Naruto metió en su mochila lo que consideraba esencial: su juego de kunai y shuriken, dos camisetas blancas y un par de shorts de combate. Eran mucho más cómodos que su atuendo habitual, además de que Kakashi había mencionado que los colores llamativos no eran lo mejor para un ninja.
El hombre era perezoso y siempre tenía la nariz metida en ese libro naranja, pero era un Jōnin, así que debía saber de lo que hablaba.
Finalmente, cerró la mochila y la cargó a la espalda. Antes de salir, pasó por el baño y tomó su cepillo de dientes. Se detuvo un momento frente al espejo, observando su reflejo. Se acomodó un poco el cabello, que con el tiempo había crecido lo suficiente como para caer sobre su frente.
Hoy sería un gran día, o al menos eso esperaba. Las misiones de rango C no eran nada del otro mundo, pero para él significaban un paso más hacia misiones realmente importantes.
Sonrió con su característica expresión confiada. Hacía mucho que había aceptado que nunca sería querido en la aldea. Lo había tragado con amargura, pero si el destino lo ponía en contra de todos, él se aseguraría de demostrarles que no era alguien con quien debían meterse.
Salió de su apartamento con energía renovada. La emoción y la adrenalina lo impulsaban mientras caminaba hacia la Torre del Hokage. En su mente, rogaba que el anciano no le negara la misión.
—¡Hey, chicos! —saludó con entusiasmo al llegar.
Para su sorpresa, Kakashi ya estaba allí, por primera vez en meses… puntual.
—¿Qué mosco te picó, Kakashi-sensei? —bromeó Naruto, arqueando una ceja mientras veía al hombre absorto en su característico libro naranja.
—Buenos días, Naruto —respondió Kakashi sin siquiera levantar la vista.
Naruto bufó. Sasuke solo lo miró de reojo y Sakura suspiró, aunque parecía igual de sorprendida por la puntualidad de su sensei.
—Vamos, es nuestro turno —dijo Kakashi, cerrando su libro con un leve chasquido y comenzando a caminar.
El equipo 7 lo siguió en silencio hasta la gran sala donde el Hokage los esperaba, rodeado por algunos consejeros y chūnin.
—Es un gusto verlos de nuevo, equipo 7 —saludó el anciano con su expresión amable de siempre—. Tenemos varias misiones de rango D disponibles para ustedes.
Naruto sintió que su entusiasmo se desplomaba. No más misiones de atrapar gatos, por favor…
Pero antes de que pudiera abrir la boca, Kakashi se adelantó.
—En realidad, Hokage-sama, estamos aquí para solicitar nuestra primera misión de rango C.
El ambiente en la sala cambió al instante.
El Hokage frunció el ceño y fijó su mirada en Kakashi con seriedad.
—¿Estás seguro de que tu equipo está listo para una misión de ese nivel?
Naruto sintió cómo la mirada del Hokage se posaba en él. Chasqueó la lengua. Siempre era él.
Kakashi suspiró, pero sonrió levemente.
—Creo que podrán manejarla con facilidad. Son más talentosos de lo que aparentan.
El Hokage dejó escapar una ligera risa, mientras Naruto gruñía por lo bajo.
—Confío en tu criterio, Kakashi —dijo finalmente el anciano, antes de volver a posar su mirada en Naruto, quien irradiaba emoción—. ¿Y tú, Naruto? ¿Crees que puedes manejarlo?
Naruto sonrió de oreja a oreja.
—¡Ni lo dudes, viejo! —exclamó con entusiasmo—. ¡Voy a demostrarle a todos que Konoha tiene a los mejores ninjas del mundo!
El Hokage rió suavemente y comenzó a revisar los documentos en su escritorio.
Sasuke y Sakura no dijeron nada, pero ambos compartían la misma sensación de alivio. Por fin algo distinto a cortar césped o limpiar establos.
Sasuke cruzó los brazos. Esta misión no solo significaba librarse de esas tareas inútiles, sino que también era una oportunidad para medir su progreso. Pelear con Kakashi en la prueba de equipo le había dejado claro que aún le faltaba mucho, y ver a Naruto esforzarse tanto le hacía sentir que, poco a poco, lo estaba alcanzando.
