Con dedicatoria especial a Marianne E, inspirado en su historia Dead bug walking. Gracias por alentarme a seguir escribiendo y por confiar en mi criterio.
Disclaimer: Ninguno de los personajes de MLB me pertenecen, son de Thomas Astruc y su infinita bondad al compartirlos con nosotros.
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La melodía llegaba a sus oídos como un sueño lejano, como un eco distorsionado y melancólico, como un fantasma de su pasado recordándole algo. Marinette abrió los ojos y miró a su alrededor, confundida por el sonido del piano que se colaba hasta su habitación. Las sábanas a su lado estaban revueltas y, cuando la chica puso ahí la mano, el lugar seguía tibio.
Sonrió enredándose en una cobija antes de dejar la cama y encaminarse por el pasillo, la noche parisina era fría gracias a la lluvia que caía ligeramente contra las ventanas en su constante repiqueteo. No, la lluvia no era suficiente para distraer a Marinette de su búsqueda, porque el sonido ahogado del piano cada vez se hacía más y más claro en sus oídos, y los recuerdos de la noche se volvían cada vez más nítidos.
Conocía la pieza, Mariage d'amour. La había escuchado alguna vez, hacía casi diez años, y la había escuchado de las manos de Adrien Agreste en un recital que había tenido, mismo al que le habían permitido invitar a sus amigos.
Marinette en ese entonces tendría unos trece o catorce años, estaba perdidamente enamorada del muchacho rubio de ojos de esmeralda que había interpretado con maestría aquella pieza, así que le había parecido que nadie en el mundo era capaz de tocar aquella canción mejor que como el joven Agreste había hecho.
¡Qué equivocada estaba!
Porque la misma maestría con la que aquellas manos repasaban las teclas del piano en ese momento era la misma maestría con la que habían recorrido su cuerpo unas horas atrás.
La pieza por sí misma era hermosa, y Adrien la tocaba con perfección, ejecutando las pausas pertinentes, desviviéndose en los alegrettos y dramatizando los acordes más lentos; no, la persona que estaba interpretando la canción en ese momento no tocaba a la perfección, tocaba con pasión desmedida, azotando las teclas con la fuerza justa para arrancarle los sonidos más sublimes y melancólicos.
Suspiró llegando hasta la puerta del salón del piano, una habitación pequeña con vista a la torre Eiffel en la que había algunos instrumentos musicales, ninguno le pertenecía a ella.
Cerró los ojos un momento, permitiendo que la melodía se le colara hasta lo más profundo del alma y le arrancara alguno que otro escalofrío. No necesitaba verlo, podía imaginar perfectamente a Luka sentado al piano, meciéndose de un lado al otro, fluyendo con la naturalidad de la melodía, haciendo gestos cada que la pieza cambiaba, como si fuese capaz de sentir en carne propia todo lo que esa canción transmitía.
Claro que la mente de Marinette no supo limitarse a imaginar a Luka bamboleándose frente al instrumento, la mente de Marinette la traición viajando hasta las manos de Luka acariciándole la piel, desnudándola, arrancándole escalofríos de placer y uno que otro gemido por lo bajo.
Marinette suspiró ruidosamente, abriendo los ojos y sonriéndole a Luka, quien notó su presencia con aquel ruido sordo. El muchacho sonrió de medio lado, girando un poco el rostro para ver a su musa acercarse hasta él, claro, sin dejar de tocar en ningún momento, Marinette se envolvió mejor en la cobija, demorándose en llegar hasta Luka para poder apreciar su espalda desnuda, el tatuaje de alas de ángel en los omóplatos, las cicatrices por defender París y por defenderla a ella también, los mechones azules que acariciaban su nuca de forma sensual y casual al mismo tiempo.
La chica no pudo evitarlo, llegó a su lado y deslizó una mano por la nuca de Luka, enterrando sus dedos entre el cabello del muchacho que la tenía cautivada, arrancándole un jadeo al muchacho. Él, instintivamente siguió el tacto de Marinette, recargándose contra la mano de la chica a la par que la pieza se volvía aún más apasionada, un reflejo perfecto de lo que Luka sentía en ese momento.
