Nos hemos retrasado un poco con este capítulo, así que esperamos lo disfruten, cosas bonitas se aproximan.
Pocos días bastaron para que la joven Caelestis dominara decentemente sus nuevos poderes, pero su tío no solo estaba buscando cierta perfección, si no que deseaba verla en acción, por lo que terminó entregándole un Bo de madera, tanto a la joven como a su hijo.
- ¿De verdad viejo? – Dijo el pelirrojo sonriendo, petulante -No quiero lastimar a mi prima con un entrenamiento tan simple
Cross suspiro, cubriendo su rostro con la palma de su mano y negando con la cabeza. Sabía de sobremanera que aquello no iba a salir bien, y que al final, su sobrina tenía las de ganar. No respondió, pero inició aquel enfrentamiento.
Lavi se lanzó al ataque, no midiendo posibilidades ni analizando la situación. Asami bloqueó el primer ataque y aunque el chico trató de barrer sus pies de una patada, la chica esquivo grácilmente de un salto, alcanzando a elevarse lo suficiente en el aire para dar una voltereta en el aire y caer a espaldas del chico, golpeándolo en la espalda con la punta del Bo en llamas.
- ¡Oye! – Gritó el pelirrojo, apagando una llama de su hombro, mirando los fieros ojos de su prima -Te recuerdo que yo también tengo sangre Caelestis, y tengo trucos bajo la manga
Lavi alcanzó a patear el suelo, haciendo que una roca saliera del piso, dirigiéndose al rostro de la chica, pero ella la tomo con la punta de su Bo y se la devolvió, seguida de otras veinte pequeñas rocas que, sin duda, lograron golpear el cuerpo del muchacho.
Cross dejó escapar una risa burlona, mientras exhalaba el humo de su cigarrillo. Tōshirō observaba, silente, aunque no podía evitar deducir que su esposa jugaba con su primo sin ningún miramiento, pero terminaba utilizando sus habilidades para ayudarse a controlarlas.
Pero eso no era lo único, si no que luego de tanto entrenar, había recobrado sin duda las fuerzas y los ánimos por hacer las cosas, pero ese día había elegido un moño alto, simple, elegante, permitiéndole moverse sin que su cabello le estorbase, dejando solo unos cuantos mechones rebeldes imposibles de aplacar y que caían sobre su rostro.
-Está jugando con Lavi, algo muy característico de ella- Habló finalmente, dirigiéndose al albino y llamando su atención -Las cosas que Asami hace, siempre van a parecer un juego, pero tú y yo sabemos que está utilizando las ráfagas de viento para impulsarse y evitar sus ataques
Toshiro asintió, entonces ambos espectadores notaron como Lavi ataco directamente a la chica, estaba tratando de galardonarse con el uso de sus elementos, había intentado lanzarle aún más rocas seguidas de ráfagas de viento que, si bien, no eran letales, provocaban finas heridas que al rozar la piel de la chica le provocaban pequeños cortes.
Asami terminó golpeando el piso con ambos extremos de su Bo, creando así dos remolinos que, aunque parecían inofensivos, se dirigieron hacia el pelirrojo. Después elevó un par de rocas y tierra, lanzándolos en la misma dirección para después moverse hábilmente y tomar de un cántaro el agua que ahí descansaba, combinándola con el viento y yendo directo a donde Lavi, quien, distraído por los remolinos y las rocas y con la poca visibilidad de la tierra, no pudo evitar la esfera de agua giratoria.
…
2 MESES DESPUÉS…
Luego del entrenamiento en Ignis y de que Cross estuvo completamente seguro de que la joven mantendría un estricto entrenamiento de sus poderes, le dejo partir. Así que luego de volver a Glacies, la chica se concentró en algunos ejercicios, subiendo la intensidad dependiendo del objetivo del día.
- ¿No crees que es mucho para ti? – Pregunto su cuñado mientras veía que veinte de sus hombres estaban rodeados de un muro de agua, y que, aunque trataran de atravesarlo, el agua terminaba por llevárselos entre la corriente -Bueno, quizá sea mucho para ellos
El muro cayó, por lo que el peli azul terminó por voltear a ver a la joven, quien se miraba tranquila y serena, era casi imposible que estuviera sudando por el frío, pero la respiración acelerada podía confirmarle que estaba recuperando el aliento.
-Nunca será demasiado, el poder que el tío Cross despertó en mi es…- Arrugo la frente, mirando sus manos, donde un pequeño remolino de viento atravesó para romper su concentración -No lo sé, siento que no debería estar aquí, me hace sentirme extraña
Insistir no valía la pena, pero Grimmjow sabía que le aterraba, de cierta forma, y aunque tuviera más control sobre sus poderes, no estaba seguro de que podía llegar a pasar en caso de que no lograra controlar el inmenso poder del que tanto hablaban.
-Sabes que las inseguridades aumentan las probabilidades de inestabilidad ¿verdad? – El aleteo a sus espaldas, acompañado de la voz del albino, los hicieron girar el rostro hacia su presencia -Está bien que practiques, pero también debes comer
-No fue mi intención, lo lamento- Tōshirō se acercó a ella, sonriéndole con ternura y mirándola a los ojos.
-No necesitas disculparte, pero creo que aun debo preocuparme por ti…
…
La fiesta anual de la fundación de los reinos estaba cerca, lo cual era como brizna en el desierto que les daba un poco de calma y frescor ante la situación que se estaba viviendo, y como cada año, Caelestis sería el anfitrión, el poner la mente en los preparativos estaba ayudando bastante a la familia real en despejarse de las preocupaciones y situaciones tan precarias y desconocidas que aquejaba a los reinos. Si, era mucho mejor estar al pendiente de aquella fiesta.
