CAPÍTULO 6

MENSAJE

Si existía alguien en el que Eijiro Kirishima podía confiar plenamente era sin duda alguna en Katsuki Bakugo quizás solo superado por su pareja Denki Kaminari, incluso podía considerarlo como su mejor amigo a pesar de las constantes negativas que el cenizo insistía en poner para contradecirlo. Sin embargo, desde que habían localizado a la última víctima del asesino de omegas con vida, la actitud de Bakugo había cambiado considerablemente. Sabía que debía de respetar las decisiones que éste tomaba referente al caso pues siempre ha comprendido que es su superior en el departamento de policía, pero, eso no evitaba que su instinto le dijera que existía algo que su amigo no le estaba contando y que era precisamente algo de suma importancia. Decidir ir a su departamento sin avisar sabía que era algo que no debía hacer, después de todo no existía cosa que molestara más al rubio que interrumpieran su ya de por si escaso tiempo libre, pero también sabía que de otra manera no obtendría las respuestas que tanto estaba buscando.

El departamento de Katsuki Bakugo se encontraba bastante cerca del departamento de policía, motivo por el cual siempre tenía la oportunidad de llegar temprano al trabajo. Además, era una de las zonas más tranquilas con las que contaba Musutafu y también, una de las pocas colonias exclusivas de la ciudad por lo que no cualquiera podía darse un lujo de alquilar un departamento ahí por más pequeño que éste fuera. Llegar al departamento le resultaba tan familiar como lo era respirar. Después de todo, siempre que tenían una jornada larga y extenuante, a él le tocaba llevar al rubio a su departamento a pesar de sus constantes gruñidos, alegando que podía irse solo. Bakugo le tenía la suficiente confianza que incluso le había dado una copia de su llave, aquello había significado mucho para él, aunque sinceramente nunca había tenido la necesidad de usarla.

Un suspiro escapó de sus labios antes de tocar la puerta, reuniendo toda la calma de la que era capaz de tener. Por un momento no escuchó nada del otro lado, algo que le hizo fruncir el ceño pues Katsuki Bakugo no era alguien que disfrutara de salir. Pero después de un momento, la puerta se abrió, sin embargo, no lo recibió quien creía que lo haría, sino alguien más. Una mujer bastante parecida a su amigo que ni siquiera le había dado la oportunidad de presentarse.

— ¡Mocoso!, ¿esperas a alguien!?

— ¿Ah? — Preguntó el rubio frunciendo el ceño mientras ayudaba al omega peliverde a caminar para poder llegar a la sala. — Ya te he dicho que no me llames mocoso vie… — Katsuki se detuvo abruptamente al reconocer a su compañero de trabajo parado afuera de su puerta con la expresión más consternada que nunca le había visto en todo el tiempo que llevaba de conocerle. Había estado postergando hablar con el pelirrojo precisamente porque aún no estaba del todo seguro sobre cómo abordar el tema. — Mierda. — Masculló entre dientes sintiendo como todo su cuerpo se ponía rígido en una pose bastante a la defensiva.

— ¿Detective? — Preguntó curioso el peliverde al observar de reojo al rubio, por lo regular a pesar de que siempre parecía enojarse por todo, en su presencia solía mantenerse en constante calma. Era la primera vez que le miraba en verdad perturbado y no pudo evitar sentir un poco de preocupación por él. Sobre todo, al notar el ligero tono amargo de sus feromonas.

Katsuki negó con suavidad, inspirando un par de veces antes de dirigirse de nueva cuenta al peliverde con una pequeña pero cálida sonrisa. — No te preocupes. — Respondió para después dirigir su mirada una vez más a su madre. — Déjalo pasar mamá. Cuida de Deku mientras hablo con Kirishima. — Con toda la calma y paciencia del mundo, Katsuki llevó al peliverde al sillón de la sala y lo acomodó con extrema delicadeza. — Ya vuelvo, Deku.

Antes de marcharse, el alpha acarició con cariño el pelo del omega, algo que provocó que sus pálidas mejillas se sonrojaran, sin embargo, no pudo percatarse de dicho evento por estar más al pendiente de su inesperada visita, pero Eijiro Kirishima al estar atento de todo sí que lo notó, incluso aquellas atenciones tan delicadas que estaba teniendo su amigo con aquel omega peliverde. — Vamos, pelos de mierda… hablemos.

