Los personajes de S.M. no me pertenecen, yo solo los tomo prestados.
Capítulo 12
1.-
Edward miraba pensativo uno de los vestidos que había sido de su esposa Irina.
¿Le serviría? Se preguntó. Sin embargo, no había otra forma de saberlo hasta que se lo pusiera.
Sí, era una idea descabellada. Pero, a situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Grace, la madre de Irina, no le había dejado otra opción; cuando fue a buscar a su hija, el Domingo en la tarde, ella lo había llamado un momento aparte, aprovechando que Anabela seguía jugando con su Aabuelo, Arturo...
Ya sabía que no tenía trabajo. Edward no le costó deducir que fue Anabela quien se lo había dicho. No se molestba porque sabia de sobra cómo eran los niños, inconcientes de saber qué decir o no decir a los mayores, para no generar un problema, el que ahora él tenía porque Grace le había dicho para que Anabela se quedara con ellos, ya que ella también le dijo que no estaba comiendo bien. Edward se negó en redondo, por supuesto, si aceptaba, solo era cuestión de tiempo para que Grace y Arturo pidieran la custodia de la niña. Eso sí, tuvo que mentir, diciendo que ya había conseguido trabajo y que comenzaría al día sieguiente, en una respostería. No sabe por qué especificó esto último, pero fue lo único que se le ocurrió para que Grace borrara de su cara, la expresión de "No te creo nada" y le dejara marcharse con su hija. Aún así, le dio algo de dinero que él tuvo que hacer un esfuerzo para no rechazarlo, porque de verdad no tenía nada en la nevera de su casa...
[...]
El vestido sí que le había quedado.
Debía agradecer que era delgado y que, además, no le creciera nada de vello facial en su cara, si no, no sabría cómo cubrir la sombra de este, luego de afeitarse, con el maquillaje que ahora se estaba colocando...
¡Listo! Se dijo, en cuanto se vio en el espejo, observando que el delineado en los ojos le había quedado bien, luego de varios intentos.
Lo único que le faltaba era hacer algo con su cabeza.
Edward se dirigió a su armario y sacó una pequeña caja de zapatos de esta. Dentro, guardaba sus tesoros más preciados: fotos de su matrimonio con Irina, su anillo de bodas y..., una peluca.
Una lágrima corrió por su mejilla izquierda, haciendo que se arruinara un poco el maquillaje. Sin embargo, no pudo hacer nada para contener el recuerdo de cuando le había regalado aquella peluca a Irina. Ella se había alegrado tanto, que había llorado por primera vez desde que se enteró de que tenía cancer... Solo para morirse poco tiempo después, sin dejarle muchas ocasiones de usarla.
Edward se dijo que ya basta de llanto. Debía ser fuerte, como Irina, por su hija Anabela. Además, se le estaba haciendo tarde para ir a la repostería y luego regresar a casa para cambiarse, arreglar lo del almuerzo e ir a recoger a Anabela al colegio.
Se puso la peluca, se retocó el maquillaje, y salió de su casa, esperando que, esta vez, tuviera mejor suerte, ahora que era una "mujer".
