Una Mirajane con el cabello oscuro camino a altas horas de la noche en la recién ampliada casa de Natsu. Una necesidad, debido a que casi todas las amantes del Dragneel se habían mudado con el luego de que los frutos de sus aventuras se hicieran evidentes en sus cuerpos.

El gremio reaccionó con incredulidad total cuando el bobo y prácticamente asexual cazadragones de fuego se las había arreglado para tener un harem de magas hermosas. El propio maestro y Guildartz lloraron de orgullo y envidia a partes iguales, o al menos este último lo hizo hasta ver como su "inocente" hija estaba embarazada de Natsu, solo para perseguir al pelirosa con intenciones de darle su merecido.

No fue el único, si bien Bisca y Levi hasta ahora hacían pasar a sus hijos no-natos como la prole de sus maridos/compañeros, Gray, Elfman y Jellal estaban que querían matar al Dragneel por, según ellos, dejarlos de cordunos (menos Elfman, que estaba molesto por profanar a sus hermanas). Algo muy hipócrita, ya que nunca fueron lo suficientemente hombres como para empezar una relación con chicas que, a leguas, se notaba su interés... y ellas se los hicieron saber al ponerlos en su lugar.

La casita en el bosque había crecido hasta ser una mansión muy espaciosa, ya que esperaban una gran adicion a su familia en los próximos meses. Es en esta noche, cuando solo Natsu estaba durmiendo en su habitación, en una cama estúpidamente grande para todas, que el autor de todo esto decidió consumar sus planes.

Mira entró lentamente en la habitación y se quedó paralizada frente a la cama del Dragneel. Había un bulto enorme que cubría las sábanas de Natsu. Se acercó sigilosamente a él, mientras quitaba la sábana, mostrando el cuerpo completamente desnudo del cazadragones dormido.

En ese momento, los ojos de Mirajane brillaron en rojo antes de ponerse en blanco. Una sombra broto de su cuerpo, que caían inconsciente en el colchón, mientras una figura se materializaba encima del cazadragones.

—Por fin estamos juntos... maestro END.

Era Sailah, la Diosa de la Luna Fría, una de las Nueve Puertas del Demonio de Tártaros. Ella había sido absorbida por Mirajane al final de la lucha contra el gremio oscuro, quedando hibernando dentro de la mayor de los Staruss hasta que poco a poco fue recuperando su consciencia, enterándose de varías cosas a través de los ojos de Mirajane; la muerte de su creador Zeref y la identidad de Natsu Dragneel como Etherias Natsu Dragneel (END) y hermano menor de su creador.

La etherias estubo en shock por mucho tiempo, era demaciado por asimilar. Sin embargo, en un punto acepto la verdad, haciendo, como siempre lo mejor para su raza y seguir los deseos de Zeref.

No importaba que Natsu haya sido su enemigo, algo que ella llegó a lamentar profundamente, para ella no había diferencias morales, solo sabía que debía servir a END, la mayor obra de su creador. Y que END fuera el hermano revivido de su creador, Zeref Dragneel, solo hacia que, para Seilah, Natsu fuera más que solo un líder absoluto, sino lo más cercano a un dios para los etherias. De modo que era natural que fuera él quien engendrara una nueva raza de etherias.

Decir que ella lo quería era quedarse cortos, Seilah lo adoraba. Por ello resultó frustrante para ella tener que ver cómo Mirajane, un mujer que detestaba, pero que le fue muy útil al incentivar sus deseos más oscuros, poniendo en marcha su plan para que su maestro engendrara a tantas mujeres como pudiera y así restablecer su raza, yacía con su maestro, mientras ella estaba impotente en el fondo de su alma... hasta ahora.

Por fin, ella y su maestro serían uno.

Sailah miro con un sonrojo casi enfermizo a la erección enorme y palpitante de su maestro. Se veía tan deliciosamente tentadora, mucho más atractiva que cualquiera de las vergas flácidas que había visto en sus compatriotas etherias... no es que ella hubiera compartido lecho con ninguno de ellos

Bueno, con Kyouka sí, pero eso era diferente.

