Harry caminaba con pasos firmes, aunque aún sentía la ligera incomodidad de sus heridas recientes. Había esperado este momento desde que despertó, ansioso por volver a su rutina. Sin embargo, justo cuando se dirigía hacia la salida de la enfermería, la inconfundible figura de Kyle Katarn apareció frente a él, bloqueándole el paso con una sonrisa que, aunque parecía amigable, estaba cargada de intenciones ocultas.
—Oh, Harry, ¿ya te vas? —preguntó Kyle con un tono casual que no engañaba a nadie.
Harry dejó escapar un suspiro, cruzándose de brazos mientras lo miraba con una mezcla de resignación y cautela. —¿Qué necesitas, maestro? ¿O acaso vine aquí solo para que me detengas antes de cruzar la puerta?
Kyle dejó escapar una leve risa, señalándole con un gesto que lo siguiera. —No te preocupes, no es nada complicado. Solo hay alguien que quiere verte.
Harry arqueó una ceja, claramente desconfiado, pero sabía que oponerse no serviría de nada. —Está bien, pero que quede claro que estaba completamente dispuesto a seguir las recomendaciones médicas... por esta vez.
Kyle le lanzó una mirada burlona mientras caminaban por los pasillos de la academia. —Eso sí que es nuevo. No te preocupes, prometo que esto valdrá la pena.
Al llegar a una sala apartada, Harry sintió cómo su corazón se aceleraba al ver quiénes lo esperaban dentro. La habitación estaba iluminada con la tenue luz azulada de los holoproyectores que proyectaban las imágenes de Leia y Han. Frente a ellos estaban Luke, Mara, Jaina, Tahiri, Tenel, Jacen y Anakin, todos mirándolo con expresiones que iban desde la preocupación hasta la curiosidad.
Harry se detuvo en la entrada, soltando un profundo suspiro. Por un momento, el peso de lo que estaba a punto de hacer parecía demasiado grande, pero luego sacudió la cabeza, despejando cualquier duda. Sabía que este momento llegaría, y aunque no podría compartir toda la verdad, era hora de dar un paso adelante.
Mientras cruzaba el umbral y las puertas se cerraban tras él, un pensamiento pasó por su mente, claro y firme:Es hora de decir parte de la verdad.
La habitación quedó en silencio, cada mirada fija en él, esperando. Y Harry, con una mezcla de determinación y cautela, se preparó para lo que sabía que sería una conversación crucial.
Harry tomó aire profundamente, sus ojos recorriendo las caras de quienes lo escuchaban. Sabía que cada palabra que iba a pronunciar tenía un peso especial. No era solo su historia, sino la de los Saints, el grupo que había formado y liderado con todo lo que tenía. Cuando comenzó a hablar, su tono era firme pero cargado de emociones, cada palabra una ventana al pasado.
Les relató cómo había conocido a los Saints cuando eran solo una fuerza desorganizada en los niveles inferiores de Coruscant. Un grupo sin rumbo, pero con un objetivo claro: ayudar a los necesitados, incluso si sus métodos no eran los más ortodoxos. Robaban a contrabandistas, engañaban a bandas rivales, y repartían lo obtenido entre los marginados. Aunque deshonesto, su causa era noble, y Harry se sintió atraído por ese espíritu.
Con el paso del tiempo, los Saints se dieron cuenta de que para lograr un cambio real, necesitaban evolucionar. Así, comenzaron a estructurarse como una banda criminal. No era una decisión fácil, pero les permitió organizar sus fuerzas, proteger mejor sus territorios, y sobre todo, mantener vivos sus ideales de ayudar a los desprotegidos. Fue en ese momento, con solo 10 años, que Harry, por su determinación y visión, fue nombrado líder simbólico. Aunque al principio era un título vacío, con el tiempo asumió el verdadero liderazgo, aprendiendo en el proceso lo que significaba inspirar y proteger.
A medida que crecían, los Saints empezaron a formar alianzas. No con cualquiera, sino con bandas y personas que compartieran su visión o que al menos estuvieran dispuestas a cambiar. Fue entonces cuando Harry comenzó a construir su red de lugartenientes. Cada uno llegó en momentos clave: Johnny, Shaundi, y Pierce fueron los primeros, aquellos que lo ayudaron a consolidar el liderazgo y la organización interna. Luego llegó Angel, un guerrero y estratega que no solo fortaleció sus tropas, sino que también les dio una ventaja táctica. Más tarde, Zimos, con su carisma y conexiones, se unió junto a Viola y Kiki DeWynter, quienes aportaron no solo recursos, sino también inteligencia y una visión estratégica. Kinzie Kensington, una hacker sin igual, se convirtió en el cerebro tecnológico del grupo, mientras que Oleg Kirrlov, un gigante con un corazón bondadoso, aportó sus conocimientos científicos y su fuerza descomunal.
Pero no todo fue sencillo. Harry relató cómo los Saints se enfrentaron a la banda Morningstar, un grupo que representaba todo lo contrario a sus ideales. Extorsionaban, traficaban, y gobernaban con miedo. La guerra con ellos no fue rápida ni fácil. Fue un conflicto prolongado, lleno de sacrificios y pérdidas, pero también de victorias que demostraron la unión y la determinación de los Saints. Una de esas victorias fue la captura de un astillero estratégico en los niveles medios de Coruscant y un laboratorio lleno de tecnología avanzada. Ambos se convirtieron en pilares para los Saints, permitiéndoles crecer aún más y fortalecerse.
Sin embargo, ese crecimiento tenía un límite. Harry explicó cómo, al darse cuenta de que continuar expandiéndose en Coruscant llamaría la atención de los grandes carteles galácticos, decidieron detener su conquista. La posibilidad de ser aplastados por fuerzas mucho más grandes era demasiado real. En lugar de continuar, tomaron una decisión crucial: extenderse más allá de Coruscant.
La solución, según Harry, era tan ambiciosa como lógica. Los Saints se dividirían en dos ramas: una operación legal y otra ilegal. Bajo la fachada de las Empresas Santillán, manejarían negocios legítimos que generarían ingresos y recursos, mientras que la banda criminal continuaría operando en las sombras, asegurando que los ideales de los Saints llegaran a todos los rincones de la galaxia. Su objetivo no era solo sobrevivir, sino prosperar mientras ayudaban a los necesitados en otros mundos.
