La lluvia caía sobre los cuerpos de quienes se encontraban presentes, los cuatro hijos de aquel Rey lo despedían con la frente en alto, el pueblo lloraba mientras el cuerpo inerte de aquel soberano ejemplar descansaba sobre una cama de flores.
-Que la luz te guíe por el camino correcto, mi amado rey
La reina depositaba una llama sobre el cuerpo de aquel hombre, permitiendo a su cuerpo arder, consumiéndolo rápidamente, haciendo que las llamas se alzaran varios metros hacia el cielo, retirándose todos aquellos presentes conforme el cuerpo quedaba en cenizas.
-Es hora madre, el consejo llama- Le dijo un joven de cabello negro y largo, tez pálida y con las ropas empapadas, colocándole una mano al hombro -Debemos alistarnos…
La mujer tenía su vista en aquel fuego, pero notó como su hija menor se acercaba, tomando en el aire un poco de cenizas, resguardándolas en su pecho. La reina sabía que aquella joven, aún inexperta y en formación, sería carnada para los otros reyes.
-Asami, vámonos…
La chica volteó a verle, podía ver la pena en el rostro de su madre y de su hermano, quien extendía su mano hacia ella, así que avanzó hacia él y la tomó, retirándose del lugar.
…
Los cuatro jóvenes estaban reunidos con el resto de los gobernantes, ellos mejor que nadie conocían a la familia de celestiales. Eran conocidos por sus acciones, sus muestras de combate y sus habilidades; Takeshi era el mayor, había sido la mano derecha de su padre por muchos años, sabía los movimientos y problemas que aquejaban al pueblo, Sato y Saya eran parte de las filas de guerreros, no ostentaban el título mayoritario, amaban las peleas y darían su vida por su hermano en caso de ser necesario.
Pero el caso de la menor era diferente, era joven, inexperta, completamente callada ante el resto, muy diferente de sus hermanos, por lo que, antes de aquella reunión, los reyes de las naciones hablaron antes, tomando una decisión.
-Queremos que Asami tome el lugar del Rey Kai- Expresó una mujer morena, de melena alborotada y mirada fiera -Ella debe ocupar el trono
Sato estaba listo para reprochar, pero Saya pudo controlarlo al tomarlo del brazo, porque ella también quería oponerse, sin embargo, ellos no podían disponer de su poder como celestiales en esa clase de decisiones; pero Takeshi se puso de pie, haciendo a sus hermanos mirarle, porque estaba firme y decidido a ponerle un alto a aquellos buitres.
-Lamento que las cosas no sean como ustedes quieren, pero yo tomare el lugar de mi padre- El resto de los reyes se miraron entre sí, eso no era lo que ellos deseaban, sabían que no iban a poder manipular a ese chico, tal como al rey Kai tampoco fueron capaces -Mis hermanos están en completa decisión en esto ¿No es así, hermanos?
-Si, hermano- Aquello lo dijeron los tres, como si lo hubieran ensayado para decirlo al mismo tiempo.
Los reyes comenzaron a hablar todos juntos, Takeshi sabía que aquello iba a ser imparable, no iba a permitir que hubiera una trifulca solamente porque no había un rey, por lo que, sin pensarlo, uno de ellos habló.
-Necesitamos una alianza con el reino de Glacies, necesitamos cerrar nuestras fronteras- Expresó otro de ellos, un hombre de cabellos rojos, parche en su ojo derecho y de actitud jovial -Ellos son los únicos que aún pueden permitir la entrada de los Ents, no van a defendernos
Takeshi sabía a lo que se referían, pero no iba a permitir la entrada al rey de Glacies, no sin un buen motivo.
-Y la habrá, pero por ahora, mi última palabra será decir que la coronación se llevará a cabo esta noche, no voy a permitir que el pueblo sufra de incertidumbre, terminare la labor de mi padre
Los reyes acallaron, sorprendidos, él no tenía esposa, era un rey solitario ¿Cómo iba a reinar sin una compañera?
-Un rey sin reina no es nada, ¿piensas hacerlo solo? – Objetó uno de los hombres, un rubio vestido con una vestimenta tipo túnica, quien lo miraba -El pilar de todo rey es su reina, debe haber una boda
-Y la habrá, pero no seré yo quien presidie el momento, eso es todo lo que diré…
Takeshi debía dejar aquello así, con su palabra finalizando la decisión, porque ninguno de sus hermanos estaba más preparado para aquello que él. Tratar de calmarlos iba a ser imposible, por lo que, una vez salió de la sala de juntas, llamó a todos los sirvientes, ordenándoles hacer los preparativos necesarios para la coronación.
Esa noche, Takeshi se colocaba por vez primera, la capa que había utilizado su padre el día de su coronación, Yuriko la acomodaba sobre sus hombros, con un rostro inexpresivo, porque no había pasado ni un día, cuando ahora vestía a su hijo para su coronación.
-Tienes que ser fuerte, aún te necesito aquí, a mi lado- Le dijo el joven, tomando sus manos y mirándola a los ojos -Necesitas preparar a Asami, ellos están listos para comernos, por muchos años, mi padre los controlo y los mantuvo en calma, pero ahora que tienen la oportunidad, están dispuestos a muchas cosas
-Lo sé, yo también los conozco, pero, tú solo…- Takeshi sonrió, melancólico, sabiendo a lo que ella se refería -Necesitas…
-No, en estos momentos no voy a contraer matrimonio, no estoy listo, primero voy a encargarme de lo que mi reino necesita, después voy a hacerme cargo de lo que debe acontecer en la familia- Takeshi siempre había sido un chico centrado, había seguido los pasos de su padre, incluso se mantuvo cuerdo luego de haber perdido a familiares cercanos, pero Sato y Saya nunca se habían apartado de su lado, y Asami, no tenía nada que decir de Asami, era su sombra y su mejor compañía luego de su madre -Pero temo que no voy a poder proteger lo más valioso que papá amaba
-Lo sé, pero será la mejor decisión- Las trompetas anunciaba la hora, los nervios afloraron en el cuerpo del muchacho, la mujer termino de arreglarle el traje, mientras que la puerta se abría, dejando ver a una joven albina.
-Todo esta listo- Ella extendió su mano, siendo apresada por la del mayor, saliendo de la habitación y dejando a una Yuriko limpiándose las lágrimas, yendo tras de sus hijos minutos después.
…
Takeshi se sentó en el trono que anteriormente ocupaba su padre, el trono a su lado, el de la reina, vacío, fue admirado con sorpresa y los comentarios innecesarios no se hicieron esperar; sin embargo, el silencio se apodero del lugar cuando el rey elfo hizo acto de presencia en el salón, caminando por la elegante alfombra roja, llevando en sus manos la corona que le daría el estatuto mayor.
Yuriko miró con lágrimas en los ojos como su hijo recibía la corona que una vez su esposo, en vida, portara con orgullo.
-Larga vida al rey…- Musito Jugram, a media voz, aunque luego de dar unos cuantos pasos hacia atrás, alejándose de Takeshi, volvió a exclamar con voz más potente - ¡Larga vida al rey!
