El ambiente en la sala estaba cargado de una tensión palpable cuando Harry cruzó la puerta, tratando de mantener una expresión tranquila a pesar del torbellino de emociones que lo invadía. La habitación estaba austera, con solo una mesa sencilla en el centro y sus tres figuras más cercanas a la Orden esperándolo: Luke, con su postura solemne y mirada penetrante; Mara, con los brazos cruzados y un brillo en los ojos que alternaba entre preocupación y resolución; y Kyle, quien se mantenía ligeramente recostado en la pared con los brazos cruzados, observándolo con una mezcla de expectación y dureza.

Harry cerró la puerta tras de sí y avanzó hacia el centro de la habitación, sintiendo el peso de cada paso. Se detuvo frente a ellos y levantó la mirada, decidido a enfrentarse a lo que fuera que viniera.

—Padre, madre... maestro —comenzó, su voz firme pero cargada de respeto. —Estoy aquí para saber mi destino.

Luke asintió lentamente, manteniendo su expresión neutral mientras lo examinaba. —Harry, hemos escuchado todo lo que tenías que decir y lo hemos reflexionado detenidamente. Lo que has construido con los Saints, las decisiones que has tomado, tus logros y tus errores... Todo eso está ahora bajo consideración.

Mara intervino, su tono más directo, como era su costumbre. —No vamos a endulzarlo, Harry. Lo que has hecho está muy lejos de lo que la Orden representa. Lo sabes, ¿verdad?

Harry sostuvo su mirada, asintiendo con firmeza. —Lo sé, mamá. Pero también sé que los métodos tradicionales de los Jedi no siempre funcionan. Si lo hicieran, no habría tanto sufrimiento en los bordes exteriores, ni en lugares como los niveles inferiores de Coruscant.

Kyle dejó escapar un resoplido, rompiendo el breve silencio que siguió. —Tienes agallas, eso lo admito. Pero también estás jugando con fuego. Separar tus vidas de esa forma es un riesgo enorme, no solo para ti, sino para todos los que te rodean. Lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé —respondió Harry, su tono sin titubeos. —Y acepto las consecuencias de mis acciones, sean las que sean. Pero no voy a abandonar a la gente que he jurado ayudar. Ni voy a dar la espalda a lo que los Saints representan. Si eso significa que ya no puedo ser un Jedi... —Hizo una pausa, tragando con dificultad antes de continuar—. Lo aceptaré.

Mara intercambió una mirada rápida con Luke, y este finalmente rompió el silencio, inclinándose ligeramente hacia adelante. —Harry, la Orden Jedi ha cambiado mucho desde los días de la Antigua República. Lo sabes tan bien como yo. Ya no somos una institución que se aferra ciegamente a los dogmas del pasado. Pero incluso así, tus acciones nos colocan en una posición delicada.

Harry se quedó en silencio, esperando lo inevitable. Pero fue Kyle quien habló esta vez, su tono algo más suave.

—No estamos aquí para echarte, chico. No todavía, al menos. —La declaración sorprendió a Harry, quien no pudo evitar levantar una ceja. —Luke, Mara y yo hemos decidido darte una oportunidad para demostrar que puedes equilibrar tus dos vidas. Si logras hacerlo, podrás seguir en la Orden. Pero si tus acciones con los Saints comienzan a afectar negativamente tu juicio como Jedi o la seguridad de la galaxia, no habrá vuelta atrás.

Luke asintió, reforzando las palabras de Kyle. —Tendrás que caminar una línea muy delgada, Harry. Y quiero que sepas que este no es un voto de confianza incondicional. Esto es una prueba, y lo haremos bajo condiciones específicas.

Harry frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente para asimilar lo que estaba escuchando. —¿Qué tipo de condiciones?

—Primero, queremos acceso completo a cualquier información relevante sobre tus operaciones con los Saints. No queremos intervenir directamente, pero si algo que haces pone en peligro a la Orden o a la galaxia, queremos saberlo de antemano. —Luke habló con firmeza, dejando claro que no había margen para negociaciones.

—Segundo —intervino Mara—, queremos asegurarnos de que no estés utilizando recursos Jedi para tus operaciones personales. Eso incluye información, conexiones o cualquier tipo de ventaja que obtuviste gracias a la Orden.

Kyle añadió con una sonrisa irónica. —Y tercero, quiero que demuestres que puedes seguir actuando como un Jedi. No importa lo que hagas con los Saints, no puedes perder de vista los ideales de la Orden, Harry. Si lo haces, no tendremos otra opción que expulsarte.

Harry asintió lentamente, dejando escapar un suspiro. —Entendido. Acepto las condiciones.

Luke lo miró con intensidad antes de suavizar su expresión. —Espero que no solo las aceptes, Harry, sino que las tomes en serio. Si estás dispuesto a caminar este camino, quiero que lo hagas con plena conciencia de lo que está en juego.

—Lo haré, padre. —Harry respondió, su voz firme pero respetuosa.

Harry dejó escapar un suspiro de alivio al darse cuenta de que no sería expulsado de la Orden, al menos por ahora. Aunque sabía que esto era solo el inicio de un camino complicado, una ligera sensación de esperanza comenzó a asentarse en su pecho. Miró a los tres adultos frente a él, con una determinación renovada en sus ojos.

—Gracias por darme esta oportunidad. Haré lo mejor que pueda para demostrar que puedo equilibrar ambas partes de mi vida. Pero... —hizo una pausa, dudando por un momento antes de continuar— hay algo más que necesito hacer, algo personal.

Luke inclinó la cabeza ligeramente, señalándole que continuara.

—Quiero buscar más información sobre mis padres biológicos. Ahora que sé sus nombres, creo que es momento de averiguar más sobre ellos y entender de dónde vengo. —Harry sostuvo la mirada de su padre adoptivo, con una mezcla de resolución y vulnerabilidad en su voz. —Sé que esto no tiene nada que ver con mi vida como Jedi o como líder de los Saints, pero es algo que necesito hacer por mí mismo.

Mara lo miró con cierta ternura, pero también con firmeza. —Lo entiendo, Harry. Pero no es el momento. Este tipo de búsqueda requiere preparación, no solo emocional, sino también en habilidades y recursos.

