Muy buen día, espero que estén muy bien. Les recuerdo que los personajes de Candy Candy No me pertenecen, sin embargo la historia es completamente mía. NO es para menores de edad o para personas sensibles al tema adulto.
GRACIAS POR SU COMPRENSIÓN.
DESTINO
CAPÍTULO 40
Candy estaba nuevamente afuera de las oficinas Andley, Annie la había convencido de que debía hablar con Anthony para decirle que habían tenido un hijo y que este quería conocerlo, sin embargo el nerviosismo de la pecosa era intenso, no sabía cómo presentarse ante él, estaba totalmente nerviosa y con temor de soltarse a llorar o de arrojarse a sus brazos, pero sabía que no debía hacerlo porque ahora él era un hombre comprometido y próximo a casarse.
-¿Cómo voy a resistir tenerte tan cerca? – Se preguntaba Candy con impaciencia.
La señorita Clark había permitido que Candy esperara a Anthony, ella sabía que su jefe había estado impaciente preguntando todos los días por si la pecosa se había vuelto a aparecer y aunque en esos momentos había pedido no ser interrumpido, le había pedido que esperara hasta que se desocupara.
-Señorita, creo que mejor vuelvo otro día. – Dijo Candy después de haber esperado por más de treinta minutos. Tenía que ir a ver a su hijo, y aunque sabía que Albert no trabajaba ese día no quería abusar de su confianza.
-No se vaya señorita. – Dijo la joven secretaria que impaciente esperaba que Anthony terminara su reunión para poder decirle que lo estaban esperando. Candy le sonrió con pena.
-Solo unos momentos más. – Dijo Candy con el mismo nerviosismo que había tenido todo ese tiempo.
Unos minutos después el representante de los empleados salía de la oficina de Anthony. La señorita Clark sonrió aliviada al saber que Candy seguía ahí esperado a su jefe, ella sabía que la joven frente a ella era alguien importante para el joven Ardlay, porque de lo contrario no hubiera preguntando con tanta insistencia por ella.
-Adelante. – Dijo Anthony sin poner atención en la joven. Estaba muy metido en los papeles que tenía en sus manos.
-Señor Brower. – Dijo la joven con respeto. – Lo buscan… - Dijo con una gran sonrisa la secretaria, sentía que era algo bueno lo que estaba por venir para su nuevo jefe.
-Deme unos minutos señorita Clark y lo hace pasar. – Dijo Anthony sin preguntar quién era la persona que lo estaba esperando. La secretaria asintió sin decir más y se dirigió hasta Candy.
-En un momento más la recibirá. – Dijo la joven ante el asombro de Candy, quien sintió en su pecho un dolor profundo al pensar por un momento que la recibiría de inmediato. – Pase… - Le dijo la joven amablemente, permitiendo que Candy pasara a la oficina que Anthony ocupaba.
-Adelante… - Dijo el rubio sin imaginarse que aquella persona que llamaba a la puerta de su oficina era nada más y nada menos que Candy, de lo contrario no había permitido que se quedara esperando por más de un minuto.
-Con permiso… - Dijo Candy con timidez. El rostro de Anthony se congeló al escuchar la voz de la rubia, quien entró cerrando con cuidado la puerta.
Anthony se levantó de su lugar como impulsado por un resorte, casi corriendo hasta la pecosa, quien con nervios y todo se quedó inmóvil sin saber qué hacer cuando lo vio correr hacia ella.
-¡Candy! – Le decía con el corazón acelerado, abrazándola con fuerza, acariciando su espalda mientras la pobre enfermera se aguantaba las ganas de abrazarlo con la misma fuerza que él la abrazaba. – ¡Dios! Te he estado buscando pecosa… - Le decía Anthony con el corazón latiendo a mil por hora, queriendo que ella también lo abrazara con la misma fuerza con la que él la recibía, sin embargo el nerviosismo de Candy impedía que lo abrazara con esa misma emoción que sentía latiendo en su corazón, el recuerdo de la joven que pedía hablar de su boda seguía latente en su mente.
-¿De verdad…? – Preguntó Candy con cierta timidez, dudando de las palabras de Anthony, porque ella sabía que podría haberla buscado por medio de Annie, quien al ser famosa en la ciudad era obvio dónde podría localizarla.
Anthony se separó de ella y la miró a los ojos, perdiéndose una vez más en su mirada esmeralda.
-Hace unos días me enteré de todo… - Dijo Anthony sin dejar de mirarla a los ojos, buscando en aquella mirada el amor perdido años atrás. Candy lo miró con sorpresa y se apartó de su lado, si seguía mirándola con esa intensidad ella misma se arrojaría a sus brazos sin importarle que estuviera comprometido.
Anthony la observó caminar hasta su escritorio, la sentía esquiva y le dolió el alma de pensarla en los brazos de alguien más. Se detuvo detrás de ella, sin atreverse a tocarla, su respiración se depositaba muy cerca de su oído. Candy cerraba sus ojos sin atreverse a voltear su rostro, su pecho agitado subía y bajaba presa de la ansiedad que la asaltaba al tenerlo tan cerca y creerlo tan lejos de su alcance. Sus respiraciones se unieron a un mismo ritmo, su aliento se envolvió en su respiración y atravesó su ansiedad al mismo tiempo que el rubio se decidió a tomarla por la cintura y atraerla hacia él. Candy reprimió un gemido al sentir el calor de su mano atravesar su abrigo.
-No puedo creer que estés aquí… - Dijo en un susurro que caló hasta el fondo del corazón de Candy.
Candy contuvo su aliento al sentir su cercanía, no podía alejarlo, no quería hacerlo, habían sido muchas noches en vela anhelando su contacto, anhelando tenerlo a su lado, respirando su aliento, sintiendo sus manos tocar su cuerpo y estaba ahí, en ese momento lo tenía tan cerca, tan deseado.
