Capítulo 21: Metas y un secreto revelado.

El ruido de la pelea llenaba el aire, con golpes sordos y gritos de esfuerzo resonando en el campo. El lugar estaba lleno de espectadores que observaban con atención, sus murmullos creando un zumbido constante.

En el centro del escenario, Konata y Misao se enfrentaban. Konata se movía con una agilidad y velocidad impresionantes, sus pies apenas tocando el suelo mientras esquivaba y lanzaba golpes precisos. Misao, por su parte, se mantenía concentrada, su atención fija en cada movimiento de Konata, buscando el momento perfecto para atacar.

"¡Eres rápida, Konata! Pero no puedes evadir para siempre," dijo Misao con una sonrisa confiada.

"¿Eso crees? Todavía no has visto nada," respondió Konata, su mirada desafiante y su tono jocoso.

De repente, Misao vio su oportunidad. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia Konata, ejecutando una tacleada precisa. El impacto fue fuerte, y Konata fue derribada al suelo. Sin embargo, con una agilidad sorprendente, giró en el aire y lanzó un puñetazo hacia Misao. Misao, con una calma impresionante, evadió el golpe con las manos abiertas, deslizándose a un lado.

"¡Buen intento, pero no lo suficiente!" exclamó Misao, su voz firme y segura.

Aprovechando el momento, Misao agarró el brazo extendido de Konata y, con un movimiento fluido, aplicó una llave. El gimnasio enmudeció por un instante, todos los ojos fijos en la escena. Konata intentó liberarse, pero la técnica de Misao era impecable.

"¡Vaya, Misao! No sabía que tenías estas habilidades," dijo Konata, respirando con dificultad, pero sonriendo.

"Siempre hay algo nuevo por aprender, Konata," respondió Misao, apretando ligeramente la llave para enfatizar su punto.

Los sonidos de la lucha se desvanecieron, dejando solo la respiración agitada de ambas combatientes. Konata, con una sonrisa desafiante, admitió su derrota con un leve asentimiento. "De acuerdo, me rindo. Esta vez ganaste tú."

El público estalló en aplausos, reconociendo la destreza y habilidad de ambas. Misao ayudó a Konata a levantarse, y ambas se dieron la mano en señal de respeto mutuo.

"Buen combate, Konata. Me divertí mucho," dijo Misao, sonriendo ampliamente.

"Igualmente, Misao. La próxima vez, seré yo quien gane," respondió Konata con una risa, anticipando ya el próximo enfrentamiento.

Entre los espectadores, Ryoko, con vendas en la cabeza, observaba con sorpresa. "Konata está casi igualando mi agilidad," murmuró, impresionada.

Kosuke, a su lado, cruzó los brazos y asintió. "Aún les falta mucho. Pero sí, están mejorando."

Ryoko notó a Matsuri observando al par con una expresión pensativa. Se acercó a ella y preguntó: "¿Qué opinas, Matsuri?"

Matsuri se giró hacia ella y sonrió ligeramente. "Es impresionante, sin duda. Pero aún les falta bastante para alcanzar su máximo potencial."

Ryoko asintió y luego preguntó con preocupación: "¿Y Kagami? ¿Cómo está ella?"

"Está bien," respondió Matsuri, calmadamente. "Ahora la están chequeando para asegurarse de que todo esté en orden."

Matsuri luego volvió su mirada a Ryoko, notando las vendas en su cabeza. "¿Y tú, Ryoko? ¿Cómo te encuentras? ¿Y tu hermano?"

"Estoy bien," respondió Ryoko con una sonrisa tranquila. "Me dijeron que no haga mucho movimiento. A mi hermano Kosuke le suturaron la herida, pero por las dudas debe mantenerse en reposo por un tiempo."

Matsuri sonrió, visiblemente aliviada. "Me alegra saber que están bien. Pero para la próxima, tengan más cuidado, ¿sí?"

Ryoko río y asintió. "Lo mismo va para ti, Matsuri. No queremos que nadie más termine vendado."

Ambas rieron suavemente, la tensión del momento disipándose un poco mientras continuaban observando la dinámica de la pelea en el campo de batalla.

De repente, dos personas más aparecieron en el campo de batalla. Ryoko miró a Matsuri y dijo: "Parece que les toca a ellas ahora."

Matsuri asintió, con una sonrisa de determinación. "Parece que sí."

En ese momento, Inori apareció detrás de ellas y añadió: "Sí, aunque sí que nos llevamos una sorpresa después de que Misao nos contara de lo que estaban haciendo."

Flashback:

"¡Y entonces, el protagonista hizo un movimiento increíble que dejó a todos boquiabiertos!" exclamó Misao, gesticulando dramáticamente.

Inori se rió, pero luego miró a Misao con una mezcla de curiosidad y sospecha. "Oye, Misao, ¿no te parece que has estado hablando mucho sobre técnicas de combate últimamente? ¿Te has vuelto fanática de repente?"

Misao, sin darse cuenta de la pregunta, asintió rápidamente. "¡Claro! Además, con todo el entrenamiento secreto que hemos estado haciendo, es difícil no estar emocionada."

Hubo un momento de silencio absoluto mientras las palabras de Misao resonaban en el aire. Ryoko, Kosuke, Inori y Matsuri intercambiaron miradas sorprendidas.

Ayano parpadeó, procesando la información, y luego se llevó la mano a la frente con exasperación. "¡Eres una tonta!" exclamó, dándole un suave golpe en la cabeza a Misao. "Se suponía que era un secreto, ¿recuerdas?"

Misao se frotó la cabeza, dándose cuenta de su error. "¡Ay! Lo siento, lo siento... me emocioné demasiado."

Konata y miyuki intercambiaron miradas preocupadas, mientras Tsukasa soltaba una risita nerviosa. Ayano suspiró y negó con la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír ante la torpeza de su amiga.

Fin del flashback:

Ryoko asintió. "Fue una sorpresa, pero me pregunto por qué están haciendo todo esto."

Inori, con una expresión pensativa, respondió: "Hay muchos motivos posibles. Puede ser entrenamiento, una forma de medir sus habilidades, o quizás algo más."

Matsuri, mirando de nuevo al campo de batalla, agregó: "Sea cual sea la razón, lo importante es que todos están dando su mejor esfuerzo. Pero debemos recordar siempre tener cuidado."

En otro lado, Kagami estaba siendo observada por los médicos, que comentaban asombrados:

"Es sorprendente, apenas han pasado 48 horas y los huesos de sus costillas se han sanado solos," dijo uno de los médicos, revisando las radiografías.

"Los padres de Kagami tenían toda la razón sobre la aguja del diablo," añadió otro médico, asintiendo mientras revisaba los informes.

La doctora se acercó a Kagami y le dijo con una sonrisa profesional: "Abre la boca, por favor."

Kagami obedeció, abriendo la boca sin protestar. La doctora le dio una medicina en forma de un pequeño frasco que Kagami tomó de un solo trago. El sabor era amargo, pero Kagami ya estaba acostumbrada a la rutina de las medicinas.

"Bien hecho," dijo la doctora con una sonrisa, guardando el frasco vacío. "Esto ayudará a acelerar aún más tu recuperación."

El doctor, observando atentamente las reacciones de Kagami, se volvió hacia sus colegas y dijo: "Parece que posiblemente mañana ya esté completamente recuperada. Es impresionante."

Kagami sonrió levemente al escuchar eso, aliviada por la noticia. "Gracias, doctora. ¿Puedo volver a las actividades normales mañana?"

