Era una suave mañana en el Sunny.
Estaba nublado, pero la brisa era cálida. Luffy seguía en la cabeza, mirando el horizonte, buscando una respuesta. Pero lo único que había era una amenaza de tormenta. Podía escuchar a todos detrás, armándose para la nueva tormenta que llegaba. Ninguno le gritaba, le dejaban estar en su sitio favorito mientras que ellos se encargaban de todo.
El capitán suspiró y ayudó solamente a asegurar los huertos, sobre todo los árboles de Nami, antes de entrar en la cocina.
Sanji no estaba y había dejado a Robin a la vigilancia de un sabroso jabalí que no dejaba de dar vueltas y vueltas. Su boca se hacía agua, pero decidió sentarse al lado de su nakama, quien no apartaba la vista de un libro. Luffy dio un pequeño vistazo y notó que era uno de la biblioteca personal de Nami, sobre fenómenos climatológicos. Luffy torció el gesto, molesto de verlo.
"Nami me dijo de usar este libro de guía" El capitán infló los mofletes, molesto, a lo que Robin dio una sonrisa de lástima y revolvió sus cabellos negros como un gesto para aliviar su pena, algo inútil al ver que solo se molestaba más "Ella volverá, estoy segura, capitán"
"Pero le dije que la amaba… y no valió para nada"
Todos sabían que Luffy seguía en ese día.
No lograba pensar más allá de cómo abrazó por última vez a Nami y, en un tardío y algo esporádico esfuerzo, grito ese sentimiento que había empezado esa cascada de sucesos que los había puesto en jaque. Ni su sinceridad, honestidad ni su acto pudieron evitar que volviera a escuchar un "buena suerte" por su parte y verla partir con él.
Todos le decían que fuera un hombre, que admitiera sus sentimientos… pero si luego no le daba el resultado que él quería, sentía que solo se había expuesto a ser herido.
Era una maldita herida que no dejaba de sangrar.
"Ella volverá" aseguró Robin con una media sonrisa
Quería creer en la peli negra, pero se le hacía muy difícil, por no llamarlo imposible. Ya llevaban más de cinco semanas en alta mar y no habían tenido noticias. Si que llegaba correspondencia y el periódico, pero ninguno hablaba de Nami. Estaban otra vez sin navegante y él con un corazón roto que, cada vez que bombeaba, las esquirlas no lo dejaban curar...
"Si ese idiota no la hace feliz, lo pienso matar" sentenció Luffy mientras se dejaba consolar por la arqueóloga.
"Lo harás sufrir tanto que deseará morir… su sangre será la nueva pintura del Sunny."
Luffy sonrió ante esa idea. Que Nami lo viera derrotarlo y por ello viera que él si era capaz de cuidarla. Que, a cada lugar que fueran a conocer, ellos pudieran ir juntos, si quería incluso de la mano y la ayudaría a hacer esos mapas que tanto le encantaban.
Él era el único digno de su amor y persona a su lado.
Suspiró y miró a Robin por un momento. Ella tenía aquella impasible sonrisa, revolviendo su cabello con suavidad mientras que sus otras manos marcaban el libro y lo apartaban. Agradecía esa atención a modo de consolación en lo que Nami regresaba con ellos.
Cerró los ojos con fuerza. Si durante la tormenta saltaba una de aquellas estrellas fugaces, le pediría el deseo con insistencia, obligándolo a que lo cumpliera.
"¡Hombre al agua!" se escuchó detrás de la puerta.
Ambos se sorprendieron y salieron a ver. Él tiempo había cambiado de forma brusca y sintió que casi perdía el sombrero ante las fuertes corrientes de aire. La lluvia era gruesa y se notaba una presión fuerte. Y de esa mezcla, apenas se podía ver más allá de la cubierta. Luffy intento ver a quien estaban rescatando, sin éxito.
Hasta que vio como Zoro corría escaleras arriba cargando malamente con una persona como si fuera un fardo. Se escuchaban gritos que se ahogaban en la tormenta y solo podía ver cómo llegaban a la enfermería de Chopper. Cuando quería abrir la puerta, solo ahí pudo fijarse que era una mujer cuyos largos cabellos naranjas se veía enmarañado contrastando con la mojada prenda del espadachín.
Debía ser Nami.
Era Nami.
La única mujer con aquellos cabellos de atardecer. Inconsciente en los brazos de su segundo al mando.
Sin importar las inclemencias del tiempo, llegó a la puerta y entró. Aun empapado, se hizo hueco hasta estar frente a la cama, donde la imagen de la navegante era lamentable. El infierno se congelo al ver a la joven pálida, con los cabellos revueltos, la ropa mojada hecha girones y el límite entre la prótesis y la carne sana completamente roja e hinchada. Dio una mirada fría al pequeño doctor, quien aún la intentaba revisar sin querer entrar en pánico una vez se dio cuenta de quien volvía a la cama de su enfermería.