Cuando Harry terminó, el silencio llenó la sala. Las expresiones de quienes lo rodeaban reflejaban una mezcla de asombro, preocupación y, en algunos casos, admiración. Había contado la historia de los Saints con una franqueza que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones y las razones detrás de cada decisión.
Finalmente, Harry alzó la mirada, enfrentándose a todos con la misma determinación que lo había llevado a liderar a los Saints. Este era su camino, su legado, y aunque sabía que no sería fácil, estaba dispuesto a cargar con el peso de sus decisiones.
Harry se apoyó ligeramente en la pared, cruzando los brazos con una expresión que mezclaba confianza y desafío. Sus ojos recorrieron la habitación, deteniéndose en cada rostro. Fue Mara quien rompió el silencio.
—¿Cómo planeas sostener todo esto, Harry? —preguntó, su tono firme pero sin juicio. —Lo que cuentas suena impresionante, pero mantener algo así requiere recursos enormes: personal, equipamiento, suministros... No puedes esperar que solo con idealismo todo se mantenga a flote.
Luke asintió, su semblante sereno pero igualmente preocupado. —Coruscant puede ser un buen punto de partida para reclutar, pero aun así parece insuficiente. ¿Cómo manejas los costos? ¿Y qué planeas hacer para conseguir a toda la gente que necesitas?
Harry sonrió ligeramente, como si hubiera estado esperando esa pregunta. —Tienen razón en que no somos exageradamente ricos, al menos no como las grandes corporaciones galácticas o los sindicatos criminales más poderosos. Pero ahí es donde entra Kinzie. Ella tuvo la solución a nuestro mayor problema... y fue mirar al pasado.
—¿Al pasado? —intervino Han desde el holoproyector, su tono escéptico. —¿Qué tan atrás estamos hablando aquí?
Harry se irguió un poco más, sus ojos brillando con algo que parecía emoción. —A la época de la Confederación de Sistemas Independientes. La CIS. Ellos enfrentaron un problema similar al nuestro en las Guerras Clon: necesitaban fuerzas enormes, pero no tenían el personal para manejarlas. ¿Y qué hicieron? Automatizaron sus operaciones.
—¿Estás hablando de usar droides? —preguntó Leia, su voz mostrando una mezcla de curiosidad y cautela.
—Exactamente, tía Leia. —Harry asintió con firmeza. —Su estrategia de automatización nos inspiró. Kinzie encontró la manera de adaptar ese modelo, utilizando tecnología que ya estaba en desuso, mejorándola y reprogramándola para nuestras necesidades.
Kyle levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Y qué tan viable es eso? Hablas de tecnología que lleva décadas obsoleta.
—Más viable de lo que podrías pensar, Maestro. —Harry respondió, con un destello de orgullo en su voz. —Los droides y naves de la CIS fueron diseñados para ser extremadamente eficientes y fáciles de reprogramar. Kinzie, junto con Jaina —añadió, echando una mirada cómplice hacia su novia—, han estado trabajando en mejorar sus sistemas. No solo los estamos restaurando; los estamos llevando más allá de lo que eran antes.
—¿Más allá? —preguntó Luke, su tono calmo pero inquisitivo. —¿Qué tan lejos estás dispuesto a llegar, Harry? La automatización puede ser útil, pero también peligrosa si no se maneja con cuidado.
Harry se detuvo un momento, sus palabras cuidadosas pero firmes. —Lo entiendo, papá. No estoy diciendo que vamos a depender únicamente de la automatización. Pero si queremos llevar nuestra misión más allá de Coruscant, si realmente queremos hacer una diferencia en la galaxia, necesitamos esta ventaja. Y estamos tomando todas las precauciones necesarias para asegurarnos de que los droides sigan nuestras directrices y no sean una amenaza para nadie más.
—¿Y qué pasa con los recursos? —preguntó Mara, su tono aún cauteloso. —Expandirte de esta forma no solo significa conseguir droides y naves. ¿Cómo planeas sostenerlo todo a largo plazo?
—Con los mismos métodos que hemos estado usando hasta ahora. —Harry respondió con confianza. —Empresas Santillán y los Saints están diseñados para complementar nuestras operaciones. Las actividades legales generan ingresos legítimos, mientras que las operaciones ilegales nos permiten acceder a recursos que no podríamos obtener de otra forma. Es un equilibrio delicado, pero funciona.
—Es arriesgado. —apuntó Leia, su voz seria pero sin perder la calidez. —Estás jugando un juego muy peligroso, Harry. La automatización y la expansión pueden funcionar, pero estás caminando por una línea muy delgada.
—Lo sé. —admitió Harry, mirándola directamente. —Pero es un riesgo que estoy dispuesto a correr si eso significa que podemos ayudar a más personas. Los Saints no se crearon para jugar a lo seguro. Estamos aquí para hacer la diferencia, cueste lo que cueste.
La habitación quedó en silencio por un momento, cada adulto reflexionando sobre lo que Harry había dicho. La mezcla de determinación y pragmatismo en su voz era innegable, y aunque no todos estaban convencidos, era difícil ignorar la pasión detrás de sus palabras.
Han cruzó los brazos y miró fijamente a Harry a través del holoproyector, con una ceja levantada y una mezcla de curiosidad y escepticismo en su rostro. —Entonces dime, sobrino... ¿qué naves están usando y de dónde planean sacarlas? Porque esto de automatización suena bien, pero necesitas algo que mueva a esos droides y soldados.
Harry dejó escapar una leve sonrisa, como si estuviera anticipando esa pregunta. —Kenzi tuvo nuevamente la respuesta. —comenzó, mirando a todos los presentes antes de continuar. —Ella nos hizo mirar hacia los planetas deshuesaderos: Raxus Prime y Bracca.
Leia frunció el ceño al escuchar esos nombres. —¿Esos lugares no están completamente abandonados y llenos de restos inútiles?