Sakura, por otro lado, tenía los nervios a flor de piel. No era tan fuerte como Naruto ni tan talentosa como Sasuke, pero… al menos pasaría más tiempo con Sasuke-kun. Tal vez incluso podrían entrenar juntos.
—Dejen pasar al señor Tazuna —ordenó el Hokage a los chūnin que custodiaban la puerta.
Unos segundos después, un anciano de aspecto desaliñado entró en la sala, sosteniendo una botella de sake en una mano y una mochila al hombro.
—¿Estos niños van a protegerme? —preguntó con incredulidad, mirándolos con desconfianza.
Naruto frunció el ceño y Sasuke apenas desvió la mirada.
—No se preocupe, Tazuna-san —intervino el Hokage con voz calmada—. Kakashi es un Jōnin de élite, él también los acompañará. Además, las misiones de rango C no suelen representar demasiado peligro para nuestros genin.
Tazuna tragó saliva, pero no discutió.
El Hokage tomó un sobre y se lo entregó a Kakashi, quien lo tomó con naturalidad y lo abrió para leer su contenido.
—El objetivo es simple —explicó el anciano—. Escoltarán a Tazuna-san hasta su hogar y lo protegerán hasta que termine la construcción de su puente en Nami no Kuni.
Naruto sonrió con emoción. Sasuke asintió levemente y Sakura intentó no mostrar su nerviosismo.
Kakashi leyó los documentos unos segundos más y luego los guardó.
—Partiremos en una hora. Nos encontraremos en la entrada de Konoha.
—-
Sorprendentemente para el equipo 7, habían partido hacia Nami no Kuni a la hora acordada. Llevaban solo unos minutos de viaje y todavía no se habían alejado demasiado de Konoha.
Naruto caminaba con una amplia sonrisa, observando todo a su alrededor con ojos curiosos. Explorar nuevos lugares siempre había sido uno de sus mayores deseos. Miraba cada detalle del paisaje: los árboles altos que se mecían con el viento, las flores de colores vibrantes, los pájaros que revoloteaban en las ramas y hasta las pequeñas ardillas que se escondían al notar su presencia.
—¿Siempre es así de… alegre? —preguntó Tazuna, observando con incredulidad cómo el chico tocaba todo lo que podía—. Parece como si nunca hubiera salido de la aldea.
Sakura dejó escapar una leve risita antes de responder:
—Sí, Naruto siempre es así. Aunque también se enoja con facilidad…
—Naruto nunca ha salido de los muros de la aldea más que una vez —intervino Kakashi sin apartar la vista de su libro, llamando la atención de todos… excepto de Naruto, que seguía absorto en su exploración.
Tazuna arqueó una ceja.
—¿Ustedes los ninjas tienen prohibido salir?
Kakashi negó con la cabeza.
—No exactamente. Naruto es un caso especial. Por razones de seguridad, el Hokage le prohibió salir de la aldea sin escolta.
Esa revelación hizo que tanto Sasuke como Sakura lo miraran con interés.
Sasuke frunció el ceño, pensativo. ¿Qué tenía Naruto de especial para necesitar protección? Nunca había destacado en la academia, pero después de haberlo visto pelear contra Kakashi, Sasuke sabía que subestimarlo era un error. La idea de que Naruto pudiera superarlo le resultaba molesta. ¿Podría realmente derrotarlo en combate? Sasuke se obligó a admitir, con cierta irritación, que no lo sabía.
Sakura también estaba confundida. Es cierto que Naruto es fuerte… pero nunca mostró ese nivel de habilidad en la academia. Ahora que lo pensaba, muy pocos de sus compañeros podrían igualarlo en combate.
Tras unos minutos más de explorar, Naruto regresó junto a su sensei.
—Oi, sensei.
Kakashi apenas levantó la vista de su libro, indicando que lo escuchaba.
—En tu opinión, ¿cuál es el mejor arma para un ninja? —preguntó Naruto con genuino interés, captando la atención de sus compañeros.
Sakura parpadeó sorprendida. Naruto no solía hacer preguntas serias.
—A mí me gustan los arcos, pero no creo que sean muy útiles en combate… —continuó Naruto, sonando un poco decepcionado.
