Re-Mind.
Capítulo trece: Tu enemiga.
(ADVERTENCIA: LEMON).
Apenas la puerta se cerró, Kohaku lo presionó contra esta y comenzó a besarle el cuello, luego se apresuró a quitarle la camisa de forma tan rápida que no se dio cuenta hasta que bajó sus besos hasta su pecho, bajando cada vez más, hasta su abdomen, arrodillándose frente a él y quitándole el cinturón en un parpadeo.
Senku abrió mucho los ojos, sintiendo el rostro enrojecer y toda su piel ardiendo de forma nada desagradable. Ella iba muy rápido… ¿Qué planeaba hacerle?
Se quedó parado, inmovil, mientras ella desabotonaba sus jeans, ahora besando a lo largo de sus costillas, mordiendo su piel antes de pasar su lengua justo por el borde de sus pantalones, para luego dejarlos caer.
Miró fijamente a su erección, con una sonrisa descarada.
—Ja… yo te compré estos. —Jaló el elástico de su ropa interior juguetonamente, haciéndolo estremecerse por alguna extraña razón. Se puso de pie y se quitó su blusa en un solo movimiento, enseñándole sus pechos cubiertos por un sujetador deportivo rojo, le cubría más de lo que un sujetador normal haría pero igual le secó la boca—. Tú me compraste estos, se abren por delante, siempre odiaste que empezará a usar los que tienen broches. —Rió mientras hacía a un lado el moño decorativo negro para bajar el cierre de su sujetador.
Él observó boquiabierto como se quitaba el sujetador, dejando a la vista sus pechos desnudos. Eran bastante grandes, más que cuando era adolescente—no es que él se la pasara mirándola de esa forma—, con pezones rosados y pequeños que por alguna razón le hacían agua la boca, más cuando se abrazó a él, dejándolo sentir la suavidad y calidez de su piel.
Se quedó mirándola como un idiota, con los ojos muy abiertos, a lo que ella rió de forma casi enternecida y tomó su mano, acariciando su palma con su pulgar por un momento antes de llevarla a ahuecar uno de sus pechos.
—Puedes tocarme todo lo que quieras. —Le dio un corto beso—. No te contengas. —Le dio otro beso mucho más largo, jugueteando con su lengua para terminar de volverlo loco.
Él llevó su mano libre a su otro pecho, comenzando a masajear su piel suave, tan absurdamente suave…
Soltó uno de sus pechos y se llevó dos dedos a la boca, ensalivándolos antes de ir directo a su pezón, presionándolos al girar sus dedos en movimientos circulares, a lo que ella se estremeció de pies a cabeza, gimiendo de forma entrecortada.
—¿T-tuviste un recuerdo…? —preguntó jadeando.
Él ni la escuchó, muy concentrado en su tarea, fascinado por la forma en la que sus pezones parecían endurecerse cada vez más. Quería morderlos, pero a ella no le gustaba que hiciera eso a menos que estuviera tan al borde del orgasmo que ya no le importara que… Espera, ¿en qué estaba pensando?
Pestañeó aturdido, deteniendo sus movimientos, a lo que ella lo miró con curiosidad, con la respiración totalmente fuera de control.
—¿Pasa algo? ¿Estás bien? —Empezó a preocuparse—. ¿Quieres parar?
—No —contestó de forma tajante.
Ni en diez billones de años querría detener esto.
Ella rió por lo bajo y tomó sus manos, guiándolo a la cama, a lo que él aprovechó para patear lejos sus pantalones mientras la seguía.
No se esperaba que lo arrojará a la cama, pero debía admitir que le encantó la forma en la que lo miró apenas lo tuvo recostado ante ella. Definitivamente se veía como una leona ahora, una leona hambrienta frente a su presa indefensa.
