Prompt: Relación Secreta
Holis, reviví de entre los muertos y no sé si alguien me sigue leyendo aquí, pero vine con este nuevo cap
Capítulo 6: Relación Secreta
"El tiempo que más pueda, lo quiero compartir contigo" habían declarado mutuamente y Shinobu nunca imaginó que ese tiempo podía ser realmente escaso. Había sido ingenua al no estimarlo, su labor como Hashira ya le quitaba mucho tiempo, sin mencionar su investigación, pero tampoco contó con que Tomioka solía vigilar un sector lejano al de ella y que su tiempo se iba entre las diferentes misiones.
Ante tales eventualidades, nadie apostaría por una relación entre dos Hashiras, menos por una relación -o lo que fuera que tuvieran- entre ellos dos, porque de todos los Pilares, eran los más reservados. Todos sabían de la afición de Kochō por su trabajo e investigación y no era un misterio el aislamiento del Pilar del Agua.
Sin embargo, de alguna forma extraña, lograron encajar su vida con la del otro y, aunque nunca lo admitiera libremente, a Shinobu la ausencia prolongada de Tomioka la incomodaba, pero extrañarlo tenuemente no se comparaba a la alegría que sentía cada vez que lo veía volver vivo y, con tan sólo, unas pocas magulladuras. Por otro lado, sus escasas interacciones ayudaban a mantener en secreto aquella extraña relación de pareja.
Aunque si le preguntaran a las niñas de la finca, éstas dirían que la sonrisa de Shinobu-sama se ampliaba enormemente al ver al Pilar del Agua en la hacienda y que Tomioka-sama solía quedarse más tiempo del habitual por el lugar. Sin mencionar que solían salir a comer o a pasear juntos de vez en cuando. Claro que en su inocencia de niñas, no sabrían decir que todo se debía a que ellos estaban juntos como pareja, simplemente, habían asumido que se debía a sus puestos de Pilares.
Por otra parte, Aoi siempre procuraba que nadie molestara a Shinobu-sama cuando estaba junto a Tomioka-sama, además, la muchacha solía esforzarse el triple en las funciones de la finca para que la Hashira pudiera gozar de tiempo libre. También, la ayuda de Kanao había sido esencial en esas labores, aunque Aoi no sabía si la Tsuguko comprendía la situación, pero se contentaba con agradecer la ayuda extra con tal de ver feliz a la mentora que ambas amaban y respetaban.
Shinobu sonrió mientras observaba a través de la ventana de su laboratorio, hace más de una semana que no veía a Giyuu y se preguntaba qué misión estaría realizando. Una parte de ella quería volver a trabajar junto a él, sólo para poder molestarlo por su incapacidad de socializar bien y su seriedad ante las misiones. No pudo evitar soltar una leve carcajada al recordar los problemas en que solía meterse su compañero por sus "grandes" habilidades sociales y su deseo de estar a su lado se amplió. Además, quería probar los nuevos venenos que había creado.
Su mirada se desvió al libro en su escritorio. Era un nuevo ejemplar de toxicología y plantas curativas. Pasó con mimo sus manos por el dorso del libro y su sonrisa llegó a sus ojos al recordar cómo había llegado a sus manos. Había sido un regalo de Tomioka.
Debía admitir que Giyuu era una caja de sorpresas y que nunca imaginó que alguien tan solitario y odiado, pudiera ser tan atento y amable. Amaba haberlo descubierto, aunque no podía dejar de asombrarse ante sus gestos de cariño. Él realmente era un hombre maravilloso y una parte de ella se sentía afortunada de tenerlo a su lado, la otra no podía dejar de sentirse triste al saber que su tiempo a su lado tendría fin, pero se alegraba de haber decidido darse una oportunidad con él.