—¿Arcos? —Sasuke arqueó una ceja—. Eso es poco práctico en un combate ninja.
—No es tan mala idea —intervino Kakashi, aún sin apartar la mirada de su libro—. Pero Sasuke tiene razón, no son tan efectivos en combates a corta distancia. Los ANBU prefieren las katanas cortas porque son más ligeras y rápidas.
—¿Te refieres a los 'tantō', sensei? —preguntó Naruto con entusiasmo, como si estuviera visualizando su uso en su mente—. Son geniales. Los ANBU los manejan con mucha velocidad, ¿verdad?
Kakashi sonrió bajo su máscara y asintió.
Sasuke entrecerró los ojos, más intrigado que antes. No había esperado que Naruto supiera tanto sobre armas ninja.
Sakura también lo notó. Miró de reojo a su compañero y pensó: Naruto no parece tan cercano a nosotros como lo es con Kakashi-sensei… Era lógico, Kakashi era un jōnin, pero aun así, empezaba a sentir curiosidad por su compañero de equipo.
El silencio se había apoderado del grupo mientras avanzaban por el sendero. Naruto caminaba con las manos en los bolsillos, su mente perdida en pensamientos. La aldea ya quedaba lejos a sus espaldas, y con cada paso que daban, la sensación de estar en territorio desconocido se volvía más real.
Fue entonces cuando Sasuke y Kakashi notaron algo inusual: dos charcos en medio del camino.
Sasuke frunció el ceño. Algo no cuadraba, pero no tenía pruebas suficientes para sacar una conclusión definitiva.
Kakashi, por otro lado, entrecerró los ojos con calma. ¿Una emboscada? Era casi decepcionante lo predecible que resultaba. De cualquier manera, pensó que era un buen momento para una segunda prueba.
El jōnin sonrió para sus adentros, ocultando toda emoción detrás de su libro y su postura despreocupada.
El grupo continuó caminando sin prestar atención a los charcos. Naruto sintió un escalofrío recorrer su espalda al pasar junto a ellos, una sensación extraña y desagradable, pero la ignoró. No podía explicar por qué, pero algo en su interior le decía que debía estar alerta.
Tan pronto como dejaron los charcos atrás, el aire se llenó con el sonido de un estallido. Dos nubes de humo oscuro se levantaron tras ellos, y de ellas emergieron dos figuras.
Los hermanos demonio de Kirigakure.
Ambos eran nuke-nin de rango chūnin, cubiertos con túnicas oscuras que ocultaban la mayoría de sus cuerpos. Llevaban máscaras de metal con marcas talladas en forma de colmillos, dándoles un aspecto amenazador. Sus ojos, visibles tras pequeñas rendijas, brillaban con malicia asesina. Lo más aterrador, sin embargo, eran sus armas: guanteletes de acero, reforzados con púas afiladas, de los cuales se extendían gruesas cadenas con hojas dentadas. Las cadenas tintineaban con un sonido amenazador mientras se preparaban para atacar.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, uno de ellos lanzó sus cadenas con una velocidad aterradora.
Las hojas giraron en el aire y, en un abrir y cerrar de ojos, se enrollaron alrededor del torso de Kakashi.
El chasquido metálico resonó en el bosque.
Con una fuerza brutal, los hermanos demonio tiraron de las cadenas. Kakashi no tuvo tiempo de esquivar. Su cuerpo se tensó por un instante… y luego se desgarró en pedazos, salpicando sangre en todas direcciones.
Sakura soltó un grito ahogado y dio un paso atrás, sus ojos reflejaban puro horror.
Naruto no reaccionó de inmediato. No era que estuviera paralizado por el miedo, sino que algo en la escena no le cuadraba. ¿Kakashi… muerto? No tenía sentido.
Pero antes de que pudiera procesarlo, un silbido metálico llenó el aire.
Las cadenas volaban directo hacia él.
Naruto entrecerró los ojos por el reflejo de la luz en el metal y su oído se llenó con el agudo chirrido del acero cortando el viento. Un segundo después, la amenaza desapareció.
Cuando volvió a abrir los ojos, Sasuke estaba frente a él, sosteniendo dos kunai con los que había detenido las cadenas.
