Lelouch había avanzado de manera impecable. Sus movimientos estratégicos lo habían convertido en una figura influyente entre las masas y los oficiales locales, mientras sus acciones ganaban la atención de los líderes superiores. Sin embargo, sabía que su ascenso no podía pasar desapercibido por mucho tiempo.
Un día, mientras revisaba informes en su nave, recibió un mensaje codificado de Rish Loo.
—Lelouch, el Conde Dooku ha llegado aRaxus Secundus. Ha solicitado una audiencia con los líderes locales clave, y, para mi sorpresa, ha pedido específicamente verte. Prepárate.
El mensaje lo tomó por sorpresa, pero también lo llenó de una mezcla de inquietud y anticipación. Dooku era un nombre que había escuchado en sus investigaciones: un líder carismático, manipulador y un maestro de la Fuerza.
"Si Dooku está aquí, esto puede ser tanto una oportunidad como un peligro mortal. Debo mantener la calma y actuar con cuidado."
La reunión tuvo lugar en un salón imponente dentro del complejo gubernamental deRaxus Secundus. Lelouch llegó vestido con su habitual capa oscura, manteniendo una postura serena mientras observaba el entorno. El lugar estaba lleno de oficiales locales y representantes, todos murmurando entre sí, hasta que un silencio repentino llenó la sala.
El Conde Dooku entró con una presencia imponente, su figura alta y elegante irradiando autoridad. Sus ojos parecían atravesar a cada persona en la sala, evaluándolos como si ya conociera sus secretos. Lelouch se mantuvo firme, aunque pudo sentir el peso de la mirada del Conde cuando finalmente lo enfocó.
—Así que tú eres el joven estratega del que tanto he oído hablar —dijo Dooku, con un tono calmado pero inquisitivo.
Lelouch inclinó la cabeza ligeramente, mostrando respeto.
—Es un honor, Conde Dooku. Solo hago lo que puedo para servir a la causa.
Dooku esbozó una ligera sonrisa, pero sus ojos no mostraban calidez.
—Eso dicen todos. Pero tus acciones han llamado mi atención. Tengo curiosidad por conocer más sobre ti.
Durante la reunión, Dooku pidió a Lelouch que explicara sus estrategias recientes y cómo habían beneficiado al movimiento Separatista. Lelouch habló con precisión, mostrando confianza pero evitando cualquier exceso de arrogancia. Sin embargo, podía sentir que Dooku lo estaba probando, buscando algo más allá de sus palabras.
—Tus ideas son interesantes, Lelouch —dijo Dooku finalmente—. Pero la estrategia no lo es todo en la guerra. La fuerza, tanto en el campo de batalla como en el espíritu, es igualmente importante. ¿Crees que tienes lo necesario para liderar, no solo pensar?
Lelouch mantuvo su mirada firme.
—El liderazgo no es solo una cuestión de fuerza, mi Lord. Es la capacidad de inspirar a otros a actuar, de mover piezas en el tablero para lograr un objetivo común. La fuerza sin dirección es inútil.
Dooku pareció satisfecho con la respuesta, pero sus ojos brillaron con algo más. Una curiosidad que Lelouch reconoció de inmediato.
"Sabe algo... o sospecha."
Cuando la reunión terminó, Dooku pidió hablar con Lelouch en privado. Lo condujo a una sala oscura, donde la atmósfera se sentía pesada, casi asfixiante. Dooku se volvió hacia Lelouch, con un gesto de calma peligrosa.
—Lelouch, hay algo en ti que no puedo ignorar. Una presencia... una conexión. Dime, ¿qué sabes de la Fuerza?
Lelouch sintió un escalofrío recorrer su columna, pero se obligó a mantener la compostura.
—He oído hablar de la Fuerza, mi Lord. Pero soy solo un estratega, un hombre que utiliza la lógica y el razonamiento para actuar.
Dooku dio un paso adelante, su tono más severo.
—No mientas, joven. Puedo sentirlo. La Fuerza fluye en ti. Quizás aún no lo comprendas del todo, pero sería un error ignorarlo. ¿Quién te ha enseñado a controlarla?
Lelouch sabía que no podía ocultar más la verdad. Decidió utilizar la situación a su favor, dejando entrever parte de su conocimiento pero ocultando la verdadera fuente.
—Lo que sé, lo he aprendido por mí mismo. Fue... un descubrimiento accidental. Pero no soy un maestro, solo un aprendiz de sus posibilidades.
Dooku lo observó con atención, evaluando cada palabra. Finalmente, asintió.
—La Fuerza es un don poderoso, pero también una carga. Si no se controla, puede consumir incluso a los más fuertes. Quizás, con el tiempo, podamos explorar tu potencial juntos.