"intentare bajarle la temperatura y revisar constantes para ver qué no tenga un fallo completo" pudo balbucear finalmente el pequeño reno en lo que empezaba su mezcla de medicamentos
"¿Estaba sola?" preguntó el capitán mientras se sentaba a su lado
"Si" respondió el espadachín "había restos de barco flotando, así que han debido de naufragar en esta tormenta"
Luffy no se creía aquellas explicaciones, pero sabía que no tendría toda la verdad hasta que ella despertara. No se quedaron solos hasta que Chopper le dio unas medicinas e hizo que todos dejaran la sala. Chopper abrió la puerta y le pidió que por lo menos vigilará que su temperatura bajara.
Solo, el capitán se cercioró de que la navegante estuviera en óptimas condiciones, con un trapo húmedo, tomando su temperatura, dejándole su sombrero de paja… lo que hiciera falta. No parecía que mejorará, por mucho que, de vez en cuando su pequeño doctor hiciera la revisión. Toda palabra sabía a poco y en más de una ocasión verbalizo que, hasta no verla despierta, seguiría en su negación.
Agarró la silla giratoria de Chopper y se sentó al lado de la cama. Estaba más que tentado a tumbarse a su lado, pero no sabía si eso le haría más bien que mal. De todas formas, su vista no se apartaba de ella.
"¿Por qué ese día no me creíste?" preguntó en un susurro mientras intentaba peinar nuevamente sus cabellos, sin mucho éxito
"Porque no fuiste honesto, capitán"
La directa pero fría voz de Sanji hizo que se girara por un momento. El cocinero estaba dejando la bandeja llena de comida encima de una mesilla de noche y se acercó a ver a la deshecha pareja. Su mueca de desagrado lo decía todo, pero Luffy le restó importancia.
"Fui real" reiteró molesto por la acusación.
"No, fuiste un celoso impulsivo que no valoró lo que Nami-swan necesitaba"
"Era la afirmación que ella quería escuchar en nuestra conversación" le aclaró de mala gana.
"Eso se lo debiste decir en ese momento. Nami ya sabía de tus sentimientos. Puedes gritar mil y una vez que amas a alguien y van a seguir siendo palabras vacías. Porque al final, se las vomitaste solo al verla marchar. Si ella se hubiera quedado, seguirías sin haberle dicho nada, con acciones que ella no sabría como leer."
"¿Qué intentas decir?" preguntó indignado Luffy "¿Qué no amo a Nami?"
"Peor: que has negado tus sentimientos como ella negó los suyos por una buena intención que solo os ha llevado al infierno"
Ante las contundentes palabras de Sanji, el capitán solo pudo enmudecer. Se mordió la lengua hasta notar el metálico sabor de la sangre manchar sus dientes.
El cocinero se marchó y Luffy decidió centrarse en Nami una vez más. Esa reflexión tan fría y dura como el acero solo reafirmaba en su determinación por hacerle grabar en la linda cabeza que su amor era real.
Cambio el pañuelo en su frente y se sentó al lado de la cama. No agarró nada para comer, solo necesitaba seguir con la mirada fija en la peli naranja. Sentía que no podía parpadear, si no, se perdería algo importante.
No sabía si el tiempo seguía su curso. Solo medía con cómo sus nakamas llegaba a su lado y se marchaba de uno en uno, dejando o recogiendo algo en el proceso y revisando a la navegante. El capitán solo les dedicaba una mirada de soslayo, al no querer perder ni un solo segundo a Nami. Solo Chopper conseguía captar su atención cuando revisaba su evolución, dando esperanzas hasta un punto casi vertiginoso, pues notaba desde las mentiras piadosas, las dudas hasta sus propias sorpresas al notar que su diagnóstico era cierto.
Él ya no se molestaba en tapar todo aquello que entendía, priorizando únicamente que Nami siempre estuviera bien.
Hasta que, al día siguiente, por fin reaccionó y se despertó. Él estaba durmiendo a su lado, cuando notó como empezaba a removerse y abrir los ojos de a poco. Con una mezcla de esperanza y pánico, empezó a gritar pidiendo a Chopper que llegará lo más pronto posible. El pequeño doctor hizo acto de presencia con el ciborg, a lo que todos tuvieron que darlos solos.
A pesar del frío de la madrugada, todos se quedaron en la puerta, esperando las nuevas. Fueron minutos angustiosos los cuales se sentían como siglos en los hombros. Siglos que cayeron como hojas secas cuando Chopper salió.
