-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Change the World" de V6 para Itachi, "Dernière Danse" de Indila para Izumi, "Mermaid" de Pauline Skott para Sasuke & Sakura, "Cake By The Ocean" de DNCE para Hinata y Naruto, y "Hotter Than Hell" de Dua Lipa para el contexto del capitulo.


Nuevamente usando su habitual atuendo de seda de las ninfas estigia, Itachi se paseó en la sala del hogar de Tsunade, todos acababan de volver hacía al menos media hora al siglo XVI a través del pozo, Itachi podría haberse pasado la noche entera en la época de Izumi y los días sucesivos, lo que hiciera feliz a la wiccan, lo hacía feliz a él, pero Izumi aparentemente no podía imaginarse excluyendo a su mundo de la celebración y el semidios no pudo evitar sonreír ladinamente al pensarlo, deteniendo sus pasos y dirigiendo sus mirada hacía la escalera tan pronto como escuchó los pasos de Izumi en la planta alta. Sujetándose la falda del vestido y casi brincando al descender los escalones, Izumi sonrió y se detuvo al hallarse frente a Itachi, cruzando las manos sobre su regazo, esperando su evaluación de su persona y que la hizo sonreír; la wiccan portaba un femenino vestido celeste claro con falda de velo de múltiples capas—aparentemente la superior era de tul—, pero que pasaba desapercibido en su mayoría por una chaqueta superior de seda celeste grisáceo estampada en plumas marrón claro, de escote redondo y cortas mangas ceñidas a las muñecas, donde continuaban en acampanadas mangas traslúcidas que le cubrían las manos, y ceñida a su cuerpo por un fajín de la misma tela que resaltaba su estrecha cintura, y sus largos rizos castaños caían sobre sus hombros y tras su espalda, recogido por un broche en forma de rosa decorado por cristales azules en una trenza mariposa, lady Tsunade le había obsequiado el vestido y la había ayudado a calzárselo al llegar, pero ella se había entretenido con los demás pormenores.

—Perdón por hacerte esperar, no podía decidir cómo peinarme— se disculpó Izumi, finalmente recuperando el habla, —¿Cómo me veo?— consultó, alisándose la falda.

—Hermosa— aseguró Itachi con una sonrisa, aún más prendado de ella de ser posible.

—La responsabilidad es de lady Tsunade, ella puede hacer que alguien sin gracia se vea hermosa con un vestido así— difirió la wiccan, no pudiendo llevarse el crédito.

—No te ofendas a ti misma— protestó el semidios, considerándola hermosa a ella y no al vestido. —Eres una diosa en cuerpo de mortal— añadió, refiriéndose siempre a ella de esa forma. —Pero, falta algo— consideró intencionalmente, haciéndola arquear una ceja.

Al llegar, Tsunade había sido muy generosa al obsequiar un nuevo vestido a Izumi, mismo vestido que ella se hallaba usando en ese momento y que se veía hermoso gracias a ella, pero Itachi tenía su propio regaló y lo descubrió por fin, revelando uno de sus brazos y que había mantenido oculto tras su espalda, sosteniendo un pequeño estuche de terciopelo y que él abrió ante la sorprendida mirada de la wiccan. Se trataba de un collar de oro, no era tan extravagante como otras joyas que pudieran existir, no como el maldito collar que el arrogante de Shisui le había obsequiado anteriormente, pero era hermoso, compuesto por una fina cadena de la que pendían quince peñas cuentas de oro y a juego con unos pequeños pendientes en forma de lágrima decorados por diminutos diamantes que brillaban a la luz; tal vez Shisui pudiera presumir de llenar a Izumi de joyas más extravagantes, pero Itachi tenía su propia forma de cortejarla, su fallecida madre Eshima había sido básicamente una princesa y le había legado su ajuar completo al fallecer, ajuar que Itachi mantenía siempre en un lugar seguro y sin una destinataria, mas deseaba que Izumi lo fuera, y aguardó por su reacción, esbozando una sonrisa complacida al ver el brillo en sus ojos y la sonrisa en sus labios. Dando un paso más cerca, Izumi alargó su mano para acariciar cuidadosamente las cuentas del collar, no habiendo visto nunca una joya así de hermosa en su vida, era su tipo de joyería al no ser tan extravagante, la que ella se detendría a ver en cualquier tienda de su época, si la viera por supuesto.

—Mi regalo para ti, Feliz Navidad— verbalizó Itachi, haciendo que ella alzara la mirada.

—Itachi, es precioso— suspiró Izumi, completamente conmovida por el presente.

—Era de mi madre— aclaró el semidios, deseando que ella lo supiera. —Quiero que tú lo tengas— añadió ante la sorpresa que vio en sus ojos.

—Pero, Itachi…es muy valioso, no puedo— titubeó la wiccan negando para sí, no sintiendo merecer algo tan significativo.

—Ella querría que lo tuvieras, estoy seguro— protestó él, negándose a oír una réplica.

—Gracias— sonrió ella, enternecida, —¿Lo pongo yo sola?— preguntó con inocencia.

—Déjame a mí— negó Itachi, tomando el collar del estuche y tendiéndole los pendientes.

Sonriendo, Izumi se sujetó cuidadosamente el cabello con las manos para despejar su rostro, mordiéndose el labio inferior y luchando contra la emoción y ternura que sentía en su corazón ante el regalo de Itachi, deseando brincar como la niña que seguía siendo en el fondo mientras aguardaba a que el semidios lentamente envolviera el collar alrededor de su cuello; si, era una chica que, como muchas, pensaba que los diamantes eran los mejores amigos de una chica, pero aunque las joyas extravagantes le gustaran, ¿Cuándo tendría ocasión de usarlas? El collar que Shisui le había obsequiado reposaba en el fondo de su joyero en su tiempo, nunca podría usarlo en el siglo XXI por ser demasiado llamativo y elegante, pero ¿El collar de Itachi? Izumi se llevó una mano al cuello para jugar con las pequeñas cuentas de oro, podría pasar por una joya no demasiado costosa y podría usarlo siempre que quisiera, le era infinitamente más valioso y no solo por eso, sino porque era de Itachi, porque él se lo había obsequiado y también porque había pertenecido a su madre, e Izumi se prometió cuidarlo muchísimo. Sintiendo a Itachi cerrar el broche del collar y acomodar la cadena alrededor de su cuello, Izumi finalmente dejó que sus rizos cayeran nuevamente sobre sus hombros y volteó a ver a Itachi, cuya mirada se centró en el collar alrededor de su cuello, pero pronto alzó sus orbes ónix para encontrarlos con los suyos mientras ella se colocaba los pendientes bajo su atenta mirada, haciéndola sonrojar por la intensidad en sus ojos, ¿Cómo esperaba que ella no se desmayara?

—Es mucho menos ostentoso que lo que ese Lycano te obsequio— meditó Itachi en voz baja, hablando más para sí que para ella evidentemente.

—Oh, siento celos en ese tono— comentó Izumi habiéndolo escuchado muy bien.