Las invitaciones estaban hechas y serian enviadas a todos los reinos y, como Sato y Saya duplicaron sus inspecciones hacia los reinos, no pudieron encargarse ellos mismos de enviar todas las invitaciones, por lo que delegaron a algunos de sus dragones de viento a encargarse de ello, siendo Kazeshini el asignado de ir a Glacies.
- ¡Ah! Hace demasiado frío- Se queja al estar a punto de llegar al reino, ya había perdido la cuenta de cuentas veces había estornudado -Mis alas en cualquier momento van a quebrarse ¿Por qué me tuvo que tocar a mi venir a este maldito congelador
Finalmente llega a la explanada del castillo, donde es recibido por un par de guardias que le pidieron presentarse. Estos reconocían el atuendo de Caelestis por las visitas de los hermanos a la peliblanca, pero a él nunca lo habían visto.
-Soy Kazeshini, me pidieron entregarle esto directamente al Rey de Glacies ¡ACHU! – Alcanza a decir, temblando de pies a cabeza mientras trataba de darse algo de calor abrazándose a sí mismo -Con un demonio, déjenme pasar para poder entregar esto y largarme de aquí antes de que muera de hipotermia ¡ACHU!
Los guardias voltearon a verse entre sí, no sabían si aquel soldado estaba siendo demasiado exagerado o simplemente el frío era demasiado para él; cual fuera la situación, no podían dejarle pasar así sin más, pues una cosa eran los príncipes de Caelestis, otra era la llegada de un nuevo representante del reino y a quien debían anunciar su llegada ante el rey.
…
Estaban caminando hacia el castillo, cuando el viento trajo hacia ella, una voz singular. Esto la hizo desviarse hacia la entrada, rodeando el castillo a paso veloz mientras Tōshirō y Grimmjow le seguían.
- ¿Kazeshini? – Dijo al momento de llegar a la explanada principal, cruzando miradas con el soldado -Permítanle el acceso, pidan a sir Starrk un amuleto
Los soldados de la entrada no dudaron ni un momento al recibir las órdenes de la princesa, esto no sorprendió al rey, sin duda, aquella chica tenía toda la madera para ser una excelente reina.
Cuando finalmente estuvieron dentro del castillo y que sir Starrk le entregara el amuleto al dragón de viento, Tōshirō finalmente se reunió con él, recibiendo la invitación y retirándose casi de inmediato.
-Kazeshini no es el mejor de los soldados de Caelestis, pero algo en el lo tiene en las filas de mis hermanos- Dijo la chica al acercarse a él y ver que sacaba la invitación, sonriendo -Oh
-La fundación de los reinos…- Murmuró el, leyendo el documento que personalmente Takeshi había escrito para él, una invitación formal del Rey de Caelestis al reino de Glacies para asistir al magno evento. Suspiró -El pueblo tendrá altas esperanzas en esto, la gente podrá probar nuestros productos, que, aunque son escasos…
-Tenemos bastantes cosas que ofrecer- Tōshirō sintió su mano sobre su hombro, no dudando en girarse hacia ella y tomarla, depositando sobre el dorso un dulce beso y tomándola por sorpresa.
…
Bajo las órdenes de Takeshi, además de encargarse de la seguridad de Caelestis, Sato y Saya debían hacer más frecuentes sus inspecciones a los reinos para asegurarse constantemente de que no hubiese algún percance con las extrañas criaturas que habían estado apareciendo, y ver si requerían más apoyo para proteger cada uno de los reinos, dejando bajo el criterio de sus generales y hermanos el cómo se organizarían para hacer sus inspecciones sin descuidar su propio reino.
-Se perfectamente que tu querrás ir a Ignis- Habla Saya, ambos estaban en el campo de entrenamiento supervisando a los soldados -Así que tu encargarte de inspeccionarlo, de todos modos, sabes que no es muy de mi agrado el calor de ahí
- ¿Ya te he dicho que eres mi hermana favorita? - Exclama dándole un efusivo abrazo a su hermana, levantándola unos centímetros -Tú puedes estar yendo a Ventus para que vayas a visitar a Renji.
- ¡¿Quién te dijo que yo quiero estar viendo a ese dragón de viento?! - Aunque quería verse molesta, su leve sonrojo la delata -No me hagas favores- Da un bufido haciendo pucheros.
-Así tendrás más oportunidades de desafiarlo a competencias de velocidad y superarlo- La idea pareció agradarle a Saya al notar que lo estaba pensando, lo que hizo sonreír a Sato internamente.
-Así es como haces que ese par de tercos se junten, Asami- Dijo para sus adentros, sonriente.
Quedaron en ir por turnos a Glacies, que, aunque ya no era necesario estar vigilando a Tōshirō, no querían dejar de visitar a Asami y por supuesto, asegurarse que aquel reino tampoco tuviera problemas, después de todo, apenas estaba recuperándose de las carencias que había sufrido como para verse afectado por algún ataque. Lo mismo acordaron en cuanto a Terra, Aqua y Silva, se turnarían para ir a inspeccionarlos.
-Bueno, entonces, si no te importa, tomare mi primer turno e iré a Ignis- Se ofrece Sato con una extensa sonrisa que lo delataba totalmente. Saya únicamente lo miro alzando una ceja -Pasare rápido también a Terra, nos vemos- Y sin esperar algún otro comentario de su hermana, extiende sus alas y se alza velozmente al vuelo.
- ¿A dónde va el general con tanta prisa? - Pregunta Narunosuke al acercarse a Saya - ¿Paso algo? - Obviamente él, como todos, estaban enterados de la nueva amenaza que se enfrentaban los reinos.