—No tanto como crees, tía Leia. —respondió Harry, con un tono que dejaba entrever su confianza. —Ambos planetas tienen lo que necesitamos: naves de la Confederación y de la República de las Guerras Clon, junto con droides. La mayoría están en mal estado, pero con las modificaciones adecuadas y un poco de creatividad, son justo lo que necesitamos para comenzar.
Luke inclinó ligeramente la cabeza, procesando la información. —¿Y cuál es el plan? —preguntó, su tono calmado pero inquisitivo.
Harry asintió, como si hubiera esperado esa pregunta. —Nos pusimos a analizar ambos planetas. Raxus Prime tiene una cantidad impresionante de recursos y tecnología, pero es un lugar extremadamente peligroso y caótico para operar a gran escala en este momento. En cambio, Bracca es un lugar más accesible y práctico. Las operaciones allí son semi-reguladas, y podemos comprar lo necesario sin levantar demasiadas sospechas... al menos si jugamos bien nuestras cartas.
—¿Y cómo planean hacerlo sin atraer la atención de la República? —interrumpió Han, con un tono serio que dejaba entrever su preocupación. —Bracca está bajo su control indirecto, y cualquier movimiento grande podría encender las alarmas.
Harry respiró hondo antes de responder. —Por eso decidimos dar un paso intermedio. Primero establecimos nuestras Empresas Santillán como una fachada legal. Nos aseguramos de que parecieran legítimas y confiables, y comenzamos a operar bajo ese nombre en Coruscant y en otros lugares cercanos. Una vez que las empresas estuvieron en marcha, las utilizamos como intermediarias para adquirir todo lo que necesitábamos en Bracca, desde naves hasta partes de droides.
Leia lo miró fijamente, claramente evaluando sus palabras. —¿Y si alguien comenzara a hacer preguntas? —preguntó, con un tono que mostraba más interés que crítica.
Harry sonrió levemente, un destello de astucia en sus ojos. —Eso también lo pensamos. Kenzi se encargó de establecer conexiones con los inspectores locales y, bueno... los compramos. —Hizo un gesto casual con las manos. —Unos créditos bien colocados hacen maravillas para asegurarse de que nadie mire demasiado de cerca nuestras operaciones.
—¿Sobornaste a inspectores de la República? —preguntó Luke, su tono calmado pero con un toque de desaprobación.
Harry mantuvo la mirada de su padre, su tono firme pero sin rastro de disculpa. —No fue mi primera opción, papá. Pero si no lo hacíamos, nuestros movimientos habrían sido detenidos antes de comenzar. Necesitamos esos recursos para ayudar a más personas, y las alternativas eran mucho peores.
Han soltó una carcajada seca desde el holoproyector. —¿Sabes? No puedo decir que no esté impresionado. Tienes agallas, muchacho, lo admito. Pero más te vale que esas "compras" no vuelvan a morderte después.
—Siempre hay riesgos, tío Han. —respondió Harry con una sonrisa. —Pero estoy dispuesto a asumirlos si eso significa que podemos seguir avanzando.
El ambiente en la sala estaba cargado de emociones encontradas. Los adultos parecían debatirse entre admirar la audacia de Harry y preocuparse por las implicaciones de sus decisiones. Mientras tanto, los hermanos Solo intercambiaron miradas de sorpresa y algo de emoción contenida al escuchar los detalles de los movimientos estratégicos de su primo. La tensión en el aire era palpable, pero nadie podía negar que Harry había pensado cuidadosamente en cada paso que había dado.
Kyle, que había permanecido en silencio durante gran parte de la conversación, finalmente intervino, frunciendo ligeramente el ceño mientras cruzaba los brazos. —Está bien, Harry, esto suena impresionante, pero déjame preguntarte algo: ¿qué naves compraron exactamente y dónde las metieron? Porque, como tú mismo dijiste, esas cosas estaban en un estado deplorable, y francamente, son obsoletas para la tecnología actual.
Harry dejó escapar una ligera risa, como si ya hubiera anticipado la pregunta. —Es un punto válido, maestro. Pero, para ser justos, no es algo que no pudiéramos manejar.
—¿Manejar? —preguntó Kyle con una ceja levantada.
—Sí, manejar, —replicó Harry, sin perder el tono despreocupado. —Lo primero que hicimos fue usar a Viola y su habilidad para lidiar con la burocracia y la corrupción en Coruscant. Sobornamos a los administradores de los astilleros locales para que aceptaran recibir las naves bajo la fachada de "proyectos de restauración histórica". Así que, técnicamente, todo está registrado como legal.
Han, desde el holoproyector, dejó escapar una risa sarcástica. —¿Y qué compraste, sobrino? Porque si lo que tienes son chatarra voladora y droides oxidados, no importa cuánto sobornes, esa basura no volará.
Harry le devolvió una sonrisa confiada. —Nada de basura, tío. Compramos cuatro fragatas Munificent, dos destructores clase Recusant, ocho LAAT, cuatro lanzaderas Sheathipede, y varios lotes de droides: 2,000 B1, 500 B2, 10 tácticos T-serie y 50 cazas droide Buitre.
Un silencio pesado cayó sobre la sala. Los adultos se miraron entre ellos, procesando lo que acababan de escuchar. Tahiri dejó escapar un pequeño jadeo, mientras Jacen murmuraba algo inaudible, claramente sorprendido.
—¿Eso es todo? —preguntó Kyle con un tono irónico, inclinando ligeramente la cabeza.
—Por ahora, —respondió Harry, encogiéndose de hombros. —Esa información es la más reciente que tengo. Desde mi última misión no he revisado el inventario, y es probable que ya hayamos ampliado un poco más la flota gracias a los ingresos que estamos generando.
Leia, desde el holoproyector, se pasó una mano por el rostro, claramente preocupada. —Harry, esto es demasiado grande. Estás jugando en una liga que podría acabar contigo si algo sale mal.
—Lo sé, tía Leia. —Harry respondió con sinceridad, su tono más serio. —Pero no podemos quedarnos en un rincón temiendo lo que podría pasar. Cada paso que damos nos acerca más a ayudar a quienes lo necesitan. Esta no es solo una operación; es un ideal, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para llevarlo a cabo.