Marinette suspiró sentándose a su lado, el muchacho llevaba puesto el pantalón del pijama, pero aun así lucía condenadamente sexy ante los ojos de la chica.
Pausa aquí, por favor.
¿Que cómo había terminado Marinette desnuda en el departamento de Luka, envuelta en una cobija, en mitad de la noche?
Fácil: Por un akuma.
Sí, un akuma había sido la razón que había llevado a Luka y a Marinette a terminar pasando una noche juntos.
Aunque el desarrollo para llegar hasta ese punto era un poco más complicado, porque, por primera vez en años, la vida de los héroes de París había corrido peligro. Ladybug había recibido un corte en el costado, el enemigo al que se habían enfrentado blandía un florete bastante afilado y había logrado herir de gravedad a la heroína, Chat Noir se había encargado de hacer el Cataclismo al artículo akumatizado mientras Carapace ponía a salvo a la gente. Viperion había tomado a Ladybug en brazos y le había dicho que la pondría a salvo, pero la chica insistió en quedarse a purificar la mariposa.
Apenas lo hizo, Viperion volvió a tomarla en brazos y desapareció, saltando de tejado en tejado hasta su departamento. La chica sangraba, pero, aun así, logró ponerse en pie y lanzar su miraculous al cielo, volviendo todo a la normalidad, incluida a sí misma. La herida se había ido, pero ella no tenía fuerzas ya.
—¿Por qué me trajiste aquí? —Murmuró Ladybug reconociendo la terraza de Luka.
Viperion suspiró más tranquilo al darse cuenta de que su amiga estaba bien.
—Lo siento. —Se disculpó el héroe, sonriendo. —No pensé mucho lo que hacía, lo único que quería era ponerte a salvo por si a Hawk Moth se le ocurría lanzar otro akuma ahora que estabas herida. Y me pareció buena idea venir al hogar de un amigo cercano.
—Debo irme. No quiero que Luka llegue y nos encuentre en su techo.
—Créeme, no le molestaría.
Ladybug emitió un gemido de dolor y perdió el equilibrio, Viperion la sostuvo contra su pecho antes de buscar la forma de sentarse en el piso y acunarla en su regazo.
—Aunque no quieras que Luka te descubra, tengo que revisar tu costado. —Murmuró Viperion pegando la boca a la coronilla de Ladybug, escuchando el segundo indicador de la mariquita mientras ella se acurrucaba contra su pecho y hundía la nariz en la piel del muchacho. —No me voy a quedar tranquilo hasta asegurarme de que estarás bien en serio.
No estuvo segura si fue por el cansancio, por el sueño o por el dolor. No fue dueña de su boca cuando murmuró:
—Es extraño escucharte hablar de ti mismo en tercera persona... —Murmuró la heroína alzando un poco la nariz y reconociendo el perfume de Luka en el cuello de Viperion. —Pero te seguiré la corriente un poco más.
Luka soltó un bufido por lo bajo.
—Sass... —Murmuró el héroe perdiendo la transformación y consiguiendo que Ladybug abriera los ojos desmesuradamente.
—¡Lo dije sin pensar! —Exclamó ella retrocediendo en el piso, arrastrándose de espaldas, lejos de Luka, quien la miraba confundido y divertido en partes iguales. —No lo sabía, era una teoría nada más.
Ahogó otro gemido de dolor perdió fuerza en las manos, sus codos se doblaron y ella amenazó con golpear el suelo; Luka se movió rápido, posándose sobre el cuerpo de la chica y sosteniendo su cabeza para que no se azotara contra el piso. Ladybug tenía los ojos apretados fuertemente, se sentía mareada y el dolor iba y venía, ella suponía que era parte de la magia del miraculous, como si su efecto curativo estuviese tardando un poco más de la cuenta al haber sido herida directamente con el artículo demonizado.