—¿Está mal?— preguntó el semidios, temiendo ofenderla con ese sentir hacia ella.

—No lo decido aún— negó la wiccan únicamente, esbozando una sonrisa divertida.

Era un sentir extraño ser el foco de celos de alguien, pero no de una forma negativa o no como la envidia, al final los celos eran solo inseguridad e Izumi lo sabía por el conocimiento de su propio tiempo, pero no pudo evitar morderse el labio inferior, pues también significaban que ella era lo suficientemente importante para Itachi como para que él sintiera celos porque alguien más la pretendiera, pero ese no era el mejor momento para pensar en esas cosas y ella se lo recordó, indicándole al semidios que la siguiera hacía el exterior de la casa, donde la fiesta aguardaba por ellos, tomándolo de la mano y sintiendo al semidios dejarse hacer dócilmente bajo su tacto, abriendo la puerta y cerrando esta tras su partida, localizando cuanto antes a sus amigos con la mirada. "Los celos con el amor van", eso rezaba un refrán que Itachi había crecido escuchando, y no es que se sintiera inseguro por Shisui ni nada, quizás si al principio, pero no luego de todo lo que Izumi y él habían atravesado, de los importantes que eran el uno para el otro, mas…aunque Itachi siempre pareciera perfectamente humano a ojos de terceros, tenía instintos no propios de un humano y que lo llevaban a actuar de forma quizás no tan racional, porque estaba en la naturaleza canina de sus orígenes divinos ser posesivo, no es que Izumi fuera una posesión u objetivo para él, pero Itachi siempre la había sentido suya desde que la había conocido y siempre se había sentido suyo, y le gustaba que eso estuviera claro, además de que sus sentimientos por ella era muy serios…

Sentada en el otro extremo del campamento, vigilada por el señor Suigetsu, Sakura terminó de armar las coronas de flores que llevara horas diseñando, teniendo mucha práctica en ello...era navidad, una celebración humana, pero con la que Sakura había crecido en sus primeros años de vida y sentía que debía dar algo a lord Sasuke y al señor Suigetsu, levantándose por fin de su lugar y acercando sus pasos hacía donde hallaba lord Sasuke, sentado con la espalda recargada contra un árbol. La Haruno portaba un sencillo vestido de seda amarillo brillante, de escote corazón y mangas ceñidas hasta las muñeca, con falda de una sola capa, encima una chaqueta verde oliva traslucida, sin mangas y repleta de bordados dorados de flores de cerezo, de escote en V ligeramente bajo y cerrada hasta la altura del vientre donde se abría en A bajo el vientre, y sus largos rizos rosados caían sobre sus hombros y tras su espalda, peinados por una diadema de oro en forma de flores de cerezo decorada por cristales oliva y esmeraldas a juego con unos pendientes de oro en forma de lagrima. Como siempre, Sasuke se hallaba tranquilo y sondeando su entorno a través de sus sentidos, podía tener los ojos cerrados, pero siempre estaba concentrado en lo que lo rodeaba, solo aguardaba a que Sakura deseara buenas noches a Suigetsu y él antes de irse a dormir como siempre; el caso del Hozuki no era muy diferente, leyendo los informes que le llegaban de la corte, y levantándose a su lugar al ver a Sakura acercarse al Lord del Oeste, temiendo que lo molestara.

—Lord Sasuke…— inició la Haruno, mordiéndose el labio inferior y temiendo fastidiarlo.

—¿Qué sucede, Sakura?— el Uchiha abrió los ojos y concentró su mirada en la pelirosa.

—Tengo un regalo para usted— tendió la joven, extendiéndole una corona de flores.

—¿Para mí?— más bien afirmó el Lord del Oeste, ligeramente sorprendido.

—Y también para el señor Suigetsu— asintió Sakura, volviendo la mirada hacía el Hozuki y tendiéndole la otra corona de flores. —Sé que quizás los dioses no lo celebren como los mortales, pero hoy es navidad, y entre los humanos acostumbramos a pasar la celebración con quienes amamos y nos son importantes, y se suelen dar regalos— explicó ante la mirada que el peliceleste le dirigió, arqueando una ceja. —No tengo mucho, pero espero que esto pueda demostrarles lo importantes que son para mí, y lo agradecida que estoy de poder viajar con ustedes. Gracias, de todo corazón— declaró, sonriendo a ambos.

—Sakura…— murmuró Suigetsu, claramente pensando en decirle algo sobre los modales.

—Es un magnífico regalo— interrumpió Sasuke, no queriendo que ella se sintiera mal.

—¿En serio le gusta?— Sakura contuvo el aliento a causa de la emoción.

—Claro, la llevaré siempre conmigo— prometió el Uchiha, viéndola a los ojos. —Y Suigetsu también, ¿no es así?— inquirió, dirigiendo su mirada hacia su amigo y vasallo.

—Sí, mi señor— asintió el Hozuki en el acto, incapaz de contrariarlo o desafiarlo.

—Pero, ya que hablas de regalos, creo que tú también mereces uno— decidió Sasuke, sintiendo que ella merecía un regalo por sus atenciones.

Levantándose de su lugar sobre el suelo, para hallarse a la misma altura que Sakura—aunque era un poco difícil verlos como "iguales" ya que la joven pelirosa le llegaba a la mitad del pecho—, Sasuke sostuvo la corona de flores que Sakura acababa de darle y la sostuvo contra el aire para sorpresa de Sakura, que la vio solidificarse como si se convirtiera en diamantes y desaparecer para extrañeza de la joven, que sonrió al ver el patrón estamparse en las muñequeras de la túnica del Uchiha, prueba de que cumpliría su promesa de llevar su regalo siempre consigo, para su alegría, pero, al mismo tiempo un símbolo de sus muñequeras se desvaneció en las manos del Uchiha se materializó un pequeño cofre ovalado que sostuvo frente a ella, abriéndolo. En el interior reposaba un pequeño almohadón de seda carmesí, que sostenía un collar que el dios perro extrajo con sumo cuidado, tendiendo el cofre a Suigetsu—quien lo recibió de inmediato, sin soltar la corona de flores que Sakura le había obsequiado y que acabó colocándose sobre la cabeza—, que no dudo en recibirlo; el collar que el lord del Oeste extrajo estaba compuesto de una larga cadena de oro que sostenía un dije de oro, ligeramente tosco o como un grueso margen del que pendía una perla en forma de lágrima y en el centro una soberbia joya en forma de lágrima, casi del tamaño de su mano…Sakura no sabía si era una esmeralda o un diamante, era enorme y relucía de un verde encantador, tanto que ella no pudo evitar alargar una de sus manos y trazar la joya, mientras el Lord del Oeste la observaba; Sakura siempre pensaba en los demás, merecía un regalo también.

—¿Qué es?— inquirió Sakura, no habiendo visto

—Es un cristal de Murano, una joya única en el mundo— contestó Sasuke, observándola atentamente, —como tú— comparo, no sabiendo de otro ser humano como ella.

