One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para mi diversión y su entretenimiento.


Chapter 0: La arqueóloga que no conozco.


Se consideraba una persona perceptiva. Podía sacar conclusiones - casi siempre apuntando al peor escenario posible - y solía confiar en su instinto. Era capaz de analizar su entorno, incluyendo a las personas. Por eso, era tan desconfiado y colocaba tantas trabas a las estupideces que su capitán solía hacer sin pensar. El mejor ejemplo: su nakama Nico Robin.

―Veo que al fin logramos salir de la isla.

―Sí.

―Muy bien hecho. ― Zoro recordaba ese primer encuentro normal con Nico Robin. El descaro que tuvo para infiltrarse en el Going Merry, robar ropa de Nami y ponerse cómoda mientras dejaba notar su presencia, le parecía increíble incluso luego de haber pasado tanto tiempo.

― ¿Viniste a vengarte? ¡Pelearé contigo! ― antes de que se diera cuenta, su espada escapó de su fuerte agarre, al igual que el arma de Nami.

― Ya se los había dicho: no me amenacen con armas tan peligrosas, por favor. ― no solo el hecho que lo desarmara tan fácilmente le molestó sobremanera, también el tono condescendiente con el que expresó sus palabras. ― Yo quiero, ser su compañera. ― Le enfureció que Luffy ni siquiera pusiera resistencia. Era risible y le pareció increíble como uno por uno de sus nakamas fueron aceptándola, sin mucho problema.

― ¿Cuál es tu especialidad?

―El asesinato. ― muy bien… No dudaba de su respuesta, después de todo, no se sobreviven 20 años al gobierno, sin tener la malicia de arrebatar vidas, fuese por gusto o no. No confiaba en ella, a pesar de que los días pasaban y no había hecho ningún tipo de movimiento raro. Se la pasaba leyendo, tomando el sol o jugando con Chopper. No parecía tener intenciones de hacer algo en contra de la tripulación, solo quería encontrar los poneglyphs y descubrir el siglo vacío. Le importaba muy poco que la mujer "no fuese tan mala" como la describió su capitán. Esa mujer fue la mano derecha de Crocodile y de una organización que trató de matarlos en más de una ocasión.

Admitía que comenzó a sentir curiosidad, ante el enigma que suponía Nico Robin y su peculiar forma de ser. Lo primero, por más que en la actualidad fuese una lúgubre, sarcástica e inteligente mujer, no la creía capaz de hacer lo que su cartel rezaba. ¿Cómo una niña de ocho años podría acabar con todo un pueblo y hundir barcos a diestra y siniestra? Segundo, ¿por qué tanto ímpetu en saber sobre el siglo vacío? Y tercero, ¿por qué su sonrisa, nunca se reflejaba en sus ojos? Lo había notado desde el principio, pero a medida que las interacciones eran más frecuentes, nunca había visto una sonrisa que se extendiera a todas sus facciones. Zoro comenzó a pensar que, en realidad, Robin sufría de depresión. El espadachín quería pensar que la sensación desagradable que le entregaba la idea era porque sentía pena por la mujer, no por otra cosa.

Comenzó a dudarlo con lo acontecido en Skypea. Su reacción fue espontánea, no lo pensó cuando la vio en la mira del enfermo eléctrico con aires de dios de pacotilla. Cuando el rayo atravesó su cabeza, el corazón del espadachín dio un vuelco violento. Su cuerpo se movió solo, concentrándose en ese instante en detener su caída. Estaba furioso ante el atropello. "Ella es mi mujer" pensó, pero terminó diciendo "Es una mujer". Todo el acontecimiento le hizo replantearse su relación con el demonio de Ohana.

Luego vinieron los dichosos juegos y los piratas Foxy. Notó su inteligencia y verdadero trabajo en equipo, siendo parte importante de lo que pudieron lograr, a pesar de todas las alimañas de la tripulación enemiga. Lo que realmente recordaba era la desagradable sensación de ver a Robin con la ridícula máscara de los piratas de Foxy, se sintió aún más encabronado cuando los piratas comenzaron a rendirle pleitesía a la arqueóloga. Esos babosos no dejaban de alabar su obvia belleza y a Zoro, se tomó los juegos aún más personales. Tenían que ganar para traerla de vuelta…y a Chopper, por supuesto.

Cuando lograron recuperarlos, la celebración no duró mucho, al conocer al tal Aokiji. Fue la primera vez que la vio presa del terror. A pesar de que no reaccionó como todos, Zoro tomó nota y se auto asignó la tarea de descubrir la razón detrás de su comportamiento. En retrospectiva, fue un adelanto de que Water 7 no sería bonito. No sólo descubrieron que el Going Merry tenía los días contados y que Usopp abandonó la tripulación, Robin los "traicionó". Water 7 quería matarlos, asumiendo que ella trabajaba bajo las órdenes de Luffy, por más estúpido que sonara.

― Nunca confié en esa mujer. ― mintió descaradamente, preso de su orgullo. A esas alturas, nunca pensó que haría algo así. Estaba más relajada, parecía estar más feliz que cuando llegó con ellos. Una traición ya no era posible en su cabeza, a pesar de lo que su boca había pronunciado. Su intuición tuvo razón.

― ¡Se llevaron a Robin! Robin se sacrificó… ¡para salvarnos! ― fueron las palabras de Nami que movieron cada fibra de su ser. Fue agridulce enterarse de la realidad: el respeto que sentía por esa mujer se había disparado, al igual que su preocupación. El gobierno la había atrapado luego de 20 años; no le harían cosas muy agradables. Su ímpetu creció. Pero era difícil…porque la arqueóloga era terca y no se dejaba rescatar.

― ¡No les pedí que me salvaran!

―Maldita sea, mujer…― susurró mientras la veía en aquel balcón, bastante desmejorada. ¿Irse? No. Zoro se la iba a llevar, aunque tuviese que obligarla y se alegraba de que esa fue la orden de su capitán. No era la primera vez que la escuchaba decir que "quería morir". Le molestaba sobremanera escucharlo, pero a la vez, lo impulsaba a conocer la razón. Y para conocerla, la necesitaba viva.

― ¡Hey, Robin. ¡Escucha! ¡No me iré hasta que lo digas! ¡Di que quieres vivir! ― Zoro pensaba que las maneras de su capitán eran únicas, pero efectivas, pues todos pensaban lo mismo y él fue el encargado de transmitirlo.

― ¿Vivir? ― lo estaba considerando. Para que ella creyera tan fervientemente en la muerte como solución era porque muchos hicieron que creyera en aquello. Otras personas plantaron esa idea en su cabeza; los Sombreros de Paja eran los encargados de cambiar esa realidad. ― Nunca creí que pudiera desear eso…Nadie quería que lo hiciera…― Zoro lo escuchó, no estaba seguro de cómo por la distancia, pero para él fue un susurro que acarició su alma de la manera más desgarradora. Pensó que lo había imaginado, pero por la situación, estaba seguro de que los labios de la arqueóloga habían pronunciado cada palabra.

― ¡Quiero vivir! ¡No me dejen! ¡Llévenme con ustedes! ― ni siquiera esperó por la confirmación de su capitán. Robin le había dado una orden.


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