-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Brother" de Kodaline para Itachi, "Legends Never Die" de Against The Current para Sasuke, y "Fukai Mori" de Do As Infinity para el final del capitulo entre Sasuke y Sakura.


En medio de la espesura de la noche un corcel recorría los caminos, elevándose por el aire como si galopara a través de la tierra con su pelaje y crin marrón oscuro al viento, relinchando bajo las ordenes de su jinete, un hombre alto y de aspecto muy curioso, corpulento, ataviado en una especie de armadura de bronce con coraza que envolvía a su pecho y una escarcela, pero sin protectores en los brazos salvo vendas, guanteletes y muñequeas de cuero, con una hombrera con púas sobre el hombro izquierdo a imagen del yelmo que cubría su cabeza y su largo cabello blanco que caía tras su espalda, con rodilleras de bronce y grebas de cuero de igual color que sus botas, con un hacha de hierro colgada a la espalda y un escudo, anudados a su torso por un cinturón de cuero. Tras el curioso jinete se encontraba Yahiko quien montaba de espaldas a él, sirviendo de vigía y asegurándose de que nadie los siguiera en su camino; como siempre, el pelinaranja vestía una larga túnica de seda negra hasta casi los tobillos y de mangas ceñidas, poco visible bajo una coraza de cuero negro, apegada a su cuerpo por un fajín que caía hasta la altura de las rodillas, con muñequeras y hombreras a juego además de botas de cuero, con su destacable cabello naranja ligeramente despeinado como de costumbre. Yahiko llevaba casi un siglo deseando que el herrero conocido como Jiraiya—viejo amigo suyo—conociera a su joven señor y esta era la oportunidad perfecta…aunque más habría servido en el pasado.

—Yahiko, espero que no me engañes con tus relatos— advirtió Jiraiya, halando de las riendas para que su corcel galopara aun más rápido, —¿es cierto que Itachi domina a la perfección a Celik?— aquello no era algo fácil de hacer, si lo sabría él.

—Parcialmente, pero ha podido derrotar a sus enemigos con solo agitar su espada una vez— aseguró Yahiko, volviendo la mirada por sobre su hombro. —No sabemos que pueda pasar, desde entonces, por eso recurrí a ti— su joven señor necesitaba toda la ayuda posible y él quería brindársela.

—Lo pondré a prueba primero— consideró el herrero en voz alta, —necesito saber si es el guerrero más indicado para portar a mi grandiosa creación; Celik— la más grandiosa de las armas que él había forjado, un arma digna de un dios.

Regresando su atención a la realidad, Jiraiya volvió a halar de las riendas haciendo que su corcel galopara aún más rápido, necesitando alejarse de su hogar y lugar de trabajo durante un tiempo, teniendo asuntos más importantes que atender y ante lo que Yahiko no emitió replica alguna, dejando libre un suspiro y regresando su mirada hacia el firmamento nocturno, esperando el momento en que volviera a encontrarse con su joven señor. Justo como Yahiko, en el pasado—hacia menos de un siglo—Jiraiya había servido fielmente a lord Fugaku el antes señor de las Tierras del Oeste, de hecho había sido uno de sus primeros súbditos y quien había forjado su armadura y en especial sus valiosas espadas a excepción de Bolu; Celik y Desi, solo que a diferencia del resto de sirvientes de su señor y que habían pasado a servir a su hijo mayor lord Sasuke, o como Yahiko que se había puesto a la disposición de su hijo menor el semidiós Itachi, Jiraiya se había autoexiliado durante todos estos años, sirviendo a su propio propósito que era hacer espadas y armaduras pero no para cualquier guerrero sino que solo para aquellos que fueran dignos. Tras tantos años en el exilio, Jiraiya creía que había llegado el momento de dejar atrás cualquier indecisión y juzgar con sus propios ojos si el hijo menor de su señor, Itachi, era digno de haber heredado a Celik, la espada que él mismo había forjado con uno de los colmillos de lord Fugaku hace tantos siglos.

Juzgaría con sus propios ojos quien era Itachi realmente.


Habiendo dejado a Aoda atrás hacia ya varios metros de distancia, Suigetsu bajo velozmente las escaleras hacia la choza de aspecto ruinoso y descuidado que era el hogar del herrero conocido como Jiraiya; la paciencia de lord Sasuke, había llegado a su límite y aunque a lo largo de todos estos años siempre se había enorgullecido de lograr todos sus fines por su cuenta, esta vez requería los servicios del herrero Jiraiya para que le forjase un arma digna de su poder. Varios pasos de distancia tras Suigetsu, caminando más lento y majestuoso, Sasuke se mantuvo sereno y estoico en todo momento, sumergido en sus propios pensamientos; no alcanzaba a entender en que momento le había fallado tanto a su padre—no podía verlo de otra forma—para que él decidiera legar Celik a Itachi y a él…una espada que consideraba todo menos digna de su persona, las reglas universales dictaban que la parte más valiosa de una herencia debían ser para el hermano mayor o dividirse con ecuanimidad entre los hermanos, ¿por qué entonces es que todo había quedado para Itachi y nada para él? Suigetsu se detuvo ante las puertas del hogar del herrero Jiraiya, tocando antes de abrir las puertas por su cuenta e ingresar, como servidor de lord Sasuke no estaba ahí para perder el tiempo sino que solo para cumplir sus órdenes, y lo hizo revisando el interior de la casa con presteza, habitación por habitación en busca de aquel herrero.

—Jiraiya, ¿estás ahí? hoy es el día prometido— recordó Suigetsu, recorriendo la última habitación pero sin hallar rastro del herrero. —¡Jiraiya!— gritó, regresando hacia la entrada, encontrando una nota clavada con una daga en el dintel de la puerta. —¿Se acaba de mudar?— leyó con incredulidad, —ese viejo zorro, ¿a dónde se metió?— bufo para sí, advirtiendo la presencia de su señor y volteando a verlo.

—Así que Jiraiya ha escapado— reconoció Sasuke, habiendo esperado que hiciera eso.

—No puedo entender sus razones, amo— suspiró el Hozuki, tendiéndole la nota que había encontrado, —pero según se sabe de él, Jiraiya es muy quisquilloso en su oficio, si no le agrada la persona, él no se atreve a forjarle una espada— pocos herreros tenían tantos escrúpulos a la hora de realizar su trabajo, por no decir ninguno.

—¿Quieres decir que no soy digno de recibir una espada hecha por ese hombre?— infirió el Uchiha, cuestionando a su sirviente y amigo.

—No, mi señor, usted es digno de admiración— se apresuró en aclarar Suigetsu, pues lo contrario era impensable.

—Tranquilo, lo más seguro es que ese sujeto me detesta— sosegó Sasuke, no sería el primero en pensar así de él y la verdad no le importaba.

—¿Por qué razón?— preguntó el peliazul, ante lo que Sasuke sonrió ladinamente para sí. —Está sonriendo, por lo que más quiera, amo, enfádese de nuevo, por favor, me da miedo verlo sonreír— imploró, palideciendo ante lo que ello podía significar.

