En un pequeño pueblo en Japón, Taichi Yagami y Yamato Ishida se conocieron en la preparatoria. Desde el primer momento en que se vieron, hubo una conexión instantánea entre ellos. Taichi, con sus ojos color café y su sonrisa cautivadora, era el chico más popular de la escuela. Yamato, por otro lado, era más reservado, con su cabello rubio y sus ojos azules profundos.
A pesar de sus diferencias, Taichi y Yamato se hicieron amigos rápidamente y, con el tiempo, su amistad se convirtió en algo más. Se enamoraron en secreto durante toda la escuela, compartiendo momentos llenos de risas y complicidad. Sin embargo, mantuvieron en secreto su relación por miedo al rechazo de sus compañeros y de sus familias.
Finalmente, llegó el momento de graduarse de la preparatoria y ambos decidieron seguir estudiando juntos en la universidad. Fue entonces cuando tomaron la decisión de dar un paso más en su relación y empezar a vivir juntos. A pesar de las dudas y los temores, estaban decididos a enfrentar juntos todos los desafíos que se les presentaran.
Taichi y Yamato encontraron un pequeño departamento en el centro de la ciudad de Tokyo, lejos de sus familias pero cerca de la universidad. Decidieron decorarlo juntos, mezclando sus estilos y creando un espacio acogedor y lleno de amor. Se comprometieron a apoyarse mutuamente en cada paso del camino, a pesar de las dificultades que pudieran surgir.
Con el tiempo, descubrieron que vivir juntos no era tan fácil como pensaban. Se enfrentaron a problemas cotidianos, como la distribución del espacio y las tareas del hogar. Sin embargo, cada desafío los acercaba más, fortaleciendo su relación y demostrando que juntos podían superar cualquier obstáculo.
Además de las tensiones del día a día, Taichi y Yamato también tuvieron que enfrentar la presión de los prejuicios y la discriminación. Aunque la sociedad estaba evolucionando, todavía existían personas que no aceptaban su amor. A pesar de ello, se mantuvieron firmes en su decisión de ser auténticos y honestos con ellos mismos y con los demás.
A medida que avanzaban en sus estudios, Taichi y Yamato descubrieron nuevas pasiones y sueños que compartían. Se apoyaron mutuamente en sus metas académicas y profesionales, celebrando juntos cada logro y consolándose en los momentos de fracaso. Se convirtieron en un equipo inseparable, complementándose el uno al otro de una manera única.
Finalmente, llegó el día de su graduación de la universidad. Taichi y Yamato se sentían emocionados y orgullosos de todo lo que habían logrado juntos. Miraron hacia atrás en su viaje, recordando los momentos felices, las lágrimas derramadas y los obstáculos superados. Estaban listos para enfrentar el futuro juntos, con la certeza de que su amor era más fuerte que cualquier adversidad, o al menos, eso es lo que pensaron.
Algunos años después...
Taichi y Yamato habían sido pareja durante años. Lo que una vez fue una relación apasionada y llena de amor, con el paso del tiempo se fue enfriando, hasta convertirse en una especie de rutina vacía y aburrida. Ambos se encontraban en una encrucijada, preguntándose si seguir juntos era lo correcto o si sería mejor separarse.
Un día Taichi se encontraba sentado en el sofá de su sala de estar, mirando fijamente el techo. Su mente estaba llena de pensamientos confusos y sentimientos encontrados. Recordaba los momentos felices que había compartido con Matt, las risas, las caricias, los abrazos. Pero también recordaba las discusiones interminables, las miradas frías y distantes, la sensación de soledad incluso estando acompañado.
—Un día más —suspiró con bastante agobio, cada día que pasaba esa clase de pensamientos surcaban por su mente.
Por otro lado, Yamato se encontraba en la cocina preparando el desayuno. Mientras revolvía los huevos en la sartén, su mente divagaba por caminos desconocidos. Recordaba cómo había conocido a Taichi, la chispa que había surgido entre ellos desde el primer momento. Pero también recordaba las diferencias irreconciliables que habían ido surgiendo con el tiempo, las heridas que se habían ido acumulando en sus corazones.
—¿Por qué nos convertimos en esto? —pensó abrumado, mirando hacia la sala.
Ambos se miraron a los ojos en silencio, como si pudieran leer los pensamientos del otro. Sabían que algo tenía que cambiar, que no podían seguir viviendo en esa situación de estancamiento y descontento. Habían intentado hablar, buscar soluciones, pero parecía que cada intento los alejaba aún más el uno del otro.
