El sonido de la lluvia repiqueteaba suavemente contra el tejado del apartamento. Un viento frío se filtraba por la ventana entreabierta, trayendo consigo el olor a tierra mojada y la lejana resonancia de la vida en Konoha. Minato Namikaze, sentado en el suelo de su pequeña habitación, mantenía la mirada fija en una serie de sellos escritos sobre pergaminos extendidos a su alrededor. Su cabello rubio caía sobre su rostro, cubriendo parcialmente sus ojos azules, que carecían de sus brillo habitual... Hoy tenía algo más. Algo que no quería reconocer: nostalgia.

Había pasado poco más de dos años desde que fue promovido a jonin. Un reconocimiento que cualquier ninja en su lugar habría celebrado, pero para Minato solo había sido un escalón más a su camino como Hokage, pero el puesto no vino solo con un cambio de título, trajo mas deberes, más misiones, peligros pero sobre todo menos tiempo. Ser nombrado Jonin a los 15 años es algo relativamente raro, pero tenía sentido cuando análisis el contexto en el que se presentó, un ninja talentoso, inteligente y además alumno de Jiraiya, el sannin de los sapos. Los superiores de minato sintieron que sería un desperdicio que siguiera siendo chunin.

Más responsabilidades y más misiones peligrosas, pero ni siquiera eso fue el detonante para que Minato se encontrarán así, después de todo, desde que fue promovido las misiones rango S eran algo de todos los días pero ni la misión de rango S más peligrosa se comparaban a lo que estaba sintiendo hoy.

Kushina habia terminado con él.

todo en su vida desde ese momento se había sentido... extraño. Vacío.

El tiempo que le dedicas a una relación es vital para el desarrollo de la misma, cuando no hay mucho tiempo debido a que las circunstancias lo imposibilitan, es cuando las relaciones deben superar y ajustarse a la dificultad para que se fortalezca la relación y después de los eventos de hace un año, cuando casi es controlada por el kyubi, Minato estaba seguro que su relación iba a soportar lo que fuera, pero al parecer este no fue el caso.

Ella entendía las razones de por qué Minato no pasaba tanto tiempo con ella como antes, sabía que las tensiones entre las aldeas era muy grande, una guerra fría se estaba viviendo en este momento y en cualquier momento todo explotaría, no iba a ser una guerra entre dos aldeas, lo que se estaba viviendo, podía ser peor, el surgimiento de una tercera guerra mundial.

Aún así, ella terminó con él, no dio argumentos, ni excusas, solo que necesitaba tiempo para pensar.

Minato no entendía absolutamente nada, cómo un día ella lo hacía sentir como si estuviera en el cielo y al otro terminaba con él de la nada.

¿Quizás fue obligada por alguien? No se sentía que fuera obligada, pero tendría sentido, el consejo de la aldea no aprobaba la relación, quería mantener encerrada a kushina y que Minato se concentrará en sus deberes como ninja.

Por más que lo pensara, miles de argumentos pasaban por la mente de Minato tratando de entender/justificar, el actuar tan extraño de kushina. Lo único cierto hasta ahora, es que fue cortado.

Cada rincón de la aldea, cada esquina del Ichiraku Ramen, cada lugar que alguna vez compartieron juntos, le traía recuerdos involuntarios. Su risa contagiosa, su energía imparable, e incluso sus regaños cuando él llegaba tarde a sus entrenamientos. Todo estaba teñido por su presencia, y por más que lo intentara, no podía escapar de ella.

Así que hizo lo único que sabía hacer para evitar perderse en esos pensamientos: se sumergió en su entrenamiento.

En su tren de pensamiento esto tenía todo el sentido del mundo, una de las razones por la que Minato cree que Kushina le terminó, fue por el poco tiempo que pasaron juntos desde los eventos de hace un año o incluso desde su promoción a Jonin. Durante su graduación de la academia a los 10 años, Minato ya llevaba 7 años siendo ninja, tenía un respetable número de Jutsus en su haber y estaba trabajando por perfeccionar un par de serían la Joya de los mismos.

El Rasengan y Hiraishin no Jutsu.

Debido a las condiciones climáticas y a la falta de ánimos de salir, decidió quedarse a perfeccionar el último, hasta el momento este le permitía mover o mejor dicho, teletransportarse a cortas distancias, lo que hacía verse como si se moviera a gran velocidad, no obstante, ¿qué pasaría si pudiera ampliar el rango de teletransportación? O mejor dicho, quitarlo por completo, donde su marca o su chakra fuera el límite.

Así, podría terminar sus misiones y volver a donde kushina en segundos, ya las distancias ni el tiempo serían un problema, estaría más en Konoha, para protegerla del consejo y de cualquiera que intente hacerle daño.

y lo mejor es que podrían incluso volver...