—La llevaré siempre conmigo— prometió la Haruno con una deslumbrante sonrisa.

Al comienzo, Sasuke no había sabido si era su mejor decisión mantener a Sakura cerca suyo, era una humana y él seguía teniendo sentimientos conflictivos con respecto a esa raza, aquella que solo parecía causar mal sobre la Tierra y vivía ofendiendo a los dioses y al orden natural de las cosas, pero el tiempo le había demostrado que Sakura era una persona de buen corazón, tanto o más que la wiccan llamada Izumi que acompañaba a su hermano y por quien él parecía tener sentimientos románticos, Sakura y él ni siquiera llevaban conociéndose tanto tiempo, pero por primera vez en su vida Sasuke sentía que había entablado una amistad y todo se lo debía a esa frágil humana, cuya sonrisa podía ablandar su estoico corazón como ni siquiera su madre en sus dominios podía hacer, ¿A qué se debía? Con sumo cuidado, Sasuke dio un paso más cerca de Sakura y sostuvo el collar para colocarlo alrededor de su cuello, siendo la cadena lo suficientemente larga como para que él no tuviera que desabrocharla, pasándola por su cabeza y acomodando con idéntico cuidado los rizos rosados de la Haruno, que sostuvo el dije entre sus manos; llevaba tiempo deseando darle un presente a Sakura, ella siempre lo seguía a donde fuera y jamás se quejaba, estaba ahí para escuchar y apoyar, se había convertido en su súbdita y acompañante tanto como Suigetsu, con una diferencia, él nunca debía preocuparse por el Hozuki al ser este un ser inmortal como él, pero en cambio siempre se preocupaba por Sakura, le aterraba que algo pudiera pasarle si él volvía a no estar cerca.

¿Eso se sentía al tener a alguien a quien proteger?

La fiesta era maravillosa, tanto como podría serlo cualquier celebración del siglo XXI e incluso más a entender de Izumi, que—pese a no haber visto a sus otros amigos desde que se había cambiado de ropa— sonrió y aplaudió encantada al ver a todos los presentes bailar, en los días anteriores había visto el júbilo y la emoción en los rostros y corazones de todos, pero nada se comparaba con la alegría que veía ahora mientras todos se tomaban de la mano y bailaban juntos, olvidando cualquier problema o enemistad pasada, los hombres tan guapos y galantes con sus mejores atuendo y las mujeres con flores entretejidas en el cabello o coronas de flores blancas y rojas sobre la cabeza, en tanto ella aguardaba sentada en una banca junto a la mesa donde Itachi la había dejado. Evitando a las personas en su camino, tratando de no chocar con estas por error debido al júbilo de todos y lo poco concentrados que se hallaban—agradeciendo más que nunca sus sentidos intensificados—, Itachi recorrió las calles de la villa de regreso con Izumi, solo se había separado de su lado para ir en busca de lo necesario para hacer un brindis, cargando con una jarra de vino y sonriendo ladinamente al observar a Izumi sentada donde él la había dejado antes y profundamente entretenida viendo a las demás parejas bailar, él dejando la jarra sobre la mesa y las copas de plata, haciéndola volver la mirada por sobre su hombro y sonreír al volver a verlo, justo la reacción que él tanto disfrutaba contemplar, procediendo a servir el vino en las copas de plata, tendiéndole una a ella.

—Un brindis— sugirió Itachi con una sonrisa ladina, alzando su copa.

—¿Por qué?— preguntó Izumi, pese a no tener problema en imitarlo.

—¿Se debe tener alguna razón?— cuestionó el semidios, arqueando una ceja.

—Touche— contestó la wiccan, fingiéndose seria y sosteniéndole la mirada.

Viendo a Itachi a los ojos, Izumi chocó su copa contra la suya, pero justo cuando ella pretendía llevarse la copa a los labios para beber, Itachi envolvió su brazo alrededor del suyo de tal forma que sus brazos quedaron unidos y aun así ambos asumieron el reto de beber de sus respectivas copas, entre risas y más cuando debido al agarre del brazo del otro, tuvieron que beber el contenido completo de sus vasos, en el caso de Izumi implicaba beber todo un vaso de vino, cuando apenas y lo había probado debido a su edad en su tiempo. Para Itachi por otro lado, no significaba ningún reto, en el siglo XVI se consideraba que beber agua no era tan aconsejable, pues podía ser insalubre, era mucho más aconsejable beber vino, aunque de cualquier forma Itachi no tendía a hacerlo; primero, no tenía necesidad, el licor no lo afectaba, y en segundo lugar con su olfato, podía rastrear corrientes de agua pura y saber dónde encontrar agua perfecta para beber, pero si estaba de acuerdo con la visión de los humanos de que quizás se merecía beber algo especial en un día u ocasión especial, y nada podía ser más especial para él que ese día. Riendo, Izumi librero su brazo del agarre de Itachi, dejando la copa ahora vacía sobre la mesa, llevándose una mano a los labios y sintiéndose ligeramente más torpe debido al alcohol, era la primera vez que bebía en su vida y sabía por su familia que no tenían precisamente mucha resistencia etílica, pero lejos de afectarla negativamente, la wiccan solo se sintió proclive a reír, lo que sin duda hizo gracia al semidios, que encontró su mirada con la suya, mas a su entender no podría verse más perfecta.

—Ven, vamos a bailar— instó Itachi, levantándose de su asiento y tendiéndole la mano.

—Creí que no bailabas— mencionó Izumi, dejándose guiar por el semidios.

—¿Quién dijo semejante cosa?— negó él, antes de darse cuenta del andar lento de ella, meditabundo, —¿Qué pasa?— inquirió, no queriendo obligarla a nada.

—Es que no sé cómo bailar esto— confesó ella, avergonzada al ver a las demás parejas.

—Yo te enseño— sosegó el semidios, tomándola de las manos, —¿Confías en mí?— consultó para estar seguro, viéndola a los ojos.

—Siempre— asintió la wiccan sin dudarlo, no necesitaba pensarlo siquiera.

No era como si Itachi fuera precisamente un maestro en ello, pero sabía lo suficiente y no dudo en guiar a Izumi, sosteniendo sus manos contra las suya y lentamente la atrajo y alejo hacía si por el agarre que mantenía alrededor de sus manos, viéndola esbozar una luminosa sonrisa mientras él soltaba una de sus manos elevaba su brazo para hacerla dar una vuelta, maravillado con el brillo en su rostro, con el bamboleo de sus rizos mientras se movía, atrayéndola nuevamente hacía si, sosteniendo sus manos entre las suyas y ambos moviéndose así, uno junto al otro, viéndose a los ojos. Izumi no pudo evitar sonreír, el baile más simple que existía en su tiempo era el vals con el simple compás de; un, dos, tres; un, dos, tres…ella estaba mortificada ante la idea de fallar por ejecutar un baile que no conocía, pero Itachi lo hizo fácil y eso la hizo sonreír, contando el compás de los pasos; uno, dos, tres, cuatro, antes de dar la vuelta y repetir el mismo compás, las otras parejas ejecutaban el mismo baile, ella lo vio, pero Itachi lo hacía diferente, ella lo comprobó cuando el semidios soltó una de sus manos y la hizo dar una vuelta, volviendo a atraerla hacía sí y haciéndola reír. La música se ralentizó, prueba de que la pieza había terminado, y solo entonces Itachi terminó de hacer girar a Izumi entre sus brazos, ambos viéndose a los ojos y él inclinándose para besar devotamente el dorso de su mano, seducido por la luminosa sonrisa que adornaba su rostro y que solo pareció crecer mientras ella ejecutaba una reverencia como respuesta, ambos sin dejar de verse a los ojos...