Abrió los ojos y un notorio sonrojo se apoderó de sus mejillas. Aquello era sugerente y comprometedor. Luka tenía una rodilla entre las piernas de la chica, la otra rozaba su costado dulcemente, el muchacho había usado una mano para sostener su peso y la mano libre la tenía enredada en torno al cuello de la heroína, sosteniéndola con delicadeza.
Luka suspiró aliviado al ver a Ladybug sonreír tímidamente.
—No queremos que le quites el placer a Hawk Moth de acabar contigo, ¿o sí?
—Muy gracioso. —Murmuró ella resistiendo a la tentación de cerrar el espacio y tomar posesión de la boca del guitarrista. —¿Te importa?
Luka sonrió de medio lado y depositó a la chica en el suelo lentamente. El muchacho, al escuchar el último indicador del miraculous de la suerte, sonrió cerrando los ojos y retrocediendo en su lugar cuando escuchó que la transformación de la heroína se desvanecía lentamente.
—Como mi Musa ordene...
—¿Qué dijiste? —Musitó Marinette sin aire.
El muchacho se congeló en su sitio, todavía arrodillado entre las piernas de Marinette, con ambas manos recargadas a los costados de su cintura. Compuso una expresión de dolor y se negó a abrir los ojos, reclamándose a sí mismo por el desliz que acababa de cometer.
—Luka ¿Qué dijiste?
—Como... como mi musa ordene... —Repitió el muchacho rehusándose a abrir los ojos.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Yo no...
—Luka... —La chica se sentó en su sitio tomando el rostro del muchacho, forzándolo a arrodillarse frente a ella, deleitándose en el hecho de que el esbelto cuerpo de Marinette parecía emanar calor propio, no había contacto físico, pero podía sentir la estática entre ellos. —¿Desde cuándo?
—Desde que mi madre fue akumatizada. —Dijo antes de abrir los ojos y sostenerle la mirada a Marinette en un gesto confiado.
—¿Qué? —Musitó la chica sin aire, sintiendo que caía de nuevo.
Pero de nuevo, Luka la sostuvo, esta vez por la cintura, agachándose sobre ella, pegándola a su cuerpo y ocultando su rostro entre el cabello oscuro de la heroína.
—Lo supe en el momento en el que te escuché hablar, en cuanto cerré mis ojos escuché tu voz y supe que no podía tratarse de otra persona, sólo así hacía sentido que hubieses llegado tan rápido.
—Y guardaste el secreto... —Murmuró Marinette pasmada, sintiendo que algo se hinchaba en su pecho, una calidez antes desconocida para ella que terminó por apoderarse de cada célula de su ser.
Sonrió enternecida, poniéndose de rodillas frente a Luka y pasando sus brazos alrededor del cuello del muchacho.
—No podía arriesgarte, eres mi musa. —Admitió el joven apresando la cintura de Marinette y pegándola a su cuerpo, matando cualquier milímetro que existiese entre ellos.
—Mi dulce Luka... —Murmuró ella antes de besar la boca del muchacho.
No era la primera vez que compartían un beso. En más de alguna ocasión se habían atrevido a probar la boca del otro, deleitándose en un terreno desconocido pero familiar. Era un hecho que estaban enamorados, incluso habían confesado sentir cierto tipo de atracción el uno por el otro, pero hacía tiempo que Luka había creído que se limitaba a una cuestión física; no de su parte, claro, por parte de Marinette. Porque conforme pasaba el tiempo, él se enamoraba más y más del alma de la chica.
Luka nunca les había tenido miedo a sus propias emociones, admitir que estaba perdidamente enamorado de cada faceta de su mejor amiga había sido sencillo, al menos para sus adentros; trenzar una confesión de amor había tomado tiempo, pero por fin se lo había dicho. Y durante años se había dedicado a componer canciones para su musa, su inspiración, su coccinelle, su adoración. Claro, había salido con otras chicas, conocido otros labios, probado otros cuerpos (Tenía veintiséis años, no era de acero ni de goma, tenía un cuerpo perfectamente capaz de reaccionar al tacto ¡Por dios!), pero su mente siempre tenía una frase haciendo eco al finalizar sus encuentros con sus múltiples fans: No es Marinette.