-No, solamente está ansioso de recibir su rechazó correspondiente- Se burla Saya, viendo en la dirección por la que fue su hermano -Volvamos al entrenamiento, hay que retomar los puestos en el reino
Y aunque el soldado no entendió el comentario de la general, no dijo más y la siguió al campo de entrenamiento. Ahora más que nunca se sentía demasiado nervioso, pero, al mismo tiempo, se sentía más dispuesto y responsable de dar lo mejor, no era el momento de inseguridades. Claro que eso era fácil de decir, pues si ni quiera ha podido atreverse a hablar con Haineko, mucho menos tenía la confianza de poder enfrentarse a aquellas nuevas criaturas que han estado atacando a los reinos.
...
Voló por los alrededores de Terra para asegurarse de que no hubiese algún problema y, aprovechando que vio a Ikkaku asegurándose que sus hombres estuviesen en sus respectivos puestos, fue a preguntarle si no había visto algún avistamiento de las criaturas, recibiendo por respuesta del general que todo había estado tediosamente aburrido desde que él y Saya habían ido a explorar por los túneles. Claro, Ikkaku siempre estaba ansioso de enemigos fuertes.
Dio un recorrido rápido por Terra. Ikkaku, como era de esperarse, tenía a sus hombres bastante atentos y en sus respectivas posiciones para proteger al reino. Fue preguntando a los que veía, pero ninguno dio reportes de haber visto algo extraño.
Una vez de dar un rápido recorrido por el reino, se alzó en vuelo rápidamente, no estando aun plenamente consciente que estaba más ansioso de lo usual de ver a una mujer en específico, a quien, al recordar, únicamente podía describir como hermosa, sumamente atractiva y cautivante.
No tardó en ubicarla ya que volaba a baja altitud. Sin embargo, también diviso a uno de aquellos lagartos, no muy lejos de donde Soi-Fong caminaba con paso firme y en guardia, pero sin percatarse de la presencia del enemigo ya que este caminaba oculto entre algunos arbustos, pero este, de alguna manera, parecía tener su vista puesta en la general.
Lo que sucedió a continuación fue tan abrupto, que ni siquiera pudo procesar lo que pasaba. Tan solo por mero instinto se lanzó en picada a máxima velocidad al tiempo que aquel lagarto lanzaba de su boca una especie de llamarada que iba rápidamente entre los arbustos hacia Soi-Fong, quien obviamente no vería venir tal ataque hasta que fuera demasiado tarde.
Nunca había sentido tal impulso protector por alguien que no fuese su familia, pero tampoco tuvo tiempo de analizar eso cuando a centímetros de que ese ataque le diera directo a la general, este la quito del camino tomándola entre sus brazos. Claro que, ante el repentino atrevimiento, la general olvido por un momento de que se trataba del príncipe de Caelestis. Estaba por decirle algo, pero la queja quedo en el olvido al ver que Satoshi sacaba rápidamente su espada y la enterraba en el suelo, creando una ruptura que se extendió rápidamente hacia adelante como si las placas fueran a separarse, escuchándose a continuación un extraño rugido.
-Creo que lo atrape- Dice Sato antes de volar rápidamente a donde se dirigía la grieta, siendo seguido por Soi-Fong.
El príncipe era bastante rápido, de no ser por su vista refinada y sagaz, y por la dirección de la grieta en el suelo, lo hubiese perdido, pero finalmente dio con él a varios kilómetros adelante, donde aquel lagarto intentaba salir de la grieta donde había caído mientras expulsaba una llamarada azul que iba directamente a ellos. Sato acerco a la general a su costado tomándola de la cintura al tiempo que levantaba un muro de piedra delante de ellos, recibiendo este la potente llama. Una vez que aquel extraño calor se dejó de sentir, Sato bajo el muro, dándose cuenta de que aquella criatura había desaparecido.
- ¿Cómo pudo huir tan rápido? - Cuestiona la general con tal severidad, que no se percató que el Caelestis aun la tenía rodeada por la cintura pegada a su cuerpo.
-Al parecer usan las joyas robadas de Caelestis para desaparecer- Explica Sato, mirando con seriedad el hueco donde había atrapado al lagarto -Pero no sabía que podían expulsar fuego, mucho menos fuego azul- Mira entonces con regocijo la cercanía entre él y la general -Que bueno que andaba casualmente por aquí
Es entonces que también la general se da cuenta de cómo se encontraban ella y el príncipe, alejándolo con firmeza.
-No era necesario que se arriesgara de esa forma, majestad
-Fue un placer- Sonríe galante, sonrisa que se borró de su boca al sentir un fuerte ardor en su brazo izquierdo.
Apenas se había dado cuenta que el ataque del que quito del camino a Soi-Fong lo alcanzó a herir un poco en el brazo. La manga de su camisa tenía un enorme agujero del que todavía salía un poco de humo, mostrando su piel en carne viva debido a la quemadura.
Soi-Fong rápidamente toma el brazo del Caelestis para ver más de cerca su herida, notando que ese tipo de quemadura no era como si algún dragón de fuego se la hubiese hecho; no, era distinta, incluso parecía estar expandiéndose por el resto de su piel.
-Venga conmigo, tiene que lavarse esa herida en las aguas termales curativas- Se alza en vuelo, Sato parpadea un par de veces antes de seguirla, sintiendo en el camino el ardor casi insufrible de esa quemadura.
Era extraño, había recibido muchas veces alguna que otra quemadura en los entrenamiento de dominio de elementos, y otras más al entrenar entre las filas de Caelestis, pero ninguna le había ardido de esa forma.