Luke asintió, su tono calmado pero firme. —Cuando te conviertas en un Caballero Jedi, tendrás nuestra bendición para emprender esa búsqueda. Pero hasta entonces, tu enfoque debe estar aquí y ahora, en completar tu entrenamiento y en demostrar que puedes manejar lo que has asumido con los Saints.

Harry apretó los labios, asimilando las palabras de su padre adoptivo. Aunque no era la respuesta que esperaba, comprendió la lógica detrás de ella. Finalmente, asintió.

—Está bien. Esperaré hasta que llegue ese momento. —Hizo una pausa, luego sonrió levemente mientras señalaba la parte de su brazo faltante con una inclinación de cabeza. —Por ahora, ¿puedo pedir permiso para ir a Coruscant? Necesito... "arreglarme". Estoy seguro de que mis lugartenientes ya deben estar pensando en formas creativas de resolver esto por mí.

Kyle soltó una breve carcajada, rompiendo la tensión. —Claro que sí, chico. Me imagino que tu grupo ya debe estar en un frenesí por todo esto. Aunque... no estaría de más que alguien te acompañe, ¿no crees?

Mara frunció el ceño, cruzando los brazos. —Tiene razón. Coruscant es tu territorio, pero eso no significa que puedas bajar la guardia. Yo misma me aseguraré de que tengas apoyo si lo necesitas.

Luke asintió, aprobando la idea. —Toma las precauciones necesarias, Harry. Y recuerda que esta misión personal también es una oportunidad para reflexionar sobre todo lo que hemos hablado aquí.

Harry asintió, agradecido por la consideración de los tres. —Gracias. Haré todo lo necesario para que esto funcione.

Con eso, los adultos comenzaron a retirarse de la sala, dejando a Harry con la sensación de que, aunque el camino por delante sería difícil, al menos no estaba caminando completamente solo.

Mientras Harry caminaba por el hangar, ajustando algunos detalles finales en su naveSFS Sovereign, el familiar sonido de los pitidos de Lux rompió el silencio. El droide, siempre alerta, se aferraba a la espalda de Harry, proyectando una notificación en su interfaz holográfica. Al leerla, Harry dejó escapar un leve suspiro y murmuró:

—Claro, tenía que ser mamá.

Al darse la vuelta, vio a Mara Jade entrar al hangar con su característico porte confiado, su expresión mezcla de autoridad y preocupación. No llevaba su típico atuendo de misión, pero la forma en que se movía dejaba claro que estaba preparada para cualquier eventualidad.

—¿No puedes dejarme manejar esto solo, mamá? —preguntó Harry, más con un tono de humor resignado que de molestia real.

Mara cruzó los brazos y le dedicó una mirada que habría hecho retroceder incluso a un contrabandista experimentado. —¿Manejar esto solo? No, Harry. Aceptaste mi condición de que tendría apoyo, y no voy a dejar que vayas a Coruscant sin un plan sólido.

Harry levantó una ceja, aunque su sonrisa divertida apenas se mantuvo. —Pensé que eso significaba que mandarías a alguien... No que vinieras tú.

—Yo soy "alguien", ¿no? —respondió Mara con una sonrisa sarcástica mientras subía la rampa de la nave sin esperar invitación. —Además, no voy sola.

Antes de que Harry pudiera preguntar a qué se refería, un par de figuras familiares entraron al hangar. Jaina, con una expresión resuelta pero cálida, seguida de Kyle Katarn, que parecía más interesado en observar la nave que en participar en la conversación. Harry parpadeó, sorprendido.

—¿Ella también? —preguntó Harry, señalando a Jaina, quien simplemente se cruzó de brazos y le devolvió una mirada que le decía que ni siquiera intentara discutir.

—Por supuesto. —Jaina sonrió con confianza. —No voy a dejar que te metas en problemas sin mí.

Kyle, por su parte, dio una palmada en el casco del Sovereign, evaluando su solidez. —Y alguien tiene que asegurarse de que no hagas explotar medio Coruscant. Además, tengo curiosidad por ver a esos famosos Saints tuyos en acción.

Harry dejó caer los hombros, resignado. —¿No puedo tener una misión en paz?

Mara se inclinó ligeramente hacia él, con una sonrisa burlona. —Harry, la paz no es exactamente tu especialidad. Vamos, no perdamos tiempo.

Con un último suspiro y un murmullo hacia Lux sobre cómo tendría que reorganizar su plan de vuelo, Harry terminó los preparativos y subió a la nave junto a su peculiar grupo. Si bien no era el viaje tranquilo que había imaginado, no pudo evitar sentirse reconfortado por la presencia de los suyos. Mientras el Sovereign despegaba del hangar, Harry supo que, con ellos a su lado, cualquier desafío en Coruscant sería mucho más manejable.

El edificio al que llegaron reflejaba un nivel de lujo y sofisticación que resaltaba desde cualquier ángulo. Los detalles arquitectónicos eran modernos pero imponentes, y en cada rincón se podía notar la dedicación al diseño. Las banderas colgantes exhibían un símbolo distintivo: una fleur-de-lis estilizada en rojo brillante, enmarcada por un círculo con herramientas cruzadas, un martillo y una hoz, simbolizando fortaleza, unidad y esfuerzo colectivo. La combinación de colores púrpura y rojo metálico destacaba con un brillo llamativo bajo las luces cuidadosamente posicionadas.

El interior del edificio no se quedaba atrás. Desde el momento en que cruzaron las puertas, el grupo fue recibido por un ambiente elegante y sofisticado. Pisos de mármol pulido reflejaban la luz de candelabros futuristas que colgaban del techo, y estandartes con el logo de la empresa decoraban las paredes en intervalos regulares. Los colores corporativos, púrpura y negro con toques de plata, dominaban la decoración, mientras que los muebles, de diseño minimalista, irradiaban comodidad y opulencia.

Harry no pudo evitar notar las reacciones de asombro de sus acompañantes. Mara levantó una ceja, claramente impresionada a pesar de sí misma. Kyle cruzó los brazos y estudió cada detalle con detenimiento, mientras Jaina caminaba a su lado, tratando de no mostrar demasiado su orgullo pero fallando en ocultar su sonrisa.