La chica lanzó el rostro hacia el frente y se adueñó de la boca de Luka. El muchacho de cabellos cían se habría esperado un beso casto, un contacto tierno, un gesto amable. No. Marinette había tomado posesión de la boca de Luka un momento, al siguiente había delineado toda su boca con la punta de la lengua para, después, proceder a morderle.
Luka ahogó un gemido al sentir aquello y apresó a Marinette aún más cerca, pasando sus manos por las piernas de la chica para obligarla a abrazarle y poder ponerse de pie. La sentó en la barda de la terraza y, justo cuando él mismo se dispuso a morderle la punta de la lengua, la lluvia se desató en París.
Gotas gruesas como esquirlas heladas azotaron contra la piel de ambos, como un gesto para tratar de apagar el incendio que se había desencadenado en ellos. Ambos lo ignoraron, Luka siguió con su reconocimiento por la boca de Marinette, desviándose hacia su mandíbula, su cuello, mordisqueando su piel, sus clavículas, hundiendo la nariz en el borde del escote y consiguiendo que la chica enredara una mano en su cabello y ahogara un gemido.
Actuaron por instinto, Luka se movió hasta su habitación y se tendió sobre el cuerpo de su musa, deslizando las manos por dentro de su blusa y consiguiendo que ella volviera a gemir.
Tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para detenerse y mirar a Marinette.
—Tengo ansiando este momento desde hace años. —Admitió Luka jadeante, paseando la mirada por el busto de la chica y recordándose que tenía que mirarla a los ojos. —De verdad no sabes como he soñado con este momento, cuántas veces lo he imaginado.
—Luka... —Gimió Marinette ante la confesión.
—Pero necesito que estés segura de esto. No quiero que te arrepientas de tomar esta decisión por un momento de pasión que...
—Je t'aime, mon serpant... —Murmuró Marinette sin darse cuenta. La chica sonrió ampliamente ante la mirada de sorpresa del músico y asintió para sí misma. —Desde hace ocho años... Y también lo deseaba hace tiempo...
Luka besó la frente de Marinette, sintiendo ganas de llorar de felicidad por aquel hecho.
Sí, llorar de felicidad. Luka podría estar cubierto de tatuajes, vestir cuero y estoperoles, llevar ese look punk cada vez más oscuro, cada vez más de "bad boy", pero por dentro seguía siendo el mismo ángel sensible que se emocionaba hasta el llanto cuando una canción era sublime, seguía siendo el mismo muchacho que se sonrojaba con facilidad cuando Marinette adulaba sus canciones, seguía siendo el mismo niño inseguro que decía ser mejor con la música que con las palabras.
El resto fluyó con naturalidad.
Sí, con cierto atisbo de timidez al estar descubriendo el cuerpo del otro, con miradas inseguras y preguntas susurradas apenas por encima del repiqueteo de la lluvia. Marinette perdió la cuenta de cuántas veces ella o Luka preguntaron un "¿Te gusta así? ¿Está bien esto?" sólo con tal de complacer al otro.
Llegó un punto en que las palabras estaban de más, no importando el nerviosismo existente; ella estaba en ropa interior sentada a horcajadas sobre Luka, con el cabello suelto colgando sobre sus hombros, Luka tenía el pantalón abierto pero la camiseta y la chaqueta estaban perdidas en algún lugar del piso entre la terraza y su habitación, habían llegado a un acuerdo implícito, menos palabras, más acción.
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Marinette sonrió cuando Luka la movió hasta sentarla a horcajadas sobre él, en el banquito del piano.
—Luces tan hermosa... —Murmuró él, bajito, temiendo romper la magia del instante.
Marinette sonrió y bajó la mirada, tratando de ocultar su sonrojo.
—No digas tonterías. —Pidió, sonrojada por la afirmación de su... ¿Su qué? —Luka... —Llamó insegura, mirándola de reojo. —Esto, todo esto, todo lo que pasó esta noche...