Se quitó su falda ceñida, quedando solo con sus bragas rojas y sus largas medias negras, para luego quitarle su ropa interior en un parpadeo, dejándolo desnudo. No le dio tiempo ni a avergonzarse cuando ya la tenía sobre él, besándolo de forma que lo dejaba sin aliento, atrapando su labio superior entre sus dientes, mordisqueando y tironeando de él antes de volver a introducir su lengua en su boca, dejándolo sin aliento mientras intentaba seguirle el ritmo, posando sus manos en sus caderas mientras las de ella vagaban por su pecho.
Al cabo de unos minutos, una de sus manos empezó a tomar rumbo hasta su erección, y él casi brinca en su sitio cuando sus dedos envolvieron su miembro. Comenzó a deslizar sus dedos de arriba a abajo, haciendo un ligero giro al llegar a su glande, provocando que gimiera con voz entrecortada, rompiendo el beso y cerrando los ojos. La escuchó reír y de pronto su mano se movió más rápido, parando por momento para masajear sus testículos e inmediatamente después retomar sus movimientos de forma cada vez más descarada y más veloz, y, como si no estuviera volviéndolo lo suficientemente loco con eso, ella no dejaba de besar y morder su piel, arañando suavemente su hombro con su mano libre.
La piel le ardía por donde quiera que ella pasaba sus labios o su lengua, estaba empapado en sudor y se sentía sin aire, con su pecho subiendo y bajando violentamente, gimiendo cada vez más fuerte.
Entreabrió los ojos con dificultad, viéndola sonreír con lujuria y quizás hasta una pizca de ternura mientras sus labios jugueteaban en su clavícula. Podía sentir sus pechos contra su costado, y como su mano se movía cada vez con más maestría, quitándole la capacidad de pensar correctamente, resoplando su nombre una y otra vez.
Se corrió en su mano de forma estrepitosa, temblando y gruñendo desde el fondo de su garganta, para luego desplomarse en la cama, con sus ojos fuertemente cerrados mientras luchaba por recuperar el aliento.
Kohaku se recostó a su lado, apoyada sobre sus codos.
Él abrió los ojos con dificultad, viendo su sonrisa llena de suficiencia.
—¿Te gustó? —preguntó con picardía.
Él bufó, negándose a reconocer que su rostro estaba al borde del sobrecalentamiento.
—¿Tú qué crees?...
Kohaku rió suavemente, moviéndose un poco para besarlo de forma lenta, pasando su lengua por su boca, mordisqueando sus labios, desviándose a besar sus mejillas y luego a su oído, chupando la punta de su oreja unos segundos, acariciando su brazo con parsimonia.
—¿Quieres parar aquí? ¿O quieres seguir?
Lo miró de forma tan seductora que él sintió la pregunta estúpida. ¿Cómo podría negarse a eso?
—¿Tú qué crees? —repitió aún sin aliento, a lo que ella se le tiró encima una vez más.
Estaba completamente desnudo, pero ella aún conservaba sus bragas y sus medias, cosa que no le parecía justa, así que mientras le devoraba la boca llevó sus manos a sus muslos, recorriéndolos y amasándolos con ganas, antes de comenzar a bajar sus medias, cosa difícil ya que ella no dejaba de comerle la boca, pero tan pronto como entendió sus intenciones se apresuró a ayudarlo a librarse de sus medias, luego aprovechó y se quitó la ropa interior, quedando desnuda por completo.
Él apenas pudo echarle un vistazo a su cuerpo totalmente desnudo antes de que ella volviera a besarlo con desesperación, poniéndose encima de él, que volvió a endurecerse casi de forma instantánea al sentir su cuerpo contra el suyo.
—Ja, parece que vas a perder la virginidad por segunda vez. —Rió traviesamente—. Pero no te preocupes… seré gentil.
Senku no pudo pensar en ninguna respuesta, hipnotizado por la forma en la que se acomodaba sobre él. Pudo contemplar mejor su sexo, rosado y visiblemente húmedo; no le quitó la vista de encima mientras veía como tomaba su miembro y lo introducía con lentitud en su interior, soltando un gran gemido mientras él apretaba los ojos y los dientes, siseando por lo bien que se sentía.
