Notas del autor

Bueno como lo he prometido aquí está el siguiente cap y cada vez mas cerca del final o será ya el siguiente Cap, bueno eso lo verán en unos días disfruten.

Cualquier review constructiva es más que bienvenida.

Declaimer: no me pertenece ningún personaje de Little Witch Academia, esto sencillamente lo hago pa divertirme.


Capítulo XXII

Confrontation

"Hannah", respondió la chica con los brazos cruzados y una mirada seria.

"Sarah, hola", dijo esta vez Akko, que con el helado en la mano miraba entre Hannah y ella.

"Akko", la saludó Sarah sin desviar la mirada de su hermana.

"¿Qué haces aquí?", preguntó Hannah, que empezaba a cambiar el semblante.

"Vine por ti."

"¿Por mí? Sarah, yo no quiero ir a ninguna parte", dijo Hannah frunciendo el ceño, dejando el sundae en la mesa y cruzando los brazos, igualando la mirada con su hermana mayor.

"Hannah, ya tienes casi 17 años y ¿pretendes hacer estos berrinches todavía?"

"¿Disculpa?" Akko, que no sabía qué hacer, lentamente se acercó a su novia, preparada para apoyarla si era necesario.

"¿Acaso no viste cómo me trató mamá, cómo fue la mirada de papá, solo porque era diferente a ellos?", dijo Hannah con un resentimiento evidente en sus ojos.

"Hannah, no digas estupideces, ven conmigo. Ya es hora de dejar esta farsa."

Apretando sus puños y mirando directamente a Sarah, Hannah rechinó los dientes y en un susurro repitió "No, ellos no se merecen que los llame padres, tú no mereces ser mi hermana. No soy yo quien debe agachar la cabeza y humillarse, son ustedes." Después de decir esto, dio media vuelta y salió del lugar, dirigiéndose directamente al cuarto.

Akko, viéndola salir disparada del lugar, pudo notar cómo algunas lágrimas se derramaban por las mejillas de Hannah. Con una nueva determinación para consolarla, ya iba a seguirla, pero alguien la detuvo tomándola del brazo.

Viendo la mano que ahora la agarraba y mirando el rostro desolado de Sarah, Akko notó que había algo más detrás de la intención de llevarse a su hermana. Dispuesta a escuchar, Akko tomó asiento y esperó a que Sarah hablara mientras dos sundaes de chocolate y fresa se derretían frente a ellas.

La chica, cambiando de posición en la silla y con un suspiro, empezó "Akko, las cosas en casa se están poniendo cada vez peor. Sé que esto no te incumbe ni te importa, pero..." Sarah se tomó el rostro con frustración. "Papá y mamá están destrozados. Han estado buscando a Hannah todos estos días, desde la mañana hasta la noche. Incluso han llamado a la escuela, pensando que tal vez había vuelto."

"Yo pude encontrarla porque una amiga mía, que estaba pasando con su novio cerca de aquí, vio a Hannah entrar al hotel y la reconoció."

"Akko, sé que no nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero sé que a ti te escuchará. Es posible que tú la puedas convencer. Por favor, a este paso no sé qué va a suceder", dijo Sarah mirando a los ojos de Akko, quien la escuchaba con una mirada contemplativa.

"Sarah, si te soy sincera y conociendo la terquedad de Hannah, incluso si aceptara lo que me pides, no creo ser capaz de traerla de vuelta. Además, lo que ella dijo es cierto; los que primero tienen que dar el paso son sus padres."

"Entiendo si no hay..."

"Sin embargo," la interrumpió Akko, "creo que puedo por lo menos tratar de hablar con ella. ¿Me podrías dar tu contacto?" Sarah, entendiendo el mensaje de inmediato, se levantó y, acercando su celular, le dictó el número a Akko, quien lo añadió de inmediato.

"Si algo cambia, te escribiré." Y así, la japonesa se levantó, tomó los dos vasos de helado que ahora parecían jugo de fresa y chocolate respectivamente, y salió directo al cuarto donde seguro su novia la estaba esperando.

Al entrar por la puerta, vio que Hannah no se encontraba ni en la sala ni en el comedor de la habitación. Dando unos pasos más y entrando al cuarto, la vio sentada en el borde de la cama, con la mirada dirigida hacia la ventana y el pelo suelto, dejando su moño al lado.

Akko, acercándose y sentándose cerca suyo, la miró de reojo y dijo "¿Cómo estás?"

"Mejor, supongo", respondió Hannah, su voz apenas audible.

Akko, recostando su cabeza en el hombro de la chica, continuó la conversación "Sabes que esto no puede seguir así para siempre, ¿cierto?"