Harry, al percibirlo, sintió una oleada de orgullo y satisfacción. Este lugar no solo representaba la culminación de años de trabajo, sino también la esencia de lo que los Saints significaban para él: un refugio para los marginados, un símbolo de resistencia y, al mismo tiempo, una maquinaria eficiente y ambiciosa que buscaba cambiar la galaxia.

Harry avanzó con paso tranquilo hacia el elevador, acompañado por sus visitantes, quienes aún intentaban asimilar lo que estaban presenciando. A medida que pasaban por los pasillos, los pocos miembros de seguridad presentes, humanos y droides por igual, se detenían al reconocerlo. Los guardias humanos le ofrecían un saludo militar impecable, mientras que los droides B1, claramente modificados, emitían un "¡Saludo al jefe!" en tonos agudos pero eficientes, con movimientos sincronizados.

Kyle, observando esta muestra de disciplina, no pudo evitar alzar una ceja y comentar en un murmullo: —Esto parece más un despliegue militar que una empresa.

Mara, a su lado, lo secundó mientras sus ojos se movían por el decorado elegante del lugar. —Y eso sin contar el lujo. ¿Todo este despliegue para una empresa, Harry? —preguntó, con un tono que era mitad curiosidad y mitad escepticismo.

Harry, sin detener su caminar, sonrió apenas mientras se ajustaba la túnica y respondía con naturalidad: —Vamos al piso más alto. Ahí es donde se encuentran todos los corporativos... demiempresa. —El énfasis sutil en "mi" hizo que Mara y Kyle intercambiaran miradas, aún procesando lo que significaba esa declaración.

Cuando llegaron al elevador, Harry presionó un botón que iluminó un panel táctil elegante. Las puertas se deslizaron con un movimiento silencioso, revelando un interior aún más lujoso que el resto del edificio. Las paredes estaban forradas de un material metálico brillante, y luces de tonos cálidos iluminaban el espacio. En el centro, un holograma proyectaba un mapa del edificio y de sus instalaciones más destacadas.

—Esto es ridículo, Harry. —Mara finalmente rompió el silencio mientras cruzaba los brazos, mirando a su sobrino con una mezcla de incredulidad y diversión. —Un elevador más lujoso que algunas salas de conferencias en el Senado. ¿Es realmente necesario?

Harry se encogió de hombros, sonriendo ligeramente mientras Lux, desde su posición en su espalda, emitía una serie de pitidos que parecían de complicidad. —Es parte de la imagen, tía. Si vamos a competir con los peces gordos, tenemos que jugar con sus mismas reglas. Una presentación impecable abre más puertas de las que te imaginas.

Kyle rió entre dientes, apoyándose casualmente contra la pared del elevador. —Siempre pragmático, ¿eh, Harry? Aunque admito que tienes razón. En el mundo corporativo, la imagen lo es todo. Pero ¿qué hay del contenido detrás de esa imagen?

Harry lo miró con una sonrisa que mezclaba serenidad y confianza. —Eso es lo que vamos a discutir arriba. —Señaló al techo del elevador mientras este comenzaba a ascender rápidamente, la velocidad apenas perceptible gracias a la ingeniería de alta calidad del mecanismo.

Jaina, quien había permanecido en silencio hasta ese momento, miró a Harry con un toque de orgullo en sus ojos. —No les va a decepcionar, tío Kyle, tía Mara. Te lo aseguro.

Harry solo respondió con un leve asentimiento, enfocando su mirada hacia las puertas del elevador que estaban a punto de abrirse. Un nuevo capítulo en esta visita estaba a punto de comenzar.

Al entrar a la oficina, el grupo no pudo evitar detenerse un momento para asimilar lo que veían. La amplitud del espacio y la luminosidad natural del ventanal que ofrecía una vista impresionante de la bulliciosa ciudad de Coruscant hablaban de un lugar diseñado para impresionar, pero también para inspirar. El aire estaba impregnado de un ligero aroma a frescura tecnológica, como si cada rincón estuviera equipado con la última tecnología al servicio de la comodidad y la productividad.

El mobiliario, con líneas modernas y una paleta de colores sobria, parecía fusionar lo mejor de la estética corporativa y la funcionalidad. En el centro de la habitación, un majestuoso escritorio de madera oscura y metal cromado ocupaba un lugar de honor. Los detalles en las paredes eran sutiles pero cuidadosamente seleccionados: una placa conmemorativa de los logros de la empresa, un holograma en pausa que mostraba estadísticas de operaciones en tiempo real, y, destacando entre todo, una versión estilizada del logo de los Saints integrada en el diseño general, casi como un recordatorio constante del origen de todo.

Harry avanzó con confianza hacia el escritorio, sin necesidad de palabras, dejando que sus acciones hablasen por sí mismas. Al tomar asiento en la elegante pero imponente silla que parecía hecha a medida para él, proyectó una calma que contrastaba con la mezcla de emociones en sus acompañantes.

—Bueno, bienvenidos a mi oficina. —dijo finalmente, dejando escapar una ligera sonrisa mientras cruzaba los brazos sobre el escritorio, observando las reacciones de los presentes.

Mara, siempre crítica pero justa, dejó escapar un leve silbido de admiración. —Impresionante. Parece que tomaste muy en serio eso de "jugar con las reglas de los peces gordos", Harry.

Kyle, más pragmático, recorrió la sala con la mirada antes de asentir. —Es eficiente y funcional. Aunque no puedo evitar pensar que esto está lejos de lo que esperaría de alguien que también se llama Jedi.

Harry se recargó ligeramente en la silla, manteniendo la sonrisa. —Supongo que estoy redefiniendo un poco lo que significa ser ambas cosas. Jedi y... empresario.

Jaina, quien había estado observando todo en silencio, finalmente se acercó al escritorio y le dedicó una mirada cómplice. —Diría que es más que eso, Harry. Esto es un ejemplo de cómo haces que todo lo que tocas se convierta en algo... único.

Han y Leia, a través del holoproyector, también se mantenían atentos. Han, sin perder su tono burlón, comentó: —Lo único que falta es un minibar escondido detrás de alguna pared. Aunque debo admitir, chico, que tienes estilo. —Una pequeña risa acompañó sus palabras.

—¿Y todo esto realmente ayuda? —preguntó Leia, más seria, con los brazos cruzados y los ojos escudriñando cada detalle de la oficina.