"Si todo sigue así de bien, sí," respondió la doctora, dándole una palmadita en el hombro. "Pero recuerda, debes seguir nuestras recomendaciones y no forzar tu cuerpo demasiado rápido."

Kagami asintió, decidida a seguir las indicaciones para recuperarse por completo. "Lo haré. Gracias por todo."

Mientras los médicos terminaban de revisar sus notas y ajustar sus evaluaciones, Kagami se recostó en la camilla, sintiendo una mezcla de alivio y determinación.

Después de recostarse, Kagami cerró los ojos, sintiéndose exhausta. En cuestión de minutos, se quedó dormida, sumergiéndose en un sueño que rápidamente se transformó en un recuerdo vívido.

El escenario cambió y Kagami se encontró en un lugar familiar pero borroso. De repente, alguien gritaba su nombre con desesperación: "¡Kagami! ¡Kagami!"

Kagami giró la cabeza, tratando de localizar la fuente del grito, pero todo lo que escuchó después fue un pitido agudo y penetrante. Luego, la escena se volvió completamente negra a su alrededor, sumiéndola en una oscuridad profunda y abrumadora.

Kagami se despertó de repente, con sudor cubriendo su cuerpo. Se llevó una mano a la cara, tratando de calmarse mientras respiraba profundamente.

"¿Por qué no recuerdo esa parte?" murmuró, sintiéndose frustrada y confusa por el fragmento de memoria que se le escapaba.

Miró a su alrededor, tratando de reorientarse, y notó que tenía la boca seca. "Tengo sed," dijo en voz baja. Sus ojos se dirigieron hacia una campana en la mesa al lado de su cama, destinada a llamar a alguien.

Sin embargo, al recordar la embarazosa experiencia con Patricia y la comida, decidió no tocarla. La última vez que la había usado, Patricia había llegado con una comida y una cuchara que resultaron ser bastante incómodas para ella ya que fue la primera vez que experimento aquello.

Con cuidado, se deslizó fuera de la cama y puso los pies en el suelo. Al asegurarse de que no se mareaba, se levantó y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró en el pasillo del hospital, tranquilo y casi desierto a esas horas.

Caminó lentamente hacia la sala de descanso donde sabía que había una pequeña cocina. Encontró una botella de agua en el refrigerador y la abrió, tomando un largo trago que le calmó la sed y la ayudó a sentirse más centrada.

"Esto es mucho mejor," pensó, sintiéndose satisfecha de haber manejado la situación por sí misma. Mientras regresaba a su habitación, Ryoko la llamó.

"Kagami, espera un momento," dijo Ryoko, haciendo que Kagami se girara y los saludara.

"Hola, Ryoko. Hola, Kosuke," saludó Kagami, sonriendo débilmente. "¿Qué pasa?"

"¿Ya te sientes mejor?" preguntó Kosuke con una mirada preocupada. "Tenemos algo que queremos enseñarte."

Kagami levantó una ceja, intrigada. "¿De qué se trata?"

Ryoko sonrió misteriosamente. "Es una sorpresa," dijo, sacando una venda de su bolsillo.

"¿Una sorpresa?" Kagami parecía desconcertada. "Pero no puedo hacer mucho movimiento brusco aún."

"No te preocupes," dijo Kosuke, dándole una palmadita en el hombro. "Esto no requiere mucho movimiento. Solo confía en nosotros."

Kagami suspiró, resignada pero curiosa. "Está bien, confío en ustedes. Solo espero que no sea algo demasiado loco, no como la otra vez."

Ryoko rió suavemente mientras le vendaba los ojos. "No te preocupes, Kagami. Te va a gustar, te lo prometo."

Kagami dejó escapar un pequeño suspiro y asintió. "Está bien, estoy lista. ¿Ahora qué?"

"Solo sigue nuestra voz," dijo Kosuke, guiándola con suavidad. "Y no te preocupes, estamos aquí contigo."

Kagami siguió el sonido de las palabras de Ryoko, caminando lentamente mientras intentaba no tropezar. A medida que avanzaba, comenzaba a sentirse incómoda por no saber a dónde la llevaban. Justo cuando iba a decir algo, Ryoko habló.

"¡Para aquí!" dijo Ryoko.

Kagami se detuvo de inmediato y preguntó: "¿Puedo quitarme el vendaje ahora?"

"Un momento," respondió Ryoko. "Esto es parte de la sorpresa."

Antes de que Kagami pudiera decir algo más, sintió un movimiento rápido detrás de ella. Instintivamente, levantó el brazo y bloqueó un golpe que venía hacia su espalda. Sorprendida por su propia reacción, Kagami giró rápidamente.

"¿De qué se trata todo esto?" preguntó Kagami, desconcertada.

En ese momento, Minoru apareció al costado de ella y dijo: "Queremos que entrenes a nuestros secuaces."

Kagami parpadeó, aun tratando de procesar lo que acababa de suceder. "¿Entrenar a tus secuaces? ¿Por qué yo?"

"Porque eres una de las mejores," respondió Minoru con seriedad. "Y creemos que puedes ayudarnos a mejorar, bueno además de que ella… digo ellos insistieron en entrenar contigo."

Kagami suspiró, aceptando finalmente la propuesta. "Está bien, entrenaré a tus secuaces, pero solo porque me ayudaste a proteger a mis amigas la otra vez."

"Gracias, Kagami," dijo Minoru, sinceramente agradecido.

"Pero, ¿es necesario llevar el vendaje?" preguntó Kagami, aún con los ojos cubiertos.

Kosuke sonrió y respondió: "Es parte del entrenamiento. Eres muy buena y queremos asegurarnos de que no los mates apenas el primer día."

Kagami esbozó una sonrisa irónica. "De acuerdo. Vamos a hacerlo."

Rápidamente, Ryoko, Kosuke y Minoru se alejaron, dejando a Kagami sola en el centro del lugar. Kagami escuchó los pasos que se alejaban y luego se quedó en silencio, concentrándose.

Con una voz firme y seria, Kagami dijo: "Ataquen cuando quieran."

De inmediato, sintió el cambio en el aire a su alrededor, preparándose para lo que estaba por venir.

"Además," añadió Minoru mientras se alejaba, "mientras peleen, describe en qué fallan y en qué deben mejorar."

Kagami asintió, enfocándose en sus alrededores. De repente, sintió que dos personas se acercaban rápidamente. Sin moverse demasiado, bloqueó una patada que venía desde arriba con su brazo izquierdo y con el derecho bloqueó un golpe dirigido a su costado. Agarró la mano del atacante del costado y lo lanzó junto con el otro.

Justo en ese momento, Kagami sintió una debilidad repentina en sus piernas. Alguien había golpeado en medio de una de sus piernas, haciendo que perdiera el equilibrio. Apenas cayó, se apoyó con una mano en el suelo, pensando rápidamente: "Que no se rompa," refiriéndose a su recuperación reciente.

Sin perder tiempo, hizo un giro rápido en el suelo, sintiendo las piernas de dos personas cercanas. Con una habilidad impresionante, derribó a ambos, girando sobre sí misma y utilizando sus propias piernas para desestabilizarlos.

"¡Bien hecho!" dijo Minoru desde la distancia. "Ahora, dime en qué fallaron."

Kagami, todavía con los ojos vendados, se levantó lentamente. "El primero fue demasiado predecible con su patada alta. Debería haberla ocultado mejor antes de lanzarla. El segundo atacante, aunque rápido, dejó su costado expuesto. Y el que me golpeó en la pierna... fue inteligente, pero no aprovechó la oportunidad de seguir atacando.