—Tal vez estar separados sea lo mejor para los dos —dijo Taichi con voz tranquila pero cargada de emoción, finalmente había roto el silencio.
Desde la cocina, Yamato no daba crédito a lo que estaba escuchando, aunque él también lo pensó en muchas ocasiones, nunca se atrevió a dar el primer paso, ahora que lo escuchaba del otro, no sabía qué sentir, tal vez estaban equivocados, quizás debían hacer algo para salvar tantos años de relación.
Pero el silencio que hubo entre los dos fue demasiado abrumador, Taichi, al no encontrar respuesta, se levantó del sillón, molesto, caminó hacia la cocina
—¿No dirás algo? —encaró con enojo.
—Es que creo que no es el momento para hablar de eso —respondió Yamato, serio como solía ser
—¿Cuándo lo será? Seamos honestos, esto ya no funciona, pregúntate ¿Aún me amas? Porque yo cada día dudo más de lo que siento por ti
—Eso creo —respondió con duda, apagando la estufa— Es que ni siquiera nos hemos dado espacio para pensarlo bien
—Matt, dime algo ¿Cuándo fue la última vez que intimamos? Ni siquiera lo recuerdo
—Yo tampoco —admitió.
El sexo se convirtió en algo casi inexistente entre los dos desde hace un par de años, solamente se acostaban en las fechas importantes, como aniversarios o algunos cumpleaños, quizás una que otra vez cuando el alcohol los ayudaba a buscar las ansias perdidas.
—Está decidido, me iré hoy en la noche —dijo con determinación
—No lo hagas, piensa en todas las cosas por las que hemos pasado —intentó convencer Matt a Tai, pero este no parecía querer escuchar
—Porque las pienso es que estoy tomando esta decisión
—Tai, al menos dime que será temporal
—¿Temporal?
—Mira
Salió de la cocina y se acercó a quien aún consideraba el amor de su vida
—Separémonos un tiempo, veamos a otras personas, pero consideremos volver si nos damos cuenta que aún hay algo que podamos rescatar —propuso Matt, con esa mirada fría y a la vez cálida que poseía
—No funcionará, pero está bien —quiso sonreír un poco, estaba algo confuso, por alguna razón esa propuesta le gustó
Aunque su relación se enfrió y enfrentaron problemas, ninguno de los dos jamás se fue infiel, siempre prefirieron al menos consolarse a sí mismos en las noches frías antes que buscar brazos ajenos, así que aquella propuesta parecía interesante.
Y así, Taichi se marchó aquella noche.
Un tiempo después...
Taichi estaba sentado en el bar, observando a la multitud mientras tomaba sorbos de su cerveza helada. Sus ojos se posaron en un hombre que acababa de entrar, un joven alto, apuesto, con una sonrisa cautivadora que usaba lentes. Se acercó a la barra, pidió una cerveza, y Tai no pudo apartar la mirada.
Joe Kido, así se llamaba el desconocido, parecía sentir la mirada sobre él, y le devolvió la mirada con curiosidad. Se acercó a la mesa de ese hombre y se sentó a su lado, iniciando una conversación amigable. Pronto descubrieron que tenían mucho en común, desde sus gustos musicales hasta algunos pasatiempos favoritos.
La atracción entre ellos era evidente desde el principio, pero ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso. Se limitaban a conversar animadamente, compartiendo risas y confidencias en una atmósfera de complicidad
Con el paso de las horas, la conexión entre ambos se fue fortaleciendo, y la tensión sexual que habían estado ignorando se hizo cada vez más evidente. Taichi se encontraba en un dilema interno, debatiéndose entre sus deseos y sus miedos. ¿Debería arriesgarse a dar el paso? Después de todo si lo hacía, sería el primer hombre después de Matt con quien estuviera y no era fácil, ya que él solo había tenido sexo con quien fue su pareja desde la preparatoria.
Finalmente, la noche llegó a su fin y ambos se encontraron fuera del bar, a solas en la oscuridad de la calle. Tai tomó aire y decidió dar el salto, confesando sus pensamientos hacia Joe y expresando su deseo de conocerlo mejor. Para su alivio, él correspondió a sus sentimientos, confesando que también se sentía atraído por él desde el momento en que lo vio en el bar.