Hizo una reverencia, siendo imitado por el resto de los invitados, repitiendo las palabras antes dichas por el elfo.
- ¡LARGA VIDA AL REY!
La celebración, a pesar de llevarse a cabo el mismo día del funeral del rey, echa con prisas y, aun así, siendo perfecta, solo le dejaba ver al resto de los reyes que debían mantenerse en calma antes de poder creer que las cosas irían igual que con el antiguo rey.
Takeshi bailó con Asami, con su madre, incluso hizo bailar a su hermana Saya, quien, sin desearlo, llevaba un vestido que combinaba con el de su madre y su hermana.
Sato había bailado con toda doncella que se había atravesado en su camino, finalizando todo casi al amanecer. Pero el trabajo no iba a esperar, por lo que, apenas alcanzando a dormir unas cuantas horas luego de su coronación, Takeshi ya se había puesto de pie, tenía una reunión, nuevamente, con los reyes para arreglar los asuntos pendientes que seguían sin tener solución.
Takeshi era el último en llegar, recorrió en silencio el camino hasta su silla, al frente y centro de todos, saludando con la cabeza a todos.
-Tenemos muchos inconvenientes que tratar en esta reunión, pero…- El silencio enmarcado por el tono de voz del rey de los dragones de tierra lo hizo alzar una ceja, mirándolo con atención, sobre todo, porque Marie, el rey, no era un hombre que ocultara lo que pensaba -Nos tiene preocupados el hecho de que las alianzas con el reino de hielo siguen sin tener solución, sobre todo, porque estamos atravesando por una etapa en la que ni siquiera el rey Kai fue capaz de solucionar
El resto de los regentes lo miraron, Takeshi sabía que la única manera de cerrar alianzas con el reino de hielo era con el matrimonio, y Kai lo aplazó todo lo que pudo, porque su hija era joven, lista, madura, pero joven, y no la sentía todavía preparada para un matrimonio arreglado. Pero él sabía que su hermana era fuerte, apenas la había visto derramar lágrimas en el funeral, aunque no sabía que repercusiones tendría a largo plazo.
Takeshi suspiró, mirando sus papeles con duda, porque el tampoco deseaba hacer eso, pero estaba seguro de que su hermana lo haría, con tal de darle un poco de tranquilidad a su nuevo inicio.
-Envíe una carta al rey de Glacies, estoy proponiéndole una alianza matrimonial que estoy seguro no podrá rechazar…
- ¿Una boda con la princesa Saya? Eso sería muy novedoso- Espetó la reina de los bestials, una mujer morena de cabellos morados y orejas puntiagudas. Yoruichi era bastante molesta cuando se lo proponía -Algo extravagante y ardiente para un rey que vive en un castillo de hielo
Sin embargo, el rey de los elfos pudo ver en el rostro de su majestad la aflicción, aun a pesar de que mantenía la vista fija en cada uno de sus colegas.
-No Yoruichi, no va a ser Saya quien se case con él, la atolondrada de mi hermana es mejor ayuda en las filas de guerreros, motivando a mis hombres, ella y Sato de momento no sirven para eso- Afirmó el hombre, soltando la pluma sobre sus papeles -Le ofrecí a Asami, después de todo, queremos infundir confianza, no queremos ver arder el mundo
-Tengo entendido que la princesa aun no domina por completo sus cuatro elementos, eso podría representar un problema- Comentó el príncipe de los dragones de fuego - ¿Alguien más concuerda conmigo?
-Que la princesa no los domine por completo no me parece tan malo, es peor tener las fronteras abiertas y permitir la entrada de los Ents a las tierras sagradas- Habló una mujer morena de cabellos rubios, ojos verdes y voz potente -Creo que, de ser necesario, el rey podrá enviar ayuda a su hermana para que aprenda conforme ella esté disponible
-Mi padre retraso el matrimonio por cuestiones como esta, pero no voy a darle más motivos a los Ents para que puedan atacar, no podemos darnos el lujo de perder a más gente, más guerreros, así que he tomado mi decisión…
Aquello había tranquilizado un poco las aguas, el resto de los reyes estaba un poco más concentrados en lo que hacía falta, debían terminar de organizar filas de combate, problemas en sus reinos, intercambios comerciales que se habían pausado por el reciente ataque.
…
Al caer la noche, Takeshi se encontraba todavía concentrado en sus papeles, tenía muchos pendientes que atender, y eso que él siempre procuraba ayudar a su padre con las cartas y peticiones que llegaban casi a diario al palacio. Suspiró con pesadez cuando sintió finalmente sus ojos lo suficientemente cansados como para seguir despierto, se estiro en su asiento, y se puso de pie, cerrando el libro que descansaba frente a él.
Iba estirándose mientras caminaba por los pasillos, escuchando ruidos en la habitación de su hermana menor al pasar frente a ella, esa sería la segunda noche que pasaban sin su padre, y es que, ella había sido la favorita y la que más deseaba proteger de todos.
Llamó a la puerta, escuchando la dulce voz de su hermana desde el interior al permitirle entrar, notando que llevaba una bata que solía usar después de haber tomado un baño, llevaba el cabello mojado, pero una sirvienta le quitaba el exceso de agua con una toalla.
-Hola Takeshi- Dijo ella al ver que su hermano la admiraba, un tanto absorto. La joven se dirigió a la sirvienta -Así déjalo, muchas gracias
La mujer bestial solo hizo una reverencia y salió de la habitación, dejando a ambos hermanos solos.
- ¿Me dejarías cepillarte? - Pregunto el rey en cuestión, confundiendo a su pequeña hermana, quien solamente sonrió y le entrego el cepillo -Ya tiene muchos años que no te cortas el cabello
-A papá le gustaba mucho así, y a mí me gustaba que me hiciera trenzas y moños- Se miraba en el espejo, observando la mirada nostálgica de su hermano reflejada en el espejo -Ser rey jamás le impidió estar cerca de sus hijos, nos disfrutó a su manera
-Tú eras la consentida, y terminaste por volverte lo más valioso para todos- Un nudo se instaló en su garganta, le iba a doler el dejarla partir, pero aquello era necesario, era un mal para generar un bien -Papá siempre vio por nosotros antes que por el reino
Entre ambos se formó un silencio muy apacible, tranquilidad, algo que últimamente le hacía falta a él. Sin embargo, se distrajo un poco más, empezando a trenzar el cabello de Asami.
Sus blancos cabellos caían en cascada, dándole un poco más de volumen a su cabellera, dejando sus ondulaciones sueltas y rebotando en las puntas.
-No voy a querer quitarme estas trenzas nunca- Afirmo la menor, sonriendo feliz para su hermano -Deberías ir a descansar, me preocupa que no duermas bien
-Estoy por caer rendido en la cama, pero, sabes, recibí una carta que estaba esperando con desesperación- Takeshi tomó la mano de su hermana, jalándola un poco para incitarla a levantarse, sentándose juntos en la cama -Y quiero hablar de eso contigo
Asami guardó silencio, no porque estuviera asustada, sino, porque era algo que ya presentía.
