Esta no era la primera vez que asesinaba a una persona. No es que le gustara matar, sin embargo, algunos se lo merecían. Mizuki se lo merecía. Pero, por otro lado, tenía que agradecer haberse visto envuelto en aquella situación. Había sacado muchas cosas de provecho de aquel momento.

Desde la primera piedra que fue lanzada hacia él, sus cadenas lo habían acompañado y protegido en todo momento. Naruto creía que eran increíbles; siempre podía confiar en que sus cadenas lo defenderían de cualquier ataque. Sin embargo, sabía que debía ser más fuerte.

Con sus cadenas podía hacer muchas cosas, demasiadas y sin complicaciones, pero ¿qué sucedería si no pudiera usarlas? Por eso, en los últimos meses de la academia, había puesto toda su concentración en aprender todo lo que pudiera. No había aprendido demasiado, si tenía que ser sincero, pero no todo fue una pérdida de tiempo ni un esfuerzo inútil.

Reconocer sus aptitudes y lo que le faltaba practicar era algo que le costó aceptar, pero finalmente comprendió que debía reconocer sus fallas. No le gustaba, pero hacerlo le ayudó a reflexionar sobre muchas cosas.

Su taijutsu era un desastre, siempre lo había sido. Claro, podía vencer a cualquiera de las chicas de su clase, a excepción de esa chica Hyūga, por supuesto, pero en sus combates de práctica en la academia nunca logró acertarle un golpe a Kiba o Sasuke. Ellos lo hicieron pedazos.

Su repertorio de jutsus tampoco era muy amplio, por no decir que era prácticamente inexistente. El Henge podía ser útil para la infiltración, pero el resto de jutsus de la academia eran completamente básicos. Solo uno de los tres jutsus que se enseñaban era realmente útil en batalla: el Kawarimi. Aunque servía para esquivar algunos ataques, no era ideal ni podía usarse con frecuencia.

Era temprano en la mañana y la asignación de equipos sería al día siguiente. Suspiró y se sentó descuidadamente en el suelo del campo de entrenamiento en el que se encontraba. Solo pensar en tener que dar explicaciones sobre cómo fue ascendido lo hizo fruncir el ceño con molestia.

La academia no era su lugar favorito. Las personas ahí siempre lo miraban por debajo del hombro, como si no fuera más que una molestia. Tal vez era su percepción, pero así era como se sentía alrededor de sus compañeros de generación. Había algunas excepciones, por supuesto. Iruka y Hinata eran algunas de las personas que mejor lo habían tratado en toda su vida.

Naruto se recostó en el pasto y miró el característico cielo azul de Konoha. Se preguntaba cómo sería el cielo en otras partes del mundo. Algunos decían que en Suna o Kiri era distinto. Iruka le había contado que Konoha tenía el cielo más despejado, que aunque el azul celeste cubría todo el mundo, en Konoha era el más brillante.

Sacó la bandana que el Hokage le había dado. El anciano estaba realmente feliz de nombrarlo Genin de Konoha. Si no hubiera sido porque ya era pasada la medianoche, probablemente lo habría llevado a comer ramen. Según el Hokage, como ninja de Konoha debía llevar su bandana a todos lados, pero Naruto no tenía idea de dónde ponérsela.

Recordó haber visto a varios de sus compañeros cuando aprobaron el examen. Shikamaru la ató a su brazo, Chōji, Sasuke y Kiba la usaban en la frente. Ino la llevaba como un cinturón, Sakura en su cabello y Hinata en su cuello.

Suspiró y guardó la bandana en su bolsillo. Se quedó sentado en el pasto unos minutos más, pensando en formas de mejorar su taijutsu. Golpear era divertido, pero ser golpeado no tanto. En su opinión, el estilo de la academia apestaba.

Nunca había visto a ningún chūnin usarlo en combate. Se puso de pie y caminó por el campo de entrenamiento hasta encontrar un tronco de madera lleno de magulladuras, señales de incontables golpes y patadas.

"¿Por qué alguien golpearía un tronco?", pensó mientras lo examinaba. "Tal vez tiene que ver con la fuerza, pero no tiene mucho sentido golpear un pedazo de madera..."

—¡Ese es el espíritu, mi juvenil estudiante! —exclamó una voz desde la entrada del campo de entrenamiento.

Naruto no prestó mucha atención a las voces que respondieron al hombre.

Se puso en guardia frente al tronco. Había aprendido que, aunque muchas de las cosas que hacían los ninjas parecían estúpidas, en realidad eran más difíciles de lo que parecían. Cargó su puño con toda la fuerza que pudo y golpeó el tronco. Un sonido seco y contundente resonó en el aire, más fuerte de lo que esperaba. Sin embargo, la madera no mostraba ninguna marca.