Así que decidieron ir a un lugar para estar juntos, el departamento que Tai estaba alquilando provisionalmente estaba cerca, así que fueron ahí, se detuvieron a la puerta.
—Espera —pidió antes de abrir cuando sintió el cuerpo del otro muy cerca de su espalda— No tengo condones —recordó rápido
—Yo sí —respondió con urgencia, abrazándolo por la cintura
Tai sonrió nervioso y entonces entraron. Apenas se cerró la puerta, compartieron el beso más apasionado que hubiese recibido en toda su vida, o al menos que pudiera recordar.
Sin reparos ni contratiempos se dirigieron hacia la habitación, Joe sacó de su cartera el preservativo y lo puso suavemente entre sus labios para no dañarlo, mientras se quitaron la ropa mutuamente, con deseo y urgencia.
El cuerpo completo de Taichi temblaba mientras se abrazaba al de Joe, avanzaban hacia la cama, donde se acostó suave hasta tener al otro encima de él.
—¿Estás bien? —preguntó Joe al ver los ojos brillosos de Tai, parecía que quería llorar
—Es que yo... solo he estado con un hombre toda mi vida —confesó apenado, desviando un poco su mirada— Pero quiero hacerlo, házmelo
—Seré amable —sonrió amplio
Abrió el condón y se lo colocó, luego se posicionó entre las piernas de Tai y lo comenzó a penetrar lentamente, escuchando pronto los quejidos de su parte, mientras se aferraba con fuerza a su espalda.
Comenzó a moverse, tal como lo prometió, lo hizo despacio, regalándole múltiples besos en el rostro, el cuello, los hombros, hasta que finalmente terminó, ambos gimieron con alivio, compartiendo un último beso. Se sonrieron y rieron.
—Gracias —Taichi se abrazó al cuerpo de Joe y pronto se quedó dormido
Joe se apartó lentamente cuando sintió que el otro ya no estaba despierto y fue hacia su ropa para vestirse rápidamente luego de deshacerse del condón.
Buscó entre las cosas que había en esa habitación y encontró lo que buscaba, papel y un bolígrafo, así que escribió su nombre y un número de teléfono, seguido de un mensaje indicándole que al día siguiente trabajaba temprano y por eso se iba, pero que quería seguir viéndolo.
Joe salió del departamento con una gran sonrisa en el rostro.
Matt se encontraba en el supermercado buscando los ingredientes para preparar una ensalada fresca y deliciosa. Mientras recorría los pasillos, notó que la lechuga escaseaba en las estanterías. Con determinación, se dirigió hacia el último paquete de lechuga y justo cuando estaba a punto de agarrarlo, otra mano se le adelantó. Era Izumi Kōshirō, un joven con una expresión de determinación en el rostro.
—Lo siento, parece que me adelanté —dijo Izumi con una gran sonrisa
Matt no pudo evitar sentir una mezcla de frustración y curiosidad ante la presencia de Izumi. Sin embargo, decidió tomárselo con humor
—No te preocupes, la lechuga es tuya. Parece que la necesitas más que yo
Izumi rió ante el comentario de Matt y le agradeció con cortesía. Fue entonces cuando ambos empezaron a conversar sobre recetas de ensaladas, gustos culinarios y sus experiencias en la cocina. Matt descubrió que Izumi era un Chef profesional con un talento excepcional para mezclar sabores y crear platos innovadores.
A medida que la conversación fluía, Matt se sintió cada vez más atraído por la energía positiva y la pasión de Izumi por la cocina. Por su parte, Izumi encontró en Matt a un interlocutor interesante y agradable, con un sentido del humor que lo hacía reír a pesar de que su apariencia decía que era demasiado serio.
Después de intercambiar números de teléfono y prometerse una cena para compartir sus habilidades culinarias, Matt y Izumi se despidieron en el supermercado con una sensación de expectativa y emoción.
Había una mezcla emocionante en el aire esa tarde. El sol brillaba en el cielo azul, iluminando el pequeño patio trasero donde Matt e Izumi habían decidido tener su cita. Ambos estaban nerviosos pero emocionados por la idea de cocinar juntos y aprender más el uno del otro.
Mientras cortaban las verduras y preparaban los ingredientes, Matt y Izumi conversaban animadamente sobre sus experiencias en la cocina y las comidas favoritas. Descubrieron que tenían gustos similares y una pasión compartida por la gastronomía. Matt se sorprendió al descubrir que Izumi también conocía la técnica para preparar la salsa especial que su abuela le había enseñado.