-La situación en la que nos encontramos no es nada favorable, tenemos aún la frontera del reino Glacies abierta, los reinos en conjunto están pidiendo a gritos una alianza y un matrimonio, pero de momento no puedo contraer nupcias- Los dedos de Asami acariciaban la mano de su hermano, ambos se habían apoyado en el otro, buscando consuelo y confort en aquello -Necesito que seas mi alianza, y mi matrimonio, eso aplacara al resto de nuestros hermanos por un tiempo, hasta que vuelva a ser su foco de atención. Perdóname por meterte en esta situación
-No tienes por qué pedirme disculpas, yo estaba lista para esto, sabía que tarde o temprano iba a suceder- Las palabras de su hermana sólo hicieron que sus ojos se llenaran de lágrimas, de todos sus hermanos, Asami era la que menos capaz era de lastimar a un igual -Voy a llamar su atención todo lo que pueda, tú no te preocupes por mí, tú me conoces y sabes lo fuerte que soy, no voy a decepcionarte
Takeshi abrazo a su hermana, le dolía el corazón, el cuerpo, solo de pensar que tendría que separarse de ella. El bálsamo que todos querían a su lado, su madre se quedaría sin ella, Sato y Saya no tendrían a quien molestar, y él, no tendría quien le llevara sus tés a su oficina, quien se infiltrara en sus aposentos para encontrar consuelo por un mal sueño, o simplemente para charlar.
-El rey de Glacies ha fijado la fecha, estará aquí en tres días, ya mandé llamar a las costureras para que trabajen en tu vestido con urgencia, Sasakibe ya comenzó a planear el evento, así que el palacio estará de cabeza estos días- La joven se mantenía apacible entre sus brazos, él sabía que estaba nerviosa, asustada tal vez, porque nadie conocía como era aquel hombre, muchas historias corrían por el reino, siendo todo, puras historias -Voy a continuar protegiéndote, así que escríbeme, yo responderé tus cartas, estaré al pendiente de ti, nunca voy a dejarte sola, yo…
Lo sollozos en su pecho lo hicieron callar, por lo que no pudo resistirse a abrazar a su hermana, cubriéndola con su cuerpo, sintiendo que la vida se le iba en ese abrazo, porque se iba lejos, muy lejos de él, de sus alas protectoras; y Asami se durmió en sus brazos, entre lágrimas y sollozos que le partían el corazón a su hermano.
Por la mañana, Takeshi salió de la habitación de Asami, siendo visto por su madre, quien corrió a su lado, tomándolo del brazo para caminar junto a él.
- ¿Recibiste la carta? – Pregunto la mujer mientras caminaban por el pasillo que llevaba hasta la habitación del chico, quien solo le dio un asentimiento - ¿Aceptó?
-Acepto mamá, y no sabes cuanto me duele- Expresó el chico, dejando escapar una lágrima, que fue acompañada por las de su madre en el momento en que nadie los veía -Voy a ver por ella, la mantendré bajo mi cuidado, le diré a Saya y Sato que la visiten, no voy a dejarla sola
Yuriko acariciaba el rostro de su hijo, porque ambos sentían el dolor de dejar ir a la menor, porque tenían que encontrar la fuerza uno en el otro.
-Voy a darme un baño rápido, adelántate al comedor- Le dijo Takeshi mientras se separaba de ella -No quiero saber cómo van a reaccionar esos dos
Takeshi se dio la vuelta, dándole la espalda a su madre, quien se apoyará en la pared, debía ser fuerte en esos momentos, por sus hijos, porque el mayor de sus hijos necesitaba de su ayuda, porque debía mantener a raya a los mellizos y porque aún debía mantenerse cuerda por la seguridad de su retoño.
Al cabo de unos cuantos minutos, el comedor se llenó de vida, Sato y Saya hicieron acto de presencia, discutiendo entre ellos, seguidos de la presencia de Asami, que generalmente era la de burlarse de ellos.
Yuriko llegó poco después de ellos, acomodándose en su silla, faltando solo el mayor.
-Vaya, muero de hambre- Exclama Satoshi mirando el generoso banquete que ya estaba haciéndole agua la boca.
-Igual yo, me comería entero ese pavo- Saya miraba de igual forma la mesa, su gran apetito la incitaba a devorar todo con la mirada, y como habían entrenado hasta que su cuerpo no pudo más, ambos gozaban de un apetito voraz.
-Oigan, ¿dónde quedaron los modales? – Espetó Yuriko, reprendiendo a sus hijos -Debemos esperar a Takeshi, no podemos iniciar sin él, son las reglas
Asami hacia caras, queriendo contener la risa mientras su madre regañaba a sus hermanos. Pero Yuriko estaba a un lado de ella, por lo que también termino llamándole la atención.
- ¿Nadie sabe comportarse a la mesa? – Se quejo la mujer, soltando un suspiro.
- ¿Tan temprano sacando de sus casillas a nuestra madre? – Preguntó el mayor, notando su madre que el baño le había sentado bien, aparentemente, había dormido mejor -No debemos olvidar todo lo que padre nos enseñó
Takeshi pasó por detrás de la silla de Sato, alborotándole el cabello al igual que a Saya, algo que realmente les molestaba, aunque se sentía raro, porque siempre había sido Kai quien hiciera aquel tipo de gestos hacia ellos.
Ambos mellizos se miraron mientras se tocaban su ya alborotado cabello, dándose una mutua sonrisa nostálgica al pensar en lo mismo y revivir el recuerdo de su padre. Lo extrañaban, claro, pero ambos concordaron que tenían que mantenerse animados por su madre y hermana pequeña, no dejarían que los ánimos decayeran en ese palacio que siempre estaba lleno de risas, porque, a pesar de ser de la realeza, se llevaban y divertían como cualquier familia normal. Sus padres jamás estaban demasiado ocupados para estar con ellos.
-Bueno, su majestad- Sato hace una teatral reverencia a Takeshi - ¿Ya puede hacernos el honor de acompañarnos a la mesa?
-Recuerda que ya es Rey- Le codea su hermana -Él nunca llega tarde, son los demás quienes llegan demasiado temprano
Takeshi río ante el comentario de su hermano, se quitó la corona simbólica que llevaba y se la ofreció a Sato.
-Trata de serlo sin morir en el intento- Una bulla por parte de Asami se pudo escuchar claramente, Yuriko también río, a sabiendas de que su atolondrado hijo no tenía las capacidades que su mayor -Hasta una roca sería mejor reina que tú
-Bueno, de acuerdo, está bien, pero enserio tengo hambre- Pide Saya, y segundos después, su estómago lo reafirma rugiendo sonoramente -Mi estómago reafirma mi voto a no reina nunca jamás en mi vida
-Pero que refinada princesa- Se burla Sato, seguido luego también del rugido de su estomago
-Que príncipes tan poco educados- Suelta Takeshi, riendo, seguido de Yuriko y Asami -Ya, ya, pueden empezar
Yuriko pasó inmediatamente una hogaza de pan a su hija, los mellizos arrasaron con el pavo, pero Yuriko alcanzó a salvar un poco para los tres al darle un manotazo a Saya en la mano.
-Saya, se más educada, ni tú padre ni yo te educamos así- La mujer miraba a su hija con firmeza, como si aquella chica fuera todavía una niña pequeña.
