El viento suave acariciaba sus rostros mientras un paisaje desconocido se desplegaba ante sus ojos. Había algo inquietantemente pacífico en el lugar; la vegetación era vibrante, los animales merodeaban ajenos a cualquier tipo de conflicto. Era un contraste absoluto con la brutalidad del mundo shinobi, y esto perturbaba profundamente a los miembros de Akatsuki.
Nagato, frágil y delgado, apenas lograba mantenerse en pie. Konan, siempre fiel, lo sostenía con delicadeza. Sus ojos brillaban con lágrimas, pero no eran lágrimas de tristeza, sino de un alivio inexplicable. Después de tanto sufrimiento, tener a Nagato a su lado, vivo, parecía un milagro.
—¿Dónde... dónde estamos? —La voz de Nagato era apenas un susurro, cargada de confusión y agotamiento.
Konan le sonrió suavemente, apretando su mano con fuerza, como si temiera que él se desvaneciera de nuevo. Pero no tenía respuestas, al menos no todavía. Sus ojos recorrieron el sereno paisaje en busca de alguna señal, algún indicio de lo que había sucedido.
—No lo sé... —murmuró, ayudando a Nagato a mantenerse firme—. No parece ser el mundo de los vivos. ¿Será el mundo espiritual?
—No lo es, —interrumpió Itachi, su voz calmada pero tensa—. Yo pude ver ese lugar antes de morir, y esto no se le parece en nada... —Hizo una pausa, evaluando cada detalle del entorno—. ¿Estamos en el mundo shinobi?
Kisame emergió de las sombras de los árboles, con Samehada a su espalda, irradiando esa misma aura imponente que siempre lo acompañaba.
—Yo también me lo pregunto, —dijo con una sonrisa torcida—. No me siento muerto... y eso que que me dieron la paliza de mi vida .
El silencio volvió a dominar al grupo. Solo el susurro del viento entre las hojas y el crujido de ramas bajo sus pies rompía la quietud mientras los miembros de Akatsuki intentaban procesar su situación. Ninguno de ellos estaba acostumbrado a una serenidad como esa, y el hecho de estar todos juntos, tras haber muerto, sólo añadía a su desconcierto.
Sentado sobre una roca, Deidara observaba el paisaje con desdén. La última vez que había sentido algo fue el calor abrasador de su explosión final, su "obra de arte definitiva". Frunció el ceño, recordando los últimos momentos de su vida.
—Es cierto, yo también morí, —dijo con una mueca desdeñosa—. Pero al menos me llevé al maldito Sasuke conmigo en mi gran final. ¡Katsu!
—No lo hiciste, Deidara, —interrumpió Itachi, cortando su entusiasmo con frialdad—. Sasuke sobrevivió.
El rostro de Deidara se contorsionó de rabia. —¡Maldito Uchiha! ¡No es posible que escapara de mi explosión!
—Lo hizo, —respondió Itachi con indiferencia—. Ahora, lo importante es entender por qué seguimos vivos... o lo que sea que esto sea.
—Lo único que sé, —intervino Kisame con su habitual despreocupación—, es que este lugar apenas tiene rastros de chakra... aunque percibo algunas fuentes cercanas. Me resultan familiares... probablemente son del resto de la organización. Lo siento en los dientes.
De repente, una figura emergió de entre los árboles, moviéndose con la familiaridad de un antiguo aliado. Era Tobi, su máscara aún intacta.
—Nagato... ¿De verdad eres tú? —preguntó con una voz que parecía oscilar entre la sorpresa y la emoción.
Nagato lo miró con seriedad, pero también con una sensación de duda.
—Lo mismo podría preguntarte, —replicó con frialdad.
Tobi se acercó más, observando a los demás Akatsuki que estaban presentes. Su tono, normalmente juguetón, ahora estaba teñido de una extraña melancolía.
—No sé si esto es real, —dijo, su voz quebrada—. Se supone que todos morimos... y sin embargo, aquí están ustedes... y los demás también.
Las palabras de Tobi resonaron entre el grupo. Aunque Konan sentía un profundo deseo de atacarlo por todo lo que había hecho, Nagato era su prioridad en ese momento.
—¿Los demás? —preguntó Kisame con cautela.
