Buenas tardes a todos.
Seguimos con la dinámica navideña.
Este fic participa en dos dinámicas: #fantasiainvernal de la pagina 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐬 𝐈𝐧𝐮𝐲𝐚𝐬𝐡𝐚 𝐲 𝐑𝐚𝐧𝐦𝐚 y la dinámica navideña de las paginas unidas
-Franimoonlight
-Kayla - Fanfics de Inuyasha
-Cin-Fanfics
-RosTai Fanfics InuKag
-La perla de Shikon
Los personajes no me pertenecen a mí, sino a nuestra querida y talentosa Rumiko Takahashi.
La historia que para mayores de 18 años, ya que contiene escenas subidas de tono.
NOCHE MAGICA
-No puede ser. -Me quejé frustrada al ver las luces navideñas enredadas.
Cada año era lo mismo, por más que las guardo en perfecto orden, de alguna manera terminan enredándose. Sonrío resignada. ¿Qué más podía hacer?
Me senté en el suelo frío para comenzar con la difícil tarea de desenmarañar toda la guía, con la ilusión de ver por fin decorado el hogar que Inuyasha y yo deseábamos con tanto anhelo, y junto con ello, la cara de felicidad de nuestra pequeña Moroha.
Tuvieron que pasar algunos años para lograr tener nuestra propia casa. Las paredes blancas, el aroma a pintura fresca y la sensación acogedora de un espacio propio eran un regalo inesperado. Los muebles, aunque sencillos, se acomodaban con cariño en cada habitación. En la sala, una hermosa chimenea que, estaba segura, se convertiría en nuestro lugar favorito para convivir en familia. Tenía el tiempo en contra para adornar, después de todo sería nuestra primera Navidad en nuestra casa.
-Mamiiii -el grito de mi hija me regresó a la realidad.
Subí lo más rápido que pude hasta la habitación de dónde provenía aquel grito, y me relajé cuando la vi sentada en medio de todas las esferas navideñas, con su carita enojada haciendo pucheros y sus bracitos cruzados; una perfecta imagen para una niña de 4 años.
-Mi amor, ¿Qué pasó? -dije tratando de contener la risa al ver la escena. Me acerqué a ella y la cargué entre mis brazos.
-Quiero ayudarte a decorar el árbol de nadivad, pero las tontas esferas se cayeron. -Me abrazó y apoyó su cabecita sobre mi hombro
Cada día que pasaba me confirmaba que su carácter sería igual al de Inuyasha: se molestaba fácilmente si algo no resultaba como ella esperaba además de terca, rebelde, caprichosa, pero con un corazón enorme.
-Moroha, se dice navidad -corregí.
-Bueno, eso. Quiero sorprender a papi, pero esas tontas no me ayudan. -volteó a mirar las esferas con enojo.
-Tranquila, vamos a guardarlas otra vez en la caja. -La bajé al suelo- Yo te ayudo a llevarlas a la sala, ¿Está bien?
Me enterneció ver cómo cambiaba su carita enojada por una llena de felicidad. Corrió a recoger todas las esferas para dejarlas en la caja y cuando estuvo todo listo, las llevé hasta la sala. Entre las dos, colocamos el árbol y Moroha se encargó de acomodar las esferas, mientras yo revisaba los últimos detalles de la decoración.
Después de un tiempo, logramos terminar y nos quedamos admirando lo hermoso que había quedado todo el lugar. En ese instante escuchamos cómo la puerta se cerraba, señal de que Inuyasha ya había regresado del trabajo.
-PAPIIIII -la niña corrió a los brazos de Inuyasha.
-Enana, ven aquí. -La cargó y le dio un tierno beso en la mejilla.
Me acerqué para saludarlo, me tomó por la cintura y dejó un dulce beso en mis labios.
-¿Qué te parece, cariño? -pregunté. Él observó detenidamente todos los detalles: desde el árbol hasta las guías navideñas que adornaban las escaleras.
-Todo es perfecto -respondió con una gran sonrisa.
-Yo decoré el arbolito de nadi… navidad. ¿Lo dije bien, mami? -Moroha interrumpió, con sus ojitos brillando de emoción.
-Claro que sí, mi niña. Lo dijiste perfectamente -le aseguré, acariciándole el cabello.