Lelouch inclinó la cabeza, ocultando su alivio detrás de una expresión neutral.
—Sería un honor, mi Lord.
Antes de dejarlo ir, Dooku ofreció una advertencia final.
—Este movimiento necesita líderes fuertes, Lelouch. Aquellos que puedan soportar el peso de las decisiones difíciles. Pero también necesita lealtad. Recuerda esto: cualquier traición al movimiento será castigada sin piedad.
Lelouch asintió, sabiendo que esas palabras no eran una simple advertencia, sino una prueba de lealtad. Sabía que ganarse la confianza de alguien como Dooku requeriría algo más que palabras. El Conde era un maestro manipulador, acostumbrado a lidiar con mentes brillantes y ambiciosas. Para influir en él, Lelouch tendría que ofrecer algo tangible, algo que demostrara su valor mientras mantenía sus verdaderas intenciones ocultas.
"Dooku ve en mí un recurso potencial, no una amenaza. Usaré eso a mi favor."
De vuelta en su alojamiento, Lelouch comenzó a trazar un plan. Decidió que la mejor manera de ganarse al Conde sería utilizando lo que mejor sabía hacer: estrategia y manipulación. Al mismo tiempo, debía mantener su conexión con la Fuerza lo suficientemente controlada como para que Dooku no sospechara demasiado de sus verdaderas capacidades.
La oportunidad llegó cuando Dooku, durante una reunión privada con varios oficiales clave, mencionó un problema estratégico. Una de las rutas de suministro críticas para los Separatistas en el sistema cercano deIradornhabía sido comprometida por patrullas de la República. Esto había ralentizado la producción de armas y suministros en varios mundos aliados.
Dooku lanzó una mirada evaluadora a Lelouch.
—Esta situación requiere una solución inmediata. El sistema de Iradorn no puede perderse. ¿Tienes alguna sugerencia, joven estratega?
Lelouch inclinó la cabeza, mostrando una expresión de concentración.
—Mi Lord, permitir que las patrullas de la República dominen la ruta sería desastroso. Propongo un enfoque indirecto: utilicemos una operación de distracción para dividir su atención. Si los obligamos a redirigir sus fuerzas, podremos retomar la ruta sin enfrentarlos directamente.
Dooku pareció intrigado.
—¿Y cómo sugieres llevar a cabo esta distracción?
Lelouch sonrió ligeramente, su mente ya trabajando en los detalles.
—Podemos difundir información falsa sobre un supuesto ataque en otro sistema cercano. Esto obligará a la República a desplegar sus fuerzas allí, dejando la ruta vulnerable. Mientras tanto, un equipo pequeño pero eficiente puede asegurar la ruta en Iradorn.
Dooku asintió, claramente impresionado.
—Tu enfoque es astuto, Lelouch. Haz los arreglos necesarios. Quiero resultados rápidos.
Con la autorización de Dooku, Lelouch comenzó a coordinar la operación. Utilizó su red de contactos enRaxus Secunduspara difundir rumores estratégicos sobre un supuesto ataque en el sistemaKardova. Mientras tanto, organizó un pequeño equipo para recuperar el control de la ruta enIradorn.
La operación fue un éxito rotundo. Las fuerzas de la República redirigieron su atención haciaKardova, dejando la ruta deIradornvulnerable. En cuestión de días, los Separatistas retomaron el control y restablecieron los suministros.
Cuando Lelouch presentó los resultados a Dooku, el Conde no pudo ocultar su satisfacción.
—Tu plan no solo resolvió el problema, Lelouch, sino que lo hizo con una eficiencia que supera mis expectativas. Creo que he encontrado en ti algo más que un simple estratega.
Lelouch inclinó la cabeza, ocultando su satisfacción detrás de una expresión modesta.
—Solo deseo servir a la causa, mi Lord.
Con este éxito, Lelouch ganó un lugar más cercano al círculo interno de Dooku. El Conde comenzó a involucrarlo en discusiones más confidenciales, brindándole acceso a información que antes estaba fuera de su alcance. Esto incluía detalles sobre los recursos de los Separatistas, posibles objetivos estratégicos y, lo más importante, la existencia de cristales Kyber almacenados en ciertos mundos clave.
En una de estas reuniones, Dooku mencionó los cristales de manera casual.
—Los cristales Kyber son esenciales para nuestra causa. Su poder es la base de muchas de nuestras armas avanzadas. Pero también tienen otros usos... usos que tal vez algún día comprendas, Lelouch.
Lelouch guardó la información en su mente, sabiendo que este era un paso crucial hacia la construcción de sus sables de luz.