Tobi asintió, y sin más palabras, guió al grupo hacia una zona algo alejada. Movió la maleza con sus manos y reveló a Kakuzu, Hidan y Sasori, quienes parecían enzarzados en una discusión.
—¡Eres un maldito imbécil! —gritaba Kakuzu, enfurecido—. ¡Se suponía que eras inmortal, y un crío te mató!
Hidan, claramente irritado, desenvainó su guadaña.
—¡Mira quién habla! —replicó con rabia—. ¡A ti te humilló un genin! ¡Tú, que afirmabas haber peleado con Madara, fuiste derrotado por un mocoso fracasado!
El ambiente comenzaba a tensarse mientras los dos intercambiaban insultos. La calma del lugar se veía trastocada por la furia acumulada que cada miembro de Akatsuki había guardado desde sus muertes.
—¡Silencio! —La voz de Nagato resonó, débil pero firme, y todos guardaron silencio de inmediato. Tobi mantuvo su distancia, su cuerpo tenso ante la mirada fulminante de Konan.
—Tobi... Nos debes muchas explicaciones, —dijo Nagato con un tono cargado de autoridad—. Konan me ha contado lo que hiciste mientras veníamos hacia aquí.
Un tenso silencio cayó sobre el grupo. Los ojos de Konan destilaban desdén, mientras Nagato la miraba con aprobación. Tobi, por su parte, mantuvo su máscara de calma, pero sus movimientos se volvieron más cautos.
—Konan... —murmuró Tobi—. Así que lo sabes todo.
Konan lo miró con frialdad, sus ojos reflejando el dolor de la traición. Sabía que Tobi no era quien decía ser, que había manipulado a Nagato y a todos los demás por sus propios fines.
—Tú no eres quien decías ser, —dijo con voz firme—. Has ocultado tu verdadero poder todo este tiempo... Y fuiste quien me asesinó.
Tobi guardó silencio, sabiendo que en este extraño mundo, la verdad era su única moneda de supervivencia. Finalmente, suspiró y habló.
—Es cierto. No soy Madara Uchiha, —admitió con voz sombría—. Mi verdadero nombre es Obito... Obito Uchiha. Zetsu Negro me engañó, igual que lo hizo con el verdadero Madara... Todo fue un plan para traer a Kaguya Ōtsutsuki, una Diosa alienígena.
Los miembros de Akatsuki se tensaron ante la revelación, pero algunos ya habían sospechado su mentira.
—¿Qué pasó después de mi muerte? —preguntó Nagato, su voz seria y expectante—. Y, lo más importante... ¿Por qué seguimos vivos?
Obito respiró hondo, el sonido de su aliento apenas audible detrás de su máscara. Todos los presentes esperaban respuestas, y él sabía que no había escapatoria de las preguntas que le lanzaban.
—Después de tu muerte, Nagato, las cosas no mejoraron. La Cuarta Gran Guerra Ninja continuó, y la alianza shinobi logró derrotar a Madara... pero fue solo para enfrentarse a algo mucho peor. Kaguya Ōtsutsuki, la madre del chakra, fue resucitada. Ella tenía el poder de acabar con el mundo, pero... —Obito hizo una pausa, sus palabras más pesadas con cada frase— ...fue Naruto Uzumaki, junto con Sasuke Uchiha, quienes finalmente lograron detenerla. Al igual que ese mismo ninja Rubio cambió mi visión...
El silencio era ensordecedor. Los miembros de Akatsuki se miraban entre sí, asimilando la información. Para algunos, el nombre de Naruto Uzumaki solo evocaba un molesto shinobi de la Hoja, pero ahora ese mismo nombre estaba relacionado con la derrota de la deidad más poderosa que habían conocido.
—Eso no explica por qué estamos aquí —interrumpió Deidara, impaciente—. ¡Todos estamos muertos! Yo me volé en pedazos, Itachi murió por su hermano, Kisame fue derrotado... ¡¿Qué demonios está pasando?!
Obito asintió lentamente, sabiendo que esa era la verdadera pregunta. Y aunque no tenía todas las respuestas, una teoría comenzaba a formarse en su mente.