Puede que no hubieran visto otra vez a Izumi desde su regreso al siglo XVI, queriendo darle sus propio espacio y ellos mismos queriendo integrarse a las celebraciones que ya habían iniciado en su ausencia, pero eso no quería decir en absoluto que Hinata, Naruto, Neji o Konohamaru no supieran dónde estaban, porque de hecho lo hacían, y la sicaria no dudó en aplaudir emocionada mientras veía a Itachi e Izumi bailar, absolutamente extasiada por la alegría de la pareja y que se veían más unidos que antes de ser posible, y no era de extrañar con la sonrisa en el rostro de Itachi. La Hyuga portaba un femenino vestido azul pastel de escote corazón, cerrado por cinco botones de plata y ceñido a su esbelta figura, con falda de una sola capa, y mangas ceñidas a las muñecas repletas de bordados plateados en forma de estrellas a juego con los bordados en los lados del corpiño y en la falda superior que se formaba en A gracias a una capa de encaje, con su largo cabello azul oscuro peinado en elegantes ondas para caer sobre su hombro izquierdo y tras su espalda, resaltando una corona de flores blancas y azules que lady Tsunade había colocado sobre su cabeza, a juego con el delicado collar alrededor de su cuello con pendientes a juego, regalo de navidad de Naruto. Y hablando de su prometido, Hinata no pudo evitar sonreír y arquear una ceja al concentrar su mirada en Naruto y Neji, que estamparon sus jarras vacías de cerveza sobre la mesa en que se hallaban sentados, sosteniéndose la mirada a modo de desafío y sonriéndose ladinamente.

—Alguien tenía sed— comentó Hinata únicamente, intercambiando una mirada con Kohamaru sentado a su lado.

—El licor en la época de Izumi es más afrutado y condensado— reconoció Naruto, mientras Neji se levantaba de su asiento en busca de más alcohol, —pero nada compara la cerveza de nuestro tiempo— obvió, resultándole más apetecible que el vino.

—No puedo quejarme— confirmó Neji, regresando a la mesa con dos nuevas jarras de cerveza. —Salud, a brindar— instó, chocando su jarra con la del rubio.

—No es justo, ¿Por qué ustedes pueden beber como zánganos y yo no?— cuestionó Hinata, sintiendo que ella se hallaba en desventaja. —No digan que es porque soy mujer— alegó, observándolos seriamente a ambos.

—No, no es por eso— negó el Hyuga, no deseando que su hermana pensara así.

—Tememos como seas estando ebria con toda la personalidad que ya tienes— aclaró el fraile, viendo a su prometida entrecerrar los ojos únicamente. —Este año fue por lejos el mejor de todos los que hemos vivido— consideró en voz alta. —Todos a nuestra manera hemos perdido algo importante; padre, madre, hermanos, amigos, aliados...pero, dicen que lo importante no es el destino sino el viaje— intercaló su mirada entre ambos hermanos, y al pequeño Garuda. —Nos tenemos los unos a los otros y hemos conocido maravillas más allá de lo imaginable— quizás fuera el alcohol, pero podía ser muy filosófico cuando se lo proponía.

—Naruto tiene razón— asintió Neji, completamente de acuerdo con esa visión. —Brindemos por eso— instó, alzando su copa en un brindis.

—Salud— secundó Hinata, estando más que de acuerdo con eso.

Siendo quizás la única oportunidad que tendría de hacer lo que quisiera, y aprovechando lo distraído que Naruto se encontraba, Hinata alargó su mano y la envolvió en torno a la jarra de cerveza, tomando esta de la mesa antes de que Naruto lo hiciera y llevándosela a los labiosa para sorpresa de su hermano así como de su prometido, bebiendo el contenido lo más rápido posible, sintiendo la fresca sensación de la cerveza descendiendo por su garganta; Hinata no disfrutaba del vino, le resultaba un licor demasiado pesado y solo lo había bebido en la época de Izumi al brindar por la celebración, nada más, pero la cerveza…pese a no haberla probado nunca, la Hyuga tuvo que admitir que le resultaba infinitamente más apetecible, dejando la jarra ahora vacía sobre la mesa y limpiándose los labios con el dorso de la mano. Decir que Neji estaba sorprendido era un eufemismo, el hombre estaba congelado en su lugar y observando lo que su hermana acababa de hacer, prácticamente boquiabierto y no pudiendo creerlo, haciendo que Konohamaru aplaudiera emocionado y ante lo que la pequeña Hina no dudo en subir a la mesa y frotarse contra su amiga, en su forma de gata por supuesto, pero quien también no dudó en aplaudir fue Naruto, indicando a una mesera que pasaba que trajera otras dos cervezas, pero ahora no para Neji y él, sino para los tres en la mesa, sonriendo a su prometida que sujeto la jarra de cerveza y la chocó contra la suya, ambos intercambiando una sonrisa mientras el sorprendido y divertido Neji los imitaba lo mejor posible, saliendo de su estupor.

Era una noche para celebrar después de todo.

El eco de música y bailes aún podía escucharse y con razón, era como si de alguna forma las celebraciones pudieran extenderse hasta la madrugada, así se sentía e Izumi no había visto a nadie yéndose a dormir aún desde su llegada, solo faltaban los niños, aunque en ese caso era entendible pues los pequeños debían haberse ido a dormir al inicio de las celebraciones, que Konohamaru continuase en la fiesta con los adultos era la excepción por ser un Garuda y no un humano como todos los demás que asistían a la celebración. Tambaleante a causa del vino y quizás algo aletargada por haber bailado tanto, Izumi río divertida mientras Itachi y ella finalmente se alejaban de centro de la villa donde todos continuaban bailando, quizás los demás pudieran seguir con aquella ajetreada rutina, pero ella ya no, y lo demostró al detener sus pasos para quitarse los zapatos, ayudada por Itachi, quien le sonrió mientras la levantaba ligeramente la falta para facilitarle la labor. Como siempre, Itachi ofreció su brazo a Izumi, que se sostuvo de él al caminar, puede que hubiera mucho ajetreo en la villa pese a la hora que era—el alba estaba a solo un par de horas de distancia con seguridad, no necesitaba ver un reloj para saberlo—, pero todos estaban reunidos bailando o bebiendo que nadie los vio recorrer las calles, ni nadie podría haber extendido una crítica a Izumi por quitarse los zapatos, estaban rodeados de personas y al mismo tiempo a solas, tan libres como para poder decir y hacer lo que quisieran, permitiéndoles sostener una de las manos del otro contra la suya.