Anthony sintió un gran gusto que ella no lo rechazara, podía sentir la respiración agitada que se mezclaba con la de él, su cuerpo temblaba a su contacto y eso hizo que la acercara más a su cuerpo, con precaución, no quería ofenderla, no quería obligarla a aceptarlo de nuevo, a pesar del miedo que sentía en su interior por saberla tal vez ajena, no deseaba irrumpir en su vida y voltearla de cabeza, pero las ganas de sentirla así tan cerca lo estaba torturando.
-Anthony… - Candy suspiró su nombre. Anthony se tensó ante aquel llamado que aunque apenas audible, para él sonó como una súplica.
Anthony rodeó su cintura con ambas manos, aferrándose a su cuerpo para acercarla más a él, permitiéndole sentir el calor que emanaba de su cuerpo, acostumbrándose una vez más a su aroma, ese aroma tan añorado que inundaba una vez más sus fosas abrumándolo como una sentencia, recordándole tantos años de felicidad y tortura por su pérdida. Candy no se movió, por el contrario recargó su cabeza contra su pecho, permitiendo que su cuerpo se uniera a esa maravillosa sensación que la llenaba por completo, aquella sensación que rayaba en el olvido y que por unos momentos quería volver a sentir aunque fuese egoísta por desearlo.
-Candy… - La llamó en un susurro, sus labios rozaban su oído, su aliento golpeaba aquella parte tan sensible de su cuerpo. La giró lentamente hacia él, con cuidado de no obligarla, permitiendo que ella cooperara con aquella necesidad que él tenía de ella una vez más.
Su mente viajó hasta el último día que la tuvo entre sus brazos, aquella mañana en la que decidido había salido a buscar los documentos para convertirla en su esposa. Sus miradas se encontraron por unos segundos y Candy cerró sus ojos aceptando aquel beso que él le anunciaba con la mirada. Anthony sonrió sin poder creer tremenda dicha y con la delicadeza con la quien besa a un recuerdo, tomó sus labios y los acarició con los propios, con un toque suave, con un roce tímido mientras sus manos terminaban de ponerla frente a él.
El beso fue leve, tierno, suave, un beso tan esperado pero al mismo tiempo tan necesitado, un beso que quería confirmar que ella era real y no un espejismo que había llegado hasta él para recordarle la soledad que sentía en su alma.
Candy se colocó de puntillas y alcanzó su cuello con ambas manos, permitiéndose sentir aquel gozo en su alma, permitiéndose robar aquellos labios una vez más que si bien tal vez ya no le pertenecían, buscaban la misma dicha que les fue robada por el tiempo.
Anthony sintió aún más la necesidad de tomar su boca y profundizó el beso con audacia, colocando entre sus labios su lengua traviesa que buscaba explorar nuevamente su interior. Candy tenía la mente perdida en las emociones que creía perdidas, descubriendo que aquella mujer que había estado dormida por tanto tiempo comenzaba a despertar de su largo sueño. Su cuerpo reaccionó y se estremeció ante el beso añorado, ante aquel beso que mantuvo en su mente y que jamás llegaba, aquel beso que deseaba jamás terminara y se convirtiera nuevamente en parte de su alma.
Anthony la colocó encima del escritorio y continuó con su largo beso, disfrutando cada una de las emociones que su alma despertaba, permitiéndose ser ese joven adolescente del pasado quien inexperto descubría los pétalos de su hermosa flor. Candy separó sus piernas y se permitió sentir la firmeza de Anthony, quien igual que ella sintió desfallecer al recordar aquella mágica sensación que había quedado en el olvido. Sus labios recorrieron su cuello y ella buscaba el aire necesario para respirar. Las manos de Anthony recorrían su espalda y le ayudaban para acercarla más hacia su pelvis firme y dispuesta para ella.
El sonido de la puerta los llamó a su realidad. Anthony se separó agitado de su amada Candy, quien enrojecida por la vergüenza se separó de él bajándose del escritorio.
-¿Sí? – Preguntón Anthony intentando sonar normal.
-Disculpe señor Ardlay. – Dijo la señorita Clark con cierta pena por interrumpir, pero ya era su hora de salida. – Quería saber si no se le ofrecía nada más… - Dijo sin la intención de abrir la puerta.
Anthony miró a Candy ya lejos de él y sonrió con tristeza acercándose a la puerta de su oficina. Abrió frustrado por haber sido interrumpido.
-Muchas gracias señorita Clark, puede retirarse… la veo el lunes. – Le dijo con una sonrisa amable, invitándola a retirarse de las oficinas. La joven sonrió y con la discreción que siempre manejaba se retiró del lugar.
Anthony cerró la puerta de nuevo, pero sintió de nuevo esa lejanía con la que Candy había llegado, era inevitable pensar que ella tenía algún otro compromiso. Candy lo miró con una sonrisa tímida, sabía que había hecho mal y se sentía culpable por haberse dejado llevar por sus sentimientos, pero ¿Cómo evitar lo que su corazón sentía? ¿Cómo evitar ese amor que había estado en pausa tanto tiempo y que en ese momento se había desbordado frente a ella? Agachó su rostro evitando encontrarse con el azul de su mirada y Anthony se sintió morir.
-Alexander… - Dijo Anthony con precaución, quería saber de su hijo aunque sintiera que el corazón estuviera a punto de reventar de dolor.
-Él quiere conocerte… tú eres su padre... - Dijo Candy sin reparar que él ya sabía su nombre. Anthony sonrió con cierta nostalgia, él también deseaba conocerlo.
- Lo sé… - Dijo Anthony seguro que sabía que era así. Candy sonrió aliviada de que él hubiese confiado en ella.
– Si tú quieres puedes venir conmigo a nuestro hogar… - Dijo la rubia invitando a Anthony a conocer a su hijo.
El corazón de Anthony latía una vez más con emoción, deseaba tanto conocer a su pequeño que no podía esperar más tiempo.