:D

Shota Aizawa siempre se ha considerado una persona demasiado descuidada y alguien a quien no le interesaba mucho su apariencia, prueba de ello era su peinado que siempre traía alborotado a pesar de mantenerlo sujeto en una coleta y su incipiente barba descuidada que demostraba que tenía días sin asearse de forma adecuada. Aquel de por sí ya era un comportamiento que se salía por completo de la manera en la que la sociedad esperaría que un omega debía de ser. Además, siempre se quedaba despierto hasta tarde poniéndose al corriente con sus pendientes, que nunca acaban, y por ello siempre portaba unas pronunciadas ojeras. Hacerse cargo del departamento de policía y tener bajo su mando a varios agentes, siempre le había parecido fastidioso porque tenía que lidiar con el carácter de más de veinte personas al mismo tiempo. Que la mayoría de sus agentes fueran alphas a veces complicaba demasiado su día a día, después de todo no cualquiera aceptaría ser liderado por un omega, mucho menos si este era un omega recesivo. Al principio esa labor había sido un completo dolor de cabeza para Aizawa. Le había costado demasiado trabajo, pero ahora podía decir que se había ganado el respeto de cada uno de ellos y para su mayor sorpresa eran bastante competentes en lo que hacían. Nunca tenía problemas con ninguno. De quien más estaba orgulloso era de Katsuki Bakugo y su grandiosa naturaleza deductiva, motivo por el cual le había asignado uno de los casos más complicados que hasta el momento había llegado a sus manos: el asesino de omegas. Pero si bien en un principio Bakugo estaba llevando el caso de maravilla, desde que habían encontrado a la víctima sobreviviente algo había cambiado en él y no sabía hasta el momento el qué. Si bien era preciso mantener al omega protegido y oculto, no le parecía necesario que fuera precisamente Bakugo quien hiciera dicho trabajo por más que se tratara de un potencial testigo.

— ¡Shota!

El pelinegro parpadeó ligeramente sorprendido, saliendo de sus pensamientos tan bruscamente que tuvo que jadear en un intento de recuperarse. Su ceño se frunció con molestia al notar que quien había gritado para llamar su atención no era otro más que Hizashi Yamada con esa gran sonrisa que siempre ponía cuando le miraba. Gruñó con ligereza en un intento de reprimir la emoción irrefutable que sentía su omega ante la presencia del rubio. Él, quien siempre se había negado a sentir algo por alguien debido a su casta, le había sido imposible no quedarse maravillado por ese alfa tan alegre cuya personalidad deslumbraba casi como el mismo sol y que contrastaba con la suya tan diferente. Quienes los conocían sabían que eran polos por completo opuestos, pues donde Yamada era luz, él era oscuridad. Aizawa suspiró, desviando la mirada aún con el ceño fruncido. — ¿Siempre tienes que gritar por todo?

Yamada sonrío incluso más ante la expresión del pelinegro. Aizawa pensaba que de seguir de esa manera quedaría por completo encandilado. — Tú mismo me mandaste llamar, Shota. Así que no te quejes.

El pelinegro frunció notablemente su ceño, ahora era capaz de recordar qué era la otra cosa que más le estaba molestando en esos momentos. — Soy tu superior, ¿recuerdas? Deberías llamarme con más respeto.

— Te respeto. — Respondió el rubio sin perder su gran sonrisa. — Pero a mi estilo, Shota. — El pelinegro resopló ante la diversión del rubio quien después se sentó en una de las sillas dispuestas para los visitantes. — Mejor dime, ¿para qué soy bueno?

Shota suspiró con ligereza mientras apretaba el puente de su nariz. — Es referente al caso de Tomura Shigaraki, el asesino de omegas.

— Pensé que Bakugo y Kirishima se estaban haciendo cargo de ese caso actualmente, ¿pasó algo? — Preguntó el rubio curioso mientras arqueaba su ceja. Sabía de antemano que Shota había estado demasiado estresado por no poder resolver aún dicho caso, los medios de comunicación habían estado realmente bastante ocupados desprestigiando todos sus avances. Y aquello solo aumentaba el odio del pelinegro por todos los medios de comunicación por igual.

— Bakugo se encuentra temporalmente ocupado con el único sobreviviente de ese mal nacido. — Respondió el pelinegro mientras le proporcionaba al rubio un nuevo expediente. — Pero recientemente ha sido encontrada otra víctima.

— ¿Otra? — Preguntó confundido el rubio mientras revisaba un par de fotografías. — ¿Se trata de una víctima previa a nuestro sobreviviente?

— No. — El pelinegro suspiró con ligereza con un semblante compasivo repentino al darle una última mirada a aquellas fotografías que el rubio estaba revisando. — Es una víctima reciente. La acaban de reportar, no tendrá más de un par de horas de haber muerto.

— ¿Un par de horas? — El rubio observó a Aizawa por completo desconcertado. — Pero si apenas han pasado un poco más de dos meses desde que encontramos al sobreviviente. ¿Eso no se sale por completo del perfil de ese asesino? Según he visto, la diferencia entre una víctima y otra eran de cinco meses o incluso más. ¿No será otra persona?

Aizawa negó con suavidad. — Puso su firma. — Respondió el azabache mostrando la fotografía en donde se mostraban esos grotescos garabatos. — Pero tienes razón, este caso se sale de su perfil no solo en el tiempo. Con este omega fue especialmente cruel y despiadado, casi como si estuviera realmente molesto y se hubiera desquitado de la peor forma con el pobre chico.

— Bueno… — Respondió el rubio un tanto perdido en sus pensamientos. — A los asesinos seriales les encanta mucho recibir reconocimiento por sus atrocidades, eso los satisface. Es una emoción retorcida que no pueden evitar y si no reciben la atención que esperan se enfurecen y se desquitan con quien se les presente enfrente en esos momentos. Si tomamos como referencia eso, hemos cuidado de que de nuestro sobreviviente no aparezcan noticias sobre él, incluso el personal del hospital ha guardado completo silencio a nuestro pedido. Con otros casos ya se habría filtrado la noticia en todos los medios de comunicación de la aparición de una nueva víctima.