"Ha despertado débil, pero está estable. Solo tiene un poco de calentura, pero está mejor que antes" fue lo primero que dijo el doctor mientras se acomodaba el jersey por el frio mañanero "Franky se va a quedar a revisar que ella beba una cola y un poco de la comida para recuperar energía. En principio, si todo sigue bien, se levantará pronto de la cama"
"¿Podemos verla?" se adelantó a preguntar Robin
"Esperar a que se recupere un poco" prohibió de piso facto el doctor. "aún es pronto y…"
Su frase se vio interrumpida cuando se escuchó un fuerte lloro. Asustados, toda la tripulación entró de golpe para ver como el carpintero abrazaba y dejaba que las lágrimas mojaran su camisa nueva. Si bien iba a preguntar que estaba ocurriendo, todos se fijaron en como el lagrimeado rostro de Franky les pedía que no. Aquello era más que suficiente para comprender que había recibido una mala noticia y aun lo debía procesar. Sin dilación, todos, incluido Luffy, la abrazaron. Ella se dejó querer, completamente vulnerable.
El capitán pudo leer entre líneas que era lo que había ocurrido, a lo que solo pudo abrazarla más. No necesitaba explicación, pero sabía que, en cualquier momento, se iba a verbalizar y no lo quería. Podía ver la pena y el dolor en Nami y aquello era más que suficiente.
No supo por cuanto tiempo la tripulación estuvo en dicho abrazo, solo hasta que escucharon unas tripas sonar, a lo que el cocinero se apartó para ir súbitamente a la cocina. Todos fueron dejando espacio, en lo que Nami intentaba, con la palma de su mano, borrar el rastro de dichas lágrimas. Si bien Robin le tendió una mano con una caja de pañuelos, ella no tardó en sonarse los mocos y borrar cada gota de agua que se atrevía a salir de sus ojos.
Fue un abrir y cerrar de ojos en los que todos estaban comiendo en la enfermería y Nami fue relatando que les había ocurrido. No podía comer de forma correcta cada bocado que el rubio les había traído, pero a base de insistencia y una mano amiga, no le quedaba de otra. En la misma línea, comentó como cada vez dominaba más la mano sin usar tanta cola, pero aquel naufragio la tomo por sorpresa.
Una mentira que Luffy captó a la primera.
Él sabía de su gran habilidad con el clima, por lo que se le hacía sumamente imposible que a ella se le hubiera pasado tal situación y, de la misma forma, no se creía una parte de la historia.
Sin embargo, era lo que ella decía y, viendo la situación, no era el momento de presionarla para más.
Por lo menos le dejaba estar con todos, escuchando lo tanto que había avanzado sin ellos y, sobre todo, como se había perdido parte de su trabajo. Ella aseguraba que lo podría volver a hacer, pero el apagado de sus ojos revelaba lo contrario. Más bien un agotamiento que nacía de algo que ella no quería explicar. Solamente sonrió y, por primera vez en esas cinco semanas, sentía que aquel pedazo de carne asada, lo estaba llenando.
A partir de ese momento, notó como el sol entraba por la ventana. Todos se quedaron dormidos, entre bebida, comida y contar maravillas, a lo que Nami no dejaba de sonreír. Sus aun secos labios, a pesar de usar un labial de Robin, no abandonaba la alegría, y era algo que Luffy no dejaba de ver. Él también sonreía, no podía evitar contagiarse de ella. Hasta que se quedaron dormidos.
Para sorpresa de si mismo, Luffy era de los primeros en despertarse. Vio que Nami no estaba, haciendo que una extraña ansiedad se apoderará de él. Sin despertar a nadie, salió de la enfermería y buscó a la peli naranja por todo el barco.
No le costó adivinar que estaba en los mandarinos de su madre, acariciando los suaves frutos e inspeccionaba a conciencia cada rama y tronco.
"¿No los he cuidado bien?" se atrevió a preguntar en voz alta, llamando su atención.
Ella dio un suave brinco de la sorpresa. Se giró en su dirección, para toparse con el peli negro más cerca de lo que esperaba. No había forma de poner distancia entre ambos a, lo que Nami estiró los labios queriendo formar una sonrisa, pero distaba mucho de ella.
"Le pedí ayuda a Robin, ya que no se me daba bien lo de podar y usé el…"
"Está bien" cortó ella "gracias"
Entre ambos se hizo un silencio incómodo en el que ambos no sabían a donde mirar o que hacer. La cercanía no ayudaba nada a lo que deseaban expresar. Hasta que simplemente Luffy se hartó.
"Nami… lo siento" se sinceró, mirándola a los ojos "siento nunca haberte sido honesto con todo y no haberte dicho mis sentimientos antes"
"Eso está en el pasado" le respondió con una tímida sonrisa, "ahora estás bien y …"
"No" le cortó él en esta ocasión. Su gesto hizo que ella hiciera una pequeña mueca de sorpresa "nada está en el pasado porque con 5 semanas solo he sabido pensar en ti. En como gritarte lo que siento no sirvió para absolutamente nada."