Minoru asintió, satisfecho. "Gracias, Kagami. Tus observaciones son valiosas."

Kagami respiró hondo, preparándose para la siguiente ronda. "Muy bien, chicos. Intenten de nuevo. Y esta vez, no sean tan predecibles."

De repente, Kagami sintió un golpe que esquivó con rapidez. En su mente pensó: "Se han vuelto más rápidos que antes."

Se agachó para esquivar una patada desde arriba, pero al hacerlo, sintió que dos personas agarraron sus brazos. En su mente, reconoció que habían mejorado su coordinación y trabajo en equipo: "Bueno… esto es un progreso."

Kagami respiró hondo y diciendo: "Pero siempre esperen lo inesperado."

Con una sola pierna, hizo una rápida tacleada que desestabilizó a quienes la tenían agarrada, obligándolos a soltarla. Al liberarse, se detuvo y se apoyó en un árbol cercano, sintiendo el cansancio y la tensión en sus músculos.

"Buen trabajo," dijo, todavía jadeando un poco. "Están mejorando, pero recuerden que en una pelea real, cada segundo cuenta. No pueden permitirse dudar."

Al momento de comenzar a correr hacia donde estaba, Kagami sintió una presencia fuerte. Instintivamente, levantó los brazos en modo de defensa y lanzó un golpe, encontrándose con el puño de otra persona, más fuerte de lo que esperaba.

"Ya veo," murmuró Kagami, reconociendo a un oponente formidable.

Kagami y la otra persona comenzaron un choque de puños, al principio lentamente, pero incrementando la velocidad con cada golpe. El sonido de los impactos resonaba a su alrededor, y la intensidad de la pelea aumentaba.

De repente, Kagami sintió la presencia de dos personas más que se acercaban para atacar sus costados. Sonrió ante el desafío. Justo cuando su oponente lanzaba otro golpe, Kagami giró rápidamente, agarrando su brazo y usando el impulso para lanzar una patada a la persona con la que estaba intercambiando golpes.

El impacto de la patada desestabilizó a su oponente, dándole a Kagami el impulso necesario para aterrizar con gracia. Sin perder tiempo, se giró y atacó a las dos personas que venían hacia ella, sorprendiendo a ambas con la velocidad y precisión de sus movimientos

Uno de los atacantes intentó golpearla, pero Kagami bloqueó el ataque y contraatacó con un puñetazo rápido que lo derribó. El otro trató de aprovechar la distracción, pero Kagami lo esquivó y lo desarmó con un movimiento fluido, dejándolo en el suelo.

Nota: Obvio no lo hizo con toda su fuerza.

De repente, Kagami sintió la tacleada de alguien muy rápido. Logró bloquearla, girando una pierna y luego su cuerpo, mandando a la persona que se abalanzó contra ella hacia otro lado.

"No se avienten así," dijo Kagami, pero en ese instante sintió un golpe fuerte en la cabeza. No la hizo caer, pero el impacto hizo que bajara la cabeza.

Ryoko gritó desde la distancia: "¡Oye! Ese no era el trato. Además, Kagami aún no está al 100%."

El hombre que había golpeado a Kagami, aunque chupándose el diente con disgusto, se disculpó: "Lo siento."

Pero Kagami no respondía. Justo cuando Minoru iba a acercarse a ella, la venda de Kagami cayó al suelo. Ella alzó la mirada, revelando unos ojos rojos brillantes. Soltó un suspiro que emitió vapor, sorprendiendo a Minoru.

De la nada, Kagami lanzó una patada doble. El hombre trató de bloquearla, pero a pesar de sus esfuerzos, fue lanzado al otro extremo del área de entrenamiento.

Kosuke gritó emocionado: "¡Eso estábamos esperando! ¡Ahora!"

De repente, Matsuri, Inori y varias personas más se abalanzaron sobre Kagami. Aunque ella logró golpear a algunos de ellos, entre todos la hicieron caer al suelo. Kagami, luchando con una fuerza descomunal, se resistía, pero los números eran abrumadores.

"¡No se rindan!" gritó Kosuke. "¡Manténganla abajo!"

Kagami, jadeando y con los ojos aún brillando de una intensidad inusual, finalmente fue inmovilizada. Ryoko se acercó rápidamente, preocupada por el estado de su amiga.

"¡Kagami!" exclamó Ryoko, agachándose a su lado. "¿Estás bien?"

Kagami, respirando con dificultad, empezó a calmarse. Los ojos rojos comenzaron a desvanecerse, volviendo a su color natural. "Estoy... bien," dijo con voz entrecortada. "Lo siento, no sé qué me pasó."

Kosuke se acercó y le explicó: "Te inyectaron una segunda dosis de la inyección del diablo. Tus padres querían confirmar si se saldría de control o no, y ahora lo hemos confirmado. Tu cuerpo está en proceso de adaptación, o algo así."

Kagami se quedó en silencio por un momento, tratando de asimilar la información. "¿Por qué me inyectaron otra dosis? Una sola es suficiente para matarte," dijo, recordando el estado en el que estuvo antes. Suspiró profundamente. "Así que de eso se trataba."

Matsuri e Inori, al escuchar esto, la soltaron con cuidado. Kagami se disculpó con ellas, sintiéndose culpable. Las otras personas que la tenían agarrada dijeron: "No hay de qué, Hiragi-sama."

Kagami frunció el ceño. "No me llamen así."

Los hombres asintieron rápidamente. "Sí, Kagami-sama." Luego se retiraron, dejándola sola con sus amigos.

Kagami suspiró nuevamente y dijo con una mezcla de cansancio y humor: "¿Hasta cuándo vas a estar encima de mí, Konata?"

Konata, que había estado observando todo desde un poco más lejos, se acercó con una sonrisa pícara. "Oh, te diste cuenta." Se bajó de la espalda de Kagami y, al verla, Kagami notó un moretón en la frente de su amiga.

"¿Estás bien?" preguntó Kagami, preocupada.

Konata, con su habitual tono bromista y una sonrisa, dijo: "Parece que alguien se está preocupando por mí. No te preocupes, estoy bien."

Kagami suspiró. "Eso no trataba…¿Qué estás haciendo aquí?"

Konata se sobresaltó, fingiendo inocencia. "Solo estaba de paso."

Kagami, observando más detenidamente, se dio cuenta de algo. Miró a su alrededor y vio que Minoru se estaba alejando de manera extraña. "Minoru," lo llamó.

Minoru se sobresaltó y giró rápidamente. "¿Qué necesitas?"

Kagami, con una sonrisa y el ceño fruncido, le dijo: "Ven aquí."

Minoru, con temor evidente, respondió: "S-sí." Y se acercó lentamente, preocupado por lo que Kagami podría decirle.

En otro lado:

Después de un rato, Kagami, Konata, Ayano, Misao y Miyuki se encontraban cerca de una gran catarata, observando a Minoru, quien estaba amarrado en medio del rugido de la caída de agua. Minoru, desesperado, gritaba: "¡Ellas me lo pidieron!"

Kagami suspiró profundamente, visiblemente frustrada. "No puedo creer que hayas estado ocultando esto, Minoru."

Dirigió su mirada hacia las chicas, notando las heridas y moretones en sus cuerpos. Konata, Ayano, Misao y Miyuki estaban claramente exhaustas pero determinadas. "¿Qué estaban haciendo?"

"Queremos ayudarte en lo que podamos," dijo Miyuki con su voz suave, pero firme.

Kagami sacudió la cabeza, incrédula. "No deberían estar haciendo esto."

Misao dio un paso adelante, recordando algo importante. "Kagami, ¿te acuerdas de la pelea de antes?"