Una pequeña sonrisa involuntaria se dibujó en los labios de Aizawa ante el análisis tan certero que había dado Yamada. Aquel era el principal motivo por el cual le había llamado en primer lugar. Hizashi Yamada se había convertido en una especie de mentor para Katsuki Bakugo cuando recién había llegado al departamento de policía y le enseñó todo lo que sabía. Si bien Bakugo era bastante bueno en lo que hacía, también era cierto que siempre estaba dispuesto a aprender de todos y su poder de análisis se había fortalecido gracias a Yamada. Ambos eran capaces de ver cosas que la mayoría consideraría algo trivial, pero que a fin de cuentas se convertían en pistas potenciales para resolver los casos. — Por eso te llamé. Necesito que vayas a la escena del crimen antes de que los forenses terminen con lo suyo y te conviertas en nuestros ojos. Encuentra esas pistas que nadie más sería capaz de ver y que nos pueden permitir comprender el nuevo actuar de ese mal nacido.

Una ligera risa surgió desde lo más profundo de la garganta del rubio. Sus ojos mirando a Aizawa con un evidente cariño que siempre conseguía poner nervioso al azabache en más de un sentido. — Puedes mandar a cualquier otro agente, ¿sabes? Todos son tan capaces como yo.

Un ligero y apenas perceptible color carmín se apoderó de las mejillas del pelinegro, quien de inmediato desvió la mirada. Eran esos pequeños detalles los que odiaba tanto de Yamada pues le hacían sentir tan vulnerable y esa vulnerabilidad no le gustaba para nada. — Confío en ti. — Respondió de una forma seca y hasta cierto punto tosca sin ser capaz de dirigirle la mirada a Yamada de nuevo.

La sonrisa que tenía Hizashi plasmada en su rostro aumentó tanto que por un momento creyó que se le quedaría atascada la mandíbula. Sin mediar palabra se levantó de la silla en donde se había mantenido sentado en todo momento y estirando su mano, tomó entre sus dedos el mechón suelto que siempre parecía no querer permanecer recogido en la coleta que usaba el azabache y finalmente lo besó con suavidad. — Me deberás una cena, Shota. — Susurró con un tono de voz aterciopelada, apenas resistiendo las ganas de hacer algo más que solo besar el cabello azabache de aquel omega rebelde, lo que fuera que pudiera acercarle más a él, pero sabía que debía de ser cuidadoso, así que antes de arrepentirse soltó el mechón de Aizawa para finalmente proceder a marcharse

— ¿Una cena? — Preguntó con completa estupefacción el omega mientras observaba la espalda del rubio alejarse al retirarse de su despacho.

— ¡Así es! ¡Será nuestra primera cita! — Yamada volteó a verle guiñando su ojo para después salir por completo de aquel despacho.

El rostro de Shota Aizawa se pintó por completo de un alarmante rojo ante aquella declaración, ¿por qué Yamada tenía que ser así? Lo conocía desde hacía años, era el único alpha que desde siempre nunca lo había menospreciado y que además había creído en él cuando nadie más lo hacía. Pero ya tenía tiempo notando cada vez más sus insinuaciones. Al principio creyó que se trataba de una especie de imaginación suya, un anhelo que intentaba ocultar desde lo más profundo de su corazón, porque después de todo, ¿qué podría ofrecerle a un alpha como Hizashi Yamada? Pero aquellas palabras le habían confirmado que no estaba equivocado. — ¡Nunca dije que sí!

A lo lejos Aizawa pudo escuchar el eco de la risa divertida de Yamada junto con un "¡Tampoco que no!" que dejó más desconcertado al pelinegro. Lo que Shota Aizawa no sabía era que Hizashi Yamada tenía bastante tiempo enamorado de él también y estaba llegando al punto de que haría lo que estuviera en sus manos para poder captar su atención a como diera lugar. Y si el pelinegro en esos momentos deseaba que analizara la mente perversa de un asesino serial lo haría, después, mientras estuvieran cenando le podría bajar la luna y las estrellas hasta que pudiera aceptar su cortejo.

:D

Katsuki llevó a su amigo al cuarto en donde se estaba quedando ahora su madre, ambos sentados al frente del otro en un combate de miradas en donde ninguno tenía pensado ceder. De todo el tiempo que Katsuki llevaba conociendo a Kirishima, era la primera vez que lo observaba tan molesto con él que no sabía cómo reaccionar. Eijiro Kirishima siempre se había caracterizado por poseer un carácter bondadoso y amable, un contraste enorme en comparación con su cuerpo fornido, alto y musculoso. Que se enojara consistía en un logro que no cualquiera era capaz de conseguir, al menos hasta ese momento. No es que estuviera especialmente orgulloso de haber sido capaz de enojar a su mejor amigo, pero admitía que era un evento digno de ser recordado para la posteridad. Katsuki tuvo que contarle todo lo relacionado con Izuku, cómo lo conoció, la relación que tenía con él, la manera en la que la madre del pecoso había muerta y cómo fue que después terminó huyendo de Shirakawa. También le contó que no lo había vuelto a ver desde que se había mudado a Musutafu en aquel hospital al borde de la muerte.