Naruto sonrió.

Tenía razón, la corteza de ese tronco era diferente. Más dura, distinta de la del resto de los árboles cercanos. Volvió a golpearlo, y el resultado fue el mismo.

Cuatro figuras se acercaban. Sus auras... no parecían ser una amenaza. Naruto los ignoró, suponiendo que eran un escuadrón de chūnin que venían a entrenar.

—Parece que tenemos un invitado —susurró Guy, con su característica sonrisa brillante.

A su lado estaban tres jóvenes: una chica con dos moños en el cabello, un muchacho Hyūga de cabello largo y otro chico cuya apariencia era inquietantemente similar a la suya propia.

—Mire, Guy-sensei. Sus golpes son realmente fuertes —comentó uno de los jóvenes.

El grupo centró su atención en el rubio. Naruto no era intimidante a simple vista; era un chico algo bajito, con facciones faciales amigables e incluso delicadas. Pero sus golpes...

Cada vez que su puño impactaba en el mismo punto del tronco, un sonido seco, fuerte y contundente resonaba en todo el campo de entrenamiento.

El hombre, ahora identificado como Guy, se concentró en el chico rubio.

—Así es, mi querido Lee. Sin embargo, aún le falta mucho para poder conseguir esa marca.

El hombre de spandex verde se irguió con energía y luego miró a sus estudiantes con estrellas en los ojos.

—¡Tal vez deberíamos darle un poco de ánimo, ¿no creen?! —exclamó Guy con entusiasmo, avanzando hacia Naruto con una gran sonrisa y un paso alegre.

Lee lo siguió de inmediato, reflejando la misma energía vibrante de su maestro, mientras que los otros dos solo suspiraron con resignación.

Naruto calculó que había golpeado el tronco al menos diecisiete veces y aún no había dejado la más mínima marca. Se giró para encarar al grupo de ninjas que tenía detrás.

—¿Necesitan algo?

Naruto los observó con una ligera confusión, incapaz de ignorar la cómica apariencia de dos de ellos. Esos ajustados spandex verdes, el corte de tazón y las cejas más gruesas que jamás había visto les daban un aspecto... peculiar.

—¡No te preocupes, joven! —exclamó Guy, con el tono dramático de quien habla de un destino trascendental—. Únicamente nos interesa tu llama de la juventud. ¡Muy pocas personas intentan dejar su marca en ese tronco!

Para darle más énfasis a sus palabras, Guy hizo una serie de poses exageradas mientras una sonrisa cegadora se dibujaba en su rostro.

Naruto no supo qué responder. Asintió levemente, aún confundido por la actitud del hombre.

—Es el tronco más duro que jamás he golpeado —comentó, volviendo su atención a la madera—. Pero creo que puedo lograrlo con unos cuantos golpes más.

Pasó los dedos por el punto exacto donde había estado golpeando. La corteza no estaba rota, ni siquiera tenía un rasguño o marca visible, pero al tacto… la madera se sentía más suave.

—¡Veo que eres un chico brillante! —exclamó Guy con orgullo, golpeándose el pecho—. ¡Soy Might Guy, el espléndido jōnin de Konoha, el hombre más ardiente y apasionado de esta aldea, y el orgulloso maestro del equipo más juvenil de todos!

Para enfatizar su punto, levantó el pulgar con una sonrisa deslumbrante, literalmente brillante.

—Y este joven a mi lado es mi valiente alumno, Rock Lee, el futuro maestro del taijutsu de Konoha. ¡Juntos llevamos el poder de la juventud a su máximo esplendor!

Lee imitó la pose de su sensei con un brillo de absoluta admiración en los ojos.

Naruto parpadeó.

—Uh... ok.

Sin decir más, se giró nuevamente hacia el tronco a su espalda.

—Un joven de pocas palabras, ¿eh? —afirmó Guy mientras caminaba a un lado para observar con más precisión los golpes de Naruto.

—Sin embargo, no creo que eso tome solo unos pocos golpes más —advirtió con tono confiado. Guy sabía que no era un reto sencillo. A él mismo le había tomado días lograr una sola marca en aquel tronco.

—No lo creo —respondió Naruto con voz simple y desinteresada, desestimando la advertencia del jōnin.

Sin dudarlo, volvió a golpear el tronco. La fuerza detrás de sus golpes se sentía aún más intensa conforme los ninjas a su alrededor se acercaban.

—De hecho, si te descuidas por tan solo unos segundos... —Naruto afirmó con una sonrisa que apareció en su rostro de manera casi desafiante.