Era tan apretada, húmeda y caliente… lo estaba volviendo loco. Y ni le dio tiempo a terminar de procesar lo placentera que era la sensación cuando ella comenzó a moverse con buen ritmo, sacudiendo sus caderas sin dudarlo ni un momento, gimiendo su nombre y aumentando la velocidad a los pocos minutos, con su piel brillante por el sudor y sus pechos rebotando. Era demasiado para él el verla así, y sin saber de dónde sacó fuerzas se sentó y la besó, a lo que ella redujó el ritmo y se entretuvieron besándose y siguiendo la penetración a un ritmo más calmado, hasta que ella volvió a subir y bajar sobre él con desesperación y ambos gruñeron de gusto; él la sorprendió cuando tomó la iniciativa, tumbándola en la cama y sujetando sus nalgas, levantó sus caderas de la cama para tener un mejor ángulo y embestirla con todas las escasas energías que le quedaban, haciéndola gritar y enterrar sus uñas en sus hombros mientras se movía como podía contra él, sin dejar de gemir su nombre y pedirle que no se detuviera.
Le encantaba, demasiado, no podía pensar en nada más que en ella, la embistió duro y hasta el fondo, llevándolos al límite.
Ambos gritaron de placer y sucumbieron al orgasmo, acabando desplomados en la cama en una pose no muy agraciada.
—Oye… ¿Seguro qué no recuerdas nada? —Kohaku rió suavemente, acariciando su cabello sudoroso casi con adoración.
—No… Aunque me gustaría —admitió adormilado—. Por favor dime que la habitación está insonorizada, o la niña nos matará mañana… —No lo hacía sentirse orgulloso como padre no dejar dormir a su hija enferma por una maravillosa sesión de sexo con su esposa.
—Tranquilo, claro que sí lo está, no somos padres tan irresponsables. —Soltó una risa encantada, moviéndolos a ambos para recostarse sobre las almohadas, abrazándolo y luciéndo más que satisfecha—. Duerme, Senku.
—Mmm… —Cerró los ojos, increíblemente agotado.
No acababa de dormirse del todo cuando sintió sus labios posarse con delicadeza sobre los suyos, pero lo que lo extrañó y confundió fue sentir pequeñas gotas cálidas caer en su barbilla… como si ella estuviera llorando…
—Te extrañe tanto… —La escuchó susurrar, pero estaba demasiado cansado como para abrir los ojos e interrogarla. Se durmió inevitablemente.
Se despertó a la mañana siguiente al sentir el sonido de un celular sonando.
Abrió los ojos con pesadez, mirando con molestía al celular. ¿De dónde demonios había salido?
Fue en ese momento que recordó lo que había pasado la noche anterior, y de inmediato se llevó una mano a la boca, sorprendido de sí mismo y de Kohaku. En especial de Kohaku.
Ella no estaba en la cama con él, probablemente estaba duchandose, y a él tampoco le vendría mal un baño.
Lo bueno es que ahora podía confirmar que efectivamente el sexo era tan bueno —o hasta mejor—, como decían sus compañeros idiotas, y ahora le era totalmente comprensible que hubiera puesto a uno de los robots más avanzados del mundo bajo el mando de su esposa. Demonios que hasta se pondría a ladrar como un idiota sí ella se lo pedía.
Rió como un idiota, pero entonces notó que el celular seguía sonando y la tentación de agarrarlo y examinar una pieza de tecnologia de esa epoca fue demasiada para resistirla.
Estiró una mano hacia el celular, pero en ese momento se abrió la puerta de la habitación y Kohaku entró sonriente con dos bandejas en sus manos.