Hannah no dijo nada al respecto y siguió mirando hacia la ciudad londinense, lo que solo preocupó más a Akko. "Hannah, sabes que no podemos seguir aquí, ¿verdad? Solo puedo pagar una noche más." La chica empezaba a temblar un poco y las lágrimas se derramaban por sus mejillas sin nunca dirigirle la mirada a Akko. "Hannah."

"Voy a hablar con papá y mamá", dijo Hannah, sorprendiéndola.

Akko, levantándose del hombro de la chica y mirándola con sorpresa, preguntó "¿Segura?"

"Sí, Sarah tiene razón en parte, ya es hora de madurar un poco", dijo, limpiándose la cara y levantándose.

"Hey, hey, espera tranquila, cálmate. ¿Qué pretendes, ir a tu casa y enfrentarlos cara a cara?", dijo Akko, poniéndose frente a ella con las manos extendidas.

"¿Sí?", dijo Hannah, insegura.

"No, sobre mi cadáver, Hannah England. No estás estable emocionalmente; te pueden manipular y quedar ellos en ventaja", dijo la pequeña japonesa con una mirada seria.

"¿No es esto un poco exagerado de tu parte, Akko? Además, estás bastante extraña. ¿Desde cuándo dices todas esas cosas?", respondió Hannah, mirándola con sospecha.

"Argh, Hannah, no me trates como una idiota", Akko la seguía mirando seriamente.

"... Entonces, ¿qué propones?"

"Invítalos al hotel mañana por la mañana, al lounge ejecutivo que es más privado. Si no quieres, lo puedo hacer yo. Tu hermana me dio su contacto. Le mando un mensaje y arreglamos todo, pero solo si quieres." Hannah, cerrando los ojos y pensándolo un poco, los abrió de nuevo con un brillo diferente y le dio el visto bueno.

"Está bien, por favor escríbele a Sarah." Akko, de inmediato, sacó su celular y escribió un mensaje rápido a la chica. Esta no tardó mucho en responder con una afirmación. Dando el asunto por terminado, Akko se levantó, le dio un fuerte abrazo a su novia y, soltándola, le dijo "Sé que esto será aún peor que lo que vivimos en tu casa, pero quiero que sepas que siempre estaré de tu lado pase lo que pase."

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Estaban ya las dos sentadas en el lounge ejecutivo. Ninguna de las dos había podido desayunar, pues el encuentro las tenía con los nervios en las nubes. El sonido del reloj iba pasando y no había señal de Velvet, la chica que manejaba la recepción y que había sido tan amable con ellas en estos días.

Después de un tiempo más, que seguía siendo un infierno, se escucharon unos tacones anunciando la llegada de tres personas. Velvet, que los había traído, les dio el ingreso tanto al padre como a la madre de Hannah, y se retiró con una sonrisa en la boca, como siempre.

Los dos adultos, por su parte, se veían cansados. La madre de Hannah, Elizabeth, tenía el cabello desarreglado y el rostro un poco demacrado. Por otro lado, su padre, James, tenía ojeras pronunciadas y el cansancio era notorio.

Conectando miradas con las chicas, Akko pudo sentir cómo un pequeño temblor surgía de su acompañante, y de su parte, una sorpresa sin igual se daba al ver el estado de los dos adultos.

Sin que ninguno se moviera del sitio, los padres, tal vez con miedo de que Hannah huyera otra vez, y las chicas, que sencillamente ya estaban sentadas, fue Hannah quien decidió saludarlos "Mamá, papá".

Los dos adultos, reaccionando al llamado, la saludaron mientras tomaban asiento. "Hija", dijo su padre. "Hannah", dijo su madre.

Y de nuevo reinó el silencio. Las dos partes se miraban de un lado a otro, y Hannah, ahora sí perdiendo la paciencia, alzó la voz con rabia "¿No van a decir nada?".

Los dos adultos, que se miraron con pesar y tristeza, abrieron la boca al tiempo y dijeron "Lo sentimos".

"Hija, hemos sido unos terribles padres. No comprendimos el daño que te estábamos haciendo ni queríamos verlo", dijo primero el padre, que veía cómo Hannah abría los ojos sorprendida. "Hannah, no te mentiremos, aún no lo podemos procesar y nos cuesta entender el porqué de tu sexualidad", agregó su madre, en cuyos ojos se podían ver el nacimiento de algunas lágrimas. "Pero después de haber pasado estos días sin saber absolutamente nada de ti, nos dimos cuenta de que, antes de perder a nuestra hija, debíamos empezar a comprenderla, por lo menos aceptarla", continuó su madre, que se limpiaba con las palmas de las manos las lágrimas que no dejaban de salir.