-Por eso nunca ha sido candidata para ser reina- Comenta Sato con la boca llena.
-Claro, como tú tienes todo el porte distinguido para ser rey- Le responde Saya, generándose entre ambos mellizos un choque eléctrico entre miradas, era asombroso como esos dos pasaban tanto tiempo juntos y no se hubiesen matado aún.
-Debería darles vergüenza- Espeto Yuriko, reprendiendo una vez más a sus hijos -No pueden siquiera mantener la compostura en un desayuno, deberían tener más respeto
Yuriko sabía que, para los mellizos, Takeshi era la autoridad, pero no iban a ser capaces, aún, de mantener la compostura.
-Tenemos respeto, Takeshi sabe que tiene nuestra total y absoluta lealtad- Habla Saya, esta vez hablando de corazón al mirar a Takeshi con una sincera sonrisa.
-Puedes confiar tu vida a nosotros- Secunda Sato, hablando de la misma manera que su hermana -Pero rey o dios absoluto, sigues siendo primero nuestro hermano- Le guiña un ojo -Así que no estas absuelto a que te molestemos
-Eso sin duda- Dice Saya, cruzándose de brazos y con una extensa sonrisa -Pero estamos siempre a tus ordenes, majestad- Quizá eso ultimo lo dice con algo de sorna, pero era cierto lo de estar a su completo servicio.
Takeshi sonrió, satisfecho, y sabía que no podía negar aquello; ellos siempre iban a ser su prioridad.
El resto del desayuno se llevó a cabo de manera tranquila, todo se había terminado, y no por los tres más tranquilos; los mellizos consumían grandes cantidades de comida generalmente.
-Hay algo de lo que quiero hablar con ustedes, antes de que se retiren de la mesa- Hablo el mayor, mirando la cara de confusión de sus hermanos, su madre y su hermana menor sabían de lo que hablaba, pero no esperaban que fuera tan directo -Asami será desposada por el rey de Glacies, Toshiro, la boda es en dos días
Casi siempre los mellizos estaban muy coordinados, ya sea para entrenar, molestarse o entrenar. Esta vez, no fue la excepción, de hecho, la cara de desconcierto que hicieron los dos los hacia dignos de ser mellizos, más parecidos no podrían verse.
-Bien, esa fue una buena jugada para que lo que comimos se nos revolviera el estómago- Ríe Sato casi forzado, de verdad esperando que fuera una venganza por parte de Takeshi, sin embargó, el mayor seguía mirándolos serios, denotando que hablaba enserio -No puede ser eso cierto
La siguiente expresión de Sato era inusual, la seriedad no era una vista en él con frecuencia, por lo que había mirado a Asami y a su madre, cuyos rostros confirmaban lo que Takeshi había dicho.
- ¿Es enserio? - Cuestiona Saya igual de seria que su hermano, casi enfadada - ¿Dos días? Asami ni siquiera conoces bien a ese Rey ¿Como puedes aceptar casarte con él en solo dos días?
Takeshi sabía que ambos reaccionarían igual, esos dos no estaban disponibles a una boda sin antes haber conocido a sus parejas.
-No voy a negar lo que ya está hecho- Afirmo Takeshi, retirando su mirada de sus hermanos, mirando la mesa, esperando sus quejas.
Sin embargo, el hecho de que Saya se hubiera dirigido a su hermana pequeña le quitaba un poco de atención a él.
-Takeshi ya ha hablado conmigo, estoy dispuesta a hacerlo, por el reino- Afirmo, no mirando a su hermana, sintiendo el brazo protector de su madre rodearle los hombros -Voy a apoyar a Takeshi desde el reino de Glacies, no importándome si conozco o no a ese hombre
-No veo la necesidad de que hagas tal cosa Asami- Espeta Saya, claramente molesta -No veo la necesidad de una unión por una boda arreglada, y menos con tan poco tiempo de anticipación
- ¿Por qué de la nada el rey Toshiro quiere desposar a Asami? - Cuestiona Sato buscando, exigiendo una respuesta en su hermano, quien lo miraba - ¿Acaso amenazó al reino? Si así lo hizo podemos ir al reino de Ignite y pedir refuerzos
Él estaba dispuesto a pelear, y sabía que Saya también, pero no permitiría que usaran a su hermana menor como objeto de tratado de paz.
-No es una cuestión de usar a nuestra hermana o de querer que el reino este en paz, el rey Toshiro no amenazaría nuestra región, ni remotamente, pero entiende que necesitamos cerrar las fronteras de los reinos, los Ents no tolerarían el frío, pero pueden atacar por ese lado, mantener a los reinos unidos en estos momentos es primordial- Respondió Takeshi, no mirando a su hermano por temor a flaquear, al final, nadie quería que la menor se fuera -Ya he hablado con Asami, ella está dispuesta a hacerlo
-Tampoco es una decisión precipitada, yo estoy consciente de que nuestro padre había estado retrasando esto, y quiero hacerlo, si esto aligera la carga de nuestro hermano ante el resto de los reyes, lo hare con gusto- La menor miró con fiereza a su hermana, y luego agrego burlona -Saya ¿Tú lo harías? ¿Te casarías por mi?
Sato miro a su melliza en temor a su respuesta, pues sabía que ella, tal como él, prefería no estar en un trono bajo el título de reina, ellos dos no tenían madera para eso y además no tenían esa ambición, preferían serles fieles a su nuevo rey y hermano, encargarse de mantener a los pueblos unidos y ambos estar al frente de las filas. Sin embargo, también sabía, al igual que él, que no quería perder a alguien más de su familia. Ahora si no estaba seguro de lo que su melliza diría ante la pregunta de Asami.
Saya en efecto parecía conflictuada ante la pregunta de su hermana, pregunta astuta de hecho pues la conocía perfectamente, casi también como su propio mellizo. Sonrió en derrota tras unos segundos que mantuvo a todos expectantes, dando un prolongado suspiro
-Me temo que si yo me caso con Tōshirō ese reino se vendría abajo- Se cruza de brazos alzando una ceja hacia su hermana, dándole puntos por tan buena jugada -Y aunque no lo quiera admitir, Takeshi nos necesita
-La jugada es simple, necesito a Asami en el reino de Glacies para mantener todo en calma, entre más esperemos, más vulnerables nos volveremos como reino- Explicó Takeshi, esta vez mirando a sus hermanos -Nadie quiere perder a nadie, ya perdimos mucho en los últimos años, solo quedamos nosotros cuatro para proteger el reino, así que tengo que pedirles un favor, y es que quiero que visiten a Asami, no diario, pero si en tiempos no prolongados, no vamos a dejarla desprotegida, no voy a dejarla sola
-Cuenta con ello- Accede Saya alzando el dedo pulgar -Podemos aprovechar para practicar hacer avalanchas de nieve, ¿no Sato? - trataba de verle el lado positivo, después de todo, no era como que ya nunca la volverían a ver.