Llegaron a los pies de un gran volcán, donde ya el vapor de las aguas termales se sentía alrededor, impidiendo un poco una vista clara.
-Quítese la camisa de arriba- Prácticamente ordena Soi-Fong parada ante una de las termas- Tiene que lavarse la herida rápido
Quizá fue la urgencia en la voz de la dragona, o algo más que no lograba identificar, pero, fuera lo que fuera, no hizo comentario alguno ante su petición y se quitó la camisa de manga larga, quedándose con la camisilla blanca de abajo y dejando ver en su hombro derecho la peculiar sucesión de lunares que formaban la constelación de Orión, misma que también tenía su melliza.
-Acerque su brazo aquí- Indica señalando el agua termal frente suyo y nuevamente Sato obedece sin decir nada.
Al momento en que sintió el calor de aquellas aguas salinas sobre la herida, esta le hizo apretar la quijada ante el punzante ardor, sin embargo, y aunque sintió que fue una eternidad, el dolor fue disminuyendo cada vez que Soi-Fong vertía con sus manos más agua sobre la quemadura, pudiendo apreciar con mayor atención aquel proceso, mirando los endurecidos ojos grises de la dragona, atenta a curarlo. Pudo notar algo distinto en esa dura mirada que no supo interpretar, pero hizo que en su rostro se dibujara una tierna sonrisa, una mucho más sincera que las usuales que mostraba para coquetear y verse galante ante una doncella.
-Gracias- Susurra en aterciopelada voz.
-Es una quemadura extraña- Dice sin hacer mucho caso al agradecimiento del príncipe una vez observo que la herida ya no presentaba algún riesgo, solo quedaba un poco de enrojecimiento- Parecía estar expandiéndose
-Sí, nunca había sentido que una quemadura me ardiera de ese modo- Mira su brazo, observando que estaba casi curado -Olvidaba que las aguas termales de Ignis tienen propiedades curativas, gracias
-Aun así, mejor que se revise con los elfos- Dice mirándolo con firmeza y respeto -Debo continuar mis rondas, con permiso majestad- Hace una leve reverencia, dando la media vuelta disponiéndose a marcharse.
-De verdad, puedes tratarme de forma menos formal, y llámame Sato o Satoshi- Pide amablemente, sin pisca de coquetería superficial.
Soi-Fong lo mira por encima del hombro, extendiendo luego sus alas y marchándose.
Pese a no recibir respuesta ante lo último que dijo, queda satisfecho, viendo por dónde se había ido volando la general mientras llevaba su mano a la herida.
…
-Muy lento, de nuevo- Ordena el general Renji a sus soldados.
Tras los ataques de aquellas raras criaturas los entrenamientos hacia los soldados se volvieron mucho más rigurosos y demandantes por parte de los generales. Era obvio que la amenaza de una muy posible guerra estaba cerca, por lo que las defensas debían estar más que preparadas. Por ello, Renji subió considerablemente la exigencia en sus entrenamientos y en volver más veloces a sus soldados en cuanto a vuelo y sus ataques a pesar de que las ráfagas de viento que lanzaban a objetivos en movimiento eran sorprendentes.
- ¿Muy lento? Pero si le di al objetivo- Replica Zabimaru, la segunda al mando de Renji.
Aquella soldado era alta, complexión un tanto robusta, pero de silueta definida. Cabello largo de color violeta, casi llegándole a las rodillas, pero sumamente desordenado por lo que Renji solía burlarse de ella diciéndole que parecía un mandril, aunque en cierta manera le recordaba a cierta princesa de Caelestis.
Su relación con la soldado era estrecha, parecían hermano y hermana, especialmente por lo mucho que solían discutir. Sin embargo, Renji confiaba plenamente en ella, por ello era la segunda al mando y por lo mismo era a quien más le exigía.
-No a todos- Responde de vuelta Renji, empujándole la cabeza a Zabimaru hacia abajo.
- ¿Y cómo puedes estar tan seguro? - Encara al general, señalando luego al aire -Los objetivos estaban a kilómetros de distancia
Renji no dice más, tan solo se queda serio, luciendo muy seguro de si al tiempo que alza la Su-Yari al aire mandando un torbellino que a los segundos trae varios discos rotos, entre los cuales, había dos casi enteros, tan solo con una rajada a los costados. Al ver esto, Zabimaru quedo sorprendida, estaba segura de que había destrozado todos.
-Bueno, pero si les di- Dice orgullosa, cruzándose de brazos, ante lo que Renji aprieta la mandíbula mientras emitía un gruñido frustrado.
-No es suficiente con solo darles- Alza la voz, tensando y poniendo nerviosos a todos los soldados, menos a Zabimaru quien ya estaba más que acostumbrada a los regaños del general -Ante estos enemigos no debemos tener piedad y conformarnos con solo darles, tenemos que aniquilarlos a la primera oportunidad, recuerden que somos la defensiva a distancia de los reinos, nuestra puntería debe ser impecable
-Muy bien, señor puntería impecable, denos el ejemplo- Reta Zabimaru, cruzándose de brazos.
Renji tan solo chasquea la lengua. Esa imprudente gustaba siempre de retarlo ante sus demás soldados, pero, era verdad, tenía que poner el ejemplo del tipo de ataque que debían efectuar, por lo que, tomando con firmeza la Su-Yari se pone en posición, esperando a que los siguientes objetivos se vieran a la distancia al ser disparados por la máquina de practica que Ignis les había aportado para mejorar sus entrenamientos.
