emoción, a pesar de todo le gustaban las sorpresas.

-No veas… - Le decía pasando la mano frente a su rostro solo para asegurarse que no hacía trampa. Candy negaba mientras sonreía. – ¿Lista? – Preguntaba nuevamente. Candy respondía que estaba lista. – Ya puedes abrirlos… - Dijo Anthony quien sostenía la pequeña maceta con el hermoso rosal frente a ella.

Candy abrió los ojos sorprendida al ver que frente a ella estaba la rosa blanca más hermosa que jamás había visto en su vida, aquel regalo definitivamente era el regalo más hermoso que había recibido jamás, y también el más valioso.

-¡Es hermosa! – Dijo Candy acercándose para olfatear el dulce aroma de la Dulce Candy.

-Se llama Dulce Candy… - Dijo Anthony con orgullo al mencionar el nombre con el cual había bautizado a su creación.

-¿Dulce Candy? – Preguntó la rubia sorprendida. - ¡Se llama como yo! – Dijo cual niña pequeña que se sentía orgullosa por tan alto honor.

-La creé para ti, princesa… - Le dijo Anthony enamorado, mientras Candy lo admiraba con la mirada llena de emoción, sus ojos se inundaron nuevamente y él le sonrió con ternura al ver su reacción. – No llores por favor pecosa… - Le dijo con ternura, mientras Candy intentaba contener su emoción, sin embargo había algo extraño en ella que hacía que todo le diera ganas de llorar.

-¡No puedo evitarlo! – Dijo la rubia soltando sus lágrimas sin parar. – Eres tan bueno conmigo, que no puedo evitar sentir que no merezco tanta atención que me das. – Dijo Candy abrazándose a él, quien la recibía enamorado con su mano libre.

-Candy… tú eres lo más valioso que tengo en esta vida… eres mi vida, mi luz, mi todo… mi mujer… - Le dijo quedito al oído. Candy se estremeció con sus palabras. – Lo que hago es poco comparado con todo lo que mereces… – Le dijo besando su frente. Candy lo miró enamorada y ofreció su boca para que la tomara con suma ternura y amor.

Mientras los jóvenes enamorados se demostraban su amor, no muy lejos de ahí dos individuos discutían entre sí.

-¡Eres un idiota! – Decía uno al otro. - ¿Cómo te dejaste ver por ellos? – Preguntaba nuevamente, estaba visiblemente molesto por la acción de su compañero.

-¡Se iba a caer, no podía permitirlo, además fue una reacción por impulso! – Decía el hombre que minutos antes había ayudado a Candy de sufrir tremendo accidente.

-¡Tal vez para la vieja hubiera sido lo mejor! – Dijo el otro hombre sin tener poquito de compasión.

-¡Nos paga para que los vigilemos, no para que les suceda algo malo! – Dijo el primer hombre, quien al parecer era un poco más consciente.

-Los vigila porque quiere conocer lo que hacen, al enemigo hay que conocerlo y esos dos son sus enemigos. – Decía el hombre con el rostro fruncido por el coraje.

-Él es su nieto… - Decía el otro hombre. – Y la chica es la joven que él ama, no comprendo el problema con eso… - Decía insistiendo en que no veía problema en lo que estaban haciendo los jóvenes.

-Ese no es nuestro problema, a nosotros nos pagan por vigilarlos y dar un reporte, lo demás no es importante. – Dijo una vez más el hombre. - Creo que yo seguiré ahora a la joven, ambos te vieron el rostro, así que más te vale que te ocultes bien ante ese riquillo. – Dijo con desdén, tal parecía que a ese individuo le molestaba Anthony de alguna forma.

Aquel hombre había estado insistiendo en ser él el que siguiera a Anthony, sin embargo no tenía algún motivo que fuese lo suficientemente creíble para que su compañero cambiara de objetivo, sin embargo a pesar de haberse molestado porque el otro hombre se había dejado ver, había sido el motivo para alejarse del rubio y eso era lo que le molestaba más por no poder cumplir con su encomienda.

-Muy bien. – Dijo el otro hombre, quien a pesar de que estaba vigilando a Candy y a Anthony era un poco más sensible.

Ambos hombres se dedicaron a seguir a la pareja, quedando de acuerdo en que intercambiarían objetivos.

Los rubios mientras tanto continuaban en su burbuja de amor, ajenos a lo que sucedía cerca de ellos.

-¿Qué quieres cenar? - Preguntó Anthony para complacer el deseo de su novia, toda la semana habían cumplido ciertos antojos que habían estado apareciendo en la pecosa y Anthony estaba dispuesto a complacer cualquiera que tuviera, sobre todo ese día que era el más importante.

