Cómo entrenar a tu dragón(How To Train Your Dragon) está basada en la serie de libros de mismo nombre de la autora británica Cressida Cowell, y realizada por Dreamworks Animation.

No poseo ningún derecho sobre los personajes y detalles originales de HTTYD.

El propósito de este FanFiction es el de entretener, con eso ya dicho, por favor no me demanden.


DRAGONS: A Twins Story

Tres historias con un desquiciado Pt.1

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–… el temor de la madre era tal que, Frigg hizo que todos seres del mundo juraran no matar a Baldur. Absolutamente, a todos con excepción del muérdago que era muy joven para hacerlo. Tal error no era algo que Loki fuera a dejar pasar…

–¡Loki! –gritaron ambos gemelos emocionados al oír el nombre de su dios favorito.

Honey les lanzó una mirada fulminante sobre sus apuntes, y aunque logró el silenciar de los gemelos Thorston, no pudo quitarles la sonrisa burlona de la cara.

–Retomando –dijo la gemela pecosa pasando el pergamino –: la paz no es algo que Loki acepte tan fácilmente, así que planificó la manera de desobedecer las órdenes, pero sin que nadie se enterara que él era el responsable.

–Oh Loki –soltó Tuffnut con ensoñación –, eres un maravilloso ejemplo de vida.

–¿Estás llorando? –le preguntó su hermana, a lo que Tuff se apresuró a limpiarse las mejillas.

–Por supuesto que no –respondió este a pesar de que se le quebraba la voz de la emoción.

Honey rodó los ojos en frustración, conteniendo cualquier comentario sobre las reacciones exageradas de los gemelos. Ya estaba acostumbrada; lidiar constantemente con los gemelos en sus castigos había servido de entrenamiento extensivo a ser indiferente a sus locuras.

–Como iba diciendo –continuó ella –; para poder superar las defensas de Baldur y escapar de la culpa, Loki ideó utilizar a Höðr el dios ciego, engañándolo para lanzar una flecha cubierta del muérdago contra el dios durante una prueba de la invulnerabilidad que le había conseguido Frigg, causándole así la muerte al instante. Él estaría lejos cuando eso ocurriera.

Ambos gemelos Thorston se miraron el uno a la otra, mientras una sonrisa malévola se dibujó en los labios de ambos.

–¡No! –soltó Honey de golpe mientras daba una palmada a su atril. La sacudida hizo que varios pergaminos y libros cayeron al suelo a sus lados –. ¡Basta! Los conozco bien para saber que hay algo detrás de esas sonrisas. No están aquí para aprender sobre los dioses e imitar su comportamiento –la pequeña pecosa se apoyó sobre la superficie de madera para lanzarle la mirada más amenazadora que sus ojos verdes podrían efectuar –. No pasarán el examen si no ponen atención, y si ustedes no pasan…

Honey realizó una señal amenazante con el dedo, que provocó que ambos Thorston inclinaran sus espaldas hacia atrás en sus pupitres improvisados con barriles y escudos viejos.

–Tiene la misma mirada que el jefe Stoick –masculló Ruff a su hermano.

–Hasta con la vena palpitante en la frente –completó Tuff sin guardar el tono de su voz y siendo perfectamente audible para su joven maestra.

La chica entrecerró la mirada, pero no continuó con su amenaza. Tomó varios de sus pergaminos dispersos, dispuesta a continuar su relato, pero se detuvo en seco al presenciar al resto de grupo de jinetes y sus dragones entrar a la academia.

–¿Qué sucede? –les preguntó ella cuando se acercaron a su pequeña clase.

–Bueno… –dijo su hermano nervioso rascándose la nuca. De inmediato, Honey sabía que Hiccup traía noticias que la molestarían.

Pero antes de que terminara de balbucear, el joven pecoso fue interrumpido por Snotlout:

–Solo que Astrid tiene en mente otra tortura de entrenamiento planeada para nosotros –bramó el joven moreno con un puchero –. Y Hiccup como el simplón que es…

–¡Hey! –se quejó este de inmediato, pero fue ignorado descaradamente.

–…la apoya para someternos a sus ideas locas.

Rápidamente, la vista de Honey pasó a la joven rubia que permanecía altaneramente junto a su hermano, en lo que los gemelos Thorston soltaban un gemido de frustración. Hiccup respondió a la mirada de su hermana, encogiendo levemente los hombros, luciendo una sonrisa patética en su boca.