—No lo sé con certeza —admitió—, pero algo debió ocurrir después de que Kaguya fue sellada. Zetsu negro, que la servía, fue destruido... o eso creí. Pero si estamos aquí, juntos, hay algo más en juego. Tal vez este no sea el mundo de los vivos, ni el de los muertos. Quizás sea algún tipo de limbo... o tal vez alguien nos trajo aquí por una razón.
—Pero yo si se... —Dijo una voz, apareciendo de entre los árboles, siendo este Orochimaru.
El grupo de Akatsuki y Orochimaru se encontraba en un estado de desasosiego y curiosidad mientras la conversación avanzaba. Orochimaru, siempre enigmático, observaba a sus antiguos compañeros con una mezcla de diversión y interés. La presencia de Orochimaru en este mundo alterno era, por sí misma, un enigma que añadía más capas a la confusión de la situación.
—"¿Cómo es posible que estés aquí también?" —preguntó Nagato, intentando mantener la calma mientras sus pensamientos giraban en torno a la naturaleza de este nuevo mundo.
Orochimaru se enderezó, sus ojos brillando con una intensidad calculadora. Su carácter impasible contrastaba con el ambiente tenso que se había creado.
—"El destino parece tener una forma peculiar de jugar con nosotros," —respondió con una sonrisa enigmática—. "Mi llegada aquí fue tan inesperada como la de ustedes. Aparentemente, hemos sido transportados a una realidad alterna, un lugar que parece existir fuera de los límites de nuestro antiguo mundo."
Sasori, sin poder contener su frustración, se adelantó hacia Orochimaru con una expresión de furia contenida. La ira y el dolor de la muerte reciente aún eran frescos en su mente.
—"¿Cómo te atreves a aparecer así, como si nada?" —gruñó Sasori. "Nosotros estamos tratando de entender lo que ha pasado, y tú simplemente llegas y dices que es un 'mundo alterno'."
Nagato alzó una mano para detener a Sasori, su voz cansada pero autoritaria.
—"Sasori, basta," —dijo Nagato. "Orochimaru puede no ser de fiar, pero necesitamos escuchar lo que tiene que decir. Todos estamos en la misma situación."
Sasori miró a Nagato con un dejo de resistencia, pero finalmente se apartó, dejándole el espacio a Orochimaru para explicar más.
—"Llegue hace unas horas," —continuó Orochimaru, su tono más medido—. "Pensé que Kabuto me había revivido, así que envié a mis serpientes a buscarlo mientras me desidia a recuperar fuerzas en la siguiente aldea que me encontrase . Sin embargo, no encontré rastro de él ni de Konoha, ni siquiera de las cinco grandes naciones shinobi. Este lugar parece ser un mundo alterno, una realidad completamente separada de la nuestra. Sentí las presencias de varios chakras reconocible cerca, y los encontré a ustedes peleando.
La revelación de Orochimaru cayó como una losa sobre el grupo. La idea de un mundo alterno era una explicación plausible, pero Nagato tenia que hablar de viejas riñas con Orochimaru.
—"Orochimaru," —dijo Nagato, con una voz firme a pesar de su debilidad—. "Nunca fuiste un aliado fiable. ¿Qué te hace pensar que podemos confiar en ti ahora? ¿Qué te detiene de traicionarnos en esta nueva realidad como lo hiciste antes?"
Orochimaru dejó escapar una risa baja, como si disfrutara del conflicto. Su mirada se desvió hacia Nagato, y sus ojos destellaron con un brillo calculador.
—"Siempre has tenido una perspectiva tan sombría, Nagato," —dijo con una sonrisa irónica—. "Pero en este nuevo mundo, no tengo a nadie... no tengo a Kabuto... no tengo mi escondite... no tengo nada... excepto a ustedes, además... como veo que el maldito y traidor de zetsu no esta... tal vez pueda tomar su lugar... prometo serles útil.
La mención de Zetsu hizo que algunos en el grupo miraran con incomodidad, aun más Tobi, que se mantuvo en silencio.
Nagato evaluó la propuesta de Orochimaru, su mente luchando entre la desconfianza y la pragmática necesidad de aliados en una realidad desconocida. Finalmente, después de un momento de tenso silencio, dio un suspiro resignado.