Kagami asintió lentamente, recordando la pelea anterior. "Sí, lo recuerdo."

Misao continuó: "Sabemos que todo esto es peligroso, pero queremos estar listas para cualquier cosa. No queremos quedarnos atrás mientras tú luchas por nosotras."

Ayano agregó: "Hemos decidido que si vas a enfrentar estos desafíos, queremos estar a tu lado, listas para pelear también."

Konata, con una sonrisa cansada, dijo: "Después de todo, somos amigas. Nos cuidamos entre nosotras."

Kagami suspiró nuevamente, esta vez con una mezcla de resignación y aprecio. "Entiendo sus intenciones, pero aún así... esto es muy peligroso."

Kagami voltio a ver a Minoru y Minoru, aún amarrado, miró a Kagami con esperanza. "Entonces, ¿me vas a soltar?"

Kagami lo miró seriamente. "Solo si prometes no ocultar más cosas importantes."

Minoru asintió vigorosamente. "¡Lo prometo!"

Kagami sacó una navaja de su bolsillo, comenzando a girarla en su mano y con un movimiento rápido y preciso, Kagami lanzó la navaja hacia donde estaba la cuerda que sostenía a Minoru.

La navaja cortó la cuerda y, de repente, Minoru cayó al mar con un gran chapuzón, gritando desesperadamente: "¡¿POR QUÉ?!"

Kagami, con una expresión imperturbable, se acercó al borde del acantilado y miró hacia abajo mientras Minoru luchaba por salir a la superficie. "Recuerda lo que dije, Minoru. Nada más de ocultar cosas."

Minoru, ahora nadando hacia la orilla, levantó una mano en señal de comprensión. "¡Lo prometo!"

De regreso a la cabaña:

Kagami y las demás chicas llegaron y encontraron a Minami con su expresión seria de siempre, sin emoción alguna, junto a Yutaka, con quien hablaba más. Al ver a Kagami, Minami la ignoró y Kagami hizo lo mismo.

Al pasar, entraron y vieron a Kosuke y Ryoko conversando sobre qué ataque deberían practicar. Kagami saludó al entrar con las demás chicas, y Misao, al ver la ducha, dijo: "Voy a darme un baño," y se fue al fondo. Las demás la siguieron, pero Konata se detuvo y le preguntó a Kagami: "¿Quieres acompañarnos?"

Kagami negó con la cabeza. "No es necesario, tengo cosas que hablar aquí primero."

Las chicas se fueron, dejando a Kagami con Kosuke y Ryoko. Minoru regresó con la ropa mojada, y Kosuke, al verlo, se burló: "Eso te pasa por ocultar las cosas."

Minoru, con el ceño fruncido, replicó: "Cállate."

Kosuke se acercó provocándolo. "¿Buscas pelea?"

Minoru respondió desafiante: "¿Algún problema?"

Ambos empezaron una discusión acalorada, mientras Ryoko y Kagami los ignoraban y comenzaban a conversar.

"Ryoko, necesitamos hablar de lo que paso hace días atrás" dijo Kagami, cruzándose de brazos.

Ryoko asintió, manteniendo la calma a pesar del alboroto de los chicos. "Sí, tenemos algunas cosas aun por resolver".

Kagami miró hacia donde Kosuke y Minoru seguían discutiendo. "Tenemos que asegurarnos de que también dejen de pelearse entre ellos."

Ryoko sonrió ligeramente. "Es parte de su naturaleza. Pero sí, debemos centrarnos en lo que estamos ahora."

Kosuke, finalmente cansado de la discusión, se alejó de Minoru. "Esto no ha terminado," murmuró Minoru.

Kagami los miró con severidad. "Basta, ambos. Tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos."

Minoru asintió y se sentó al lado de Kagami, quien preguntó cuánto tiempo había estado dormida. Ryoko se puso a pensar y respondió: "Kosuke fue el primero en despertar, después de dos días. Yo me desperté al tercer día." Hizo una pausa antes de añadir, "Y tú, Kagami, has estado dormida durante cuatro días completos."

Kagami parpadeó, sorprendida por la diferencia en los tiempos de recuperación entre ellos. "¿Cuatro días? Eso es más de lo que esperaba. Debe haber sido un efecto secundario de la inyección y el sobreesfuerzo que hice, supongo," reflexionó en voz alta, preocupada por las implicaciones de su lenta recuperación.

"Es probable," dijo Ryoko con seriedad. "Tal vez los efectos son más potentes o prolongados debido a tu exposición anterior a la sustancia. Deberíamos monitorizar eso de cerca."

Kagami asintió, preocupada pero decidida a no dejar que eso la detuviera. "Entiendo. Bueno, necesito ver cómo están las chicas y luego hablar con mis padres. Hay mucho que hacer y poco tiempo para preocuparse," comentó con una sonrisa forzada, intentando mantener el ánimo.

Kagami decide preguntar algo a Minoru, buscando más detalles sobre lo que había sucedido durante su ausencia. "Minoru, ¿por qué regresaron tan pronto?" preguntó, esperando una explicación.

Minoru suspiró, su expresión era una mezcla de frustración y resignación. "Esas chicas... se acabaron todos los suministros y no queda nada" respondió, sacudiendo la cabeza.

Kagami suspiró también, sintiendo el peso de la situación. "De acuerdo, voy a ir a ver a mi madre y padre. Hablare sobre algo y luego veremos lo tuyo," dijo, levantándose con determinación.

Antes de ir a ver a sus padres, Kagami se dirigió a la ducha donde estaban las chicas. Desde la puerta, preguntó: "¿Alguien sabe dónde está Tsukasa?" Vio una silueta a través del vapor y, al hablar, se dio cuenta de que era Miyuki.

"La vi esta mañana junto con Minami y Yutaka. Pregúntale a ella," respondió Miyuki con una voz suave.

Mientras se alejaba, Kagami pensó para sí misma: "¿Miyuki tenía tantas curvas o fue solo mi imaginación por el vapor?" Sacudió la cabeza para despejar sus pensamientos y se recordó que debía concentrarse.

Se dirigió hacia donde estaba Minami y, apenas se acercó, Minami la recibió con una frialdad palpable. "¿Qué quieres?" preguntó Minami de una manera seca.

"Minami, ¿sabes dónde está Tsukasa?" preguntó Kagami.

Minami asintió, aunque su expresión seguía siendo fría. "Está ayudando a Yutaka con algunas cosas en la cocina. Deberías encontrarla allí."

Kagami asintió agradecida y estaba a punto de irse cuando se detuvo y dijo: "Lo siento por todo."

Minami, mordiendo su labio, respondió en voz baja: "Cállate."

En otro lado:

En otro lugar, un hombre encapuchado estaba hablando con un hombre fornido de 1,70 metros de altura. La capucha del primero ocultaba sus rasgos, pero su risa resonaba con un tono burlón. "No puedo creer que perdieras en el último minuto," se mofó.

El hombre de 1,70 metros apretó los puños, su expresión se endureció. "No esperaba que el usara una inyección del diablo. Eso cambió completamente la pelea. Además, esa chica pequeña tuvo que intervenir," respondió con frustración, señalando a la pequeña de pelo azul largo.

El hombre encapuchado hizo un gesto despreocupado con la mano. "Ya da igual. No tiene sentido llorar sobre leche derramada. Quiero ir a otro lugar y avisar a los demás," dijo, cambiando el tema con una autoridad indiscutible.

El hombre fornido asintió. "De acuerdo," dijo, resignado a seguir las órdenes.