Conociendo a lord Sasuke desde hace siglos, cuando ambos habían sido solo unos adolescentes al comienzo de su inmortalidad, Suigetsu había visto muchas facetas de su señor, principalmente su ira hacia sus enemigos, su justicia y autoridad, pero verlo sonreír era algo que pocos o nadie lo habían visto hacer y presenciarlo puso nervioso al Hozuki que bajo la cabeza, prefiriendo verlo enojado al no saber los pensamientos que rondaban por su mente. Ignorando las suplicas de Suigetsu, Sasuke le dio la espalda y volvió por sobre sus pasos, subiendo las escaleras de regreso hacia donde se encontraba Aoda, reemplazando su sonrisa burlesca con una expresión de superioridad e indiferencia. Si Jiraiya quería que las cosas fueran aún más difíciles, sea, pero no le gustaría como acabarían las cosas. Hasta ahora Sasuke había sido paciente pero ello tenia limites, no toleraría que alguien como Itachi y que apenas podía emplear una espada como Celik siguiera portándola con tanto desparpajo, Sasuke estaba empecinado en creer que su padre había cometido un error legándole esa espada a su hermano menor, y se lo probaría aunque fuera lo último que hiciera…


Itachi e Izumi postergaron lo más posible su regreso al siglo XVI, alargando su estancia en el siglo XXI por una semana más, aunque había una sensación de derrota en el aire tras saber perdido los fragmentos de la Joya del Paraíso, Itachi e Izumi no se sentían así, de hecho y si se habían quedado en el siglo XXI había sido para pasar tiempo juntos, teniendo "citas"—el termino aún era gracioso para Itachi—casi todos los días, solo paseando juntos por la ciudad y la wiccan ayudando al semidiós a familiarizarse con su época…hasta que ambos llegaron a la conclusión de que no podían posponer más su regreso, reuniéndose con sus amigos y retomando su viaje. El semidiós vestía su característico atuendo hecho de seda de las ninfas estigias; una chaqueta abierta de color celeste que permanecía abierta, con cuello alto, largas mangas hasta las muñecas y decoradas por hebillas de cuero en los bordes—con las manos cubiertas por guantes sin dedos color negro—y bajo la chaqueta llevaba una camiseta negra sin mangas. Un cinturón de la misma tela mantenía atado el resto de su vestimenta, creando un largo fajín trasero y delantero hasta la altura de las rodillas, llevando bajo este unos pantalones negros y largas botas marrón oscuro, con Celik enfundada y pendiendo de su fajín en todo momento, y su largo cabello ébano recogido en una distraída coleta que caía tras su espalda dejando un flequillo que enmarcara su rostro.

—Izumi, la comida de tu madre es deliciosa— apreció Hinata, limpiándose los labios con una servilleta con el fin de no parecer descortés por su apetito.

—Pensé que solo la nobleza podía comer así— asintió Naruto completamente de acuerdo, cuidando de no hablar con la boca llena.

—Ahora sabemos de lo que nos perdemos cada vez que Itachi va a quedarse a tu casa— rió Konohamaru, volviendo la mirada hacia Hina que comía una lata de atún

—Les advierto que no fue nada fácil traer esto— comentó Izumi con una ligera sonrisa, desviando la mirada hacia el semidiós, —Itachi tiende a comer todo lo que puedo conseguir— reprendió con un tono entre divertido y severo al mismo tiempo.

—No es mi culpa que todo en tu tiempo sepa tan bien— se excusó Itachi sin mostrarse arrepentido, lo comido y consumido no se lo quitaba nadie.

Entornando los ojos al oír aquello, pues Itachi lo usaba como excusa para toda la comida que había tomado de su equipaje antes de volver, Izumi prefirió guardar silencio y continuar comiendo con sus amigos; habían decidido hacer una parada en el camino para almorzar y hacer un picnic, hacia un hermoso día y había que aprovecharlo. La wiccan vestía un cómodo short azul claro con un dobladillo a la altura de las caderas—debido al clima de fines del verano—y una blusa blanca que se anudaba tras el cuello, sin mangas y que dejaba expuesto su vientre, con un atrapasueños de color azul estampado en la tela, y sobre sus hombros un ligero chal azul claro, con su largo y ondulado cabello castaño cayendo tras su espalda, peinado en una trenza mariposa y usando unas pequeñas argollas plateadas. Como una calma que precede a la tormenta, el silencio se hizo en el claro en que se encontraban reunidos los viajeros unos breves segundos antes de que un remolino de polvo se formase a un par de metros, haciéndolos sobresaltar y toser, cubriendo apresuradamente la comida con el mantel del picnic mientras Itachi se situaba delante de ellos y llevaba su mano derecha a la empuñadura de Celik. Lentamente la nube de polvo se desvaneció, revelando a un hombre corpulento de largo cabello blanco con armadura que montaba sobre un caballo que flotaba por encima del suelo.

—Mi nombre es Jiraiya— se presentó el hombre con voz seria, —tú eres Itachi, ¿verdad? Desenfunda tu espada— demandó, bajando del lomó de su caballo.

—¿Me conoces?— el semidiós frunció el ceño con desconcierto al no haber visto nunca a aquel hombre.

—Si tú no me atacas, yo lo haré— advirtió, abalanzándose contra el semidiós que desenfundo a Celik en respuesta, pero lejos de atacar y sonriendo para sí; Jiraiya extrajo de su armadura un trozo de cuero con el que freno la hoja de la espada. —Todavía no toma la resonancia perfecta— observó con ojos muy críticos. Todos se quedaron boquiabiertos ante el actuar del hombre y la forma en que había detenido la hoja de Celik. —Pero que maltratada tienes la espada, se nota que no tienes tacto para usarla— regañó con aire autoritario y paternal, confundiendo más al semidiós.

—¿Quién eres?— cuestionó Itachi, comenzando a impacientarse al no saber con quién trataba.

—Su nombre es Jiraiya, amo Itachi— comunicó Yahiko, bajando del lomo del caballo en forma de pulga y adoptando su habitual apariencia humana.

—Yahiko— reconoció el semidiós inclinando la cabeza, mas esperando una explicación.

—Confié en él, es el talentoso herrero que forjó a Celik por orden de su padre— informó el pelinaranja con el máxime respeto, pidiéndole que creyera en su palabra.

Ante aquella revelación, fue imposible para Izumi, Hinata, Naruto y Konohamaru no jadear a causa de la sorpresa, centrando con mayor atención su mirada en el hombre de cabello blanco y que ahora tenía una importancia descomunal; todos en algún punto había admirado el poder de Celik, nunca antes habían visto una espada así en toda su vida ni habían oído de nada semejante, y había sido natural que todos en un momento dado se preguntaran, ¿Quién la había forjado?, ¿quién era el creador de tan poderosa arma? Pues un poder tan grande debía venir acompañado de una gran responsabilidad. La identidad del forjador era algo en lo que Itachi había reflexionado largamente desde la primera vez que había empuñado a Celik, no había conocido muchos sirvientes de su fallecido padre Fugaku además de Yahiko, por lo que no sabía si alguien bajo sus órdenes había creado tan sublime espada, y con el tiempo se había olvidado de preguntar al respecto, pero ahora lo sorprendía tener delante al individuo que había forjado el arma que ahora le pertenecía. Aunque el primer impulso de Jiraiya fue analizar a Celik, frenando su hoja con el trozo de cuero que sostenía y que lentamente soltó, el herrero procedió a estudiar al joven que tenía delante, joven en comparación con todos los dioses que había conocido pero muy parecido a su fallecido señor lord Fugaku en su juventud, más de lo que había esperado.