-Por supuesto que quiero conocerlo… - Dijo Anthony con una sonrisa ilusionada y al mismo tiempo rota, le dolía saber que había perdido a la mujer de su vida.
Candy se dirigió a la salida, sorprendiéndose porque al salir Anthony de su oficina, llevaba puesto el gorro y los guantes que le hubiera regalado la primera y única navidad que habían pasado juntos. Ella sonrió con nostalgia al verlo usar aquellas prendas compradas con tanto amor e ilusión y a pesar de ya no ser aquella joven adolescente, el amor que había surgido aquella época seguía aún latente en su interior.
-Te dije que los conservaría por siempre… - Dijo Anthony al ver que los ojos de su amada pecosa se posaban con nostalgia en aquellas prendas.
-Gracias… - Le dijo Candy mostrando ante él el reloj que él le había obsequiado, así como la cadena que aún pendía de su cuello. – Espero que no te importe… - Dijo una vez más cuando se dio cuenta que Anthony observaba el anillo de compromiso que él le había otorgado años atrás.
-No… - Dijo Anthony tomando su mano para besarla suavemente. – Gracias por conservarlo… - Le dijo con las ganas de hacer aquella pregunta que lo quemaba por dentro, sin embargo no se atrevió al sentir que la rubia retiraba su mano con timidez. – Vamos… - Dijo sin agregar más.
Candy sintió que su corazón se desgarraba al huir de sus sentimientos, sentía que su corazón quemaba al reprimir lo que estaba sintiendo, pero sabía que debía dejar de lado lo que ella sentía para permitir que su hijo pudiera por fin conocer al ser tan maravilloso que había participado para traerlo a la vida.
Anthony abrió la puerta de su automóvil y ayudó a la rubia a adentrarse en su interior. Un destello de recuerdos asaltaron sus mentes, ambos sonrieron una vez más con nostalgia, aquella escena la habían vivido una infinidad de veces, solo que en otro escenario. Anthony se subió al lado del piloto y esperó que Candy le indicara por dónde ir. La incomodidad era mucha y las ganas de preguntar y reclamar se quedaban atoradas en sus gargantas, él quería preguntar, ella quería reclamar, ambos tenían sus ideas y ninguno se sentía con el derecho de intervenir en su mundo, solo aquel hijo que los unía era el motivo por el que estaban juntos y el amor, el amor que sentían todavía el uno por el otro sangraba en la esquina del recuerdo, donde había sido guardado esperando su regreso.
-¿Es aquí? – Preguntó Anthony observando el exterior del Magnolia, un edificio pequeño y acogedor.
-Sí… - Respondió Candy sin saber qué más decir, no era como el edificio tan elegante en el que había vivido en Nueva York, sin embargo era el lugar que ella había podido costear a la llegada a la ciudad, después Annie le ofreció moverse a un lugar más céntrico y mejor ubicado, pero estaban viviendo tan a gusto que decidieron quedarse ahí. – Annie y yo vivimos juntas… - Dijo Candy para hacer plática, se sentía tan nerviosa que no sabía cómo actuaría ella frente a su hijo.
-Stear me comentó que es una reconocida diseñadora. – Dijo Anthony al recordar a la antigua novia de su primo. Candy asintió.
-Le ha ido muy bien con sus diseños. – Dijo Candy orgullosa del talento de su hermana. – Ella se ha mantenido a mi lado todos estos años, ayudándome con Alexander… - Agregó reconociendo que su hermana había sido un gran apoyo todos esos años de lucha y soledad.
-¿Y Cassie? – Preguntó Anthony una vez más.
-Ella se casó con Terry… - Dijo Candy apenada por mencionar al rebelde que había sido un dolor de cabeza para Anthony en su relación. – Tienen una hija, juntos… Julieta… - Dijo una vez más la rubia.
-Me alegra por ella. – Dijo Anthony sincero, él deseaba que la joven hermana de Candy fuera feliz al lado de su hija y del actor.
Anthony bajó del vehículo y ayudó a Candy a descender, tomó su mano y fue inevitable que ambos volvieran a sentir aquella corriente instantánea que los recorría, al sentir el contacto de sus manos. La respiración de Candy se cortó al ver una vez más lo profundo de su mirada, aquellos ojos azules que se perdían en ella y en la que ella adoraba buscar su reflejo. Anthony se acercó deseando no lo rechazara nuevamente, sin embargo la rubia desvió su rostro y evitó así un nuevo beso.
-No es correcto… - Dijo Candy refiriéndose a que él estaba comprometido y Anthony lo interpretó como que ella ya estaba con alguien más.
-Lo entiendo… - Dijo Anthony alejándose de ella de un paso. Candy sintió que su corazón sangraba al sentirlo alejarse de ella, apretó su mano buscando fuerza en su interior para poder continuar.
La rubia caminó hasta la reja del edificio y Anthony caminó detrás de ella, aguantando las ganas de llorar, porque debía ser fuerte para conocer a su hijo, no debía verlo derrotado, no cuando su madre y él habían comenzado una nueva vida al lado de alguien más.
Candy abrió la puerta del departamento que le correspondía seguida de Anthony, quien observaba el sencillo pero limpio lugar en el que su hermosa pecosa y su hijo habían vivido los últimos años.
-Alexander. – Dijo Candy con cierto nerviosismo en su voz. Annie fue la que salió de la cocina al escuchar el ruido de la puerta.
-Buenas tardes Candy. – Saludó la joven con una gran sonrisa, la cual pronto se volvió sorpresa cuando vio que detrás de ella entraba Anthony. - ¡Anthony! – Dijo con un susurro lleno de sorpresa.
-Buenas tardes, Annie… - Dijo Anthony con una sonrisa sincera en su rostro, demostrando que le daba gusto volver a verla. – Me alegra volver a verte. – Dijo extendiendo su mano para saludarla.
-Lo mismo digo, Anthony… - Dijo Annie con nerviosismo en su voz, pero con una sonrisa franca y llena de sinceridad.