—Fue una celebración magnifica— admitió Itachi, rompiendo con el silencio, —pero no habría sido posible de no ser por ti— aseguró, centrando su mirada en ella.

—Me concedes demasiada importancia— difirió Izumi, no sintiéndose tan importante. —Además, las noches es joven, aún no termina— dirigió, riendo como una niña emocionada.

—¿Pretendes quedarte despierta hasta el alba?— cuestionó el semidios, divertido ante la idea.

—No sería la primera vez— asintió la wiccan, riendo por lo mismo. —Cuando era niña solía encerrarme en el armario y espiaba como guardaban los regalos cada año. Jamás creí en ese cuento de Santa Claus, aunque era lindo dar la ilusión que sí— confesó, siempre hablándole de lo que no le decía a nadie más.

—Nunca dejas de sorprenderme— sonrió él, viéndola como una auténtica maravilla.

—Me honra el halago— asintió ella, fingiendo una ligera reverencia a modo de broma.

Una tradición con la que Izumi había crecido, era el engañar a los niños o hacerles creer en algo que no existía como era el caso de Santa Claus, ella lo decía porque su padre le había contado la historia completa de niña y aun así ella había elegido no creer, algo le había dicho que no era real, claro que tras el nacimiento de su hermanito Inabi ella no le había quitado la magia y en cada navidad le hacía creer que Santa Claus si traía los regalos, por eso ella había rotulado los regalos como "Santa Claus" o su duende, sonriendo al siempre colocarse la labor de ser el duende de Santa en cada navidad, ¿Por qué matar una tradición tan bella? Según Albert Einstein, se podía creer que no existían los milagros o que todo era un milagro, y ella elegía creer en lo según. Por su parte, Itachi se había familiarizado con "Santa Claus" por la visión de la época de Izumi, si creían en ello en el siglo XVI, pero no como en la época de Izumi, la base de la celebración de Navidad era el "nacimiento" de Jesús, pero el semidios eligió creer en la visión que la wiccan tenía, le era más divertido por lo que había visto en la televisión, esbozando una sonrisa ladina al recordarlo, pero también prendándose de la bella mujer a su lado, ¿Es qué la celebración podía ser más perfecta de lo ya era? Izumi lo iluminaba todo con su presencia; desviando la mirada hacía el camino por el que ambos transitaban, Izumi entrecerró los ojos al ver una planta colgando por el umbral de una de las casas por donde pasaron, exactamente sobre sus cabezas y detuvo sus pasos para comprobar que se trataba de eso:

—Oh, creo que la noche no termina aún— río Izumi, reconociendo la planta sobre ellos.

—¿Por qué?— inquirió Itachi, no entendiendo de que hablaba hasta que ella lo instó a ver arriba. —¡Muérdago!— jadeó al entender, riendo como ella.

—Supongo que conoces tradición, ¿O no es así en el siglo XVI?— cuestionó la wiccan, no sabiendo si la tradición que ella conocía ya existía o no.

—Depende, ¿Qué tradición?— preguntó el semidios, arqueando una ceja con extrañeza.

—Se supone que, si dos personas están bajo un muérdago, deben besarse— resumió ella, viéndolo a los ojos. —Pero no se sí seas tan valiente como para hacerlo— desafió sosteniéndole la mirada pícaramente.

—Creí que eso ya te lo había demostrado— confirmó él con una sonrisa ladina, airoso.

—Bésame entonces— exigió Izumi sin apartar su mirada de la suya, deseándolo.

Si más personas estuvieran cerca, Itachi no podría cumplir su solicitud, se pensaría tan mal de ambos por ser tan íntimos en el exterior, al aire libre, con tantas otras personas que pudieran aparecer y encontrarlos, pero en ese momento todo se sentía absolutamente perfecto y el semidios no dudo en cumplir el deseo de la wiccan, inclinando su rostro sobre el suyo y besando sus labios, sintiendo a Izumi relajarse inmediatamente entre sus brazos, envolviendo sus brazos—aun sosteniendo sus zapatos—alrededor de su cuello mientras él rodeaba su estrecha cintura con sus brazos. Como en tantas ocasiones, un simple beso no bastaba para ambos, necesitaban más, necesitaban todo del otro, presionando sus labios y que se movieron en respuesta a los del otro, tiernos a la par que desesperados, Itachi mordisqueando el labio inferior de Izumi, quien no dudo en entreabrir sus labios para permitir el ingreso de la lengua del semidios, no tardando en envolver la suya en respuesta, ambos temblando en brazos del otro. Llevaba pasando los últimos días juntos casi ininterrumpidamente, atrás había quedado la amenaza de los dioses dragón y, sin embargo, pese a no estar verdaderamente solos para expresarse como querían en ese momento, ambos se sintieron más cerca el uno del otro, necesitándose, ansiándose como nunca antes, sintiendo como la llama había crecido entre ambos, envueltos en el aroma del otro en medio de su abrazo. Itachi se sintió verdaderamente completo al tener a Izumi a su lado, por primera vez en años de soledad y angustia se sentía completamente libre, se sentía feliz…

La celebración continuaba perfectamente, ninguno de los que asistían a ella parecía sentir sueño y nada alegró más a Tsunade, quien sonrió a las personas en su camino, pero en busca de alguien en específico; el alba comenzaría dentro de…¿Dos horas? Era increíble cómo se desarrollaba el tiempo, mas pese a la hora continuaban llegando "invitados" a la celebración y uno muy especial acababa de hacerlo, para ver a Izumi. La Senju portaba un sencillo vestido rojo de escote redondo—con un falso escote en V debajo—cerrado por seis botones de igual color, falda de una sola capa y mangas ceñidas a las muñecas, encima vestía una chaqueta superior color rojo, repleta de bordados de hilo cobrizo para replicar rosas, sin mangas y de escote redondo cerrado bajo el busto por cinco botones de oro hasta la altura del vientre, donde la falda se abría en A bajo el vientre, su largo cabello rubio estaba peinado en una coleta por una cinta roja y resaltaba unos pendientes de oro en forma de rosa con un cristal rojo en forma de lágrima al final a juego con la guirnalda alrededor de su cuello. La wiccan hizo preguntas a las personas en su camino, buscando a Itachi e Izumi por toda la villa, no sabiendo dónde estaban ni dónde buscar…hasta que recordó un lugar significativo, el árbol sagrado y se dirigió hacia ella, sujetándose la falda del vestido para no tropezar, y congelándose en el claro al hallar a la pareja muy ocupada besándose, sentados en la base del árbol sagrado, y aunque la mortificó interrumpir, Tsunade se aclaró la garganta para llamar la atención de ambos.

—Izumi— inició la wiccan, viendo a la joven tan abochornada como el semidios. —Alguien vino a verte— inició, disimulando una sonrisa al no haberle molestado verlos así.