-¿Recuerdas el restaurante al que fuimos la primera vez que salimos a cenar? – Preguntó Candy con cierta impaciencia en sus recuerdos. Anthony sonrió feliz, ¿Cómo no recordar el día que ella había aceptado la invitación a cenar? Aquel día había sido uno de los más felices de su vida, en el que había tenido que organizar una cita que para ella no había sido una cita.

-Por supuesto que lo recuerdo. – Dijo Anthony besando su mejilla. - ¿Quieres volver a ir? – Preguntó una vez más el joven. Candy asintió con sus ojos llenos de emoción, cual niña pequeña que le cumplen un antojo.

-Pero primero quisiera cambiarme de ropa. – Dijo Candy con cierta pena, el olor a medicina era evidente y últimamente sentía que ese aroma se había intensificado en el hospital.

-Vamos… - Dijo Anthony para llevarla al departamento, de paso aprovecharía para dar el obsequio a Annie.

-¿Y ese rosal? – Preguntó la rubia una vez que llegaron al edificio y se dio cuenta que había otro rosal en la parte trasera del automóvil.

-Estuve experimentando con varios tipos de rosales. – Dijo Anthony con una sonrisa. – De todos los esquejes que obtuve la Dulce Candy fue la más hermosa de todas. – Explicó nuevamente. Candy lo escuchaba con atención, estaba maravillada de que su prometido lograra crear plantas tan hermosas como las que le había obsequiado. – Pero también obtuve otras, una de ellas es esta con holanes azules. – Dijo señalando el hermoso ejemplar. – Imaginé que sería un hermoso regalo para Annie… - Dijo un tanto incómodo al pensar que tal vez su novia no se sintiera cómoda con aquella atención que tendría con su hermana del alma.

-¡Eres maravilloso! – Dijo Candy con los ojos emocionados, una vez más se llenaban de lágrimas siendo incapaz de comprender el motivo de sus ganas de llorar. – Annie necesita un poco de aliento. – Dijo de nuevo la rubia, limpiando sus lágrimas mientras su príncipe acariciaba su rostro con ternura.

-Sé que Annie continúa sufriendo, pero también sé que es fuerte… ella saldrá adelante pecosa. – Dijo Anthony con una sonrisa convincente. Candy asintió y se esforzó por sonreír con mayor ánimo.

Anthony llevó ambos rosales hasta el departamento de la pecosa, donde Annie se encontraba como últimamente lo venía haciendo, encerrada en su habitación, creando en silencio. Candy sabía que así era y se decidió a tocar la puerta para lograr que saliera a recibir su regalo.

-¿Quién? – Preguntó la joven como si hubiera muchas opciones para llamar a su puerta.

-Annie… soy yo… Candy… - Respondió Candy un tanto tímida, se habían visto por la mañana y ambas se habían felicitado, entregándose un obsequio cada una. Mientras Annie había creado un hermoso vestido para la rubia, Candy había comprado un juego de cosméticos para maquillar.

-¿Qué sucede Candy? – Preguntó la joven pelinegra, después de haber visto a Candy por la mañana no estaba nuevamente de ánimo para abandonar su habitación.

-Anthony quiere felicitarte… te trajo un obsequio maravilloso… - Dijo Candy antes de que Annie se negara a salir. El silencio en la habitación se hizo presente, sin embargo minutos después la joven se atrevió a salir de su encierro.

Candy la observó con una gran sonrisa, tenía días que solo salía lo necesario y a pesar de que solo salió para recibir el obsequio de Anthony, ella agradecía que se hubiera decidido a recibirlo en persona.

-Feliz cumpleaños. – Dijo Anthony con una sonrisa sincera a la joven de ojos azules, la cual tenía unas profundas ojeras enmarcando aquellos hermosos ojos azules que un día brillaron con alegría, su rostro blanco y lleno de color hoy lucía pálido y casi amarillento, la falta de sol y la poca alimentación que tenía últimamente estaban pasando factura en el demacrado rostro de la joven.

-Muchas gracias… - Dijo Annie con una sonrisa débil. Anthony extendió el rosal frente a la joven y esta se sorprendió porque de todo lo que pudiera esperar como regalo, una planta de rosas era lo que menos pasaba por su mente. – No debiste molestarte. – Dijo Annie también comenzando a llorar por la emoción de recibir un obsequio de alguien que no fuese Candy, Cassie o los padres de esta, quienes eran los que regularmente nunca fallaban ese día.