—Concéntrate... —se dijo en voz baja, empuñando un kunai con la inscripción de su fórmula de teletransportación grabada en su superficie metálica.

El Hiraishin no Jutsu, la técnica que estaba perfeccionando desde hacía meses, se había convertido en su única obsesión. Mejorarla, refinarla, hacerla más precisa. Si lograba dominarla, tal vez podría encontrar la sensación de logro que tanto necesitaba y recuperar a kushina.

Frente a él, el pergamino detallaba cada uno de los pasos del jutsu: la combinación precisa de chakra, la formula exacta, y sobre todo, la clave de los sellos de espacio-tiempo. Era una técnica heredada del Segundo Hokage, y aunque nadie había logrado dominarla completamente después de su muerte, Minato sentía que estaba cerca. Muy cerca.

Después de todo, podía moverse a cortas distancias, pero lo suficientemente como para alejarse del peligro.

Pero cerca no era suficiente. No para él.

Con un profundo respiro, canalizó su chakra en el kunai y lo lanzó contra la pared. En un parpadeo, Minato desapareció de su lugar y reapareció justo donde el arma había impactado, aunque un leve mareo lo obligó a apoyarse en la pared para no perder el equilibrio.

—Tch... aún no es perfecto.

Estaba mejorando, sí, pero la técnica todavía no era instantánea ni completamente precisa. Siempre había esa sensación de mareo cuando la distancia era muy larga o muy corta, estaba todo anotado, muy corta era de unos 5 metros o menos y cuando era muy larga de 1 kilómetro más o menos, su mayor hazaña hasta el momento era de 3 kilómetros, pero esa sensación aunque molesta y deseaba quitársela, ya se había acostumbra que no hacía mucha diferencia en batalla. Lo que realmente le fastidiaba era que había una fracción de segundo, un pequeño retraso que podía significar la diferencia entre la vida y la muerte en una misión real. Y eso no era aceptable.

Con la mayoría de Ninjas no debería de haber problemas, pero con uno que este a su nivel en términos de velocidad, podría generar problemas.

Se dejó caer al suelo, sintiendo el frío a través de su uniforme jonin. Miró al techo, dejando que sus pensamientos divagaran momentáneamente.

"¿Por qué sigues pensando en ella?"

Era una pregunta que se hacía a sí mismo con más frecuencia de la que le gustaría admitir. Pero el eco de su relación con Kushina aún resonaba en su corazón, por más que intentara negarlo.

Sin embargo, estaba decidido a recuperarla, lo iba a intentar.

Sacó un nuevo pergamino y comenzó a escribir de nuevo, modificando los patrones de de la formula, pensando en nuevas estrategias para mejorar su jutsu. A su alrededor, las velas parpadeaban, gran cantidad de rayos comenzaron caer, la tormenta estaba en su punto, pero no importaba, en este momento, todo mundo exterior desapareció. Solo existía él y su jutsu.

Este dia, Minato decidió probar algo diferente. Un método que no había intentado antes: aplicar una nueva secuencia de sellos e incrementar la liberación de chakra para estabilizar la distorsión espacial y su rango de alcance.

Dibujó los símbolos en el suelo, se colocó en el centro y dejó que su chakra fluyera.

Había colocado un sello en una ubicación precisa, a más de 5 kilómetros. Con la intención de ver si la nueva fórmula serviría; estaba decidido a mejorarla hoy.

Piensa rápidamente en la ubicación de su sello...

El aire a su alrededor comenzó a distorsionarse. Un leve zumbido resonó en sus oídos y, antes de que pudiera reaccionar, la habitación entera pareció desmoronarse a su alrededor. El suelo desapareció bajo sus pies.

—¿Qué demonios...?

Un intenso resplandor lo envolvió, y de pronto sintió que caía. Caía a través de un abismo de sombras y luces extrañas, una sensación de vértigo envolviéndolo mientras intentaba controlar su chakra para estabilizarse. Pero no podía.

Su cuerpo fue arrastrado por una corriente de energía desconocida, y en un instante que pareció eterno... todo se volvió negro.

.

.

.

Minato despertó de golpe, su respiración agitada. La luz del sol golpeaba su rostro con una intensidad desconocida, y lo primero que sintió fue el suelo duro y áspero bajo su espalda. Se incorporó lentamente, llevándose una mano a la frente mientras miraba a su alrededor.

Minato se puso de pie con cuidado, aún sintiendo los efectos residuales del jutsu. Su cuerpo estaba pesado, como si hubiera corrido una maratón, y su chakra se sentía inestable. Frunció el ceño y echó un vistazo a su alrededor.

El lugar era... extraño.

Al menos, este no era el lugar donde planeaba aparecer... ni con este clima...