El hombre encapuchado sonrió, una sonrisa que no prometía nada bueno. "Vamos a empezar la segunda ronda," dijo con un tono de amenaza velada en su voz.

En otro lado no tan lejano de ahí:

Yuki estaba durmiendo junto con los lobos en una cueva oculta por la vegetación densa del bosque. El ambiente era tranquilo hasta que el jefe, el lobo más grande, lanzó un aullido profundo y resonante. Todos los lobos se levantaron rápidamente, alertas y tensos.

Yuki, frotándose un ojo somnoliento, se incorporó lentamente. "¿Qué pasa?" murmuró, intentando entender la situación. Pero antes de que pudiera reaccionar por completo, el lobo jefe la levantó con su hocico y la subió a su lomo.

Los lobos comenzaron a correr rápidamente entre los árboles, moviéndose con una coordinación y velocidad impresionantes. El viento golpeaba la cara de Yuki, despejando los restos de sueño.

"Esto no es normal," dijo Yuki, aferrándose al pelaje del lobo. "¿Qué es lo que los está asustando?" preguntó, preocupada. Los lobos no solían actuar de esta manera a menos que hubiera una amenaza significativa.

El lobo jefe emitió un gruñido bajo, como si intentara comunicar algo a Yuki. Los otros lobos mantenían sus posiciones, flanqueando al líder y a Yuki, formando una especie de escudo viviente mientras avanzaban a toda velocidad.

Yuki miró a su alrededor, intentando percibir cualquier indicio de peligro. Las sombras de los lobos se movían entre los árboles y un sentimiento de inquietud se apoderó de ella. "Debemos ir con mamá" dijo en voz baja. Hasta desaparecer entre los árboles, sin saber a donde los lobos la estaban llevando.

De regreso a la cabaña:

De regreso a la cabaña, Kagami se puso a buscar a Tsukasa primero, ya que no la había visto en varios días y estaba preocupada por su hermana. Además, Kagami se sentía en mejores condiciones para moverse y quería asegurarse de que todo estuviera bien con ella.

Kagami recorrió los pasillos, mirando en las habitaciones y preguntando a quienes se cruzaba. Finalmente, llegó a la cocina y, al abrir la puerta, vio a Tsukasa ayudando a Yutaka con algunas tareas. El alivio se reflejó en su rostro al ver a su hermana menor a salvo.

"¡Tsukasa!" exclamó Kagami, atrayendo la atención de las dos chicas. Tsukasa se giró rápidamente, sus ojos se abrieron de par en par y una sonrisa de sorpresa y alegría iluminó su cara.

"Kagami, ¡estás despierta!" gritó Tsukasa, dejando caer lo que tenía en las manos y corriendo hacia ella. Se lanzó a los brazos de Kagami, abrazándola con fuerza. "¡Te extrañé tanto! Me preocupaba que no despertarías pronto."

Kagami devolvió el abrazo con igual intensidad, sintiendo el alivio y la emoción de su hermana. "Lo siento, Tsukasa. No quería preocuparte. Estoy bien ahora."

Tsukasa se separó un poco, mirándola con lágrimas de alegría en los ojos. "¡Me alegra tanto verte bien! ¡Estábamos todos tan preocupados por ti!"

Kagami sonrió levemente, acariciando el cabello de su hermana. "Estoy mejorando, de verdad. Me siento mucho mejor. Solo necesitaba verte y asegurarme de que estás bien."

Tsukasa asintió, aún sonriendo con entusiasmo. "He estado ayudando a Yutaka y a los demás con los suministros y las tareas diarias. Pero ahora que estás aquí, todo parece mejor."

Kagami suspiró, sintiendo un peso menos sobre sus hombros. "Me alegra oír eso. Ahora, voy a ver a mamá y papá para hablar sobre los suministros y otros temas importantes. ¿Nos vemos más tarde?"

"Claro, hermana," respondió Tsukasa, su alegría aún evidente. "Estaré aquí si necesitas algo."

Antes de salir, Kagami miró a Yutaka y la saludó con una sonrisa. "Hola, Yutaka. Me alegra verte también."

Yutaka se inclinó respetuosamente, devolviendo la sonrisa. "Me alegra verla bien, Kagami. Todos estábamos muy preocupados por usted."

Al salir de la cocina, Kagami se dirigió directamente hacia donde creía que estarían sus padres. Mientras caminaba, escuchó voces provenientes detrás de una de las casas cercanas. Se acercó discretamente y reconoció las voces; eran las de su madre, Miki, y su abuelo, el padre de Miki, conversando en serio sobre algo que parecía importante.

Kagami decidió intervenir y, con paso firme, se acercó más. Al estar a una distancia adecuada, llamó a sus padres por sus nombres. "Mamá, abuelo," dijo claramente.

Miki y su padre se giraron sorprendidos al escuchar la voz de Kagami. Su madre abrió los brazos con alivio y felicidad evidentes, mientras que su abuelo mostraba una sonrisa cálida. "Kagami, ¿cómo estás, querida?" expresó Miki mientras la abrazaba fuertemente.

El abuelo, con su habitual tono serio pero afectuoso, añadió, "Nos tenías preocupados, joven. Es bueno verte en pie y con buena salud."

Después de los saludos iniciales, el abuelo, con una expresión pensativa, miró a Miki y Kagami y preguntó, "¿Dónde está tu otro hijo?"

Miki, claramente sorprendida, respondió con confusión, "¿Otro hijo?" Miró a Kagami, buscando alguna señal de entendimiento, pero Kagami parecía igualmente perpleja.

"¿A quién se refiere, abuelo?" preguntó Kagami, tratando de entender a qué se refería su abuelo. En ese instante, el abuelo sacó una foto arrugada de su bolsillo y la extendió hacia ellas. La foto mostraba a Tsukasa de pequeña y al lado, una figura con el cabello corto.

Kagami se acercó más y, al observar la foto, se reconoció. "Esa soy yo," dijo señalando la imagen. "Cuando era pequeña, hubo una época en que mi mamá solía cortarme el cabello así."

El abuelo parpadeó un par de veces, procesando la información. "Vaya, todo este tiempo pensé que eras un niño," confesó con una mezcla de sorpresa y una leve sonrisa. "Supongo que la memoria me jugó una mala pasada."

Riendo ante la confusión, Miki pasó un brazo alrededor de los hombros de su padre. "No te preocupes, papá. Con lo cambiante que era el estilo de Kagami, es fácil confundirse."

Kagami miró a su alrededor, notando la ausencia de su padre, y preguntó, "¿Dónde está papá?"

Miki señaló hacia el lago, donde el agua se agitaba intensamente. Un momento después, su padre emergió, sosteniendo una red repleta de peces. Dejó su carga en un rincón y se acercó a su familia, saludando con una sonrisa cansada pero feliz.

Kagami, con una mezcla de preocupación y curiosidad, aprovechó la oportunidad para preguntar directamente: "¿Por qué me inyectaron de nuevo la inyección del diablo?"

Miki intercambió una mirada seria con su esposo antes de responder. "Era necesario, Kagami"

El padre de Kagami asintió, uniéndose a la conversación. "Sabemos que es mucho pedir y que es peligroso, pero la primera dosis ya estaba alcanzando su límite de eficacia. Necesitábamos asegurarnos de que pudieras mantener el control, y la única manera era fortaleciendo la dosis."

Kagami, aunque frustrada, trató de entender la lógica detrás de la decisión. "¿Y qué pasará ahora? ¿Qué me va a pasar si me inyecto demasiado?" preguntó con seriedad.

