Muy buenas tardes a todas hermosas, les comunico que no podré actualizar el día de mañana hasta nuevo aviso.

GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.

DESTINO

CAPÍTULO 30

Los titulares de los periódicos más importantes del país tenían la noticia. La mañana del 8 de mayo había sido anunciado en todas las secciones de la prensa el gran compromiso que se había pactado entre dos de las familias más importantes del país entero.

Candy había salido a trabajar como siempre tarde, revisando su reloj mientras deseaba en el fondo que su novio la estuviese esperando abajo para llevarla hasta el hospital, sin embargo para su mala suerte él no estaba ahí. Subió a la primera diligencia que había visto y rogó porque llegara a tiempo, no tomó importancia a que en las esquinas las personas se juntaban para obtener una copia de los periódicos que daban tan impactante noticia.

Llegó hasta el hospital y entró corriendo sin percatarse del hombre que la había estado siguiendo desde que salió de su departamento, este se había metido hasta la sala de espera del hospital sin importarle nada más.

-¡Buenos días Katherine! – Dijo Candy con emoción.

-¡Candy! ¡Buenos días! – Dijo Katherine sorprendida de ver a Candy llegar tarde. - ¡Te están esperando! – Dijo la joven pelirroja con el rostro muy sorprendido.

-¿Quién? ¿Ruth? – Preguntó Candy con un tremendo dolor de cabeza. Katherine negó a su pregunta.

-Es una señora muy elegante. – Dijo Katherine con cierto temor en su rostro. Candy abrió los ojos extrañada de que alguien con esa descripción la estuviera esperando. – El doctor Black pidió que pasaras a su oficina. – Dijo una vez más la joven con pena. Candy asintió y se dirigió hasta la oficina del doctor Black.

-Adelante. – Respondió el doctor desde el interior de su oficina en cuanto escuchó el llamado a la puerta. – Pase por favor señorita Britter. – La llamó por su apellido, algo que no hacía desde que la había contratado.

-Con su permiso doctor Black. – Se escuchó decir a Candy, quien no pudo evitar sentirse nerviosa ante la presencia de una dama que se mantenía dándole la espalda y que ni siquiera había tenido la decencia de voltear a verla.

-Déjanos solas Kurthban. – Dijo la mujer con la voz fría y reacia. Candy se estremeció con tan solo escuchar su timbre de voz, sin comprender el motivo por el cual ella había sido citada con esa mujer.

El doctor Kurthban obedeció de inmediato ante la orden que aquella mujer daba, mientras con los ojos Candy preguntaba a su jefe qué era lo que estaba sucediendo. Este simplemente suspiró y palmeó el hombro de Candy con nostalgia.

-Con su permiso. – Dijo disculpándose con la elegante dama que se ponía de pie de la misma forma, dando la espalda a Candy.

-Buenos días… - Decía Candy con nerviosismo, aquel llamado tan misterioso la hacía sentir muy nerviosa.

-Así que usted es la señorita Candice White Britter. – Dijo mirándola de arriba para abajo. Había llegado al lugar que ocupaba el doctor Kurthban Black, lo había despedido de su propia oficina y de pilón sabía su nombre, todo aquello le decía a Candy que aquella mujer era más importante de lo que parecía, pero seguía sin saber qué tenía que ver con ella.

-A sus órdenes. – Respondió Candy creyendo tal vez que necesitaba de sus servicios. La vieja Elroy sonrió con ironía y volvió a recorrerla con desdén, como pensando que no le servía para nada. Candy se sintió incómoda con aquel escrutinio tan poco amable al que era sometida. - ¿Necesita que le ayude con algún familiar enfermo? – Preguntó Candy intentando buscar una respuesta a lo que sucedía. Elroy no respondió, simplemente la miraba fijamente.

-¿No sabe usted quién soy yo? – Preguntó con cierta indignación, le era imposible pensar que aquella joven frente a ella no conociera a la gran Elroy Ardlay. Candy negó con nerviosismo. – Soy Elroy Ardlay. – Dijo con su voz de trueno, con esa voz implacable que utilizaba cuando quería imponer su presencia ante todos. Candy la miró sorprendida y hasta ese momento comprendió de quién se trataba.

-Señora Ardlay… - Dijo la rubia con nerviosismo.

-Veo que por lo menos has escuchado hablar de mí. – Dijo Elroy con suficiencia.

-Anthony me ha contado…

-¡El joven Ardlay, para ti! – Le interrumpió Elroy de inmediato, logrando que Candy pegara un brinco al no esperarse que esta levantara la voz tan repentinamente. Candy sintió que quería devolver de nuevo y su cabeza comenzaba a doler cada vez más ante la presión que sentía con la presencia de aquella mujer.

-Disculpe usted, señora Ardlay. – Dijo Candy intentando controlar su náusea. – Pero Anthony y yo somos novios desde hace un tiempo y estamos planeando…

-¡Anthony ya está comprometido con mi nieta, Elisa Leagan! – Dijo Elroy arrojando frente al escritorio el periódico en el que se podía apreciar la fotografía de Anthony y Elisa juntos, abrazados, mientras se leía el encabezado que anunciaba un compromiso entre ellos.

Candy sintió que sus piernas se aflojaban al ver que efectivamente el chico junto a la hermosa joven del periódico era su prometido. La pecosa recordó que aquella mujer quería obligarlo a casarse con esa joven que él le había dicho que no se casaría.