— ¡¿Perdiste la cabeza, Bakugo?! — Kirishima gruñó casi mostrando sus caninos en dirección del rubio, poniéndose de pie con brusquedad. Algo que nunca había pasado entre los dos. — ¡Estás tirando por la borda estos dos años que hemos estado trabajando en esta investigación! ¡Debes de hablar claramente con Aizawa!

— ¡Ni lo pienses pelos de mierda! — Bramó con furia el cenizo encarándolo sin ningún tipo de temor. Sus manos apretadas y formando dos puños al ponerse también de pie. — Si se lo digo me sacará del caso y eso definitivamente no puede pasar.

Kirishima bufó con ironía y negó con severidad. — ¡Pues te sales del caso y ya! — El pelirrojo volvió a gruñir mientras le miraba con furia a penas contenida. — Hay un motivo por el cual no nos podemos involucrar en un caso donde nuestros familiares están involucrados y eso por decir lo poco. — Kirishima sonrió de costado mostrando sus afilados dientes. —Tú no lo ves como familia, Bakugo. Tú lo ves como si ese niño fuera tu pareja. — Aseveró con una fría calma que en verdad no estaba sintiendo.

Aquellas palabras le sentaron como un bofetada a Bakugo quien no le quedó de otra que retroceder un par de pasos. — Tiene solo dieciséis años, Eijiro. — Por primera vez en mucho tiempo Katsuki Bakugo se sentía realmente perdido ante la aseveración, permitiendo que su determinación tan férrea que había mantenido siempre se resquebrajara. Los fuertes latidos de su corazón dolían demasiado.

Kirishima negó lentamente. — Miras a ese niño de la misma manera de como yo veo a Denki, como si no existiera otro omega más en el mundo y todo se redujera a él nada más. — El pelirrojo observó cuando el cenizo fue incapaz de sostenerle la mirada así que continuó con su regaño. — Para ti esto ya no es un simple caso, sino que es algo por completo personal. Ya no puedes estar en este caso Bakugo, porque si algo le llega a pasar a ese niño, te vas a paralizar o te enfocarás solamente en la protección de ese omega.

Katsuki lo sabía, era consciente de que su objetividad ya estaba por completo comprometida, que su preocupación por Izuku ocupaba toda su atención y que si quería atrapar a Tomura Shigaraki lo haría para hacerle pagar todo el daño que le había ocasionado al omega del que se había enamorado desde hacía años. Sí. Sabía que ponerle al fin un nombre a ese sentimiento resultaba peligroso, pero ya no podía permitirse negar algo que era tan grande y abrumador que desde la primera vez que lo sintió lo aterró. — Se llama Izuku. — Bramó con furia, encarando de nuevo a Kirishima quien abrió los ojos sorprendido, pues de todo el tiempo que llevaba de conocer al rubio, nunca había usado su voz de mando alpha. — No es un simple omega. — Confirmó apenas conteniendo su instinto por haber sentido el comentario de su amigo como una ofensa hacia su omega. — No voy a salirme del caso, Kirishima y no está a discusión. — Continuó un poco más tranquilo. — Y esperaría que me apoyaras como el amigo que eres.

Kirishima suspiró apretando con suavidad el puente de su nariz con los dedos. — Bakugo, esto es bastante peligroso y se te puede salir de las manos. Lo sabes.

— Lo sé. — Aceptó el rubio luego de un momento desviando la mirada en dirección a la puerta de la habitación como si así pudiera ver al peliverde que se encontraba en la sala con su madre. — Pero simplemente no puedo dejarlo, Eijiro. Estuve huyendo muchos años de estos sentimientos porque Izuku era tan solo un niño cuando lo conocí. Un niño que siempre me miraba con esos ojos resplandecientes con demasiada admiración, como si fuera su héroe. Supe que estaba jodido cuando Izuku se presentó como omega y tuvo su primer celo. Me costó demasiado tomar la decisión de mudarme a Musutafu y dejarlo atrás. Pensé que lo estaba protegiendo de mí mismo al irme, pero mira cómo terminó. — Dirigió de nueva cuenta su atención a su amigo dibujando una leve y casi efímera sonrisa. — Ya le fallé una vez, no pienso volver a hacerlo y para poder protegerlo de este mal necesito seguir en el caso. ¿Qué crees que hará ese hijo de perra cuando se dé cuenta que Izuku sigue con vida? Es solo cuestión de tiempo de que lo haga, si no es que no lo ha hecho ya. ¿Crees que se quedará tranquilo cuando sepa que falló? Lo dudo mucho. Si conozco a ese imbécil como aprendí a conocerlo a la largo de toda la investigación, estoy seguro de que intentará terminar con lo que dejó pendiente.

— Bakugo. — Protestó Kirishima con una mueca que era mitad fastidio y mitad preocupación por la determinación de su amigo.