-¿Dónde está Alexander? – Preguntó Candy extrañada porque su pequeño remolino no había salido esta vez a saludarla.
-Está en la habitación. – Dijo Annie con pena. Candy la miró confundida por la expresión de su rostro. – No sé qué tiene, desde que llegué se encerró en su habitación y no ha salido de ahí. – Dijo explicando una vez más lo que sucedió cuando llegó al departamento.
-¿Pasó algo malo? – Preguntó Anthony preocupado por su hijo.
-No lo sé en verdad. – Dijo Annie apenada por no saber qué le sucedía al pequeño Alexander. – No quiso hablar conmigo, me dijo que se iría a dormir… - Dijo una vez más la ojiazul.
Candy miró a Anthony y se disculpó con él con la mirada, este asintió aceptando que fuera ella la que investigara qué era lo que estaba sucediendo, porque aunque quisiera pasarse directamente hacia él no podía hacerlo sin que el pequeño se enterara antes de su presencia.
-Alexander… - Dijo Candy entrando con sigilo a una habitación totalmente oscura. - ¿Qué sucede cielo…? – Preguntó la rubia al darse cuenta que su hijo estaba despierto dando la espalda a la puerta.
-Nada… - Respondió el menor con nostalgia, podía sentirse en el timbre de su voz la tristeza que lo embargaba.
-¿Quieres hablar de ello? – Preguntó Candy con interés en las emociones de su hijo. Alexander se sentó sobre la cama y miró a su mamá con el rostro entristecido.
-Solo pensaba en ti… - Le dijo abrazándose a ella con ternura, dando un beso en su frente y abrazándola con mucha fuerza. Candy sintió que aquel abrazo le reconfortaba el alma y le daba fuerza para enfrentar la situación que se venía con respecto a su padre.
-¿Y pensar en mí, te pone triste? – Preguntó Candy con una sonrisa nostálgica en su voz. Alexander negó con una sonrisa radiante.
-Tú eres la única que puede hacerme feliz mamá… - Le dijo abrazándola una vez más con fuerza.
-Alexander… - Le dijo Candy emocionada con la manera tan dulce y tierna de sentirse amada por su hijo, aquella forma de quererla le recordó una vez más a su padre. – Hijo… hay alguien que quiere verte… - Le dijo la rubia con cierta ansiedad en su voz.
Alexander se separó de su madre para adivinar quién era la persona que quería verlo, sabía que Albert se había ido por un dolor de cabeza que lo había asaltado repentinamente, sabía que su tía Annie estaba en el departamento, pero recordó que no la había querido ver cuando llegó. El niño agachó su cabeza, apenado por no haber querido saludar a su madrina.
-¿Mi tía Annie? – Preguntó con cierta pena, creyendo que su madre le daría un castigo. Candy negó con una sonrisa llena de ilusión y los ojos llenos de lágrimas. Alexander la observó esperando que le dijera quién era esa persona que quería verlo.
-Es tú papá… - Le dijo Candy con toda la emoción que sentía en su pecho, mientras sus ojos lloraban de dolor y felicidad, dos sentimientos encontrados en su pecho que le provocaban ese llanto.
-¡No quiero verlo! – Dijo de pronto Alexander, ante la sorpresa de Candy y la decepción de Anthony que estaba escuchando junto con Annie porque la puerta de la habitación había quedado entre abierta.
-¡Alexander! – Dijo Candy sorprendida por su reacción, ya que él siempre le había insistido en que quería ver a su padre en persona.
-¡No quiero verlo mamá, él está comprometido y no quiero verte llorar por su culpa! – Dijo una vez más el pequeño, quien demostraba a Candy el motivo por el cual había estado sufriendo solo en su habitación.
-Amor… cielo… - Decía Candy intentando calmar la emoción de su pequeño. – Sé que tu padre está comprometido con alguien más pero…
-¿Comprometido? – Preguntó Anthony atreviéndose a entrar una vez que avisó con la mirada a Annie lo que haría, la joven asintió para darle la oportunidad de que se defendiera. – ¿Mark? – Preguntó de nuevo el rubio, sorprendido al ver que aquel pequeño que estaba frente a él no era otro más que el pequeño Mark.
-¿Mark? ¿Quién es Mark? – Preguntó Candy confundida por la pregunta y la actitud de Anthony. Alexander bajó la mirada apenado al ver que su madre estaba a punto de descubrirlo. Anthony miró a Alexander buscando una explicación.
-Mi nombre no es Mark… - Dijo Alexander con cierta timidez. – Yo me hice pasar por otro niño para conocerte. – Explicó con cierta pena en su voz.
-¿Qué estás diciendo? – Preguntó Candy sorprendida por darse cuenta que su hijo y Anthony ya se conocían.
-¡Yo quería conocerlo! Sabía que venía a Chicago y le pedí al tío que me llevara al centro. – Dijo Alexander descubriendo por fin su secreto.
-¿Cuándo pasó? – Preguntó Candy preocupada al imaginarse a su hijo solo por las calles de Chicago. Alexander abrió los ojos llenos de culpa al ver la preocupación en los ojos de su madre, él que tanto quería verla sonreír era culpable junto a su padre de su tristeza y preocupación.
-Escuché cuando tía Annie decía que papá llegaría a la ciudad. – Dijo Alexander explicando lo que había hecho para conocerlo. – Quería conocerlo… - Dijo levantándose de la cama para después buscar entre sus cosas el recorte de periódico que Candy había estado buscando días atrás. Candy abrió los ojos al ver que su hijo tenía aquel recorte entregándoselo a ella.