—Así es, en el mundo de los inmortales me conocen todos aquellos grandes guerreros que posean una espada, en tanto sigan el camino de la justicia— estableció Jiraiya con convicciones muy fuertes y claras.

—Se refiere a las tres virtudes: lealtad, valentía y verdad— reconoció Naruto con admiración, habiendo estudiado los principios del budismo y otras religiones.

—¿A qué viniste, si se puede saber?— inquirió Itachi al peliblanco, sin regresar a Celik a su funda hasta estar seguro.

—Quería conocer al nuevo portador de mi gran creación— comentó el herrero, esbozando una ligera sonrisa ladina. —Hace unos momentos me mostraste la capacidad de esa espada; por lo regular una espada necesita tener una resonancia perfecta, pero el sonido se oye muy pobre y eso me entristece mucho— suspiró, volviendo la mirada hacia Yahiko por sobre su hombro. —Confías demasiado en esa espada, y es mejor que me la entregues a participar en una batalla sin hacer una sola reflexión…no, creo que lo mejor será que destruya la espada aquí mismo— determinó en voz alta, siempre muy espontaneo y seguro en todo lo que cavilaba.

—Oh, nada de eso— frenó el semidiós, apuntando el filo de la hoja de Celik a la yugular del herrero quien se sobresaltó en el acto. —No me interesa si tú forjaste esta espada, pero perteneció a mi padre y ahora a mí, fin de la discusión— su padre le había legado a esa espada y nunca se la entregaría a nadie más.

—Amo Itachi, si no aprende a manejar en su plenitud su espada, no podrá derrotar a Orochimaru— intervino Yahiko buscando su bien, —Jiraiya es el único que puede ayudarlo a alcanzar su verdadero poder— por eso lo había traído, para ayudarlo.

—No necesito ayuda— desestimó Itachi con su característica arrogancia, —si mi padre aprendió a manejar esta espada por su cuenta, yo también podre— después de los cincuenta años que había pasado sellado, tiempo era lo que más tenia.

Es cierto que Itachi llevaba mucho tiempo de retraso, en el pasado no había peleado nunca con una espada para defender ni proteger nada, usaba todos los medios a su alcance para sobrevivir, no conocía otra forma, pero desde que Celik había llegado a su manos es que muy lentamente había aprendido a confiar su vida a esa espada y la de sus amigos, Hinata en persona le había dado lecciones de esgrima y a esas alturas el semidiós se sentía capaz de pelear con quien fuera necesario, ¿qué más seria gastar otro poco de tiempo en aprender a dominar las técnicas de esa espada? Sabía a qué atenerse, no era un dios y todo siempre sería más difícil para él, pero hasta ahora estaba lidiando con ello muy bien. Interesada en el tema, Izumi se apresuró en situarse a la diestra de Itachi y sujetarlo del brazo, instándolo a escuchar; Orochimaru no descansaba, quizás fuera el demonio dentro de él pero lo único que pasaba con el tiempo que transcurría de batalla en batalla era que se fortalecía, ellos no tenían esa capacidad sino que solo usaban el espacio entre batalla y batalla para recuperarse y planear una nueva estrategia, ¿no sería mejor para todos que Itachi supiera manejar mejor a Celik?, ¿no sería mejor sorprender a Orochimaru en su próxima batalla empleando una técnica que el viperino no tenía idea que existía?

—Yahiko me dijo que estas en busca de los fragmentos de la Joya del Paraíso— comentó Jiraiya, pudiendo entender lo que él buscaba lograr, —eso quita demasiado tiempo, ¿te has puesto a pensar que un individuo podría tener uno o dos fragmentos consigo?— guio, haciendo que el semidiós prestase atención y escuchara. —Hay que utilizar al máximo a Celik para derrotar a quienes incrementan sus poderes con los fragmentos— el tiempo era nada si no había ocasiones para mejorar realmente.

—El herrero tiene razón, Itachi— acotó Naruto, viendo mucha razón en ello.

—Es mejor que hagas caso— respaldó Hinata, quien pensaba como guerrera.

—Está bien— suspiró Itachi, sin otro remedio y porque sabía que ellos tenían razón, lo que hizo sonreír a Izumi a su lado, —¿qué necesitas hacer?— preguntó, bajando la mirada hacia Celik y que sostenía en su mano derecha.

—Solo revisarla y hacer algunas observaciones— aseguró el herrero, observando a Itachi que le sostuvo la mirada por unos largos segundos antes de asentir. —Pero antes, necesito pedir tu ayuda, como leal sirviente de tu padre— solicitó para extrañeza del semidiós y sus amigos, —alguien está buscando la manera de matarme, se trata de un dios terco que me pide que forje una espada para él, que iguale los poderes de Celik— informó, sintiéndose lo suficientemente a salvo para decirlo.

—¿Qué clase de sujeto es?— indagó Izumi, sin poder evitar preocuparse por ello.

—Ya llego— contestó Jiraiya únicamente, sintiendo un escalofrió al sentir aquella presencia tan intimidante…similar a la de su fallecido señor e incluso más aterradora.

Ante aquella advertencia, Itachi se mantuvo en guardia, girando la hoja de Celik alrededor de su eje y sosteniendo férreamente la empuñadura, volviendo la mirada en todas direcciones; izquierda, derecha, abajo...y luego arriba, frunciendo el ceño al distinguir una figura que cruzaba el cielo y se acercaba velozmente hasta donde ellos estaban, dando un paso atrás y volviendo por el rabillo del ojo la mirada a Izumi, indicándole que se quedara tras él y ante lo que ella asintió, mas sin que él se diera cuenta le pidió en silencio a Konohamaru que le acercara su arco y carcaj, porque no iba a quedarse sin hacer nada. Sin embargo la figura apenas distinguible no se abalanzó contra Itachi y su grupo, sino que se dirigió hacia el suelo para aminorar su veloz galope y aterrizar, revelando su aspecto; se trataba de un enorme caballo blanco, más alto que cualquier humano promedio, de pelaje blanco y crin anaranjada con brillantes ojos rojos y fuego en sus pezuñas…no era la primera vez que Itachi veía a ese caballo y lo corroboro cuando vio el jinete que bajaba de su lomo y le sostenía la mirada. Con halito despectivo y siempre arrogante, Sasuke arqueó una ceja con burla al ver a Jiraiya en el mismo lugar que su hermano menor, volviendo la mirada hacia Suigetsu e indicándole que permaneciera atrás en tanto él no dijera lo contrario.

—¿Quién es él?— preguntó Hinata de forma apenas audible al Uzumaki a su lado.

—El hermano mayor de Itachi, tienen el mismo padre, pero él es un dios— contestó Naruto en idéntico tono. —Esta tras Itachi, porque quiere su espada, Celik, pero ni siquiera puede tocarla— rememoró, confundido sobre el porqué tras su presencia.

—Itachi, volvemos a vernos— saludó Sasuke a su manera, observando fieramente a su hermano. —¿Quieres decirme que hace Jiraiya a tu lado?— demandó desviando la mirada hacia el herrero de pie a la izquierda de su hermano menor.

—Todos lo saben, es porque quieres matarme— contestó Jiraiya sin pelos en la lengua. —Pero escucha, hagamos un trato; si derrotas a Itachi prometo forjarte una nueva espalda, aún no es tiempo de morir— propuso el herrero para sorpresa de Itachi y su grupo.