Aun a varios kilómetros, su vista sagaz logro ver al momento en que varios objetivos eran disparados al cielo. Basto con un movimiento de su mano para que, con ayuda de su arma, dispararan varias cuchillas de viento a toda velocidad. Sin embargo, su ataque no fue el que destrozó los objetivos. Fue uno ajeno, aunque muy similar al suyo, siendo esa misma magia la que con una ráfaga de viento trajo a sus pies las piezas destrozadas, como si lo presumiera. Fue entonces que supo quien se le había adelantado, después de todo, ha sentido esa magia incontables veces.
-Esta vez el lento fuiste tu- Presume Saya, que, en menos de un parpadeo, ya estaba delante de Renji, quien no pudo evitar una momentánea sonrisa al ver a la princesa, sonrisa que se desvaneció para dar lugar a un sonrojo cuando escucho el silbido sugerente de Zabimaru.
- ¿Cómo iba a saber que aparecerías de pronto? - Finge orgullo, tratando de ocultar el bochorno.
-Se supone que debemos estar atentos- Se burla Zabimaru -No sabemos de dónde o como ataquen estos nuevos enemigos- Saya no puede evitar reír ante el descaro de burla de la soldado, haciendo que Renji frunza el rostro al tiempo que su sonrojo se hace aún más evidente- Que gusto verte por aquí Saya
-Princesa Saya- Le reprende Renji, bajándole la cabeza.
-Está bien, no es necesario ser tan formal si no estamos en alguna misión o reunión- Accede Saya con una extensa sonrisa.
- ¿Ha pasado algo? - Pregunta Renji al pensar que la presencia de Saya era por un comunicando.
-Precisamente yo venía a preguntar si han visto nuevas señales de los enemigos…
-Que yo sepa no ha habido nada extraño- Responde Renji, mirando luego a su segunda al mando -Zabimaru...
-Nada fuera de lo normal por aquí- Reafirma ella alzándose de hombros -Constantemente estamos supervisando el cielo y mandando ráfagas de viento por tierra, no se ha escuchado ni visto nada raro
- ¿Están seguros? - Presiona Saya.
-Muy seguros, aquí nuestro general si no nos tiene haciendo un sin fin de entrenamientos nos tiene supervisando cada minúsculo rincón del reino- Se queja Zabimaru.
-Es preciso no escatimar en estar preparados- Aconseja Saya, ante lo que Renji mira triunfal a Zabimaru -Aunque... su general se está volviendo lento…- Canturrea con una sonrisa ladina y mirado a dicho individuo -Pude alcanzar esos objetivos mucho antes que tú, y eso que estaba más lejos- Reta poniéndose delante suyo, y como el general era más alto que ella, tuvo que alzar el rostro, aunque aún ante la diferencia de alturas, se notaba la firmeza de su reto.
-Vaya, vaya... ¿La princesa de Caelestis está retando a nuestro general a una competencia de velocidad? - Cuestiona Zabimaru con éxtasis en su sonrisa mientras se recargaba en el hombro de Renji -Eso sería interesante, he escuchado que tu hermano y tú son los dragones más rápidos además de los dragones de viento, y sería un gran ejemplo para nosotros- Tantea a Renji, quien solo frunce el rostro al verse acorralado.
-Bueno, los generales somos lo que tenemos que poner el ejemplo ¿qué dices, General Abarai? - Vuelve a retar, incluso se acerca más a Renji, poniéndolo disimuladamente nervioso, gesto que para Zabimaru no pasa desapercibido.
Debía admitir, que si gustaba de retar y molestar a la princesa era por ese fuego y brillo en sus ojos grises perlados, se veía más atractiva. Rechazar su reto sería un insulto, así que, con un asentimiento de cabeza y una tenue sonrisa, acepta, lo que festejó la segunda al mando que de inmediato supo que prueba de velocidad seria digno de ver entre ellos.
La prueba seria en las fronteras del reino, donde las montañas eran tan altas que las nubes cubrían casi la mitad de ellas. Era un campo de entrenamiento sumamente demandante, uno especializado para soldados de mayores aptitudes en su magia de viento, y, por supuesto, para que el general siguiera entrenando y exigiéndose cada vez más.
-Quizá sea un poco injusto para la princesa- Analiza Zabimaru -Nuestro general conoce como la palma de su mano este campo, diario entrena en él
-No será diferente a las competencias que hago con mi hermano por los reinos- Asegura Saya viendo con confianza aquellos campos mientras los fuertes vientos jugaban con su ya de por sí, alborotada melena -Sabre arreglármelas
-Muy bien, recuerden que no solo es ver quien es más veloz en vuelo, sino también en sus ataques- Explica emocionada Zabimaru -Abra objetivos en el camino y deben atacarlos primero lo antes posible... ¿están listos? - Por respuesta, ambos amplían sus alas, preparándose para empezar aquella emocionante carrera –Bien, en sus marcas... listos... ¡fuera!
El arranque inicial de ambos dragones fue tan veloz que se escuchó como se cortaba el viento, y claro, ambos tenían un fuerte espíritu competitivo, aunque de forma distinta; Saya era competitiva por naturaleza, especialmente tratándose de ese dragón de viento. Y Renji, por su parte, aunque también solía ser algo competitivo, solía dar más de sus capacidades tratándose de Saya ya que le parecía una ofensa para con ella si no daba todo de sí mismo cuando lo retaba.
Tal como había dicho previamente a sus soldados, las fuerzas militares de los dragones de viento era los ataques aéreos sorpresivos y a distancia, por lo que debían ser capaces de seguir con su vuelo sin perder la velocidad, no importando los objetivos que se toparan. El campo de entrenamiento en el que el general de Ventus entrenaba arduamente estaba diseñado especialmente para poner a prueba eso. Había aros por los que debía pasar, lugares estrechos, ráfagas de viento contra las que tenía que luchar. Cada vez que lograba superar todo, ponía más dificultades, incluso mandaba a Zabimaru a poner algún nuevo reto a sabiendas que su segunda al mando no tendría compasión de él.