—Ni se te ocurra tocar mi celular, Senku —advirtió sin perder su buen humor—. Estaba con Tsukiku, se siente mejor hoy pero aún le duele la garganta. Mi pobre bebé. —Tomó el celular y colgó la llamada sin miramientos—. ¿Tú cómo te sientes? —Se sentó a su lado, mirándolo con una sonrisa traviesa.
E inmediatamente después de que ella preguntara por ello, como si fuera alguna clase de señal, Senku empezó a ser consciente de sus músculos adoloridos y de cómo le ardían los hombros y la espalda por los arañazos de la leona.
Leona. Su apodo sí que le quedaba como anillo al dedo.
—Me siento como una mierda —contestó sinceramente—. Aunque no es que me la haya pasado mal —aclaró con rapidez, no quería malinterpretaciones.
Ella se carcajeó.
—Tranquilo, fue muy evidente que ambos la pasamos bien. —Le dio una bandeja—. Ten, desayuna y luego ve a ducharte, puedes usar la ducha de esta habitación. Aún tiene algunas de tus cosas… —Sorbió de una taza de té.
Él comenzó a comer lo suyo en silencio, recién en ese momento comenzando a examinar la habitación. Era su habitación, su verdadera habitación. Se suponía que aquí debería dormir junto a Kohaku, en vez de ese cuarto de soltero.
Esta habitación era mucho más grande, tenía un gran espejo circular en el techo y uno rectangular en la pared frente a la cama. Había varias puertas también, y en otra pared estaba una vitrina grande llena de lo que parecían ser títulos y premios, y una vitrina aún más grande junto a esta, llena de cajas, libros y otras cosas que no pudo reconocer, y también varios dibujos infantiles.
—¿Coleccionamos dibujos de mocosos? —preguntó más que nada por romper el silencio.
—¿Eh? —Ella siguió su mirada—. Ah, no, esas son cosas que Tsukiku hacía de pequeña. —Sus ojos se llenaron de dulzura—. En esa vitrina hay puras cosas suyas, sus primeros experimentos, álbumes de fotos, premios de ferias científicas… —Senku miró la vitrina con ojos mucho más interesados—. Aunque aún no puedo dejar que veas nada de eso, claro. —Él la miró con el ceño fruncido y ella suspiró, antes de llevarse un trozo de fruta a la boca—. No me mires así, Senku. ¿Crees que no quiero decirte y mostrarte todo? ¿Crees que no quiero ayudarte a recordar o al menos que sepas todo lo que vivimos? Quiero, y lo quiero más que nada, pero son órdenes médicas. —Lo miró con tristeza y él apartó la mirada—. Senku, nos asustó mucho el ataque que tuviste cuando apenas te despertaste. Y sé que tienes dolores de cabeza de vez en cuando, se te nota. ¿Cómo esperas que me arriesgue a lastimarte? —Lo miró con sus ojos azules llenos de angustia.
Él mantuvo la mirada en la pared, de repente sintiéndose culpable por haberla estado viendo como su enemiga todo ese tiempo.
Qué imbécil era, por supuesto que ella no quería hacerle esto, solo hacía lo que creía mejor para él. Y él estaba pensando en alejarse de ella como el bastardo desalmado que era…
Suspiró, hizo la bandeja a un lado y se acercó a besarla, sorprendiéndola de sobremanera.
Le correspondió el beso y se quedaron así unos buenos minutos antes de apartarse jadeando, sonriendo suavemente. Era extraño, pero se sentía como sí un solo beso hubiera arreglado todo.
—Come —susurró ella felizmente.
Él siguió degustando su desayuno, aún mirando todo en la habitación.
Luego de terminar, Kohaku le indicó dónde estaba el baño y él se fue a dar una ducha sin importarle cubrir su desnudez, riendo maliciosamente cuando ella jadeó escandalizada.
Seguía siendo absurdamente divertido molestar a su leona.
Una vez salió de la ducha y se vistió, con ropa proporcionada por un rei-bot, decidió ir a hacerle una visita a la mocosa junto con Kohaku.