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Lelouch había demostrado su valía al resolver problemas estratégicos clave para los Separatistas. Su mente brillante y su capacidad para ejecutar planes complejos no habían pasado desapercibidos por Dooku, quien lo veía como un recurso valioso. Sin embargo, Lelouch también sabía que el Conde era un hombre de cuidado, alguien que rara vez ofrecía su confianza sin un propósito claro.
Dooku no solo reconocía la utilidad de Lelouch como estratega, sino que también percibía su conexión con la Fuerza, aunque limitada en apariencia. En una reunión privada, Dooku decidió abordar este tema de manera más directa.
—Lelouch, debo admitir que tu mente es formidable, pero lo que más me intriga es tu afinidad latente con la Fuerza. Aunque rudimentaria, es clara para mí. ¿Nunca has considerado desarrollar ese don?
Lelouch mantuvo una expresión neutral, aunque su mente ya estaba evaluando cómo responder.
—Mi Lord, he experimentado destellos de la Fuerza, pero carezco de un maestro o un entendimiento profundo para desarrollarla. Mis habilidades actuales son producto de la intuición y la necesidad.
Dooku asintió, sus ojos fijos en Lelouch como si estuviera evaluando su sinceridad.
—La Fuerza es un don raro y poderoso. Pocos tienen el privilegio de sentirla, y menos aún de dominarla. En ti veo potencial, aunque crudo. No eres un aprendiz en el sentido formal, pero quizás, con las herramientas adecuadas, podrías ser algo más.
Dooku caminó lentamente por la habitación, sus manos cruzadas detrás de la espalda, mientras hablaba con un tono reflexivo.
—El sable de luz no es solo un arma, Lelouch. Es una extensión del usuario, una manifestación física de su conexión con la Fuerza. Los Jedi lo consideran un símbolo de protección, mientras que nosotros lo vemos como un medio para alcanzar el control.
Lelouch escuchó atentamente, manteniendo su postura humilde.
—Mi Lord, he escuchado historias sobre estas armas, pero mi conocimiento es limitado. ¿Qué se necesita para construir uno?
Dooku lo miró con una mezcla de curiosidad y evaluación.
—Primero, necesitas un cristal Kyber, el corazón del sable. Estos cristales son raros y sensibles a la Fuerza. Pero construir un sable no es solo reunir piezas; es un rito, una prueba que requiere concentración, habilidad y una verdadera conexión con la Fuerza.
Lelouch inclinó ligeramente la cabeza.
—Entiendo, mi Lord. Pero, ¿por qué querría usted ayudarme en algo tan significativo, considerando que no soy su aprendiz?
Dooku esbozó una ligera sonrisa, su tono ahora más calculador.
—Porque veo en ti un potencial que otros no tienen. No estoy interesado en enseñarte los caminos del Sith ni en hacer de ti mi aprendiz, pero sí creo que puedes ser una herramienta poderosa para nuestra causa. Si tienes un sable, si puedes demostrar tu control, serás más útil no solo como estratega, sino como alguien capaz de actuar cuando sea necesario.
Dooku se detuvo frente a Lelouch, su mirada ahora severa.
—Pero, Lelouch, entiéndelo bien. Esto no es un regalo. Si decido ayudarte a construir un sable, será porque espero resultados. Tu lealtad a los Separatistas debe ser incuestionable. Además, quiero ver tu progreso en la Fuerza. Si no demuestras el control necesario, no perderé más tiempo contigo.
Lelouch asintió, consciente de que debía jugar su papel con precisión.
—Lo entiendo, mi Lord. Haré todo lo que esté en mi poder para demostrar que soy digno de su confianza.
Dooku pareció satisfecho con la respuesta.
—Muy bien. Comenzaremos con lo básico. Hay un cargamento de cristales Kyber que llegará a un sistema aliado en los próximos días. Te daré acceso a uno de ellos, pero el resto dependerá de ti. Tendrás que mostrarme que eres capaz de manejar el proceso de construcción por ti mismo.
Los días posteriores a la conversación inicial con el Conde Dooku marcaron el comienzo de un período de intenso entrenamiento para Lelouch. Aunque no lo consideraba un aprendiz formal, Dooku parecía decidido a moldearlo lo suficiente para convertirlo en un arma útil para los Separatistas. Sin embargo, Lelouch sabía que este entrenamiento no era solo para agradar a Dooku; era una oportunidad para fortalecer sus habilidades y prepararse para los desafíos que se avecinaban.
—El combate con sables de luz no es un simple duelo de fuerza bruta —dijo Dooku durante una de las sesiones—. Es un arte que exige precisión, control y un entendimiento profundo de tu oponente. Si deseas sobrevivir, necesitarás más que reflejos rápidos.