Sin embargo, su mellizo se le notaba que la idea aun no le agradaba nada, se notaba en la seriedad de su rostro al ver a Asami mientras caminaba hacia ella, mirándola con seriedad
-Si no eres feliz en ese lugar, dínoslo, te traeremos a casa- Le dice con voz profunda, mientras colocaba una mano sobre el hombro de Asami.
Encontrarse con la mirada seria de su hermano, cara a cara, que le dijera aquellas palabras de la nada, solo le hizo sonreír.
-Por supuesto, ten por seguro que volveré a casa- Y lo abrazó, porque por muchos años le había pisado los talones, había aprendido con él, cosas que nunca se había imaginado, pero no nada más el, también por Saya, ambos habían sido parte aguas de su enseñanza -Pero quiero que estés tranquilo, Takeshi te necesita aquí, y mamá también, cuídalos por mí
-Cuidaremos de los tres- Le guiña un ojo a su hermana, revolviéndole luego el cabello -Llegaremos en un parpadeo
-Las carreras que hacemos entre nosotros no han sido en vano- Secunda Saya, también acercándose a Asami -Somos los dragones más veloces
-Y yo confío en ustedes para lo que sea- Tomó la mano de su hermana, sonriendo -Los tendré muy presentes
- ¡Excelente! Como todo parece haberse solucionado y que la familia parece conforme con lo que está por venir, me iré a mis labores- Exclamó el mayor, poniéndose en pie, acomodándose la chaqueta y enderezándose la corona -Asami, no olvides que las costureras vendrán, elige el estilo que quieras, tú eres quien se va a casar, y solo se casa una vez en la vida, mamá...
-Yo la acompañare, no te preocupes- Le dijo la mujer con una sonrisa.
Takeshi se había acercado a su madre, depositando un beso en su frente, luego se acercó a Asami, abrazándola y besando su coronilla, a sabiendas, de que sería una de las últimas veces en que podría hacerlo. A los mellizos solo les dio un puñetazo en el hombro a cada uno y se alejó.
…
Las costureras no habían tardado en llegar luego de que la familia terminara de desayunar, por lo que Yuriko y Asami terminaron horas encerradas en la habitación de la menor, les habían mostrado cientos de telas, cientos de encajes, diseños variados que podría llevar la princesa, sin embargo, que esta solo asintiera a sus palabras, los tenía confundidos a todos.
Pero en silencio, Asami había hecho su elección, incluso, había agregado algunos detalles que a ella se le hacían más llamativos.
El estilo iba de un vestido entallado al cuerpo, debía aprovechar las curvas de su cuerpo, y Yuriko, a pesar de no parecerle lo más adecuado, estuvo de acuerdo, después de todo, no era ella quien iba a casarse. La espalda parecía descubierta, pero en realidad, llevaba la figura de un dragón con las alas abiertas en encaje de diamantes, los hombros, que igual iban cubiertos por tela transparente, se unían con un par de mangas que, en sí, eran más bien adornos que propias mangas.
-La princesa necesita portar algo de su talla, no algo tan simple que parezca hecho con prisas- Espetó una de las costureras, sin embargo, Asami la miró con reproche -Reina mía…
-Si mi hija está pidiendo algo en específico, es su deber respetar las órdenes de la princesa ¿no lo cree? – Yuriko seguía como reina en función, Takeshi no la había degradado tanto, sin embargo, no tenía tanto poderío como antes - ¿Quieres que llame a alguien que haga lo que mi hija desea?
-Excelencia, yo…- Asami le entrego sus bocetos, estaba tan de acuerdo con su madre en aquello, por lo que se puso de pie -Esta bien, está bien, haremos lo que la princesa desee
-Perfecto, porque me falta agregar que quiero que tenga cola corta, redondeada, así que espero tengan eso presente- Agregó la menor, debía ser dura con ese tipo de gente que generalmente deseaba hacer su trabajo a su manera, nunca respetando los deseos de quienes los contrataban -Espero pueda medirme el vestido mañana a primera hora
Los ojos de las costureras mostraban su asombro, nunca habían escuchado hablar a la princesa de esa manera, mucho menos, por el carácter tan apacible que siempre la acompañaba.
-Si, su alteza- Las mujeres hicieron una reverencia, luego miraron a la princesa y a la reina -Con su permiso, majestad
Salieron de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, permitiéndole a Asami relajar el cuerpo, su carácter, a volver a ser ella.
- ¿Estas bien? – Pregunto Yuriko a su hija, quien denotaba cierta tristeza -Asami…
-Estoy bien mamá, es solo, que estoy algo agobiada por la boda, no tengo miedo, pero mi mente me engaña y esta noche, he tenido algunas pesadillas- La mayor se acercó, abrazando a su hija, no encontrando palabras para consolarla - ¿Qué hubieras hecho tú?
Yuriko paso saliva con dificultad, la respuesta era obvia, ella tampoco quisiera hacerlo, y sabía que la pregunta de Asami era para confirmar que no podía evitar su trágico destino.
-No quisiera hacerlo, nadie quiere que se le imponga algo por razones que no le acontecen, pero, en tu caso mi niña, se toma como un deber hacia con el pueblo, nos brindaras paz y tranquilidad, necesitamos que los pueblos confíen en nosotros, como sus guardianes, estamos aquí para brindarles paz- Su esposo sabía que entregar un hijo como alianza, solo apaciguaba las masas por un tiempo, pero que, con el tiempo, todo iba causando efecto, primero era el matrimonio, luego la descendencia, nunca estaban conformes -Yo solo deseo que te traten como lo que eres, una joya preciosa que siempre brillara en la oscuridad
Asami hundió su rostro en el pecho de su madre, estaba nerviosa, por lo que, sin dudarlo, estaría con su madre el tiempo que le quedaba.
Recorrer el castillo era un tormento, los arreglos, la gente yendo de un lugar a otro mientras ella trataba de no pensar en lo que le esperaba. Solía refugiarse en la biblioteca la mayor parte del día, Sasakibe, que generalmente estaba ocupado con su hermano y con los preparativos de la boda, se tomaba el tiempo para llevarle un poco de té y frutas a sus aposentos.
Las costureras llegaron a la mañana siguiente, luego del desayuno, llevaban el vestido casi completo, alegando que habían trabajado todo el día y toda la noche para poder tener el vestido casi completo.
-Esperamos que el vestido sea del agrado de su majestad- Dijo nerviosa la costurera, que jugaba con sus manos mientras Asami se miraba en el espejo, alzando su cabello para poder ver el dragón en su espalda -Princesa…
-Me gusta, solo necesita un ajuste en el busto, el largo es perfecto y la cola me gusta, pueden terminar su trabajo- Dijo la menor con otros aires, más tranquila, más relajada, como si el simple vestido la tuviera nerviosa.
Se retiro el vestido, entregándoselo a las costureras, recostándose en su cama, mirando desde su ventana la montaña nevada que se encontraba a lo lejos, suspirando, esa sería su última noche en el palacio celestial.
…
La noche era tranquila y silenciosa en aquel gran palacio, el cielo nocturno era hermosamente iluminado por la luna y las estrellas, siendo lo único que se escuchaba el sutil meneo de los árboles por el viento y el cantar de varios grillos, aunque a dichos relajantes sonidos le siguieron el ruido de pasos apresurados corriendo por el extenso patio del palacio.