Seilah se sentó con cuidado en la cama, usando solo sus calcetas altas que resaltan los dedos de sus pies pues los muestran al descubierto, y presionó su rostro contra su miembro, inhalando profundamente su aroma masculino antes de presionar sus labios carnosos contra la punta. Lentamente abrió la boca y comenzó a mover la cabeza sobre su regazo, ahuecando las mejillas mientras chupaba y acariciaba el miembro con su lengua. El cálido y carnoso sabor de la carne del verga llenó su boca y reprimió un gemido de excitación.

Su placer oral se vio interrumpido de repente cuando dos manos grandes se cerraron en puños en su pelo salvaje y la verga que había estado chupando se introdujo en su garganta. Levantó la vista y se encontró con los ojos de Natsu, mientras él le sonreia, aparentemente completamente imperturbable al ver a una demonio chupándole la verga.

La mente de Seilah se quedó en blanco cuando la verga en su garganta le cortó el aire, sintiendose mareada y ebria de lujuria mientras Natsu destrozaba su boca, hasta que sus labios se presionaron contra su pelvis. Hasta que con un poderoso empujón, Natsu la obligó a apartarse de su miembro y a tumbarse boca arriba, pasando ha estar sobre ella.

Seilah se siente tan pequeña ante su poder. Su lujuria es palpable. Natsu Dragneel hizo que Seilah temblara con su flor empapada de una manera completamente deliciosa. En ese último momento, su mano se levanta y le agarra la barbilla. A Seilah se le corta la respiración.

Seilah se lame los labios mientras Natsu la sujeta por la barbilla, se agacha y sube uno de sus tetas. Su maestro sobre ella la observa mientras lo hace. La observa mientras se inclina y captura su pezon en su boca, chupándolo mientras abre bien las piernas y los labios de su coño.

Ella no dice ni una palabra. No le da "permiso" ni nada parecido, no lo necesita, ella era de él. Quiere que la tome, la preñe y la convierta en su fiel perra reproductora.

Por un largo momento, Issei la mira fijamente mientras ella chupa su seno y le ofrece su coño sin decir palabra. Entonces... él se mueve. Cuando finalmente se mueve, es en un estallido de acción violenta y velocidad. Sus manos la agarran por la parte interna de los muslos con una fuerza castigadora, y Seilah jadea y gime mientras mira hacia abajo, a su verga. Su miembro majestuoso y enorme esperando a penetrarla y reorganizar su interior.

La verga de Natsu se desliza por su abdomen y finalmente llega al montículo de su coño. Mueve la enorme y bulbosa cabeza de su palpitante erección a lo largo de su hendidura durante unos segundos, un momento de calma después de la explosión de movimiento que acaba de hacer. Es el ojo de la tormenta, en lo que respecta a Seilah. Su poder, su lujuria... todo ello fuertemente restringido pero comenzando a filtrarse. Una promesa, tácita pero no inaudita. Una promesa de que... una vez que comience, no se contendrá más.

No lo necesita. Ella es la Diosa de la Luna Fría. Tiene cientos de años. Es más dura que cualquier humana y está más que lista para...

Los pensamientos de Seilah se desbaratan por segunda vez cuando Natsu Dragneel la penetra por fin. Su verga penetra su coño con un fuerte ruido mientras ella se estira sobre su miembro. Es solo entonces, en ese momento, que se da cuenta de que se había estado dando una charla motivadora para intentar tener una mejor oportunidad de manejar hasta el último centímetro de su enorme verga.

Pero… no está preparada. No es capaz. No es… Oh, mierda, es MUCHO mejor de lo que pensaba.

Los ojos de Seilah se ponen en blanco y se corre en el acto mientras el miembro de Natsu llena sus entrañas y más. Su primera embestida lo ve entrar en su útero. Llena ese lugar donde ella llevará a sus hijos con su carne de hombre sin dudarlo ni pausar. La demonio solo puede gemir, chillar y aferrarse a él, sus uñas arañando su espalda.

—¡M-mi útero! ¡T-te estás follando mi útero!.

