La mañana llegó con un aire fresco que se colaba por la ventana de la habitación de Lelouch en la residencia Kururugi. Pero en su mente, el día no traía tranquilidad. La conversación con Darth Revan la noche anterior había despejado muchas dudas, pero también planteado nuevos retos. Sabía que aprender sobre ambas facetas de la Fuerza sería una tarea monumental. Sin embargo, no tenía tiempo para dudas.
Activó el holocrón una vez más. La figura de Revan apareció frente a él, rodeada de un tenue brillo que alternaba entre el rojo y el blanco.
—Has reflexionado lo suficiente, Lelouch. Ahora es el momento de actuar. La Fuerza no se domina a través de palabras, sino de acción.
Lelouch se puso de pie, con los brazos cruzados.
—Estoy listo. Enséñame.
Revan asintió.
—Muy bien. Hoy aprenderás a utilizar ambas facetas de la Fuerza: la claridad del Lado Luminoso y la intensidad del Lado Oscuro. Prepárate, porque cada uno requiere un enfoque diferente, y solo dominando ambos entenderás el verdadero poder.
Revan extendió una mano, y el ambiente en la habitación cambió. La pesada tensión del Lado Oscuro se disipó, reemplazada por una calma que envolvió a Lelouch. El aire parecía más ligero, y una sensación de serenidad se instaló en su pecho.
—El Lado Luminoso de la Fuerza comienza con la conexión. Cierra los ojos, Lelouch. Siente el flujo de la vida a tu alrededor. La Fuerza está en todo: en ti, en el aire que respiras, en cada piedra, planta y ser viviente. Escucha, observa, y permite que fluya a través de ti.
Lelouch obedeció, cerrando los ojos y respirando profundamente. Al principio, no sintió nada. Pero poco a poco, algo cambió. Era como si una corriente invisible lo envolviera, conectándolo con todo a su alrededor. Podía sentir el latido de su propio corazón, el movimiento del viento fuera de la ventana, e incluso los pasos de alguien caminando en el pasillo.
—¿Lo sientes? —preguntó Revan.
Lelouch asintió.
—Es... extraño. Como si estuviera viendo el mundo desde otro ángulo.
—Ese es el Lado Luminoso. Te da claridad, te permite ver el panorama completo. Pero no te dejes consumir por esta sensación. La claridad no es suficiente si no actúas. Usa esta conexión para anticiparte, para comprender a los demás y prever sus acciones.
Revan levantó una mano, y una pequeña esfera de energía blanca apareció frente a Lelouch.
—Toma esta esfera. Si realmente has conectado con la Fuerza, podrás moverla sin esfuerzo, como si fuera una extensión de tu propio cuerpo.
Lelouch extendió una mano hacia la esfera, cerrando los ojos para concentrarse. En su mente, recordó la calma que había sentido momentos antes. Visualizó la esfera moviéndose, sintiendo cómo su energía y la de la Fuerza se entrelazaban.
Lentamente, la esfera comenzó a flotar. Lelouch abrió los ojos, sorprendido al verla moverse en el aire, como si obedeciera su voluntad.
—Bien hecho, Lelouch. Pero recuerda: el Lado Luminoso requiere paciencia y control. Si pierdes la concentración, perderás tu conexión.
La esfera cayó al suelo, disipándose en un destello de luz.
Revan hizo un gesto, y la calma en la habitación desapareció al instante. En su lugar, una densa opresión llenó el aire, como si todo se volviera más pesado. Lelouch sintió un calor abrasador en su pecho, como si algo oscuro y poderoso despertara dentro de él.
—Ahora, el Lado Oscuro. A diferencia del Lado Luminoso, este no requiere paciencia, sino intensidad. La ira, el odio, la desesperación... todas estas emociones son combustible para su poder. No intentes contenerlas; desátalas y canalízalas.
Revan levantó otra mano, y esta vez una esfera roja, pulsante y vibrante, apareció frente a Lelouch.
—Toma esta esfera, pero no la contemples con calma. Siente la pasión en tu interior, el fuego que arde en ti. Usa ese fuego para dominarla.
Lelouch cerró los ojos, recordando el ataque a su madre, la fría indiferencia de su padre, y la traición de sus hermanos. La rabia creció en su interior, intensa y abrasadora. Cuando abrió los ojos, la esfera roja flotaba frente a él, temblando con una energía incontrolable.