Annie no pudo evitar recordar a Archie, él jamás le había obsequiado nada en el tiempo en el que habían salido juntos.

-No es molestia Annie… - Dijo Anthony sintiéndose mal porque se imaginaba que aquel obsequio no llegaba de quien ella lo esperaba.

-Él mismo los creó… - Dijo Candy mostrando la Dulce Candy que resplandecía con su flor.

-¿De verdad? – Preguntó Annie visiblemente sorprendida, era la primera vez en semanas que expresaba otra reacción en su rostro que no fuera tristeza. Anthony asintió feliz de haber conseguido que sonriera por lo menos unos segundos. - ¡Son hermosas! – Dijo una vez más la joven. – Entonces tiene aún más valor para mí. – Dijo con sinceridad, llevando el rosal junto a la ventana para que obtuviera la luz del sol.

Candy miraba a Annie feliz, era la primera vez en mucho tiempo que sonreía, y agradecía a Anthony con su mirada el que hubiera sido él el que hubiera logrado que la joven saliera de su letargo.

-Vamos a ir a cenar… ¿Quieres venir con nosotros? – Preguntó Candy con la esperanza que aceptara, miró a su novio como pidiendo autorización y él sonrió seguro de aceptar.

-¡Por supuesto que no! – Respondió Annie de inmediato, no quería ser un mal tercio con la pareja, ellos merecían disfrutar ese día a solas. – No quiero ser mal tercio. – Dijo la joven con una sonrisa.

-Por supuesto que no, Annie… - Dijo Anthony dispuesto a reiterar la invitación de la rubia, después de todo ellos habían celebrado a solas la noche anterior. – Sería un honor que nos acompañaras, así Candy estaría más tranquila. – Dijo mirando a su novia, era evidente su angustia aún por su hermana. Annie miró a Candy y esta la miró con súplica, deseando que aceptara la invitación. Annie sonrió con nostalgia indicando que aceptaba acompañarlos.

-¿Y Cassie? – Preguntó de pronto Candy, el departamento se sentía un tanto vacío.

-La verdad no lo sé. - Dijo Annie sin saber qué responder, porque la verdad era que no sabía dónde estaba Cassie.

Candy fue a la habitación de Cassie, sin embargo no había nadie y no podía decir si acababa de salir o estaba por llegar.

-Vamos a cambiarnos de ropa. – Le dijo Candy a Annie, quien asintió dispuesta a ayudar a la rubia a elegir un vestido adecuado a la ocasión.

-¿Por qué no usas el vestido que te regalé? – Preguntó Annie con emoción. Candy asintió feliz, no por usar el vestido de Annie, sino porque podía ver que su hermana estaba feliz por primera vez en semanas.

Anthony sonrió al ver a las dos jóvenes caminar hasta la habitación de la rubia, mientras observaba que la figura de Annie estaba desmejorada, se veía mucho más delgada que antes y Candy por el contrario se veía más hermosa. Suspiró sin poder evitar recordar el cuerpo de su amada encima de él, aquella imagen que le regalaba su mente lo hizo sonreír enamorado.

Candy salió con un vestido de escote bardot color rosa pálido, el vuelo de la falda lograba que su cintura se viera más estrecha de lo normal, el escote permitía lucir su cuello libre, que solo mostraba una gargantilla sencilla y elegante que casualmente hacía juego con los aretes que Katherine le había obsequiado.

-¡Te ves hermosa! – Decía Anthony con los ojos perdidos en la imagen de su novia. Candy se ruborizó bastante al ver los ojos de su novio admirándola tan profundamente, no podía evitar recordar su mirada cuando le hacía el amor, y en esos momentos tenía aquella mirada que lograba estremecerla.

Sus ojos se conectaron al mismo momento que habían compartido la noche anterior, sus cuerpos desnudos uno frente al otro, admirándose mutuamente, reconociéndose, probando su sabor, era inevitable que sus cuerpos no reaccionaran a aquellas emociones que como todo joven extasiado por aquel despliegue de pasión sentían.

-Estoy lista. – Dijo Annie con timidez por haber interrumpido aquella innegable química entre los rubios.

-Creo que esta noche seré uno de los hombres más envidiados de Nueva York. – Dijo Anthony mirando a Annie, quien también lucía muy hermosa a pesar de la tristeza de su rostro.

-Creo que con Candy a tu lado es suficiente para ello. – Dijo Annie con pena, indicando que Anthony siempre era un tipo envidiado por los demás, sobre todo por Terry y por el mismo Archie.