También existía en ella, esa parte que gritaba su egoísmo en cada uno de sus recovecos. Egoísmo por haber decidido caer en el juego de una relación con su colega, siendo que ella tenía una fecha límite. Una fecha de caducidad. Todo por su elección de seguir adelante con su venganza solitaria, en lugar de confiar sus problemas a su pareja o, en tal caso, a sus compañeros Hashiras.
Para Shinobu era simple, nada había cambiado ni cambiará su convicción de vengar a su hermana mayor. Nada, ni la propia Kanae, había sido capaz de hacerla ver la vida de otra forma. Kochō sabía que el fin último de su existencia era la venganza y no se arrepentía. Ni siquiera por amor.
Y ella…ella no estaba enamorada de Tomioka.
El pelinegro sólo era su deseo de experimentar aquello aunque fuera una sola vez en la vida y sin involucrar completamente a su corazón. Además ambos habían acordado disfrutar de sus momentos juntos, por el tiempo que pudieran.
Así que, estaba bien que pudiera disfrutar de esta pequeña ilusión de felicidad ¿cierto?
¿Cierto?
No estaba dañando a nadie al ocultar sus intenciones suicidas para acabar con el asesino de su hermana. ¿No es así?. Además, aquello sólo le incumbia a ella ¿no?
Porque, a pesar de sus esfuerzos por aparentar madurez y, por haber sido obligada a crecer extremadamente rápido, en un mundo lleno de sangre, Shinobu seguía teniendo sólo dieciocho años y ninguna relación previa a aquella.
Tampoco tenía ejemplos a los que recurrir, ni experiencias de segunda mano, porque los recuerdos de la relación de sus padres eran lejanos y cada día más borrosos, a pesar de sus esfuerzos por mantenerlos. Era lo que hacía el tiempo y una mente traumatizada por el dolor: deslavar los buenos momentos y amplificar los traumas y las miserias. A veces, pasaba lo contrario, pero no era el caso de la actual Pilar del Insecto.
Shinobu no sabía que estar en una relación, así fuera sin un nombre específico, conlleva ciertas responsabilidades y compromisos, además de un grado de confianza que ella no estaba dispuesta a dar. No si eso significaba exponer sus planes de venganza y muerte y tampoco tenía a alguien que pudiera guiarla en el camino. Así que sólo contaba con ella misma y Tomioka, para intentar llevar a buen puerto aquello que habían comenzado juntos.
Sólo se tenían a ambos para hacer que ello fuera una buena experiencia. Así tuviera fecha de caducidad. Porque en su egoísmo, ambos creían que era mejor vivir aquello, a pesar de que la muerte siempre los estaba acechando, a reprimir la chispa y añoranza que jalaba de ellos para juntarlos en todo momento.
Al menos, Shinobu pensaba que no estaba sola en esa decisión codiciosa y que Tomioka se encontraba en la misma página que ella. Al fin y al cabo, nadie se volvía Cazador de Demonios sin tener en consideración lo efímero de esta vida y quienes cometen ese error, eran los primeros en caer.
Lástima que uno de ellos había encontrado una razón para luchar con mayor intensidad contra los demonios, valorando un poco su vida en el transcurso, todo para volver a cierta pequeña mujer que se había colado en su interior como el más efectivo de los venenos. Mientras que la otra disfrutaba de la dulzura y calma de esa nueva experiencia como si fuera el último día de su vida, sin ganas de querer perder nada de ello, porque si algo tenía claro es que no quería desaprovechar aquella oportunidad que había decidido tomar. No cuando el final de su vida estaba tan cercano, porque su convicción de eliminar a los demonios sólo había crecido.
Y porque sabía que su frágil cuerpo no sería capaz de acabar con la Luna Superior que había matado a su hermana. No sin darlo en pago.
Y Shinobu no podía entender que, de alguna forma, no era justo que mientras Giyuu había encontrado una razón para vivir, ella no se proyectara más allá de sus propios planes de muerte.