-Conocí a Mark… Alexander… - Corrigió Anthony al ver que era el mismo pecoso que lo había embestido el día que llegó a la ciudad. – El día que llegué a Chicago, venía corriendo no supe de donde, pero de pronto me impactó y caímos juntos al suelo. – Dijo Anthony con los ojos llenos de lágrimas, observando fijamente a su pequeño hijo, quien en ese momento su mirada tomó la forma del amor que tenía reservado para él. – Me dijo que su padre se había ido… - Dijo una vez más Anthony, uniendo todas las conversaciones con su hijo haciendo que encajaran perfectamente en su historia de vida. – Mamá llora todas las noches por él… - Recordó las palabras de su hijo y miró a Candy con culpa.
-Pero ahora tú te vas a casar… - Dijo Alexander con los ojos llenos de lágrimas, con la inocencia rota en su mirada y con la fuerza necesaria en su corazón para defender a su madre, reprochando con sus palabras la acción que creía realizaba su padre.
-¿Casarme? ¿Pero de qué estás hablando? – Preguntó Anthony sin comprender de dónde había salido tal información.
-Tú me dijiste que estabas comprometido… – Le respondió Alexander nuevamente, con ese reproche en su voz.
-Yo vi a esa señorita decirte que quería hablar de su boda… - Dijo Candy dando la razón a su hijo. Anthony sonrió con ternura y con cierto alivio, comenzando a comprender el motivo de la esquiva actitud de su pecosa.
-Elisa hablaba de su propia boda. – Dijo Anthony mirando a Candy, quien abrió los ojos sorprendida por lo que decía el rubio, porque a pesar de que adivinaba que aquella hermosa joven era la misma con la que querían comprometerlo en el pasado, había algo en los ojos de Anthony que hicieron sentir alivio. – Elisa se casará dentro de poco con Tom… - Dijo una vez más el rubio con una gran sonrisa.
-¿Con Tom? – Preguntó Candy confundida por enterarse de la identidad de la joven con la que su hermano se había comprometido, comprendiendo hasta ese momento el motivo por el cual Tom se había mantenido tanto tiempo ocultándola de ella y de Annie. Anthony asintió con una sonrisa más aliviada.
-¿Entonces por qué me dijiste que estabas comprometido? – Preguntó Alexander sin comprender aún el motivo por el cual su padre le había hablado de un compromiso.
Anthony sonrió mirando a Candy, quien también esperaba con impaciencia aquella respuesta. Tomó la mano izquierda de Candy con total ternura y la besó frente a los ojos de un sorprendido y feliz Alexander, a quien aquellas muestras de amor hacia su madre le causaban una gran felicidad.
-Hace más de cinco años… - Dijo Anthony mirando a Candy a los ojos. – Yo le pedí matrimonio a tu mamá… - Dijo una vez más con la voz llena de emoción y los ojos cristalinos, no podía recordar aquel momento sin recordar lo que había sucedido después. – Ella aceptó y yo salí a buscar los papeles necesarios para hacerlo oficial… a partir de ese momento quedé comprometido para siempre… - Dijo besando nuevamente la mano de la pecosa, quien soltaba sus lágrimas víctima de la emoción que sentía en ese momento. Afuera de ahí, Annie también lloraba de la emoción al saber que como ella lo había intuido, Anthony seguía amando a Candy.
-¿Entonces estás comprometido con mi mamá? – Preguntó Alexander con emoción, mirando a su padre con orgullo una vez más.
-Jamás podría comprometerme con alguien más… mucho menos después de saber que estaban con vida. – Dijo mirando a su hijo, esperando que aquel pecoso lo abrazara.
Alexander pareció leer las intenciones de Anthony, porque justo en ese momento se arrojó a sus brazos con fuerza, permitiendo que él lo rodeara con ambos brazos. Las lágrimas de Anthony comenzaron a correr, su corazón latía emocionado, feliz de saber que su hijo lo aceptaba y de ver en los ojos de la pecosa aquel amor infinito que siempre le demostró con solo mirarlo.
Anthony atrajo a Candy a su lado, dedicándose a abrazar a las dos personas más importantes en su vida, dejando caer las lágrimas que eran imposible de detenerse de sus ojos, agradeciendo infinitamente al cielo por haberle permitido recuperar aquello que creía perdido para siempre. Los besos no tardaron en llegar, Anthony comenzó a besar el rostro y los rizos de su tremendo diablillo, quien reía feliz por sentir por fin por primera vez ese amor paternal que siempre había deseado. Las carcajadas de Alexander eran música para los oídos de Anthony, quien reía junto con él mientras las lágrimas antes de tristeza ahora se tornaban en lágrimas de felicidad. Candy reía junto a ellos y al mismo tiempo que se limpiaba sus propias lágrimas, Anthony se encargaba de secarlas con sus labios para después besar su boca en un rápido movimiento.
-Los amo tanto… - Les dijo Anthony sin dejar de abrazarlos, sintiéndose afortunado y agradecido por tenerlos a su lado.
-Ahora necesito que me expliques ¿Cómo es que te has escapado tantas veces al centro? – Preguntó Candy a su hijo, quien se tensó al escuchar la pregunta de Candy. Anthony sonrió al sentir la preocupación de su pequeño y le besó la frente.
-Tu mamá tiene razón, hijo. – Le dijo sin intentar que su voz sonara a un regaño, porque a pesar del peligro que podría correr en las calles, Alexander estaba bien y seguro junto a ellos. – Chicago ya no es la ciudad segura y tranquila de hace algunos años. – Agregó Anthony quien recordaba que unos cuantos años atrás no había tanta gente buscando dar problemas en las calles.
-El tío Albert me enseñó a moverme… - Dijo Alexander revelando quien había sido el causante de que su hijo se fuera a buscar a su padre.
-¿Albert? – Preguntó Candy mientras miraba a Annie, quien levantaba los hombros ignorando también lo que sucedía.
-Él tampoco sabía… - Dijo el pequeño rubio, quien con la gracia de su madre y el encanto de su padre explicaba que su tío Albert también había sido engañado. – Le pedí que me llevara a buscar un regalo para mamá… pero me escapé de él… fue cuando choqué contigo… - Le dijo a Anthony, quien recordaba al pequeño rayo que había salido de la nada y lo había llevado al suelo.