Harry giró suavemente en su silla, señalando el ventanal detrás de él. —¿Ayuda? Absolutamente. La presentación importa tanto como el contenido. Las personas juzgan lo que ven antes de juzgar lo que oyen. Así que sí, todo esto tiene un propósito. Es una herramienta, como un sable de luz, pero aplicada a un campo diferente.

Mara alzó una ceja, notablemente interesada. —Entonces, ¿qué sigue? ¿Es esto una parada en el camino o tu destino final?

Harry dejó escapar una risa suave, claramente cómodo incluso en el centro de atención, mientras respondía con su característico tono relajado.

—Bueno, lo más probable es que mi destino final por ahora sea la sala de quirófano de algún hospital lujoso para que me implanten la prótesis. Aunque, sinceramente, no recuerdo si este edificio tiene algo parecido... ¿Alguien más lo sabe?

Antes de que ninguno de sus acompañantes pudiera responder o emitir algún comentario, la puerta de la oficina se abrió de golpe. Entraron Shaundi y Pierce, ambos con expresiones que mezclaban alivio e incredulidad, aunque sus ojos estaban fijos únicamente en Harry.

Harry, completamente quitado de la pena y manteniendo su compostura, les dedicó una sonrisa despreocupada mientras los saludaba con una inclinación de cabeza. —¿Shaundi? ¿Pierce? ¿Qué tal, chicos? ¿Todo bien?

Sin decir una palabra, ambos cruzaron la distancia que los separaba de Harry casi corriendo. Shaundi fue la primera en llegar, lanzándose a abrazarlo con fuerza. Pierce, aunque más contenido, tampoco se quedó atrás y lo abrazó poco después, colocándole una mano firme en el hombro bueno.

—¡Idiota! —exclamó Shaundi, claramente incapaz de controlar las emociones. Su voz temblaba ligeramente, algo raro en ella. —Nos tenías al borde de un ataque de nervios, ¿sabes?

—Deberíamos golpearte por hacernos pasar por esto —agregó Pierce con un tono que intentaba sonar serio, pero que no lograba ocultar el alivio que sentía.

Harry, sin perder su humor, les devolvió el abrazo, encogiéndose de hombros mientras respondía con calma. —Vamos, no es para tanto. Solo perdí un brazo, no la cabeza.

Shaundi se apartó lo suficiente para mirarlo a los ojos, su expresión ahora seria. —Perdiste mucho más que eso, Harry. Pensábamos que te habíamos perdido por completo.

Pierce asintió, cruzándose de brazos pero manteniendo su mirada en Harry. —Y todos los Saints también. Ha sido un caos mantener las cosas bajo control mientras estabas fuera.

Mara, Kyle y Jaina observaron la escena en silencio, sorprendidos por la intensidad de las emociones en los lugartenientes de Harry. Mara no pudo evitar notar cómo esas personas, que claramente eran más que subordinados, se preocupaban por él como si fuera familia.

Harry soltó un suspiro, suavizando su sonrisa mientras asentía. —Lo sé, y lamento haberlos preocupado. Pero ya estoy aquí, y les prometo que arreglaremos todo.

Shaundi le dio un leve golpe en el hombro sano antes de apartarse finalmente, cruzándose de brazos. —Más te vale. Y mientras lo haces, intenta no perder otra extremidad, ¿sí?

—Lo intentaremos. —Harry bromeó, dejando que un poco de ligereza volviera al ambiente.

Pierce, finalmente relajándose un poco, señaló hacia la puerta. —Tenemos mucho de qué hablar, pero antes de eso, deberías hacer que te arreglen. Nadie puede tomarte en serio con un brazo menos, jefe.

Harry rió suavemente mientras negaba con la cabeza. —Gracias por el recordatorio, Pierce. Justo estaba pensando en eso.

Harry, aún apoyado cómodamente en su silla, lanzó una mirada curiosa a Pierce y Shaundi antes de preguntar con tono casual:

—¿Y los demás? ¿Dónde están mis otros lugartenientes?

Pierce se encogió de hombros, mostrando una sonrisa ligera. —Están en camino. Todos estaban a medio resolver cosas importantes cuando supieron que estabas de vuelta, así que no te preocupes, jefe, estarán aquí pronto.

—Eso sí, seguramente llegarán justo después de que te decidas por el tipo de prótesis que quieres. —Shaundi agregó con un toque burlón mientras cruzaba los brazos, pero no podía ocultar del todo la calidez en su tono. —Ya sabes cómo son, no van a escatimar en gastos para que tengas lo mejor.

Harry no pudo evitar soltar una leve risa mientras negaba con la cabeza. —No me sorprende. Aunque conociéndolos, probablemente lo usen como excusa para convertirlo en algo que parezca sacado de un holodrama de ciencia ficción.

—Probablemente. —Pierce comentó con una sonrisa, ajustándose la chaqueta. —Pero, ¿quién puede culparlos? Si alguien puede lucir algo así y salirse con la suya, ese eres tú.

Harry chasqueó la lengua, divertido, mientras Lux, quien aún permanecía aferrado a su espalda, emitía un leve pitido que parecía ser una mezcla de afirmación y sarcasmo al mismo tiempo.

Harry se inclinó ligeramente hacia adelante en su silla, indicando con un gesto a Kyle mientras hablaba con calma.

—Shaundi, Pierce, este es mi maestro Jedi, Kyle Katarn. —Se giró hacia Kyle con una leve sonrisa. —Maestro, ellos son dos de mis lugartenientes más cercanos: Pierce y Shaundi.

Pierce extendió una mano con un gesto amistoso. —Un honor, Maestro Katarn. Harry nos ha hablado de usted... Aunque no tanto como debería, diría yo.

Kyle tomó la mano de Pierce y la estrechó con firmeza, pero su mirada seguía siendo inquisitiva. —Digamos que me hubiera gustado enterarme de ciertas cosas antes, pero ahora estoy aquí para observar con mis propios ojos.

—Bueno, mejor tarde que nunca, ¿no? —intervino Shaundi con una sonrisa despreocupada mientras miraba a Kyle con curiosidad antes de girarse hacia Harry. —Aunque no sé si fue buena idea traerlo aquí directamente. Ya sabes, jefe, algunas cosas pueden ser... un poco intensas.

—Oh, creo que Kyle está más que acostumbrado a lo "intenso". —respondió Harry con una ligera risa.