Sin perder tiempo, se impulsó con fuerza, girando sobre su propio eje y lanzando una patada directa al rostro de uno de los hermanos demonio. El impacto fue limpio y potente, haciéndolos retroceder unos pasos.
—¿Te asustaste, gato asustado? —dijo Sasuke con su característico tono burlón, una mueca de confianza en su rostro.
Naruto frunció el ceño al escuchar esas palabras.
—¡Por supuesto que no, teme!
Sasuke ignoró su respuesta y se preparó para continuar el combate, pero justo en ese momento, sintió algo extraño.
Una presión en el aire.
No, era más que eso.
Era chakra.
El chakra de Naruto.
Y era diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes.
Sasuke entrecerró los ojos, fijando su mirada en su compañero. ¿Qué demonios…?
Naruto soltó una exhalación tranquila, como si la batalla apenas estuviera comenzando para él.
—Solo estaba un poco distraído, nada más.
Su voz sonaba despreocupada, pero lo que ocurrió a continuación fue cualquier cosa menos eso.
Dos gruesas y amenazantes cadenas doradas emergieron de su espalda como si fueran bestias desatadas, disparándose con una velocidad feroz hacia los hermanos demonio. Las cadenas brillaban con un fulgor intimidante, cortando el aire con un silbido metálico mientras se lanzaban a su objetivo como depredadores en busca de sangre.
Los nuke-nin reaccionaron instintivamente.
—¡Mierda! —Uno de ellos maldijo, saltando hacia atrás para esquivar.
El otro, con reflejos afilados, se impulsó en el tronco de un árbol, apartándose del camino de las cadenas justo a tiempo. Sin embargo, la velocidad de los ataques de Naruto solo aumentaba. Las cadenas no se detuvieron, moviéndose con una precisión letal.
—¡Muévete rápido! —gritó uno de los hermanos al ver cómo una tercera cadena se dirigía a su compañero por la espalda.
El nuke-nin giró la cabeza, buscando desesperadamente una ruta de escape, pero en el instante en que trató de impulsarse…
Era demasiado tarde.
Una de las cadenas lo atrapó por el tobillo, cerrando su agarre como un cepo de acero.
—¡No!
Su cuerpo fue arrancado del aire de golpe. El chasquido de su pierna al ser jalada con fuerza se escuchó por todo el claro.
Naruto sonrió mientras su víctima se retorcía, tratando de zafarse. Pero su lucha fue inútil. Con un simple gesto, la cadena comenzó a enrollarse alrededor de las piernas del ninja, restringiendo sus movimientos.
—Subamos un poco más. —La voz de Naruto tenía un tono burlón y casi infantil, como si estuviera jugando.
El nuke-nin sintió su estómago encogerse cuando fue alzado en el aire. Diez metros. Quizás más. Desde esa altura, la caída sería brutal.
Y entonces, comenzó el castigo.
Con un giro de su muñeca, Naruto lo azotó contra el suelo con una fuerza inhumana.
El impacto fue brutal.
Se escuchó el crujido de huesos rompiéndose mientras el cuerpo del ninja rebotaba contra la tierra.
Pero Naruto no se detuvo.
Antes de que el nuke-nin pudiera siquiera reaccionar, fue lanzado nuevamente al aire y estrellado contra el tronco de un árbol con una fuerza tan devastadora que la corteza se astilló y hojas cayeron como una lluvia silenciosa.
El ninja soltó un alarido desgarrador, solo para ser lanzado contra otro árbol. Y otro. Y otro.
Naruto lo golpeaba como si fuera un muñeco de trapo, sin piedad, sin remordimientos. Cada impacto sacudía el bosque, cada grito de dolor se volvía más débil hasta que finalmente… el cuerpo quedó flácido.
Ya no se movía.
—¡Maldita sea! ¡Suéltalo, maldito mocoso! —bramó el otro nuke-nin, lanzándose con furia hacia Naruto, sus propias cadenas listas para desgarrarlo.
Pero Naruto ni siquiera lo miró.
Como si fuera un insecto molesto, simplemente movió sus cadenas restantes y las disparó contra él.
El ninja intentó bloquearlas con sus propias armas, cruzándolas frente a su pecho, pero cometió un error.
Las cadenas de Naruto eran distintas.