Pero Katsuki le sostuvo la mirada sin ningún tipo de dudas. — ¿Y si la víctima fuera Denki? — Preguntó sin piedad el cenizo ante el semblante tenso del pelirrojo, jugando su última carta. — ¿Y si se tratara de Denki soportarías quedarte de brazos cruzados tras bambalinas?

— No eres justo. — Masculló entre dientes Kirishima, apartándose todo lo posible del rubio hasta que pudo llegar a la ventana de la habitación para poder abrirla. Necesitaba un poco de aire fresco pues la habitación se había cargado con el aroma agrío de las feromonas de ambos.

Bakugo siguió con la mirada a su amigo, sintiéndose agotado tanto física como mentalmente. Cuando había aceptado la responsabilidad de hacerse cargo del asesino de omegas, nunca había imaginado que algún día tendría que enfrentar sus más profundos temores. Sabía que su madre estaba preocupada por él y por su notable desestabilización en relación con Izuku. Él mismo aceptaba que estaba mal y que si no se estaba volviendo loco era porque Izuku, a pesar de su inconsciente rechazo, estaba ahí a su lado, vivo, intentando recuperarse luego de haber sobrevivido a una de las atrocidades más espantosas que un ser humano no debería ser capaz de experimentar. — Lo sé. — Murmuró con suavidad dejando escapar un suspiro derrotado. — Pero por favor entiéndeme. No puedo dejar a Izuku de nuevo y no puedo apartarme del caso hasta haber atrapado a ese hijo de perra. Sí, puede ser que esto se ha convertido en algo más personal para mí, pero eso no borra el objetivo principal que es atrapar a ese asesino. —Katsuki se levantó también cuando notó que el pelirrojo no deseaba volver a verle y se acercó a él para poder apoyar una mano sobre su hombro. — Y también acepto que no podré hacerlo solo, por favor… ayúdame.

Kirishima giró sobre sus talones para poder quedar de frente una vez más hacia su amigo, totalmente sorprendido, nunca creyó que llegaría a vivir tanto como para ser testigo de ver al orgulloso alpha Katsuki Bakugo pedir ayuda con esa mirada completamente desesperada.

:D

Si había algo que a Yamada no le gustaba de su trabajo era sin duda alguna esa sensación llena de desolación y desesperación que siempre impregnaba la escena del crimen. Las expresiones faciales de las víctimas, rígidas en su último aliento de vida, siempre le llenaban de una profunda tristeza, motivo por el cual ya casi no aceptaba trabajos de campo. Y si bien ya estaba acostumbrado a presenciar escenarios tan macabros como el que estaba enfrente de sus ojos, no podía evitar sentirse enfermo por la maldad que había estado entre esas paredes y que había exterminado con la vida de aquella pobre criatura. Las náuseas atacaron sin piedad a su cuerpo, provocando arcadas que amenazaban por expulsar todo lo que había desayunado por la mañana. Agradecía no haber almorzado antes de llegar a la escena del crimen. Uno nunca se ponía a pensar cuál es la cantidad exacta de sangre que había en el cuerpo humano hasta que te encontrabas con una escena tan aterradora y grotesca como la que le estaba rodeando. Era como si el asesino se hubiera entretenido exprimiendo hasta la última gota de sangre de la víctima y la hubiera esparcido por todo el lugar. En esta ocasión el asesino había optado por una bodega abandonada de la ciudad, un detalle que también se salía de la rutina habitual del asesino pues hasta donde tenía entendido las víctimas siempre eran encontradas en las afueras de la ciudad en algún punto estratégico del bosque. Aquel definitivamente no se trataba de un asesinato planeado, pero estaba seguro de que se trataba de una especie de mensaje, aunque en esos momentos aún no podía entenderlo del todo.

— ¿Hatsume? — Preguntó Yamada al acercarse a la chica que no dejaba de recolectar evidencia en el suelo. Aquella chica siempre le causaba cierto temor pues parecía disfrutar mucho de lo macabra de la situación.

Yamada se acercó con cuidado de no perturbar demasiado el trabajo de aquella mujer. Mei Hatsume era la responsable a cargo de los médicos forenses del departamento de policía de Musutafu. En las propias palabras de Aizawa, no existía nadie mejor capacitado en ese ramo que Hatsume y sus tan muy populares "bebés". La mente de Mei era una de las más inquietas y con ganas de conocimiento que Yamada había tenido el placer de conocer. Hatsume no se basaba en el habitual instrumental empleado por los forenses, sino en sus propios instrumentos que ella misma creaba. A simple vista era una chica bastante joven para poseer ya la responsabilidad de tener a su cargo a todo el departamento forense, pero era la más inteligente y creativa en su ramo. A consideración de Yamada esa forma de ser era realmente atractiva y al mismo tiempo terrorífica porque no había nadie más obsesionada con entender el proceso de la muerte de las personas que Mei Hatsume. Si esa chica se hubiera inclinado por ser una asesina, Yamada estaba bastante seguro de que sería una bastante cruel y despiadada. En verdad agradecía que fuera una simple compañera y no una enemiga.

— ¡Hatsume! — Gritó Yamada en un intento de captar de nueva cuenta la atención de aquella mujer.