Sin pausa, incrementó la velocidad y la frecuencia de sus golpes.

El sonido seco de cada impacto resonaba en perfecta asincronía, como si fuera el ritmo constante de un metrónomo.

Ante la confianza de Naruto, Lee no pudo evitar intervenir.

—¡Ese es el espíritu! Pero no te confíes tanto —exclamó con entusiasmo mientras lanzaba golpes al aire.

Naruto lo miró con los ojos entrecerrados, pero no detuvo su ataque contra el árbol. No prestó atención a las personas que lo rodeaban.

—Lee tiene razón. A él le tomó un poco más de una semana hacer una marca en ese tronco —intervino la chica de moños en la cabeza, apoyando a su sensei y compañero de equipo.

Naruto, sin embargo, no se inmutó.

—Yo no soy como ellos. Yo soy... diferente —dijo con seguridad, provocando que Guy entrecerrara los ojos con seriedad.

El jōnin conocía a Naruto. Todos los de su nivel lo hacían. Sabía que el chico no tardaría tanto como él y Lee en dejar su marca, pero tampoco lo lograría hoy.

—¡Sé que lo lograrás, mi joven amigo rubio! —declaró Guy con su característica sonrisa resplandeciente—. Pero no te desanimes si no lo consigues hoy mismo.

—Recuerda que la perseverancia y el trabajo duro son virtudes que todo ninja debe tener.

Los sonidos de los golpes se hicieron cada vez más intensos mientras Guy y Lee hablaban de la juventud y el esfuerzo.

—Yo también hice este reto, mi joven amigo rubio, ¡y me tomó nada más y nada menos que una semana completa!

Pero justo cuando Guy terminó de hablar, el puño de Naruto impactó contra el tronco con un sonido extraño.

Aún no había ninguna marca visible, pero el eco del golpe dejó un silencio sepulcral en el ambiente.

Naruto se detuvo por unos segundos antes de volver a golpear el tronco, haciendo que el mismo sonido reverberara en el campo de entrenamiento.

—¿Qué te había dicho? —Naruto sonrió mientras soltaba una ligera risa.

Lee y Guy abrieron los ojos desmesuradamente antes de empezar a saltar y abrazarse entre sí.

—¡Oh, joven! ¡Estamos tan orgullosos de haberte conocido! —exclamó Guy, emocionado, mientras apretaba a Lee en un abrazo efusivo y unas lágrimas cómicas se formaban en sus ojos.

—¡Eres muy fuerte! ¡El poder de tu juventud brilla como cien soles! —lloró Lee mientras abrazaba a su maestro con la misma emoción.

Naruto se rascó la parte posterior de la cabeza, sintiéndose incómodo por la escena que estaban protagonizando esas dos personas.

Desvió la mirada hacia la chica y el otro chico, quienes también los observaban con incredulidad.

—¿Cuánto tiempo llevas golpeando el árbol? —preguntó el chico Hyūga con expresión impasible, aunque la reacción de su maestro y compañero le generaba cierta intriga.

—Unos segundos antes de que ustedes aparecieran... —respondió Naruto con naturalidad.

El Hyūga lo miró de forma críptica, como si intentara analizar cada palabra en busca de algún signo que delatara una mentira.

Pero no encontró nada.

Simplemente guardó silencio y giró la vista hacia su maestro y compañero de equipo, quienes parecían haber recuperado la compostura tras su vergonzosa escena.

Guy dio algunos pasos y se agacho en frente de Naruto antes de darle otra de aquellas sonrisas. —¿Cuál es tu nombre joven? Solo mírate, aun no portas una bandana y eres tan fuerte... Tus llamas de la Juventud arden como ningún otra— Guy hablo apasionadamente mientras extendia su mano como un saludo.

Personalmente, Naruto penso que era algo humillante que el hombre se agachara para darle la mano. Si, era bajito, pero nunca penso que lo fuera tanto. Por otro lado, los chicos ahi presentes lo habian tratado mejor que cualquier otra persona en los ultimos dias.

Naruto sonrío mostrando un poco de sus colmillos un tanto más afilado que los de un humano normal. No eran animales, sin embargo, eran realmente llamativos.

—Uzumaki Naruto, ese es mi nombre. Si no le importa, quiero dejar mi marca en ese tronco y empezar a entrenar apropiadamente — Naruto pidió un poco de espacio después de estrechar la mano del hombre, quien igualmente de un salto se alejó un par de metros y se puso a lado de sus estudiantes quienes lo estaban viendo.