Satoshi corría a todo lo que sus piernas le daban, recorriendo alrededor de todo el patio del palacio, el cual era lo suficientemente grande, incluso, para que los caballos pudieran correr libremente, así como lo estaba haciendo el príncipe que decidió salir a correr a mitad de la noche, llevando ya más de diez vueltas, y, aun así, todavía tenía demasiada energía, o, mejor dicho, demasiadas cosas en la cabeza como para poder dormir.
A la vuelta quince decidió detenerse para apoyarse sobre sus rodillas y tomar algo de aire, sin embargo, aún no se sentía cansado como para irse a dormir, aunque si debiera, en unas horas debía ponerse de pie para la boda de Asami y Tōshirō, y eso era justo lo que le impedía conciliar el sueño, aquella boda arreglada. Su hermana había accedido para ayudar a Takeshi, ella era así, pero no podía evitar preocuparse al pensar en su vida en aquel desconocido palacio, sin su familia, casada con alguien a quien no conocía.
Se dejo caer de espaldas sobre el pasto, provocando que varias luciérnagas salieran revoloteando encima suyo, a las que se les quedo viendo al tiempo que trataba de regularizar su respiración por el ejercicio recién hecho, así como trataba de despejar su mente.
-Hace mucho que no te exigías tanto- La voz de Saya lo hace levantar la mirada, observando que su hermana traía ropas de entrenamiento al igual que él - ¿Tampoco puedes dormir?
-No, y veo que tú tampoco- Se pone de pie, sintiendo un poco la pesades en sus piernas por el ejercicio recién realizado -Pensé que, si me ponía a correr hasta que ya no pudiera más, lograría conciliar el sueño, pero aún me siento demasiado despierto
-No creo que seas el único- Secunda Saya, quien había tenido la misma idea que su hermano, y luego, acompañando sus pensamientos, miró hacia el balcón que conectaba con la habitación de su hermana, en calma, con las luces apagadas -No quiero imaginarme como estará Asami
- ¿Crees que deberíamos ir a verla? – Mira hacia el balcón, apoyado sobre sus codos en el pasto.
-No creo, si esta despierta, lo mejor es dejar que asimile lo de mañana- O lo de unas horas… pero es que ni ellos mismos lo habían terminado de asimilar, se notaba en el rostro de su hermana, quien tendía a ser más sobreprotector, tanto con ella como con Asami - ¿Te parece ir volando al reino hielo para ver cuánto tiempo nos toma en llegar?
Extendieron entonces sus alas, cuyos reflejos azules brillaron por la luz de la luna, emprendiendo el rápido vuelo al reino de hielo, sobrevolando sobre las pocas nubes que había en aquella despejada noche. Les encantaba volar lo más alto posible para tener una espectacular vista de todos los reinos desde el cielo, sin embargo, sabían que llamarían la atención ya que casi no había nubes que los cubrieran, por lo que, descendieron y empezaron a volar por los árboles, esquivándolos con maestría sin tener que disminuir su velocidad.
No les tomo ni una hora llegar al reino de Glacies, se encontraban atravesando el límite de las fronteras, pero se detuvieron, observando, no deseaban que algún guardia o aldeano los mirase.
- ¿Crees que Asami este bien en este lugar? – Pregunta Sato con severidad, inconforme.
-A ella no le gustaría ver que estas preocupado- Le reconforta Saya dándole golpecitos en el hombro -Si accedió a esto, es porque confía en que suceda lo que suceda, nosotros estaremos ahí para ella
-Entonces tenemos que mejorar nuestro tiempo para volar entre reinos- Mira a su hermana desafiante.
-Estaremos visitando a Asami muy seguido, así que practicaremos bastante- Miran una vez más aquel frio reino que, en unas horas más, sería el hogar de su hermana.
Volvieron entonces a su hogar, esta vez volando a una velocidad más moderada y en silencio, tan solo asimilando y aceptando la decisión de su hermana, tratando de mantenerse en calma por ella. Debian estarlo, en unas horas seria la dichosa boda y no podían dejar ver a Asami sus inquietudes, ya de por sí, ella seguramente ya estaría teniendo demasiadas.
…
El día tan esperado había llegado, las sirvientas asistieron a la princesa al salir el sol, un baño caliente, mullidas toallas de baño que luego pasaron a una bata, el maquillaje, el peinado, todo fue hecho con sutileza, con cuidado, ¡Porque ese era un día especial!
-Sonría princesa- Dijo una de las sirvientas, terminando de hacerle el peinado -Recuerde lo que el rey Kai siempre decía
-Una sonrisa rompe cualquier silencio, entendido, lo tendré en mente- Su rostro se ilumino, debía calmarse, no podía hacer el ridículo ese día tan importante.
La puerta de su cuarto se abrió, Takeshi entraba al mismo, permitiéndole a las sirvientas salir de ahí, mirando la belleza de su hermana.
-Estas hermosa- Le dijo el mayor, acariciando su mejilla, mirando el maquillaje tan sutil que le habían hecho, algo casi tan natural, como solo resaltar sus ojos -Papá estaría llorando en estos momentos
-Él hubiera querido entregarme en el altar- Takeshi tomó sus manos, pero pasó a abrazarla para tranquilizarla -Los voy a extrañar
-Nosotros también, pero recuerda que Sato y Saya irán a visitarte de vez en cuando, y si sientes que algo no está bien, tienes mi permiso para huir ¿entendido? – La joven asintió, los ojos de su hermano la miraban con pena, dolor, todo lo que no podía expresar fuera de esa habitación -Ahora, quiero tu sonrisa más hermosa y que la princesa de los celestiales me dé su brazo para llevarla hacia el altar
Las palabras de su hermano solo la hicieron sentir mejor por unos instantes, porque una vez salieron de esa habitación, ella sabía que no volvería ahí. Había empacado solo unas cuantas cosas de su hogar, no podía llevarse todo, pero sabía que sus hermanos le llevarían poco a poco más cosas para que no se sintiera tan sola.
Takeshi no soltó el brazo de su hermana en ningún momento, al llegar a la capilla, Asami se aferró al brazo de su hermano, porque los nervios habían invadido su cuerpo, sentía que las piernas flaquearían, que todo eso era un mal sueño.
Pero ahí estaba, caminando por el pasillo central, viendo la espalda de un joven alto, cabello blanco, que comenzó a girar su cuerpo para verla, sus miradas se cruzaron, y ella solo pudo sentir la fría mirada que él le dedicaba, porque no había ninguna otra expresión acompañando aquella mirada, y sintió que una parte de ella se quedaba ahí, a medio pasillo, petrificada por aquellos ojos celestes.
Cuando Takeshi y ella llegaran hasta donde el peliblanco, el rey celestial sentía aquel despreció por su hermana, el hecho de haber tenido que ir hasta allí a concretar el matrimonio y la alianza habían de ser un fastidio para el rey de Glacies, sin embargo, esperaba que pronto cambiara su actitud.
Y no solo el rey podía sentirlo, Sato también podía ver otro ángulo de aquella escena.