-Disculpe señora Ardlay. – Dijo Candy sin querer creer lo que estaba viendo en el periódico. – Pero yo soy la prometida de Anthony y…

-¡Sé muy bien quién es usted señorita! – Dijo Elroy pegando otro grito que obligó a Candy a sobresaltarse nuevamente. – Usted es una arribista que lo único que busca es el buen nombre de mi familia. – Dijo ofendiendo a Candy con sus palabras.

-Se equivoca usted señora. – Respondió Candy con temor de ofenderla, sin embargo no iba a permitir que le llamaran de esa manera.

-¡Por supuesto que no! – Dijo una vez más Elroy, estaba molesta con Candy y quería deshacerse de ella de una vez por todas. – Conozco a las jóvenes de su calaña, solamente buscan embaucar a los jóvenes ingenuos e inexpertos para aprovecharse de su fortuna y subir a una escala social a la cual no pertenecen. – Decía la mujer con verdadera saña.

-¡No le permito que me insulte señora! – Dijo Candy levantando la voz al igual que lo había hecho Elroy. La mujer la miró totalmente ofendida.

-Usted y la otra señorita de Ponny, se han burlado de mis nietos… - Dijo refiriéndose a Annie. Candy la miró sorprendida por la manera tan despectiva que se había referido a ella y a su hermana. – Escudándose en el buen nombre que una familia les otorgó de buena fe y que ustedes se permitieron sentirse que son más, cuando son simplemente un par de huérfanas pobres sin educación ni estilo…

-¡Basta! – Gritó Candy con fuerza, sin importarle ya que aquella mujer fuera la tía abuela de su novio. – No voy a permitir sus insultos. – Dijo Candy con las lágrimas asomándose a sus verdes ojos, con sus manos apuñadas mirando a Elroy fijamente. – Ni Annie ni yo tenemos la culpa de haber sido abandonadas, no es ningún pecado haber crecido en un orfanato y haber sido apoyadas por una familia noble que se encargó de cuidarnos… - Decía la rubia con las lágrimas recorriendo sus mejillas. Elroy por un momento sintió pena por aquella hermosa muchachita, sabía que no tenía la culpa de haber sido abandonada, pero eso no quería decir que le gustaba que se mezclara con su familia. – Además su nieto fue el que se burló de mi hermana y Anthony… Anthony está enamorado de mí y yo de él… con el que debería de hablar es con él y no conmigo. – Decía Candy para informarle que el único que debía tomar la decisión de alejarse de ella era él.

-¡Ya lo he hecho! Y ésta de acuerdo en casarse con Elisa. – Dijo para sorpresa de Candy… quien dio un paso hacia atrás ante aquella revelación de la matriarca.

-No es verdad… - Dijo Candy segura que le estaba mintiendo.

-Tú misma has visto el periódico… - Dijo Elroy con una sonrisa de triunfo. Candy la miró molesta, con las lágrimas recorriendo su rostro cuando la vieja pasó por su lado y la ignoró por completo. – Te advierto que te alejes de mi nieto… - Le dijo amenazante. Candy sintió un escalofrío al escuchar su voz advirtiéndole que se alejara de Anthony.

Elroy salió de la oficina del doctor Black y dejó a Candy envuelta en un mar de llanto, la rubia tomó el periódico que la vieja le había dejado y leyó con los ojos empañados de lágrimas la noticia con la que había amanecido Nueva York y que tenía a toda la ciudad impresionada por tan lujoso compromiso.

-No es verdad Anthony… - Decía Candy mirando la fotografía en la que se veía a un Anthony con una linda sonrisa al lado de una mujer con hermosos caireles y mirada fría, una mirada tan fría como la mujer que acababa de salir de ahí.

Candy comenzó a sentir que el aire le faltaba, su cuerpo se había debilitado y su necesidad de respirar se había acrecentado, comenzó a buscar aire de donde no había, mientras sus ojos se nublaban y ennegrecían todo su entorno.

-¡Candy! – Gritó el doctor Black una vez que había regresado a su oficina y había encontrado a Candy desmayada junto a su escritorio y con el periódico apuñado entre sus manos. - ¡Katherine, llame a Ruth de inmediato! – Gritó el doctor Kurthban para que la joven recepcionista se encargara de llamar a la enfermera.

Katherine corrió hasta la sala de enfermeras y llamó a Ruth quien al saber que el doctor Black la llamaba salió corriendo de inmediato. En la sala de espera un hombre que había seguido los movimientos de Elroy y de Candy permanecía a la espera de saber qué estaba sucediendo y por qué tanto alboroto.

-¡Ruth, ayúdeme con Candy por favor! – Dijo el doctor Black una vez que había visto que llegaba la enfermera. Ruth tardó en reaccionar, no le importaba mucho que Candy estuviera desmayada frente a ella. - ¡Apúrese por favor! – Dijo de nuevo el doctor y la enfermera obedeció.

Candy continuaba desmayada, su cuerpo no respondía a las sales que habían utilizado, ni al alcohol que le habían puesto en la nariz para que reaccionara. La llevaron a una habitación para esperar a que se recuperara y comenzar a hacerle unos estudios, al escuchar a Katherine que les había dicho que tenía varios días sintiéndose mal.

-Bien, no permitan ninguna visita. – Dijo el doctor Kurthban a Katherine. – Debo hacerle unos estudios y estar seguro que no es nada grave lo que sucede. – Agregó con firmeza para que la joven recepcionista no desobedeciera sus órdenes.

-Muy bien doctor… - Dijo Katherine con nerviosismo. – Y si es su prometido… - Dijo con la voz tímida. El doctor Black suspiró resignado.

-Mucho menos a él. – Respondió con cierta melancolía. – La mujer que vino es la señora Ardlay y me advirtió que si permito que ellos se sigan viendo me obligará a despedirla o retirará los fondos al hospital. – Dijo el doctor con pena.