Más tarde, se sentirá mortificada porque esas fueron sus primeras palabras a su nuevo amo. Pero en ese momento, es todo lo que se le ocurre decir. Deja escapar otro grito lascivo cuando él se aparta, solo para volver a embestirla. No le da más que unos segundos para recuperarse y, obviamente, unos segundos NO son suficientes. Su verga entra y sale de ella sin parar, y sus embestidas ganan velocidad en cuestión de segundos.

Él pasa de cero a cien antes de que Seilah tenga tiempo de recuperarse del primer empuje, y mucho menos del siguiente veinte, el siguiente treinta, el siguiente... pierde la noción en cierto punto. Tan fuerte como es, tan longeva como es... nunca antes había probado este tipo de poder. Natsu Dragneel es algo más allá de cualquier otro etherias que ella haya conocido... él es realmente la mejor creación de su antiguo amo.

Es como si el propio rey demonio hubiera surgido de las profundidades más oscuras del Inframundo para "bendecirla" con su presencia. Mientras Natsu realmente se deja llevar, Seilah chilla y se corre una, y otra vez sobre su verga, sus ojos se ponen en blanco de manera permanente y todo su cuerpo sufre espasmos, se sacude y se retuerce. Mientras su columna se arquea, levantando involuntariamente sus tetas hacia él, Natsu se agacha y comienza a succionar sus enormes ubres, mientras reboten libremente.

Sus dientes encuentran asidero en sus tetas, su lengua azota sus pezones. Seilah se estremece al descubrir que se abre a un mundo completamente nuevo de éxtasis mientras Natsu domina su mente, cuerpo y alma. Su verga se siente como si estuviera llegando hasta su corazón a través de las paredes de su útero y ahora su boca, lengua, y manos están en su pechos de vaca. Todo lo que puede hacer es aferrarse a la cama y aguantar, mientras la convierte en su juguete sexual personal.

La autoproclamada Diosa de la Luna Fría tiene la expresión más estúpida y tonta en su cara todo el tiempo. Saca la lengua y sonríe con la boca abierta. Está mareada y eufórica por el éxtasis. Todo su mundo se ha reducido a este momento, siendo follada con tanta fuerza por Natsu Dragneel.

Y entonces... tan rápido como empieza, termina. Excepto que no realmente. Solo termina la primera ronda.

Natsu se corre dentro de ella y Seilah experimenta el orgasmo más alucinante hasta ahora, toda su psique parece romperse por el placer mientras la lujuriosa semilla de dragón bombea dentro de su útero y la llena hasta el borde. Cuando Natsu se retira de su coño y ella vuelve a ser ella misma, se siente mejor que nunca. Estar llena de su semen, se siente demasiado natural... como si estuviera justo donde debía estar... dónde pertenecia.

Por supuesto, no ha terminado con ella. Cuando se desplaza por su cuerpo y le da una palmada con su verga llena de sus fluidos entre las tetas, la ex-miembro de Tártaros se sobresalta y luego sonríe con lujuria, mirando a Natsu con entusiasmo en sus ojos rojos. Lamiéndose los labios, agarra ambos lados de sus enormes tetas y procede a envolverlas alrededor de la verga de su maestro. Él es más metódico mientras le folla los pechos. La mira fijamente y se toma su tiempo, avanzando a un ritmo más lento. Su miembro perfora la parte superior de su escote después de unos pocos movimientos, por lo que Seilah inclina la cabeza hacia arriba y lo toma en su boca. Solo la punta... pero luego incluso la punta del enorme miembro de Natsu hace crujir su mandíbula mientras abre bien la boca para su nuevo amo.

Mientras tanto, Seilah mira a Natsu a los ojos. Ahora ella le pertenece y ambos lo saben. Ella es propiedad de Natsu Dragneel... al igual que de una creciente horda de mujeres cachondas y embarazadas.

A la demonio no le importaba, ella sabía todo sobre… orgias. Y si su maestro se lo pedía a ella, a ellos… entonces Seilah estaría muy feliz de hacer su parte con sus nuevas hermanas.

Está demás decir que en la mañana siguiente hubo muchas explicaciones que dar cuando las recién llegadas, y una Mira recién despertada, encontraron a una de las demonios del libro de Zeref cocinando un banquete para su novio... vestida solo en delantal.