Incomodo. Naruto dijo para sí mismo antes de girarse al tronco y ponerse en guardia nuevamente.

Naruto tomo un poco de aire y trato de concentrarse en dar el golpe más fuerte. Un solo golpe, solo eso necesitaría. Tomo un poco de impulso y nuevamente golpeo el tronco.

El sonido fue claro, su puño había roto la madera, Naruto podía sentir sus nudillos enterrarse en la madera más de lo que él pensó. Cuando Naruto se alejó ahí lo pudo ver, vio la marca de sus nudillos en un tipo de madera más clara que la corteza, ninguna de las otras marcas era iguales a las suyas, las otras marcas ni siquiera pudieron romper la corteza, solo abollarla un poco.

—Al menos puedo decir que mis golpes no son tan malos... — Naruto dijo tras ver la marca que hizo en el tronco.

Guy trago un poco de saliva. ¿Esto era alguna consecuencia del Kiubi? Guy sacudió los pensamientos de su mente mientras que daba una sonrisa brillante. Sin embargo, Lee fue el primero en hablar esta vez.

—Eres demasiado fuerte! — Naruto tuvo que esquivar al chico quien en arrebato de velocidad examinaba la marca que habia dejado en su tronco.

—No puedo creer que lo hayas logrado en tan solo unos minutos! — Lee dijo mientras tocaba la madera rota en el tronco notando como el golpe había hecho un daño profundo.

—Eso creo. Sin embargo, el taijutsu no es mi especilidad— La voz de Naruto ahora parecia un poco mas divertida y confiada ante el amistoso ambiente que se sentia en el campo de entrenamiento.

—¿Entonces es por eso por lo que estabas golpeando este tronco?— La chica de moños en su cabeza pregunto algo confusa. ¿Porque todos los hombres que conocia creian que debian golpear un tronco para empezar a practicar taijutsu?

—Mmm, no. Simplemente queria probar que tan fuerte era. Soy mejor en otros sectores en mi opinion—

Naruto dijo misteriosamente mientras se alejaba un poco y se acercaba a un arbol comun y corriente. Las ideas habian invadido su mente tras lo que significaba una gran cantidad de fuerza en su cuerpo.

—Yo creo que sería muy bueno si practicas lo suficiente Naruto-San— Guy dijo mientras miraba a Naruto alejarse. Una pizca de curiosidad vibrando un su cabeza al verlo acercarse a los arboles.

—¿Y cual es tu especialidad, Naruto-San? Debes ser muy bueno en eso, ¿no?— Lee pregunto con mas emocion que antes.

Naruto no respondio. Sus ojos se cerraron y el chakra empezo a fluir por sus cuerpo. Su cadenas de Chakra no eran algo que le gustara presumir. Eran un arma secreta, a la vez que tambien eran sus escudos.

Fue realmente complicado controlarlas. Naruto recordo la primera vez que sus cadenas aparecieron, no tenía ningún control sobre ellas eran como otra parte de el. Las cadenas no fueron inútiles cuando él no sabía controlarlas de forma adecuada, sin embargo, lo protegieron de cada objeto que se lanzó.

Su control de chakra incremento bastante respecto usaba más y más sus cadenas, pero aún era una tarea difícil tomar pequeñas partes de su chakra. Esta fue la razón por la que, en su lógica, era más sencillo tomar cantidades más grandes y modelarlas a su placer.

Naruto sonrió pícaramente mientras sentía su chakra recorriendo todo su cuerpo. Usó una gran cantidad para rodearse por completo antes de ponerse en guardia. Su puño ardía con la energía concentrada a su alrededor, y entonces dirigió todo el chakra que pudo a su extremidad.

La teoría era simple. Su chakra era explosivo, violento. ¿Entonces por qué no expulsarlo en el instante en que su puño impactara contra algo? Las consecuencias serían letales o, al menos, extremadamente dañinas para quien recibiera el golpe.

Su mente comenzó a idear formas de potenciar la técnica, así que intentó concentrar su chakra en un punto más preciso, afinándolo como la punta de una lanza.

Finalmente, Naruto lanzó el primer golpe. En el preciso instante en que la punta de su nudillo tocó la madera, liberó toda la energía acumulada.

El resultado fue devastador.

La explosión de chakra fue tan violenta como había esperado. Sin embargo, la misma fuerza de la descarga lo impulsó hacia atrás. A pesar de la sorpresa, Naruto reaccionó con rapidez: se deslizó ligeramente y logró aterrizar con precisión en el suelo.

Tuvo que dar un segundo salto hacia atrás al ver cómo el árbol que había golpeado se partía por completo y caía al suelo con un estruendo ensordecedor.