Toothless lo imitó en juego sonriendo por igual.

Después del regreso de los jóvenes jinetes y la armada del Berk en sus aventuras en las tierras del norte contra los bandidos y cazadores de dragones, Astrid no solo había descubierto mucho sobre sí misma y su relación con la aldea y aquellos que la valoran, pero también la hizo ver la importancia de estar preparados en caso de separarse de su dragón.

Claro, eran jinetes de dragones, estaba implícito que necesitaban de las bestias escamosas para formar equipo y enfrentar todos los desafíos, pero también eso los dejaba vulnerables en el caso de separarse. Astrid era fuerte en combate mano a mano, pero más de una ocasión había sido superada por Alvin, por lo que finalmente las palabras insistentes de Gobber resonaron en su cabeza dura.

Necesitaban entrenar para estar listos ante cualquier problema.

Así que Astrid comenzó su nueva obsesión en crear rutinas de entrenamiento que prepararían a sus compañeros a enfrentar los retos del combate cuerpo a cuerpo, especialmente si su oponente resultaba ser un bandido marginado o un dragón salvaje.

Así terminó creando la carrera de un pie (ideal para Hiccup), las navajas voladoras, pelotas en llamas, la lluvia de púas venenosas y el carrusel. Cada idea más descabellada que la anterior, especialmente el carrusel; la mayoría de los jinetes tenían pesadillas por ese entrenamiento.

Los entrenamientos de Astrid rápidamente comenzaron a molestar a sus compañeros jinetes, no solo por lo agotadores y altamente peligrosos que eran, sino también afectaban las rutinas diarias de cada uno. En el caso de Honey, sus sesiones de estudios religiosos.

–Hiccup –dijo la joven pecosa con voz profunda en lo que le dirigía su mirada asesina heredada de su padre en dirección de su hermano gemelo –. Podemos hablar un momento.

El muchacho en cuestión se volvió en una y otra dirección, solo para encontrarse abandonado por sus compañeros jinetes y dragones ante la mirada peligrosa de su hermana. Sin poder objetar o huir de su destino, Hiccup solo pudo asentir levemente con la cabeza antes de acompañar a su hermana a un rincón retirado de la arena, incluso sin la compañía de sus dragones.

–Honey estoy seguro de que vas a decirme– le dijo rápidamente Hiccup una vez que estaban lo suficientemente apartados del grupo para ser escuchados –. También estoy enterado en el desagrado que tienen los chicos en contra del entrenamiento… ¡Pero Astrid tiene la razón! Debemos estar preparados para todo. ¡Incluso Gobber lo comentó en varias ocasiones!

A pesar de sus palabras, el rostro de la chica se mantuvo firme en una expresión intolerante, con las cejas bajas y una mirada penetrante. La clásica expresión que tenía cuando no estaba dispuesta a aceptar mierda de nadie y que los dioses se apiadasen de la pobre alma que intentara hacerla cambiar de parecer.

En ese caso, Hiccup.

–Apoyo completamente sus ideas –continuó el joven tratando de mostrarse más decisivo, alzando la voz –. No tengo ningún interés oculto o remordimiento que me traicione el sano juicio que me impida ver las locuras por las que somos sometidos… ¡Por lo que debes ahorrarte las palabras y no juzgarme, Honey! ¡No hay motivo oculto! ¡No lo hay!

Pero la chica continuaba firme, con los brazos cruzados sobre su pecho. Fue cuando Hiccup se puso verdaderamente nervioso.

–¡Vamos, Honey. ¡Dime algo! ¡Grita! ¡Cuestiona! –soltó él desesperado –. ¡Señala mis malas decisiones y errores como líder! Porque si no lo recuerdas, soy el líder del equipo –continuó tratando de abogar por su condición –, el maestro de dragones, un dragón whisperer…

Pero no había cambio.

–Por favor, Honey –suplicó Hiccup –. Di algo.

–Mierda de yak –dijo la joven casi rechinando los dientes con sus palabras.

–Honey…

–¡No! –explotó ella finalmente –. Esa. ¿La vez? Flotando alrededor de ti. Es la culpa, Hiccup. –agregó bailando los dedos sobre la cabeza de su hermano –. Es la culpa la que habla por tu boca y te obliga a hacer estupideces.

–Te juró, que no… –comenzó el gemelo pecoso alzando las manos en defensa, pero fue acallado por el dedo amenazador de su hermana.

–No jures nada, Hiccup. Que Thor terminara lanzándote otro rayo.