Luke, con una expresión seria pero controlada, se inclinó ligeramente hacia adelante. —La intención es noble, hijo. Pero la realidad es que estás manejando una operación delicada. Y no importa cuán preparado creas estar, siempre hay factores imprevistos.
—Papá, sé que no va a ser fácil. —Harry lo miró directamente a los ojos. —Pero estoy aprendiendo de cada paso que doy, y no estoy solo en esto. Tengo a mis lugartenientes, a mi gente, y a mis aliados. Y lo más importante, estoy dispuesto a adaptarme a lo que venga.
El ambiente en la sala se mantuvo tenso mientras todos procesaban la conversación. Sin embargo, Harry no se dejó intimidar por las dudas que veía en algunos de los rostros presentes. Se mantuvo firme, sabiendo que cada palabra que decía era un reflejo de su determinación y de los sacrificios que estaba dispuesto a hacer.
Luke se quedó en silencio unos momentos después de escuchar a Harry. Sus ojos azules reflejaban una mezcla de admiración, preocupación y una pizca de tristeza. Desde el punto de vista Jedi, no podía evitar cuestionar los métodos que su hijo había elegido, aunque entendía la nobleza detrás de sus motivaciones.
—Hijo, lo que estás haciendo... es admirable, pero también es peligroso. —Su tono era sereno, pero firme. —Los Jedi protegemos a los necesitados, pero tus métodos están peligrosamente cerca del límite entre el bien y el mal. ¿Cuántas veces has tenido que tomar decisiones que van en contra de nuestros principios? ¿Cuántas más tendrás que tomar?
Mara, por su parte, lo miró con una ceja alzada, su expresión reflejando una mezcla de orgullo y exasperación. —Luke tiene razón, Harry, pero no voy a negar que estoy impresionada. —Dijo con franqueza, su tono más directo. —Lograste construir algo enorme desde prácticamente nada. Sin embargo, todo esto... —hizo un gesto hacia el holoproyector y luego hacia Harry—, no deja de preocuparme. Los compromisos que haces, los sobornos, la corrupción... sabes que esos caminos pueden destruirte desde dentro, ¿verdad?
Leia, desde el holoproyector, cruzó los brazos, su rostro mostrando una mezcla de desaprobación y comprensión política. —Desde un punto de vista político, Harry, lo que estás haciendo no es solo riesgoso; es revolucionario. Estás desafiando estructuras de poder que llevan décadas establecidas, y lo haces desde las sombras. Eso no solo te pone a ti en peligro, sino que también puede afectar a quienes te rodean, incluyéndonos. ¿Te das cuenta de las implicaciones?
Han, con su característica actitud desenfadada, negó con la cabeza, aunque no pudo ocultar una leve sonrisa. —Mira, no voy a sermonearte, sobrino. Hiciste lo que tenías que hacer, y no puedo decir que yo no haya tomado decisiones cuestionables en mi tiempo. Pero Leia tiene razón. Estás jugando un juego peligroso con jugadores que no dudarán en aplastarte si les das la oportunidad.
Kyle Katarn dejó escapar un leve gruñido, cruzando los brazos mientras miraba a Harry con una mezcla de incredulidad y curiosidad. —Déjame ver si entiendo esto: sobornaste a funcionarios, reactivaste tecnología que podría estar prohibida en ciertas partes de la galaxia, y básicamente diriges una organización criminal y una empresa legal al mismo tiempo. —Soltó una risa seca. —No sé si felicitarte por tu audacia o reprenderte por ser tan imprudente. Aunque, para ser honesto, estoy un poco impresionado.
Jacen frunció el ceño, su mente claramente trabajando para procesar todo lo que había escuchado. —Esto no es solo peligroso para ti, Harry. —Su tono era más frío de lo habitual. —La forma en que estás manejando las cosas, dividiendo operaciones legales e ilegales, sobornando, expandiéndote... estás jugando con fuego. Y me preocupa que alguien cercano a ti termine quemándose.
Anakin, el más joven, no pudo contenerse más. —¡Pero está ayudando a la gente! —exclamó, mirando a su hermano mayor. —Lo que Harry está haciendo es lo correcto. No importa cómo lo haga, ¡la gente necesita ayuda, y él se la está dando!
Tahiri, siempre más emocional, tenía los ojos llenos de preocupación. —Harry, entiendo por qué haces lo que haces, pero... ¿qué pasará contigo? ¿Cuánto estás sacrificando? Tienes un gran corazón, pero no quiero que te pierdas en todo esto.
Tenel Ka, en cambio, mantuvo su tono calmado y lógico. —Las decisiones que has tomado son impresionantes desde una perspectiva estratégica, pero no dejan de ser moralmente cuestionables. —Hizo una pausa, mirándolo directamente a los ojos. —Sin embargo, no puedo negar que admiro tu determinación. Pero necesitas recordar una cosa: el poder siempre tiene un precio.
El silencio cayó sobre la sala nuevamente mientras todos esperaban la respuesta de Harry.
Harry se levantó con cuidado, todavía sintiendo el peso de sus recientes heridas, pero con la mirada firme. Tomó un respiro profundo antes de hablar, asegurándose de que cada palabra llevara el peso de sus convicciones.
—Entiendo lo que todos ustedes sienten, realmente lo hago. —Comenzó, su tono serio, pero sin perder ese toque cálido que lo caracterizaba. —Sé que muchas de mis decisiones no tienen cabida en el idealismo de los Jedi, ni en las estructuras políticas de la Nueva República. Pero, ¿saben qué? No me importa.
Las palabras sorprendieron a algunos, especialmente a Luke y Leia, quienes intercambiaron miradas preocupadas. Kyle entrecerró los ojos, evaluando cada movimiento de su aprendiz.
—He aprendido mucho en mi tiempo como líder de los Saints, y no solo de mis propios errores, sino también de las fallas de los sistemas que supuestamente deberían protegernos. —Harry continuó, su tono más firme ahora. —La Nueva República está fallando, siguiendo los mismos pasos que llevaron a la caída de la antigua. Se valora más la ganancia personal que el bienestar común. Planetas enteros, especialmente los más alejados de Coruscant o menos ricos, se están hundiendo en la miseria mientras los senadores corruptos llenan sus cuentas de créditos. Y mientras tanto, la gente que realmente necesita ayuda se queda sin nada.