Ella estaba tecleando en una computadora portátil, que cerró rápidamente al verlos.
—Buenos días. —Se sentó con la espalda recta. Su voz aún era un poco ronca pero sonaba mejor que ayer.
—Tu padre y yo iremos a dar un paseo hoy, ya que dijiste que te sentías mucho mejor —informó Kohaku con una sonrisa.
—¿Iremos? —Senku la miró con curiosidad.
—Ajá. Maiko-sensei vendrá por la tarde esta vez, así que te llevaré a practicar con el auto.
—¿O sea que me quedó sola en casa? —Tsukiku intentó disimular su alegría, fallando miserablemente.
—No, Juli-chan… Eh, Akabane-sensei está en la ciudad, así que vendrá a darte clases. No puedes forzar mucho la garganta así que será más teoría que prácticas, y dijo que tal vez podrían ver películas en francés o alemán y ella te traduciría lo que no entiendas. Ustedes vean cómo se divierten, nosotros estaremos fuera una hora o dos. No mucho.
—¿Traerá a Sebastián? —Los ojos de Tsukiku se iluminaron mientras una sonrisa emocionada tiraba de su boca.
—¿Quién es ese Sebastián? —Senku se llevó las manos a la cintura con una mirada ceñuda.
—Es un gato. —Kohaku rió burlonamente mientras Senku soltaba un suspiro de alivio por alguna razón—. Y sí, lo traerá, sabe que te gusta más ese animal que a sus clases…
—¡Hurra! —festejó, para luego toser y tomar agua mientras Kohaku la regañaba.
Senku las observó con una sonrisa suave.
Era extraño, pero cada vez se sentía más y más cómodo en presencia de las dos.
Eso lo hacía sentirse mucho mejor.
Siguieron en la habitación de la mocosa hasta que Reimo les avisó de la llegada de la tal Akabane-sensei.
—Ella sabe que estás aquí, pero no sabe que no recuerdas, así que finge que la reconoces, le enseña a Tsukiku desde hace varios años —le dijo mientras iban a abrir la puerta principal.
—Muy bien, ¿algo en específico que deba saber? —Ella negó con la cabeza, antes de abrir la puerta.
—¡Juli-chan! —Kohaku saludó animadamente a la profesora, que le devolvió el saludo con el mismo entusiasmo.
Era una mujer de piel levemente tostada, cabello negro liso y ojos cafés. Traía un transportador para gatos en una mano, y Senku se inclinó un poco para ver al tal Sebastián, que era una bola de pelos mayormente gris por arriba y blanco por debajo, con la mitad inferior de la cabeza blanca, excepto por una mancha gris bajo su hocico. Parecía dormido, pero por alguna razón escogió ese momento para abrir sus ojos verdes que brillaban en la oscuridad de su transportador.
Al notar su mirada, su visitante se le acercó. Era levemente más alta que él, y más fuerte, ya que él ya se habría cansado de tanto cargar un gato adulto en un solo brazo con todo y su transportador, aunque eso no era ninguna sorpresa.
—Oh, hola, Senku. ¿Recuerdas a Sebastián? —Ella le sonrió encantada, alzando el transportador para presumir a su gato con orgullo.
—Sí —dijo escuetamente, mintiendo. Ni siquiera te recuerdo a ti.
—No te preocupes, ya no dejaré que muerda a tu hija, la última vez solo lo hizo jugando. —Rió nerviosamente. Ella tenía un acento extraño que no reconoció, haciéndolo preguntarse de qué país era, aunque claro que no podía hacerlo en caso de que ya se lo hubiera dicho antes, para no delatar su amnesia.
—Cuento con ello. —Fue todo lo que se le ocurrió decir.
—Nosotros nos iremos unas horas, esperó no te moleste enseñarle a Tsukiku hasta entonces. Está mal de su garganta así que no quiero dejarla sola —volvió a hablar Kohaku, caminando hasta estar al lado de Senku.