Podía notar, aun a la distancia, las piernas de Asami flaqueando, como si no quisiera continuar caminando, podía ver como se aferraba al brazo de su hermano quien la llevaba al altar, su expresión en su rostro. Sin embargo, la gota que casi derrama el vaso, lo que casi provoca el impulso de tomar a su hermana menor y llevársela de ahí, fue la mirada gélida del rey al ver a Asami que se clavó en ella como dos estacas de hielo. A Satoshi le hirvió la sangre en ese momento, pero, la poca racionalidad que le impedía hacer algo que fuese más perjudicial para todos le hizo rechinar la mandíbula y darse la media vuelta.
-Satoshi- Le detiene su melliza tomándolo del hombro antes que si quiera diera el primer paso a la salida - ¿Qué haces?
-Retirándome, antes de que haga algo perjudicial para todos- Mueve su hombro para quitarse la mano de Saya de su hombro, saliendo del lugar.
Saya lo deja, lo comprendía, para ella también era difícil ver a su hermana con tales nervios en lugar de un rostro sonriente al estar a punto de contraer matrimonio, pero sabía que Asami necesitaba verlos ahí para continuar con esto. No podía ir en busca de Sato y arriesgarse a que no los viera a ninguno de los dos.
Las acciones de Sato no estaban por demás, no cuando aquel hombre salió detrás de él, a sabiendas de porque lo hacía.
- ¿Qué diablos crees que haces? – Le dice aquel hombre, acercándose a él -Tú hermana te necesita ahí dentro ¿crees que tu padre estaría orgulloso de esto?
Satoshi no miro a su tío, tan solo se quedó dándole la espalda con sus alas extendidas y apretando el puño.
-No puedo soportar como ese rey mira a mi hermana con tanta frialdad- Suelta apenas en un murmullo y con los dientes apretados -Y como ella se obliga a caminar hacia el altar
Cross era un hombre sabio, su magia le había llevado muy lejos, pero él, al igual que su sobrino, jamás deseo el trono de los celestiales; sin embargo, la relación familiar que llevó con su hermano fue mucho más allá de lo esperado, y sin querer, conocía a sus sobrinos, y la pequeña Asami no era la excepción.
-Asami lo está haciendo para aligerar la carga de Takeshi, estoy seguro de que, sin problema, ella superara todo lo que se le atraviese- Afirmó el mayor, sacando un cigarrillo y dándole la primera calada, expulsando el humo y mirando a su sobrino -Pero no podrá hacerlo, si cree que no confías en ella
-Confió en ella, se de primera mano lo testaruda e imponente que puede ser- Dice apenas con una sombra de sonrisa, guardando sus alas -Pero no me agrada que tenga que estar atada a alguien que no la quiera como ella se merece, no es justo tío Cross, tú y mi padre se casaron por amor
Cross miró al testarudo de su sobrino, sabía que iba a ser difícil que entendiera la situación en la que Asami se encontraba, y también, que no siempre se casa por amor, a veces los sacrificios eran necesarios, y que eso, hacia cambiar a las personas.
-Ella seguirá siendo libre, pero si ella misma se ve como una esclava, su libertad será destrozada lentamente por la monotonía- Agregó, apoyándose en la pared -Ella puede llegar a cambiar a ese hombre, puedo asegurártelo
Tan solo dio un suspiro como si se quitara de los hombros la presión en ascenso de los últimos acontecimientos, los cuales parecieron relajarse al bajarlos al tiempo que también abría y cerraba su mano un par de veces.
-No sabe con quién se está casando- Finalmente mira al hombre con esa sonrisa socarrona, típica de él -Me refiero al rey de Glacies, no debería confiarse de la cara de ángel de Asami
Cross sonrió, sobre todo, porque conocía la faceta de su sobrina en que podía asustar al ente más peligroso del universo.
-No es una chica fácil, solo espero que sea un dolor de cabeza para ese rey- Afirmó Cross, terminando su cigarrillo y girándose hacia su sobrino -Si vas a volver, es buen momento para hacerlo
Sus pasos se dirigieron hacia la entrada de la capilla, él tampoco deseaba estar ahí, pero su esposa lo había obligado, aunque en parte tenía razón; ella debía ver a otro familiar a parte de sus hermanos y madre en su boda.
Dio otro profundo suspiro para infundirse valor, bueno, más que valor, serenidad de aceptar que Asami sabía lo que hacía pero que eso no quitaba que necesitara verlos a todos ahí para ser capaz de continuar. Además, el prometió estar cuando lo necesitara, y en esos momentos, al menos en presencia, lo necesitaba a él y al resto de su familia, estaría faltando a su promesa si se iba.
Caminó entonces siguiendo los pasos de su tío, de vuelta a la capilla y mentalizándose que tenía que darle su mejor cara a Asami para trasmitirle que todo estaría bien.
-Llegue a pensar que el tío Cross te traería de la oreja- Comenta burlona Saya cuando su hermano volvió a su lado, pero aliviada de que hubiera vuelto.
-No le iba a dar el gusto a ese viejo- Se cruza de brazos, mirando al aludido a la distancia y agradeciéndole con una significativa sonrisa cuando sus miradas se cruzaron.
…
Ella no pudo ver el momento en que su hermano abandonara la capilla, porque ella estaba dándole la espalda a sus familiares, Takeshi la había abandonado, su pilar se había ido, y ahora, estaba sosteniéndose por su propio pie en el altar, frente al albino.
-Nos reunimos hoy, aquí, para celebrar esta alianza matrimonial que traerá paz a nuestro reino- Comenzó Jugram, más como un ritual, que, como una ceremonia, mirando con algo de tristeza a la chica que conocía de hacía años, su fragilidad momentánea siendo aplastada por la imponente presencia del rey de Glacies -Hoy, la princesa Asami se casara con el Rey de las tierras de hielo, Tōshirō …
Takeshi se había sentado a un lado de Yuriko, Jugram seguía con su ritual, por lo que la mujer tomó la mano de su hijo.
-Va a estar bien- Susurró él en el oído de su madre, tratando de hacerla sentir un poco más tranquila -Te lo prometo…
Takeshi había alzado la vista, viendo a dos jóvenes elfos colocarles un lazo de cuentas con perlas y diamantes. Ambos se miraban de frente, pudiendo ver los ojos celestes del rey,mirando a su hermana, sin expresión alguna, incluso, hasta con fastidio. Y se maldijo internamente por tener que hacer sufrir a su hermana, por no ser él quien se casara, por no poder hacer mejor las cosas.
Los ojos de Asami buscaban distraerse en la nada, por lo que, cuando Jugram la llamara para que respondiera, apenas alcanzó a mirar al rubio con expectación.
-Princesa… ¿acepta la mano del rey Tōshirō, hasta que la muerte los separe? – Preguntó el hombre, mirando a la aludida, probablemente confundida por todo -Responda, princesa…
-Si- Dijo ella, alzando a penas la mirada hacia el hombre que se encontraba frente a ella -Acepto…
Jugram miró esta vez al albino, que cerraba los ojos para escuchar las palabras del elfo.
- Tōshirō, ¿aceptas la mano de la princesa Asami, hasta que la muerte los separe?