Pero Giyuu tampoco podía pretender atrapar a la mariposa, porque ella nunca había prometido más de lo que podía dar y ambos tenían blancos sobre sus cabezas y cualquiera de ellos podía morir en cumplimento del deber. Aunque, ofrecer tu propia vida voluntariamente a una muerte segura no era el concepto de "poder morir en cualquier momento" que tenía Tomioka. Realmente era una lástima que Giyuu no sospechara de los planes de Shinobu, pero errar es humano y las prioridades de uno, son distintas a las de otro.
Y nada de aquello había sido planeado con ánimos de dañar a otro ser humano. Simplemente, Shinobu no tenía otra solución a su dilema de cómo acabar con el asesino de su hermana.
No se le podía culpar por no entender que sus sentimientos por el Hashira eran más fuertes de lo que imaginaba.
Mientras tanto, Shinobu sólo podía disfrutar de las atenciones dadas por el mayor. Aunque admitía que las atenciones del Hashira podían llegar a ser excesivas. Como su afición por siempre traerle un regalo cada vez que volvía de una misión. La joven no pudo evitar recordar el primero de esos regalos.
"Tras aclarar su situación, estuvieron separados dos semanas y Shinobu se sorprendió del alivio que sintió al verlo cruzar el umbral de su laboratorio en una sola pieza. Agradeciendo que no fuera descuidado con su cuerpo como Shinazugawa-san.
― Kochō. ―La saludó y ella no pudo más que levantarse de su escritorio con una amplia sonrisa en el rostro. Confundida, asombrada y feliz de verlo sano y a salvo.
― Ara, ara~ sigues llamándome por mi apellido, Giyuu-san ― contestó, enfatizando su nombre.
Él desvió su mirada y ella soltó una risa melodiosa, ocultando sus sentimientos encontrados tras la burla. El alivio y la felicidad luchando contra la confusión de sentir tanto por una persona que sabía podía morir en cualquier momento.
―Shinobu ―dijo el Hashira y ella detuvo sus pasos mientras todo su rostro mostraba su estupefacción.
Nunca creyó que él la llamaría realmente por su nombre, pero la agradable calidez en su pecho la hizo saber que podría acostumbrarse a ello y, aunque su mente había disparado sus alarmas de autoconservación, otra parte de ella quería descubrir hasta dónde podía llegar sin dañarse.
Además, le gustaba como Giyuu decía su nombre en un susurro suave, pero firme, con una cadencia que la hacía sentir que paladeaba las letras antes de liberarlas. Por otro lado, el leve sonrojo en las mejillas de aquel frío hombre, que creía conocer, era tan antinatural que sólo deseaba provocarlo más y más, para descubrir los límites a los que lo podía llevar, antes de que él decidiera detenerla. Por ello, reanudó su marcha, mientras una sonrisa traviesa surcaba su rostro.
― Estas rojo, Gi-yuu-san~ ¿Acaso te da vergüenza decir mi nombre? ― provocó, picoteando su torso mientras se detenía a escasos centímetros de él. Lo sintió tensarse y eso sólo amplió su sonrisa.
¿Quién diría que podría molestar de otras formas al estoico Pilar del Agua? Si lo hubiera sabido antes, no hubiera dudado en hacerlo, aunque eso hubiera significado un riesgo para ella también. Era fácil olvidar que Tomioka podía ser bastante observador e impredecible.
― Aún no me acostumbro del todo. ― Se sinceró, volteando a verla y la intensidad de sus ojos azules la hizo recordar lo peligroso que podía ser el mar.
Se quedó sin aliento, porque jamás había visto brillar los ojos de aquel hombre y saber que tal luminosidad era causada por ella la hizo tragar saliva. Sintió su rostro arder, mientras sus latidos inundaban sus oídos, las palabras burlonas disueltas en su garganta. La sonrisa traviesa borrada de sus labios, que acabaron atrapados entre sus dientes en un vano intento por detener aquellas extrañas sensaciones. Una parte de ella odiaba que él pudiera hacerla arder con una sola mirada y con palabras sosas, haciéndola desear la seguridad de sus antiguas interacciones.