Inuyasha se acercó al árbol aún con la niña en brazos y observó las esferas que nuestra hija había colocado con tanto entusiasmo.
-Está hermoso, princesa. Hiciste un excelente trabajo -felicitó Inuyasha, y ella se iluminó aún más.
Después de ese momento tierno, Inuyasha nos ayudó a preparar la cena. El aroma a especias y comida recién hecha llenaba la casa, creando un ambiente acogedor que nos envolvía a los tres. Moroha estaba emocionada, corría de un lado a otro, compartiendo sus anécdotas del día con su papá mientras intentaba ayudar en lo que podía.
Ya bien entrada la noche, cayó profundamente dormida. La arropamos con cuidado y la llevamos a su habitación, asegurándonos de que estuviera cómoda y abrigada. Inuyasha y yo nos quedamos un momento en la puerta de su cuarto, observándola dormir plácidamente.
-Se ve tan tranquila. Nadie creería que es un torbellino -comentó Inuyasha con una sonrisa tierna en el rostro.
-Es igualita a ti, mi amor. No pueden estar quietos -añadí con cariño, pero con un dejo de picardía.
Sonrío y cerró la puerta, mientras yo caminaba hacia nuestra habitación y me tiraba en la cama a descansar. Inuyasha entró en seguida y se acomodó a horcajadas sobre mí.
-¿Así que no puedo estar quieto? -preguntó reflejando en sus ojos la lujuria que estaba por desatarse.
Mis mejillas se tiñeron de un suave rubor al percibir su mirada intensa; sus manos acariciaron suavemente mi rostro mientras sus labios se acercaban peligrosamente a los míos.
-Según recuerdo, te encanta cada uno de mis movimientos. -susurró.
El tibio aliento de su boca me hizo sonreír mientras me sumía en el juego de seducción que estábamos creando.
-¿Estás seguro? -respondí coqueta, tratando de provocarlo un poco.
La complicidad entre nosotros creaba una atmósfera cargada de anticipación y deseo. Inuyasha sonrió y, finalmente, terminó con la corta distancia que separaba nuestros labios con un beso apasionado y desesperado a la vez. Nuestras lenguas se encontraron en una danza ardiente, explorando y compartiendo el anhelo acumulado. Las caricias no se hicieron esperar, nuestras manos recorrieron desesperadamente nuestros cuerpos, intensificando el momento. Nos separamos un momento al sentir la falta de aire.
-Creo que esto responde a tu pregunta, pequeña -exclamó entre jadeos. Mordí mi labio inferior en respuesta-. Me encanta cuando me provocas de esa manera. -sus ojos se enfocaron en mis labios
-No estoy haciendo nada -puse mis brazos alrededor de cuello y volví a morder mi labio
-Ven aquí, traviesa.
Inuyasha giró cambiándonos de posición. Me acomodé sobre él y desabroché su camisa con desesperación; al mismo tiempo que él levantaba la falda de mi vestido para acariciar mis piernas. El simple roce de sus manos sobre mi piel me hacía estremecer, creando una conexión eléctrica entre nosotros que intensificaba la pasión compartida.
Con gran habilidad se deshizo de mi vestido, dejándome en ropa interior; acarició mis pechos por encima del encaje de mi sostén. La sensación que provocó la tela sobre mi piel, me hizo dejar caer la cabeza hacia atrás. Mi corazón palpitaba aceleradamente, y un cosquilleo delirante se acumulaba en mi vientre bajo cuando Inuyasha liberó mis pechos de aquella prisión y comenzó a lamerlos como si de ello dependiera su vida.
-Inu…Yasha -susurré su nombre en medio de gemidos
Volvió a girar dejándome bajo su cuerpo. Enredé mis dedos en su cabello platinado; su lengua jugaba majestuosamente con mis pezones y yo no podía dejar de gritar su nombre. Subió nuevamente hasta mi boca, dándome un beso lleno de lujuria y deseo. Se acercó a mi oído y entre jadeos susurró
-Tienes un cuerpo brutal que me vuelvo loco -mordió el lóbulo de mi oreja.
Fue bajando con besos hasta mi cuello, dónde dio un suave mordisco provocando un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. La habitación estaba envuelta en la suave penumbra de la noche, iluminada apenas por las luces navideñas que destellaban con una luz tenue y cálida.