—¿Quién?— inquirió la joven, no esperando la visita de nadie.

Observando a la joven pareja, feliz de que su relación progresara como lo hacía, todo lo que Tsunade hizo fue sonreír en silencio a la joven wiccan e indicarle que la siguiera, lo que Izumi no dudo en hacer, intercambiando una mirada con Itachi y procediendo a levantarse de las raíces del Árbol Sagrado, y sacudiéndose la falda del vestido en el proceso, siendo seguida prontamente por el semidios que albergaba la misma curiosidad que ella. Debido al silencio de lady Tsunade, que se negó a decir algo más durante su camino, siendo manteniendo aquel aire de misticismo, Izumi no pudo evitar preguntarse una y otra vez, ¿Quién era su visitante? No podía tratarse de nadie que ella conociera, no conocía a ningún humano que pretendiera hacer el largo viaje por su cuenta, y a ningún ser sobrenatural que supiera lo importante que era la festividad, quién podía ser…cuando cruzaron la entrada de la villa, Izumi se detuvo al reconocer la silueta de un hombre esperando por ella, de espaldas, jugando una daga entre sus dedos, de corto cabello azabache oscuro. Antes de distinguir la figura del hombre, Itachi supo que se trataba de Shisui con solo percibir su olfato, y aunque tuvo el impulso de acercarse a Izumi para marcar presencia, Tsunade lo sujetó del brazo y le impidió hacer eso, guiándolo de regreso al ajetreo de la villa y más concretamente hacía la mesa donde se hallaban Naruto, Hinata, Neji, Hina y Konohamaru, que lo recibieron con extrañeza antes de buscar a Izumi con la mirada y guardar silencio ante el hombre que se volvió hacía ella, sonriéndole.

—Hola, Shisui— sonrió la wiccan, feliz de volver a verlo.

—Esperaba no llegar tarde y me alegra encontrarte— correspondió el Lycano sonriéndole.

—¿Por qué estás aquí?— inquirió ella, no esperando su visita en absoluto.

—Sé lo significativa que es esta celebración que es para los mortales y quería venir a darte un regalo— contestó él, debiéndole el mayor de los respetos.

—¿Otro beso?— cuestionó Izumi con tono burlón, no sabiendo si temer por ello o no.

—¿Se te antoja?— Shisui sonrió divertido, dando un paso más cerca de la wiccan.

—No pongas palabras en mi boca— difirió ella, indicándole que guardara las distancias.

Si, ese primer beso de ambos no había sido malo, de hecho, Izumi se encontró mordiéndose el labio inferior al recordarlo, ¿Cómo no hacerlo? Ella venía de una época donde era atractivo que un individuo del sexo opuesto tomara lo que quisiera, seduciendo a la otra persona…claro, ella no tenía experiencia alguna y el beso de Shisui había venido a trastocar todo aquello, además, al final el beso había sido muy útil ya que había permitido que un nuevo punto de su relación con Itachi se desarrollara debido a los celos de este…pero, el beso no había cambiado nada, si, había sido un excelente beso, pero Shisui seguía siendo un amigo para ella, e Izumi continuaba teniendo perfectamente claro lo que sentía por Itachi, las mariposas en el estómago que él le provocaba era algo que no había podido sentir con Shisui, ni con Keith ni con nadie más. Sonriendo ante las palabras de Izumi, maravillado por como la ordinaria humana siempre conseguía imponerse como si se tratara de una hembra Alfa—y eso lo llenaba de emoción—, Shisui abrió ligeramente el chaleco que vestía, pegado a la camiseta ceñida a su torso y extrajo con cuidado un pequeño broche con tantos detalles que la wiccan no dudo en acercarse; se trataba de un broche y no de un collar esta vez, replicaba la forma de un lobo o la cabeza más bien, formando escamas al final para imitar la curvatura del cuello y pecho, decorado por ónix en las orejas, los ojos y el cuello, cubierto por escamas de plata y diamantes para replicar el pelaje, con detalles de oro blanco en el contorno de los ojos, el rostro y la nariz.

—Por tu reacción por mi anterior regalo, imagine que no querrías algo tan…ostentoso— inició Shisui, intuyendo que el regalo le gustaba por su reacción. —Yo mismo lo hice— añadió, esperando que eso la complaciera.

—Shisui, es precioso— asintió Izumi tan pronto como superó su impresión, conmovida.

—¿Puedo?— consultó el Lycano, queriendo prender el broche a su ropa.

¿Es que el día podía ir todavía mejor? El día anterior ya había sido un buen día, pero esto…Izumi asintió torpemente ante la solicitud de Shisui, permitiéndole acercarse más a ella, mas la wiccan no supo decir qué fue lo que la hizo sentir nerviosa, si esa intensa mirada suya que la hizo sentir brevemente desnuda por un instante—debía estar sonrojada, podía apostarlo—o la delicadeza con la que su tacto se encargó de prender el broche al fajín de su vestido, pero el maldito disfruto del momento lo más posible, ella lo corroboro al sentir sus hábiles dedos jugando con el fajín de su vestido, trazando las curvas de su cintura y ascendiendo lenta y brevemente, como si buscara sentir su anatomía a través de la tela, ¿Todos los Lycanos eran así? Por una vez, ella deseó saber más del mundo de los seres sobrenaturales para saber si no se estaba imaginando cosas que no eran; disfrutando del momento tanto como le era posible, Shisui finalmente alejó su tacto de la wiccan, pero no retrocedió sus pasos, no quiso alejarse de ella, ¿Por qué debería hacerlo? Izumi era una mujer muy hermosa, tanto como cualquier musa salida de una obra de arte concebida por la mente más creativa y elocuente sobre la Tierra, y lo que hizo estremecer a Shisui fue su aroma a rosas y almizcle, sumado a algo más, algo que solo un ser con su olfato podía distinguir. Virgen aún, ¿Por qué es que el maldito mestizo aún no hacía algo al respecto? Esa chica era una tentación andante, y que estuviera en celo no ayudaba, pero Shisui no dijo nada y dejó que ella lo tomara de la mano y guiará hacia una de las mesas para hablar de todo lo que no habían tenido ocasión hasta ahora.

Disfrutaría dándole celos a Itachi.