― Pu-puedo entenderlo ― susurró apenas, luchando por recobrar la compostura y el humor, dispuesta a seguir molestando a aquel hombre, pero Tomioka no destacaba por ser adepto a las palabras.
Los actos eran lo suyo y se lo volvió a demostrar al acariciar tenuemente su mejilla, antes de usar su pulgar para que ella liberara su labio inferior de la mordida de sus dientes. "Molestamente observador" pensó y lo dejó hacer, mientras luchaba por recuperar su temple, pero el beso que él depositó en su frente terminó por desarmar a la Hashira, quien sintió su rostro un par de grados más caliente que antes y no dudó de que su sonrojo ahora abarcaba toda su cara.
"Vergonzoso" pensó mientras él daba un paso atrás para darle espacio. Shinobu llevó su mano al punto exacto donde él había posado su boca en el acto más dulce y meloso que le había visto tener con alguien.
― Te he traído algo ― comentó Tomioka, como si del clima se tratara y ella centró su atención en él, aún sintiendo un grado de aprensión.
Lo vio rebuscar entre su haori y se sorprendió cuando alargó un grueso paquete hacia ella. Lo recibió con curiosidad y agradeció poder voltear para dirigirse a su silla del escritorio para abrir el regalo. Kochō notó que él la siguió y que se tensó al verla desatar los cordones que mantenía atado el papel que envolvía el paquete. Lo miró de reojo y sonrió tenuemente ante el nerviosismo del Pilar, era la primera vez que lo veía actuar como un simple muchacho a pesar de ser mayor que ella y eso le agradó. La hizo entender que no era la única vulnerable en aquel lugar.
Se trataba de un kimono de una tonalidad azul purpúrea con mariposas como diseño y un obi a juego. Sus ojos se abrieron sorprendidos y no pudo dejar de admirar el diseño y la tela de la prenda. Se levantó y la extendió ante ella, sorprendiendose de comprobar que le quedaría sin tener que ajustarla a su tamaño.
― ¿Cómo…? Oh, es hermoso, Giyuu-san. ― Quería tanto saber cómo había descubierto su talla, pero la felicidad se había expandido a través de su pecho e inundaba su rostro con una sonrisa tonta ―. ¡Muchas gracias! ― dijo y terminó abrazando al Hashira, con la prenda entre ambos."
El recuerdo la hizo sonreír dulcemente, sobre todo al recordar el rostro sorprendido de Tomioka, quien había tardado en devolverle el abrazo, pero que sonrió ampliamente tras el beso que ella le había plantado en sus labios a modo de eufórico agradecimiento, mientras se sujetaba de las solapas de su ropa para tirar del rostro masculino y alzarse en puntillas para terminar de acortar las distancias. Maldiciendo tenuemente su escasa altura y lo larguirucho que era él.
Después de eso, vinieron muchos otros regalos, junto con detalles que ella valoraba con todo su ser. Peines, broches para el cabello y libros de su interés indicaban que la capacidad de observación de Tomioka iban más allá que las batallas contra los demonios.
Gestos como ayudarla a ordenar la finca o ayudar a las pequeñas a su cargo, además de traerle comida cuando ni ella recordaba si había probado bocado, eran detalles que sorprendían a la joven y que calentaban su pecho. La hacían sentir suave y derretida ante tal expresión de cariño (amor) que ella no sabía devolver.
A veces se sentía mucho más injusta de lo que realmente es, todo por no sólo negarle sus secretos al Pilar del Agua, sino también por no saber hacer pequeñas cosas por él como Tomioka hacía por ella.
Shinobu suspiró, intentando no caer en un autodesprecio que sólo le decía que toda esa relación era un error, que lo correcto era terminar con el Hashira y hacer como que nada había pasado, porque permitirle creer que un cadáver ambulante podía amarlo, era la broma más cruel que Shinobu podría hacerle a Giyuu.