Tan pronto como levantó los brazos para defenderse, las cadenas doradas se curvaron en un ángulo imposible, esquivando su bloqueo y enroscándose como serpientes alrededor de su torso.
Su ataque se detuvo de golpe.
—¡Suéltame! —gruñó el nuke-nin, sacudiéndose con desesperación, intentando zafarse con toda su fuerza.
Naruto inclinó la cabeza, observándolo con curiosidad.
—Hmmm… no.
Las cadenas comenzaron a apretarse.
El ninja sintió como su pecho se comprimía, sus costillas crujiendo bajo la presión.
—¡Gahh! ¡Bastardo!
Intentó patear, intentó resistirse, pero la fuerza que lo sujetaba era implacable. Como si fueran monstruos vivos, las cadenas se enroscaron cada vez más, desplazándose lentamente, cerrándose alrededor de su cuello.
Sus gritos se convirtieron en jadeos.
Luego en susurros.
Y finalmente, en silencio.
Ambos hermanos demonio ahora yacían atrapados, envueltos en cadenas doradas como presas devoradas por una bestia colosal.
Naruto los observó por un momento antes de soltar una pequeña risilla.
—Eso fue entretenido.
Se giró hacia sus compañeros con una expresión despreocupada, como si todo lo que acababa de ocurrir no fuera nada fuera de lo común.
Sasuke no tenía su característico ceño fruncido. Por primera vez en mucho tiempo, su expresión era distinta: suave, sorprendida.
Sakura y Tazuna se miraron entre sí, aliviados de que la pelea hubiera terminado, pero una sombra de preocupación aún nublaba sus rostros.
—Kakashi-sensei… —Sakura susurró, con la voz temblorosa, aún insegura de lo que sucedería sin su maestro a su lado.
Entonces, dos manos se posaron en sus hombros y en los de Tazuna.
—No te preocupes tanto por mí, Sakura.
El tono relajado y despreocupado de Kakashi la hizo dar un pequeño brinco de sorpresa.
—¡P-Pero usted…! —Sakura tartamudeó, girándose rápidamente para verlo con los ojos abiertos de incredulidad.
—Era una prueba. —El peliplateado respondió con calma, cerrando su único ojo visible en una sonrisa. —Saldría tan pronto como las cosas se pusieran realmente difíciles.
Sakura soltó un suspiro entre mezcla de alivio y exasperación. Tazuna también relajó un poco la postura, aunque seguía sin poder creer lo que acababa de presenciar.
Kakashi no perdió el tiempo y se acercó a Naruto y Sasuke, posando sus manos sobre sus cabezas con un gesto casi paternal.
—¡Felicitaciones a todos! Buen trabajo.
Naruto gruñó con fastidio.
—¡Oye, no somos perros!
Sasuke chasqueó la lengua y apartó la mano de su sensei con una mueca de molestia, aunque sin la dureza habitual.
Kakashi soltó una breve risa mientras desviaba la mirada a los bultos de cadenas doradas en los que estaban atrapados los hermanos demonio.
—Sasuke, hiciste un excelente trabajo manteniendo a Naruto a salvo. Tu reacción fue rápida y tu contraataque preciso, asegurándote de que él pudiera rematar. —Le dio una leve palmada en el hombro con una sonrisa de ojo. —Sigue así. Vas por un buen camino. Pronto comenzaremos con un entrenamiento más serio.
Sasuke asintió, aunque su mente estaba en otra parte.
El espectáculo que acababa de presenciar…
Naruto, envuelto en esa aura oscura, riendo mientras destrozaba a esos nuke-nin como si fueran juguetes rotos…
Algo dentro de él se removió incómodamente.
No, en un combate a muerte… él no tendría oportunidad contra Naruto.
Kakashi se giró hacia el aludido.
—Por otro lado, Naruto… buen trabajo. —Su voz era más medida, su tono más serio mientras observaba el campo de batalla y el resultado de la pelea. —Pero necesitas mantenerte más concentrado. Las emboscadas son muy comunes en este tipo de misiones, y aunque actuaste bien en el momento crítico… te tomaron por sorpresa al principio.
Naruto no dijo nada. Sus ojos todavía reflejaban un brillo extraño, uno que Kakashi notó de inmediato.