Shaundi luego desvió su atención hacia Jaina, alzando una ceja mientras esbozaba una sonrisa burlona. —Y tú, princesa, ¿te trajiste a toda la familia? ¿Qué sigue? ¿Una embajada oficial de los Jedi aquí en nuestro edificio?

Jaina puso los ojos en blanco, claramente acostumbrada a las bromas de Shaundi. —Es bueno verte también, Shaundi. Y sí, vine con mi familia. Alguien tiene que asegurarse de que Harry no se meta en más problemas de los que ya tiene.

Shaundi soltó una risa burlona mientras cruzaba los brazos. —Vaya, parece que alguien ya se acomodó como la primera dama de los Saints.

—Shaundi... —murmuró Harry, claramente tratando de contener una risa.

Mara, quien había estado observando la interacción en silencio, intervino con un tono tranquilo pero cargado de significado. —Supongo que no necesito presentación, ya nos conocimos cuando ustedes aún eran una pequeña banda desorganizada.

Shaundi asintió rápidamente, enderezándose un poco. —Oh, claro que lo recordamos. —respondió, con un toque de respeto en su tono. —Usted es... difícil de olvidar.

Mara esbozó una ligera sonrisa, pero sus ojos se movieron de forma calculadora entre ambos lugartenientes antes de volver a enfocarse en Harry.

Kyle, por su parte, seguía analizando cada interacción. —Parece que tienes un equipo muy unido. Aunque debo admitir, me intriga cómo logras que funcione, considerando lo... diversas que son sus personalidades.

—Es más sencillo de lo que parece, Maestro. —respondió Harry con confianza. —Todos compartimos los mismos ideales, incluso si nuestros métodos son un poco diferentes.

Shaundi soltó una leve carcajada. —"Un poco diferentes" es una forma amable de ponerlo, jefe.

Pierce sonrió, pero su expresión mostraba un respeto genuino hacia Harry. —Pero funciona. Y mientras funcione, estamos con él hasta el final.

Pierce se adelantó hacia el holoproyector de la oficina y lo activó, llenando la habitación con un despliegue holográfico de diferentes diseños de prótesis. Cada uno rotaba lentamente, mostrando sus características principales: desde discretos brazos mecánicos que apenas destacaban de un brazo humano normal, hasta modelos mucho más imponentes con herramientas integradas, armas ocultas y paneles de energía resplandecientes.

—Estas son las opciones que tenemos, jefe. —dijo Pierce mientras señalaba el holograma. —Algunas son simples y funcionales, ideales para alguien que quiere mantener un perfil bajo. Otras... bueno, son más del tipo que podría intimidar a cualquiera en una negociación.

Harry observó con atención las imágenes, cruzando los brazos mientras una leve sonrisa se formaba en su rostro. —Déjame adivinar. Las "discretas" son idea tuya, Pierce, y las que parecen salidas de una película de terror de la Galaxia son influencia de Johnny, ¿verdad?

Shaundi soltó una carcajada. —Casi, jefe. Aunque no olvides que las "sofisticadas pero mortales" probablemente fueron idea mía. —Le lanzó una sonrisa burlona antes de añadir con tono despreocupado—. Y, por cierto, si no puedes decidirte, siempre está la opción de elegirlas todas. ¿Qué tal un sistema modular? Podrías cambiarlas dependiendo de la ocasión.

Harry negó con la cabeza, pero no pudo evitar reírse. —Eso suena... tentador. Aunque sospecho que me vería un poco raro cambiando de brazo cada vez que tenga una misión distinta.

Mientras tanto, Kyle se había acercado al holograma con el ceño fruncido, observando atentamente los diseños más armados. —¿De verdad es necesario algo tan... agresivo? No dudo de tus habilidades, Harry, pero esto parece más una declaración de guerra que una herramienta.

—Depende del día. —respondió Harry con una sonrisa sarcástica. —Aunque estoy de acuerdo en que algunos de estos modelos son... excesivos.

Mara, que había permanecido en silencio hasta ese momento, cruzó los brazos y examinó una prótesis que parecía tener un pequeño lanzador integrado. —Excesivos no. Prácticos. Si vas a seguir metiéndote en problemas, al menos deberías asegurarte de estar bien equipado. Pero, Harry, recuerda que cada herramienta que uses también dirá algo sobre quién eres. No todos los mensajes que envías necesitan ser tan... ruidosos.

Jaina, que había estado observando las opciones con atención, se inclinó hacia Harry con una sonrisa ligera, pero preocupada. —Estoy con mi tía en esto. —dijo mientras señalaba una prótesis más sencilla, con un diseño estilizado y herramientas integradas pero ocultas. —Algo como esto sería perfecto. Suficientemente funcional sin llamar demasiado la atención.

Harry suspiró, pasando una mano por su cabello mientras seguía observando las opciones. —Sabía que esto no iba a ser fácil, pero ustedes lo hacen aún más complicado.

Shaundi le dio una palmadita en el hombro con una sonrisa burlona. —Vamos, jefe. Elige algo que diga "Harry Potter, el líder imparable de los Saints" y no "Harry Potter, el chico que perdió su brazo en una pelea".

—Gracias por el consejo, Shaundi. —respondió Harry con sarcasmo, aunque no pudo evitar sonreír.

—Sin presión. —añadió Pierce mientras cambiaba el holograma a otra serie de diseños. —Pero decidas lo que decidas, sabemos que será perfecto para ti. Después de todo, es tu brazo.

El comentario hizo que todos en la sala soltaran una leve risa, aligerando la tensión en el ambiente mientras Harry continuaba reflexionando sobre cuál sería la mejor opción.

Harry observó fijamente el holograma proyectado por Pierce. En el centro de la pantalla brillaba un diseño impresionante, un brazo protésico que parecía sacado de un sueño futurista. Los tonos oscuros y detalles púrpuras le daban un aire intimidante pero sofisticado, mientras las líneas de energía que pulsaban con un tenue resplandor azul parecían latir con vida propia. Al acercarse un poco más, comenzó a leer las especificaciones.

—Fabricado con duracero y plasteel, resistente a casi cualquier cosa... sensores táctiles avanzados... un escudo de energía integrado... —Harry leía en voz baja, maravillándose con cada característica. Una ligera sonrisa se formó en su rostro al llegar a la sección del proyector holográfico. —¿Un proyector para Artemis? —murmuró, claramente intrigado.