-Pero creo que esta noche será aún más. – Dijo Anthony con una sonrisa. Annie agradeció su caballerosidad y se dirigió a la salida.

Candy dejó una nota para Cassie, sabía que tal vez había ido a la mansión de sus padres, o tal vez había ido a ver a alguna clienta con la que debían entregar algún trabajo.

Los tres jóvenes llegaron al restaurante, y a Anthony le parecía que había visto al hombre que horas atrás había ayudado a Candy en el hospital, sin embargo pensó que tal vez había sido su imaginación o una coincidencia.

-¿Qué van a pedir? – Preguntó Annie con verdadera hambre, tenía semanas sin salir del departamento que le parecía imposible haberse perdido tantas cosas hermosas, en ese momento le parecía que el día era más bello, sentía que respiraba con más facilidad, su apetito había vuelto repentinamente y quería pedir una gran cantidad de comida del menú.

-Yo quiero el estofado de res. – Dijo Candy deseosa de probar aquel estofado que había comido meses atrás junto a Anthony. – Con muchas zanahorias para darte a ti… - Le dijo a Anthony con travesura. Anthony sonrió y recordó la tarde en la que había obtenido un fantástico premio por haberse comido dos trozos.

-Siempre y cuando obtenga un premio… - Dijo con travesura. Candy se puso roja de inmediato y Annie comenzó a reír, llamando la atención de Candy y Anthony, ambos estaban felices de verla reír nuevamente con una espontaneidad que rieron junto con ella.

Los tres jóvenes ordenaron la cena y cuando trajeron sus respectivos platillos el aroma al estofando inundó el olfato de Candy, quien de inmediato sintió que su estómago le reclamaba con fuerza que comenzara a comer.

-¡Tengo muchísima hambre! – Dijo la pecosa con emoción, sin ocultar que verdaderamente se estaba muriendo de hambre.

-Candy… - Decía Annie tímida por su comportamiento, como siempre la joven de cabellos oscuros era un tanto inhibida en su comportamiento.

-Lo siento Annie, pero es verdad. – Dijo Candy mirando con deleite la comida. – Además a Anthony no le molesta ¿Verdad amor? – Preguntó la rubia mirando a su novio, quien la miraba como quien miraba a una estrella.

-Por supuesto que no, princesa. – Le respondió Anthony sincero, era una de las muchas cosas que amaba de la pecosa, su espontaneidad y su sencillez, le gustaba que fuese natural y que expresara lo que sentía al momento. – Adoro tu manera tan natural de ser. – Le dijo para sorpresa de Annie, quien jamás se atrevía a ser como realmente era por temor a ser rechazada.

Candy probó la carne cerrando sus ojos con delicia, le parecía a ella o tal vez la carne estaba más deliciosa esa ocasión, o era tanta su hambre que por eso le parecía que así era, sin embargo al llegar a la zanahoria y al tomar un pequeño trozo su gesto se deformó al sentir su sabor un tanto amargo.

-¿Sucede algo hermosa? – Preguntó Anthony al ver que Candy había hecho a un lado las zanahorias.

-Creo que esta vez lo único delicioso fue la carne. – Dijo Candy apenada porque no podía decir que todo había estado excelente. – La zanahoria que eligieron estaba amarga. – Expresó nuevamente para explicar por qué las había hecho a un lado.

-¿Todas ellas? – Preguntó Annie también sorprendida, ella mejor que nadie sabía que Candy adoraba las verduras y que jamás dejaba una sola en el plato. - Si te viera la señorita Ponny y la hermana María te retarían por dejar todas las zanahorias. – Dijo Annie con gracia al ver que su hermana no se había terminado específicamente aquella verdura.

-Tienes que probarlas Annie… - Dijo Candy segura de que ella le diría que estaban amargas, porque si se lo pedía a su novio él diría que están igual de malas que siempre.

Annie tomó un trozo de zanahoria del plato de Candy y la llevó a su boca, sin embargo el sabor del vegetal no estaba alterado a su parecer.

-Para mí tiene el mismo sabor de siempre. – Dijo Annie segura.

-Te lo juro que saben mal. – Dijo Candy sorprendida porque Annie no había encontrado nada extraño en el sabor dulce de la zanahoria.

-Yo te creo. – Dijo Anthony convencido, para él la zanahoria siempre sabía mal.

-¡Pero a ti no te gustan la zanahorias! – Decía Candy con diversión, mientras probaba otro trozo para verificar si era ella o la verdura.