—Eso no significa que debas caer en los mismos métodos. —Intervino Leia, su voz llena de autoridad. —Lo que estás haciendo te hace igual a ellos.
Harry la miró directamente, sus ojos reflejando la intensidad de sus emociones. —¿De verdad? ¿De verdad crees que estoy al mismo nivel que ellos? Utilizo las mismas herramientas, sí. Sobornos, influencias, tratos bajo la mesa... pero hay una gran diferencia: lo hago para las personas comunes. No para enriquecerme, no para obtener poder por el simple hecho de tenerlo, sino para darles algo que ningún senador corrupto o gobernador opresor les ofrecería jamás: una oportunidad.
—Eso no justifica todo, Harry. —Luke habló ahora, con su tono calmado pero lleno de preocupación. —Los Jedi...
—Sé lo que los Jedi piensan, papá. —Harry lo interrumpió suavemente, pero con firmeza. —Y no espero que entiendan completamente lo que hago. Pero les diré algo: si los Jedi realmente quieren ser protectores de la galaxia, deberían empezar a mirar más allá de los límites que ustedes mismos se imponen. Porque los verdaderos enemigos no siempre empuñan un sable de luz. A veces, son los que firman los decretos desde una oficina en Coruscant.
Un silencio pesado llenó la sala. Incluso Kyle, siempre rápido con sus comentarios sarcásticos, parecía estar reflexionando sobre las palabras de Harry. Fue entonces cuando Harry dio un paso más allá.
—Sé que mis acciones pueden afectarles. Sé que esto puede traer consecuencias para mi familia y para las personas cercanas a mí. —Dijo, mirando a Jaina, Jacen y Anakin, y luego a Luke y Mara. —Por eso tomé una decisión hace mucho tiempo: separar mis dos vidas. Mis acciones con los Saints y mi vida como Jedi deben permanecer lo más alejadas posible. Lo que hago como líder de los Saints es algo que no quiero que los afecte. Por eso, he mentido, he ocultado cosas... y lo seguiré haciendo si eso significa que ustedes estén a salvo.
—Eso es... peligroso, Harry. —Kyle finalmente habló, su voz grave. —Separar tus vidas puede ser un arma de doble filo. Eventualmente, ambas colisionarán.
—Tal vez. —Respondió Harry con una leve sonrisa irónica. —Pero si ese día llega, al menos podré decir que hice todo lo posible para proteger a los que amo y para cambiar algo en esta galaxia.
Mara dejó escapar un suspiro pesado, cruzando los brazos. —Eres increíblemente terco, ¿lo sabías? —Dijo, aunque había un atisbo de orgullo en su tono. —Pero al menos tienes el coraje de respaldar lo que dices. Solo espero que entiendas que este camino no será fácil.
Harry asintió, con una mezcla de gratitud y determinación en sus ojos. —Lo sé, mamá. Pero no estoy buscando un camino fácil. Estoy buscando uno que valga la pena.
La sala quedó en silencio nuevamente, las palabras de Harry resonando en la mente de cada uno de los presentes. Todos entendían que, aunque no estaban de acuerdo con todo lo que había dicho o hecho, Harry tenía una visión clara de lo que quería lograr.
Harry comenzó a caminar hacia la salida de la habitación, su postura reflejando tanto cansancio como determinación. Cada paso era lento, medido, como si estuviera procesando todo lo que acababa de compartir. Las miradas de los presentes seguían cada uno de sus movimientos, y el silencio en la sala era casi palpable. Pero justo antes de cruzar la puerta, Harry se detuvo, girando su cabeza lo suficiente para mirar directamente a Luke.
—Papá... —dijo con un tono más suave que el usado durante la conversación anterior, pero no menos firme—. Quiero que lo sepas. Uno de mis sueños es ser un maestro Jedi como tú, alguien que pueda guiar a otros y proteger a la galaxia. Pero no voy a dejar de lado los objetivos de los Saints para lograrlo.
Las palabras cayeron como una piedra en un lago tranquilo, rompiendo el silencio de manera abrupta. Luke lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y preocupación, pero no dijo nada, permitiendo que Harry continuara.
—Si eso significa que algunos en la Orden piensen que no soy digno de ser Jedi, o que no estoy siguiendo sus ideales tradicionales... —Harry hizo una pausa, mirando a su tío con una expresión seria, casi desafiante—. Lo aceptaré. Incluso si eso lleva a que me expulsen de la Orden, lo aceptaré.
Un murmullo bajo se escuchó entre los jóvenes Solo. Jacen parecía estar procesando las palabras, mientras Anakin miraba a su hermano mayor con una mezcla de admiración y confusión. Jaina, por su parte, apretó los labios, claramente preocupada pero también entendiendo lo que su pareja estaba tratando de expresar.
—He leído sobre los Jedi del pasado, sobre cómo su apego a los ideales más rígidos y tradicionales fue lo que los cegó. Lo que los llevó a su caída. —Harry continuó, su tono más firme ahora. —No puedo caminar por ese mismo camino. No puedo ignorar lo que veo, lo que vivo cada día con los Saints. No sería fiel a mí mismo, y no sería el Jedi que tú me enseñaste a ser.
Luke soltó un suave suspiro, su expresión siendo un reflejo de su lucha interna. Quería corregir a Harry, explicarle que el equilibrio entre ser un Jedi y seguir esos objetivos no era imposible. Pero también sabía que Harry era tan terco como él mismo había sido en su juventud. Mara, de pie a su lado, cruzó los brazos, observando con una mezcla de orgullo y frustración.
—Hijo... —Luke finalmente habló, su voz calmada pero cargada de significado—. No puedo decir que estoy de acuerdo con todo lo que haces, pero entiendo por qué lo haces. Solo espero que, mientras caminas por este camino, recuerdes lo que significa realmente ser un Jedi.
Harry asintió ligeramente, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios. —Siempre lo hago. Aunque... tengo mi propia interpretación de lo que eso significa.