-¡Pero eso es inaudito! – Dijo Katherine indignada por lo que había escuchado. El doctor asintió.

-Lo sé, pero tal vez es mejor que Candy se aleje de esa gente, ella es una muchacha buena y esa mujer es un demonio. – Dijo nuevamente el médico, retirándose para hacer los estudios pertinentes a Candy.

-¿Qué es lo que está pasando? – Preguntó el hombre que estaba siguiendo a Candy, quien con toda la desfachatez del mundo se había quedado en el interior del hospital, siendo obligado a quedarse por la vieja Elroy.

-Una de las enfermeras que se puso mal. – Respondió Ruth con indiferencia, no le importaba lo que sucediera con Candy, ella simplemente había seguido las órdenes de su jefe inmediato.

-¿Está enferma? – Preguntó el hombre con interés.

-No lo sé… ni me importa… - Dijo la mujer con cierta molestia. El hombre vio en aquella mujer una posible aliada para enterarse de lo que sucedía con Candy, había advertido que no tenía amistad con la joven pecosa y eso para él podría ser benéfico para cumplir con su encomienda.

-Te pagaré muy bien si me tienes informado de todo lo que suceda con la señorita Britter. – Le dijo mirándola a los ojos. Ruth abrió los ojos sorprendida por el ofrecimiento.

-¿Y usted qué gana con eso? – Preguntó un tanto desconfiada.

-Eso es asunto mío… te pagaré muy bien. – Dijo sacando de su saco un billete de alta denominación. Ruth lo tomó de inmediato y sonrió con malicia aceptando informar lo que sucedía con la rubia.

-Muy bien. – Dijo guardando el billete en el delantal de su uniforme. – Pero tendrá que esperar unos días. – Dijo la mujer dejando al hombre en la sala de espera, este asintió con una sonrisa de lado y se sentó tranquilamente de nuevo.

Anthony por su lado se sentía mucho mejor, había dormido más de la cuenta y se había levantado con prisa al ver que se había hecho tarde para llevar a Candy al hospital.

-Buenos días Anthony. – Saludó Stear a su primo.

-Buenos días. – Respondió el rubio con prisa.

-¿Ya viste el periódico? – Preguntó Archie al rubio sin saludar, Stear lo miró asintiendo para que lo viera porque era importante.

-¿Qué sucede? – Preguntó Anthony tomando aquella sección de sociales que le ofrecía el de melena.

-¿¡Pero qué es esto!? – Se preguntó Anthony arrugando con fuerza las hojas del periódico.

-Es el anuncio de nuestro compromiso. – Dijo Elisa con voz de triunfo, sintiéndose feliz porque a esa hora la mujer con la que andaba Anthony estaba enterada que ella y nadie más que ella era la prometida del rubio. - ¿Verdad que nos vemos muy bien en esa foto? – Preguntó Elisa con ironía.

-Esa es una foto muy vieja. – Dijo Anthony mirándola molesto.

-Siempre me gustó. – Respondió la joven intentando acercarse a Anthony, pero este la rechazó frente a sus primos sin la menor delicadeza. – Ahora estamos comprometidos y todo el país lo sabe. – Dijo Elisa con molestia, mirando a su primo con ganas de llorar por el coraje de sentirse rechazada.

-¡Tú y yo no estamos comprometidos! – Dijo Anthony molesto por lo que había leído. - ¿Dónde está la tía abuela? – Preguntó a Stear y a Archie, quienes lo miraban visiblemente molesto.

-No lo sabemos. – Respondió Stear.

-Salió muy temprano y no dijo a dónde iría. – Agregó Archie, quien también ignoraba el paradero de la vieja Elroy.

-Debo hablar con ella de inmediato. – Dijo Anthony para dirigirse al despacho y esperar a la matriarca, sabía que nunca salía por mucho tiempo.

-¡Anthony! – Dijo Elisa intentando hablar con él.

-Yo que tú no iría. – Le dijo Stear tomando a Elisa del brazo.

-¡Suéltame tonto! – Le dijo Elisa intentando zafarse de su agarre, sin embargo Stear la tomó con más fuerza y la acercó a él.

-Más vale que lo dejes en paz. – Le dijo el chico amenazante. – Tú y la tía abuela lo han llevado al límite y te aseguro que el joven caballeroso y paciente que ha sido, se acaba de ir muy lejos. – Le dijo con la voz suave pero segura de que así era. Elisa miró con miedo a Stear y luego a Archie, quien asentía apoyando lo que hermano decía.

-Es verdad Elisa. – Dijo Archie para que la joven dejara en paz a su primo. – Han despertado un lado de Anthony que no conocían, y te aseguro que no te va a gustar. – Le dijo con la misma voz que había utilizado su hermano.

-¡Son unos tontos! – Dijo Elisa al ver que sus primos se ponían frente a ella para no dejarla pasar a perseguir a Anthony.

-Lo que quieras. – Dijo Stear mirando a su prima. – Pero te aseguro que en estos momentos tú eres la persona que Anthony más odia en el mundo entero. – Le dijo sin tantita pena por la joven. Elisa abrió los ojos con sorpresa, le dolía saber que era verdad lo que decía Stear, así que sin pensarlo más, salió corriendo de ahí y subió las escaleras para refugiarse en su cuarto.

Stear y Archie se dirigieron hasta el despacho para acompañar a Anthony en la espera de la tía abuela, quien todavía no se aparecía por ningún lado.

-¡Esto es inaudito! – Decía Anthony mientras golpeaba con el periódico el escritorio.