(Extraño sentimiento – Luis Fonsi)
A pesar de ser un campo de entrenamiento muy demandante, Saya iba a muy poca distancia detrás de él, de hecho, parecía estar divirtiéndose, superando todos los obstáculos de forma tan impecable como él. Su extensa sonrisa delataba su éxtasis, incluso cuando volteaba a verla esta parecía hacerse más grande. Quizá era su imaginación, pero le parecía que esas sonrisas que le dedicaba al volar entre dos montañas por las que debían volar de lado debido al espacio estrecho o volar en picada al tener que entrar por un imprevisto túnel, eran distintas a una de orgullo o prepotencia, parecía contenta de hacer esto con él.
Cortaban el viento al pasar por más aros tan pequeños que debían guardar sus alas, pasar atreves de ellos y volver a extenderlas para retomar el vuelo. Para ese punto, iban tan parejos que Renji podía seguir viendo de reojo a la princesa, cuyos ojos grises perlados brillaban con determinación y éxtasis, confundiendo aún más la contradicción de sentimientos que desde hace tiempo le provocaba. Por un lado, era ese conflicto inicial por superarlo y molestarlo, por otro, esa misma atracción que sentía hacia ella por tal mismo ímpetu.
Sacaron sus respectivas armas preparándose para disparar hacia a un campo abierto donde, a pesar de estar aun a varios kilómetros de distancia, pudieron divisar una serie de objetivos a los cuales el veloz ataque de la Caelestis les dio con tal agresividad y certeza que volaron hacia arriba y explotaron en miles de pedazos segundos antes de los de Renji. Estos objetivos fueron diseñados por Reever a petición del general, pues si no les dabas con la certeza requerida, no explotaban.
-Parece que te estoy superando en velocidad de ataque, general- Lo dice a través de un mensaje de viento, pues, pese a estar volando casi a la par, debido a la velocidad que iban no se escucharían.
Renji ve la expresión de orgullo de la princesa mezclada con felicidad, una sonrisa muy hermosa a su parecer.
-Te has vuelto muy buena, era de esperarse de la general de Caelestis- Responde igual en un mensaje de viento, deleitándose con el brillo de agradecimiento en el rostro de Saya, lo que lo distrajo unos milisegundos y lo aletargo un poco al no ver un estrecho entre montañas por las que casi choca. Dándole a Saya esos mismos milisegundos de ventaja.
Desde hace tiempo, no sabe con certeza cuanto, que notaba que no solo eran muy parecidos en cuando a carácter al ser ambos orgullosos y competitivos, también se había dado cuenta que su magia era compatible, algo que le sucedía a todo ser mágico tan solo con una persona. Esto no implicaba que debían estar juntos, podían llegar a ser de magia compatible y ser unidos sin llegar a implicar un sentimiento romántico. Sin embargo, esto se mezclaba también con sentimientos de parte de él. Era confuso, pues estaba implicado que Saya, pese a tener el mismo rango militar que él, era la princesa de Caelestis, su estatus social era distinto. También descifrarla era complicado porque no sabía lo que la princesa sentía por él ¿acaso sus constantes desafíos eran una excusa para verse?
Pese a tener esos debates internos, en ningún momento le impidió estar atento a la carrera, logrando alcanzar a Saya en poco tiempo.
Estaban por llegar al último estrecho de las montañas, por los cuales se encontraron con un derrumbe que les impedía el paso. No era extraño en Ventus encontrarse con eso, el clima ahí era airoso y húmedo en ciertas épocas, lo que provocaba que la tierra se humedeciera y hubiese algunos derrumbes en montañas más alejadas de los pueblos.
Había dos formas para pasar; haciendo un vuelo en descenso o en acenso. Renji sabía qué hacer en descenso seria arriesgado, aunque más fácil debido a la altitud en que volaban, pasarían más rápido que tener que subir los metros que el derrumbe tenía de altitud. Pero, pasar por el pequeño espacio que había dejado el derrumbe al ras del suelo implicaba arriesgarse a que las rocas estuvieran sueltas y les cayera encima. Él tomo el camino seguro haciendo un rápido vuelo en ascenso, pero Saya no lo había seguido.
Cuando llego a la cumbre, observo que Saya iba casi al ras del suelo, ella había pasado por debajo del derrumbe, lo que le hizo suspirar resignado para luego componer una sonrisa por la temeridad de la princesa que, por supuesto, ya lo había aventajado al tomar el camino rápido pero arriesgado.
Estaban por dar el último tramo de la carrera. Saya iba unos centímetros delante suyo cuando, en un lapso de menos de un segundo, pudo divisar una extraña ráfaga yendo desde abajo hacia ella, lo que la hizo que su vuelo empezara a ser inestable y comenzara a caer en picada.
Ni si quiera lo pensó, inmediatamente se lanzó también en picada hacia ella y la tomo entre sus brazos, poniéndola a salvo en tierra. El rostro de Saya estaba contraído en una mueca de dolor y se sostenía el brazo, Renji con algo de dureza quito su mano, observando una cortada que reconocía como un ataque de cuchillas de viento, pero la herida era muy distinta a las que él había visto o hecho.
-Saya ¿viste quien lanzo el ataque? - No creía que fuera ninguno de sus hombres, ni siquiera algún otro dragón de viento. Ni él era capaz de provocar tal extraña herida que parecía estarse extendiendo rápidamente por el brazo de la princesa.