—"De acuerdo," —dijo Nagato con gravedad. "Podemos cooperar por ahora, pero no olvides que cualquier traición será respondida con la misma moneda. No tenemos margen para errores en este nuevo mundo."
Orochimaru asintió con una sonrisa astuta, sabiendo que había ganado una ventaja, al menos temporalmente.
Orochimaru asintió con una sonrisa astuta, sabiendo que había ganado una ventaja, al menos temporalmente. Entonces, de repente, unas serpientes emergieron de entre los árboles y se deslizaron hacia Orochimaru. En sus bocas llevaban unos libros de historia, para saber más sobre este nuevo mundo.
—"Estos son fragmentos de información sobre este nuevo mundo," —dijo Orochimaru mientras pasaba las páginas. "He estado investigando mientras esperaba. Aquí el ochenta por ciento de la población tienen los llamados "quirks" o "peculiaridades", algunos los utilizan para ser héroes... pero no eliminan a los villanos, solo los encierran.
Sasori miro los libros con interés y frunció el ceño al leer sobre los "quirks".
—"Qué estupidez" —Dijo Sasori, leyendo el libro. —Este mundo es un asco...
—¿Qué estupidez estás diciendo, maldita serpiente? —Dijo Deidara.
—Explica bien... ¿en que clase de mundo estamos? —Preguntó Nagato, viendo a orochimaru seriamente.
Orochimaru asentio, explicando con claridad.
—Estos "quirks" se desarrollan a los cuatro años... y con el tiempo el ser héroes se volvió una profesión bien pagada —Explicó el sanin.
Esto último le intereso a Kakuzu, pero se decepciono cuando recordó que no podía eliminar a los villanos, aparte de requerir una licencia para ser héroe. Hidan, por otra parte, solo le aborreció la idea de los héroes, al no poder hacer sacrificios a su Dios a gusto con esos payasos disfrazados molestando.
—Este mundo es una porquería —Dijo Hidan con decepción. —Este mundo es una fantasía, mejor me hubiera quedado en el infierno del jashinismo.
—Nuestras habilidades perfectamente podían confundirse con "quirks" —Dijo el Sanin cerrando el libro y guardándolo. —Aunque no puedo decir más, tendríamos que verlos por nuestros propios ojos, aunque la aldea más cercana está algo lejos hacia el sur... pero no los subestimen, tal vez haya uno que otra persona que no podamos derrotar.
—Este mundo es ignorante —Dijo Kisame con desdén. —Héroes y villanos se cazan entre si... pero, ¿esos héroes merecen ese titulo?.
—Héroes... villanos —Murmuró Nagato, ya que esos títulos no le agradaban en nada, solo eran conceptos vagos de una falsa paz.
—Orochimaru... ¿que tan lejos esta esa aldea? —Preguntó Nagato, para ser interrumpido por Hidan.
—Pain-sama, si nos vamos a convertir en héroes, yo desertaré —Dijo Hidan, mientras Nagato lo miraba con curiosidad. —No pienso formar parte de algo tan estupido, ademas no me dejarían darles sacrificios a Jashin.
Nagato soltó una carcajada.
—Héroes... villanos... eso no existe —Dijo Nagato. —Solo quiero ver lo que orochimaru dijo por mi mismo.
El ambiente se volvió tenso con las palabras de Hidan, pero Nagato mantuvo una expresión serena a pesar de la burla que acababa de lanzar. El grupo parecía dividido entre la curiosidad y el desdén hacia la nueva realidad que enfrentaban. Sin embargo, la necesidad de información y la imposibilidad de regresar a su mundo sin una comprensión adecuada del entorno eran las únicas certezas en este momento.
Orochimaru observó el intercambio con un interés creciente, su mente ya maquinando posibles estrategias y alianzas. Con un gesto decidido, se dirigió a Nagato.
—"La aldea más cercana está a unas horas de viaje hacia el sur, aunque aquí se le dice "ciudad"... y son más grandes," —dijo Orochimaru, calculando el tiempo con precisión. —"Dependiendo de nuestras condiciones y del terreno, podríamos llegar más rápido o más lento. Sin embargo, con la falta de provisiones, será mejor si conseguimos recursos en el camino."