El muchacho compuso una sonrisa de medio lado y hundió su nariz en el cuello de la chica, acariciándole la piel con la boca cuando habló.
—Que conste que quiero repetirlo cuantas veces sea posible.
Marinette ahogó un gemido y suprimió una risa, abrazándose a la espalda de Luka mientras él le descubría los hombros sin atreverse a desnudarla de nuevo.
—Definitivamente tenemos que repetir. —Admitió Marinette acariciando el cabello de Luka (había descubierto que aquello era su debilidad más grande, lo ponía a suspirar y había conseguido hacer que se le erizara la piel), dejando sus inseguridades para otro momento.
—Me voy a adjudicar algo sin tu permiso. —Dijo el muchacho, poniéndose repentinamente tenso, deteniendo su paseo por la piel de Marinette, preguntándose si sería prudente seguir.
—¿Sin mi permiso? —Repitió confundida. —¿Qué podrías adjudicarte de mí que no te pertenezca ya? —Admitió eliminando toda la distancia entre sus cuerpos. La piel de su abdomen rozó la de Luka, consiguiendo que ambos se estremecieran al tacto.
Luka tomó la boca de Marinette, mordiéndole el labio y sonriendo al sentirla estremecerse.
—Bueno, entonces voy a preguntar, más vale estar seguros. —Dijo entre un beso y otro, arrancándole nuevos jadeos a la chica. —Lo que quiero es que esta noche sea una declaración de amor eterno, que consumar este delirio que nos consumía sea tu respuesta y adjudicarme en cada uno de tus gemidos un título que no me pertenece.
Marinette se separó de él abruptamente, mirándolo a los ojos, sorprendida por sus palabras, le tomó el rostro entre las manos y sonrió envalentonada.
—Entonces déjame darte mi respuesta.
Antes de que la chica pudiera hacer o decir más, Luka puso sus manos sobre las de ella y añadió con intensidad. —No somos amantes, Marinette. No lo somos. —La chica se quedó congelada unos segundos, pero luego Luka siguió hablando. —Podrás haber tenido muy buena química con otros novios y lo que quieras, pero lo que hay entre nosotros es alquimia pura. Y si va a surgir algo esta noche, que sea para construir un futuro juntos. Te quiero a mi lado el resto de mi vida. ¿Eres capaz de responder a eso?
—¿Quieres mi respuesta? —Murmuró la chica sin aire.
—Quiero tu total honestidad. —Suplicó él a media voz. —Aunque me parta el corazón en mil pedazos, al menos podré haberte tenido para mí una vez en total honestidad.
—Esta es mi respuesta. —Murmuró la chica dejando caer la cobija hasta el suelo y abrazándose al cuerpo de Luka, besándolo con pasión, con dulzura, con desesperación y con amor.
La mano de Luka recorrió la espalda de Marinette desde la base hasta su nuca, enredándose en los cabellos de azabache, haciéndola gemir por lo bajo. El muchacho se levantó, sujetando a su enamorada con la mano libre, tirando el banquito del piano a la pasada. Cerró la tapa y recargó a Marinette contra el instrumento antes de volver a desnudarse y adueñarse del cuerpo de la chica.
—Marinette... —Murmuró él en medio de jadeos. —Necesito que estés segura de esto.
—Lo estoy. —Admitió con una sonrisa y luchando contra las ganas de llorar.
—De verdad necesito que estés segura de esto. —Insistió levantando la cadena que llevaba al cuello, un anillo finamente engarzado, una pieza delicada y elegante con una piedra azul intenso, el mismo tono de los ojos de Marinette.
—Sí Luka, sí...
Si la tormenta arreció o se detuvo, ellos no se enteraron jamás, sumidos en su burbuja de amor, de ilusiones, de sueños. Suspiros conteniendo promesas a media voz, la promesa de un futuro juntos, la promesa de una vida soñada.
Porque por primera vez en sus vidas, ambos sintieron que estaban justo donde debían estar desde el principio, como las piezas de un rompecabezas cayendo en su lugar.