-Tranquilo Anthony. – Decía Stear intentando calmar a su primo.

-¡No me pidas que me tranquilice! – Dijo Anthony con visible molestia. - ¡La tía abuela acaba de pasar sus límites con esta noticia! – Decía realmente ofuscado.

-Te entendemos Anthony, pero no puedes hacer nada hasta que hables con ella. – Dijo Archie seguro que la noticia ya había recorrido todos los rincones de la ciudad.

-Ahorita lo importante es hablar con ella y esperar que Candy no haya visto la noticia. – Dijo Stear pensando en la rubia. Anthony abrió los ojos con desesperación, queriendo hablar de inmediato con la tía abuela para poner realmente un alto a todo ese circo que insistía en armar.

-Candy debe estar en el hospital. – Dijo Anthony seguro que así era. – Solo espero que tampoco haya leído la noticia. – Decía preocupado por ella, intentando que volviera a creer en sus palabras. - ¡Tengo que hablar con ella! – Dijo mirando el reloj del despacho, ya era un poco tarde y la tía abuela no llegaba.

-Espera un momento Anthony. – Dijo Archie al ver que Anthony pretendía salir del despacho. – La tía abuela ya no debe tardar, después explicas a Candy. – Dijo una vez más el joven.

-¡No puedo esperar más! – Dijo Anthony con desesperación, sabía que Candy tal vez no había leído la noticia, pero quería asegurarse de ser él el primero en decirle lo que había pasado.

-Anthony… - Dijo la tía abuela de pronto, se había topado con él en la entrada del despacho.

-¿Qué es lo que ha hecho tía abuela? – Preguntó Anthony intentando contenerse.

-¿A qué te refieres? – Preguntó la matriarca, dudando por un segundo a lo que Anthony se refería, no sabía si era por lo del periódico o por haber ido a ver a la rubia. Anthony la miró fijamente.

-¡Sabe bien a lo que me refiero! – Dijo Anthony mirándola con desafío, mientras la mujer caminaba con tranquilidad hasta el escritorio para después sentarse frente a los jóvenes.

-Anthony, no te permito que me hables así. – Habló con tranquilidad, mostrando una paz que no sentía en esos momentos.

-¿Cómo quiere que le hable? – Preguntó Anthony acercándose al escritorio desafiante. – Si usted se ha empeñado en destruir mi vida. – Le decía con reclamo, recargándose sobre el mueble con ambas manos para acercarse a ella con enojo.

Stear y Archie estaban detrás viendo cómo Anthony le reclamaba a la mayor, quien intentaba controlar su temperamento.

-Déjennos a solas. – Les dijo a ambos Cornwell, quienes sorprendidos se miraron entre sí y acordaron salir.

-No… - Dijo Anthony seguro de que no quería que se fueran. – Ellos se quedarán, porque tienen derecho a saber que usted es una mujer manipuladora y sin sentimientos. – Dijo Anthony sin remordimiento.

-¡Anthony! – Dijo Elroy con sorpresa al escuchar la ofensa de su nieto. - ¡Esa mujer te ha comido el cerebro! – Dijo Elroy con molestia.

-¡No tía abuela! – Dijo Anthony seguro que Candy no era la que le había comido el cerebro. – Usted y Elisa se han dedicado a entrometerse en mi vida, me han convertido en un hombre que no conocía la capacidad de odiar, pero gracias a ustedes he conocido ese sentimiento de rencor y resentimiento, ni usted ni ella se merecen consideración alguna, ustedes han intentado destruir mi vida y mi felicidad sin contemplaciones, sin remordimientos, ¿Por qué ahora yo debería tenerla hacia ustedes? – Preguntaba Anthony con la mirada fija en la mujer.

-Porque soy una dama ante todo, además que merezco respeto porque soy tú tía abuela. – Dijo Elroy intentando sonar firme. Anthony negó con molestia.

-Es verdad que usted aparenta ser una dama…

-¡Anthony! – Dijo Stear y Archie al mismo tiempo, sorprendidos por las palabras que utilizaba en contra de la tía abuela. Anthony los miró a ambos con enojo.

-¡Es la verdad! ¡Una verdadera dama actúa como tal! – Dijo Anthony seguro de que estaba faltando a su educación, pero estaba tan molesto que no le importaba decir lo que tenía atorado en su pecho. – Una verdadera dama respeta la decisión de los demás, da su opinión y acepta su decisión, una verdadera dama no impone, no atosiga, no castra a los que están a su alrededor… - Decía Anthony con la quijada cada vez más trabada por el coraje.

-¡Es por tu bien! – Dijo Elroy sin saber qué más decir.

-Pues la felicito… - Dijo Anthony observando a la vieja con molestia. – Usted ha conseguido que todo el país se entere de un compromiso totalmente falso… - Dijo sonriendo con ironía. – Usted es la única culpable del ridículo que vivirá Elisa cuando se den cuenta que todo es una mentira y que el supuesto novio jamás se aparecerá a su falsa boda. – Dijo mirándola con la misma ironía.

-¡No te atreverás a dejarla en ridículo! – Dijo Elroy poniéndose de pie ante la amenaza de Anthony. El rubio sonrió de lado y negó varias veces.

-Usted es la culpable de todo… - Dijo Anthony dirigiéndose a la salida, no quería decir más cosas de las que pudiera arrepentirse, después de todo ella era su tía abuela, la mujer que lo había criado, quien lo había formado y le había dado los modales y la educación de un caballero. – Le aviso de una vez que no volveré a la mansión, ni a las oficinas… - Dijo antes de llegar a la puerta.