Los tres jóvenes comenzaron a reír, y por primera vez en su vida Annie se atrevió a dejar salir su risa muy natural en público, sin importarle que los demás pudieran estarla observando. Se sentía tan bien no estar preocupada por el qué dirán, por no tener a la señora Britter en su oído recordándole que no era de una señorita decente reírse tan fuerte y que la risa debía ser discreta y delicada.

-¿Qué sucede amor? – Preguntó Anthony al ver que su novia de pronto tenía el rostro pálido.

-Creo que no me cayó bien la cena. – Dijo sintiendo unas terribles ganas de devolver. Anthony la observó preocupado, pidiendo la cuenta de inmediato para llevarla tal vez al hospital.

-¿Quieres que te lleve al hospital? – Preguntó Anthony seguro de que iría con ella.

-No es para tanto. – Dijo Candy divertida, sintiendo que lo único que tenía eran ganas de arrojar lo que acababa de comer. – Definitivamente no debí comer esa zanahoria. – Dijo arrepintiéndose de haber forzado a su organismo a pasarla.

-Creo que será mejor que nos vayamos al departamento. – Dijo Annie segura de que Candy estaría mejor por la mañana. – Lo que pasa es que comiste demasiado Candy. – Dijo Annie con una sonrisa traviesa.

-¿YO? – Preguntó Candy indignada con el comentario de su hermana. – Si fuiste tú la que comiste de más. – Dijo comenzando a reír feliz por haber visto a la joven Britter comer como nunca antes la había visto comer en su vida.

-Yo tenía días sin alimentarme bien… - Dijo Annie haciendo hincapié en que Candy últimamente había comido por dos.

-Es verdad Annie… me alegra que estés de mejor ánimo. – Dijo Candy sin querer recordar al elegante de su ex novio, pero era inevitable que la joven no lo recordara.

-Me siento mejor Candy… - Dijo Annie con una sonrisa tranquila, suspirando mientras veía el cielo estrellado.

-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó Candy al ver a Anthony mirar hacia todos lados.

-Nada… - Dijo no queriendo sobresaltarla, ya era bastante con saber que no se sentía del todo bien como para agregar angustia a ese día que debía ser especial para ella. – Me pareció ver a alguien conocido. – Dijo simplemente aparentando indiferencia.

Llegaron al edificio donde vivían las jóvenes y Anthony seguía mirando por el retrovisor, había estado pendiente todo el tiempo del camino de ida y del de venida, al bajar del auto y ayudar a las dos damas a descender, siguió con el escrutinio alrededor.

Candy se recostó un poco en el sofá, se sentía indispuesta, después de haber pasado un maravilloso cumpleaños al lado de su novio y de Annie, había cerrado algo mal la noche, su estómago no se sentía del todo bien y ella se resistía a devolver lo que había comido.

-Creo que es mejor que te recuestes. – Dijo Annie segura de que era mejor para la rubia dormirse temprano.

-¿Qué sucede? – Preguntó Cassie, quien ya estaba en el departamento.

-Candy se siente indispuesta. – Respondió Annie mientras miraba a su hermana.

-¿Qué tienes Candy? – Preguntó Cassie preocupada sinceramente por la pecosa.

-No es nada, solo es mi estómago, al parecer no estaba de humor para las zanahorias. – Dijo mirando a su novio, quien pensativo la miraba, se notaba preocupado.

-Será mejor que te recuestes. – Dijo Cassie estando de acuerdo con Annie.

Candy asintió, sabía que no la dejarían en paz hasta que se recostara. Observó a su novio y este le sonrió con nostalgia.

-Nosotras la cuidaremos. – Le dijo Annie segura de hacerlo.

-No te preocupes Anthony… - Dijo Cassie también para darle la seguridad que el rubio necesitaba, sin embargo él no estaba seguro de irse.

-Me quedaré un momento por si necesitan algo. – Dijo seguro de sentarse en el sofá mientras su novia se recostaba.

Candy lo miró enternecida por su preocupación, sabía que su novio no estaría tranquilo si no la veía recuperada, así que aguantando un poco el malestar que comenzaba a ceder se sentó junto a él y lo abrazó con ternura.

-Ya me siento mucho mejor. – Dijo Candy para que él se sintiera mejor.

-¿Estás segura? – Preguntó Anthony sin estar convencido. Candy asintió.

-La verdad es que si no pienso en el sabor de las zanahorias me siento mucho mejor. – Dijo con diversión. Anthony sonrió por su comentario y la besó en la sien enamorado.

-Creo que puedo entenderte. – Dijo Anthony mientras de pronto sentía que quería devolver al igual que su novia.