Con un grito, extendió su mano, y la esfera se lanzó hacia un objeto en la habitación, destruyéndolo en una explosión de energía. Lelouch cayó de rodillas, jadeando por el esfuerzo.
—Bien hecho, Lelouch —dijo Revan, con una leve nota de aprobación en su voz—. Pero recuerda: el Lado Oscuro es un arma poderosa, pero peligrosa. Si permites que te consuma, perderás el control. Debes ser su amo, no su esclavo.
Revan se acercó a Lelouch, quien aún respiraba con dificultad.
—Has aprendido las bases de ambos lados, pero la verdadera lección está en el equilibrio. Usa la claridad del Lado Luminoso para guiarte y el poder del Lado Oscuro para impulsarte. Ambos lados son herramientas. Tu tarea es dominarlas y no permitir que te dominen.
Lelouch lo miró, su mente trabajando para procesar todo lo que había aprendido.
—Entonces, ¿cómo integro ambos lados? ¿Cómo mantengo el equilibrio?
Revan sonrió bajo su máscara.
—Esa, Lelouch, es una pregunta que deberás responder por ti mismo. El equilibrio no es una fórmula; es un estado constante de lucha interna. Pero si perseveras, te convertirás en algo que pocos en la galaxia han logrado: un verdadero maestro de la Fuerza.
Lelouch apagó el holocrón, dejándose caer en su silla. Su cuerpo estaba agotado, pero su mente estaba más activa que nunca. Había comenzado a entender el inmenso poder de la Fuerza, pero también sus riesgos. Sabía que lo que había aprendido era solo el principio, pero estaba decidido a continuar.
"Luz y oscuridad... ambas son necesarias. Ambas son mías. Y las usaré para escribir mi propio destino."
Una noche más, Lelouch activó el holocrón. La figura de Revan apareció, pero esta vez con un aura más intensa, como si algo en el propio maestro hubiera cambiado.
—Has demostrado una comprensión básica de la Fuerza, Lelouch, tanto en su aspecto luminoso como oscuro. Pero ahora es el momento de aprender la habilidad más fundamental que une a los Jedi y a los Sith: la manipulación directa de la Fuerza. La telequinesis, la extensión de tu voluntad sobre el mundo físico.
Lelouch asintió, decidido, pero Revan levantó una mano para detenerlo.
—Antes de continuar, debes fortalecer tu cuerpo. La Fuerza es un conducto, pero también exige resistencia física y mental. Sin un cuerpo disciplinado, tus habilidades serán limitadas. Es hora de que intensifiques tu entrenamiento.
Lelouch frunció el ceño. No le gustaba la idea de depender de alguien más para mejorar su físico, pero sabía que era necesario. Reflexionó por un momento, antes de tomar una decisión que lo incomodaba profundamente.
"Si esto es lo que necesito para avanzar, entonces lo haré."
Lelouch sabía que fortalecer su cuerpo sería esencial si quería dominar la Fuerza y alcanzar su máximo potencial. Aunque su mente era afilada como una cuchilla, su cuerpo aún era el de un joven acostumbrado al lujo y al estudio, no al esfuerzo físico. Pero no era ingenuo; entendía que necesitaría un maestro. Y en la residencia Kururugi, no había mejor opción que Kyoshiro Toudoh.
Sin embargo, Lelouch también sabía que Toudoh no sería fácil de convencer. Era un hombre de principios, dedicado a su país y a su gente, y Lelouch, un príncipe de Britannia, era poco más que un símbolo de la opresión para alguien como él. Para ganar su ayuda, Lelouch necesitaría algo más que una simple petición. Necesitaría negociar.
Lelouch encontró a Toudoh en el dojo de la residencia, practicando kendo en completa soledad. Los movimientos del guerrero eran precisos, fluidos, cada uno cargado de fuerza y disciplina. Lelouch esperó pacientemente hasta que Toudoh terminara su rutina antes de hablar.
—Señor Toudoh, quisiera hablar con usted —dijo Lelouch, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.
Toudoh lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela, bajando su espada de madera.
—¿Qué quiere el príncipe de Britannia de mí? —preguntó con un tono neutral.
Lelouch dio un paso adelante, manteniendo su postura tranquila.
—Necesito que me entrene. Mi cuerpo no está a la altura de mis ambiciones, y usted es el único aquí capaz de llevarme al nivel que necesito.
Toudoh frunció el ceño, cruzando los brazos.