-¡Es inútil que vayas a buscarla! – Dijo Elroy tomando fuerza de donde no sabía. Anthony se detuvo en seco al escuchar lo que había dicho la matriarca. Giró su rostro esperando que siguiera hablando. - ¡Ella ya sabe que estás comprometido y te aseguro que después de haber hablado con ella no querrá saber más de ti! – Dijo la mujer con su rostro duro y mirada de triunfo. Anthony se dejó ir sobre ella y Stear y Archie tuvieron que detenerlo para que no hiciera una locura.

-¡Esto jamás se lo voy a perdonar, tía abuela! – Le dijo Anthony señalándola con su índice, advirtiéndole que jamás perdonaría sus acciones. – ¡Se lo advierto, no volverá a saber de mí y siempre recordará el ridículo que hará su nieta cuando todos se enteren que yo la desprecio por manipuladora y mentirosa! – Dijo Anthony soltándose del agarre de sus primos para después salir de inmediato de la mansión.

-¡Anthony! - Gritó Stear caminando deprisa detrás de él, sabía que tenía que alcanzarlo o podría cometer una locura.

Archie salió detrás de ellos, mientras la matriarca los miraba salir de la mansión. Elisa estaba al pie de la escalera y se detuvo en seco al ver que Anthony caminaba furioso a la salida.

-Serás la burla de todo el país. – Le dijo Anthony seguro de que iría a desmentir aquel compromiso en el cual querían obligarlo a aceptar con sus sucias trampas.

Elisa miró a Anthony con miedo, sintió en sus ojos el verdadero rencor, jamás lo había visto tan enojado y jamás había visto que la mirara con ese odio y ese rencor en sus hermosos ojos que en ese momento eran nubarrones de furia.

-¿¡Anthony a dónde vas!? – Preguntaba Stear desesperado por saber hacia dónde iba Anthony.

-¡A buscar a Candy! – Decía Anthony con molestia.

Stear y Archie se detenían viendo como su primo salía caminando de la mansión, era cierto que no quería saber nada más de los Ardlay, y con ello dejaba todo atrás, incluso el automóvil que había sido comprado con el dinero de ellos había dejado.

-Déjalo Stear, tiene derecho a hablar con Candy. – Dijo Archie seguro de que su primo tenía toda la razón del mundo para estar tan molesto.

Anthony tomó una diligencia directo al hospital, quería hablar cuanto antes con Candy y hacerle ver que todo lo que la tía abuela le había dicho era mentira, quería explicarle que aquella fotografía era de tiempo atrás, mucho antes de siquiera conocerla, mucho antes de que la tía abuela lo estuviera obligando a aceptar un compromiso que él rechazaba rotundamente.

Candy por su lado seguía en el hospital, se sentía muy cansada y además de todo dolida por las palabras de la vieja Elroy, tal vez ella tenía razón y Anthony debía casarse con Elisa, ellos eran del mismo mundo y ella no tenía nada que ver con el nivel de maldad que esa mujer desprendía de sus pequeños ojos llenos de amargura y maldad.

-¿Candy? – Preguntó el doctor Kurthban una vez que vio a Candy despierta.

-Doctor Black, ¿Qué hago aquí? – Preguntó Candy como si no se hubiera dado cuenta que había perdido el sentido por varias horas.

-Te desmayaste después de hablar con la señora Ardlay. – Respondió el doctor con cierta pena en su voz. – ¿Qué es lo que sucede Candy? – Preguntó el médico para saber bien lo que estaba sucediendo.

-Esa mujer… - Dijo Candy con dificultad, aún le dolía la cabeza.

-¿Te encuentras bien? – Preguntó el doctor acercándose a ella con ternura. Candy era como una hija para su gran amigo y sentía que le había fallado en cierta manera.

-Estoy bien… - Dijo Candy con un poco de mareo. – Es solo que mi cabeza… - Dijo Candy sosteniendo su cabeza con ambas manos.

-Candy, te hice unos estudios, pero es preciso que me digas cuáles son tus síntomas. – Dijo el doctor Kurthban para ver si él podía hacer algo antes de que tuvieran los resultados, ya que sabía que tardarían algún par de días a pesar de la premura.

-No lo sé… - Dijo Candy con tristeza. – Últimamente me he sentido muy cansada, con falta de energía, con mucho apetito… - Decía Candy recordando lo que sentía extraño en ella. El doctor la escuchaba atentamente.

-¿Ya antes te había pasado algo así? – Preguntó con seriedad. Candy negó después de pensarlo por unos momentos.

-He estado mareada también, incluso anoche me cayó mal la cena y…

-¿La cena? – Preguntó para saber más. Candy asintió.

-Salí a cenar con… Anthony… - Dijo con su voz verdaderamente apagada. El doctor la miró con ojos paternales.

-¿Por qué la señora Ardlay no quiere que estés con él? – Preguntó con intriga, él sabía que Candy llevaba un apellido digno para la familia. Candy levantó los hombros en señal de no saber el motivo.

-Tal vez porque soy muy poca cosa. – Dijo la rubia con sus ojos llenos de lágrimas. – También he estado más llorona. – Dijo intentando reírse de su situación.

-Son muchos síntomas ¿No crees? – Preguntó el doctor con ternura. Candy lo miró y asintió avergonzada.

-¿Sabe usted que tengo? – Preguntó Candy con interés.

-Puede que si… - Respondió intentando no preocuparla. – Llena este cuestionario, ahí viene más específica la información, mientras no nos adelantemos. – Dijo dispuesto a salir. Candy asintió y se puso a responder el cuestionario.