Itachi, serio, se paro al frente y dijo: "Y luego... ¿que haremos?. Hace un momento éramos una organización sin propósito... ¿qué haremos aquí?. Nadie sabe de nuestra existencia, o que harás, Nagato.
—Eso depende de lo que veamos... Lo pensare mientras veamos esa "ciudad"... Akatsuki resurgirá si es necesario —Dijo Nagato, recordando las palabras de Tobi. —En el mundo Ninja nuestro objetivo era la paz, pero logramos lo contrario... no pienso repetir los mismo errores.
El grupo de Akatsuki estaba claramente dividido entre la incertidumbre y la determinación. Orochimaru observaba a sus antiguos compañeros con una mezcla de diversión y cálculo, mientras Nagato se mantenía enfocado en el futuro incierto que se desplegaba ante ellos.
—Hay que investigar si este mundo necesita una corrección, la información de orochimaru no basta, si este mundo necesita paz, la traeremos. —Dijo Nagato, Konan noto el sentimiento en las palabras de Nagato.
—Mientras le de ofrendas a Jashin, estaré bien —Dijo Hidan.
—Deidara... llévanos hacía esa "ciudad" —Dijo Nagato, viendo al rubio.
Deidara, con una expresión de determinación, invocó a un enorme pájaro de arcilla que emergió del suelo, extendiendo sus alas con un estruendoso batir. El grupo miró el impresionante despliegue con una mezcla de asombro y ansiedad, conscientes de que este medio de transporte les permitiría llegar más rápidamente a la ciudad mencionada por Orochimaru.
—"¡Suban!" —ordenó Deidara, mientras el pájaro de arcilla descendía para permitir que todos se montaran. Cada miembro del grupo abordó el pájaro, algunos con una expresión de curiosidad, otros con desdén.
El vuelo comenzó con un zumbido bajo, y el grupo ascendió hacia los cielos, observando cómo el paisaje se desplegaba bajo ellos. La ciudad a la que se dirigían se alzaba en el horizonte, sus rascacielos y estructuras imponentes destacando contra el fondo del cielo.
Deidara aterrizó afueras de la ciudad, Konan y Tobi se dieron cuenta que esa ciudad o como se llame, era más grande que cualquiera de las cinco grandes aldeas shinobi.
—No hay que llamar la atención... hay que ir a pie, saltando entre las estructuras —Ordenó, mientras bajaba del Ave de arcilla.
Los miembros de Akatsuki se movían con cautela sobre los tejados de la gigantesca ciudad. Sus movimientos eran ágiles y precisos. Desde las alturas, podían observar el caótico despliegue de la vida urbana que se extendía bajo ellos, un mar de gente y edificios que parecía interminable. El zumbido constante del tráfico y las voces de la multitud resonaban como un eco lejano en sus oídos.
—Deberíamos separarnos para cubrir más terreno —sugirió Sasori, su voz fría reflejando su naturaleza como marionetista. Su mirada recorrió el paisaje urbano, evaluando la inmensidad del área que debían explorar.
—No —respondió Nagato con firmeza, sus ojos rojos brillando con determinación—. Aún no estamos listos para intervenir en este mundo. Quiero pasar desapercibido, y algunos de ustedes llamarían la atención no deseada.
Nagato dirigió su mirada a Hidan, Kakuzu, Deidara y Orochimaru. Cada uno de ellos, con sus particulares apariencias y personalidades, destacaría en cualquier lugar: Hidan con su guadaña, Kakuzu con su cuerpo cosido de múltiples corazones, Deidara con su cabello rubio y tendencias explosivas, y Orochimaru con su aura misteriosa.
—¿Así que vamos a ser un grupo compacto? —preguntó Deidara con desdén, lanzando una mirada hacia el bullicio urbano bajo ellos—. ¡Este lugar está lleno de gente! ¿No sería más rápido si nos dividimos?
—No —repitió Nagato, su tono implacable—. Cada uno de ustedes podría atraer atención no deseada y arruinar nuestros planes antes de que siquiera empecemos a entender este mundo.
Mientras avanzaban por los tejados, el grupo se detuvo frente a una escena peculiar. Un banco estaba siendo asaltado, y los ladrones huían con bolsas de dinero. Un héroe local con un Quirk de fuerza intentó detenerlos, pero fue rápidamente noqueado por un segundo delincuente, que lo golpeó con una viga de metal.