–Tú no crees en Thor.

–Estaría dispuesta en creer toda esa palabrería con tal que te quitara de la cabeza el ser tan estúpido –bramó ella propinándole a su hermano un zape en la frente que lo hizo retroceder –. ¿Cómo piensas ser un buen jefe un día si dejas que tus emociones dominen tu juicio?

–Eso es injusto –contestó Hiccup con un puchero.

– El que nos esforcemos en nuestros entrenamientos nada tiene que ver que pienses que Astrid tiene buenas ideas –tajó Honey sin piedad.

– El entrenar para estar preparados ante cualquier situación es primordial.

–No lo niego –aceptó la muchacha –. Pero la insistencia de Astrid en el tema es enfermiza. Además, tenemos más dragones, no veo la emergencia de prepararnos para un escenario en que no estén disponibles.

Las palabras de Honey fueron gancho directo al hígado de su gemelo. Y tenía razón.

El tiempo y las hazañas de los jinetes había abierto puertas para que más miembros de la tribu se animaran a tener dragones, y la ausencia de residentes como Mildew ayudaban aún más. Aparte de los dragones que ya ayudaban en la pesca, la tala de árboles y otras actividades esenciales de la isla, la idea de tener a un dragón como un compañero se volvía cada vez más popular.

Sin olvidar mencionar que varios de los mismos jinetes ya contaban con más de un dragón. Snotlout tenía a toda la descendencia de Hookfang a su disposición. Astrid tenía Spitefire. Ruffnut y Tuffnut volvieron a encontrarse con dragones de su pasado que decidieron quedarse con ellos a pesar de seguir viviendo en libertad; Scoldy en el caso la gemela rubia, y Torch en el caso de su hermano. Solo Hiccup, Honey y Fishlegs continuaban con teniendo un solo dragón. Debido a eso, las impresiones de Astrid de estar en riesgo inminente ante la ausencia de un dragón, no era tan temible.

–Y tú aceptas cada una de sus ideas –continuó la gemela pecosa –, cada más loca que la anterior, debo señalar, porque te sientes culpable por haber terminado con ella.

Hiccup suspiró indignado.

–¡No es cierto! –tajó él plantándose firme.

–¡Claro que sí! Tienes tanta culpa que eres incapaz de decirle que no. Sí, te sientes tan responsable. ¿Por qué rompiste con ella en primer lugar?

–¡No lo sé! –bramó Hiccup finalmente perdiendo la compostura –. Te juro que ya no estoy seguro por qué lo hice.

–¿Y por qué nosotros debemos pagar por tus errores?

Hiccup desvió la mirada la mirada, en lo que frotó sus brazos con nerviosismo. Honey tenía toda la razón, pero eso no lo hacía sencillo de enfrentarlo.

Ante el cambio en el semblante de su hermano, la chica finalmente suavizó sus facciones y agregó con más calma:

–Los entrenamientos son importantes, el estar preparados para todos también lo es. Pero no es lo único que importa. Hiccup en unos días será mi evaluación en impartición de los antiguos pergaminos, es uno de los requisitos primordiales para mi formación como vala. Y mi esfuerzo será evaluado por el desempeño de los Thorston, por el amor a Freya.

–Sí, entiendo –dijo su hermano, aún cabizbajo.

–Esto es importante para mí –continuó ella buscando la mirada esquiva de Hiccup –. Necesito aprobar esta evaluación, y para eso requiero toda la concentración que sea posible generar los diminutos cerebros de Tuff y Ruff. Así que, por unos días, deja a un lado los entrenamientos. Ya que pase mi evaluación, podremos hacer cualquier locura que tenga Astrid en la cabeza.

–Sí, tienes razón –aceptó de nuevo el muchacho, asintiendo la cabeza.

–Gracias –dijo Honey ya más tranquila –. Pero en serio, Hiccup. Debes tener un poco de más medula en esos huesos.

–Es… complicado.

–Lo haz hecho complicado –lo corrigió su hermana –. Ahora, da media vuelta y ve a decirle a la despachada lo que verdaderamente piensas. Por qué si no superas este rompimiento con Astrid, ella va a estarte empujándote a cada locura como un pusilánime llorón.


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Hola a todos.

Un nuevo año y una nueva aventura. Esta será una mezcla de tres historias, cada una en diferentes tiempos, pero con un detalle en común. Un personaje desquiciado.

Espero que lo disfruten.

Un saludo.