Ruth estaba detrás del médico, escuchando lo que decía Candy, por ese motivo el doctor Black había preferido no insistir con el tema de la señora Ardlay, era un tema delicado y sabía bien que aquella enfermera no tenía mucho afecto por la rubia.

-Por los síntomas que menciona, parece más que está esperando un hijo. – Dijo la enfermera que iba detrás de él.

-Puede ser otra cosa. – Respondió el médico con desdén a la mujer, sabía muy bien lo que podría ser, pero rogaba que no fuese cierto porque de lo contrario la joven pasaría por muy malos momentos al enfrentarse a una familia tan poderosa como eran los Ardlay.

Ruth se quedó en silencio una vez que el doctor Black se había ido de ahí, acercándose de inmediato al hombre que le había ofrecido dinero por darle información acerca de Candy.

-¿Y bien? – Preguntó el hombre al ver que la mujer llegaba con el rostro cargado de satisfacción.

-Le harán unos estudios, pero casi puedo asegurar que está esperando un crío. – Dijo Ruth con cierta satisfacción en su voz.

-¿De verdad? – Preguntó el hombre con interés, eso sí que era una gran noticia que darle a la vieja y al joven Leagan.

Aquel hombre sacó un billete más de su bolsillo y se lo ofreció a la enfermera, quien de inmediato lo tomó y lo guardó discretamente mientras aquel individuo se salía del hospital con prisa. Ruth lo observó sin preocuparse, a ella no le interesaba lo que estuviera haciendo, mientras le pagara ella estaba bien.

Anthony llegó al hospital dispuesto a ver a Candy, se sentía muy nervioso porque sentía que la pecosa tal vez no querría hablar con él.

-Katherine, buenas tardes. – Saludó a la joven pelirroja, quien de inmediato abrió los ojos con nerviosismo.

-¡Joven Ardlay! – Dijo Katherine mientras volteaba para todos lados. - ¿Viene a ver a Candy? – Preguntó con la voz más discreta que pudiera tener.

-¿Cómo está? – Preguntó Anthony seguro de que su novia no la estaría pasando para nada bien.

-Está dormida. – Respondió Katherine casi de inmediato. Anthony la miró confundido. – Por la mañana muy temprano vino una mujer a hablar con ella, dijo ser la señora Ardlay. – Dijo mientras miraba a su alrededor para cuidarse de que ni Ruth, ni el doctor Kurthban le llamaran la atención.

-La tía abuela… - Dijo Anthony seguro que era ella.

-No lo sé… pero estuvieron hablando mucho tiempo. – Decía Katherine con su voz apenas audible.

-¿Cómo está? – Preguntó Anthony impaciente por verla.

-Se puso mal después de hablar con ella, el doctor Black la encontró desmayada en su oficina y…

-Señorita… - Dijo el doctor Kurthban en cuanto vio a Katherine hablando con Anthony.

-Ya le dije que está dormida. – Dijo Katherine defendiéndose de su jefe. El doctor la miró con molestia y Anthony no comprendía el motivo.

-Venga conmigo joven, por favor. – Dijo el doctor a Anthony, quien de inmediato lo siguió hasta su oficina para que él le explicara lo que estaba sucediendo.

-¿Qué es lo que sucede doctor? – Preguntó Anthony con impaciencia, quería ver a Candy, quería saber por qué se había desmayado. - ¿Cómo está Candy? – Preguntó nuevamente con la misma impaciencia.

-Como Katherine ya le explicó ella se encuentra dormida en estos momentos. – Dijo el médico con paciencia.

-¿Pero qué sucede? ¿Por qué se desmayó? Tiene días sintiéndose mal y no pienso irme sin verla. – Decía Anthony con determinación. El doctor suspiró al ver que Anthony no cedería ante nada para ver a la rubia.

-Joven, por lo que sé usted y la señorita Candy están enamorados. – Dijo el doctor y Anthony asintió con desconfianza, no sabía que tenía que ver una cosa con la otra. – La señora Ardlay vino muy temprano esta mañana, amenazó con dejar sin recursos al hospital si permitía que usted siguiera frecuentando a Candy… - Dijo con pena.

-Eso es un asunto entre nosotros. – Dijo Anthony seguro de no dejarse intimidar.

-Y lo entiendo joven, créame que sí. – Dijo el doctor. – Sin embargo, si usted insiste en verla afectará no solo al hospital, sino también el empleo de la señorita Candy, ya que me vería obligado en la penosa necesidad de despedirla. – Dijo nuevamente. Anthony se puso de pie indignado.

-¡Eso es una cobardía! – Dijo Anthony seguro de que no era correcto lo que hacía.

-Lo entiendo, sin embargo en estos momentos necesitamos más que nunca el apoyo económico de los benefactores, con lo de la guerra y la falta de personas con solvencia económica, me obliga a pedirle por favor que intente ver a Candy lejos del hospital. – Dijo el médico con toda la pena que podía sentir por estarse entrometiendo en la vida de los jóvenes.

-Entiendo. – Dijo Anthony no muy convencido con la explicación, pero comprendía que la tía abuela era una persona muy vengativa y que haría hasta lo imposible por convencer a los demás de retirar los fondos económicos de ese hospital con tal de lograr su propósito, de todas formas él le pedía que la buscara lejos de ahí, no que se alejara de ella. – Gracias por su confianza. – Dijo Anthony agradeciendo que hubiera hablado con él de frente.

-No se preocupe por ella, le aseguro que se encuentra bien de salud. – Le dijo una vez más antes de que saliera de su oficina. Anthony ya no habló, simplemente agradeció con una media sonrisa.