Con esas palabras, Harry finalmente cruzó la puerta, dejando a los adultos y jóvenes en la sala en un mar de reflexiones. Cada uno de ellos sabía que lo que acababan de escuchar no solo cambiaría su perspectiva de Harry, sino también de ellos mismos y del papel que jugaban en una galaxia cada vez más caótica.
Tras la partida de Harry, el silencio reinó en la habitación como un peso palpable. Los jóvenes Solo, Tahiri y Tenel intercambiaron miradas nerviosas, claramente sintiendo la tensión que había quedado en el aire. Luke, con un tono firme pero calmado, rompió el silencio.
—Quiero que todos ustedes regresen a sus habitaciones y mediten sobre lo que acaban de escuchar. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras resonaran en ellos. —Esto no es algo que puedan procesar de inmediato, pero deben reflexionar profundamente antes de formar juicios o conclusiones.
Jaina miró a su tío, claramente queriendo decir algo, pero al final simplemente asintió. Jacen y Anakin parecían menos seguros, pero siguieron su ejemplo. Tahiri y Tenel intercambiaron una mirada, pero tampoco objetaron. En silencio, los jóvenes abandonaron la sala, dejando atrás a Luke, Mara, Kyle, Leia y Han, cuyas proyecciones holográficas todavía parpadeaban en la mesa central.
Mara fue la primera en hablar, rompiendo el denso silencio que quedó tras la partida de los jóvenes.
—Ese muchacho... —dijo, cruzando los brazos y mirando hacia la puerta por donde Harry había salido. —Es más terco de lo que pensaba. Aunque, considerando de quién es hijo, no debería sorprenderme.
—No es solo terquedad, Mara. —Leia respondió desde su holograma, su tono preocupado pero analítico. —Lo que Harry está haciendo es... complicado. No puedo decir que lo apruebo del todo, pero tampoco puedo ignorar lo que ha logrado.
Kyle, que había permanecido en silencio hasta ahora, se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos entrecerrados mientras procesaba todo. —No se trata solo de lo que ha logrado. Se trata de cómo lo ha hecho. —Miró directamente a Luke. —Él está usando los mismos sistemas corruptos que lo han oprimido, pero para un propósito que cree justo. Es peligroso, pero también... brillante.
Han soltó un leve resoplido desde su holograma, cruzando los brazos con una expresión pensativa. —El chico tiene agallas, eso seguro. Y tiene razón en algo: la Nueva República tiene sus fallas. Si algo he aprendido de mi tiempo en esta galaxia es que los ideales no siempre pagan las facturas o protegen a los más débiles. Pero lo que me preocupa es cuánto tiempo podrá caminar por esa línea antes de cruzarla por completo.
—¿Y qué hacemos al respecto? —preguntó Leia, su voz cargada de preocupación. —¿Lo dejamos continuar y esperamos que no caiga? ¿O intervenimos y corremos el riesgo de empujarlo aún más lejos?
Luke tomó una respiración profunda, claramente reflexionando sobre todo. —Intervenir ahora sería contraproducente. Harry tiene una mente y un corazón fuertes, pero también es joven. Está buscando su camino, y si tratamos de forzarlo a cambiarlo, podríamos perderlo por completo.
—¿Y si está equivocado? —preguntó Mara, sus ojos fijos en Luke. —¿Y si lo que está haciendo lo lleva a un lugar del que no pueda regresar? ¿Estamos dispuestos a cargar con eso?
—Esa es la pregunta, ¿no? —Kyle intervino, su tono neutral pero con un trasfondo de inquietud. —¿Cuánto podemos permitir que se desvíe antes de que sea demasiado tarde? Pero también, ¿cuánto podemos intervenir antes de que pierda la confianza en nosotros?
El silencio volvió a caer mientras todos reflexionaban sobre las palabras de Kyle. Era un dilema sin una respuesta clara, una línea difusa entre el apoyo y la corrección. Finalmente, fue Leia quien habló de nuevo, con un tono decidido.
—No podemos detenerlo, pero podemos guiarlo. —Dijo, mirando a cada uno de los presentes. —Harry necesita saber que estamos aquí para él, pero también necesita entender las consecuencias de sus acciones. Si él está decidido a caminar por este camino, entonces debemos asegurarnos de que no pierda de vista lo que realmente importa.
Luke asintió lentamente, su expresión seria pero resoluta. —Estoy de acuerdo. Harry es nuestro hijo, y aunque no apruebo todo lo que hace, confío en su corazón. Pero no podemos simplemente quedarnos al margen. Tendremos que encontrar la forma de apoyarlo sin sofocarlo.
—Y asegurarnos de que no olvide quién es realmente. —Mara agregó, su tono más suave ahora, pero no menos firme.
—Es un equilibrio complicado, pero no imposible. —Concluyó Kyle, cruzando los brazos. —Después de todo, ninguno de nosotros llegó aquí siguiendo un camino recto.
La discusión continuó, llena de ideas y preocupaciones, pero todos en la sala compartían un objetivo común: proteger a Harry, no solo de los peligros externos, sino también de sí mismo.
Harry cerró la puerta de su habitación con un profundo suspiro, dejando que el peso de la conversación anterior se asentara sobre él. Apenas había tenido tiempo de empezar a reflexionar cuando sintió una presencia familiar acercándose. No necesitaba abrir la puerta para saber quién era; lo supo en cuanto sintió el suave rastro de su conexión a través de la Fuerza.
Sin dudarlo, Harry se dirigió hacia la puerta y la abrió antes de que ella pudiera llamar. Jaina estaba ahí, mirándolo con una mezcla de ternura y determinación. Sin decir palabra, Harry dio un paso hacia atrás para permitirle entrar.
Una vez adentro, Jaina lo observó en silencio. Harry evitó su mirada por un momento, sus pensamientos enredados en las confesiones y revelaciones que acababa de hacer.
—Seguramente estás decepcionada —murmuró Harry, finalmente rompiendo el silencio mientras se sentaba en el borde de la cama, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada fija en el suelo. —De todo lo que he hecho... de lo lejos que he llegado de lo que esperaba que fuera mi camino.