Se encontraba en medio de un bosque, pero no era como los de Konoha. Los árboles eran demasiado altos, con troncos gruesos y cortezas de un color grisáceo poco natural. Las hojas brillaban bajo la luz del sol con matices dorados y plateados, y el aire tenía un ligero aroma metálico que no había percibido antes.

"Juraría que estaba lloviendo antes..."

Minato inspiró hondo, tratando de calmar su mente.

—Funcionó... —susurró para sí mismo, permitiendo que una sonrisa se formara en su rostro.

Que estuviera en un lugar que no reconociera, podía significar que había su jutsu lo había traído más lejos de lo esperado, quizás puso una marca en este lugar y no lo recordaba, quizás algún lugar de la tierra del fuego en algunas de sus misiones.

Miró a su alrededor una vez más, buscando sentir la marca que debía haber usado como punto de destino. No lo encontró de inmediato, lo que era extraño, pero no imposible. Tal vez su jutsu lo había transportado a unos metros de distancia.

Sin perder tiempo, realizó un sello con una mano y cerró los ojos, concentrándose en la presencia de su marca. Pero no sintió nada.

El podía sentir si se concentraba lo suficiente en todas las marcas que había puesto, no podía determinar el lugar donde estaban pero sabían que estaba ahí, en alguna parte, el problema es que Minato no sentía ninguna, además de las que estaban en sus kunais marcados en su bolsillo, fuera de esos, no sentía ninguno más.

Su expresión se endureció.

—No... no puede ser.

Intentó de nuevo. Nada.

El cosquilleo de la duda comenzó a formarse en su pecho, pero lo ignoró. No podía permitirse fallar en este punto. Observó el cielo y notó que el sol estaba más alto de lo normal, casi como si estuviera más cerca. Pequeñas aves de colores oscuros revoloteaban en las ramas, emitiendo sonidos que no se parecían a nada que hubiera escuchado antes.

Minato se quedó quieto.

"Algo está mal."

Dejó escapar un suspiro y decidió moverse. Si había algo que su entrenamiento le había enseñado, era que quedarse quieto nunca era una opción viable. Tenía que explorar, saber donde estaba y evaluar si su jutsu había funcionado... o si algo había salido mal.

La primera hipótesis que formuló Minato era que el jutsu había fallado y había eliminado todas las marcas como una de las consecuencias. Además, el gran uso de chakra y algunas fluctuaciones en el espacio-tiempo pudieron haber causado que fuera enviado alguna localización aleatoria del mundo.

No tenía pruebas de lo que estaba pensando, es más, tenía ya hasta pruebas que refutaban dicha Hipótesis, como por ejemplo: los Kunais marcados que estaban en su bolsillo Ninja.

Minato se gira hacia atrás, sintió varias presencias oscuras.

Desde el bosque emergieron varias figuras: Criaturas de aspecto grotesco, con cuerpos negros como la sombra, huesos blancos sobresaliendo como una especie de armadura natural y ojos carmesí brillando con una sed de sangre inhumana. Se movían en formación, rodeándolo con una sincronización casi predatoria.

Minato evaluó la situación con rapidez. Estaba cansado, su chakra bajo, y no tenía información sobre estos enemigos. No eran humanos. No eran animales. Eran algo diferente.

—Bien... veamos qué pueden hacer.

Uno de los Mostruos, una bestia con forma de lobo, rugió y se lanzó hacia él. Minato esquivó sin muchas dificultades, moviéndose con agilidad y lanzando un kunai directo a su cuello. La hoja se hundió profundamente y la criatura se disolvió en una neblina oscura.

"La criatura no parecen ser muy inteligentes" pensó Minato. Atacar dejando su defensa completamente descubierta no era una característica muy favorable para ninguna especie pero no era algo nuevo ni novedoso, era algo que pasaba hasta en los humanos, pero lo de desaparecer al morir si era nuevo.

—Interesante...— murmuró Minato, viendo cómo desaparecía sin dejar rastro.

Las demás criaturas no le dieron tiempo a analizar más. Dos bestias lobo saltaron en sincronía, atacando desde los lados. Minato giró sobre su eje, esquivando uno y bloqueando al otro con su kunai. Sus movimientos eran precisos, usando la fuerza de su enemigo en su contra y lanzándolo contra el suelo con un rápido giro.

Un corte limpio en la base del cuello lo hizo desvanecerse. Sin embargo, los demás Grimm aprendieron rápido y comenzaron a rodearlo con movimientos más coordinados. Minato apretó los dientes. No podía permitirse prolongar demasiado la pelea.

Sin perder tiempo, corrió hacia un árbol, usando el tronco como punto de apoyo para impulsarse sobre las criaturas. Cayó detrás de ellas con precisión, lanzando un kunai hacia una de sus piernas y cortando los tendones con exactitud quirúrgica. La bestia cayó de lado, dejando una abertura en la formación.