-Me pareció ver algo extraño a lo lejos- Dice con dificultad por el dolor- Parecía ser uno de esos lagartos.
-Primero hay que llevarte con Reever- La tomó en sus brazos, haciéndola rechistar por el dolor -Esa herida es extraña
-Tenemos que buscar si hay una de esas cosas en Ventus- Reprocha Saya -Podría haber más y causar estragos en el reino
-Mis soldados se encargarán de buscar, les mandare un mensaje de viento- Dice inflexible desplegando sus alas para alzarse en vuelo y llevar rápidamente a Saya con los elfos, no dejándole a la terca princesa alegar más.
El área de los elfos se ubicaba extrañamente en una pendiente, algo alejada de la ciudadela, esto por el hecho de que los elfos de Ventus solían no solo ser curanderos, si no que construían algunas cuantas cosas, de hecho, Ventus e Ignis tenían las habilidades mágicas de crear artilugios de entrenamientos y algunos de guerra.
Reever y Johnny eran los encargados del lugar, grandes amigos del rey Komui, por lo que constantemente se le podía ver al rey en esos lugares, sin embargo, y para suerte de Renji, no estaba en el lugar de momento.
-Abarai… ¡Princesa! – Exclamo Reever al ver la herida en el brazo de la morena mientras era llevada en brazos del general - ¿Qué es lo que ha pasado? ¡Johnny!
-Dice que le pareció ver a uno de esos lagartos que están apareciendo en los reinos- Explica Renji mientras ponía a Saya en una silla. La herida de su brazo empeoraba a una velocidad que nunca había visto en todos sus años de servicio en las filas de Ventus -Alcance a ver que fue alcanzada por una ráfaga de viento, como las que usamos nosotros en batallas
Johnny apareció en ese momento, mirando estupefacto la herida de la princesa.
- ¡Cuidado Reever! Eso es veneno- Dijo ante las manos de su compañero, que yacían a unos centímetros del brazo de la morena -Y parece ser uno muy potente
- ¿Veneno? ¿En un ataque de viento? - Cuestiona confundido Renji -Nadie que conozca o haya conocido de los dragones de viento es capaz de lanzar un ataque con veneno. Usamos el viento después de todo- En su lógica, era imposible envenenar el aire.
-Ni siquiera un Caelestis es capaz de hacer eso- Agrega Saya, pese al dolor de su brazo.
Ipso facto, Reever alejo las manos, mirando a su compañero. Y pudo ver finalmente a lo que Johnny se refería.
-La carga toxica es mucha, si fue uno de esos lagartos, entonces es de vital importancia reportarlo- Reever tomo una piedra y la paso por el brazo de Saya, por lo que está termino de un color purpura intenso, casi negro -Extraje una parte del veneno, pero aún falta ¿Cómo te sientes con eso?
-Creo que un poco mejor- Responde ella -Esto no me agrada ¿estas cosas ahora pueden lanzar esta clase de ataques? Es como si cada vez que luchamos contra ellos les diéramos más conocimientos para volverse más fuertes. Sato vio uno en Ignis que lanzaba fuego azul
Antes de tomar su turno para inspeccionar los demás reinos, Sato había llegado a Caelestis a reportar lo que había visto. Takeshi, de por sí ya preocupado con lo que estaba sucediendo, quedo perplejo y más que confundido de que uno de esos lagartos fuera capaz de crear fuego azul. Ni si quiera su tío Cross, quien era de los hechiceros más poderos del reino, podía hacer tal cosa y menos causar el daño que le hicieron a su hermano quien de inmediato fue atendido por los elfos de Caelestis para terminar de curarlo pese a ya haber tomado medidas preventivas yendo a las aguas termales de Ignis.
- ¿También atacaron a Sato? - Pregunta Renji.
-Sí, cuando fue a inspeccionar Ignis. Aunque no lo atacaron directamente a él, el ataque iba hacia la general y él se interpuso
-Entonces... No sabemos si los Caelestis son el objetivo de esos lagartos o los generales- Analiza Renji.
-Sin importar si son los generales o la realeza, será necesario mantener alerta a todos- Afirmó Reever, tomando una nueva roca y extrayendo todo el veneno de la princesa -Recuerda que debes acudir a los elfos ante cualquier síntoma ¿Entendido?
Johnny tomo ambas rocas, llevándoselas para analizarlas.
-Entendido- Responde como si fuese su madre quien le recordara tomarse las medicinas -Gracias por su rápida reacción chicos y también gracias a ti Renji por traerme tan rápido, no eres tan lento como creí- Le sonríe a este, demostrando ahora con la mirada su gratitud -Aunque sin duda yo habría ganado la carrera- Remata con su clásica competitividad, a lo que Renji solo sonríe de lado.
-Lástima que ese lagarto interrumpió, así que no lo sabremos legalmente
-Solo por eso no tendré piedad alguna cuando lo encuentre- Se levanta, con toda intención reflejada de ir a darle caza.
-Espera ¿cómo piensas a ir a enfrentarlo después de que casi te mata? – Dramatiza -Tienes que reponerte del veneno
-No fue para tanto, además, no podemos dejar escapar a esa cosa- Terca como siempre, se para delante suyo, encarando a Renji.
-Mis hombres ya lo están buscando. Ahora la prioridad es que te repongas- También la encara, creando un extraño ambiente entre ellos entre desafío y una muy notoria química.
-Por favor, sobreviví a las flores de Glacies, y además el veneno no alcanzó a contaminar mi sangre ¿verdad? - Mira a Johnny y a Reever, pidiendo con una firme mirada que le dieran la razón.