Kakashi se giró lentamente hacia Tazuna. Su expresión, normalmente relajada y despreocupada, se había endurecido. Su único ojo visible se clavó en el anciano con un filo amenazante.
—Nuke-nin. —Su voz, normalmente arrastrada con indiferencia, se había vuelto afilada como una hoja. —Se supone que esto es una misión de rango C, Tazuna-san.
El hombre tragó saliva con dificultad y dio un paso atrás instintivamente, sintiendo cómo un escalofrío le recorría la espalda.
—Y-Yo… no sabía que esto iba a pasar…
Su voz tembló mientras apartaba la mirada. Por el rabillo del ojo, lanzó una mirada fugaz a Naruto, quien aún tenía sus cadenas doradas extendidas, goteando restos de sangre.
—Las cosas en Nami no Kuni no están bien… —continuó, con un suspiro derrotado. —Necesito terminar ese puente.
—La misión ha escalado a un rango B… posiblemente A. —Kakashi declaró sin rodeos. —Si no tenemos una idea clara de lo que enfrentamos, es posible que debamos abandonarla.
—¡No! —Tazuna exclamó con desesperación, su rostro se crispó de angustia. —¡Les juro que no sabía que él contrataría ninjas!
Kakashi entornó los ojos con sospecha.
—"Él"… ¿de quién estamos hablando?
Tazuna titubeó por un momento, su sudor resbalando por su sien.
—Gato… —susurró al fin, con una voz cargada de resentimiento y miedo. —Ese bastardo ha convertido nuestra nación en su territorio personal. Controla la economía, a los bandidos, a la gente… y a cualquiera que se oponga a él, lo desaparecen.
Naruto frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—Entonces este puente es lo único que puede devolverles su libertad…
Tazuna asintió con gravedad.
—Si lo terminamos, podremos comerciar con otros países sin depender de Gato. Pero si él se entera de que lo estamos construyendo… hará todo lo posible por eliminarnos.
El silencio cayó sobre el equipo. Kakashi meditó la situación, su mirada fija en el suelo.
Naruto, por otro lado, sonrió.
—Entonces deberíamos seguir adelante.
Kakashi lo miró con el rabillo del ojo.
—¿Y cuál es tu razonamiento, Naruto?
Naruto se encogió de hombros, con una sonrisa confiada.
—Para empezar, abandonar la misión dañaría la reputación de Konoha, ¿cierto? —levantó una ceja y miró a Tazuna. —Y si hay algo de política extraña en esto que beneficie a la aldea… seguro que el Hokage no se enojaría demasiado. ¿Verdad, Tazuna-san?
El anciano parpadeó sorprendido por la astucia del chico, pero asintió rápidamente.
—S-Sí, si Konoha nos ayuda y logramos librarnos de Gato, podríamos establecer rutas comerciales con la aldea… y habría un motivo económico para apoyarnos…
Naruto sonrió con satisfacción.
—¿Ves, Kakashi-sensei? Si la situación se complica, podemos pedir refuerzos. ¿Qué dices?
Kakashi suspiró, cruzándose de brazos. Su equipo estaba dando más giros de trama de los que esperaba. Observó a Naruto, cuya actuación contra los hermanos demonio había sido impecable… Sasuke, que claramente quería probarse aún más… y Sakura, quien aunque no era una combatiente formidable, podía ser un apoyo crucial.
Finalmente, cerró su ojo con una sonrisa resignada.
—Bien. Seguiremos con la misión.
Sasuke, que había permanecido callado hasta ahora, sintió que algo dentro de él se encendía. Un segundo chance. Una nueva oportunidad.
Kakashi suspiró, su mirada aún fija en Tazuna.
—Seguiremos con la misión. Pero no puedes mentirnos más, Tazuna-san. —Su tono era severo, dejando claro que no habría más indulgencias. —Además, si la misión escala más allá de nuestro control, nos veremos en la necesidad de abandonarla… sin protestas.
Tazuna asintió con la cabeza, incapaz de decir nada más.
Kakashi se giró hacia Naruto y los cuerpos inconscientes de los nuke-nin.
—¿Estarán bien?
Naruto sonrió con cierta vergüenza y se rascó la nuca.
—Creo que rompí algunos huesos… podrían morir en algunas horas.
