Notas: Prometo que en unos pocos capítulos las cosas van a comenzar a mejorar para Elizabeth..., y con el correr del Darcy va a cuestionarse y arrepentirse seriamente de haberla abandonado.
Esta historia está ligeramente basada en una historia real. Va a tener 2 finales, uno el "real" y el otro un HEA. Voy a escribir primero el HEA porque es el que le gusta a la mayoría de lectores :)
PPP
La noticia de la muerte de Wickham y la posibilidad que Lydia también estuviera muerta fue un golpe devastador para la Sra. Bennet. Tuvo un terrible ataque de nervios y entre sollozos incontrolables, repetía una y otra vez, "¡Mi pobre Lydia! ¡Perdida para siempre! ¡Cómo pudo pasar esto! ¡Dios mío, qué será de nosotros!"
Jane intentaba calmarla, acariciándole el cabello y hablándole con voz serena la consolaba, "Mamá, por favor, no te alteres más. Debemos mantener las esperanzas," decía, aunque su propia voz temblaba ligeramente, traicionando el peso que ella misma cargaba.
La Sra. Hill, al ver que su patrona estaba cada vez más alterada, le preparó un té con manzanilla, aunque dudaba que fuera suficiente para aplacar los nervios de su patrona.
En otro rincón de la casa, Elizabeth estaba sentada al lado de Kitty, quien lloraba desconsoladamente y con una sensación de culpa que parecía consumirla. Mary leía pasajes de la Biblia sobre penitencia y redención. Aunque sus palabras eran bien intencionadas, parecían no tener efecto alguno en la atmósfera cargada de dolor.
En medio de aquel caos, el Sr. Bennet se encontraba al borde de la desesperación. La culpa y la impotencia lo consumían, pero no sabía qué hacer para consolar a su familia. Finalmente, optó por lo único que sabía hacer: retirarse a su estudio, cerrando la puerta tras de sí para escapar de la angustia que inundaba cada rincón de la casa.
Hacia el final de la tarde, la casa estaba sumida en un silencio pesado y opresivo. Elizabeth, sentada junto a la ventana del comedor, intentaba concentrarse en escribir una carta a los Gardiner para informarles de la llegada de su padre a Longbourn. En ese momento, escuchó el ruido de un caballo acercándose a gran velocidad. Su mirada se dirigió inmediatamente hacia la ventana, y lo que vio hizo que su corazón diera un vuelco. Era el Sr. Darcy.
Por un momento, Elizabeth se quedó paralizada, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Luego, con manos temblorosas, dejó la carta sobre la mesa, se alisó el vestido y se acomodó el cabello con rapidez. Respiró profundamente antes de salir a recibirlo.
Cuando Darcy la vio, una leve sonrisa iluminó su rostro. Desmontó, ató su caballo en la cerca y caminó hacia ella con paso firme. Al llegar a su lado, tomó ambas manos de Elizabeth entre las suyas y las besó con una ternura. "Elizabeth, me alegro tanto de al fin volver a verte."
Elizabeth cerró los ojos por un instante, como si quisiera retener ese momento antes de que la realidad volviera a interponerse. Respiró hondo y, al abrir los ojos, lo miró con seriedad.
"Sr. Darcy, también estoy feliz de verlo. ¿Me acompañaría a dar un paseo por el jardín?", preguntó, su tono urgente revelando la tormenta que llevaba dentro.
Ligeramente sorprendido por el tono de voz de Elizabeth, Darcy asintió sin preguntar nada. Le ofreció su brazo, y juntos caminaron en silencio hacia un banco en el extremo del jardín, a plena vista de la casa, pero con la suficiente privacidad para hablar sin interrupciones.
Al sentarse, Darcy tomó la mano de Elizabeth entre las suyas nuevamente.
"Elizabeth, ¿qué sucede?", preguntó con suavidad, aunque la expresión en su rostro mostraba una creciente preocupación.
Elizabeth apartó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de sus ojos. Respiró hondo antes de comenzar.
"Lamentablemente, sucede algo muy grave", dijo, su voz temblorosa pero decidida. "Hace unas semanas el Coronel Forster le dio la noticia a mi padre que Lydia huyó de Brighton... con Wickham"
Darcy palideció visiblemente. Soltó su mano de inmediato, como si las palabras de Elizabeth lo hubieran golpeado físicamente. Se puso de pie, dando unos pasos hacia adelante, pasando una mano por su cabello con un gesto de frustración contenida.
"¿Qué han hecho para recuperar a tu hermana? ¿Ya han dado con su paradero?", preguntó con una voz tensa, cargada de emociones.
Elizabeth levantó la mirada, encontrándose con su figura de pie frente a ella. Sus ojos brillaban con tristeza, pero mantuvo su tono firme. "Mi padre fue a Londres de inmediato. Han intentado rastrearlos, pero lo único que han descubierto es que no se dirigieron a Gretna Green. Esta mañana, mi padre regresó con noticias... devastadoras."
Hizo una pausa, tragando el nudo que se formaba en su garganta antes de continuar. "Encontraron el cuerpo de un hombre en el Támesis. Según las descripciones... parece que es Wickham."
El silencio que siguió fue pesado, sofocante. Darcy permaneció inmóvil, con la mirada perdida en la distancia. Luego, comenzó a caminar lentamente de un lado a otro, su respiración visiblemente acelerada. Finalmente, se detuvo, inclinó la cabeza y exhaló profundamente, como si intentara disipar la maraña de emociones que lo invadía.
Elizabeth lo observaba con el corazón encogido, sus manos apretadas en su regazo. Aunque no había pronunciado aún las palabras que temía, su silencio y la tensión en su rostro le daban una idea de lo que estaba por venir.
Finalmente, Darcy se giró hacia ella, sus ojos oscuros llenos de tristeza. "Elizabeth," comenzó, su voz baja y cargada de pesar. "Lamento profundamente lo que ha sucedido. Espero, con toda mi alma, que encuentren a tu hermana pronto... pero esta situación cambia por completo mis deseos."
El mundo pareció detenerse para Elizabeth. Sintió un frío que se extendía desde su pecho hasta la punta de sus dedos. Lentamente, alzó la vista, buscando en su rostro algún rastro de calidez o empatía, pero lo único que encontró fue una resolución inquebrantable.
"¿Qué quiere decir, Sr. Darcy?", preguntó con un hilo de voz, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.
Darcy enderezó su postura, como si buscara refugiarse en su propia dignidad. "Elizabeth, mi afecto por ti no ha cambiado. Pero, por el bienestar de mi hermana y por el honor de mi familia, no puedo unirme a una dama que, además de carecer de dinero y conexiones... tiene una familia arruinada."
Cada palabra fue como un cuchillo para Elizabeth. Sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, pero no permitiría que él lo viera. Apretó los puños con fuerza, luchando por mantener la compostura. Finalmente, levantó la cabeza con una dignidad que desafiaba su dolor.
"Ya ha dicho suficiente, Sr. Darcy," declaró, su voz firme a pesar de la tormenta en su interior. "Por favor, retírese."
Darcy vaciló por un instante, como si quisiera decir algo más, pero finalmente asintió. Dio un paso atrás, inclinó ligeramente la cabeza y se alejó en silencio.
Cuando Elizabeth lo vio desaparecer entre los árboles, el peso de todo lo que había sucedido la aplastó. Permitió que las lágrimas que había estado conteniendo fluyeran libremente, su pecho sacudido por sollozos silenciosos. Sabía que su relación con Darcy había llegado a un final irrevocable, y el peso de su pérdida se sumó al de todas las demás tragedias que estaba afrontando su familia.
