Severus observó a Harry, quien hacía rebotar su pierna mientras estaba sentado en el sofá, hablando con su murciélago. El murciélago había estado en una jaula hasta que Harry le informó a Severus que no le gustaba estar allí; prefería la viga alta en el laboratorio y quería una casita para murciélagos. Harry y el murciélago habían discutido varias veces con Severus hasta que finalmente él accedió a hacer un nido y a darle al murciélago lo que quería, a cambio de que este suministrara algunos ingredientes para pociones, incluido polen.
En este momento, Harry estaba hablando con el murciélago sobre las posibilidades de que otros murciélagos donaran algunas partes de sus compañeros fallecidos, como sus alas. Severus ya había hecho que Harry hablara con la mayoría de los animales en su laboratorio, y todos aceptaron ayudar después de que él les proporcionara mejores condiciones de vida. Severus nunca supo cuán exigentes podrían ser algunas de sus serpientes; él les daba lo necesario, pero si una veía algo que tenía otra serpiente, entonces quería lo mismo. Finalmente, arregló todos los recintos de las serpientes para que fueran exactamente iguales y solo obtuvo sus siseos de aprobación cuando Harry les aseguró que Severus se encargaría de que todas recibieran lo mismo, y si tenían alguna queja, estaba seguro de que el rey de las serpientes, del que Amber había hablado antes, estaría dispuesto a escucharlas.
Severus vio al murciélago volar por su laboratorio, dirigiéndose hacia su nueva casita para murciélagos; aún no podía creer que se la había comprado.
—¿Así que tu amiguito ya está feliz? —preguntó Severus con burla, sin apartar la vista del murciélago.
Desde que lo había encontrado herido cuando era un bebé, el murciélago frugívoro había sido el único de su especie que había tenido.
—Su nombre es Montego —respondió Harry con una sonrisa descarada, levantándose y moviéndose por sus aposentos.
Severus miró el reloj en la repisa encima de la chimenea, preguntándose si tendrían tiempo para charlar antes de que Harry pudiera quemar toda su energía. Pero no lo tenían. Quizás podría averiguar qué era lo que lo había emocionado tanto.
—¿Por qué estás tan emocionado, Harry? —interrogó Severus, notando la inusual emoción del niño y sintiendo que algo significativo había ocurrido para ponerlo en ese estado de ánimo.
—Tengo algo que decirte, pero no se lo puedes contar a Dumbledore —respondió Harry con seriedad, deteniéndose y girándose hacia Severus—. Te va a encantar verlo por ti mismo —se acercó al librero y comenzó a escanear los títulos.
Severus estaba intrigado. Vio a Amber acurrucada con Sofía, Nanook y Midnight en el sofá, asintiendo con la cabeza en señal de acuerdo. Se preguntó dónde estaban los demás animales. Recordó haber visto a la señora Norris bebiendo un poco de leche en el tazón que él había colocado en el suelo cuando llegaron los demás gatos, pero no la había visto irse.
—Prometo no decírselo a Dumbledore a menos que sea algo que represente un peligro para los residentes de Hogwarts.
—No lo es —afirmó Harry, casi saltando de la silla frente a Severus—. No podemos ir allí hoy porque ya casi es la hora de cenar, pero podríamos ir este fin de semana.
—¿A dónde? —cuestionó Severus, un poco confundido, sabiendo que Harry no había salido de Hogwarts en los últimos días.
El aura mágica de Harry vibraba intensamente, pero a Severus no le preocupaba que Dumbledore lo notara, ya que sus lentes solo podían ver si un núcleo mágico era luminoso, gris u oscuro.
—A los aposentos de Salazar Slytherin —informó Harry, inclinándose hacia adelante—: la Cámara de los Secretos. Contiene muchos libros interesantes de pociones.
Severus no estaba seguro de si había escuchado a Harry correctamente, pero Harry y Amber asentían con la cabeza, extasiados. Sofía, molesta porque Amber se estaba moviendo, echó una mirada irritada antes de volverse a dormir.
—¿La Cámara de los Secretos?
—Sí, Storm dijo que podías venir, y Fawkes estuvo de acuerdo en llevarnos hasta allí.
—¿Storm?
Severus nunca había visto a Harry tan emocionado. Ni siquiera cuando descubrió que Minerva era la gata que había secuestrado y quería descubrir cómo se transformaba. Severus se preguntó qué habría en la Cámara. Harry acababa de mencionar libros, pero él tenía el presentimiento de que habría algo más. También se preguntó si eran ciertos los rumores de que un monstruo habitaba en la Cámara. ¿Era Storm ese monstruo?
—Él es el rey que Amber ha estado mencionando —explicó Harry mientras se levantaba y caminaba de nuevo por la habitación—. Dijo que podríamos llevarte allí. Las pociones que aparecen en los libros son increíbles, pero tendrás que investigar si los ingredientes han cambiado de nombre.
