Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es completamente mi invención.
Capítulo 20
― No debiste hacer algo así.
Lauren se asomó detrás de mí; por el espejo miré que rodaba los ojos, mientras volvía a concentrarse y resoplaba frustrada por no poder desabotonar mi hermoso vestido de novia.
― Bella, fue un brindis con bocadillos y ya, tampoco hice un gran evento.
― Pero no debiste, no era necesario ―insistí. Recordando qué no tenía cómo pagar todo lo que había gastado en mí.
― Me rindo. Le diré a Edward que me ayude ―ella dio media vuelta y yo la detuve tirando de su mano.
― ¡Estás loca! No pondrás a Edward a desnudarme.
Enarcó una de sus perfectas cejas rubias y sonrió pícara.
― Hello. ¿Sabes dónde estamos? En la suite donde pasaron su primera noche de casados. Además, él te conoce muy bien desde todos los ángulos, no es como si nunca te hubiera visto sin ropa.
― No es lo mismo. Ahora nuestra unión es distinta, estamos tratando de proteger a Emmy, no se trata de nosotros.
― ¿Y…? ―sacudió su melena rubia y negó―. Mejor olvídalo, iré por el feo, ya regreso.
Me giré de frente hacia el enorme espejo y seguí con lo que dejó a medias la rubia. Arrastré los dedos a cómo pude por mi espalda, tan solo para comprobar que Lauren era una traidora, ni siquiera había desabotonado un solo botón.
No me pondría a gritar por enojo. Lo más prudente que hice fue resoplar sonoramente y continuar desabotonando con suma lentitud mi vestido blanco.
Mientras deshacía cada botón pensaba en que la despedida había sido presurosa. Apenas pude sacudir la mano a las personas reunidas, abracé a Charlie, Sue y seguí los pasos de Edward fuera del pequeño salón.
En mi mente siempre imaginé que mi esposo me llevaría de la mano, que caminaríamos sonrientes y presumidos delante de nuestros seres queridos. La realidad fue distinta cuando recorrimos el lobby y ascensor. En el transcurso comprendí que Edward parecía huir de mí, siempre caminó adelante con Emmy en brazos.
Apenas entramos a la hermosa suite él se hizo cargo de poner un pijama para Emmy y se comunicó con Lauren para que me ayudara a quitar el vestido.
― Mis uñas no dejan hacer mucho ―mi corazón palpitó con fuerza cuando escuché la voz de Lauren acercarse.
De inmediato contuve el aliento. Había logrado deshacer tres botones del inicio, no era que estuviera desnuda, pero de algún modo me sentía cohibida frente a Edward.
Él entró detrás de Lauren. Noté su nerviosismo en su rostro encendido por un rojo escarlata que llegaba hasta su cuello, apenas me sonrió y se dedicó a concentrarse en los botones de mi espalda.
Vi por el espejo que Lauren sonreía triunfante y gesticulaba un adiós silencioso antes de desaparecer, dejándonos solos.
― No puedo creer que no haya podido ayudarte.
Sentí la punta de sus dedos tocar superficialmente mi piel y fue suficiente para erizarme los vellos. Era un toque delicado y para nada morboso. Es decir, yo sentía que no era nada cargado de lujuria, podía creer y aceptar ese término, pero mi lado hormonal no lo pensaba. Era una chica de veintidós años que ahora estaba casada y que solo podía imaginarme con Edward de todas las formas posibles.
― Está listo ―se aclaró la garganta, le sonreí a través del espejo, sostuve con fuerza el vestido sobre mi pecho y me volví lentamente para verlo.
― Gracias.
Asintió sin quitar sus ojos de mí. Quizá no se daba cuenta, necesitaba privacidad para cambiarme de ropa y no podía hacerlo con él viéndome de lo más despreocupado.
― Emmy está plácidamente dormida ―pasó una mano por su pelo y suspiró―. Debe estar agotada de ser el centro de atención ¿no crees?
Esbocé una sonrisa tonta al escucharlo tan nervioso como yo.
― Creo que Emmy ama a todas las personas ―miré hacia el bonito camisón de seda colgado en el perchero. Otro regalo de Lauren.
― ¿Tienes sueño? ―indagó cauteloso, apoyado en la pared del baño y manteniendo las manos en los bolsillos―. Hay una botella de champán, ¿por qué no bebemos un poco y nos relajamos?
Empecé a mordisquear mis labios. Quería decirle que la última vez que bebí alcohol fue con él en la fiesta donde nos hicimos novios, mas nunca tuve la oportunidad de volver a hacerlo.
― Mmm, sí.
― No tardes ―dio media vuelta, dándome privacidad.
Inhalé y exhalé tan hondo para controlar mis nervios. Mis dedos tocaron la suave seda del camisón blanco, lo admiré emocionada sintiendo como el revoloteo en mi estómago se apoderaba de mí y empecé a vestirme con absoluta rapidez.
Me vi en el espejo con el camisón puesto. Uno de los tirantes caía de mi hombro, era algo sexy que rápidamente cubrí con la bata del mismo color ―suspiré una vez más y, descalza salí del baño.
Edward se miraba tan guapo con las mangas arremangadas hasta los codos y los tres primeros botones de la camisa abiertos mostrando el poco vello que cubria su pecho, también se había deshecho de la corbata y saco.
Dejó una copa de champán en mis manos antes de ofrecerme caminar hacia el ventanal. La cortina estaba corrida exponiendo un hermoso panorama de las cientos de luces brillando en la noche oscura y fria.
― Hemos tenido unas semanas complicadas ―murmuró, con sus ojos perdidos fuera del ventanal―. Creo que mi mente aun no puede procesar todo de golpe ―suspiró― me es difícil, supongo que para ti es igual.
― Estoy acostumbrada a lidiar con tantos problemas, a que todo sea tan complicado, que creo ya no siento nada.
Su avasallante mirada me hizo beber del líquido espumoso. Edward tenía el don de ponerme nerviosa con tan solo mirarme.
― Lamento si soy un poco hosco ―bebió de su copa en un afán de hacer tiempo―. Realmente no sé cómo comportarme, te juro que quiero dejar de sentir todo lo que siento… ―cerró un segundo sus ojos. Luego me observó fijo― han pasado muchas cosas, Bella. Si tan solo me hubieras buscado, no sé ―tiró de su pelo― me hubieras enviado un solo mensaje, yo…
Pude darme cuenta de la manera que se debatía en hablar de nosotros. Probablemente quería explotar y se controlaba para no hacerlo, quizá por Emmy.
― Olvídate del pasado ―fue lo más prudente que pude decir―. Suéltalo, libérate de ataduras que no llevan a nada. Por mi parte, prometo que resolviendo lo de Emmy te daré el divorcio para que puedas rehacer tu vida.
Lo miré desafiante, dejé la copa en la mesilla y caminé con la frente en alto hacia la habitación. No iba a llorar, no lo haría aunque sintiera mi corazón hecho trizas por tanta tristeza que embargaba mi pecho.
Puse la mano en el pomo de la puerta dispuesta a encerrarme con mi niña.
― ¿Y si no quiero el divorcio? ―pronunció detrás de mí.
Estos dos serán más tercos que nada. ¿Qué piensan ustedes?
Gracias totales por leer