—¿Y por qué debería ayudarte? Eres un príncipe de Britannia, parte del mismo imperio que ha pisoteado nuestra tierra. No tengo ninguna obligación contigo.
Lelouch asintió lentamente, como si esperara esa respuesta.
—Tiene razón, no tiene ninguna obligación conmigo. Pero tengo algo que podría interesarle. Algo que podría beneficiar tanto a usted como a Japón.
La mirada de Toudoh se endureció, pero Lelouch notó un destello de interés en sus ojos.
—Habla.
Lelouch sonrió ligeramente, su tono volviéndose más firme.
—He pasado años en el Palacio Imperial de Pendragon, rodeado de los mejores estrategas y guerreros del Imperio Britannia. He leído más informes y mapas que incluso algunos generales desconocen. Conozco las tácticas que utilizan en el campo de batalla, las debilidades de sus formaciones.
Toudoh levantó una ceja, claramente interesado, permaneció en silencio por un momento, analizando las palabras de Lelouch. Finalmente, habló, con un tono más pensativo.
—¿Y qué quieres a cambio de esta información?
Lelouch lo miró directamente a los ojos, su tono cargado de determinación.
—Entréname. Llévame al límite. Hazme más fuerte. No solo físicamente, sino también en la disciplina y la estrategia. Quiero aprender de usted, y a cambio, le proporcionaré las herramientas que necesita para proteger a Japón de Britannia.
Toudoh lo observó en silencio, evaluándolo con cuidado. Finalmente, asintió lentamente.
—Es una oferta interesante, príncipe. Pero si acepto, debes entender que mi entrenamiento no será fácil. No te trataré como un noble, ni como un príncipe. Te trataré como a cualquiera de mis soldados, y eso significa que no habrá concesiones. ¿Estás preparado para eso?
Lelouch asintió sin dudar.
—Estoy preparado. Haré lo que sea necesario.
Toudoh extendió una mano, y Lelouch la estrechó con firmeza.
—Entonces tenemos un trato. Entrenaremos al amanecer. No llegues tarde.
Lelouch asintió y se dio la vuelta para marcharse, pero Toudoh lo detuvo con una última advertencia.
—Y recuerda, Lelouch. Si en algún momento intentas manipularme o engañarme, este acuerdo terminará. Estoy confiando en ti, pero mi paciencia tiene un límite.
Lelouch lo miró por encima del hombro, su expresión completamente seria.
—No lo decepcionaré.
Al día siguiente, Lelouch se presentó en el área de entrenamiento incluso antes del amanecer. Toudoh no perdió tiempo y lo puso a trabajar inmediatamente: correr en terreno accidentado, ejercicios de fuerza, y rutinas diseñadas para fortalecer tanto su resistencia como su agilidad.
Cada día era una batalla. Lelouch caía exhausto al final de cada sesión, pero siempre se levantaba al día siguiente, empujándose más allá de sus límites. Toudoh, aunque duro, no podía evitar sentir respeto por la determinación del joven príncipe. A pesar de su posición, Lelouch no se quejaba ni pedía trato especial. Era claro que estaba dispuesto a hacer lo necesario para alcanzar sus objetivos.
El sol aún no había salido cuando Lelouch llegó al área de entrenamiento. Su cuerpo estaba adolorido por las sesiones anteriores, pero su determinación no flaqueaba. Kyoshiro Toudoh lo esperaba con los brazos cruzados, su expresión tan severa como siempre.
—Hoy será más duro, Lelouch. Si no estás preparado para el dolor, vuelve a la cama.
Lelouch lo miró con firmeza, su voz clara y sin temblor.
—Estoy listo.
Toudoh asintió y comenzó a explicarle los ejercicios del día. La rutina era brutal: correr largas distancias con pesos, trepar cuerdas, levantar piedras, y practicar técnicas básicas de combate cuerpo a cuerpo. Lelouch tropezó varias veces, su cuerpo fallándole cuando más lo necesitaba, pero nunca se detuvo. Cada caída era seguida por un esfuerzo por levantarse.
Durante una pausa, mientras Lelouch recuperaba el aliento, Toudoh se acercó.
—Tienes la voluntad, pero tu técnica es torpe. Si realmente quieres mejorar, no solo entrenes tu fuerza, sino también tu precisión y agilidad. La fuerza sin control es inútil.
Lelouch asintió, grabándose esas palabras en la mente. Sabía que Toudoh tenía razón, y que su camino hacia el dominio de su cuerpo requeriría algo más que esfuerzo bruto.