Jaina no respondió de inmediato. En lugar de hablar, caminó lentamente hacia él. Antes de que pudiera decir algo más, se inclinó y lo abrazó amorosamente, rodeándolo con sus brazos y apoyando su cabeza en su hombro. Harry se tensó al principio, sorprendido por el gesto, pero pronto se relajó, permitiendo que el calor y la seguridad del abrazo lo envolvieran.
—No estoy decepcionada, Harry —dijo Jaina con suavidad, su voz baja pero llena de emoción. —Te entiendo. Sé por qué haces lo que haces, y aunque no siempre sea fácil, estoy aquí. Siempre estaré aquí, ayudándote y apoyándote, sin importar qué.
Harry cerró los ojos por un momento, dejando que sus palabras calaran profundamente. Había esperado reproches, dudas, incluso una discusión, pero en lugar de eso, encontró consuelo en su abrazo y en su voz. La conexión que compartían parecía brillar aún más en ese momento, como si las palabras no fueran suficientes para expresar lo que ambos sentían.
—Gracias, Jaina —susurró finalmente, con un tono más suave que antes. —No sé qué hice para merecerte, pero no lo doy por sentado.
Jaina se separó solo lo suficiente para mirarlo a los ojos, sus manos todavía en sus hombros. —No se trata de merecer, Harry. Es porque te amo, porque sé que tienes un buen corazón, incluso cuando el camino no es el más fácil.
Él no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, aunque sus ojos todavía reflejaban la seriedad de sus pensamientos. —Supongo que eso significa que no puedo librarme de ti tan fácilmente.
Jaina le dio un pequeño golpe en el brazo con una sonrisa. —Ni lo intentes, Potter.
Ambos rieron suavemente, aunque el peso de sus responsabilidades seguía presente. Pero en ese momento, al menos, Harry supo que no estaba solo.
En la penumbra de su habitación, Tahiri se sentó en el borde de la cama, con las piernas cruzadas y los brazos apoyados sobre las rodillas. Su mirada estaba fija en el suelo, pero sus pensamientos estaban lejos, recorriendo todo lo que había aprendido de Harry en tan poco tiempo. Las revelaciones que acababa de escuchar seguían resonando en su mente, mezclándose con las memorias de la misión que habían compartido.
Recordó la intensidad de la batalla, los gritos, las explosiones... y cómo, incluso en medio del caos, Harry había mostrado una resolución que parecía casi inquebrantable. Su capacidad para liderar, para inspirar a otros y para tomar decisiones difíciles bajo presión, la había impresionado profundamente. Pero más allá de eso, lo que realmente la marcó fue su empatía, la forma en que se preocupaba genuinamente por los marginados y los olvidados.
Un suspiro escapó de sus labios mientras sus pensamientos la llevaban aún más atrás, a su propia infancia. A los días en los que, siendo apenas una niña, había sentido el peso de la soledad y el abandono. Las arenas de Tatooine habían sido su mundo, crueles y despiadadas, y más de una vez se preguntó cómo habría sido su vida si una banda como los Saints hubiera estado activa entonces. ¿Habría encontrado refugio? ¿Un propósito? ¿Alguien que la entendiera como Harry parecía entender a los demás?
La pregunta se quedó flotando en su mente, como una sombra que no podía disipar. Cerró los ojos y se obligó a respirar profundamente, dejando que la Fuerza la envolviera. Pero en lugar de respuestas claras, solo encontró más preguntas. Preguntas sobre su lugar entre los Jedi, sobre los objetivos de la Orden y si realmente coincidían con lo que ella sentía en su interior.
¿Estaba realmente destinada a seguir un camino tan rígido, uno que a menudo parecía desconectado de las personas comunes? ¿O había algo más, algo que Harry y los Saints parecían representar, algo que resonaba más profundamente con su corazón?
Sin embargo, a pesar de todas las dudas, había una certeza que emergía por encima de todo: su conexión con Harry. Ese vínculo en la Fuerza, aunque aún joven y en desarrollo, era innegable. Era algo que no podía ignorar, y aunque no estaba segura de hacia dónde la llevaría, sabía que quería explorarlo. Quería entenderlo. Quería entender a Harry, y tal vez, en el proceso, entenderse a sí misma.
"Quiero seguir a tu lado, Harry," murmuró en voz baja, sus palabras resonando suavemente en la habitación vacía. "Quiero entender lo que significa este vínculo, lo que significa todo esto."
Tahiri abrió los ojos y dejó escapar otro suspiro, esta vez con un toque de determinación. No tenía todas las respuestas, pero tenía un propósito, una dirección. Y aunque el camino no sería fácil, estaba dispuesta a caminarlo, paso a paso, con la Fuerza como su guía y Harry como su ancla.
En otra habitación de la academia, Tenel Ka se encontraba de pie, inmóvil frente a una ventana, mirando hacia los cielos despejados. Aunque su exterior parecía sereno, su mente estaba sumida en una tormenta de pensamientos. Los recuerdos del relato de Harry, junto con lo que había presenciado durante la misión que compartieron, no dejaban de rondar en su cabeza.
Ella siempre había sido una mujer de pocas palabras y emociones contenidas. Pero lo que Harry había compartido no era algo que pudiera ignorar tan fácilmente. Las acciones que había llevado a cabo, las decisiones que había tomado y los sacrificios que había hecho... Todo ello la obligaba a cuestionarse muchas cosas, incluso su propio camino.
Recordó cómo había crecido en el sistema Hapes, un lugar donde el poder, la intriga y la política dictaban la vida de todos. Allí había aprendido a desconfiar de las palabras bonitas y a buscar la verdad en las acciones. Y en Harry, no había visto más que verdad. Su determinación, su deseo de proteger a los débiles, y su voluntad de enfrentarse a cualquier cosa para cumplir su propósito, resonaban profundamente con ella.
Pero también recordó las miradas de los marginados en los niveles inferiores de Coruscant durante la misión. Rostros marcados por el sufrimiento y la desesperanza, pero también por la chispa de esperanza que los Saints habían encendido. Esa imagen se quedó grabada en su mente.
"No puedo negar lo que he visto," murmuró en voz baja, cruzando los brazos frente a su pecho. "Harry tiene razón en muchas cosas. La galaxia no es justa, y los Jedi, por muy nobles que sean, no están haciendo lo suficiente."