Lelouch sostuvo el simulacro de sable de luz que le había proporcionado Dooku, un dispositivo simple pero eficaz para emular la experiencia de un arma real. Sus movimientos eran fluidos pero calculados, cada giro y bloqueo diseñado para minimizar el esfuerzo y maximizar la eficacia.
Dooku lo observaba con una mezcla de interés y evaluación.
—Tus movimientos son eficientes, pero carecen de agresividad. A veces, la mejor defensa es un ataque implacable. Aprende a atacar con intención, no solo a responder.
Lelouch asintió, ajustando su postura mientras ejecutaba una serie de movimientos ofensivos. Su mente analizaba cada palabra de Dooku, no solo como una lección de combate, sino como un vistazo a la filosofía del Conde.
"Él ve el combate como un baile de poder y control. Cada golpe, cada movimiento, está diseñado para dominar al oponente. Si quiero superarlo algún día, debo comprender completamente su enfoque."
Además del entrenamiento físico, Dooku también dedicó tiempo a profundizar en la comprensión de Lelouch sobre la Fuerza. Aunque mantenía las enseñanzas de los Sith a un lado, ofrecía fragmentos de su propia interpretación de la conexión con la Fuerza.
—La Fuerza no es un simple recurso, Lelouch. Es un flujo constante de energía que conecta todo en la galaxia. Los Jedi predican que debe ser utilizada con moderación y control, pero esa es una visión limitada. La verdadera fuerza proviene de la voluntad de imponerte sobre ella, de moldearla para que sirva a tus propósitos.
Lelouch meditaba sobre estas palabras, equilibrando las enseñanzas de Dooku con lo que ya había aprendido de Revan.
"Dooku ve la Fuerza como un medio para controlar, pero Revan hablaba de equilibrio. Tal vez la clave no sea elegir entre estas perspectivas, sino encontrar una manera de utilizarlas ambas."
Durante las sesiones de meditación, Lelouch comenzó a explorar su conexión con la Fuerza de manera más activa. Aunque todavía era inexperto en comparación con Dooku, podía sentir que su afinidad crecía, permitiéndole anticipar movimientos en combate y percibir intenciones en las palabras de otros.
En una de las sesiones más avanzadas, Dooku decidió poner a prueba a Lelouch en un combate simulado. Activó un droide de entrenamiento equipado con múltiples brazos y armas de energía, diseñado para desafiar incluso a los luchadores más hábiles.
—Este droide está programado para explotar tus debilidades —dijo Dooku con una sonrisa fría—. Veamos cuánto has aprendido.
Lelouch tomó una postura defensiva, observando los movimientos del droide mientras analizaba sus patrones de ataque. Cuando el droide se lanzó hacia él, Lelouch bloqueó con precisión, utilizando los movimientos que Dooku le había enseñado para desviar los golpes y encontrar aberturas.
Pero Dooku, observando desde la sombra, hizo un gesto hacia el droide, aumentando la intensidad de los ataques.
—La estrategia es importante, Lelouch, pero en combate real, debes aprender a adaptarte. No hay tiempo para pensar; solo para actuar.
Lelouch sintió la presión, pero en lugar de sucumbir, permitió que la Fuerza lo guiara. Sus movimientos se volvieron más fluidos, casi instintivos, y con un golpe final desactivó al droide.
Dooku asintió, una leve sonrisa en su rostro.
—Has superado mis expectativas. Tal vez haya subestimado tu conexión con la Fuerza.
Al final del entrenamiento, Dooku llevó a Lelouch a una sala oscura dentro del complejo, donde lo observó con una mirada pensativa.
—Has demostrado un progreso notable, Lelouch. No solo tienes la mente de un estratega, sino también el potencial para convertirte en un guerrero. Pero un guerrero incompleto es inútil. Es hora de que construyas tu propia arma, un sable de luz que refleje quién eres.
Lelouch inclinó la cabeza, ocultando su satisfacción detrás de una expresión de humildad.
—Es un honor, mi Lord. ¿Qué debo hacer?
Dooku esbozó una ligera sonrisa.
—Hay un cargamento de cristales Kyber que llegará al sistemaSullusten los próximos días. He organizado que te den acceso a uno de ellos. Pero construir un sable es más que ensamblar piezas. Será tu primera prueba real como usuario de la Fuerza. Si fallas, todo lo que hemos trabajado será en vano.
Lelouch asintió, comprendiendo la importancia de este momento.
—No fallaré, mi Lord.
Dooku lo observó por un momento más antes de asentir.
—Eso espero, Lelouch. Porque a partir de ahora, el verdadero desafío comienza.