Pierce, al notar el interés de Harry, se acercó con una sonrisa orgullosa. —Ese diseño es obra de Kenzi. Cada detalle, cada función, lo hizo pensando en ti. —Le señaló una parte específica del holograma. —Ese escudo de energía, por ejemplo, puede activarse en cuestión de segundos. Útil cuando alguien decide meterse en más problemas de los que debería.

Harry sonrió de lado, con una mezcla de diversión y sarcasmo. —¿Y eso lo dices por experiencia propia, Pierce?

Pierce se encogió de hombros. —Bueno, tú decides cómo tomarlo, jefe. Solo digo que Kenzi no escatimó en nada. Pero hablando de eso... ¿qué es Artemis? —preguntó mientras fruncía el ceño. —Ella lo mencionó en las notas, pero no nos dijo nada más. Supuestamente es una sorpresa.

Harry se quedó pensativo unos segundos antes de volver al holograma, sus ojos escaneando cada detalle del diseño. Mientras lo hacía, las reacciones de los demás en la sala comenzaron a surgir.

Mara, siempre práctica, cruzó los brazos mientras miraba el holograma con atención. —Eso parece más que un brazo, Harry. Es casi una estación de batalla portátil. —Aunque su tono era serio, había un toque de admiración en su voz. —No puedo decidir si esto es demasiado para un Jedi... o exactamente lo que necesitas, considerando tu historial.

Kyle, por otro lado, dejó escapar una risa baja y cruzó los brazos con una sonrisa burlona. —Esto explica mucho sobre cómo tus Saints se manejan. Siempre a lo grande, ¿no? Pero, Harry, un brazo que pueda hackear sistemas, disparar escudos de energía, y proyectar hologramas... ¿estás seguro de que no estás planeando conquistar Coruscant en solitario?

Harry levantó las cejas, con una sonrisa divertida. —No te preocupes, maestro. Ya lo pensé, pero la logística me detuvo.

Jaina, que había permanecido en silencio mientras examinaba el holograma, finalmente habló. —Es impresionante. —Su tono era más serio que de costumbre. —Pero, Harry, ¿estás seguro de que esto no hará que te vean como algo... más máquina que hombre? —Había preocupación en su voz, aunque intentaba disimularla. —No quiero que pierdas lo que te hace... tú.

Harry bajó la mirada al holograma por un momento, reflexionando. Luego levantó la vista hacia Jaina con una pequeña sonrisa. —No importa qué lleve en el brazo, Jaina. Lo que soy no lo define una prótesis. Es solo una herramienta más, como un sable de luz. Lo que importa es cómo la uso.

Shaundi, que había estado apoyada contra la pared con los brazos cruzados, levantó una ceja con una sonrisa pícara. —¿Y qué tal la idea de intercambiar las prótesis como si fueran guantes? —dijo, burlonamente. —Puedes tener un brazo para cada ocasión. Kenzi ya tiene una lista de ideas: uno para hackeos, otro para combates, otro para... bueno, lo que se te ocurra.

Harry dejó escapar una carcajada, sacudiendo la cabeza. —Creo que con uno que funcione para todo será suficiente, Shaundi. No necesito un catálogo completo.

Pierce señaló nuevamente al holograma. —Entonces, ¿qué dices, jefe? ¿Este será el brazo que escojas?

Harry se quedó pensativo por un momento, mirando el diseño con ojos críticos. —Es impresionante, y definitivamente útil... pero quiero saber qué es Artemis antes de dar el sí definitivo. —Su tono era claro, pero con un toque de intriga. —Kenzi siempre tiene algo bajo la manga, y esta vez quiero saberlo todo.

Los demás intercambiaron miradas, cada uno lidiando con sus propios pensamientos sobre la decisión de Harry. Pero, si algo estaba claro, era que la elección de este brazo representaba mucho más que una simple herramienta: era un símbolo de su identidad como Jedi y como líder de los Saints.

Las horas pasaron, y poco a poco los lugartenientes comenzaron a llegar. Johnny fue el primero en entrar, con su típica actitud desenfadada, aunque la intensidad en su mirada traicionaba el alivio que sentía al ver a Harry vivo y de pie. Sin decir una palabra, cruzó la habitación rápidamente, tomando a Harry por los hombros.

—¿De verdad, jefe? —dijo Johnny, con una mezcla de exasperación y alivio. —¿Qué parte de "no te pongas en peligro sin avisar" no entiendes? Estábamos listos para volar media galaxia para encontrarte si no despertabas.

Harry, ligeramente incómodo por la intensidad, sonrió de lado. —Lo siento, Johnny. Pero sobreviví, ¿no?

—Sí, sobreviviste. Pero la próxima vez que planees algo así, al menos mándanos un maldito mensaje. —Le dio un suave golpe en el hombro antes de retroceder, relajando la tensión en su rostro.

Viola y Kiki entraron juntas poco después, con su porte elegante pero claramente preocupadas. Viola fue la primera en hablar, cruzando los brazos mientras examinaba a Harry. —¿Qué clase de líder eres si nos haces pasar este tipo de sustos?

Kiki, por su parte, asintió con seriedad, aunque había un destello de alivio en su mirada. —Deberíamos multarte por causar tanta preocupación, Harry.

Harry dejó escapar una risa suave. —Si les sirve de consuelo, estoy bien. Pero gracias por preocuparse.

Zimos fue el siguiente en entrar, con su peculiar estilo y una sonrisa de oreja a oreja. —¡Míralo, jefe! Aún entero, ¿eh? Sabía que eras duro, pero no tanto. —Antes de que Harry pudiera responder, Zimos le palmeó la espalda. —Bienvenido de vuelta.

Finalmente, Angel llegó acompañado de Oleg. Angel, como siempre, tenía una presencia imponente, y no perdió tiempo en acercarse a Harry. —Es bueno verte de pie, jefe. No estábamos seguros de si podrías lograrlo esta vez.

Oleg, por su parte, se cruzó de brazos, su rostro marcado por la seriedad, aunque sus palabras traían un toque de calidez. —Es un alivio verte vivo. Los Saints te necesitan... y nosotros también.