Severus soltó la tensión que no sabía que estaba conteniendo. Entonces, Storm era el rey de las serpientes, lo cual explicaba por qué estaba en la Cámara. Aunque Severus tenía la sensación de que había algo más impresionante que el descubrimiento de la Cámara y los libros. Después de todo, no podía afirmar que conocía bien a Harry, pero había visto su reacción ante nuevos descubrimientos y nunca se había comportado así. Harry estaba demasiado entusiasmado. Severus también había notado que Harry nunca le diría toda la verdad hasta que estuviera listo, por lo que no lo presionó.
—¿Por qué no sales a correr para quemar algo de energía? Tienes tiempo antes de la cena para darte una ducha.
—Nos vemos en la cena —dijo Harry, sin mirar el reloj mientras se dirigía a la puerta.
Severus se sintió un poco emocionado ante la perspectiva de ver la legendaria Cámara de los Secretos.
Harry entró junto a Draco al Gran Comedor, notando que se llevaba a cabo un intenso debate en la mesa de Gryffindor, justo antes de que comenzara la cena. Tres estudiantes de la mesa de Hufflepuff también se giraban para mirar a Granger, quien estaba en modo sermón. Los Slytherin observaban la escena con interés, mientras que algunos Ravenclaw sacaban libros y pergaminos para tomar notas.
—¿Por qué la señorita perfecta está dando un sermón?
—Está tratando de justificar la disculpa de Weasley —respondió Draco, rodando los ojos—. Muchos sangre pura estaban diciendo en la biblioteca que no fue una disculpa formal y que ni siquiera merecía ser llamada así. Todo comenzó cuando algunos nacidos de muggles y mestizos criados en el mundo muggle se preguntaban cómo debía ser una disculpa formal. Alguien le preguntó a Granger cómo podía justificar la falta de disculpa de Weasley, y ella comenzó a sermonearlos. Parece que sigue haciéndolo. Su justificación es que, según ella, nadie en el mundo muggle se disculpa realmente. Todo esto condujo al debate actual —explicó mientras se dirigía con Harry a la mesa de Slytherin.
—¿Cómo puede siquiera defender esa patética disculpa de Weasley?
Theo y los demás Slytherin no estaban contentos con el penoso intento de disculpa de Weasley, pero sabían que Dumbledore no haría nada, ya que la familia Weasley era uno de sus mayores apoyos en Gryffindor.
—¿Qué pasa con los Weasley mayores? —preguntó Harry, notando que incluso los gemelos y Percy estaban en contra de su hermano y Granger, mientras Percy señalaba algo en el libro que tenía en las manos.
No había hablado con los gemelos desde el juicio, pero Percy y ellos le habían dejado claro a Harry que no lo culpaban por lo ocurrido.
—Están enojados con su hermano. Escuché a un grupo de Gryffindor discutiendo sobre eso. Al parecer, los Weasley lo culpan y están preocupados por perder su casa. Weasley intentó argumentar que no era su culpa, pero los gemelos y Percy le dijeron que debería estar agradecido de que tus parientes no demandaran a su familia por pérdida de honor —respondió Blaise, mirando a Granger fijamente—. Espero que no esté usando el libro de Gilbert sobre cómo interactuar con los muggles. Está desactualizado y nunca fue preciso.
—Sí, mis padres lo descubrieron en una de sus citas antes de que yo naciera —comentó Pansy, riéndose un poco.
—¿Pueden hacer eso? —preguntó Harry, ignorando a Pansy y queriendo saber más sobre el comentario de Blaise sobre el honor—. ¿De verdad pueden demandarlos por pérdida de honor?
Todavía tenía mucho que aprender sobre la cultura de los sangre pura. Ya había empezado a leer libros al respecto, pero le tomaría años terminar siquiera la mitad de la sección básica.
—Sí, pueden. Los Weasley son una familia sangre pura, pero como no forman parte de los Sagrados Veintiocho, a diferencia de los Potter y los Black, podrían ser demandados por pérdida de honor de las casas —explicó Draco, mirando a Harry—. Me sorprende que Dumbledore y Arthur Weasley no hayan dicho nada sobre la disculpa de Weasley. Se supone que saben sobre el código de honor.
—Quizás confían en que Harry no sepa nada sobre las reglas de honor ni los diferentes aspectos de las familias sangre pura. La mayoría de nosotros crecimos aprendiendo esas cosas y aun así no las conocemos por completo. Además, ni siquiera lo enseñan en Hogwarts —intervino uno de los Slytherin mayores—. Sé que Percy tenía muchas preguntas incluso antes de que comenzara el juicio. Lo vi investigando qué podría haber pasado.
—¿A qué te refieres con "lo que podría haber pasado"? —preguntó Harry, tomando nota mentalmente de preguntarle a Severus sobre los Sagrados Veintiocho.