—Por favor, Jiraiya, no vayas a olvidar lo que acabas de decir— condicionó el Uchiha con una burlesca sonrisa ladina, regresando la mirada a su hermano.

Conociendo lo excéntrico que era Jiraiya y sabiendo que debería anticipar un actuar así de su parte, todo lo que Yahiko pudo hacer desde su lugar—protegiendo a los amigos de su señor, sujetando al herrero del cabello para mantenerlo lejos de la batalla—fue negar en silencio, pidiendo paciencia a los antiguos dioses para no acriminarse ahí mismo. Matar a su hermano menor para obtener algo no era una opción para Sasuke, nunca antes se había visto forzado a ello y esta no sería la primera vez, pero si quería matar dos pájaros de una pedrada; le recordaría a Itachi que no era un dios solo por tener una espada y le dejaría claro a Jiraiya que iba en serio con su demanda de que le forjase una espada digna de su poder. Dando un paso al frente, incapaz de renegar de una invitación a pelear y menos si venia de su hermano, a quien en el fondo anhelaba igualar, Itachi sostuvo la empuñadura de Celik e hizo girar la hoja de la espada en torno a su eje de forma desafiante, lo que solo hizo que Sasuke sonriera ladinamente para sí. Conociendo a su hermano menor, todo lo que Sasuke tuvo que hacer fue dar un paso hacia él para que Itachi se arrojase contra él, pero ello no intimido al Uchiha que evadió cualquiera de sus ataques a gran velocidad, menor a la de un parpadeo, alargando una de sus manos para bloquear un nuevo ataque de su hermano.

—Demasiado lento— regañó Sasuke a su hermanito, alejándolo con un seco golpe en el mentón. —Dime, Jiraiya, ¿no crees que Celik se ha convertido en una espada miserable? Crecí viéndola en batalla, deslumbrante junto a mi padre, masificando sus poderes y viceversa— rememoró volviendo la mirada hacia el herrero, —pero ahora es lo mismo que un tronco, Itachi solo agita la espada dejando que el arma se haga cargo de lo demás— era una vergüenza presenciarlo. —El principio de un guerrero es que una espada muestra si esta con vida de acuerdo a su dueño— él vivía según ese principio. —¿Qué dices, Jiraiya?, ¿aún no tienes deseos de forjar una espada para mí?— cuestionó esperando que esta vez si accediera.

—¡Me rehusó!— contestó Jiraiya, sin ceder en su posición en absoluto.

Con un movimiento rápido, Jiraiya descendió su mano derecha al cinturón de su armadura y de donde tomó una cantimplora que destapó, bebiendo su contenido rápidamente y al abrir la boca dejo salir un remolino de fuego que separó temporalmente a los dos hermanos que se vieron forzados a mantener las distancias. Incapaz de quedarse quieto ante semejante insolencia, Suigetsu bajo de Aoda y sosteniendo su báculo de dos cabezas se dispuso a ayudar a su señor, pero Sasuke se lo impidió, volviendo la mirada por sobre su hombro y negando únicamente; necesitaba pelear solo, ganara o perdiera, necesitaba probarle su hermano, a su padre y a él mismo que tenía la razón y que Celik debía ser suya. Itachi lentamente se irguió del suelo, limpiándose con el dorso de la mano el hilo de sangre que había brotado de su labio inferior, alzando la mirada al advertir movimiento a su lado, viendo a Izumi apuntar con su arco a Sasuke, con Hinata armada a su lado al igual que Naruto. Para Jiraiya resultaba ofensivo; él que había estado al servicio del fallecido lord de las Tierras del Oeste se había retirado tras su muerte para vivir tranquilamente, sabiendo que dejaba en las manos de los hijos de su fallecido señor dos grandiosas espadas que esperaba los hicieran madurar y tomar su lugar en el mundo, ¿y para qué? Uno no sabía usar su espada y el otro detestaba la que había heredado.

—Sasuke, tú ya tienes una espada, y no digas que es de mala calidad porque no te creo— determinó Jiraiya para sorpresa de todos, excepto Yahiko. —Su señor padre, lord Fugaku, fue un guerrero muy consumado y durante su vida poseyó tres espadas; Celik la espada de la tierra, Bolu la espada del infierno y Desi la espada del cielo— nombró punto por punto. —Al morir, sus dos mejores armas fueron heredadas a sus hijos por igual, teniendo en cuenta sus capacidades; el mayor se quedaría con Desi y el menor con Celik, y Bolu fue sellada por lo peligrosa que era para cualquier ser viviente, ese fue el último deseo de su padre— y como sus hijos, deberían respetarlo.

—¿Sasuke también tiene una espada?— preguntó Izumi con sorpresa, reparando en la espada enfundada en el fajín del mayor de los hermanos Uchiha.

—Sin embargo, en todas las batallas que tuvimos con él, jamás la ha desenfundado— mentó Naruto por lo bajo, ¿por qué no usaba su espada?

—¿Estás diciendo que esta espada es digna de mí?— cuestionó Sasuke con auténtica furia. —Basta de insolencias— ya había tenido suficiente de diatribas sin sentido.

Para él, descendiente de grandes dioses, conquistador de tierras y lord de las Tierras del Oeste, era el mayor de los insultos que alguien osase decir que la espada que colgaba permanente del fajín de sus ropas era digna de él, ¿cómo era posible que un arma tan incongruente para su ser fuera para él? Itachi era quien debería tenerla, no él, él merecía tener una espada que provocara miedo en sus enemigos, y lo haría a cualquier costo. Previendo que Sasuke iba a atacar y esta vez en serio, prueba de que había tocado una fibra sensible en él y teniendo el deber de proteger a Itachi—como antiguo súbdito de lord Fugaku—, Jiraiya alargó una de sus manos frente a él para manipular el remolino de fuego que comenzó a crecer entre los dos hermanos y se extendió para crear una pared de fuego que le impidió avanzar a Sasuke. Silbando, Jiraiya llamó la atención del grupo de viajeros, indicándoles que subieran a su caballo, lo que estos no dudaron en hacer; Hinata y Naruto subiendo al lomo de Hina que adopto su forma de quimera, e Izumi tras Yahiko sobre el caballo, cargando en brazos a Konohamaru, volviendo la mirada hacia Itachi quien golpeó el lomo del caballo haciendo que se alejara a todo galope. Del otro lado del muro de fuego, Sasuke observo las llamas delante de él, sintiendo como Itachi se alejaba del lugar.

Si creían que renunciaría, estaban muy equivocados.


Pasaron largos minutos antes de que la pared de fuego convocada por Jiraiya desapareciera y ello permitió al grupo de viajeros retirarse cuanto antes; la última vez que Itachi se había enfrentado a su hermano las cosas no habían salido precisamente bien—sentía escalofríos de solo recordarlo—y de poder evitar una nueva confrontación se daba por satisfecho, regresando a Celik a su funda mientras volvía la mirada por sobre su hombro, corriendo tras sus amigos que se habían trasladado sobre el lomo de Hina, acompañados por Jiraiya y Yahiko. Siguiendo el rastro de Izumi para guiarse y dar con sus amigos, Itachi respiró mucho más tranquilo, no solo por ello sino por no sentir cerca el aroma de su hermano, por lo visto Sasuke había decidido no seguirlos y ello les daba tiempo para pensar. Esbozando una radiante sonrisa al ver a Itachi a salvo, Izumi corrió a recibirlo con un inmediato abrazo, encontrando su mirada con la suya y obteniendo un asentimiento como respuesta, lo que la dejo mucho más tranquila; había temido que la interferencia de Jiraiya no fuese suficiente y Sasuke lograra lastimarlo de todas formas, y la sensación de alivio de Izumi fue inevitablemente contagiosa para Naruto, Hinata y Konohamaru por igual, después de todo y tratando con alguien como Sasuke no se podía estar seguro de nada.