Harry asintió, agradeciendo en silencio a todos antes de dirigirse a quienes aún no conocían a sus lugartenientes. Comenzó con Kyle, a quien señaló con un gesto. —Este es mi maestro, Kyle Katarn. Es uno de los Jedi más brillantes y directos que existen, aunque su sentido del humor puede ser un poco... peculiar.

Kyle levantó una ceja, divertido. —Es un placer conocerlos. Harry me ha contado mucho sobre ustedes... aunque parece que se guardó algunos detalles interesantes.

Johnny rió entre dientes. —Sí, bueno, el jefe siempre ha sido bueno para mantener secretos.

Harry luego se volvió hacia Mara, señalándola con respeto. —Y esta es mi madre, Mara Jade Skywalker. Ella me ha enseñado muchas cosas que todavía aplico... aunque probablemente no apruebe todas.

Mara observó al grupo con una mirada aguda, evaluándolos como si fueran soldados en formación. —No estoy segura de si debería sentirme orgullosa o preocupada por eso.

Finalmente, tomó la mano de Jaina y la atrajo hacia él. —Y para los que no la conocen, esta es Jaina Solo. Mi novia.

Johnny soltó una carcajada inmediata, señalándolos. —¡Lo sabía! Esas miraditas no eran normales. —Se giró hacia Jaina con una sonrisa burlona. —Dime, princesa, ¿qué se siente ser la novia del jefe? ¿Te hizo firmar un contrato o algo?

Jaina lo fulminó con la mirada, aunque no pudo evitar una sonrisa. —No, Johnny, pero gracias por preocuparte.

Shaundi, que había estado observando con los brazos cruzados, intervino con una sonrisa traviesa. —Deberíamos celebrar esto. Aunque, conociéndolos, probablemente prefieran "celebrar" en privado.

Harry se llevó una mano al rostro, claramente abrumado por las bromas, pero acabó riendo junto con ellos. —¿Podemos enfocarnos en algo más? ¿O el tema soy yo todo el día?

Harry seleccionó la prótesis diseñada por Kenzi y observó los detalles que aparecían en el holoproyector. Su mirada se detuvo en un término que no reconocía: "Artemis". Frunciendo el ceño, señaló el nombre y preguntó:

—¿Qué es Artemis?

La pregunta provocó un leve sonrojo en Kenzi, quien parecía estar reuniendo las palabras correctas. Después de unos segundos, finalmente respondió:

—Artemis es... mi proyecto más ambicioso. —Su tono mostraba una mezcla de orgullo y nerviosismo. —Es una inteligencia artificial consciente que diseñé originalmente como una herramienta para procesar datos masivos y optimizar operaciones. Pero con el tiempo, se convirtió en algo mucho más grande.

Mara levantó una ceja, claramente preocupada. —¿Una IA consciente? ¿Estás diciendo que tiene autonomía completa?

—Sí y no. —Intervino Oleg, quien había estado observando en silencio hasta ahora. Su tono era sereno pero autoritario. —Artemis es inteligente, capaz de aprender y adaptarse por sí misma, pero su programación está limitada por protocolos de salvaguarda que Kenzi y yo implementamos. Estos evitan cualquier desviación peligrosa en su comportamiento.

Kyle, siempre analítico, frunció el ceño. —¿Y si alguien logra hackear esos protocolos? ¿Qué garantía tienen de que no se vuelva en contra de ustedes?

Kenzi negó rápidamente, su tono firme pero respetuoso. —Artemis no es como las IA de las historias de terror que se rebelan contra sus creadores. Sus salvaguardas no solo la protegen de sí misma, sino que también la blindan contra cualquier intento de hackeo externo. Es más segura que cualquier sistema que haya creado antes.

—¿Qué puede hacer exactamente? —Preguntó Jaina, inclinándose ligeramente hacia adelante con curiosidad.

Kenzi sonrió, claramente disfrutando de la oportunidad de explicar su creación. —Artemis puede procesar entornos en tiempo real, realizar análisis tácticos complejos, coordinar operaciones, e incluso proporcionar apoyo emocional. Tiene una personalidad integrada que la hace más fácil de interactuar, especialmente en momentos críticos.

—¿Apoyo emocional? —Preguntó Pierce con una sonrisa irónica. —¿También es tu terapeuta personal, Harry?

Harry sonrió levemente. —Suena como si lo fuera, pero dime algo, Kenzi. Si es tan avanzada, ¿por qué nunca nos contaste de ella antes?

Kenzi respiró hondo antes de responder, esta vez con una expresión más seria. —Porque no estaba segura de si Artemis estaba lista. Pero cuando vi todo lo que enfrentábamos y lo mucho que necesitábamos algo que nos uniera y potenciara, supe que era el momento adecuado. Artemis no es solo una herramienta; es una aliada para los Saints.

Oleg intervino, añadiendo su perspectiva. —Kenzi y yo trabajamos durante meses para integrarla a los sistemas de los Saints. Está diseñada para ser nuestra ventaja más poderosa, no solo en operaciones tecnológicas, sino también en el liderazgo. Artemis es capaz de entender los valores que compartimos y apoyar nuestras decisiones estratégicas.

—¿Y por qué está vinculada a mi prótesis? —Preguntó Harry, señalando el proyector holográfico integrado.

—Porque tú eres el líder, Harry. —Respondió Kenzi, con una leve sonrisa. —Artemis está diseñada para trabajar con todos nosotros, pero su núcleo principal está sincronizado contigo. Ella entiende tu estilo de liderazgo y puede actuar como tu consejera directa en cualquier momento.

Mara cruzó los brazos, observando a Kenzi con una mirada mezcla de respeto y cautela. —Supongo que eso significa que Artemis confía tanto en Harry como nosotros.

—Lo hace. —Confirmó Kenzi, su tono más cálido ahora. —Y si algo llegara a salir mal, siempre podremos desconectarla manualmente. Pero confío en que eso nunca será necesario.

Los presentes intercambiaron miradas, sopesando la importancia de lo que acababan de escuchar. Harry, por su parte, no pudo evitar esbozar una sonrisa confiada mientras observaba la proyección de Artemis.

—Supongo que es hora de conocer a mi nueva aliada. —Dijo finalmente, con un tono que resonó con determinación en la sala.