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Luka había llevado a Marinette en su motocicleta al día siguiente hasta su casa, la chica llevaba el anillo puesto, no fue hasta que se quedó sola en su habitación que recordó dónde había visto la joya antes.
Tikki estaba sentada en su hombro cuando la chica encendió la computadora y se puso a buscar las notas de Kitty Section. Le tomó tiempo dar con la noticia específica, lo que buscaba en ese momento era información relativamente vieja, un video, le habían hecho entrevistas individuales a cada uno de ellos dos años atrás; Luka estaba sentado en su silla, recargado en el respaldo a sus anchas, con una pierna cruzada, sonreía de medio lado y respondía a cada pregunta. La entrevista duraba hora y media, y aunque la parte que le interesaba encontrar pertenecía a los últimos minutos de la nota, a la chica no le molestó ver cada segundo.
—Ese anillo que llevas al cuello, es una joya muy linda. ¿Te la obsequió alguna novia tuya?
—¿Esto? No. —Dijo el muchacho componiendo una sonrisa boba y soñadora mientras tomaba la punta de la cadena para admirar el engarzado de la piedra. —No, es una joya que mandé hacer luego de firmar nuestro primer contrato con Bob Ross.
—Suena a que es algo importante para ti. ¿Puedo preguntar al respecto?
—Es... una promesa.
—¿Para alguien especial?
—Todavía no lo sé. —Admitió el muchacho guardando el anillo por dentro de su camiseta. —Con mi primer sueldo mandé hacer este anillo con la promesa de obsequiárselo alguna vez a mi musa, pero...
—Hay intensiones de por medio. —Dijo la periodista como insinuando algo.
Luka soltó una risita nerviosa y asintió cubriendo su boca, tratando de ocultar su sonrisa.
En un arrebato de valor, Luka se quitó la cadena del cuello y la sostuvo frente a sí, para que la cámara pudiera enfocarlo.
Habló rápido, atropellado, nervioso pero determinado.
—El día que lo veas en la mano de una chica, ten por seguro que se es porque voy a casarme con ella. Porque ella es la canción que resuena en mi cabeza desde nuestro primer encuentro, y desde entonces yo ya sabía que era el amor de mi vida. Lo siento. —Dijo divertido y petulante. —Pero es bueno que lo sepan todos. Si alguna vez le propongo matrimonio a alguien y no es con este anillo, no es que no la quiera, pero habré renunciado a mi música, a mi canción, a mi musa para dejarla ser feliz con quien realmente sepa apreciarla.
—¿Y esta chica, tiene nombre?
—Es... —Dijo Luka sentándose al borde de su silla, ocultando su rostro con una mano como si contara un secreto, en un gesto histriónico y seductor. —Es un secreto.
La entrevistadora sonrió sonrojándose y asintió volviendo su mirada a la cámara.
—Ahí lo tienen. Luka Couffaine, guitarrista de Kitty Section tiene un lado romántico y soñador, capaz de conquistar con su música a cualquier parisina que se le ponga enfrente, pero cuyo corazón ya pertenece a alguien.
Marinette suspiró sonriendo ampliamente a la par que se dirigía a su diván. Se dejó caer ahí, abrazándose de la chaqueta que Luka le había prestado para resguardarla de la lluvia, sumiéndose en su mundito de ensoñación y fantasía, sabiendo que, en ese momento, no existía ninguna mujer más feliz ni más afortunada en todo París.
Observó la joya una última vez y sonrió aún más ampliamente, recordando todas las veces en las que había preguntado a Luka por ella, todas las respuestas del muchacho, sonrojándose, tartamudeando, mordiéndose la lengua y buscando mejor una excusa para salirse por la tangente. Ahora tenía tanto sentido...
Hawk Moth podía atacar con sus akumas más poderosos, no existía nada ni nadie en este mundo que pudiera vencerla o arrancarle de su corazón ese pedacito de paraíso personal. Ahora ella y Luka estaban juntos, y eso era todo el escudo que Marinette necesitaba para saberse fuerte y para darse cuenta de que no existía nadie capaz de vencerlos. No mientras permanecieran juntos.