—Muchas gracias por salvarnos, Jiraiya— agradeció Itachi finalmente, —te juzgue mal, estoy en deuda contigo— y él siempre devolvía los favores, sin excepción.

—No, yo soy quien lo está— contrarió Jiraiya de inmediato, —como sirviente de tu señor padre, y siguiendo las tradiciones desde ahora es mi deber servirte, muchacho— Yahiko ya había cumplido con ello y ahora era su turno.

De forma muy protocolaria, casi como si estuviera delante de su fallecido señor Fugaku—a quien por cierto Itachi tenía un asombroso parecido, quizás más que el propio lord Sasuke—, Jiraiya bajo la cabeza y lentamente se arrodillo delante del Uchiha que observó aquello con sorpresa y un deje de vergüenza, abochornado por la situación y más cuando el propio Yahiko no dudo en imitarlo pese a ya haberle jurado lealtad hace mucho tiempo, cuando él solo había sido un niño pequeño. Uno de los últimos deseos de lord Fugaku en vida, antes de partir a su última batalla, antes del nacimiento de su hijo menor, había sido que sus sirvientes más leales le prestaran juramento y lo asistieran en caso de que él ya no estuviera y eso es precisamente lo que Jiraiya y Yahiko estaban haciendo ahora; lord Sasuke era el lord de las Tierras del Oeste y tenía a sus propios sirvientes leales, a ellos no los necesitaba en absoluto, pero el joven Itachi sí. Pese al profundo agradecimiento que sentía, Itachi no pudo decir nada, las palabras no salían de su boca, ni siquiera cuando volvió la mirada hacia Izumi en busca de ayuda y ella solo pudo sonreír, igual o más enternecida que él y mucho más emocional, ante lo que el Uchiha únicamente les indico a Jiraiya y Yahiko que se pusieran de pie, él no precisaba de reverencia ni idolatría, además no había ayudado al herrero para obtener algo sino que simplemente porque era lo correcto.

—Señor, hay algo que quiero preguntarle— manifestó Naruto tras tan incómodo silencio, —¿la espada que lleva Sasuke también guarda sorprendentes poderes?— era curioso para él que hubiera otra espada con propiedades similares a las de Celik.

—Claro, no hay otra igual en el mundo, pero cuando su padre me ordeno forjarla pidió algo muy específico— diferenció el herrero, acercándose a una roca para tomar asiento. —Desi es una espada que no corta, no sirve para combatir a los enemigos, es una espada que salva a las personas, regenera las vidas de los débiles— explicó para sorpresa e incredulidad del grupo. —Lord Fugaku no solo fue un dios conquistador, también fue un ser compasivo, y llego a usar a Desi para salvar la vida a mil personas con un solo movimiento— el poder verdadero implicaba compasión.

—Esa espada hace todo lo contrario que Celik, puede salvar a mil personas— comprendió Izumi, sorprendida de que existiera un arma tan maravillosa.

—¿Y esa espada tan especial se considera realmente un arma?— se aventuró a cuestionar Hinata, ya que no había sabido de otra arma con semejante propiedades.

—En este mundo de guerras y caos se le puede dar mil usos, esa espada es capaz de revivir a los muertos— aclaró Naruto volviendo la mirada hacia ella…y eso podía ser usado tanto para el bien como para el mal, según las intenciones de su portador.

—Ahora entiendo porque Sasuke quiere otra espada, él jamás se atrevería a usar un arma que solo sirve para salvar a la gente— comentó Itachi con aire taciturno, —me asombra que la lleve consigo— añadió en apenas un susurro.

No es como si Sasuke fuese un villano en toda regla, Itachi nunca lo comentaba pero aun recordaba sus primeros años de vida, cuando su madre y él habían vivido en paz en aquella villa humana, no podía olvidar que si habían vivido en paz y en una mansión tan prestigiosa y lujosa en que nunca había escaseado nada, no había sido por la herencia de su madre como noble sino por su hermano, Sasuke siempre se había preocupado por mantenerlos y protegerlo, y tras la muerte de su madre se le había aparecido para decirle que si quería sobrevivir y hallar su lugar en el mundo, debía luchar por hacerse fuerte y vivir, nadie lo haría por él ni lo ayudaría. Itachi sabía que no habría podido encontrar valor para seguir delante de no ser por aquellas palabras, pero eso no cambiaba su rivalidad. Una pregunta no pudo evitar resonar en la mente de Itachi al pensar en las espadas que les habían tocado a cada uno, ¿por qué su padre había decidido que Celik fuera para él y Desi para Sasuke?, ¿no debería ser Celik para su hermano al ser el mayor y su heredero?, ¿qué propósito tenía que Sasuke heredara una espada que ayudaba a revivir y salvar a los demás? Sasuke era un conquistador de tierras, Itachi sabía que él había duplicado el tamaño del Imperio que su padre había dejado al morir, era uno de los cuatro dioses que regían el mundo, era natural que despreciando a los humanos no quisiera llevar una espada así y que volviera a buscar a Celik. Sabía que Sasuke y él volverían a encontrarse muy pronto…


Aunque inicialmente se había mostrado receloso, Itachi eligió aceptar que Jiraiya era el herrero que había forjado a Celik y que por ende era competente para darle mantenimiento al arma, entregándosela y permitiendo que el peculiar hombre afilase y puliera la hoja de la espada, estando el semidiós presente y sus amigos así como Yahiko y que no pudieron evitar contemplar con fascinación la habilidad del herrero. Aun cuando atardeció, anocheció y llegó el día siguiente, Itachi se mantuvo permanentemente alerta en caso de que su hermano decidiera aparecer, si conocía a Sasuke—y lo hacía, dado que ambos tenían el mismo orgullo característico—lo suficiente, sabía bien que volvería, quizás solo se estuviera tomando el tiempo para calcular todas las variables posibles, pues era bueno en eso, pero el menor de los Uchiha sabía que volvería. Satisfecho con las averiguaciones que había hecho a lo largo de su estadía junto al semidiós conocido como Itachi, y cargado de nostalgia, siendo medio día y el momento oportuno para marcharse, Jiraiya acomodo sus útiles de trabajo sobre el lomo de su caballo, ya no sentía necesitar contemplar más, Itachi era temerario y muy impulsivo además de humano, pero sin lugar a dudas era la persona idónea para poseer a Celik y cumplir con todo cuanto su fallecido padre había esperado de él, y quizás hasta rozaría la divinidad algún día, lo veía muy capaz.

—Ya debo irme— anunció el herrero, volviendo la mirada hacia el grupo de viajeros.

—¿Seguro que estará bien por su cuenta, señor?— preguntó Izumi, preocupada de que el hombre corriera algún peligro.

—Sí, ya les he dado a todos suficientes problemas— obvió Jiraiya con una divertida sonrisa. —Por ahora, Itachi, mi única lección para ti es que seas mesurado, paciente, que te valgas por ti mismo tanto por la espada, y que aprendas a dominarla; Roma no se hizo en un día— ese chico confiaba en Celik, pero aquello podía ser tanto una bendición como una maldición, y quizás tendría que aprenderlo por las malas.