El reflejo de su rostro en la ventana mostraba una expresión inusualmente sombría. Por primera vez, comenzó a cuestionar si los ideales Jedi eran suficientes para cambiar el curso de la galaxia. Su entrenamiento y su disciplina le habían enseñado que no debía dejarse llevar por las emociones, pero esta no era una cuestión emocional. Era una cuestión de hechos, de realidades que no podía ignorar.
Sus pensamientos se volvieron hacia Harry y el vínculo que compartían en la Fuerza. No podía negar que había algo especial entre ellos, algo que iba más allá de la camaradería. Y aunque aún no entendía completamente la naturaleza de ese vínculo, sabía que no era algo que pudiera ignorar. ¿Podría ser que la Fuerza estuviera guiándola hacia un camino diferente? ¿Uno que la acercara más a Harry y a los ideales que él representaba?
Respiró profundamente, intentando encontrar claridad en sus pensamientos. Finalmente, una decisión comenzó a formarse en su mente. Tal vez no tenía todas las respuestas, pero había algo que sabía con certeza.
"Seguiré observándote, Harry," dijo en voz baja, su tono firme. "Seguiré a tu lado para entender este vínculo y para ver si este camino que has elegido es el correcto. Si lo es... tal vez sea hora de que yo también lo siga."
Con ese pensamiento, Tenel Ka apartó la mirada de la ventana y se dirigió hacia su cama. Había mucho que reflexionar, pero una cosa estaba clara: el camino de Harry estaba destinado a cruzarse con el suyo, y no tenía intención de resistirse a ello.
Harry suspiró mientras se acomodaba en el borde de la cama, con la mirada fija en la pared frente a él, como si tratara de vislumbrar los próximos pasos de su camino. Jaina, sentada a su lado, lo observaba con una mezcla de amor y preocupación. Finalmente, fue ella quien rompió el silencio.
—¿Y entonces? ¿Qué sigue ahora? —preguntó, su tono suave pero lleno de interés.
Harry dejó escapar una pequeña risa mientras miraba su brazo faltante. —Primero, esperaré la decisión de mi padre. Si decide expulsarme, bueno, entonces tendré que aceptar las consecuencias. —Hizo una pausa y levantó la mirada hacia Jaina, su expresión un poco más ligera—. Pero antes de preocuparme por eso, necesito ir a Coruscant a arreglar mi estado actual. —Señaló su brazo faltante con una sonrisa burlona—. Estoy seguro de que mis lugartenientes están enloqueciendo, buscando una solución "perfecta" para arreglarme. Seguro que hasta compiten por ver quién me consigue la prótesis más avanzada.
Jaina soltó una risita, apoyando su cabeza en el hombro de Harry. —Puedo imaginarlo... Johnny probablemente proponiendo algo lleno de armas ocultas, mientras Kinzie diseñaría algo que también funcione como un supercomputador.
Harry asintió, riendo suavemente. —Exacto. Después de eso... no lo sé. Mucho dependerá de lo que decida mi padre. Si me expulsa, mi camino será más claro. Si no, tendré que encontrar un balance entre los Jedi y los Saints.
Jaina levantó la cabeza, mirándolo fijamente. —No importa lo que decida, Harry. Estaré contigo. Iré contigo a Coruscant.
Harry negó con la cabeza rápidamente, su tono firme. —No, Jaina. Quiero que te quedes aquí. Necesitas concentrarte en tu entrenamiento Jedi. Es importante que avances y finalmente construyas tus propios sables de luz. No puedo permitir que eso se detenga por mi culpa.
Ella frunció el ceño, cruzando los brazos en un gesto obstinado. —¿Y qué te hace pensar que no puedo hacer todo eso mientras estoy a tu lado? Puedo seguir entrenando mientras estamos en Coruscant. Además... no pienso quedarme lejos de ti, Harry. No ahora.
Harry dejó escapar un suspiro resignado, pero una sonrisa burlona apareció en su rostro. —Sigues siendo una padawan al igual que yo, Jaina. ¿Sabes lo que eso significa? Que aún tengo algo de ventaja sobre ti.
Ella rodó los ojos, pero una sonrisa divertida se dibujó en su rostro antes de que ambos comenzaran a reír. La tensión de la conversación se disipó momentáneamente, dejando espacio para la calidez de su conexión.
Cuando las risas finalmente se calmaron, Harry tomó un tono más serio, mirando a Jaina con intensidad. —Hay algo más que necesito hacer, sin importar lo que pase con los Jedi o los Saints.
Jaina lo miró con curiosidad, tomando su mano. —¿Qué cosa?
Harry hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Ahora que sé los nombres de mis padres biológicos, quiero buscar más información sobre ellos. Necesito saber más, entender de dónde vengo y qué los llevó a... Bueno, a todo esto. —Hizo un gesto vago, refiriéndose a su vida hasta ahora. Sus ojos se endurecieron ligeramente—. Pero para lograrlo, creo que tengo que volver a donde todo comenzó.
Jaina lo miró con confusión por un momento antes de que sus ojos se ensancharan al entender. —¿Los Dursley?
Harry asintió lentamente. —Sí. Ellos son la única conexión que tengo con mi infancia, por muy distorsionada y cruel que haya sido. Si alguien sabe algo, aunque sea un pequeño detalle, serán ellos.
Jaina lo miró con una mezcla de empatía y preocupación antes de acercarse para abrazarlo. —Entonces no lo harás solo, Harry. No dejaré que enfrentes eso sin alguien a tu lado.
Harry suspiró, dejando que el calor de su abrazo lo calmara por un momento. —Sabes que siempre he sido mejor enfrentando las cosas por mi cuenta, Jaina.
—Y sabes que siempre he sido buena haciendo lo que quiero, —respondió ella con una sonrisa traviesa antes de besarlo suavemente, sellando su decisión en la discusión.
Harry no respondió, pero una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras se quedaba en silencio, disfrutando del momento. Sabía que las cosas solo se complicarían más, pero por ahora, estaba agradecido de no tener que enfrentarlo todo solo.