—Más que enseñar es ser niñera, pero ya estoy acostumbrada. —Sonrió alegremente—. No se preocupen, ustedes vayan a divertirse. —Los miró con picardía—. Me alegra que ya se hayan reconciliado. Bueno, ¡nos vemos en unas horas! —Se fue escaleras arriba hasta la habitación de la mocosa.
Senku alzó una ceja, mirando con confusión a Kohaku, que ahora parecía querer mirar a cualquier parte menos a él.
—¿Reconciliarnos? —preguntó, esperando que al menos esta vez tuviera la decencia de responder a sus dudas.
—Se refiere a una pelea tonta que tuvimos la última vez que ella nos visitó, no le dés importancia. —Encogió los hombros—. ¿Vamos? Tu auto está aparcado afuera. —Esas palabras fueron suficientes para que Senku se olvidara de todo lo demás y casi corriera a salir de la mansión-palacio. Aunque no fuera uno de los autos súper tecnológicos de esa época, seguía siendo el primer auto decente que podía conducir que él recordara.
Kohaku le indicó por dónde ir y él trató de ver todo lo que podía de la ciudad sin descuidar la carretera, notando que las casas eran normales, muchas sencillas, pero tenían ciertos elementos tecnológicos que le encantaría detenerse a examinar con detenimiento.
Al pensar en eso, recordó que se había olvidado por completo del laboratorio que le acababan de dar, cosa que lo hizo reír para sí mismo, llamando la atención de Kohaku.
Vaya que ella podía distraerlo mucho, ni siquiera lamentaba estar aquí en vez de en el laboratorio.
Llegaron a un lugar muy apartado del centro de la ciudad, casi en las afueras. Bajaron del auto y Senku alzó una ceja al ver que estaban en un simple claro de bosque, una pradera o algo así, donde no había nada en especial.
—¿Tendremos un día de campo o algo así? —La miró con curiosidad.
—No. —Ella rió suavemente—. Bueno, tal vez otro día, no es raro que hagamos días de campo aquí. En este lugar nos casamos —le dijo, mirando a su alrededor con nostalgia.
—Oh. —Abrió mucho los ojos, mirando al sitio con más interés.
—¿No te viene ningún recuerdo a la mente? —preguntó esperanzada, tomando su mano y avanzando un par de pasos.
—Temo que no. —Negó con la cabeza, con su mirada ahora fija en su mano unida a la suya, más precisamente en su anillo de bodas. ¿Esta era la primera vez que lo usaba?
—Quería traerte aquí para dejarte algo en claro, Senku. —Tomó su otra mano, quedando frente a frente, y lo miró mortalmente seria—. Yo soy la más interesada en que recuerdes, aunque tú creas lo contrario. Yo admito que no todo ha sido felicidad en nuestro matrimonio y tuvimos algunos… problemas, pero yo no quiero huir de eso, quiero enfrentarlo. —Lo miró decidida—. Y quiero que recuerdes, quiero ayudarte en todo para que recuerdes. No estoy en tu contra, Senku. —Él apartó la mirada, a lo que ella soltó sus manos y tomó sus mejillas, obligándolo a mirarla—. No soy tu enemiga. Sí hay algo que quieras mucho, puedes hablarlo conmigo y trataremos de llegar a un acuerdo. Quiero ayudarte. De verdad quiero ayudarte.
Él le sostuvo la mirada sin saber qué decir por un momento, antes de tomar aire y asentir.
—Te creó. No te preocupes. —Tomó sus manos y las apartó de su rostro, pero sin soltarla—. Siempre hemos confiado el uno en el otro, ¿no? —Ella sonrió emocionada y asintió—. Pues… Lo cierto es que tengo mis secretos, pero no te los diré a menos que tú me digas un secreto. —Ella le frunció el ceño—. ¿Qué? Es un trato justo, ¿o no?
