The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Miyamoto Shigeru, Tezuka Takashi y Nintendo.

Palabras: 717.

01.- Antorcha

El resplandor de las antorchas apenas alumbraba unos pasos por delante de ellos, aún y así, Zelda, no tenía miedo. Link la adelantó en el descansillo de las escaleras y avanzó un par de metros antes de girarse hacia a ella.

—¿Ves el fondo? —le preguntó esperanzada.

Había vivido en el castillo toda la vida y se daba cuenta de que no conocía ni la mitad de aquel lugar. Los derrumbes durante el Cataclismo y la posterior batalla habían hecho caer los muros revelando un hormiguero de pasadizos que se adentraban en la oscuridad.

—No. Hay un derrumbe más adelante —declaró Link alumbrando pobremente las piedras amontonadas sobre los escalones—. Espérame, comprobaré si es seguro.

Zelda asintió y se sentó en uno de los peldaños sujetando la antorcha separada de su cuerpo.

No había llegado a decírselo, pero la hacía muy feliz que hubiera decidido quedarse a su lado y acompañarla. No tenía ningún motivo para hacerlo, podría haber seguido su camino y olvidarse de ella, sin embargo, allí estaba, cuidándola como siempre.

—Es inaccesible —anunció Link regresando sobre sus pasos.

—Qué lástima.

Zelda se puso en pie suspirando, se sacudió el polvo del trasero y buscó en el bolsillo el marcador luminiscente que Prunia había ideado para marcar los pasadizos. Presionó la punta contra el muro agrietado y escribió el número de túnel seguido de una «x» para indicar que estaba cortado.

—Espero que Karid pueda enviar a algunos goron para desbloquear el paso.

Se sentía decepcionada, habían acordado que explorarían un túnel al día y aquella salida apenas había durado quince minutos. No quería volver a Fuerte Vigía tan pronto, una vez que pusieran allí los pies no podrían estar a solas ni un segundo. Link sería arrastrado a ayudar en la construcción y ella acabaría enredada con Rotver y Prunia, cuando acabasen ya sería hora de dormir y al tener que compartir la sala con tanta gente no podrían hablar hasta dormirse, tampoco besarse o hacer nada que revelase su auténtica relación.

—Oye, Link, ¿te importaría que pasásemos por mi antiguo laboratorio antes de regresar a Fuerte Vigía?

Le miró temiendo una negativa, sorprendiéndose al verle asentir.

—Creo que entre los papeles había un viejo mapa del castillo —explicó subiendo las escaleras. Él no iba a preguntarle, pero de algún modo sentía que le debía una excusa—. He pensado que si lo encontramos es posible que nos ayude a orientarnos mejor. No creo que aparezcan todos estos túneles, pero con suerte nos permitirá hacernos una idea de su trazado.

—¿Y en la biblioteca?

Zelda se giró y le alumbró con la antorcha, no hizo nada por ocultar su sorpresa. Había más probabilidades de encontrar mapas en la biblioteca que en el laboratorio, pero en la biblioteca estaba Tauro y no quería compartir espacio con él en ese momento.

—Bueno, la última vez que estuvimos allí estaba todo en muy mal estado —dijo. No era ninguna mentira. Los monstruos habían destrozado las elegantes estanterías y los libros estaban desparramados por el suelo, aquel desastre casi la hizo llorar al ver hecho añicos un lugar tan preciado para ella—. Mi laboratorio no está en tan mal estado, por eso he pensado que podemos empezar por allí.

—Entendido.

Y por su tono de voz supo que había entendido el motivo real, el que no había pronunciado.

—Zelda —la llamó mientras hundía su antorcha en el cubo lleno de arena de la entrada a los túneles para apagarla—. Cuando acabemos en Fuerte Vigía ¿quieres que viajemos juntos unos días? No tiene por qué ser lejos, ni a ningún sitio importante, sólo viajar.

—Juntos ¿a solas? —preguntó apagando también su antorcha.

—Sí —respondió con tono inseguro—. Si quieres que venga alguien más está bien —añadió intentando no sonar decepcionado.

Zelda rió, enredó su brazo con el de Link y aniquiló el espacio que les separaba. Aquel lado inseguro se le hacía adorable. Link que era todo seguridad en lo que al combate y la estrategia militar se refería, se transformaba en un manojo de nervios y dudas cuando pisaba terreno sentimental.

—Tú y yo a solas, es todo lo que quiero y necesito. A solas es perfecto.

Él, aliviado, besó sus labios. Estar con ella era lo único que le pedía a la vida.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Durante el Fictober acumulé algunos borradores de ideas que no acabaron de encajar con los prompts, así que he decidido desarrollarlos y subirlos en una colección. No sé cuántos serán y no puedo prometer un ritmo de publicación diario ahora que se acerca la Navidad, pero subiré al menos uno a la semana.
Si tenéis alguna sugerencia, algo sobre lo que queráis leer, adelante, dejadlo en comentarios.
Nos leemos.