El resentimiento crecía una vez más en él y fue algo imposible de enmascarar tras todo el enojo y frustración que sentía. Algo que vio reflejados en los tristes ojos de la navegante, quien lo miraba con esa lástima que tanto detestaba. Ella se acercó y acarició su mejilla con el brazo sano, con una ternura equiparable al algodón de azúcar. Todo ello adornado con una tirante sonrisa.
"Porque ya nos dijimos todo, Luffy" aquella suavidad chocaba por completo con la dura realidad, haciéndose añicos como un cristal más "esto no es bueno para ti. Deberías..."
"Nami, por favor" la interrumpió nuevamente "no debería más que estar atándote a mi lado solo para poder llenarte de esa cosa tan dulce que llaman besos. Porque te amo. Te amo"
Aquellas palabras no las podía dejar de repetir mientras seguía la caricia de la joven peli naranja y agarraba con suavidad su antebrazo solo para que aquel contacto siguiera. De forma inconsciente, sus labios besaron la muñeca, notando el calor y queriendo que sus pulsos se toparan, aunque fuera por un momento. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo se sonrojaba y era incapaz de reaccionar. Solo por ello también agarró su mano protésica y la dirigió a su cicatriz. Notó el frío contacto, muy contrario al de su otra mano. De la misma forma que ella notaría la piel diferente.
"Te amo" sentenció el capitán, con la mirada seria y completamente decidida. Su voz no daba lugar a duda, tampoco la quería dar.
Solo quería que, de la misma forma que su prótesis podía tocar su corazón, que él lo hiciera con aquellas palabras que tanto le había costado admitir a lo largo de toda su aventura.
Aquello era por algo mayor que un suceso hacía más de cinco meses. Era un sentimiento de años que latía como si fuera algo natural desde que había nacido. Casi como si Nami siempre hubiera sido su persona especial y solo debió esperar a que ella se cruzara en su vida. Siempre habían tenido esa no-comunicación, una forma fácil de entenderse y respetarse, de apoyarse en sus metas y cumplir juntos los sueños... las palabras se hacían demasiado.
Pero, por culpa de su idiotez, debía decirlas. Ella necesitaba escuchar todo aquello para olvidar su estupidez. Podía ver cómo iba a rebatir sus honestas palabras, pero el capitán cortó de inmediato.
"No es confusión, ni una mentira para que te quedes ahora que el otro chico no está" insistió el capitán "quiero ser la persona que te acompañe a descubrir nuevas islas, quien te proteja de maleantes y duerma a tu lado en las noches. El único valiente en el mundo que pueda tener tus abrazos y todas esas muestras de cariño. Ser el primero que celebre a tu lado cuando tengas hecho el primer mapa del mundo y tu quien sea mi reina, la única persona a la que me arrodillaría sin pensar"
Se sorprendió al ver como ella estaba reteniendo, sin mucho éxito, las lágrimas de la emoción. Podía ver como estaba peleando consigo misma, a pesar de asentir embelesada por su declaración. Se confirmaba que, gracias al destino o la fuerza de lo que ambos sentían, Nami nunca aprendió a querer a ese chico y que ella, solo ella, le pertenecía de la misma forma que él le pertenecía.
Y que, gracias a las mismas palabras que un día los separaron, se volvían a juntar, con la única intención de no separarse nunca jamás.
"Cumplamos juntos nuestros sueños, mi capitán" pudo decir finalmente ella con la sonrisa más hermosa de todas.
Aquella que era abierta y podía ver cada blanco y diente perfecto. Irradiaba alegría y cariño. Sus ojos se habían cerrado, dejando caer las últimas lágrimas.
No supo que le había invadido en ese momento, pero nada más ver eso, Luffy se lanzó a ella. Enrolló sus brazos sobre sus caderas en varias espirales, siendo prácticamente un corpiño y empezó a presionar sus labios en contra de su sonrojada mejilla en varias ocasiones. Podía escuchar la risa de Nami debajo de él a cada contacto. Ambos perdieron el equilibrio y cayeron al suelo, cerca de los árboles. El capitán no dejó de besar sus mejillas en lo que se giró un poco para, finalmente hacer aquello que estaba ansiando desde la primera vez que le gritó que la amaba:
Beso sus labios.
En un fuerte sello que heló por completo a Nami. Luffy se apartó, asustado de haberla vuelto a fastidiar.
"¿Quién te ha dicho que pares?" preguntó ella regresando a esa Nami atrevida que tan bien conocía.
"Solo si prometes que estaremos juntos siempre" la hizo prometer peligrosamente cerca
"Empezando por este mismo instante" sonrió ella, sin estar preparada para la avalancha de besos que iba a llegar