-Por eso saliste corriendo de nuevo… - Dijo Anthony comprendiendo el motivo por el cual se había escapado repentinamente. Alexander asintió.
-No quería que me descubriera… - Dijo una vez más el pecoso. Candy miraba a su hijo maravillada, sabía que era un pequeño especial y muy inteligente, pero hasta ese momento se dio cuenta que no solo era inteligente, sino que era muy hábil y astuto también. – Pero se dio cuenta que yo salía casi a diario… - Agregó para delatar que lo había descubierto.
-¿Entonces si sabía? – Preguntó Candy con cierta molestia con el pobre de Albert.
-Hoy le dije… - Explicó Alexander imaginando que estaría en problemas al igual que él.
-¿Quién es Albert? – Preguntó Anthony sin imaginar que aquel que él buscaba, era el mismo tío que su hijo mencionaba.
-Es un amigo que perdió la memoria hace tiempo. – Respondió Candy sin darle mayor importancia al asunto. Anthony sintió pena por aquel que suponía coincidencia compartía nombre con su tío William.
-Pobre… - Dijo Anthony expresando su sentir.
-Mi tío Albert me cuida mucho. – Dijo Alexander con alegría, comenzando a platicar algunas de las cosas que había compartido con aquel extraño para Anthony.
La atención de Alexander a su padre era evidente, la necesidad de hablar con él era tanta que no dejó nada en su pecho por expresar, le contaba de las travesuras y las peripecias que había hecho para llegar hasta él, así como los pasatiempos que prefería, para después cuestionarlo acerca de sus propios intereses. Anthony lo escuchaba maravillado y sintiéndose un tanto tonto por no haber puesto más atención a los gestos que el chico hacía, era evidente que se parecía mucho a su madre y descubría que no había sido un disparate en encontrar algo de ella en el pequeño "huérfano" que lo había encontrado a su llegada.
-Estaba muy cansado. – Dijo Candy una vez que observó que Alexander comenzaba a parpadear por el sueño.
-Descansa… - Le dijo Anthony besando la frente de su hijo para después arroparlo él mismo.
-¿Me contarás un cuento? – Preguntó Alexander con los ojos casi cerrados. Anthony sonrió y asintió dispuesto a complacerlo. Candy lo observó como diciendo que no era necesario, pero la súplica en la mirada de su amado la hizo sonreír aceptando que lo hiciera.
-Esta era una vez… - Comenzó Anthony a relatar el cuento que su madre siempre le contaba antes de dormir, un cuento acerca de un chico muy pobre que buscaba la riqueza y la grandeza para su familia. Alexander escuchó el inicio de aquella emocionante historia, pero el cansancio y las emociones del día fueron llegando a cobrar su deuda. Anthony despejó los rizos que cubrían la frente de su pequeño y lo besó en repetidas ocasiones.
-Papá… - Le dijo sin abrir los ojos. Anthony prestó atención a sus palabras. - ¿Estarás aquí por la mañana? – Preguntó esperando una respuesta.
-Aquí estaré hijo… - Le respondió Anthony volviendo a besar su frente.
Anthony y Candy salieron en silencio de la habitación, ambos tomados de la mano, una acción espontánea de ambos porque sabían que debían hablar largamente de lo que sucedería entre ellos, porque a pesar de haber aclarado que Anthony no se casaría y no estaba comprometido, eso no los eximía de algunas aclaraciones.
-No es necesario que te quedes… - Dijo Candy con cierta pena por liberarlo de su deseo, ya que ella quería que Anthony se quedar a su lado, pero también comprendía que era necesario que él atendiera sus obligaciones.
-Quiero hacerlo… - Dijo Anthony mirando a la rubia… - Solo si tú no quieres que lo haga… - Dijo Anthony con la respiración contenida, era momento de aclarar si ella había rehecho su vida con alguien más. Candy sonrió con nostalgia, mirando a los ojos a aquel joven que representaba al amor de su vida.
-Quiero que te quedes… - Le dijo Candy con timidez, sintiendo unas ganas infinitas de volver a abrazarlo.
Anthony se acercó a ella con lentitud, era como si estuviera dándole la oportunidad de detenerlo, era como si él mismo pedía que le aclarara si estaba o no con alguien más.
-Candy… - Dijo el rubio ante el temor de la rubia. – Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntos. – Dijo para asombro de Candy, quien de inmediato recordó el día aquel de su separación. – Sin embargo quiero que sepas que mis sentimientos por ti jamás desaparecieron… a pesar de creer que habían muerto yo seguí amándolos cada uno de los días que estuve viviendo en el infierno… - Le dijo acariciando sus mejillas, sintiendo esa suavidad que había anhelado por tanto tiempo. Candy contuvo el aliento y pasó saliva con dificultad para después soltar las lágrimas que tenía retenidas en sus lindos ojos verdes.
-Anthony… - Susurró Candy deseando que él la besara. Estaban solos, Annie se había retirado a su habitación hacía tiempo.
-Candy… - Susurró Anthony con súplica, deseando que la tortura de tenerla tan cerca y no poder besarla una vez más, llegara al final.
-Te amo… - Dijo Candy de pronto, el nudo de su garganta le impidió decir todo lo que tenía por decir en su pecho, el temblor de su cuerpo fue más evidente y las lágrimas recorrieron su rostro con mayor fuerza. Anthony la miró sorprendido por su revelación, ya que no se esperaba que ella le confesara la realidad de sus sentimientos. – Siempre te he amado… - Dijo una vez más la rubia. – Siempre esperé este momento, siempre deseé que volvieras a mí… a nosotros… - Corrigió pensando en su hijo, quien era el que siempre le decía que quería conocer a su padre.