Nagato observó la escena con una mezcla de interés y desaprobación. La facilidad con la que el héroe fue derrotado le recordaba lo diferentes que eran los héroes en este mundo comparados con los shinobi de su propio.
—¿Esos son los "héroes" de este lugar? —murmuró Orochimaru, con una sonrisa serpentina en sus labios—. Parece que este mundo es más interesante de lo que creía.
—Patético —gruñó Hidan, observando al héroe desmayado—. Si estos son los protectores de esta ciudad, será fácil abrir camino para Jashin-sama.
—Aún no hemos venido aquí para causar destrucción, Hidan —advirtió Kakuzu—. Primero, necesitamos entender cómo funcionan las cosas aquí. No hay dinero si destruimos todo.
Deidara soltó una risa burlona. —Heh, ¿por qué nadie hace nada? —preguntó—. Se supone que casi todos tienen "peculiaridades", ¿por qué no intervienen?
Nagato permaneció en silencio, sus ojos fijos en el caos bajo ellos. Los civiles cercanos al banco gritaban y huían, pero nadie intervenía. Incluso con la presencia del héroe caído, no había más figuras de autoridad en la escena.
—La gente de este mundo parece estar demasiado acostumbrada a depender de sus "héroes" —dijo Nagato, su tono sombrío—. Una falsa paz, construida sobre la dependencia.
De pronto, se escucharon más sirenas y gritos. Tres figuras imponentes llegaron al lugar: Kamui Woods, Mount Lady y Death Arms, los héroes que intervendrían en la situación. Nagato observó con interés mientras se preparaban para enfrentar a los delincuentes. Este mundo era más complejo de lo que había anticipado, pero también parecía estar plagado de debilidades. Para Akatsuki, solo era cuestión de tiempo antes de que estas debilidades fueran expuestas.
Tras la pelea, Akatsuki se puso a pensar sobre lo reflexionado en ese mundo, y sobre sus planes... todos estaban atentos, ya que la decisión que tomaría Nagato, pendía si Akatsuki se disolvería, o de lo contrario, llevarían la verdadera paz allí.
—Ese héroe... tiene el elemento madera del primer Hokage —dijo Orochimaru, viendo a Kamui Woods con interés.
—No es comparable al verdadero poder de Hashirama —intervino Tobi, quien había permanecido en silencio hasta ese momento.
Los héroes enfrentaron a los delincuentes con eficacia, y pronto los ladrones fueron neutralizados. Sin embargo, para Akatsuki, la batalla había revelado algo más importante: este mundo estaba lleno de debilidades ocultas bajo la fachada de paz.
—Este mundo... está plagado de debilidades —declaró Nagato—. Están viviendo ante una falsa paz impuesta, siendo solo una ilusión... y en cualquier momento, cuando una guerra entre estos héroes y los villanos que no se atreven a eliminar por su ideología... les costará su vida, y las esperanzas se perderán...
Hidan, aburrido de estar callado y de los discursos, intervino.
—¡Vamos, Pain-Sama! ¡Ya no quiero escuchar discursos, ¿Akatsuki se disolverán, sí o no?! —preguntó Hidan, para luego ser callado por Kakuzu, que le dio un golpe en la cabeza que hizo que el Akatsuki se mordiera la lengua.
—¡Cállate, pedazo de idiota! —gritó Kakuzu, golpeando a Hidan.
—Gracias... —dijo Deidara. —Si no lo hacías tú, yo mismo lo callaba con mi arte.
Nagato miró al horizonte. —Esta paz... está mal... lo que sea que nos haya traído, nos dio una segunda oportunidad a todos, para nosotros y para este mundo... ¡Akatsuki resurgirá aquí!
Todos los miembros asintieron con alegría, aunque algunos seguían con dudas, mientras Itachi, un poco apartado, veía el cielo.
—Sasuke... Espero que estés bien... —dijo en voz baja, viendo el cielo azul.
Fin... por ahora.
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO EL PRIMER CAPÍTULO DE ESTA FUTURA HISTORIA, HASTA LA PRÓXIMA.