Inuyasha siguió explorando cada rincón de mi piel con sus labios, todas esas sensaciones se entrelazaban con la magia de la temporada. Sus manos expertas me acariciaban con ternura mientras sus labios trazaban senderos de deseo, que lo llevaron hasta mi entrepierna; hizo a un lado mis bragas y ahí comenzó a jugar con su lengua haciendo movimientos circulares hasta lograr que un leve grito escapara de mi garganta mientras arqueaba la espalda, aparentando las sábanas.
Me apoyé sobre mis codos y me encontré con su mirada lujuriosa y lo vi sonreír de lado,m al notar la humedad consecuencia de cada una de sus caricias. La complicidad entre nosotros se reflejaba en esos momentos pasionales, donde las miradas hablaban más que las palabras y la conexión física profundizaba nuestra unión.
-Necesito.. ah -un gemido escapó de mi boca cuando su lengua rozó mi entrada
-¿Qué necesitas, pequeña? -su tibio aliento chocando contra mi piel me hizo sentir pequeñas corrientes eléctricas que invadieron todo mi cuerpo.
-A… ti… -respondí con dificultad
Colocó una de mis piernas en su hombro y comenzó un vaivén con su lengua en mi entrada. Volví a apretar las sábanas; mi cuerpo vibraba debido a los espamos. Inuyasha aumentó la velocidad de su lengua hasta hacerme explotar en un gran orgasmo acompañado de un grito mientras me corría en su boca.
-Increíblemente deliciosa. -dijo con voz ronca.
-Si sigues haciéndome gritar… -Inuyasha me interrumpió con un beso.
-Nuestra habitación es insonora… -afirmó mientras seguía besando mi cuello-. Relájate.
-Pensaste en todo, tigre. -Lo hice girar para tomar el control-. Es mi turno.
Mordí su labio inferior, para después sentarme sobre su entrepierna. El roce de nuestros sexos nos hizo gemir; tomé su miembro endurecido con mi mano y lo coloqué en mi entrada. Inuyasha me tomó por la cintura, y me penetró de un solo movimiento; apoyé mis manos sobre su pecho y el vaivén de mis caderas lo hacen gruñir de placer De pronto me abrazó con fuerza a su cuerpo, y comenzó a penetrarme en rápidos movimientos. Cada jadeo, cada gemido, era una melodía que resonaba en la habitación, marcando el compás de nuestro amor.
-Amor… ya no… aguanto. -Nuestras respiraciones eran mas aceleradas.
-Solo un poco más, nena
El sonido ronco de su voz me hizo estremecer entre sus brazos. Mi cuerpo temblaba debido al placer, sabía que en cualquier momento explotaría; Inuyasha dio un par de embestidas más y juntos alcanzamos el clímax, terminando en un orgasmo desgarrador.
Nos quedamos abrazados, sin movernos, escuchando nuestras respiraciones al compás. Su mano subía y bajaba por mi espalda, mientras la otra descansaba en mi cintura. Cuando recuperamos el aliento, salió de dentro de mi y besó mi frente empapada por el sudor.
-Mi pequeña -susurró mientras sus dedos acariciaban mi cabello.
-Mmmm -respondí adormilada.
-Te amo.
Sonreí ante su confesión, que se sentía tan sincera como la primera vez. Levanté la cabeza y besé suavemente sus labios; me acomodé en su pecho, sumergiéndome en la calidez de nuestro amor compartido.
-Te amo más -Sonreí
-¿Te acuerdas de nuestra primera Navidad juntos? -preguntó Inuyasha, aún acariciando mi espalda.
-Sí, era tan diferente. Estábamos solos. -me miró divertido- Tenemos a nuestras familias, lo sé, pero me refiero a que nos hacía falta algo.
-Y ese algo, o mejor dicho alguien es Moroha. -besaste -. No cambiaría nada de esto por nada en el mundo.
Y así, abrazados en la quietud de la noche navideña, compartimos sueños y esperanzas para el futuro. La magia de la Navidad estaba presente en nuestra casa, en el amor que nos unía, y nos quedamos ahí, agradecidos por el regalo de tenernos mutuamente. Con ese pensamiento, nos sumergimos en el sueño, listos para despertar a un nuevo día lleno de amor y esperanza.