Sakura sintió un escalofrío recorrer su espalda. Tragó saliva con dificultad. Hasta ahora, había estado demasiado preocupada por la batalla como para pensar en el estado de los enemigos… pero ahora, mirándolos, apenas podía creer que estuvieran vivos. Naruto no había sido nada cuidadoso.
—No tenemos mucho tiempo. Ahora mismo no sabemos a lo que nos enfrentamos… —Kakashi murmuró, sus pensamientos analizando sus opciones.
Fue entonces cuando Naruto saltó de repente, su rostro iluminado con emoción.
—¡Sensei, sensei! —levantó la mano como si estuviera en clase.
Kakashi lo miró con incredulidad.
—¿Qué pasa, Naruto?
—Tengo una técnica que quiero probar con ellos. —Señaló a los cuerpos inconscientes con entusiasmo. —Si sale bien, solo tendremos que sellarlos.
Sasuke entrecerró los ojos, evaluando a Naruto con renovada sospecha.
"¿Los matará?"
Era la primera vez que consideraba la posibilidad de que Naruto fuera capaz de algo así. Siempre actuaba tan… despreocupado, infantil incluso. Pero ahora, lo veía bajo una luz diferente.
Sakura, por otro lado, sintió cómo su estómago se revolvía.
"¿Por qué habla de matar como si fuera cualquier cosa?"
Sabía que eran shinobi. Sabía que algún día tendría que hacerlo. Pero aún no estaba lista… y Naruto lo decía con demasiada naturalidad.
Kakashi lo pensó durante unos segundos. Miró a los hermanos demonio, luego a Naruto, quien lo observaba con los ojos brillantes de expectación, como si estuviera a punto de abrir un regalo.
Finalmente, hizo un gesto con la mano.
—Hazlo.
"¿Qué es lo peor que podría pasar?"
Naruto sonrió ampliamente y se alejó del grupo. Todos lo miraron, sus ojos llenos de curiosidad… y algo más.
Las cadenas doradas se elevaron en el aire, y con ellas, los cuerpos de los nuke-nin. Sus extremidades colgaban sin vida mientras Naruto juntaba las manos en un sello.
—Bakukonkyū.
El sonido fue lo primero.
Un crujido profundo, grotesco.
Las cadenas se apretaron con tal fuerza que todos sintieron el impacto. Los huesos se rompieron como ramas secas. La sangre se filtró entre los eslabones dorados, escurriendo como agua entre las grietas de una roca.
Los cuerpos se sacudieron violentamente mientras la presión aumentaba.
Sakura se llevó una mano a la boca, sintiendo el sabor ácido de la bilis subir por su garganta.
Y entonces…
El sonido final.
Un estallido.
Los cráneos de los hermanos demonio se desmoronaron bajo la presión, convirtiéndose en una pulpa sanguinolenta antes de que las cadenas los soltaran. Sus cuerpos destrozados cayeron al suelo con un sonido seco, irreconocibles como los humanos que alguna vez fueron.
Naruto relajó su postura y separó sus manos. Las cadenas se desvanecieron en el aire, dejando solo la macabra escena detrás.
Tazuna sintió sus piernas temblar. Sus dedos se crisparon, su boca se abrió, pero no encontró palabras.
"Esto… ¿esto es un niño?"
Naruto caminó de regreso con su grupo, mirando su camisa manchada de sangre con una mueca de fastidio.
—Diablos… —se quejó, frotando la tela pegajosa. —Voy a tener que elegir otro color de camiseta.
Sakura lo miró con horror.
—¿Eso es todo lo que vas a decir?
Naruto parpadeó, girándose hacia ella con una expresión inocente.
—Bueno… sí. Se supone que debemos hacer esto, ¿no? Son ninjas. Nosotros también lo somos.
Sakura sintió que su garganta se cerraba. Su mente intentó encontrar algo con qué responder… pero nada salió.
Kakashi observó la escena en silencio. No apartó la mirada de los cuerpos. No mostró reacción alguna ante la brutalidad del acto.
Sasuke, por otro lado, no pudo evitar pensar en lo que acababa de presenciar.
"Si Naruto hubiera usado eso contra mí…"
La idea le dejó un amargo sabor en la boca.