Su padre suspiró antes de responder, su voz cargada de preocupación. "Sería una muerte segura, te provocaría un paro cardíaco instantáneo. Pero la verdadera razón por la que te administramos una segunda dosis es que hemos descubierto que eres mucho más compatible con la inyección que los demás. Parece que está funcionando mejor de lo esperado contigo."

Después de una breve pausa, continuó, su mirada fija en los ojos de su hija. "Y, por eso, quería pedirte un favor para mañana. Necesitamos que dones un poco de tu sangre. Con ella, podríamos ajustar la fórmula para que sea segura para los demás sin causar los efectos secundarios severos que hemos visto hasta ahora."

Kagami asintió lentamente, aceptando las responsabilidades que su situación única le imponía. "De acuerdo," dijo con determinación, "mientras se use para hacer el bien y combatir a los malos, no tengo problema." A pesar de las dudas que sentía por dentro, se mostró firme y decidida ante su familia.

Después de asegurarse de tener toda la información necesaria y de entender completamente lo que se esperaba de ella, Kagami se despidió de sus padres y su abuelo. "Tengo que irme ahora, pero hablaremos más mañana," comentó, yéndose del lugar.

Kagami después de un rato, se adentró a otra cocina sintiendo cómo su estómago rugía de hambre. "Es hora de atenderme a mí misma," murmuró para sí misma mientras abría la despensa en busca de algo para comer.

Sin embargo, en lugar de encontrar comida, se encontró con una serie de frascos de color azul, cada uno con un símbolo extraño grabado en su superficie. Kagami frunció el ceño, confundida por lo que veía. "¿Y esto?" se preguntó en voz alta, examinando los frascos con curiosidad.

De repente, una voz susurrante y cercana resonó en su oído, haciendo que Kagami se sobresaltara violentamente. Dio un respingo, chocando contra la estantería y haciendo que los frascos cayeran, rodando por el suelo y rompiéndose en pedazos.
Los frascos se rompieron con un estrépito, empapando a Kagami con su contenido azul. Sorprendida y frustrada, se sacudió los restos del líquido de su ropa y piel, tratando de entender lo que acababa de suceder.

Cuando finalmente logró enfocar su mirada, vio a Konata parada frente a ella, con una sonrisa traviesa en su rostro. Kagami frunció el ceño, todavía recuperándose del susto. "No deberías asustar a la gente así," dijo con voz severa.

Konata levantó las manos en señal de inocencia. "Lo siento, no esperaba que te asustaras tanto," dijo entre risas, pareciendo más entretenida que arrepentida por su travesura.

Kagami suspiró, todavía tratando de procesar todo lo que acababa de suceder. "¿Y este lugar?" preguntó, mirando a su alrededor con curiosidad y cierta incredulidad.

Konata, con una sonrisa amplia, se encogió de hombros. "Este es el laboratorio de Patricia," respondió casualmente. "Aunque todavía no lo hemos anunciado oficialmente. Estamos en proceso de preparar todo, incluyendo el letrero y algunas otras cosas."

Kagami asintió lentamente, entendiendo la situación. "Supongo que deberíamos empezar a limpiar," sugirió, mirando el desorden causado por el incidente de los frascos rotos.

Konata asintió con entusiasmo. "¡Claro, estaré encantada de ayudar!" exclamó, mostrando su disposición para colaborar.

Después de un rato de arduo trabajo, Kagami y Konata lograron recoger todos los vidrios rotos y limpiar el desorden causado por los frascos rotos. Kagami suspiró, mirando el laboratorio con satisfacción, pero también con cierta incomodidad por lo ocurrido.

"Creo que tendré que disculparme por romper sus frascos," comentó Kagami, sintiéndose responsable por el daño causado.

Sin embargo, justo cuando iba a continuar hablando, Kagami comenzó a sentir una extraña sensación en su cuerpo. De repente, pequeñas corrientes de vapor comenzaron a emanar de su piel, envolviéndola en una nube vaporosa. Sorprendida, Kagami miró a Konata, buscando respuestas.

Konata observó con curiosidad el fenómeno, antes de explicar con calma: "Tu cuerpo está liberando vapor. Parece que algo está pasando contigo."

Kagami frunció el ceño, desconcertada por lo que estaba sucediendo. "¿Qué significa eso?" preguntó, preocupada por la extraña transformación que estaba experimentando su cuerpo.

De repente kagami cae al suelo y Konata, sorprendida y preocupada, corrió hacia Kagami mientras ella caía al suelo, comenzando a jadear con dificultad. "¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí!" gritó, buscando a cualquier persona cercana que pudiera asistir.

Mientras yacía en el suelo, Kagami sentía como si su cuerpo estuviera ardiendo. "Está tan caliente... me quema por dentro," pensó, luchando por mantener la conciencia mientras el calor parecía intensificarse cada segundo más.

Poco después, Patricia llegó corriendo al lugar, alarmada por el grito de Konata. "¿Qué pasó? ¡Explícame!" exigió, acercándose rápidamente a Kagami.

Konata, aún en pánico, intentó explicar lo mejor que pudo. "Estábamos limpiando... y luego estos frascos se rompieron y mojaron a Kagami. Y de repente empezó a liberar vapor y ahora... está así," dijo, señalando a Kagami que aún luchaba por respirar en el suelo.

Patricia, con un semblante serio, se agachó junto a Kagami y colocó su mano en su frente, sintiendo el calor extremo que emanaba de su cuerpo. "Necesitamos llevarla adentro inmediatamente," ordenó, mirando a Konata. "Ayúdame a moverla".

Patricia y Konata lograron mover con cuidado a Kagami hacia una cama que estaba libre en la habitación, asegurándose de que estuviera cómoda mientras esperaban la llegada de las demás personas preocupadas por la situación.

No pasó mucho tiempo antes de que Misao, Ayano, Miyuki, Ryoko, junto con Genzo y Koji, llegaran apresuradamente al lugar. El grupo se reunió alrededor de la cama, todos mostrando signos de preocupación y desconcierto al ver a Kagami en tal estado.

"¿Qué ocurrió exactamente?" preguntó Koji, mirando alternativamente entre Konata y Patricia en busca de respuestas.

Konata, aún visiblemente alterada, comenzó a explicar lo sucedido. "Estábamos limpiando el laboratorio cuando Kagami abrió uno de los frascos. No sabíamos qué era, pero al romperse, el líquido salpicó y casi de inmediato empezó a emanar vapor de su cuerpo, y se sintió muy caliente."

Al inspeccionar el frasco que Konata había sacado de la bolsa, Patricia frunció el ceño antes de sus ojos se abrieran de par en par con sorpresa y algo de alarma. "Oh no, este frasco... contiene un compuesto que teóricamente, podría alterar el género de una persona," reveló, causando un murmullo de asombro y confusión entre los presentes.

Todos en la habitación se quedaron boquiabiertos, mirando alternativamente a Patricia y al frasco, como si esperaran más explicaciones. "¿Cambiar de género?", preguntó Misao con incredulidad, reflejando el sentir general del grupo.

Patricia asintió lentamente, pero rápidamente trató de calmar a todos. "Sin embargo, quiero que sepan que este compuesto aún no ha sido probado adecuadamente. No está confirmado si realmente funciona o cuáles podrían ser sus efectos a largo plazo. Podría no tener ningún efecto en Kagami, o los efectos podrían ser temporales."

Patricia observó atentamente a Kagami, ofreciendo explicaciones con un tono calmado. "Si el compuesto no tiene efecto funcional, lo peor que Kagami podría enfrentar son algunos síntomas leves como dolor de estómago, mareos y vómitos. Son más molestias que peligros," explicó, tratando de mantener el ánimo ligero a pesar de la situación.