—Solo prométeme que no te excederás, ¿de acuerdo? —Lo miró preocupada—. Hay muchas cosas que no sabes… Hay muchas cosas difíciles, y no sabemos cómo reaccionaras a ellas. Por favor ten cuidado, Senku.
Él hizo una mueca, sintiéndose culpable una vez más. Ella no estaba recriminándole que obviamente hizo cosas a sus espaldas y seguiría haciéndolas, solo estaba preocupada por él.
—Muy bien, lo prometo. —Asintió, y Kohaku sonrió aliviada y se acercó a besarlo, sorprendiéndolo por un segundo antes de corresponderle con las mismas ganas.
Estuvieron así un buen rato antes de que las cosas empezarán a subir de intensidad y Kohaku decidiera apartarlo, diciéndole que ya deberían irse.
—Podemos dar una vuelta por la ciudad para que puedas conducir un poco más. Todavía tenemos tiempo.
—Suena bien para mí. —Rascó su oído con una risa emocionada antes de subir al auto.
Volvieron a casa poco antes de la llegada de Maiko, y Senku fue directo a su habitación mientras Kohaku iba a despedirse de Akabane-sensei que ya se iría.
Encontraron al tal Sebastián en el pasillo, con la puerta de la habitación de Tsukiku abierta y risas de fondo. La bola de pelos estaba persiguiendo a Reimi, que tenía una expresión de pánico (Q - Q) mientras huía del felino.
Kohaku rió y tomó al gato y al robot en sus manos antes de encerrarse en la habitación de su hija. Senku rió divertido y siguió su camino.
Se duchó y leyó un poco los libros que Chrome le había dado, esperando por la llegada de Maiko-sensei, hasta que finalmente un rei-bot le avisó que debía bajar.
Ella estaba con sus asistentes otra vez, sonriéndole alegremente.
—Es bueno verte de nuevo, Senku-sama. ¿Cómo has estado? —Lo invitó a sentarse en la sala.
—Bastante bien. —Él se sentó en un sofá, y Maiko le envió una mirada a sus asistentes para retirarse—. He tenido unos pocos recuerdos, muy cortos, más bien como destellos.
—¿Ah, sí? —Ella sacó su libreta y comenzó a anotar rápidamente—. ¿Qué has recordado? ¿Aún tienes las memorias frescas? ¿Cómo eran? ¿Borrosas? ¿Puedes recordar detalles?
—Puedo recordar muy detalladamente lo que recordé hasta ahora. —Asintió—. Mayormente he recordado cosas de mi familia. De mi esposa y de mi hija.
Maiko dejó de escribir, mirándolo de una forma que no pudo descifrar, antes de acomodarse en su asiento y mirarlo con interés.
—¿Quieres compartir esos recuerdos conmigo? ¿O al menos una breve descripción? Me ayudaría mucho a comprender tu estado actual.
—Son cosas muy fugaces. Creo que hay más carga sentimental que de información. —Hizo una mueca—. Es extraño, solo veo segundos de mi vida pasada, pero siento… muchas cosas. Es abrumador.
—Hmm. —Ella garabateó algo rápidamente, antes de volver a mirarlo a la expectativa—. ¿Puedes describir eso para mí?
—Veo mayormente a mi hija —respondió dudoso—. De más pequeña, cuando era una niñita, y una vez la vi como un bebé. Muchas veces estamos con mi esposa.
No quiso decir nada más, nada de la sangre ni de los sentimientos raros que tenía a veces.
Maiko frunció el ceño.
—¿Ya llamas "tu esposa" a Ishigami Kohaku? ¿La has recordado más allá de lo que me dices? —Jugueteó con su bolígrafo, con una mirada indescifrable.
Senku también frunció el ceño. ¿Eso era tan relevante para el análisis psicológico?
—No particularmente. Pero eso es lo que es, ¿o no?