-¿Estás bien? – Preguntó Candy con interés en el rostro pálido de su novio.

-Sí, no te preocupes, tal vez no es la comida sino algo en el ambiente. – Dijo refiriéndose a que tal vez habían pescado algún virus y hasta ese momento se manifestaba.

Annie y Cassie se alejaron de ellos de inmediato, evidenciando que temían contagiarse.

-Nosotras los dejamos solos un momento. – Dijo Annie y Cassie rió divertida junto a ella.

-¡No sean cobardes, Britter! – Gritó Candy con diversión, el malestar había pasado y se sentía mucho mejor, mientras Anthony parecía querer devolver su cena.

Anthony se despidió un poco después, para permitir que su novia descansara, otro día debía trabajar y estaba seguro que lo que necesitaba era dormir un poco más de la cuenta.

Anthony llegó a la mansión y la presencia de la vieja Elroy se hizo presente frente a él, sin embargo él caminó sin ánimo de enfrentarla, no se sentía en sus cinco sentidos en ese momento.

-¿Dónde andabas? – Preguntó la matriarca con cierto desdén.

-Creo que sabe perfectamente donde estuve. – Respondió Anthony con cierta incomodidad en sus palabras. – ¿O es que acaso los hombres que contrató para seguirme no han hecho bien su trabajo? – Preguntó Anthony para sorpresa de la matriarca.

-No sé de qué estás hablando. – Dijo la mujer intentando hacerse la que no sabía de qué hablaba.

-Lo sabe perfectamente. – Dijo Anthony con molestia. – Yo no me escondo tía abuela, soy libre y puedo caminar con mi frente en alto, no tengo nada de qué avergonzarme, pero al que debería tener más vigilado es a Neal, que no anda en muy buenos pasos que digamos. – Dijo una vez más el rubio, cansado de sentirse acosado, cansado de que la tía abuela lo tratara como a un chiquillo tonto y sin experiencia.

Elroy se quedó callada ante las palabras de su nieto, pensando en lo que le había dicho y molesta porque había descubierto a los hombres que lo seguían, lo que Anthony no había descifrado era que Candy al igual que él estaba siendo vigilada.

-Una cosa más tía abuela… - Le dijo Anthony sin dejar de mirarla fijamente. – Le pido por favor que dejes de seguirme… – Le dijo sin mostrar arrepentimiento por hablarle de esa forma. La vieja Elroy abrió sus ojos con sorpresa decidida a comenzar tomar acción.

Anthony pasó a un lado de la mujer, quien simplemente lo miró fijamente.

Cuando llegó a su habitación le sorprendió que hubiera luz en su interior.

-¿Archie? – Preguntó confundido al ver a su primo en su habitación. – ¿Qué haces aquí? – Preguntó sin comprender el motivo por el cual estaba ahí.

-Vine a… quería saber… - Decía un poco ansioso, no se atrevía a confesar el motivo por el cual estaba ahí. - ¿Cómo te fue con Candy? – Preguntó de pronto. Anthony lo miró extrañado, intentando descifrar si era real que se preocupaba por Candy o quería saber cómo estaba Annie.

-Bien… - Respondió Anthony con extrañeza. - ¿Quieres saber de Annie? – Preguntó para saber si era por la joven hermana de su novia por quien quería preguntar.

-¿Annie? – Preguntó Archie queriendo pasar indiferente. - ¿Por qué? ¿Preguntó por mí? – Preguntó con un poco de ilusión en su pecho. Anthony negó.

-No… para nada… - Dijo tranquilamente el rubio. Los ojos de Archie que habían sido encendidos por un segundo se apagaron de pronto, algo que Anthony notó. - ¿Por qué no la buscas Archie? – Preguntó Anthony para saber por qué su primo no aceptaba que la extrañaba.

-¿No sé para qué? – Dijo con cierta indignación el elegante joven, quien sentía en su interior que su pecho se contraía incómodo. – Ella es feliz si mi… - Dijo nuevamente. Anthony sonrió de lado, sabía que Archie se sentía ofendido porque Annie no preguntaba por él, incluso él también sentía que la joven a pesar de estar sufriendo aguantaba la separación avanzando poco a poco, pero sin mirar atrás.

-En eso tienes razón. – Respondió Anthony con cierta travesura en su voz. Archie lo miró interesado en lo que decía. – Hoy Annie festejó junto a nosotros su cumpleaños. – Dijo nuevamente mientras estudiaba a Archie.

-¿Fue con ustedes? – Preguntó Archie confundido. Anthony asintió.