—Entiendo, y gracias— asintió Itachi, sabiendo de ahora en más que podría confiar en él.

No iba a mentir, Itachi mucho había dudado de que aquel hombre llamado Jiraiya fuera realmente el herrero que había forjado a Celik, no era precisamente lo que había esperado que fuera, pero lejos de cualquier estereotipo estaba claro para él que aquel hombre—o inmortal, puesto que lo era—había sido un leal súbdito de su padre y que ahora él podía confiarle hasta su vida de ser preciso, y ello lo dejaba mucho más tranquilo. Dejando todo en manos de Yahiko, quien se despidió de él con un certero asentimiento únicamente, Jiraiya subió al lomo de su caballo y emprendió su camino a un lento trote, mentiría si dijera que Itachi no lo había impresionado, en muchos aspectos era muy distinto de su fallecido señor Fugaku, pero en otros era su viva imagen y ello auguraba un futuro digno de comparar con el de grandes héroes que habían vivido y ascendido a dioses. El grupo siguió con la mirada la partida del herrero, pero cuando ya parecía encontrarse lejos, un haz de luz cruzo el cielo y estuvo a punto de impactar con el caballo de Jiraiya, quien por supuesto retrocedió asustado; en lo alto del cielo apareció Aoda, el caballo de Sasuke, quien bajo de este velozmente, aterrizando en el suelo y observando con aquella fría y despectiva indiferencia al herrero, un día había sido tiempo suficiente para dejar que Jiraiya pensara su decisión sobre si forjarle o no una nueva espada, y ahora intuía cuál sería su respuesta.

—Anda, ve con Itachi, ahora mismo me encargare de destazarlos a ambos— alentó Sasuke al herrero, cansado de seguir el camino de la pasividad.

—Jiraiya— llamó Itachi, acercándose hasta donde estaba el herrero y sin dejar de observar a su hermano, —si no me equivoco no tienes ni la más mínima intención de hacerle una nueva espada— dudaba que hubiera cambiado de opinión.

—En absoluto— negó Jiraiya ya que Sasuke no necesitaba una de sus espadas y él sabía muy bien la razón.

—¿Escuchaste, Sasuke?— increpó el semidiós a su hermano. —Estoy cansado de esta estúpida persecución, y ha llegado la hora de acabar con esto— desenfundó a Celik como prueba, mas su hermano mayor ni siquiera se sintió intimidado por ello.

—Descuida, hoy terminaremos con esto— asintió el Uchiha, cruzando la distancia que los separaba en un parpadeo, apareciendo delante de Itachi y envolviendo su mano derecha a la hoja de la espada. —Si yo no voy a tener esta espada, tu tampoco, y estoy dispuesto a destruirla de ser preciso— dicho esto, apretó fuertemente su agarre alrededor de la hoja bajo la incrédula mirada de su hermano menor.

—¿Planeas arriesgar el brazo que te queda?— cuestionó Itachi, incapaz de creer lo que veía.

—Y más de ser preciso— aseveró Sasuke, apretando más su agarre alrededor de la hoja de la espada, que en respuesta emitió una ligera corriente eléctrica. —Que astuta es Celik; rechaza a quien quiera controlarla— admiró, pero sin ceder por ello pese a que su hermano intentase que se alejara, —pero...¿por qué esa arma no le muestra todos sus poderes al único que puede tocarla?, ¡dímelo!— esa arma era digna de un dios, pero en manos de Itachi no mostraba sus poderes reales. —Celik, quiero ver tu verdadero poder— estaba dispuesto a romper esa espada con todo lo que tenía.

—Señor, ¿de qué está hablando, Sasuke?— preguntó Izumi en voz baja al herrero que lentamente había retrocedido hasta donde estaban ellos.

—Se refiere a la onda de relámpago, la técnica más grande de Celik; la espada está hecha con el rayo supremo del gran Zeus, y quien pueda manipularla puede usar esa energía y destruir a sus oponentes y todo lo material con un ataque— explicó Jiraiya, sorprendiendo al grupo de viajeros. —Me sorprende que Itachi no pueda realizar esa técnica— era relativamente fácil de ejecutar, hasta para un semidiós.

—Por favor, señor, dígale a Itachi como usarla— rogó la wiccan, aterrada de lo que pudiera ocurrirle a Itachi.

—No puedo, Itachi debe descubrirlo por sí mismo— lamentó el herrero, —y si no puede, morirá en este lugar— necesitaba lograrlo por su cuenta.

Celik era una espada poderosa, Sasuke lo sabía por cuenta propia, pero también sabía algo que Itachi desconocía o fingía desconocer; Celik era solo un colmillo del gran lord de las Tierras del Oeste fusionado con el rayo que había pertenecido hacia tantos siglos al rey de los dioses, y los colmillos estaban hechos para romperse incluso bajo la fuerza de un golpe, lo que solo hizo que Sasuke apretara con más fuerza la hoja de la espada, conocía la resistencia de los colmillos de un dios perro y sabía que solo hacía falta un poco más de presión y rompería la espada. Halando de la espada para intentar que su hermano se rindiera y la soltara, Itachi comenzó a ponerse realmente nervioso, no podía competir con su fuerza, pero…sosteniendo la empuñadura de Celik con una sola mano, Itachi extrajo una de las dagas que siempre llevaba consigo y la arrojo contra su hermano que de una u otra forma—para evadir el ataque—soltó la espada, permitiéndole a Itachi recuperar el control de Celik. ¿Qué está planeando?, ¿por qué no pelea?, se preguntó Sasuke, frunciendo el ceño al observar a su hermano, desviando la mirada hacia sus acompañantes entre quienes destaco aquella mujer llamada Izumi que tensó una flecha en su arco, lista para dispararle, lo que lo hizo sonreír ladinamente, ¿Itachi no podía pelear sus batallas solo? Era admirable que su mujer fuera tan valiente, pero degradante si Itachi no peleaba por su cuenta.

—¡No intervengan!— protestó Itachi, no queriendo que sus amigos se pusieran en peligro. —Tengo que pelear solo— necesitaba manejar a Celik al menos una vez.

—Si no atacas, Celik, vas a morir junto con tu dueño— previno Sasuke, empezando a cansarse por la actitud de su hermano menor.

—Por favor, Celik, necesito que me muestres de que eres capaz— pidió el semidiós en voz baja a su espada. —Padre, necesito tu ayuda— nunca le había pedido nada a su padre, pero lo necesitaba ahora y necesitaba su apoyo.

Hasta hoy y de una u otra forma, Itachi no había querido confiar del todo en Celik porque nunca antes había dependido de una espada, pero aunque fuera una temeridad en el campo de batalla, sostuvo la empuñadura con ambas manos y cerró los ojos, dejando que la espada le dijese que hacer; como una respuesta a sus plegarias la hoja palpito ante su confianza, haciendo que el semidiós abriera los ojos, ¿acaso Celik le estaba diciendo que tenía que atacar ahora? Sabiendo que ahora se trataba de todo o nada, Sasuke se abalanzó contra Itachi, decidido a romper la hoja de Celik de una sola vez, pero en respuesta Itachi osciló la hoja de su espada en su dirección, boquiabierto ante la onda de relámpago que se desprendió de la hoja y cruzó la tierra como un trueno hacia su hermano. Justo cuando Sasuke se vio envuelto en la onda de relámpago de Celik y creyó que todo terminaría, la espada que permanecía enfundada en su cintura palpito y proyecto una luz que hizo que Sasuke bajase la mirada, Desi…reconoció antes de que la luz de su espada lo envolviera e hiciera desaparecer en el acto. Sorprendido y casi obnubilado por lo que acababa de presenciar, Itachi observó el lugar en que había desparecido su hermano, observando la onda de impacto que había dejado Celik en la tierra, ¿él había hecho eso? No, de alguna forma la espada lo había protegido y a sus amigos, había respondido a él.