Naruto observó el resultado con una sonrisa satisfecha.

—Asesinato —proclamó en voz alta mientras se ponía de pie y se giraba hacia el grupo de personas que lo observaban con expresiones variadas.

—¿A-a-asesinato? —la chica de moños balbuceó, impresionada por el resultado del ataque—. ¿Por qué?

Naruto la miró directamente a los ojos y arqueó una ceja con indiferencia.

—No lo sé… ¿Es más fácil? —respondió sin prestar atención a las implicaciones de sus palabras.

Guy y Lee entrecerraron los ojos ante aquella declaración. Sin embargo, el jōnin decidió no apresurarse a sacar conclusiones sobre el chico y, en su lugar, se concentró en lo que acababa de presenciar.

—¡Tienes un futuro brillante, Naruto-kun! ¡De eso no hay duda! —declaró con su característica sonrisa, rodeando el árbol destrozado, ahora tendido en el suelo—. ¡Mira lo que has logrado en un solo día!

Pero su tono se tornó más serio al volver con el grupo de jóvenes.

—Sin embargo, no te confíes, mi joven ninja. Aún falta perfeccionar esta técnica.

Naruto recordó la manera en que había salido despedido por la expulsión de chakra y asintió ante las palabras del hombre.

—Sí… Me encargaré de eso.

Decidió que era momento de buscar otro campo de entrenamiento y practicar antes del anuncio de los equipos al día siguiente.

—Creo que tengo que irme. ¡Gracias por los ánimos, chicos! —dijo mientras se marchaba con las manos en los bolsillos.

—¡Espero volver a verte, Naruto-san! —gritó Lee en respuesta mientras observaban al chico de camiseta blanca salir del campo de entrenamiento.

Tenten entrecerró los ojos, observando nuevamente el árbol caído. No podía ignorar lo devastador que había sido el ataque del joven rubio.

—Él es peligroso… —murmuró el chico Hyuga, girándose hacia su compañero de equipo.

Lee y Guy hicieron lo mismo.

—Neji tiene razón —dijo finalmente Guy, con el ceño fruncido—. Sus golpes son tan fuertes como un jutsu de tierra.

Sin embargo, sacudió la cabeza, como si disipara el pensamiento.

—Pero no nos desconcentremos. Tenemos trabajo que hacer.

Con esas palabras, intentó retomar el rumbo del día tras el inesperado encuentro con Naruto.

Otro poderoso golpe de chakra impactó contra una enorme roca en uno de los campos de entrenamiento.

Naruto se alejó un poco y observó el resultado. En la superficie de la piedra, un enorme cráter marcaba el punto de impacto.

Había considerado múltiples formas de aplicar esta habilidad en combate. Si la practicaba lo suficiente y lograba ejecutarla con rapidez, derrotar a sus enemigos sería sencillo. Bastaría con que le permitieran conectar un solo golpe, aunque fuera contra su guardia.

El problema del retroceso había sido sorprendentemente fácil de solucionar.

En su primer intento, había dejado que el chakra se expulsara en todas direcciones, incluido el lugar donde él mismo se encontraba, lo que lo había enviado volando. Pero la solución fue simple: en lugar de liberar todo su chakra de golpe, debía reducir la cantidad, concentrarlo tanto como su control se lo permitiera y dirigirlo con precisión hacia su objetivo.

Además, descubrió otro beneficio.

Al usar chakra en sus golpes, creaba un espacio considerable tras cada impacto. En un combate de taijutsu, eso le permitiría jugar al contraataque. Si no lograba un golpe certero, podía simplemente reducir la cantidad de chakra y aún así enviar a su oponente varios metros hacia atrás, dándole tiempo para encontrar una abertura ideal para ganar la pelea.

Naruto rió para sí mismo ante la idea.

Todavía había mucho que probar e intentar. Esta nueva habilidad tenía múltiples aplicaciones, y apenas estaba explorando la superficie de su potencial.

En gran parte, debía agradecer a sus cadenas de chakra. Gracias a ellas, moldear su energía se le hacía increíblemente fácil, siempre y cuando se tratara de cantidades considerables.

Los clones de la academia, en cambio, le parecían patéticos. No eran más que ilusiones con cantidades diminutas de chakra. Por eso, nunca había podido crear ni uno solo sin que terminara explotando.

Suspiró y miró una última vez la roca antes de relajarse.

Había sido un día interesante, tal vez incluso el comienzo de un verdadero cambio.

Sin nada más que hacer, sonrió levemente, satisfecho. Hoy había sido un día productivo.

Se puso de pie y caminó en dirección a su casa.