No lo ama, no lo ama, Itachi se repitió esas palabras hasta el cansancio, diciéndose que, cuanto más las repitiera, más se convencería de ellas, pero no se creía ni la mitad de lo que decía en ese momento, observando desde lejos la forma en que Izumi y Shisui se sonreían el uno al otro, ¿Era solo su imaginación o ambos estaban demasiado cerca el uno del otro? No, se dijo Itachi, mordiéndose el labio inferior al ver a Izumi reír ante algo que el maldito Lycano acababa de decir, alargando una de sus manos y situándola sobre su rodilla, haciendo que Shisui entrelazara su mano con la de ella…Izumi era tan inocente, ¿Cómo no se daba cuenta de que ese maldito Lycano estaba cruzando los límites? Si no fuera de noche—casi madrugada—y si no fuera un maldito día festivo, Itachi estaba seguro de que cualquiera pensaría mal de la cercanía que Shisui tenía para con Izumi, ¿Cómo es que el maldito Lycano se atrevía a ensuciar su prestigiosa reputación de esa forma? Ella era una wiccan, la más apreciada por todos en la villa, no un juguete para que el Lycano se entretuviera a expensas de su propio bien. Itachi se hallaba sentado en la misma mesa en que Tsunade lo había dejado antes, no solo porque él temía que Izumi se enfadara si le daba a entender que sentía celos, sino porque le permitía ver claramente lo que sucedía desde una prudente distancia o de otra forma creía que iba a volverse loco, y lo peor de todo es que no estaba solo con sus pensamientos; Naruto, Hinata, Neji, Konohamaru y la pequeña Hina le hacían compañía, siendo la voz de la cordura o lo poco que le evitaba sucumbir a sus peores pensamientos.

—Itachi, por todo lo más sagrado, que ni se te ocurra hacer algo— rogó el fraile en voz baja, temiendo que se desatara una batalla.

—No lo haré, estoy deseando ir y arrancarle la cabeza a ese imbécil— aclaro el semidios, sin apartar la mirada del Lycano. —La única razón para no hacerlo es Izumi— añadió, luchando por calmarse. —Es un hijo de…— murmuró, antes de que Hinata le cubriera los labios con una mano al hallarse a su lado.

—Konohamaru está presente— recordó la sicaria dirigiéndole una seria mirada.

—¿Qué?, ¿Qué iba a decir Itachi?— inquirió el pequeño Garuda, deseando saber más.

—Eres muy pequeño para escuchar, te lo diremos cuando crezcas— sosegó Neji, no siendo el momento y lo corroboró al intercambiar una mirada con Hinata y Naruto.

La voz de la razón en momentos como ese, Hinata dirigió una severa mirada a Itachi, recordándole que por muy diferente que fuera Konohamaru de otros humanos, al ser un Garuda, no dejaba de ser un niño y no tenía por qué pagar los platos rotos solo porque él estuviera molesto con Shisui y sintiera celos de lo cerca que este se hallaba de Izumi o de lo fácil que le resultaba acercarse tanto a la wiccan, cuando él había tenido que esforzarse mucho. Eso era lo que más irritaba a Itachi, él no dejaba de pensar que sus avances con Izumi no era suficientes…¿Por qué todo era tan fácil para Shisui? Claro, el maldito era un Lycano que solo se veía como humano cuando quería acercarse a Izumi, que había dejado de ser tan salvaje por sus intentos de conquistarla, así cualquier imbécil se vería bien frente a una mujer, mientras que él daba pasos más lentos porque no quería presionarla, ¿Acaso había algo más que debería hacer? De ser así, ¿Qué? Irse a la cama con Izumi no era una opción, él no cruzaría ese límite siquiera, le faltaría el respeto si así fuera. Aunque la charla era maravillosa y Shisui sintiera que podía pasarse la noche entera de esa forma, el Lycano tenía una manada que lo necesitaba, por lo que finalmente entrelazó una última vez su mano con la de Izumi le dijo que había llegado el momento de retirarse, mas lejos de ofenderse por ello, Izumi se levantó de su asiento y se ofreció a escoltarlo hasta las afueras de la villa, algo a lo que el Lycano no pudo negarse, inspirando profundamente su aroma…¿Cómo es que Itachi no hacía algo al sentir ese aroma cada día?

—Muchas gracias por venir y ser tan amable, lo digo de todo corazón— apreció Izumi mientras ambos caminaban. —Saluda a Kagami y Naka por mí— pidió, sonriendo al recordar a ambos Lycanos.

—Prometo extenderles tu cortesía— asintió Shisui, siendo hombre de palabra, —¿Puedo decirte algo antes de irme?— inquirió, volteando a verla.

—¿Impropio?— cuestionó la wiccan, imaginándose el peor de los escenarios.

—No estoy seguro— contestó el Lycano con una presuntuosa sonrisa ladina.

—Entonces dilo o me arrepentiré de escucharlo— instó ella, casi cruzando nerviosamente los brazos por sobre su pecho.

—Tienes una hermosa sonrisa, la más hermosa que he visto— elogió él sinceramente, tomándola por sorpresa. —Muéstrasela más al mundo— aconsejó, con total honestidad. —Ten cuidado— añadió a modo de despedida.

—También tú— correspondió Izumi, pese a saber que él estaría bien. —Hasta pronto— se despidió también, deseándole lo mejor.

Observando el dulce semblante de Izumi, y no pudiendo evitar estremecerse ante el aún más seductor aroma que emanaba de ella, Shisui se vio tentado a inclinar su rostro sobre el suyo y besarla, no es que estuviera enamorado de ella, los Lycanos no se dejaban guiar por esa clase de emociones, pero no había nada que acariciara más su ego—por muy humana que ella fuera—que convencer a esta hembra Alfa de aceptarlo...pero no podía, aceptaría la decisión que la wiccan tomase al final; en su lugar, Shisui vio a Izumi a los ojos y, muy lentamente, se inclinó para besar el dorso de su mano con respeto, siguiendo los códigos humanos esta vez. Entre divertida y agradecida de que Shisui no la besara esta vez, Izumi inclinó la cabeza en respuesta, intercambiando una mirada con el Lycano, que finalmente soltó su mano, procediendo a marcharse. Observando todo desde lejos, hizo falta que Naruto, Hinata, Neji y Konohamaru por igual sujetarán a Itachi para impedirle levantarse de la mesa y arrojarse hacía Shisui, todos avanzando dos pasos debido a la fuerza del semidios, y quien acabó entonando los ojos, molesto y celoso mientras veía al Lycano retirarse por fin, internándose en la espesura del bosque, seguramente adoptando su verdadera forma y dejando sola a Izumi que, sin desvanecer la sonrisa en su rostro, se sujetó la falda del vestido para no tropezar y dirigió sus pasos hacía la mesa donde se hallaban sus amigos, y que se esforzaron por pretender que no habían visto nada, en particular Itachi, quien se mordió la lengua para acallar sus celos…

Si de Itachi hubiera dependido, lo primero que él habría hecho habría sido arrojarse contra Shisui luego de que este se separara de Izumi, y romperle cada huevo del cuerpo…el semidios casi entorno los ojos al recordar la falsa caballerosidad que el Lycano había usado para embelesar a la wiccan, e Itachi sabía que Shisui había fingido porque ni por asomo podía sentir algo real por Izumi, ¿verdad? El imbécil era un Lycano, y debido a su conocimiento de sus propios instintos divinos, Itachi sabía que esas cosas apenas tenían sentimientos, solo aquellos que los guiaban a reproducirse, mientras que él por otra parte podía enorgullecerse de su autocontrol humano. El semidios regresó su mente a la realidad al cruzar el claro del bosque hasta el pozo, siguiendo los pasos de Izumi quien aún usaba el mismo vestido de la noche anterior, sujetándose la falda para no tropezar, ¿Estaba por demás decir que ninguno había dormido la noche anterior? La fiesta de navidad acababa de terminar hacía menos de una hora e Izumi se había despedido muy extensivamente de todos antes de pretender regresar a su hogar, ambos siendo acompañados por Naruto, Hinata, Neji, Hina y Konohamaru. La noche había pasado tan velozmente y cargada de tanto entusiasmo, que Izumi no había sentido las repercusiones hasta ahora, cubriéndose distraídamente los labios para no bostezar y riendo nerviosamente ante su propia vergüenza, era una suerte que fuera veinticinco de Diciembre, así podría dormir todo el día y luego prepararse para regresar a clases.