Aprovechando la oportunidad, Minato se deslizó entre ellos con facilidad, cada golpe con su kunai era preciso, cortando puntos vitales con una eficiencia brutal. Cuellos, tendones, puntos de presión... En cuestión de segundos, la última criatura cayó.

Minato se enderezó, respirando hondo. Observó el área. Los monstruos se habían desvanecido, pero el aire aún se sentía denso, cargado con una energía oscura.

—Definitivamente... Estoy muy lejos de casa.

Al principio había pensado que se trataba de alguna clase de jutsu de invocación, pero estas criaturas no tenían chakra, podía sentirlo, parecían cascarónes llenos de pura oscuridad y maldad.

Minato nunca había oído ni visto unas criaturas como estas, pensó que todos los seres vivos tenían chakra, pero al parecer existían seres... O monstruos sin chakra.

"Quizás podría usar el jutsu de invocación..."

Eso podría ser una buena idea, pero no en este lugar, había una sensación de incomodidad que Minato había sentido a mitad de su pelea contra las criaturas oscuras, era como si alguien lo estuviera observado, pero había estando intentando encontrar la fuente de esa sensación y no lo lograba.

Guardando su kunai, Minato decidió moverse. No podía quedarse allí mucho tiempo sin entender más de este lugar. Si había más de esas criaturas, necesitaba encontrar información pronto, de este lugar, de cómo volver a konoha y que eran esas criaturas.

Tras unos minutos de caminar, sus ojos detectaron un camino de tierra en la distancia, apenas visible entre la vegetación. Tomó una decisión rápida y comenzó a seguirlo, con la esperanza de encontrar algún indicio de civilización... o al menos, más respuestas.

Mientras caminaba, sintió una ligera presión en la cabeza. Se llevó la mano a la frente y se frotó las sienes, pero la sensación no desapareció del todo. De repente, escuchó un sonido lejano: un estruendo, como una explosión amortiguada en la distancia. Su instinto se encendió de inmediato.

Sin perder un segundo, Minato se movió con rapidez hacia la dirección del sonido, zigzagueando entre los árboles a velocidad moderada. No quería arriesgarse a agotar su chakra hasta saber dónde estaba.

Después de unos minutos de carrera, llegó a un claro, subió rápidamente al árbol más grande para que le permitiera más claridad.

Y ahí fue cuando todo hizo clic.

Frente a él, un pequeño pueblo se alzaba en la distancia. Pero no era como los pueblos de la Tierra del Fuego, habían una gran muralla de metal que se alzaba al rededor del pueblo.

Las casas tenían estructuras metálicas, había muchas de madera o y de otro material pero lo más extraño de todo... eran las personas.

Desde su escondite en los árboles, Minato observó a un grupo de figuras caminar por la calle principal. Todos eran humanos, pero lo extraño eran sus ropas, nunca había visto a gente vestir así, pero aún había algo más extraños, eran las armas que tenían.

Desde su ubicación se podía ver un enfrentamientos que estaba dándose lugar entre dos personas, que lo más probable fuera lo que causará el estruendo que sintió, pero en ese enfrentamiento, la espalda de una de las personas comienza a dar giros y cambia de forma... hora disparar como balas hacia la otra persona y ya no es una espada.

Mientras el arma de la otra persona se transforma en un... Escudo.

"¿En donde rayos estaba? ¿Amegakure? No, el clima es demasiado cálido para serlo, y hanzo no sería tan estúpido de poner un pueblo en un lugar tan abierto"

Minato sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—Esto no es la tierra del fuego.

El pueblo estaba vivo, con gente deambulando, vendedores ofreciendo productos extraños y una sensación de normalidad que contrastaba con la surrealidad de su situación. Minato se acuclilló y respiró hondo.

"Piensa, Minato, piensa."

Si su jutsu había salido mal, lo primero que debía hacer era recopilar información. No tenía sentido apresurarse a revelar su presencia sin conocer las reglas de este lugar. Decidió mantenerse al margen por el momento, ocultando su chakra al mínimo para evitar ser detectado por posibles amenazas.

Desde su posición, notó algo peculiar: una tienda a las afueras del pueblo, junto con algunos otros puestos menores, pero la que le llamó la atención era una herrería visible en su fachada. No parecía estar tan concurrida como el resto de las edificaciones, lo cual la hacía un buen punto para empezar.

Minato ajustó su banda ninja en su frente, tomó aire y avanzó con pasos sigilosos hacia la tienda, manteniéndose en las sombras de los edificios. Su mente aún estaba llena de preguntas, pero una cosa era segura: debía encontrar la manera de volver a casa