Después de un momento Hatsume levantó la mirada, parpadeando con ligereza como si le costara demasiado trabajo despegarse del cuerpo de la víctima y de su recolección de evidencia. Cuando sus ojos por fin captaron la presencia de alguien más, inclinó la cabeza un tanto pensativa. Yamada nunca terminaría de entender cómo era que funcionaba la mente de las personas inteligentes. — Oh… comandante Yamada. — Mencionó con calma mientras se ponía de pie. — El superior Aizawa me comentó que vendría. Acabo de terminar de recopilar todas las evidencias así que tiene aproximadamente diez minutos antes de que el resto del personal venga a levantar el cuerpo.

— Bien. — Asintió con ligereza no pudiendo evitar apartar la mirada del cuerpo desmadejado de la víctima. — ¿Tienes alguna idea inicial de cuál fue el principal motivo de la muerte?

Hatsume negó con suavidad. — Por primera vez en toda mi carrera no estoy segura de como clasificar este deceso. — Mencionó desviando la mirada al cuerpo. — Su cuello está por completo destrozado como si el asesino lo hubiera apretado con todas sus fuerzas hasta romperlo. Eso podría ser la causa de la muerte, obviamente… pero luego está toda esta sangre y todas las heridas que tiene el cuerpo, pude contar hasta ciento veintisiete puñaladas en puntos estratégicos que si bien no eran en puntos vitales son lo suficientemente profundas como para que el chico se desangrara lentamente, eso también pudo haber sido un motivo de muerte. — Hatsume suspiró con pesadez. — También tiene el cráneo fracturado. — Mencionó señalando un roca de gran tamaño junto a la cabeza del cuerpo bañada en sangre y de algo más que Yamada no quería averiguar qué era, sintiendo de nuevo el estómago revuelto. — Fue golpeado violentamente contra esa roca al menos un par de veces. — La chica hizo una ligera mueca, definitivamente no estaba acostumbrada a sentirse de esa manera. — Estoy demasiado confundida, no sabremos a ciencia cierta el motivo principal de la muerte hasta que se realice la autopsia.

Yamada frunció el ceño con ligereza, esperando de todo corazón que aquel chico hubiera muerto antes de sufrir todo lo que la escena del crimen demostraba. — ¿Fue violado? — Preguntó en un ligero susurro que fue claramente escuchado por la chica y sus grandes audífonos.

Hatsume se estremeció con ligereza ante la pregunta. Yamada de alguna manera la entendía pues también se trataba de una omega. — Sí… por eso… — Respondió la chica señalando un palo grueso de lo que parecía ser parte de algún tronco. Tanto Yamada como Hatsume desviaron la mirada al notar la sangre que cubría aquella cosa que había sido utilizada como un instrumento de tortura.

— Bien… comenzaré a recorrer el lugar por si encuentro algo más que sea de importancia. — Respondió con ligereza el rubio mientras se colocaba los guantes de algodón en sus manos para evitar contaminar con sus huellas la escena del crimen.

Hatsume asintió con ligereza. — Yo esperaré a mi equipo afuera entonces. — Mencionó la chica antes de marcharse por el mismo lugar por donde él mismo había entrado.

Yamada suspiró con ligereza antes de animarse a acercarse al lugar en donde se encontraba el cuerpo de aquel pobre chico que había tenido la mala suerte de toparse con alguien tan despreciable y desalmado como Tomura Shigaraki. Yamada sospechaba que Tomura debía de tener algo especial en su personalidad que era capaz de atraer a esos chicos hasta ganarse su confianza para después llevarlos a lugares tan apartados y poder asesinarlos. De otra manera no podía entender cómo era capaz de engañar a todos los omegas que había ultimado. Yamada al ver la escena completa del crimen pensó que el sobreviviente definitivamente había corrido con demasiada suerte y esperaba que en verdad el asesino no tuviera la oportunidad de encontrarlo una vez más. Con algo de pesar, Yamada se acercó al cuerpo de la víctima y se arrodilló con cuidado de no alterar la escena en un intento de encontrar alguna pista que pudiera habérsele pasado a sus colegas.

— Me pregunto, ¿qué pudiste haber hecho para que ese desgraciado se hubiera ensañado tanto contigo? — Murmuró con suavidad al ver el cuerpo del chico quien en medio de todo aquel caos parecía aún más pequeño de lo que en verdad era.