—Fue una noche absolutamente maravillosa, la mejor de mi vida— aseguró Izumi mientras el grupo se detenía junto al pozo. —En verdad quisiera quedarme, pero…— se vio interrumpida por un nuevo bostezo, que la hizo reír.

—Descuida, entendemos— sosegó Hinata en nombre de todos, sonriéndole.

—Hiciste de este día la experiencia más singular de nuestra vida— secundó Naruto de pie a su lado y tratando de pensar, como todos, en todo menos los celos de Itachi.

—Hasta que volvamos a vivir algo así otra vez, o hasta que se nos olvide— bromeó Neji, no pudiendo evitar verle el lado divertido a eso.

—Como si pudieran— obvió Itachi, no pudiendo evitar parecer burlón por ello.

Decir que la noche anterior había sido la mejor de toda la existencia de ellos como grupo no era sino un acto de sinceridad, ¿Cómo comparar lo que habían vivido con cualquier experiencia humana normal? Habían cruzado por ese pozo la noche anterior, mismo en el cual no pudieron evitar concentrar su mirada, habían cruzado quinientos años en el futuro, habían conocido a personas que ningún otro individuo sobre la faz de la Tierra en condiciones normales podrían conocer, ¿Cómo no sentir que todo no era otra cosa que un milagro? Y no hablaban solo de la visión que Naruto podía tener de las cosas como fraile, verdaderamente todos como grupo vivían esa emoción en ese momento, o casi todos; tal vez fuera del hecho de vivir como un pagano, pese a tener claros sus vínculos con los humanos, pero Itachi veía ese pozo como un camino y regalo, era lo que le permitía estar cerca de Izumi cuando no se hallaba en su mismo tiempo, mas no podía verlo como un milagro, ¿Cómo? Si, como semidios que era sabía que existía una fuerza todopoderosa y creadora, el origen de todo, pero también sabía que el Todopoderoso tenía mucho trabajo como para hacer gestos así para con la humanidad, ya velar por todos el tiempo completo era un trabajo lo suficientemente duro. Ajena a los pensamientos que rondaban por la mente de Itachi, Izumi se acercó a Hinata para abrazarla, sintiendo los brazos de la Hyuga envolverla brevemente antes de que ella se acercara a Konohamaru, pues pasarían días hasta que volviera esta vez, debiendo regresar a su vida normal.

—Extiende nuestros saludos a tu madre, y dile que gracias por todo— pidió Naruto cuando la wiccan se acercó a abrazarlo a él.

—Nos despediríamos personalmente y se lo diríamos, pero creemos que haber cruzado a otro tiempo ya fue muy contraproducente— justificó Neji, más que agradecido con la experiencia…pero, temiendo cualquier posible repercusión.

—Es mejor que solo ustedes dos lo hagan— asintió Hinata, igualmente maravillada.

—No lo demoremos más entonces— aconsejó Itachi, despidiéndose de sus amigos con la mirada y acercándose al pozo.

—Prometemos regresar cuando termine el año— aseguró Izumi, arrodillándose para abrazar al pequeño Garuda.

No podía prometer otra cosa, ya había pasado la navidad con sus amigos, pero ahora necesitaba dedica algo de tiempo a su familia y a sus estudios, además de que ella misma sentía merecer algo de normalidad por muy egoísta que fuera, diciéndose que hacía mucho por otros todo el tiempo, y terminando de abrazar por fin a Konohamaru, acariciando a la pequeña Hina y procediendo a acercarse al pozo, sentándose en el borde y pasando una pierna para luego pasar la otra, siendo imitada por Itachi, quien no dudó en mantenerse a su lado en todo momento. La brisa sopló ligeramente fuerte en el claro, meciendo los cabellos de Izumi, lo que hizo de nueva cuenta que Itachi se embelesara con ella, no solo por su belleza sino también por su aroma a rosas y lavandas, pero…también hizo que cierto aroma se hiciera todavía más notorio y el semidios no pudo evitar notarlo, temblando de pies a cabeza, maldiciendo más que nunca sus instintos, ¿Por qué cuando debía concentrarse en una sola cosa su mente lo llevaba en otra dirección? Amaba a Izumi y eso era lo importante, no en lo deseable que era, no en la curva de sus pechos elevándose debido al corsé del vestido, no en el sonrojo en sus mejillas y ciertamente no en cuanto deseaba degustar su satinada piel…Cuando Izumi volvió el rostro en su dirección, Itachi luchó por esbozar una sonrisa ladina antes de saltar al interior, no queriendo que ella se preocupara por lo que no lo merecía, diciéndose que quizás todo sería más fácil cuando estuvieran en su tiempo, o intentó convencerse de ello.

Los dioses lo ayudarán por estar con ella cuando estaba en celo.


PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones serán "Avatar: Guerra de Bandos", luego "Vesprada" y por último "El Sentir de un Uchiha" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Trama, Navidad & Sentimientos: La trama continua con lo visto en el capitulo anterior y profundizando en el "Especial de Navidad", si podemos llamarlo así, pero finaliza con la mañana del día 25, cuando Izumi debe regresar a su época para continuar asistiendo a sus clases y cerrando el año con su familia para celebrar Año Nuevo, que será donde finalice este arco y el siguiente se titulara "Kóraka: Luna Creciente", que comenzara contando los eventos a partir del nuevo año. Una de mis escenas favoritas sin duda fue la de Sakura obsequiando coronas de flores a Sasuke y Shisui, por un lado el vasallo del lord del Oeste no sabe que pensar del regalo, mientras que el Uchiha lo acepta y de hecho da su propio regalo a Sakura—instancia en que se pregunta lo que su padre le dijo al inicio de "Kóraka: La Sombra del Cuervo", ¿Tienes a alguien a quien proteger?—; en paralelo, Itachi obsequia un collar que pertenecía a su madre a Izumi, una muestra de su interés por ella y que es parte del ritual de cortejo de la época, pero Shisui también aparece para presentar otro regalo y ello detona los celos de Itachi, aunque este se empeña en disimularlo. El capitulo cierra con Itachi reconociendo que estar cerca de Izumi en ese momento en particular le es dificil debido a lo que siente por ella, y a sus propios instintos, misma instancia que mencionó Shisui antes.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3