Miyuki, con un fruncimiento de cejas que casi parecía exagerado, replicó con un tono dramático que podía rivalizar con el de cualquier telenovela. "¡Incluso esos síntomas menores son motivo de preocupación!" Su voz era una mezcla de preocupación genuina y un toque de teatralidad que no podía ocultar.

Ryoko, que estaba a un lado, rodó los ojos con una sonrisa. "Miyuki, siempre tan dramática. Estoy segura de que Kagami estará bien. Y si no... bueno, ¿quizás despierte con la habilidad de volar o algo así, no?" comentó.

Koji, que no quería quedarse atrás, añadió con una pose digna de un detective o algo así, "¡No teman! Si algo sale mal, ¡investigaré cada compuesto químico hasta encontrar la cura!" Su declaración fue tan seria que por un momento nadie pudo decir si estaba bromeando.

Mientras conversaban, un cambio notable ocurrió con Kagami. Sus quejidos se detuvieron y el vapor que emanaba de su cuerpo comenzó a disiparse lentamente, señal de que su estado estaba estabilizándose. Todos en la habitación se quedaron en silencio por un momento, observando cualquier otro cambio.

Los demás se acercaron y se adentraron al cuarto y vieron un bulto entre las cobijas. Patricia, tragando saliva, sacó la sábana lentamente. Todos se quedaron en shock, sus ojos abriéndose de par en par al ver que Kagami ya no era la misma. Su cabello era ahora corto, y todo su rostro tenía rasgos masculinos. ¡Kagami había cambiado de género!

Kagami abrió lentamente los ojos, parpadeando con confusión al notar las miradas fijas de todos sobre ella. O mejor dicho, sobre él.

Kagami, aún desorientado, miró a los demás con una mezcla de confusión e irritación. "¿Por qué me miran tanto? ¿Tengo algo en la cara o qué?" preguntó, su voz sonando más ronca de lo habitual. "¿Y por qué mi voz suena tan... diferente?"

Konata, Miyuki, Misao, Ayano, y Patricia, incapaces de contenerse, gritaron al unísono, "¡Kotaro!"

Kagami frunció el ceño. "¿Kotaro? ¿Cómo que Kotaro? Ese es el nombre de mi disfraz... ¡Es imposible que...!" Interrumpió su propia frase al voltear la cabeza y notar su reflejo en un espejo cercano. Su pelo era más corto y su rostro, sin duda, masculino.

"¡No puede ser!" exclamó Kagami, llevándose una mano a la cara. "¿Realmente me he convertido en Kotaro de verdad?"

Konata, con su sonrisa maliciosa y un brillo travieso en sus ojos, añadió, "Esto es sacado directamente de un manga. ¡Es como una historia de cambio de género hecha realidad!"

Kagami, ahora más perplejo que nunca, levantó una ceja. "¿Cómo ha podido pasar esto? ¿De verdad soy... un chico?"

Patricia, con una expresión de satisfacción, no pudo evitar comentar en voz alta, "Me alegra que mi plan... digo, mi experimento, haya funcionado. Todos estos meses de esfuerzo han valido la pena." Soltando una lagrima.

Miyuki, siempre preocupada por el bienestar de sus amigos, se acercó y le puso una mano en el hombro. "Kagami, o Kotaro, lo importante es que te sientas bien. Cualquier síntoma que sientas, por favor, dínoslo."

Kagami, ahora Kotaro, suspiró profundamente, sintiendo el peso de la situación. "Esto va a ser... complicado. Pero, si es necesario para entender lo que está pasando, supongo que no tengo otra opción."

Kagami que de repente sintió una necesidad urgente de claridad y frescura. "Necesito darme un baño," dijo, levantándose de la cama. En el proceso, su camisa se deslizó hacia abajo, exponiendo su torso.

Por reflejo, Kagami se cubrió rápidamente, pero no antes de que Genzo, que estaba junto a Koji, señalara con asombro. "¡Pero ¡qué increíble six pack, mocosa!" exclamó, sus ojos abiertos de par en par.

"¿Six pack?" Kagami repitió, con sorpresa y curiosidad. Se dirigió al espejo cercano y levantó la camisa con cautela, revelando un conjunto de músculos abdominales bien definidos. Era algo que nunca había tenido como Kagami.

Intrigado, Kagami tocó su abdomen. Luego, como por un impulso inexplicable, golpeó suavemente su six pack con el puño. El sonido que resonó era hueco y firme. "Es duro..." murmuró, impresionado.

Koji, tratando de contener una sonrisa, comentó, "Parece que además de un cambio de género, también obtuviste una mejora física kagami-sama."

Kagami se disponía a hacer algo más en el espejo, pero se detuvo, sintiendo la incomodidad de su cuerpo pegajoso por el sudor y la tensión reciente. "Me tengo que ir, mi cuerpo se siente pegajoso," anunció, dirigiéndose hacia la puerta.

Antes de cruzar el umbral, Kagami se detuvo y se volvió hacia Konata y Misao con una mirada seria. "Y si se les ocurre espiar, no se los voy a perdonar."

Konata levantó las manos con una expresión inocente. "Eso sería imposible, Kagami."

Misao, aunque tratando de mantenerse seria, no pudo evitar sonreír un poco. "Lo mismo digo, pero... tengo que admitir que me da curiosidad."

Kagami suspiró, frunciendo el ceño. "No quiero saber de sus curiosidades. Solo manténganse alejadas."

Patricia, observando la interacción, sonrió. "Es bueno ver que todavía tienes tu espíritu combativo, Kagami... o debería decir Kotaro." Dijo con un pequeño rubor en su rostro y la que se dio cuenta de ello fue genzo y miyuki.

Después de eso Kagami caminaba, sintiendo cómo su cuerpo se sentía más ligero y ágil. Antes de que se diera cuenta, ya estaba en la puerta del baño. "Parece que mi forma de caminar se ha vuelto más rápida," pensó mientras entraba y se desvestía, prenda por prenda, para luego envolverse en una toalla.

Mientras tanto, de vuelta con el grupo, Koji comentó con asombro, "Es realmente sorprendente patricia-san."

Patricia, con una sonrisa de orgullo, asintió. "Sí, es único en su clase."

Ayano, después de un momento de reflexión, levantó una ceja. "¿No estamos olvidando algo?"

Miyuki, recordando de repente, exclamó, "¡Hiyori! ¿Dónde está?"

Las demás chicas intercambiaron miradas preocupadas y, casi al unísono, dijeron: "Oh, oh..."

Ayano recordó algo importante y expresó su preocupación. "Chicas, ¿y si Kagami, ahora como Kotaro, se cruza con Hiyori en la ducha?"

Miyuki palideció al entender la implicación. "¡Oh no! ¡Podría ser muy incómodo para ambos!"

Ya en el baño:

Dentro del baño, Hiyori terminó de enjabonarse, sintiéndose ligeramente mareada después de varios minutos en agua caliente. "Creo que ya es hora de salir," murmuró para sí misma mientras salía del agua. Al abrir la puerta de la sauna, se encontró con Minami y Yutaka, ambas envueltas en toallas y recién entrando por otra puerta.

"Hola, Hiyori," saludó Yutaka con una sonrisa, mientras Minami le hacía un gesto de saludo con la cabeza.

"Hola, chicas," respondió Hiyori, devolviendo el saludo. Justo cuando iba a abrir la puerta principal para salir, se chocó de frente con alguien que es Kotaro, quien estaba tratando de mantenerse fuera de vista para evitar cualquier situación embarazosa.