El dolor que sintió el rubio después en su estómago le quitó el aliento, dejándolo paralizado de la impresión. Su boca su abrió de manera instintiva para poder gritar a causa del dolor, sin embargo, ningún sonido pudo salir de su boca por la mano que la cubrió por completo hasta la nariz. No había sido capaz de escuchar que alguien se acercara tanto hasta donde se encontraba, y mucho menos, tenerlo tan cerca como para que pudiera atacarlo. Un segundo latigazo de dolor lo atravesó por completo cuando identificó que la fuente de dicho dolor no era otra cosa que un puñal largo atravesando su estómago por segunda ocasión. La risa que resonó en su oído le provocó un profundo escalofrío. ¿Cuánto tiempo llevaba el asesino en la escena del crimen y por qué ni Hatsume había sido capaz de descubrirle? Aquello también se salía de su perfil por completo, quedarse en el lugar del asesinato solo podía indicar que no temía ser atrapado, al contrario, estaba estableciendo un desafío directo a quienes estaban llevando a cabo la investigación. — Porque ustedes tienen algo que me pertenece. — El tono de voz usado por el atacante le pareció a Yamada como el ensordecedor estruendo de un trueno, cargado de una gran furia. Yamada ahogó otro jadeo al recibir un par de puñaladas más, ¿o serían tres? ¿o quizás cuatro? ¿cinco? Resultaba complicado llevar un control de la cantidad de ataques que estaba recibiendo cuando poco a poco su propio cuerpo estaba comenzando a perder todo tipo de sensibilidad. — Y lo recuperaré de una forma u otra, es sólo cuestión de tiempo. Nadie se mete con mi adorada colección de muñecas, ¿entiendes? Tú serás mi mensaje y advertencia.

El sonido sordo que hizo el cuerpo de Hizashi al desplomarse en el suelo provocó que el atacante volviera a reír mientras se retiraba, una risa que indicaba la manera en la que estaba disfrutando de todo el caos que estaba desatando. Yamada intentó cubrir su estómago con sus manos, en un vago intento por impedir que su sangre se siguiera escapando de su cuerpo. También intentó gritar para llamar la atención de Mei Hatsume que debería de seguir afuera de la bodega, pero en cuanto abrió la boca lo único que brotó de ella fue un borbotón de sangre que casi le asfixia, una prueba inequívoca de que alguno de sus órganos estaba comprometido y que la hemorragia no era solo externa sino también interna. Yamada sabía que, teniendo una profesión tan riesgosa como lo era pertenecer al cuerpo de policía, las probabilidades de estar cerca de la muerte eran muchas, sin embargo, nunca pensó que sería bajo dichas circunstancias. Se sentía tan frustrado por haberse convertido en un blanco tan sencillo, mínimo había esperado poder haber dado un poco más batalla, no resultar tirado en medio de una escena del crimen desangrándose sin remedio. Lo único que había alcanzado a ver del asesino había sido su cabello blanco y el tono de voz grueso que le heló el cuerpo entero, ni siquiera bajo esas lamentables circunstancias podía convertirse en alguien útil.

— ¡Comandante Yamada! ¡Comandante Yamada! — Exclamó Hatsume, quien había entrado corriendo a la bodega al escuchar un sonido metálico en el interior, como si alguien lo hubiera hecho a propósito para poder llamar su atención. Al entrar de nuevo al lugar lo que menos había esperado ver era a su superior tirado en el suelo con múltiples heridas en el estómago, desangrándose. Estaba, además de asustada, confundida pues no había visto que entrara nadie en el lugar a excepción de ella y el comandante. — ¡Resista! — Volvió a decir mientras tomaba su radio para poder comunicarse a emergencias y, al mismo tiempo, avisar de lo que había pasado al departamento.

El campo de visión cada vez más borroso del rubio se vio ocupado por lo que debería de ser el rostro desesperado de Mei Hatsume, pero su cuerpo ya no estaba cooperando consigo mismo. Sabía que debía hablar, pero le parecía imposible abrir la boca. También sabía que debía seguir haciendo presión en su estómago, pero sus manos se rehusaban a hacer cualquier tipo de fuerza, incluso estaba seguro de que se habían deslizado hasta el suelo. El dolor que lo había atravesado mientras era apuñalado se había detenido, siendo reemplazado por un profundo frío. Sus ojos se fueron cerrando poco a poco hasta que no pudo resistirlo más y se dejó llevar por el manto oscuro de la inconsciencia. Su último pensamiento fue dirigido a cierto omega gruñón con los ojos negros más hermosos que había visto en su vida y en el posible regaño que éste le iba a dar cuando no pudiera llegar a su primera cita.

:D

Los ojos de Shota Aizawa se abrieron de par en par, asustado y sorprendido por partes iguales. ¿Se había quedado dormido? Ni siquiera recordaba en qué momento había pasado. Aunque no le sorprendía demasiado, tenía bastantes días en dónde solo era capaz de dormir por lo mucho una hora para luego continuar con la labor exhaustiva de aquella investigación que literalmente estaba consumiendo su vida. Revisando el pequeño reloj cuadrado que hasta hace unos minutos atrás se encontraba sepultado en una pila de documentos, sabía que había pasado un par de horas desde que había mandado a Yamada a la escena del último crimen del asesino de omegas. Su ceño se frunció notablemente dándose cuenta de que Yamada no se había comunicado aún con él. Yamada siempre estaba mandándole mensajes incluso aunque no estuviera involucrado en un caso importante. Aquello resultaba extremadamente extraño, sobre todo tomando en cuenta que el caso del asesino de omegas era el más importante que había dentro del departamento.

¡Será nuestra primera cita!