La imagen proyectada en el holoproyector tomó forma rápidamente, revelando un avatar que representaba un ángel y un demonio fusionados en una figura única. La mitad derecha del cuerpo mostraba un ala blanca extendida con detalles suaves y etéreos, mientras que la mitad izquierda era un ala roja oscura, vibrante y caótica, reflejando dos naturalezas opuestas. Su cabello ondulado combinaba tonos de púrpura que fluían con naturalidad, y sus ojos irradiaban un brillo que cambiaba sutilmente de un lado al otro, como si reflejara luz celestial y fuego infernal al mismo tiempo. La imagen emanaba tanto poder como serenidad, representando perfectamente la dualidad de los Saints: la lucha entre proteger y dominar.

El atuendo era elegante pero lleno de simbolismo. Llevaba un vestido corto que combinaba tonos oscuros y púrpura con detalles blancos, dejando clara su conexión con los Saints. Un halo delicado flotaba sobre su cabeza, representando el lado justo y protector de la banda, mientras que una pequeña cola en forma de flecha apuntaba hacia abajo, mostrando el lado más rebelde y desafiante de su esencia.

Cuando el avatar comenzó a moverse, cada gesto era fluido, casi humano, mientras observaba a cada persona en la sala con una expresión de curiosidad y confianza. Su voz resonó, clara y cálida, pero con un tono que reflejaba la capacidad de pensar y procesar a niveles sobrehumanos.

—Hola, Saints. Soy Artemis... y sí, estoy tan viva como cualquiera de ustedes. Solo que yo pienso en mil direcciones al mismo tiempo.

El silencio que siguió al saludo de Artemis fue casi ensordecedor. Los ojos de Johnny Gat, Pierce, y Shaundi estaban completamente fijos en el pequeño avatar holográfico que descansaba sobre el escritorio de Harry. Ninguno de ellos podía procesar de inmediato lo que veían, y mucho menos lo que significaba.

Johnny fue el primero en romper el silencio con una risa seca, claramente forzada, mientras señalaba el holograma. —¿Es en serio? —dijo, ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos como si intentara convencerse de que aquello no era una broma. —Eso... eso es nuestro maldito logo, jefe. El que tú mismo dibujaste en un servilleta mientras comíamos ramen barato porque no teníamos dinero para algo mejor.

—Y ahora está hablando —añadió Pierce, con una mezcla de incredulidad y admiración en su tono, cruzando los brazos mientras miraba fijamente al avatar. —¿Kenzi realmente transformó el diseño en una inteligencia artificial? Esto es... demasiado incluso para nosotros. —Se giró hacia Harry, sus ojos buscando respuestas que Harry no tenía en ese momento.

Shaundi, por su parte, estaba demasiado impactada para articular palabras al principio. Se llevó una mano a la frente, mirando fijamente el holograma antes de señalarlo con un gesto incrédulo. —¿Cómo demonios hiciste esto, Kenzi? ¡Esa imagen es un maldito símbolo en los niveles inferiores! La gente se tatúa eso en la piel, ¡y ahora tiene una voz y un cerebro! —Se volvió hacia Harry, con una mezcla de reproche y admiración. —¿Sabías de esto, jefe, o es otra de esas "sorpresas" que siempre nos dejan con la boca abierta?

El holograma de Artemis, como si entendiera perfectamente la confusión que causaba, cruzó los brazos con una expresión juguetona. —No los culpo por estar impresionados. Después de todo, soy una obra maestra. —Artemis sonrió con un brillo en sus ojos. —Pero no se preocupen, Saints. Estoy aquí para hacer nuestras operaciones más eficientes, no para reemplazarlos. Cada uno tiene su lugar, incluso el jefe gruñón ahí —dijo, señalando con un gesto hacia Johnny.

Johnny chasqueó la lengua, pero había un destello de orgullo en su mirada. —Bueno, mientras no empieces a darnos órdenes, supongo que puedo soportar tu existencia.

Jaina, que había estado observando en silencio, finalmente intervino, su voz llena de sorpresa y algo de nostalgia. —Conozco ese diseño —dijo, dando un paso hacia el holograma. —Harry lo hizo cuando éramos niños, ¿recuerdas? Decía que era un símbolo de lo que queríamos construir juntos. —Sus ojos se posaron en Harry, con una mezcla de cariño y asombro. —Nunca pensé que llegaría a cobrar vida.

Artemis inclinó ligeramente la cabeza hacia Jaina, su tono amable pero con un toque de humor. —Parece que soy más especial de lo que pensaba. Un diseño que trasciende generaciones. Me gusta.

Mara, que había permanecido en silencio hasta ahora, frunció el ceño, cruzando los brazos mientras evaluaba a Artemis con una mirada aguda. —Esto es... peligroso —dijo finalmente, su tono cargado de preocupación. —Una inteligencia artificial completamente funcional con acceso a recursos y sistemas. Harry, ¿estás consciente de lo que esto implica? ¿Sabes lo que puede suceder si algo como esto se descontrola?

Kyle asintió, compartiendo la preocupación de Mara. —Las IA conscientes no son algo que debamos tomar a la ligera. Incluso con protocolos de salvaguarda, hay riesgos. —Se inclinó ligeramente hacia Harry, su voz baja pero firme. —Esto no solo afecta a los Saints. Si alguien fuera de este círculo descubre que tienen una IA como esta, podría atraer más problemas de los que ya tienen.

Artemis alzó una mano como si intentara calmar la tensión. —Relájense, Jedi. Estoy equipada con protocolos de salvaguarda diseñados para prevenir cualquier comportamiento no autorizado. Además, tengo una regla muy simple: proteger a los Saints y a quienes protegen. Eso incluye a mi creador y a los suyos. —Se giró hacia Harry con una sonrisa. —¿No es así, jefe?

Harry dejó escapar un suspiro, levantando una mano para calmar a todos. —Lo sé, lo sé. Esto parece más grande de lo que imaginé. Pero confío en Kenzi y Oleg. Y si Artemis ha estado ayudándonos sin problemas hasta ahora, no veo por qué deberíamos empezar a preocuparnos ahora. —Se giró hacia Mara y Kyle, su tono más serio. —Entiendo sus preocupaciones, pero Artemis es una herramienta, no una amenaza. Y como cualquier herramienta, depende de nosotros usarla con sabiduría.