"¡Oh, lo siento!" exclamó Hiyori, perdiendo el equilibrio por el impacto.

Kotaro reaccionó rápidamente y la agarró para evitar que cayera. Sin embargo, en el proceso, la toalla de Kotaro se resbaló y cayó al suelo.

El tiempo pareció detenerse por un momento mientras todos procesaban lo que acababa de suceder. Hiyori, sostenida en los brazos de Kotaro, miró con ojos desorbitados, incapaz de comprender completamente la situación. Minami y Yutaka también quedaron boquiabiertas al ver a Kotaro sin su toalla.

Al ver la escena, soltó una voz apenas audible, "Excalibur…" y se desmayó.

Minami y Yutaka, todavía en estado de shock, se quedaron boquiabiertas al ver a Kotaro sin su toalla. Kotaro, dándose cuenta de lo que había sucedido, rápidamente soltó a Hiyori y se agachó para recoger la toalla, tapándose lo mejor que podía. "¡Lo siento, lo siento mucho!" dijo, tratando de cubrirse lo más rápido posible.

Yutaka, con las manos cubriéndose los ojos, murmuró, "Esto... esto es demasiado."

Minami, con la cara fruncida de enfado, se acercó a Kotaro. Sin decir una palabra, automáticamente le propinó una patada en la parte baja, gritando, "¡Hentaiiiiiii!"

Kotaro se dobló de dolor, apenas pudiendo mantenerse en pie mientras se tapaba con la toalla.

Minami, con los ojos llenos de ira y asco, gritó: "¡Maldito pervertido! ¡Espero que te prepares, porque te vas a ir con la policía!"

Kotaro apenas podía mantenerse en pie, doblado por el dolor de la patada. Justo en ese momento, las demás chicas entraron al baño y vieron a Kotaro temblando en el suelo. Miyuki y Patricia se taparon los ojos, sorprendidas por la escena.

"¡Llamen a la policía!" exclamó Minami, todavía furiosa.

Pero Konata, manteniendo la calma, intervino rápidamente. "Minami, tranquilízate. Hay una explicación para esto. Debido a ciertas circunstancias, Kagami se convirtió en hombre. Ese de ahí es Kagami."

Minami se quedó boquiabierta, procesando la información. Miró a Kotaro, ahora comprendiendo quién era realmente. La sorpresa y la confusión se apoderaron de su rostro.

"¿Kagami...?" murmuró, dando un paso atrás.

Kotaro asintió lentamente, aún adolorido. "Sí, soy yo... Kagami."

Minami, sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió corriendo del baño, incapaz de procesar lo que acababa de suceder.

Al ver a Minami irse, las demás chicas se apresuraron a ayudar a Hiyori a levantarse. Hiyori aún estaba aturdida, murmurando cosas incomprensibles mientras las chicas la sostenían.

Patricia, por otro lado, se quedó mirando detenidamente la toalla de Kotaro. Sus manos, casi sin darse cuenta, se dirigían hacia la toalla, movidas por una curiosidad científica incontrolable. Justo cuando estaba a punto de tocarla, sintió una mano firme en su hombro. Al voltear, se encontró con Miyuki, quien la miraba fríamente y con un tono amenazante le preguntó: "¿Qué estás haciendo, Patricia-san…?"

Patricia retrocedió rápidamente, con las mejillas enrojecidas, y se disculpó nerviosamente. "Lo siento, Miyuki. Solo... solo quería verificar algo."

Konata, observando la escena, soltó una carcajada. "jo, jo. ¿Pero qué es lo que ven mis ojos?

"Kagami... digo, Kotaro, vamos a llevarte a otro lugar más privado para que puedas cambiarte y descansar," sugirió Miyuki, pero al ver que estaba desnudo, no pudo evitar sonrojarse intensamente. Intentando mantener la compostura, dijo: "¿Kotaro, puedes levantarte?".

Kotaro, tambaleándose un poco, respondió: "Quiero darme un baño primero." Con esfuerzo, se levantó y caminó lentamente hacia la sauna.

Las chicas, al escuchar la petición de Kotaro, decidieron darle su espacio. Konata se acercó a Yutaka, quien todavía se tapaba los ojos, y le dijo con una sonrisa: "Es hora de irnos, Yutaka."

Yutaka, aún ruborizada, asintió y dejó que Konata la guiara fuera del baño.

Miyuki, todavía sonrojada, observó a Kotaro entrar a la sauna. "Estaremos afuera si necesitas algo," dijo, tratando de sonar calmada mientras salía del baño junto con las demás chicas.

Una vez fuera, las chicas comenzaron a relajarse un poco, aunque la situación todavía parecía surrealista.

"Esto es definitivamente una de las cosas más extrañas que nos ha pasado," comentó Ayano, mirando a las demás con una mezcla de sorpresa y diversión.

"Sí, pero también es algo típico de nuestro grupo, ¿no?" añadió Misao, riendo suavemente.

Mientras tanto, en la sauna, Kotaro se sentó, dejando que el calor del vapor lo envolviera. Su cuerpo aún se sentía extraño y diferente, pero aun así soltó un suspiro y cerró los ojos, dejándose llevar por el calor relajante de la sauna.

Después de 30 minutos, Kotaro salió del sauna todo empapado. De repente, sintió una punzada en la parte baja de su cuerpo. Instintivamente se sobó y se dio cuenta de que ahora tenía aquello propio de un hombre. Automáticamente, se cubrió con la toalla, su rostro enrojeciendo de vergüenza.

"Ahora que lo pienso... tengo uno como los hombres," murmuró para sí mismo, cubriéndose la cara con una mano.

Soltando un suspiro, añadió: "Espero que esto no empeore."

Justo cuando Kotaro murmuró "Espero que esto no empeore," se escucharon gritos de fondo y las voces de Kosuke y Ryoko diciendo que todos se quedaran atrás. Automáticamente, Kotaro salió del sauna y se vistió lo más rápido posible. Luego, salió corriendo y vio una gran multitud de gente congregada. Al acercarse, vio unos grandes lobos.

Genzo, con una expresión de asombro, dijo: "Son los lobos de antes."

Kosuke, observando con más detenimiento. "Esos son los lobos de la otra vez."

Ryoko, señalando con la mano, exclamó: "¡Miren arriba!"

Desde lo alto, Yuki apareció montada en uno de los lobos más grandes, con una expresión de urgencia en su rostro. "¿Dónde está mamá? ¡Es urgente!"

kotaro, aún procesando la escena, exclamo con sorpresa: "¿¡Yuki?!"

Narrador:

Mientras Kotaro y los demás corren en diferentes direcciones, la tensión en el aire se siente más espesa que nunca. ¿Qué es lo que está asustando a los lobos en el bosque? ¿Dónde se encuentra la amenaza ahora? Y más importante aún, ¿cómo afectará el reciente cambio de género de Kagami, ahora Kotaro, su capacidad para enfrentar los desafíos que están por venir?

El grupo se adentra en lo desconocido, con cada segundo acercándolos más a un peligro inminente. ¿Lograrán encontrar la causa a tiempo? ¿Qué nuevos misterios y peligros esperan a nuestros héroes en el camino? Y, ¿cómo lidiará Kotaro con su nueva identidad mientras intenta proteger a sus amigos?

¡No se pierdan el próximo emocionante capítulo, lleno de acción, misterio y sorpresas! ¡Nos vemos en el próximo episodio!

Capitulo 22: Adentrándonos al distrito rojo.