-No lo sabemos con certeza. Lo ideal es que te quedes quieta para observar cualquier efecto secundario ¿no es así? - Renji también mira a ambos elfos.
Con los labios apretados, y mirando de manera intermitente a ambos generales, los elfos retrocedieron algo dubitativos, claramente incomodos por la situación que se estaba presentando entre ambos "superiores". Un par de palabras dichas entre dientes y balbuceos ininteligibles delataban su incomodidad, pero también les daban a ellos más motivos para saber, o al menos, deducir que algo se cocinaba entre ellos.
-Técnicamente no puedes ir a perseguir a esa cosa en tu estado, necesitas descansar- Afirmo Reever luego de aclararse la garganta y toser un poco -Lo mejor sería que...
-Que te quedaras a descansar en la enfermería, así podríamos tenerte vigilada y llevarle el reporte final al rey cuando tengamos los resultados del veneno que me lleve en las piedras- Completo Johnny felizmente mientras señalaba la puerta que dirigía a la enfermería.
Renji mira triunfante a Saya mientras esta se cruza de brazos bufando y haciendo un puchero. Odiaba quedarse guardando reposo, especialmente si no se sentía tan mal. Pero, si con alguien le enseñaron a no discutir era con los elfos, siendo que tenían años de experiencia en temas de magia y medicina.
-Solo porque necesitamos saber cómo es que esas cosas aprendieron a hacer esa clase de ataque- Concede la princesa.
-Te traeré algunos libros de nuestra biblioteca- Negocia Renji -Quizá encuentres algo sobre la magia de Ventus
-Solo porque no tengo más opción- Y sin más replica, va al cuarto de enfermería.
Con cara sorpresiva, los tres hombres vieron a la princesa dirigirse sin chistar a la sala de enfermería, Reever se cruzó de brazos, aunque alzo una mano para sobarse la barbilla, pensativo.
-Muy buena esa, Renji, creo que podrás contener a la princesa mientras nosotros investigamos el veneno y quizá sepamos algo sobre esa magia- Agregó el castaño mientras miraba la puerta, la cual tenía solo unos segundos de cerrarse -Mas vale que vueles a la biblioteca y encuentres algo
-He visto personalmente como investiga cuando quiere encontrar la respuesta a algo- Agrega Renji, mirando con cierto gesto especial hacia la puerta cerrada -Tendré que traerle una centena de libros- Se da la media vuelta, saliendo del lugar.
Reever y Johnny no eran del todo consientes que no hablaba en sentido figurado porque unos minutos más tarde regresó acompañado de varios de sus soldados trayendo cada uno de cinco a diez libros.
…
El día tan esperado había llegado, la celebración de la fundación de los reinos iniciaba al alba con los últimos detalles dentro y fuera de los muros del castillo. Los aldeanos alistaban sus mejores vestiduras, los manteles de gala vestían las mesas de los cafés callejeros y el aroma a pan recién horneado paseaba por las calles. El bullicio de la gente, los aromas, todo eso había comenzado a reconfortar a la reina, asomaba por el balcón de una de las ventanas del castillo que apuntaba hacia al este.
-A papá le hubiera encantado esta nueva etapa de Caelestis- Comentó Takeshi al acercarse a ella, mirando el sol alzarse entre las montañas -La unión de todos los reinos, era su más grande sueño
-Si, pero no estaba dispuesto a entregar a su joya más preciada, y ahora entendemos muchas cosas del porque- Agregó Yuriko, tomando la mano de su hijo, inquieta -Pero no hay cabida para el arrepentimiento
-No, al contrario, debemos agradecer a Asami que ahora todo parece estar mejor en Glacies, pero seguimos alertas ante cualquier amenaza, y ella más que nadie lo sabe- Sonrió, otorgándole un poco paz y tranquilidad a su madre -Vamos, tenemos muchas cosas que preparar
El tiempo parecía ir más deprisa, uno de los reinos en arribar primero a Caelestis había sido Ignis, que, guiado por los príncipes, comenzaron a inundar la plaza principal con sus creaciones, lentamente la música se hizo presente, combinando las melodías con pasos y bailes de la gente que poco a poco comenzaba a llenar la plaza, mientras Ventus y Aqua hacían acto de presencia.
-Pareces bastante ansiosa, madre- Dijo el joven al acercarse a su madre, notando que mantenía cierta ansiedad a flor de piel -Van a venir, dales un poco más de tiempo
-Si, si, lo sé, es solo… que no puedo evitar ponerme ansiosa solo de pensar que volveré a verla aquí- Afirmó la mujer, suspirando - ¿Y tú? Ya deberías estar bailando con las damas que esperan por ti
Sato sonrió, acomodándose el saco militar y ofreciéndole la mano a su madre.
- ¿Me permite esta pieza, madame? – Yuriko miró enternecida a su hijo, tomando su mano y asintiendo, comenzando a bailar y haciendo gritar de emoción a las chicas que miraban o pasaban por ahí, ansiosas de bailar con alguien -Eres la de la buena suerte, por eso siempre abro mis bailes contigo
-Eres un tramposo- Sonrió, apoyando momentáneamente la cabeza en el pecho de su hijo y soltándolo en una vuelta para dejarle bailar con el resto de las chicas -Sigue siendo tú mismo
-Que descortés, dejar a una dama bailando sola- Takeshi había hecho acto de presencia, tomando a su madre y comenzando a bailar con ella, sacando un par de suspiros entre las asistentes -Sobre todo tratándose de alguien tan importante
Animaron el ambiente durante un par de minutos, hasta que alguien anunció la llegada de la gente de Glacies.