-Pecosa… - Le dijo Anthony impidiendo que continuara, podía ver en sus ojos la necesidad que tenía de él, era la misma necesidad que él tenía de ella, las mismas ganas que lo abrumaban y que le gritaban que la besara y recuperara todos esos años de angustia y soledad que habían vivido por culpa de las mentiras a las que fueron expuestos. – Te amo… - Le dijo antes de besar su boca una vez más, sintiendo ese beso diferente al que le había otorgado en su oficina, ese beso se sentía más real, más genuino, lleno de entusiasmo y felicidad.
Los labios de Anthony se fundieron con los de Candy, quien recibió su boca con el mismo entusiasmo con el que él demostraba, besando y succionando con desesperación aquella boca que se le había negado por tanto tiempo. Sus manos recorrieron su espalda atrayéndola más a él, buscando prescindir de aquel espacio que los separaba y que necesitaban desaparecer. Los besos de Anthony eran cada vez más profundos y largos, más apasionados, sujetando la cabeza de Candy como si quisiera impedir que se le escapara de sus manos.
-Si esto es un sueño no quisiera despertar jamás… - Dijo Candy en un momento que él liberó su boca para permitirle respirar, mientras Anthony continuaba besando su rostro y acariciando su espalda.
-Te juro que no es un sueño… - Le decía Anthony robando cortos besos de sus labios. – Te amo Candy… te aseguro que estoy aquí… estamos aquí… - Le decía con la voz entre cortada, con la respiración agitada por la desesperación de dejar escapar lo que su cuerpo necesitaba de ella.
-Sí Anthony… aquí estoy… aquí estamos para ti… - Le decía Candy dejando que Anthony la llenara de besos por todo su cuello, besos que comenzaban a dejar un recorrido rojizo en aquella torre blanca que tenía años de no ser explorada.
Candy lo abrazó por el cuello y Anthony la aferró por la cintura, atrayéndola a él con fuerza y posesión, mientras la pecosa volvía buscar sus labios para iniciar de nuevo un largo y profundo beso.
Los labios de Anthony se apropiaron de nuevo de la boca de la enfermera, pero esta vez fue para explorar su interior, para reconocer con su lengua la profundidad de la boca ajena, explorando una vez más aquel espacio tan deseado por él, queriendo llenarla de todo su sabor, queriendo llenarse de su sabor y permitir que ella también lo explorara haciendo explotar el deseo contenido por tantos años en su cuerpo.
Anthony detuvo ese beso tan profundo que se daban y con ambas manos sostuvo el rostro de la pecosa, quien confundida por su acción lo miraba con el pecho agitado.
-Te necesito tanto… - Le dijo Anthony con el corazón agitado, la respiración entrecortada y la entrepierna rígida. El rostro de Candy se encendió rápidamente al sentir la misma necesidad que ella tenía en su cuerpo, habían pasado tantos años desde la última vez que habían estado juntos que sus cuerpos pedían revelarse ante el otro. – Pero no es el momento… - Dijo Anthony seguro que no podía dejarse llevar por lo que necesitaba en esos momentos, sabía que Alexander estaba en una habitación y Annie estaba en la otra y no podían dejarse llevar por la imperiosa necesidad que los asaltaba para unirse nuevamente.
-Lo sé… - Decía Candy con la misma necesidad que tenía su cuerpo, habían sido muchas noches en vela despierta por el deseo vivo en su piel, necesitada de las caricias que Anthony había encendido en su cuerpo. Anthony la besó con ternura y la abrazó nuevamente, buscando calmar ese instinto que había mantenido dormido la mayor parte del tiempo. La puerta de Annie se abrió en ese momento y los rubios se sobre saltaron.
-Disculpa Candy… - Dijo Annie con timidez. – Necesito ir a la casa de moda… - Dijo apenada por haber interrumpido la plática entre aquellos amantes que recién se encontraban.
-¿A esta hora? – Preguntó Candy observando la hora en su reloj de pulsera. Eran casi las ocho y treinta de la noche. Annie asintió.
-Tengo que terminar los diseños, sobre todo el vestido de novia… - Dijo una vez más la ojiazul. Candy le sonrió con pena porque sabía que no era la primera vez que trabajaba toda una noche para sacar adelante sus diseños.
-Puedo llevarte si así gustas. – Dijo Anthony atento a la joven diseñadora.
-No te preocupes… Wilberth me está esperando… - Dijo Annie simplemente, sin saber por qué no había aclarado que era su novio.
-¿Estás segura? – Preguntó Candy sin creer que era buena idea que Wilberth la llevara a esas horas de la noche. Annie asintió con una sonrisa para que su hermana no se preocupara. – Bien, si necesitas algo me llamas… - Le dijo Candy asegurándole que si tenía algún problema ella podría ir por ella.
-No te preocupes… - Dijo Annie mientras cargaba todo lo que necesitaba para irse a trabajar.
Annie se despidió de Anthony con una sonrisa y abrazó a Candy con emoción, sabía perfectamente que su hermana necesitaba cierta privacidad con Anthony y ella no quería ser ese obstáculo entre ellos, además aprovecharía para trabajar en los diseños que debía terminar.
Continuará…
Y los amantes se encontraron de nuevo, y pudieron aclarar a lo que se había referido Anthony con que estaba comprometido, el travieso Alexander después no haber querido verlo, se dejó convencer por él y ahora está feliz por tenerlo a su lado, tanto así que no quiere que se vaya.
Hermosas, espero que les haya gustado este capítulo, por fin están juntos y ahora sí ni siquiera yo los separo jijijiji. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
TeamColombia:
Hola hermosas, ¿Cómo están? Espero que después de este capítulo ya dejen en paz a sus uñas y las dejen crecer! sale muy caro la manicura jajaja. Espero que les haya gustado el capítulo, por fin están juntos y ahora sí van a aprovechar al máximo su relación, ahora solo falta que Albert aparezca para que sean todos felices y contentos.
Hermosas, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! Tus deseos se han hecho realidad y los rubios por fin se reencontraron y aunque al principio ambos seguían en esa mala costumbre de asumir (igual que su vástago) gracias a la sinceridad del pequeño Alexander pudieron por lo menos aclarar los malos entendidos, ya de hablar lo harán poco a poco.