Sin embargo, su egoísmo era mayor y una parte de ella ansiaba sus pequeños momentos junto a su colega. Junto a la persona que sentía querer (amar) así no fuera libre de hacerlo como quisiera.
Y a Kochō sólo le quedaba el consuelo de que ambos estaban arriesgando la vida y podrían no sobrevivir a sus batallas. Obviando el hecho que ella, definitivamente, no sobreviviría.
— Kochō — llamó Giyuu y la Pilar del Insecto dejó sus divagaciones y volteó hacia el hombre que acababa de entrar a su oficina.
— Tiempo sin verte, Giyuu-san — dijo, acercándose a él, posando sus manos en el torso masculino en una petición silenciosa para que el de pelo oscuro se agachara, acortando la distancia con un beso suave que ya se había vuelto una costumbre de añoranza entre ambos, sobre todo, después de un tiempo separados —. ¿Alguna nueva lesión?
Giyuu la observó, mientras acariciaba su mejilla, antes de negar con la cabeza. Shinobu sonrió, un poco molesta por la falta de palabras y un poco complacida por el gesto del mayor. Entonces, Giyuu le sonrió tenuemente y la envolvió entre sus brazos, provocando que ella se dejara inundar por su calidez y su aroma.
Olía a limpio y la pequeña Mariposa no pudo evitar sonreír verdaderamente al darse cuenta que de seguro el pelinegro había tomado una ducha antes de visitarla, al fin y al cabo, su cabello aún goteante se lo confirmaba.
— Hay un pequeño festival en el pueblo, ¿te gustaría ir?...Claro, si es que puedes tener un momento libre — concluyó, separándose de la mujer entre sus brazos y desviando la mirada, su rostro levemente tibio por la vergüenza de preguntar algo así.
Shinobu soltó una risita cantarina y picoteó la mejilla de Giyuu, encantada con el tono rojizo de su rostro. Verlo sonrojado era un placer que nunca creyó tener.
— Claro, vamos— dijo suavemente, sonriendo con los ojos cerrados y con el pecho lleno de un sentimiento que nunca creyó sentir en esta vida.
Shinobu ordenó alguna de sus cosas, mientras el Hashira la observaba ir de un lado a otro en silencio, feliz de simplemente poder compartir el mismo espacio con ella. Tomioka aún sentía cierto pesar de ser tan feliz a costa de haber obtenido un título que no era para él, porque si no se hubiera convertido en Cazador y, mucho menos, en Pilar, nunca habría podido conocer e interactuar con aquella mujer de sonrisa perpetua.
— Estoy lista — anunció la joven, mirando expectante a su pareja.
Giyuu se limitó a asentir y a caminar hacia la salida de la finca, Shinobu se puso a su lado fácilmente, sin tocarlo realmente y el mayor no pudo más que sentir un nudo en su pecho ante esa pequeña, pero notoria distancia. Porque sus vidas no eran normales como para poder tomar sus manos o poder demostrar todo el cariño que había crecido entre ellos.
La muchacha observó al Pilar del Agua y se dio cuenta del fruncimiento de su ceño y nariz y supo que algo le molestaba, pero no entendía que podría ser. Entonces, siendo quien era, no pudo más que comenzar a picar el brazo del pelinegro con su dedo índice.
— Nee~ nee~, To-mio-ka-san~ ¿Qué sucede?— preguntó, dirigiéndose a él por su nombre, puesto que la finca estaba llena con cazadores de demonios lesionados o que venían de paso a descansar y nadie podía saber de ellos.
La arruga en el rostro del Hashira se profundizó, siendo consciente de las razones por las que aquella mujer venenosa lo llamaba por su apellido, lo cual sólo acrecentó el malestar en su pecho y la necesidad de cruzar un límite que sabía no se podía permitir. Sin embargo, algo que había aprendido gracias a que su vida siempre podía terminar de un instante a otro, era que no podía dejar cosas inconclusas.