—Pues, dado que las raíces de tu familia provienen de aquí y forman parte de los Sagrados Veintiocho, tus parientes podrían haberle exigido al patriarca de la casa Weasley que lo desheredara y lo expulsara de la familia por haberlos deshonrado cuando el juez falló en su contra. También podrían haber reclamado una compensación económica por daños y perjuicios. Sí, sé que su familia fue multada, pero todo ese dinero irá al Ministerio, no a ti. Percy ha estado intentando hacer que Granger y su hermano entiendan que podrían haber exigido cosas mucho peores. Sin embargo, Weasley sigue culpándote a ti, Harry. Creo que Percy estuvo a punto de golpearlo ayer cuando Weasley comenzó a gritarles a sus hermanos que tú estabas arruinando a su familia —informó el Slytherin mayor, fijando su vista en Harry—. Tengo algunos libros que puedo prestarte que te darán una idea básica sobre las reglas de los Sagrados Veintiocho.
—Gracias, me sería de mucha ayuda —agradeció Harry, echando un vistazo a la mesa de Gryffindor mientras Dumbledore entraba al Gran Comedor.
El debate se había vuelto más ruidoso y los espectadores habían aumentado en el corto tiempo que Harry llevaba allí. Dumbledore sonreía mientras se acercaba al gran grupo. Harry no pudo oír lo que Dumbledore les dijo, pero todos regresaron a sus asientos, mientras Percy y los gemelos miraban a Dumbledore con nerviosismo. Harry observó cómo Dumbledore hablaba en voz baja con Weasley y Granger; ella asintió en señal de acuerdo, mientras Weasley parecía enfadado antes de asentir también.
—Seguro les dijo que no discutieran el tema con nadie, no vaya a ser que te dé ideas, Harry —comentó Draco con burla, ignorando la mirada que Weasley y Granger les lanzaron.
—Tiene razón. Weasley parece listo para matarte —señaló Theo, haciendo un gesto hacia donde estaba Weasley.
Él y los demás compañeros de su año ya habían escuchado las diatribas de Weasley durante los últimos dos años, y sabían que, además de ser un bravucón, este siempre culpaba a Harry de todo lo que sucedía.
—Así es —concordó Draco mientras notaba que Dumbledore se detenía junto a la silla de Severus y le dio un codazo a Harry—. Habrá otra reunión con el director —indicó con la cabeza, señalando la escena.
Harry miró hacia allá y gimió al ver cómo Severus fulminaba a Dumbledore con la mirada. Esta vez fue el turno de Harry de rodar los ojos.
Severus fulminó con la mirada a Dumbledore, quien regresaba a su silla, y luego dirigió su furia hacia Weasley y Granger. Sabía que Dumbledore quería asegurarse de que Harry no descubriera que su familia formaba parte de los Sagrados Veintiocho ni que aprendiera las reglas y costumbres de la sociedad sangre pura. Sin embargo, Severus se preguntaba cómo Dumbledore planeaba evitarlo. Después de todo, la casa de Slytherin estaba mayormente compuesta por sangre pura, quienes gustosamente le informarían a Harry sobre todo lo que se estaba perdiendo en su educación.
Severus lanzó una mirada a Harry y Draco, cuestionándose si Dumbledore no se daba cuenta de quién era uno de los mejores amigos de Harry. Draco y él eran inseparables, y Severus dudaba que eso fuera a cambiar en el futuro. Además, Theo y Blaise también eran cercanos al dúo, y suelen estudiar juntos a menudo. La madre de Blaise se especializaba en usar la ley a su favor para escapar de las investigaciones sobre las misteriosas muertes de sus maridos, mientras que el abuelo de Theo había utilizado la ley para mantener la custodia de su nieto tras el encarcelamiento de su hijo en Azkaban.
La atención de Severus regresó a Dumbledore, y comenzó a preguntarse si quizás había llegado el momento de crear un nuevo bando en la próxima guerra. Harry no tenía intención de unirse ni a Dumbledore ni al Señor Tenebroso, y Severus sabía que muchas personas pensarían de la misma manera. Tendría que ser sutil, pero creía que tal vez funcionaría. Sin embargo, aún no estaba seguro de si el Señor Tenebroso realmente regresaría, ni cuándo sucedería eso. Observó al resto de las serpientes. Sí, era hora de asegurarse de que sus estudiantes estuvieran preparados para lo que sea que esos lunáticos decidieran hacer.
Severus sabía que Dumbledore nunca prestaba atención a los de Slytherin, y que al Señor Tenebroso solo le interesarían si eran hijos de sus seguidores sangre pura. Tendría que hablar con Lucius, quien tampoco deseaba el regreso de ese lunático. No obstante, Harry sería la clave de todo. La gente seguiría a Harry antes que a Dumbledore, y este último lo sabía y contaba con ello.
Severus también era consciente de un gran factor que Dumbledore siempre ignoraba: no todas las personas que no compartían sus creencias eran malvadas. Tanto Dumbledore como el Señor Tenebroso tenían diferentes puntos de vista sobre cómo debía ser el mundo, pero compartían ciertas similitudes. Ambos creían que tenían la razón absoluta, que solo ellos sabían cómo debía dirigirse el mundo, y sus posturas eran tajantes: "estás conmigo o contra mí", sin término medio. Mientras Dumbledore usaba su fachada de abuelo bonachón y el nombre de Harry para imponer su voluntad, el Señor Tenebroso prefería imponer la suya con la varita. Sí, quizás era momento de añadir un nuevo bando.