Katherine vio salir a Anthony y abrió los ojos como queriendo decirle algo, sin embargo el doctor Kurthban salía detrás de él y eso la hizo sonreír simplemente, callando lo que tenía que decir al joven.

Anthony salió sin darse cuenta que Katherine había querido decir algo, pero percatándose de que el hombre que lo había estado siguiendo estaba detrás de él, el que seguía a Candy se dio cuenta de ello y se alejó de su compañero para no ser visto junto a él.

Anthony caminó hasta dónde estaba aquel hombre, lo había visto intentando pasar desapercibido, sin embargo el coraje y la furia contenida en su interior se apoderó de él y caminó hasta donde este hombre se dirigía.

-¡Ya deje de seguirme! – Le gritó Anthony con todo el coraje que pudiera tener en su pecho.

-¿De qué está hablando? – Preguntó el hombre intentando hacerse el desentendido.

-Que estoy cansado de que me esté siguiendo… ¡Déjeme en paz! – Dijo Anthony con fuerza.

-No sé de qué me habla muchacho. – Le dijo intentando controlarse, pero en el fondo sabía que aquel chico lo había descuebierto y él quería irse.

-Lo sabe perfectamente, así que si no quiere que le llame a la policía le advierto que deje de seguirme. – Dijo Anthony en tono amenazante, ya estaba cansado de que todos quisieran tener cuentas de sus actos.

Aquel hombre lo miró simplemente y asintió con una mueca que asemejaba una sonrisa, haciendo ver que estaba de acuerdo en lo que decía y que ya no lo seguiría más. Anthony lo miró fijamente, con molestia, sabía que él había dado toda la información de Candy a la tía abuela, así había sabido cómo encontrarla, su horario de trabajo, y no tenía caso que ella se fuera a su departamento si estaba seguro también conocía la dirección.

Mientras Anthony discutía con aquel hombre, el otro que se había mantenido oculto se encargó de seguirlo, ambos intercambiaban miradas, seguirían como lo habían estado haciendo, él más detestable se quedaría con Candy y el otro continuaría con la vigilancia de Anthony.

Candy por su lado recibía nuevamente una visita, esta vez sin la autorización del doctor Black, quien al haber estado hablando con Anthony no se dio cuenta que la matriarca había vuelto con la intención de ver una vez más a la rubia.

-¿Qué hace usted aquí? – Preguntó Candy al ver a la fría mujer frente a su cama.

Elroy la miraba con indiferencia, sin embargo tardaba en responder, simplemente la veía fijamente como si quisiera descubrir lo que la habían informado.

-¿Estás esperando un hijo? – Preguntó la mujer directamente. Candy abrió los ojos sorprendida por su pregunta, tan solo minutos antes había terminado el cuestionario que le había pedido respondiera el doctor Black y ella misma había pensado en esa posibilidad.

-Eso es algo que a usted no le interesa. – Respondió Candy con cautela, temía que fuese cierto y que esa mujer estuviera dispuesta a hacerle algo a ella y al posible bebé que esperara.

-Por supuesto que me importa. – Dijo Elroy segura que así era. - ¿Y bien? – Preguntó una vez más con frialdad.

-No… - Respondió Candy con duda, una duda que se vio reflejada en su rostro y que alertó a Elroy.

-¿Existe la posibilidad de que puedas estar embarazada? – Preguntó mirándola fijamente. Candy no respondió, simplemente desvió su mirada aceptando con ello que sí había una posibilidad de que eso fuera posible. - ¡No puede ser! – Dijo Elroy molesta por esa posibilidad, ella no contaba con algo así y eso era algo que interfería en sus planes, porque si Anthony no estaba dispuesto a casarse con Elisa, si la joven enfermera estaba embarazada mucho menos.

-Sí así fuera no es su problema, es problema mío. – Dijo Candy queriendo enfrentar con valor a la mujer que sabía tenía mucho poder.

-Te equivocas. – Dijo volviendo a mirarla fijamente. – Si estás esperando un hijo, ese niño tal vez sea un Ardlay. – Dijo la mujer con frialdad, una frialdad que caló hasta los huesos de Candy.

Un temor se apoderó de la joven enfermera, quien al pensar en la posibilidad de estar embarazada temió que aquella mujer se lo arrebatara de sus manos o peor aún que hiciera algo que pudiera lastimar a su hijo.

-Si estuviera embarazada ese hijo es solo mío. – Dijo Candy pensando en la posibilidad de criarlo sola, debía cuidar a su hijo aunque eso significara alejarse de Anthony.

-¿Quieres decir que no es de mi nieto? – Preguntó Elroy con aún más furia en sus ojos. Candy se equivocaba si el coraje y el odio que había visto en aquella mujer era todo el que podía tener en su interior.

-¡No estoy esperando un hijo! – Dijo Candy con desesperación, no podía negar que Anthony era el padre de su hijo si estaba embarazada, él era el único hombre con el que había estado y no quería que la tacharan de inmoral o de mujer fácil.

Elroy la miró fijamente, sabía que estaba mintiendo, tal vez no lo sabía aún a ciencia cierta porque era muy pronto para saberlo, pero ella sabía bien que podía averiguar si era así. De pronto sus planes habían cambiado, si Anthony esperaba un hijo con esa mujer ella debía criarlo, así como había criado a los Cornwell y al mismo Anthony.

-Te advierto que te estaré vigilando… - Dijo para sorpresa de Candy, quien abrió los ojos con temor por su advertencia. – Si estás embarazada pronto lo sabré, así como todo este tiempo he sabido todos tus movimientos y los de Anthony. - Dijo segura como si realmente hubiese sabido que entre los jóvenes ya había algo más allá de un simple noviazgo, pero hasta ese momento ella ignoraba hasta dónde había llegado aquel amor que su sobrino nieto tenía por aquella joven.