— Es sólo que…— comenzó a decir, mientras dejaban atrás la Finca de las Mariposas para caminar por calles poco transitadas y tranquilas —. Se vuelve difícil que caminemos lejos del otro.
Kochō lo miró con sorpresa, aunque Tomioka no dejó de caminar y, mirando su espalda, fue que tuvo una pequeña epifanía que la hizo tragar aire precipitadamente. Giyuu la escuchó y detuvo sus pasos antes de girarse para verla con cierta duda en su semblante contrariado, el mayor sabía que estaba pidiendo demasiado.
— ¿Qué dices, Tomioka-san? — preguntó, con una risita completamente falsa que incomodó a Giyuu tanto como el uso de su apellido —. Si estábamos caminando uno al lado del otro.
Apenas dijo esas palabras, se acercó al pelinegro, sonriendo levemente y con las manos tras la espalda, nerviosa por las revelaciones y por lo que no podía darle al hombre a su lado. Porque Shinobu acababa de ser muy consciente que a su compañero le gustaría poder expresar su cariño libremente y no ocultarlo de todos, al menos, no pequeños gestos como ir tomados del brazo o de la mano mientras caminan juntos. Sin contar, que la Pilar del Insecto acababa de ser consciente que en la actualidad apenas veía la espalda del hombre a su lado.
Porque sí, Shinobu no recordaba la última vez, antes de esta, que se había quedado con la sensación de estar siempre detrás del estoico Hashira y no sabía cuando había pasado a compartir su caminar, lado a lado, codo a codo. Sólo sabía que se había sentido tan natural y cómodo que los recuerdos de perseguirlo parecían de otra vida. Shinobu se perdió en esos pensamientos y sentimientos, sonriendo melancólica, pero incapaz de negar la felicidad que la hacía saberse al lado de su pareja.
Escuchó a Tomioka suspirar y lo vio de reojo, aún con aquella expresión contrariada que desentonaba con sus rasgos tranquilos, por lo que se decidió a arriesgarse a cruzar uno de sus límites autoimpuestos, sabiendo que la muerte le quitaría todo menos el arrepentimiento de no hacer lo que llenaba su envenenado corazón.
— Creo que…— comenzó a decir la Hashira, mientras se acercaba al de haori multipatrón y envolvía su brazo con el suyo —, podemos prescindir de ocultar algunas cosas, Giyuu-san.
Giyuu sintió el peso de Shinobu apoyado en su costado, un contacto que le dificultó un poco el caminar, pero que calentó su pecho adolorido como si ella fuera una medicina para su dolor y no un veneno para su vida.
— Esta vida, se siente más cálida así, Shinobu — susurró con lentitud, posando su mano libre sobre la de la pequeña mujer a su lado, quien le ofreció una sonrisa genuina, antes de enderezar su rostro y mirar el camino.
— Son momentos robados de nuestra realidad que siempre atesoraré — susurró en respuesta, arriesgando todo por lo que había luchado hasta ahora por aquellos toques de efímera felicidad junto a aquel hombre al que no merecía.
Giyuu acarició lentamente el dorso de su mano, sintiendo que sus sentimientos hacia aquella mujer no hacían más que crecer de forma exponencial en vez de mantenerse como la suave tranquilidad que los envolvía en ese instante.
Y así, un pensamiento compartido tomó forma entre ambos Hashiras.
"Ojalá podamos continuar creando momentos juntos"
Lástima que aquella fue la última vez pudieron interactuar fuera de sus obligaciones como Pilares de los Cazadores de Demonios.
Esto probablemente no es lo que esperaban y no sé si valga la pena la espera de 3 años, porque soy una inconstante total, pero fue divertido de escribir y está hecho con amor.
Un amor sádico xD
PD: ya estoy escribiendo la otra parte antes de que las Musas me abandonen.