Esa noche, tras un largo día de entrenamiento físico, Lelouch activó el holocrón en su habitación. A pesar del agotamiento, su mente estaba enfocada. La figura de Revan apareció una vez más, su presencia llenando la habitación.
—Veo que tu cuerpo está comenzando a responder al entrenamiento. Bien. Ahora es el momento de conectar ese esfuerzo físico con la Fuerza. La telequinesis es una de las habilidades más básicas, pero también una de las más versátiles. Es la extensión directa de tu voluntad sobre el mundo físico.
Revan levantó una mano, y un pequeño objeto flotó en el aire frente a Lelouch: una piedra lisa y redonda.
—Tu tarea es simple en concepto, pero difícil en ejecución. Usa la Fuerza para levantar esta piedra. No intentes moverla con tus músculos ni con tu mente lógica. Concéntrate en la conexión que sientes con la Fuerza. Deja que fluya a través de ti y extiéndela hacia el objeto.
Lelouch cerró los ojos, respirando profundamente. Recordó la sensación que había tenido durante los ejercicios de conexión con el Lado Luminoso: la calma, la claridad. Pero esta vez, intentó combinarla con la intensidad del Lado Oscuro. Su cuerpo, aún adolorido, le recordaba la rabia y la frustración que lo impulsaban a continuar.
Extendió una mano hacia la piedra. Al principio, no pasó nada. Pero lentamente, sintió algo cambiar. Era como si un hilo invisible conectara su mano con el objeto. La piedra comenzó a temblar ligeramente, luego se levantó del suelo, flotando a unos centímetros del escritorio.
—¡Lo logré! —exclamó Lelouch, mirando el objeto con asombro.
Revan, sin embargo, no mostró ninguna reacción.
—No te detengas ahí. La Fuerza no se trata solo de levantar objetos. Es una extensión de tu voluntad. Piensa en lo que quieres hacer con la piedra. ¿Moverla? ¿Lanzarla? ¿Destruirla? Hazlo.
Lelouch cerró los ojos nuevamente, esta vez enfocándose en la acción que quería realizar. La piedra se desplazó lentamente hacia un lado, luego hacia el otro. Finalmente, con un movimiento más decidido, la lanzó contra la pared, donde se rompió en pedazos.
Jadeando, Lelouch miró los fragmentos, una mezcla de agotamiento y orgullo llenando su pecho.
—Bien hecho, Lelouch. Pero recuerda: el dominio de la Fuerza no es solo poder bruto. Debes aprender a usarla con precisión y control. De lo contrario, será tan peligrosa para ti como para tus enemigos.
En los días siguientes, Lelouch comenzó a integrar su entrenamiento físico con sus habilidades en la Fuerza. Mientras corría por los terrenos de la residencia, usaba la Fuerza para empujar sus límites, extendiendo su percepción para anticipar obstáculos o sentir la presencia de otros. Durante los ejercicios de combate con Toudoh, intentaba usar pequeñas manipulaciones de la Fuerza para mejorar su equilibrio o desviar los ataques de su instructor.
Toudoh notó los cambios, aunque no entendía completamente cómo Lelouch estaba logrando tales avances. A pesar de eso, no hizo preguntas. Solo lo empujó más, aumentando la intensidad del entrenamiento cada día.
Una noche, después de una intensa sesión de entrenamiento, Lelouch activó el holocrón una vez más. Revan apareció, esta vez con un tono más reflexivo.
—Estás comenzando a entender lo que significa ser un maestro de la Fuerza, Lelouch. El cuerpo, la mente y la Fuerza deben trabajar juntos. Pero no te engañes pensando que has terminado. Este es solo el comienzo. Los desafíos que enfrentarás serán mayores, y el costo de fallar, aún más alto.
Lelouch asintió, su expresión seria.
—Lo entiendo. Pero no retrocederé. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario.
Revan asintió, una ligera aprobación en su tono.
—Entonces sigue adelante. Fortalece tu cuerpo, afina tu mente, y continúa explorando la Fuerza. Cada día que pasa, te acercas más a tu destino.
Lelouch apagó el holocrón, dejándose caer en su cama con un suspiro. Su cuerpo estaba exhausto, pero su espíritu estaba más fuerte que nunca. Había comenzado a ver cómo cada aspecto de su entrenamiento se unía, formando una base sólida para lo que vendría.
"Cuerpo, mente y voluntad. Con estos tres, no hay límite para lo que puedo lograr."