Mientras la cena cocinaba en el horno, Matt y Izumi se sentaron a la mesa y continuaron con la conversación. Hablaron sobre sus pasatiempos, sus sueños y ambiciones, y descubrieron que tenían mucho en común más allá de la cocina. Se rieron juntos, compartieron historias y se emocionaron al darse cuenta de lo fácil que era estar el uno con el otro.
A medida que la noche avanzaba, la cena estaba lista y ambos se sentaron a disfrutar del delicioso plato que habían preparado juntos. La comida estaba exquisita, pero lo que más disfrutaban era la compañía del otro. Se miraron a los ojos y supieron en ese instante que habían encontrado algo especial en el otro, una atracción llena de deseo.
La noche pasó volando entre risas, miradas cómplices y confesiones sinceras. Se quedaron hasta altas horas de la madrugada, sin darse cuenta del tiempo que había pasado
—Pero mira nada qué hora es, debo irme —dijo Izumi asustado, aunque por fortuna tenía coche
—Y ¿por qué no te quedas? —preguntó Matt sin dudar
—Bueno yo...
—Oye, no estoy proponiendo nada indecoroso, puedo dormir en la sala —expresó con nerviosismo
—Es que tal vez sí quiero algo indecoroso —confesó sonrojado, pero también decidido, Matt era el hombre más guapo que hubiese conocido
Yamato sonrió, no dudó en acercarse lento hacia él, lo sujetó por las mejillas y se agachó un poco, ambos compartieron un suave beso
—Mañana prepararé el desayuno —susurró cerca de su oído
Izumi asintió, luego se dieron otro beso y fueron directo a la habitación, ahí también se comenzaron a besar, cada vez más apasionado, Matt comenzó a besar el cuello, mientras sus manos recorrían su cuerpo, tocándolo, reconociéndolo
Izumi suspiró e inclinando su cabeza a un lado para que el otro besara más cómodamente, miró hacia la cama, junto a esta en un buró, había una foto, era Matt y estaba con otro hombre, lo abrazaba y ambos se sonreían, parecían muy felices.
—Espera —pidió apartándolo de él
—¿Qué sucede? —preguntó confundido, apenas estaban comenzando
—¿Quién es él? —señaló la foto— ¿Tienes pareja? —cuestionó bastante molesto, no quería participar en una infidelidad
Yamato suspiró largo y negó, luego le agarró la mano y lo llevó a la cama, ahí se sentaron, Izumi escuchó atento la historia resumida de Matt, este le explicó que hace pocos meses se habían dado un tiempo, que estaban separados y ambos acordaron ver a otras personas
—Pero aun tienes su fotografía, eso me deja pensando, aún lo amas y yo no quiero enfrentarme a fantasmas, lo siento —dijo con decepción
—Espera —lo agarró de la mano cuando se levantó de la cama
Matt lo soltó, pero avanzó hacia el buró, agarró la foto y la volteó hacia abajo, así ya no se podía ver, luego miró a Izumi y le sonrió
—Quiero intentarlo, estoy seguro que Tai ya encontró a alguien también, dame una oportunidad, la verdad me gustas mucho, pensé que cuando él se fuera yo sería libre y me acostaría con muchos —rió divertido— Pero no he conocido a nadie todo este tiempo, eres el primero
—¿De verdad?
—No miento —respondió con honestidad
Izumi sonrió, avanzó hacia él y lo besó con pasión. Pronto la ropa cayó por completo al suelo y Matt vio como el otro se hincaba ante él y le regalaba el mejor sexo oral que hubiera recibido en toda su vida, o que pudiera recordarlo.
Fueron hasta la cama y aunque Izumi recibió a Yamato dentro de él, se colocó encima y guió todo el acto, entre gemidos, miradas cómplices y apasionadas. Hasta que finalmente acabó y se dejó caer sobre su pecho, compartieron besos y caricias antes de quedarse dormidos.
A la mañana siguiente, tal como lo prometió, Matt preparó el desayuno.
Y así, los dos comenzaron un nuevo capítulo en sus vidas, alejándose el uno del otro y cerrando aquel libro viejo que habían escrito juntos, o tal vez eso pensaron.
Algunas semanas pasaron.
Espero les guste, comenten por favor
