Luffy no era ningún idiota, pero sabía que debía comportarse como tal para no entrar en aquellas enrevesadas conversaciones de las que en verdad no entendía absolutamente nada.
Era más que consciente de que, desde la última fiesta en aquella isla antes de regresar a alta mar. No había sido para nada una situación nueva, diferentes chicos intentando que Nami les diera un poco de su valiosa atención y logrando nada más que su absoluta indiferencia. Si que alguno logró su preciado saludo o una muestra de falso interés, pero eso no podía quitarse esa fiesta de la cabeza.
Por mucho que ella lo negara, más de uno había captado su interés.
¿Y cómo lo sabía alguien como él?
Por el adorable brillo en los ojos de la navegante. Era algo que ella no lo podía ocultar por mucho que se esforzara. Todos sabían cuando de verdad alguien como Nami se interesaba por alguien o por un tema en concreto. Era imposible no emocionarse con ella cuando hablaba de los cambios de temperatura, de las mareas, de montañas y de cualquier tema que le apasionara tanto que era imposible no fijarse en su incesante blableo. Adoraba el agitar de sus brazos, la pura emoción que transmitía cada vez que hablaba de ello.
Sin embargo, Nami aseguraba que había sido un "agradable pasatiempo", algo que no sabía hasta qué punto creer.
Y eso era lo que de verdad le molestaba. No saber hasta qué punto Nami estaba complacida con todo aquello. Con el simple hecho de verla sonreír, aun con esos brillantes ojos en el horizonte en dirección a las islas que recién había abandonado… Despertaban en él una serie de emociones a cada cual un nombre que cada vez menos sabía pronunciar, finalizando con él, enfadado y con los mofletes inflados, en la cabeza del Sunny, queriendo dejar de pensar.
Simplemente no aguantaba esa molesta sensación. La de no comprender del todo que era lo que verdaderamente quería su navegante. Si, sabía muy bien cual era su sueño, ese mapa mundial que cada vez le estaba quedando más precioso, pero cada vez que veía como hacía clic con alguien… simplemente lo dejaba fuera de juego. Además, el ir escuchando de a poco cada uno de los nuevos comentarios de todos, sobre cómo era que Nami se notaba extraña, simplemente lo enfurecía más y más.
"¿De verdad no te has fijado?" preguntó Usopp de pronto la pequeño Chopper "Mientras que hablaban de sus cosas de cartografía, parecía que había encontrado su alma afín"
"No se… Nami no es de esas cosas"
"Hazme caso, Chopper. Tenía esa ilusión de hablar de cartografía con alguien"
Luffy no pudo evitar hacer una mueca y soltar un bufido tan sonoro que más de uno se giro a ver si era real o no. Le restó importancia a las miradas de sus nakamas, centrándose en borrar su propia molestia con todo el asunto.
Todos también eran conscientes de la ilusión de Nami. Y se les veía dispuestos a apoyar cualquier decisión de ella.
No, él se negaba.
¿Y si eso llevaba a que ella los dejara? ¿Y si ella quería quedarse con aquel chico por y para siempre? ¿Casarse y cambiar de tripulación?
¡No! ¡Jamás!
Y ahí regresaba ese sentimiento tan molesto del que no sabía cómo responder realmente. Ese que era tan caprichoso, egoísta, celoso y avaro. Aquel que no le gustaba nada y que lo ataba a Nami de una forma poco deseable por todo lo que implicaba.
"Si ella quiere, puede quedarse con él" terminó de afirmar para las personas presentes, sin mirarlas en ningún momento. "La puerta está abierta"
Ya estaba cansado. Simplemente se quería quitar esa emoción de encima y relajarse en aquella cabeza de madera, al sol. Con la suave brisa del océano despeinando sus ya de por si revueltos cabellos, con sombrero de paja bailando al mismo son, siendo las voces de sus nakamas como parte de ese susurro.
Cerro los ojos y simplemente se durmió hasta la hora de la cena. Chopper lo fue a despertar, con la alegría de que Sanji hubiera cocinado pizza. Sin embargo, el no estaba nada animado y Robin se marchó con un plato.
Ese día, ella no cenaba con ellos.
Debía estar inmersa en ese mapa que tanto quería. Con los datos de ese chico, ultimando detalles de los que luego mencionaría con una gigantesca sonrisa. Si bien estaba esperando verla tan concentrada con ese mapa, sabía que no podía desear aquello. Porque ese mapa tendría detalles que no le importaba, detalles obtenidos por ese molesto chico y nuevamente no sabría si su alegría iría por ella misma y su logro o por esa sensación de haber encontrado a alguien que le gustaba de esa forma.
Quiso borrar esas preocupaciones y esos malos pensamientos nuevamente con la comida. Todos sus nakamas vieron como iba Devorando trozos sin cuartel o esperar al regreso de la arqueóloga. Creyendo que era otro ataque de gula de su capitán, todos empezaron a comer con la misma ansiedad, con tal de evitar quedarse sin un trozo.
Finalmente la noche se hizo sobre ellos y Luffy intentó descansar, sin mucho éxito. Exasperado con todo ese mare magnum, terminó por golpear varias veces la puerta de la biblioteca. A pesar de que se enfadara y le fuera a cobrar una gran cantidad de oro por toda la molestia, ella sabría mejor que nadie como quitarse todos aquellos sentimientos de golpe. Ella lo calmaría y con su suave voz post enfado le daría una medicina mucho mejor que Chopper para su malestar.
Sin embargo, ella no respondía.
Golpeó de nuevo. Al no recibir respuesta una vez más, decidió ir a la habitación de las chicas. Con sumo cuidado, se asomó hasta ver que Robin estaba sola en su gran cama.
Se asustó. No quería entrar en pánico, por lo que decidió mirar en la cocina. Sin noticias, solo estaba Sanji revisando los ingredientes del desayuno. El rubio se percató de inmediato de su malestar, preguntando de inmediato que pasaba. Luffy admitió no saber donde estaba Nami, haciendo que se alarmara y saliera corriendo a buscar a la navegante.
Ni en el baño.
Ni en la cocina.
Ni en la biblioteca.
En ningún lugar.
Nada.
Nami se había esfumado.