Maiko encogió los hombros.
—¿Tuviste algunos dolores de cabeza, malestares o alguna sensación que quieras mencionarme al recordar? ¿O fue algo natural? —Cambió de tema.
—Tuve muchos dolores de cabeza, más que nada al principio. Pero ahora ya no me causa tanto dolor, o casi nada. —Era extraño, ¿qué demonios se hizo?
¿Debería decirle a Maiko-sensei que fue él mismo el que se borró la memoría?
—Puedo recetarte algo para eso, pero primero vamos a los escáneres. —Se puso en pie y le indicó que lo siguiera.
Una vez más fue expuesto a las luces de colores mientras los asistentes de Maiko escribían como locos en unas computadoras portátiles. Maiko le hizo muchas preguntas mientras estaba sentado bajo las luces de los escáneres, muchas preguntas extrañas y algunas muy personales que contestó solo a medias.
Esta vez Maiko analizó con mucho más detenimiento los resultados, llamando la atención de Senku. ¿Había descubierto algo? ¿O estaba buscando algo en especifico?
—Necesitaré unos días para analizar estos resultados, tendré que recetarte medicamentos en nuestra próxima sesión —le dijo una vez se alejaron de sus asistentes y se sentaron otra vez en la sala—. A menos, claro… Que hayas pensado en aceptar mi propuesta. —Lo miró expectante—. ¿Lo pensaste?
—Lo pensé. —Asintió—. Tendré que rechazarla, no creo que…
—Espera. —Lo interrumpió rápidamente—. No necesitas tomar una decisión tan drástica ahora, piénsalo un poco más. —Se paró y se sentó a su lado en el sofá.
—No creó aceptar esa propuesta, aunque ofreces algo muy tentador lo cierto es que no te conozco lo suficiente y no creo que eso vaya a cambiar en unas cuantas sesiones.
—Tal vez tú no me recuerdes, pero nosotros solíamos ser amigos. —De pronto se inclinó hacia él y colocó su mano sobre la suya apoyada en el sofá—. Amigos muy íntimos. —Lo miró de forma que lo hizo sentir increíblemente incómodo—. Me preocupó mucho por ti, Senku-sama. Eres muy, muy importante para mí.
Senku apartó la mano rápidamente, poniéndose en pie y alejándose varios pasos.
—Lo siento pero mi respuesta es no —Reafirmo sin dudarlo, tenso e incómodo por lo que ella estaba insinuando.
¿No estaría insinuando que ellos eran…?
—Piénsalo, yo estoy dispuesta en cualquier momento que quieras. —Se puso en pie también y se dirigió a la salida—. Y piensa que es por tu bien. Si quieres respuestas. —Finalmente se marchó, dejando su mente hecha un completo caos.
¿Acaso ella había estado queriendo decir lo que él creía?
¿De verdad estaba insinuando que ellos eran…?
No, no podía ser cierto.
La palabra le resonó en la mente.
Amantes.
¡No tenía sentido que eso fuera cierto!
Había dos opciones: O él la estaba malinterpretando o ella estaba mintiendo. Porque no había forma de que eso pudiera ser verdad.
Él no era tan canalla, él no era tan horrible, él no…
—¿Por qué, Senku? —Un nuevo recuerdo lo hizo ver a Kohaku sentada frente a él, con el rostro empapado en lágrimas—. ¿Por qué me haces esto?...
El recuerdo fue breve, pero bastó para hacerlo sentir ganas de vomitar.
No podía ser cierto… ¿verdad?
Continuará...
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :D
Muchas gracias a Juliana Lopez por pedir este capítulo como comisión con todo y lemon!
Ojala te haya gustado! Y a todos, claro u/ / /u
Si les gusto podría hacer más, sino aquí lo dejamos x'D
Bueno, ojala q la trama en general también les esté gustando! Actualizare pronto :3
No olviden que se les ama con todo el kokoro!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