Hermosa, espero que te haya gustado el capítulo, te mando un fuerte abrazo.
María José M:
Hola hermosa! un gusto leerte, esta Candy como siempre con el drama, qué podemos hacer con ella, no fuera Candy Candy si no hubiera drama en ella misma jajaja.
Así es, eran otros tiempos y nos hacían madurar más rápido, todavía me tocó a mí que de pequeña yo cuidaba a una prima cuando tenía yo 8 años! pero pregúntame a mí si yo permitiría que mi hijo de diez cuidara a un sobrino mío de meses! jamás! sin embargo antes si lo hacían.
Muchas gracias por tus palabras linda, un halago para mí leer tu impresión de la historia. Gracias por confiar en mí y en que a pesar del sufrimiento Candy y Anthony siempre terminarán juntos y felices en mis historias.
Te mando un fuerte abrazo amiga.
Carito Andrew:
Hola hermosa! Un gusto leer tú comentario, muchas gracias en verdad por leer y comentar. Alexander es un amor, en verdad muy listo y travieso para su edad, creo que heredó esa cualidad de sus padres, travieso como su madre y listo como su padre.
Te mando un fuerte abrazo hermosa.
ViriG:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muy bien y que te haya gustado el capítulo. Alexander es un amor, adora a su madre y la quiere ver feliz, su intención no solo era conocer a su padre, sino que su madre fuera completamente feliz.
Hace un tiempo (no recuerdo cuanto exactamente) alguien me recomendó poner a Albert con la doctora Kelly, en verdad no soy muy fan de esta dupla porque no conozco mucho a este personaje, sé que es muy serio y misterioso y necesitaría ponerme a pensar mucho en su personalidad para desarrollarla correctamente, pero esa es la intención que Albert tenga la oportunidad con Kelly.
Tom sabía muy bien que tal vez Candy no tomaría de muy buena manera que él se casara con Elisa, o tal vez porque sabía que el bullyng sería muy fuerte y no lo soporta jajaja, el caso es que Tom se casa con una burguesa y Elisa con un vaquero, ambos muy diferentes, pero él ya muy rico de lo contrario la señora Leagan no hubiera autorizado el compromiso.
Mil gracias por leer amiga hermosa y sobre todo por tus palabras de emoción y aliento para continuar con la historia, en verdad que leer los comentarios es lo que anima a continuar.
Te mando un fuerte abrazo!
Cla1969:
Ciao stupendo!
Grazie mille per il tuo commento Esatto Mark è Alexander, il figlio di Candy e Anthony, che è scappato e si è travestito per passare inosservato.
In passato i bambini erano un po' più vigili e meno iperprotetti, cosa che è cambiata a causa della diminuzione della sicurezza (almeno nel mio paese)
Spero che ti sia piaciuto questo capitolo, amico, che, come gli altri, ho scritto con grande amore.
Ti mando un grande abbraccio!
Silandrew:
Hola hermosa! Que emoción leer tu comentario, espero que estés muy bien. ¿Cómo ves con Elisa? creo que nada más estaba buscando que alguien le hiciera caso, la pobre está tan necesitada de amor que Tom fue el aforunado? esperemos que sí sea así jijijiji.
Alexander es adorable! Un niño igualito a Anthony, con unos rizos como los de su madre y unas pecas adornando su rostro! simplemente hermoso y de pilón con la inteligencia de su padre y la chispa de su madre, como dices inconfundible!
Albert necesita divertirse, está joven para tanta responsabilidad, la verdad es que lo iba a hacer un don Juan, pero después pensé en que iba a alborotar al avispero y mejor rectifiqué jajaja.
Te mando un fuerte abrazo amiga!
Rose1404:
Hola hermosa! ¿Cómo estás? Espero que muy bien. El tiempo pasa demasiado rápido amiga, y no lo creemos hasta que tenemos el atardecer a la vuelta de la esquina, disfruta mucho a tus pequeñitos porque cuando menos lo esperes ambos estarán de fiesta.
Anthony conoce a Alexander sin saberlo, pero este chamaco vago se dio maña para ir a buscarlo y hasta a Albert engañó, definitivamente sacó lo mejor de dos mundos jajajaja.
Elisa no sabe que Annie es hermana de Tom y Tom no sabe que Annie le hará el vestido a su prometida, más que mentirse es que omiten información porque Elisa era la "prometida" de Anthony y Candy es la mujer que ama, así que el pobre vaquero mantuvo siempre la discreción.
Muchas gracias por leer hermosa, te mando un fuerte abrazo.
Mayley León:
Hola hermosa, estoy muy bien, gracias por tu preocupación. Espero que te haya gustado este capítulo, por fin se encontraron los dos rubios y a pesar de los malos entendidos ya por fin aclararon la situación y ahora sí tendrán la oportunidad de hablar con calma con respecto a su vida.
Te mando un fuerte abrazo hermosa.
gidae2016:
Hola hermosa! Espero que estés muy bien.
Definitivamente sabemos que Candy es la reina del drama y siempre asume primero y después averigua, así que debemos agradecer que Annie la hizo recapacitar y que regresara a buscar a Anthony, así Stear se libró de ir a todos los hospitales de la ciudad y George de tomarse litros y litros frente al café de la oficina postal jiijijii.
El pequeño Alexander es igual que su madre y su padre a la vez, impulsivos, pero lo bueno que por fin están juntos los tres.
Muchas gracias por tus palabras hermosa, te mando un fuerte abrazo.
Luna Andry:
Te mando un fuerte abrazo amiga.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hola Mía, te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas y cada una de las personas que están al tanto de cada actualización, gracias por estar al pendiente y por dejarme entrar a sus hogares. Dios las bendiga, les mando un fuerte abrazo.
GeoMtzR
16/01/2025.