-Si, acepto- Respondió, abriendo los ojos y mirando a la chica, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda.
-Que la alianza matrimonial que hoy nace entre estos dos dragones unifique el reino que protegeremos hoy y siempre- Anunció Jugram, mirando que ninguno de los dos se tomaba de las manos -Necesito que se tomen las manos, por favor, altezas…
Tōshirō miro de nuevo a la joven frente a él, notando el gris de sus ojos, sus facciones de porcelana adornadas por el brillo de aquel suave maquillaje, y sin pensarlo, le ofreció su mano derecha. Por su parte, Asami la tomo, mirando sus ojos celestes, hipnotizantes.
-Que la marca de matrimonio los una, hasta la muerte- Y pudo ver aparecer en sus muñecas, un dragón que, a pesar de asemejarse a un tatuaje, era algo simbólico del matrimonio entre los dragones.
Pero una vez la marca finalizara, Tōshirō soltó la mano de la chica, y si, la celebración había terminado, nadie se había acercado a la pareja, sin embargo, él había comenzado a caminar hacia la salida. Ciertamente, es que parecía un hombre imponente, su metro ochenta, su mirada fría, las manos en los bolsillos, nadie se atrevía aún a acercarse.
La chica había quedado de pie en el altar, confundida, aunque sabía que, debía ir tras él.
-Me disculpo en nombre del idiota de mi hermano- La voz grave la descolocó, haciendo que volteara a ver a un hombre, cabellos azules y ojos casi del mismo color que del albino -Mi nombre es Grimmjow y soy hermano de Tōshirō
A diferencia del albino, el peli azul le ofreció su mano para bajar del altar, no soltándola hasta que llegaron al carruaje. Él estaba apoyado en la parte trasera, esperando, mirando de reojo que la princesa venía acompañada de su hermano.
-El viaje en carruaje es largo, suban- Fueron sus únicas palabras, subiendo el primero sin ofrecerse a ayudar a la chica.
La joven escuchó un gruñido a sus espaldas, no sabiendo si por el hecho de que ella aun no subía o por el hombre que yacía sobre el carruaje.
-Permíteme- Agregó el peli azul, tomando la mano de la princesa y ayudándola a subir -Riruka, vámonos
Una joven pelirroja subió al carruaje también, se sentó a un lado de Asami, por lo que ella, sintiéndose algo incomoda, viró su vista hacia la ventana del lado de ella, teniendo a su ahora, esposo, frente a ella.
-Deberías se más caballeroso, al menos con tu esposa- Comentó el mayor, mirando a su hermano, que miraba por la ventana al igual que la chica -Estos dos van a sacarme de mis casillas
Nadie más volvió a decir algo una vez el carruaje inició su marcha, Asami no había podido despedirse de sus hermanos ni de su madre, llevaba el corazón apachurrado, evitando las miradas indiferentes del albino durante todo el camino.
…
- ¡Se fue y ni adiós dijo! – Expresó Saya, sacándose el vestido apenas puso un pie en el castillo -Ya me las pagara esa niña
-Todos estamos consternados y tristes, creo que la manera de Saya de sacar su ira es quitándose la ropa- Avistó Takeshi, mirando que su hermana había quedado con un simple fondo negro -Saya, eso se hace en tu habitación
-Debes agradecer que soportó traer vestido durante toda la ceremonia- Dice Sato apenas y con una forzada sonrisa, suspirando y cruzándose de brazos -Yo apenas y pude volver a ver el resto…
-Fue difícil de ver para todos- Admitió la morena -De hecho, te me adelantaste a la idea
-Pero resististe más que yo- Le otorga el crédito de aquello, reconociendo que había soportado hasta llegar al palacio.
- ¿Será prudente hacer la primera visita en estos días? – Pregunta, curiosa, mirando a Takeshi y a su madre.
No solo los mellizos lo habían notado, Takeshi y Yuriko habían estado a nada de intervenir y cancelar todo, pero no sería lo más prudente. El corazón les dolía a ambos, porque a pesar de la pronta decisión y de la rápida aceptación de la menor, nadie, absolutamente nadie, estaba de acuerdo con ese matrimonio.
-Dos días, no más, pero solo uno podrá ir a verle, no quisiera que Tōshirō se sienta observado- Respondió Takeshi, suspirando -Volveré a mis deberes, madre, ¿podrías llevarme un té?
-Por supuesto cariño- La mujer besó la mejilla de su hijo, viéndolo alejarse hacia su oficina mientras se quitaba la capa que lo acompañó en la ceremonia, luego volteó a ver a su hija -Saya, ve a vestirte, estas demasiado indecente
-De acuerdo...- Responde como niña regañada, comenzando a caminar en la dirección en que se encontraba su habitación, al menos se pondría su vestimenta de siempre; elegante, pero más cómoda que ese molesto vestido. Se detuvo antes de llegar a las escaleras, mirando a su hermano -Sato, ¿irás tu o yo?
Sato lo pensó largo rato, pero al final, sabía que era lo mejor.
-Ve tú, sé que te mueres por regañarla por no despedirse- Saya bufa ante el pretexto de su hermano, sabía que le pidió a ella ir primero porque el sería capaz de traerla de vuelta
Sin decir más, se fueron a sus habitaciones, necesitaban un baño caliente para despejar la mente y tranquilizarse.
…
Pudo ver el paisaje cambiar conforme avanzaban, aunque generalmente el clima era un tanto unificado entre la ciudadela y los bosques que rodeaban la misma, pero, conforme al momento de abandonar el bosque, pudo comenzar a sentir el frescor de las montañas, a pesar de que las ventanas permanecían cerradas.
Activo sus pocos conocimientos con la magia de fuego, los cuales, fueron suficientes, pero solo por unos cuantos kilómetros, donde la nieve cubría todo el paisaje, donde solo había pinos cubiertos de nieve, y donde todo era blanco.
Se abrazó ella misma, temblaba levemente, pero no quería incomodar a nadie, así era ella, pero no pudo reaccionar, no cuando sintió la tela sobre sus hombros. El Rey se había quitado la chaqueta que llevaba, colocándosela sobre los hombros.
-Gracias- Susurró ella, a sabiendas de que podía escucharla, ya que, de reojo, notó que había vuelto a cerrar los ojos, ignorándola.
Trato de resguardarse bajo la chaqueta, pero nada era suficiente ya, había demasiado frío en el ambiente, tanto, que, al exhalar, podía ver su aire caliente provocar una nube frente a ella.
-Hemos llegado- Expresó el peli azul, y ella pudo ver las primeras casas de la región.
La gente que veía el carruaje hacia una reverencia, mostrando el respeto que había hacía la corona, pero la joven notó las caras tristes, la delgadez de la gente, todo lo que su padre alguna vez había explicado mientras la educaba.
Y mientras mas avanzaban, pudo darse cuenta de que el castillo estaba incrustado en la montaña, alzándose imponente, viendo la amplitud del terreno. Y con el carruaje deteniéndose para que las puertas se abrieran, pudo ver que no solo era amplio, sino que, parecía ser de gran altitud también.
Y entonces, se detuvieron, y el miedo la invadió.