—¡Itachi!— gritó Izumi, corriendo hasta llegar a su lado. —Todo término— sosegó igual de impresionada que él, bajando la mirada hacia la fulgurante hoja de Celik.

—Lo conseguiste— celebró Jiraiya con satisfacción al llegar hasta él junto a sus amigos.

—¿Creen que Sasuke haya muerto después de esto?— se atrevió a preguntar Konohamaru dado lo que todos habían visto.

—Probablemente, nadie sobreviviría a algo así— consideró Naruto, volviendo la mirada hacia Hinata quien asintió con idéntica opinión.

—Lo dudo, ese no fue todo el poder de la espada, alguien como Sasuke no moriría por algo así— protestó el herrero dado que Celik no podía acabar con alguien como Sasuke, solo herirlo, —pero puedo asegurarte, Itachi, que heriste su orgullo como nunca— ni siquiera su fallecido señor Fugaku había recibido afrenta semejante.

—¿Estás seguro de que Sasuke está vivo?— cuestionó Itachi, no demostrándolo pero no queriendo que su hermano muriera por su causa.

Desi salvo la vida de Sasuke cuando estaba en peligro, lo sentí— aseguró Jiraiya, sorprendido porque la espada salvara la vida de su dueño.

—¿Te refieres a ese resplandor?— inquirió el semidiós, esperanzado ya que lo había visto.

—Sí, Desi protegió a Sasuke— aseveró Jiraiya, completamente seguro, —su juicio la hizo proteger a su portador, aunque Sasuke la desprecie— era irónico en cierto modo, pero no tanto si se tenía en cuenta que esa arma salvaba vidas. —Esa espada salva a la gente, y naturalmente no dudo ni por un momento en salvar a su dueño— si no calculaba mal esa espada debía haberlo trasportado al lugar más sereno posible.

Desi era un arma que protegía y salvaba a otros, y según esto debería haber llevado a Sasuke al único lugar en el mundo en que podría estar tranquilo, a salvo y recuperarse de sus heridas, ¿cuál lugar era ese? Solo la espada podía saberlo, y solía responder a las almas inocentes. Mucho más tranquilo con las palabras de Jiraiya, Itachi respiró mucho más tranquilo mientras lentamente regresaba a Celik a su funda, desviando la mirada hacia el cielo donde ya no se veía a Aoda el caballo de su hermano, esperando que allá donde estuviera Sasuke se encontrara a salvo, porque si él nunca había buscado su muerte, Itachi tampoco se la desearía a él, sino que sus caminos volvieran a cruzarse. Como si leyera los pensamientos que daban vuelta por la cabeza del semidiós, Jiraiya no pudo evitar sonreír para sí para extrañeza de Yahiko que volteo a verlo, a lo que él solo negó. Sasuke e Itachi; al morir, su padre les lego una espada a cada uno; Desi y Celik, reflexionó recordando el temor que todos habían sentido en su día al no saber cómo sería el futuro tras la muerte de su señor, un temor que había sido infundado, pero esas espadas no existen únicamente para pelear entre hermanos, sino para pelear como uno, las espadas se complementaban entre si después de todo. Ojala y un día lo entiendan, eso es lo que querría su fallecido señor.

Y quizás ese día llegaría pronto.


Cuando Sasuke volvió a abrir los ojos, lo primero de lo que se dio cuenta fue que Desi—la espada de su padre que pendía de su fajín y permanecía enfundada—lo había transportado muy lejos del lugar en que se había enfrentado con Itachi, para protegerlo, y aunque interiormente el Uchiha estuviera agradecido por ello…no podía sentir aprecio por la espada que había heredado, porque ella iba en contra de todo aquello en lo que él creía. Recostado sobre el suelo, Sasuke alzó la mirada al cielo, parecía encontrarse al interior de un bosque, y por su sentido del olfato sabía que estaba lejos de cualquier asentamiento humano, lo cual lo dejaba más tranquilo, solo con el dolor de sus heridas producto de la onda de relámpago de Celik, tan herido que como medida de defensa su propio cuerpo le impedía moverse, sabía que sería peligroso de otro modo, sentía la sangre brotar lentamente, y en ese estado al menos necesitaría mediodía de reposo para sanar lo suficiente y volver a estar en pie. Inmóvil sobre el suelo del bosque, las heridas que Sasuke tenía eran las peores que jamás había experimentado, el tormento, el dolor, la vergüenza, la ira y la desesperación despertaron todos los recuerdos que trataba de olvidar de su pasado, de sus días de entrenamiento bajo los soldados de su padre, y ahora su hermano que tomaba todo aquello que era legítimamente suyo era quien se había atrevido a humillarlo de la peor de las formas, y la desoladora realidad se estrelló contra él una vez más.

Con sigilo, Sakura se sujetó la falda del vestido al internarse en el bosque, allí pasaba las tardes cuando quería alejarse de la gente de la villa, en ocasiones algún animalillo le hacía compañía pero ahora todo cuanto la intrigaba era el haz de luz que había visto titilar a varios metros de distancia, tratando de caminar lo más rápido posible pero siendo cuidadosa, no queriendo asustar al ser que se encontrase allí, sabiendo cómo ser cautelosa, mal que mal vivía de ello. Entonces lo vio; se trataba de un hombre, el más hermoso que jamás hubiera visto, con rebelde cabello azabache con reflejos azulados y piel marfil, vestía unos elegantes ropajes azul oscuro—debajo una holgada camisa negra—compuestos por una larga chaqueta que era menormente cubierta por una armadura de placa central púrpura en su pecho, así como hombreras y muñequeras doradas al igual que el largo fajín que se mantenía asido a su cintura, las mangas eran ligeramente largas hasta casi cubrirle las manos y bajo la larga chaqueta portaba holgados pantalones azul claro, botas de cuero negro y sobre su hombro derecho colgaba una estola de piel blanca. Para alguien como ella ese hombre era de lo más extraño, parecía humano pero su presencia era diferente de cualquier otra, todos a quienes había conocido eran sombras e indiferencia pero este individuo era radiante, era como si su presencia destellara, atrayéndola a cada segundo.