-Ella también cumple años ¿Recuerdas? – Comentó Anthony como si no supiera que Archie estaba consciente de ello.

-Lo sé… solo es que… no sé qué estaba pensando. – Dijo Archie con cierta nostalgia en su voz. – Ella… ¿Lo pasó bien? – Preguntó de nuevo. Anthony sonrió y suspiró profundamente mientras las ganas de devolver volvían con fuerza.

-Ella sí… los que no la pasamos del todo bien fuimos Candy y yo… - Dijo Anthony llevándose las manos a su estómago como queriendo culpar a este de su malestar.

-¿Qué sucedió? – Preguntó Archie interesado en la salud de su primo al verlo pálido de pronto.

-Nada malo supongo. – Dijo Anthony seguro que pronto se pasaría como venía haciéndolo desde la tarde. – Solo que nos sentimos un poco indispuestos después de la cena. – Agregó una vez más el rubio.

-¿Están enfermos? – Preguntó Archie haciéndose un poco hacia atrás para evitar un contagio.

-Simplemente un malestar. – Dijo Anthony convencido de ello, mientras retiraba su corbata. – Lo que sí me molestó fue descubrir que la tía abuela me mandó seguir. – Dijo para sorpresa de Archie, quien abrió los ojos y volvió a acercarse a él para que le explicara mejor.

-¿Seguirte? ¿Qué quieres decir? – Preguntó Archie intrigado.

-Como lo oyes. – Dijo Anthony molesto al recordar que ella aunque había intentado negarlo, su actitud la había delatado. – Mandó dos hombres a seguirme. – Agregó una vez más.

-¿Con qué motivo? – Preguntó Archie sin comprender el motivo por el cual estaba siendo vigilado.

-Al parecer quiere saber todos mis movimientos. – Dijo una vez más Anthony.

-La tía abuela parece que no tiene nada más qué hacer más que arruinarnos la vida. – Dijo Archie molesto, porque gracias a ella él se había indignado mucho más por la mentira de Annie. Anthony suspiró pensando lo mismo. - ¿Qué vas a hacer? – Preguntó para saber lo que Anthony haría ante ese descubrimiento.

-Ya le advertí que parara de seguirme, que mejor se dedicara a seguir a Neal. – Respondió Anthony mientras arrojaba su saco a un lado.

-Hasta crees, él la tiene convencido que es un santo. – Dijo Archie con ironía.

-Tal vez… pero espero que por lo menos haya quedado duda en ella. – Decía una vez más el rubio esperando que así fuera.

Archie se despidió con el mismo ánimo que tenía desde que había perdido con Annie. Anthony lo miraba sin comprender por qué no iba a buscarla si tanto se preocupaba por ella, sin embargo el joven de cabellos largos seguía ofendido por según él haber sido engañado de aquella forma tan vil, lo que Anthony no imaginaba era el verdadero motivo por el cual no se acercaba a la joven de ojos azules, ya que ella misma le había advertido que jamás lo perdonaría y él, él era alguien que no se permitiría rogar.

Anthony tomó un poco de agua y se dirigió al cuarto de baño para lavar su rostro, la náusea había vuelto y con ello el cansancio que se incrementaba en su cuerpo, se dirigió a dormir y por primera vez en mucho tiempo se durmió profundamente sin haber tomado un baño.

Continuará…


Hermosas, terminamos por el día de hoy, espero que este capítulo haya sido de su agrado. Muchas gracias por su paciencia, no me canso de decirlo porque saben que no estoy acostumbrada a retrasarme en las historias. Espero pronto pueda a mi horario habitual.


AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

TeamColombia:

Hola hermosas, espero que estén muy bien. Muchas gracias por su preocupación, aquí seguimos todavía hasta que Dios nos lo permita.

Definitivamente Elroy es de armas tomar, tiene el poder, la influencia y las entrañas para hacer su santa voluntad y para mover todo a su alrededor con tal de salirse con la suya, esperemos que lo que sea que tiene planeado no le salga.

Hermosas, mil gracias por leer y sobre todo por estar al pendiente de cada actualización. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.

Bendiciones!

Rose1404:

Hola hermosa! Me alegra que estén muy bien, tú y tus pequeños por supuesto, se acerca la hora de parto, deseo de todo corazón que todo salga perfectamente bien.

Gracias por dejarme tú comentario amiga. Creo que los problemas de Cassie y de Annie las dejaron imposibilitadas para escuchar algo jijijijiji.