-Salga de aquí… - Le dijo Candy con temor, jamás en su vida había sentido tanto miedo por una persona como lo había sentido por aquella fría mujer.

Elroy salió de la habitación con el alma acelerada, sentía una emoción al creer que tal vez podría tener un bisnieto, se sentía renovada y dispuesta a tener a ese bebé si es que había uno, de lo contrario seguiría con su plan de casar a Anthony con Elisa a como diera lugar.

-Avísame en cuanto estén los resultados. – Dijo Elroy mientras pasaba cerca al hombre que seguía a Candy.

Candy se había levantado de la cama para ver que aquella mujer abandonara realmente el hospital, quería salir corriendo de ahí y esconderse de todo y de todos, también de Anthony, porque sabía que los resultados de su embarazo saldrían positivos.

Al responder el cuestionario se encontró con que los síntomas que venía padeciendo eran muy parecidos a los de un embarazo, pero al llegar a la parte donde le cuestionaban por su último período tuvo problemas para recordar cuándo había sido, llegando a la conclusión que había sido días antes de la primera vez que estuvo con Anthony, su corazón había dado un vuelco de alegría en ese momento, sin embargo ahí desde la ventana del hospital su corazón latía con mucho miedo rogando no estar embarazada, porque el hombre que se había detenido cerca de Elroy le daba mucho miedo.

Aquel hombre miró a Candy desde su posición y le sonrío con malicia, una malicia que hizo estremecer a Candy, obligándola a retroceder y a volver a su habitación.

-Candy. – Dijo Katherine al verla de pie cerca de la ventana. - ¿Qué haces aquí? – Preguntó tomándola de los hombros para llevarla a la habitación. – El doctor Kurthban te va a llamar la atención. – Dijo la pelirroja con mucho cariño, acompañándola hasta la habitación, mientras la pecosa observaba que aquel hombre no la perdía de vista.

-Katherine… - Dijo Candy con cautela. Katherine le sonrió para animarla a continuar. - ¿Quién es ese hombre? – Preguntó la rubia. Katherine giró su rostro para ver a quien se refería, pero aquel individuo ya se había ido.

-No lo sé, Candy. – Respondió la joven con una sonrisa. – Candy… Anthony vino a verte… - Le dijo intentando ser discreta. Candy abrió los ojos y dejó que la llevara de inmediato a la habitación.

-¿Qué dijo? – Preguntó Candy impaciente.

-Preguntó por ti, pero el doctor no me permitió que le diera información. – Dijo la joven mientras cubría a Candy. – Habló con él en su oficina y después él se fue. – Candy sintió un dolor en su pecho al escuchar que se había ido, las palabras de Elroy seguían resonando en su mente. – No te pongas triste, la vieja esa amenazó con retirar los fondos y despedirte si Anthony te sigue frecuentando. – Dijo la joven de prisa, temía que la descubrieran.

-Eso es injusto. – Dijo Candy pensando en todo lo que podía suceder si aquella poderosa mujer retiraba la ayuda al hospital.

-Lo sé pero…

-¿Cómo te sientes Candy? – Preguntó el doctor Kurthban a Candy, mirado a Katherine seguro que había hablado de más.

-Con su permiso. – Dijo Katherine al doctor y salió casi de inmediato.

-Estoy mucho mejor. – Dijo Candy con indiferencia.

-Candy… - Dijo el doctor al ver que la rubia estaba triste. – Quiero que sepas que tu novio estuvo aquí… - Le dijo con una sonrisa. Candy volteó a verlo esperando que le confirmara lo que Katherine le había dicho momentos antes.

El doctor Black comenzó a relatar la visita que había tenido por parte de Elroy y las amenazas a las que había incurrido para que él no permitiera que Anthony frecuentara a la rubia. Candy lo escuchaba sin sorprenderse del todo, ya que había conocido a esa mujer y sabía que era una mujer sin piedad.

-Pero yo no puedo hacer nada lejos del hospital. – Le dijo a Candy para que la joven entendiera que lejos de ahí terminaba su responsabilidad. Candy agradeció por lo que decía.

-Gracias doctor… - Agradeció Candy con una sonrisa rota, el doctor le sonrió y la dejó descansar, sin embargo la rubia no quería descansar, ella quería salir de ahí lo antes posible.

Candy se las arregló para salirse del hospital sin ser vista, sabía que la estarían siguiendo, sin embargo quería llegar cuanto antes al departamento, estaba segura que Anthony estaría esperándola para aclarar la noticia que había salido por la mañana, solo que no estaba del todo segura si querría enfrentarlo.

Continuará…


Hermosas, tronó la bomba y cada vez se complica más, espero que les haya gustado el capítulo.

Mi intención era publicar mañana, pero debido a una intervención quirúrgica no podré hacerlo, espero la recuperación sea pronta y pueda regresar de inmediato para continuar, de lo contrario espero no se desesperen.


AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

TeamColombia,

gidae2016,

Rose1404,

Cla1969,

Julie-Andley-00,

Mayely León,

ViriG,

Luna Andry,

Silandrew,

María José M.,

Usagi de Andrómeda,

Mía Brower Grahan de Andrew,

Guest,

Ster Star

y a todas las que leen de forma anónima, espero sus comentarios y espero pronto poder dedicarles mis agradecimientos de manera más personal.

Bendiciones para cada una de ustedes


GeoMtzR

11/12/2024.