Aún no puedo moverme, ¿cuánto tiempo ha pasado?, se preguntó Sasuke al darse cuenta de que no estaba solo y que aún no podía moverse como quisiera, mas advirtiendo movimiento y el tenue eco de pasos acercándose cada vez más a él, Sasuke se irguió con ayuda de sus brazos, gruñendo ante el ser que se encontrase en su camino, no le molestaría en absoluto tomar la vida de cualquier humano incauto que se hubiera acercado a él, pero no era una amenaza lo que se encontraba ante él, a menos de un metro de distancia sino una inocente chica de…¿doce o trece años? No parecía ser mayor que eso, con largo y ondulado cabello rosado que caía tras su espalda, brillantes ojos verdes, piel alabastro y expresión inocente, ataviada en un sencillo y muy desgastado vestido blanco o beige suave—era difícil saberlo—de escote redondo con mangas ceñidas hasta los codos desde donde se tornaban acampanadas y traslucidas hasta cubrirle las manos y falda lisa, y por sobre el vestido una chaqueta rosa muy pálido con sencillos bordados más oscuros, de escote en V cerrada hasta el vientre y sin mangas; es una chica humana, alguien insignificante, no puede hacerme nada, pensó Sasuke menospreciándola. Sobresaltada por el gruñido y la reacción del hombre, Sakura recordó la cantimplora con agua que siempre llevaba consigo y sin dudarlo vacío su contenido contra el rostro del hombre, había aprendido que así se calmaba a los perros y en ese momento él se parecía mucho a uno.

¿Agua?, superado por la acción de aquella chica que parecía compararlo con un perro cualquiera, Sasuke se sintió extrañamente tranquilo, debía reconocer que se merecía esa reacción de su parte, esta niña...un humano normal en su situación habría huido, pero por alguna razón y dejando atrás su reacción de alarma, aquella chica le sostuvo la mirada y no pareció asustarse al verlo, ¿por qué? Cuando Sasuke ya creía que aquello era suficiente y que la chica se iría, se sorprendió en cuanto ella se arrodillo junto a él, tomó su rostro entre sus manos y, rompiendo parte de las mangas de su desgastado vestido, comenzó a limpiar parte de los rastros de sangre y polvo de su rostro y piel, ¿por qué? se preguntó Sasuke, sin apartar sus ojos de la chica humana, con el ceño permanentemente fruncido por desconfianza. Ignorando el ceño fruncido del hombre y que parecía más tranquilo luego del agua que le había arrojado, Sakura se concentró únicamente en usar el agua de su cantimplora y limpiar las heridas visibles que tenía y los rastros de sangre que cubrían su rostro. Se veía igual que ella, solo y herido, sin nadie que lo ayudara y nadie debería estar solo, por lo que Sakura no dudo en estar ahí para él y ayudarlo, aunque él no lo pidiera. Sasuke, que tanto detestaba y despreciaba a los humanos, en ese momento se mantuvo quieto bajo el tacto de aquella chica que limpio su rostro y manos con sumo cuidado y respeto pese a no conocerlo, encontrando brevemente su mirada con la suya.

Con sus agudos sentidos, Sasuke no sentía emanar de ella oscuridad ni sentimientos ocultos de ninguna clase, solo calidez e inocencia, una inocencia como jamás había visto, jamás había presenciado tanto valor, no había un solo atisbo de miedo en los ojos de aquella chica, solo absoluta determinación y una generosidad sin límites. Tras haber limpiado sus heridas, Sakura se levantó lentamente, dirigiendo una última mirada al hombre antes de retirarse en silencio, ya no quedaba agua en su cantimplora y era evidente para ella que aquel hombre necesitaría alimento, lo que claramente no podría conseguir por su cuenta, herido como estaba, pero ella si podría hacerlo por él. Siguiendo con la mirada a la chica hasta perderla de vista, Sasuke pronto volvió a encontrarse solo con sus pensamientos, extrañado por aquella chica pero más tranquilo al no tenerla cerca y así fue por los próximos minutos u horas—inmóvil no podía inferir nada—, viendo el sol terminar de cruzar el cielo y ocultarse en el horizonte, cuando algo lo sorprendió como no había esperado. Regresó otra vez, comprendió el Uchiha sin moverse, ¿por qué había regresado esa chica?, ¿no había tenido suficiente con verlo herido?, ¿es que ahora intentaría matarlo? La respuesta llego cuando vio una hoja de gran tamaño siendo depositada a su costado y sobre esta un pez asado y algunas verduras, ¿esa chica le había conseguido comida?

—No es necesario que hagas esto— habló Sasuke tras tan prolongado silencio, sorprendiendo a la chica, —algo que detesto es la comida que ingieren los humanos— dio a saber ya que un dios no debería comer lo mismo que los humanos.

Conteniendo el aliento, sorprendida por la voz grave y seria del hombre pero que también le resultaba cálida, Sakura meditó sus palabras mientras se retiraba en silencio ya que aquel hombre necesitaba descansar y no quería incomodarlo, mas llevándose una mano al mentón de forma pensativa, ¿comida de humanos?, ¿entonces realmente aquel hombre no era humano?, ¿acaso era un demonio o un dios? Su corazón latió más rápidamente de solo pensarlo, le hacía sentir más tranquila de ser así porque no sentía sino miedo y desprecio por los humanos; comida de humanos, pensó Sakura en su camino, estaba claro que necesitaba conseguir algo mejor. Volviendo la mirada hacia otro lado, tratando de ignorar a la chica hasta sentir que se alejaba de su rango de visión, Sasuke dejo libre un suspiro, no quería admitirlo pero esta chica humana lo intrigaba, porque era valiente en la forma en que la mayoría de los humanos eran cobardes, aparentemente era muda o no podía hablar pues ya le habría dicho algo de otro modo, pero sus grandes ojos esmeralda hablaban por ella reflejando sus emociones con total transparencia, preocupándose por él a pesar de no conocerlo y más en su condición; pálida, delgada y visiblemente demacrada, ¿Por qué era tan generosa? Acomodándose para que su estola estuviera bajo su cabeza, Sasuke volvió la mirada hacia la comida de la chica, entornando los ojos sin otro remedio; nunca había comido comida humana, pero tendría que hacerlo para recuperarse…


PD: Saludos mis amores, como les prometí que esta historia se compondría de multiples arcos y he aquí el segundo , que espero disfruten tanto como la primera, como siempre agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "La Reina Olvidada", luego "Más que Nada en el Mundo" o "Reina de los Vampiros" y nuevamente "Kóraka: El Desafío de Eros", lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a NagatoYuki-chan (animándole a publicar su historia "Tsunade Camino a la Corona", y agradeciendo sus palabras) y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Una Nueva Pareja Protagonista: Okey, llegamos a un punto de la trama que es mi favorito, junto con otros a futuro, pero a pesar de lo que representa la sinopsis de la historia Sasuke no se ha vuelto el protagonista sino que tendrá mucha más participación y desarrollo como personaje cortesía de nuestra querida Sakura. La trama continua, Sasuke busca poder demostrar que su padre Fugaku se equivoco al legarle a Celik a Itachi y en el proceso se ve herido por la onda de relámpago de la espada, siendo en el proceso salvado por la espada que le heredo su padre y que tanto odia; Desi, y la espada transporta a Sasuke a un lugar seguro y donde se encuentra la inocencia absoluta para ayudarlo, que es nuestra querida Sakura. Antes de que alguien me acuse a la ONU o piense en hacerlo, de ahora en más la relación entre Sasuke y Sakura será meramente platónica y de protección de él hacia ella, nada tan romántico, aun, dado que él aparenta 20 años y ella tiene 13. Como siempre, algunas de las modificaciones de este capitulo están inspiradas en "The Through Time: The Adventures of Inuyasha and Kagome" de XFangHeartX, agradeciendo su permiso para inspirarme en su maravilloso trabajo, del cual siempre disfruto y que recomiendo ampliamente.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3