Albert tiene mucho trabajo, es demasiado para él solo y para George llevar tantos negocios y de pilón sortear con los problemas financieros que desata la guerra, el pobre no ha podido llegar para ver en qué se la andan gastando sus sobrinos.

Hermosa, mil gracias como siempre por leer y sobre todo por comentar. Te mando un fuerte abrazo amiga.

Bendiciones.

Cla1969:

Ciao stupendo!

Come stai? Spero che tu stia molto bene. Grazie mille per la tua preoccupazione. Al momento sto bene, grazie a Dio, si vedrà tutto in futuro, spero che vada tutto bene.

Gli uomini che seguono Candy e Anthony sono sicuramente opera di Elroy, questa donna è una bastarda purtroppo, spero che si calmi presto.

Bellissimo, ti mando un grande abbraccio, grazie per il commento.

Benedizioni!

Mayely León:

Hola hermosa, ¿Cómo estás? Muchas gracias por tú preocupación. Espero que estés muy bien, yo aquí ando todavía Gracias a Dios, esperemos que todo se desarrolle para bien.

Creo que Albert no acude al llamado de Anthony porque anda muy ocupado, este hombre siempre anda desaparecido y como lo policía aparece en el último momento.

Elroy es una persona difícil que no acepta un no por respuesta, esperemos que los rubios sepan hacer bien las cosas.

Amiga, te mando un fuerte abrazo, muchas gracias por comentar y por preguntar.

Bendiciones!

ViriG:

Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien. Muchas gracias por preguntar y por comentar! me alegra que te haya gustado los capítulos anteriores.

Definitivamente es difícil perdonar lo que hizo Archie, estuvo muy mal en poner los ojos en la hermana de la que era su novia, y tampoco estuvo bien el silencio de Annie, así que ambos se equivocaros, vamos a ver si pueden reconciliarse o alegan "diferencias irreconciliables" jjijijijijijiji.

Creo que Stear al igual que en el anime, intentaba tener ventaja de las flores que Anthony creó, solo que en esta ocasión para su novia, aunque ahora sí Anthony le dio la oportunidad de tomar uno de los rosales que habían salido de su experimento jajaja.

Amiga, aquí ando todavía dando lata, me molesta atrasarme en mis actualizaciones pero a veces es imposible no hacerlo. Muchas gracias por preguntar. Te mando un fuerte abrazo amiga.

Bendiciones!

Guest:

Hola hermosa, sí estuvieron intensos los capítulos anteriores, a ver qué te pareció este.

Te mando un fuerte abrazo, gracias por comentar.

Julie-Andley-00:

Hola hermosa, me alegra que te hayan gustado ambos capítulos. Muchas gracias por siempre leer y dejarme un comentario.

Te mando un fuerte abrazo amiga.

Bendiciones.

Luna Andry:

Hola Luna! ¿Cómo estás? Espero que muy bien.

Efectivamente Candy y Anthony son un par de jóvenes que a pesar de la época y ya considerarse "adultos" son solo dos jóvenes sin experiencia, a su corta edad no saben que "El diablo sabe más por viejo que por diablo" y definitivamente Elroy sabe por dónde actuar, tiene más poder, más experiencia y más armas para conseguir lo que se propone.

Así es Candy no tiene todo el poder económico de Elroy y mucho menos su experiencia y su mala entraña, esa vieja es mala.

Gracias por tu preocupación amiga, en estos momentos me encuentro bien, ojalá todo lo programado salga bien primero Dios y me permita seguir actualizando. Gracias por preguntar.

Te mando un fuerte abrazo amiga.

Bendiciones.

Silandrew:

Amiga hermosa, espero que todo esté bien con tú familia. Te mando un fuerte abrazo.

Bendiciones.

Usagi de Andrómeda:

Amiga, espero que estés muy bien y que te hayan gustado los capítulos.

Bendiciones.

gidae2016:

Hola hermosa, espero que te haya gustado el capítulo anterior. Te mando un fuerte abrazo.

Bendiciones.

Mía Brower Graham de Andrew:

Hola hermosa, espero que te estés de maravilla disfrutando de tu luna de miel.

Bendiciones.

María José M:

Amiga, ojalá que estés muy bien, te mando un fuerte abrazo.

Bendiciones.

Ster Star:

Amiga, ojalá que pronto puedas leer esta historia. Te mando un fuerte abrazo con mucho cariño.

Bendiciones.


Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras silenciosas, gracias por estar al pendiente de cada actualización, espero poder publicar de nuevo el próximo jueves. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes y por supuesto mis bendiciones.


GeoMtzR

10/12/2024.