"Preciosa, no te podemos prometer que en este momento lo comprendamos todo o podamos aceptarlo naturalmente. Nos costará tiempo; sin embargo, eso lo queremos pasar contigo", dijo el padre, que tomaba a Elizabeth de la mano y, juntos, mirando directamente a los ojos color carbón de Hannah, terminaron con lo siguiente "Hannah, ¿podrías volver con nosotros, por favor?".

La chica en cuestión, que desde hacía rato llevaba derramando lágrima tras lágrima, se levantó de la silla y salió corriendo hacia los brazos de sus padres, que la recibieron con gusto.

Los tres lloraban, y varios "Lo siento" se escuchaban de ambas partes. Mientras tanto, Akko miraba el bulto de extremidades con una sonrisa y, recordando a su madre en Japón, dijo para nadie en particular "Tenías razón, mamá".

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Los últimos días en Londres fueron espectaculares en todo el sentido de la palabra. Después de que los padres de Hannah arreglaran el asunto con ellas, salieron inmediatamente del hotel de nuevo hacia la casa de la chica, donde sus otros tres hermanos los esperaban con los brazos abiertos.

Esta vez, con el debido respeto, Akko tomó el cuarto de invitados, y Hannah volvió al suyo. Las muestras de cariño entre las dos eran constantes; sin embargo, si alguno de los adultos estaba cerca, se limitaban a tomarse la mano solamente, dejando que todo se fuera digiriendo tranquilamente.

En cuanto a los días venideros, los primeros fueron más de estar de vuelta en casa. Tanto James como Elizabeth volvieron al trabajo, y los chicos se divertían en casa. Hannah, Akko y Oliver a veces jugaban juntos algún que otro videojuego o juego de mesa. En muchas ocasiones, Sarah se les unía, pero no duraba mucho, pues se la pasaba más en la ciudad con sus amigas. La más pequeña, Emma, había congeniado mucho con Akko, y en muchas ocasiones la secuestraba y se la llevaba para su cuarto, con el reproche constante de Hannah.

A la semana siguiente, los padres de la familia los sorprendieron diciéndoles que juntos habían pedido vacaciones. Por ende, las actividades se multiplicaron al mil. Ahora las salidas eran constantes, y Akko podría decir con seguridad que había conocido la mayoría de Londres en ese tiempo. Incluso un fin de semana la llevaron a un partido de fútbol, y aunque ella no entendía lo que estaba pasando la mayoría del tiempo, la energía que salía de su novia no hacía más que transmitírsele a ella, que sin ninguna vergüenza le seguía el juego.

Y así fueron pasando las semanas, una tras otra, hasta que llegó el día de volver a Luna Nova. Las dos, delante de la puerta, y Sarah esperándolas atrás en el coche, Hannah y Akko se dispusieron a despedirse de la familia England.

"Adiós, papá. Adiós, mamá. Nos vemos en unos meses", dijo una Hannah distinta, que con alegría abrazaba a los dos adultos.

"Adiós, Oliver", dijo esta vez frente a su hermano, que la miró y con desgano le dijo "Adiós, Han". En cuanto a la pequeña, esta tomó a Hannah de la mano y, con una mirada desafiante, le dijo "Adiós. Trae a Akko de nuevo la próxima vez". Hannah, viendo eso y con un poco de celos en los ojos, la miró desafiante y le dijo "Adiós a ti también, Em".

Ahora, siendo el turno de Akko, la chica se acercó lentamente a los dos adultos y, haciendo una reverencia, se despidió formalmente "Adiós, señorita Elizabeth. Adiós, señor James". Estos, que ya estaban acostumbrados a la formalidad de la chica, sencillamente le sonrieron y se despidieron. De Oliver fue simplemente un gesto con las manos, y cuando ya se acercó a la diablilla, esta se acercó y, jalándola de la camisa, le dio un pequeño beso en el cachete a Akko. "Adiós", dijo mientras le sonreía de oreja a oreja. Akko, que se había quedado estática como todos los presentes, sencillamente le acarició la cabeza y, acomodando de nuevo su maleta, se dio media vuelta hacia el coche.

Hannah, que ahora estaba matando a su hermana pequeña con la mirada, siguió a su novia al coche, tomando los mismos asientos de antes. Sarah arrancó y puso rumbo a la estación de Londres.

"Pequeña diablilla", dijo Hannah entre dientes, mientras Sarah explotaba en carcajadas.