¿Por qué estaba recordando las palabras de ese alpha tan estrafalario justo en esos momentos? Aizawa se levantó sintiéndose molesto consigo mismo. Ya se había prometido que terminaría por rechazar por completo a Yamada cuando volviera, no podía permitirse el lujo de que lo que sea que le hiciera sentir aquel rubio siguiera cultivándose ante todas las muestras de coqueteo que estaba teniendo últimamente. ¿Qué futuro tendrían? Simplemente no podía permitir que Yamada quedara atado a él, sobre todo cuando no podía darle lo que cualquier alpha busca en un omega.

— Me duele la cabeza.

Murmuró agotado mientras buscaba entre los cajones saturados de papeles de su escritorio algo que pudiera servirle para mitigar el malestar. Cuando encontró el frasco con pastillas para el dolor de cabeza se alegró de que al menos quedara una. Estaba por tomársela cuando su celular comenzó a sonar de manera insistente. Al notar que se trataba del contacto de Yamada, volvió a regañarse así mismo porque claro que no estaba aliviado de que el rubio al fin se estuviera comunicando, no, aquel alivio definitivamente era porque necesitaba saber que había algún tipo de avance en la investigación del asesino de omegas. Sí, aquella sensación no tenía nada que ver con el rubio, por supuesto que no.

Con un suspiro, Aizawa contestó cuando se aseguró de que se voz no lo iba a traicionar. — ¿Yamada? ¿Tienes alguna novedad que reportar? — Cuando del otro lado de la línea obtuvo solo silencio tuvo que verificar que efectivamente la llamada continuaba en línea. — ¿Yamada? ¿Estás ahí?

— Lo siento… ¿Usted es Shota Aizawa?

El pelinegro parpadeó un tanto confundido. ¿Desde cuándo Yamada tenía la necesidad de que una mujer hablara por él? Frunció el ceño, intentando ignorar de nueva cuenta aquel miedo que lo había recorrido cuando había despertado. — Sí. — Respondió un tanto desconfiado. — ¿Quién es usted y por qué tiene en sus manos el celular de Yamada? ¿Dónde está él? — Preguntó sintiendo una inexplicable sensación de enojo e incomodidad por partes iguales ante la posibilidad de que alguien más tuviera la confianza suficiente del rubio como para que éste le concediera el permiso de usar sus objetos personales.

— Lo lamento, mi nombre es Megumi Tachibana, trabajo como enfermera en el hospital Central de Musutafu. Le hablo porque usted es el contacto de emergencia que aparece en el celular del paciente Hizashi Yamada.

Aizawa estaba seguro de que su corazón se había detenido por unos segundos ante la sola mención de la palabra "paciente". — ¿Paciente? — Susurró, teniendo que sentarse una vez más pues de repente sentía que su oficina estaba girando a su alrededor sin su permiso. — ¿Qué fue lo que pasó?

— Sí, el señor Yamada ingresó al hospital hace un par de horas herido de gravedad. — Respondió la enfermera con toda la calma que se requería para poder dar ese tipo de malas noticias. — Fue apuñalado varias veces, perdió demasiada sangre y en estos momentos continua en cirugía. ¿Es usted su familiar?

— Sí. — Respondió sin siquiera detenerse a pensarlo demasiado en lo que decía. Además, según sabía, los padres de Yamada habían muerto desde que eran estudiantes en la universidad, desde entonces se hizo cargo de sí mismo y no le conocía más familiares, tampoco el alpha había mencionado nada más al respecto. Por otro lado, su omega se estaba volviendo loco ante la posibilidad de que algo malo le ocurriera al alpha. — Él… ¿Él está bien ahora?

— Su estado es crítico aún. Su hígado fue perforado y en estos momentos los médicos están intentando salvarle la vida. — A Aizawa le resultó imposible no jadear de dolor. El rubio iba a vivir, ¿verdad? ¡Tenía que hacerlo! Aún tenía que regañarlo por ser descuidado y gruñirle por invitarlo a salir, porque el rubio le iba insistir con aquella cita, ¿verdad? — Como bien le mencioné, me comunico porque usted está designado como su contacto de emergencia y es necesario que venga al hospital de inmediato. Necesitamos saber su grupo sanguíneo pues necesita transfusión de sangre con urgencia.

— Voy de inmediato. — Ni siquiera tenía que volver a decírselo, se levantó de inmediato y sus pies comenzaron a moverse por sí solos, literalmente corriendo y llevándole fuera de su oficina y del departamento de policía, sin dar mayor explicaciones a los agentes que se topaba en su camino. — Su grupo sanguíneo es B. Si no consiguen de su tipo yo puedo donar, tengo el mismo grupo sanguíneo. Llego en un máximo de veinte minutos.

Aizawa colgó, corriendo rápidamente para poder llegar lo antes posible a su auto. Él nunca corría bajo ningún concepto, si bien era bueno en artes marciales, si podía evitar esforzarse lo hacía. El trayecto desde el departamento de policía hasta el hospital era de por lo menos cuarenta minutos, pero no le importaba, de ser necesario rompería la ley que siempre protegía con tal de llegar lo más pronto posible al lado del rubio. Tuvo que quedarse quieto por unos minutos una vez dentro del auto, sosteniendo con fuerza el volante para poder regular su respiración. Su pecho dolía ante la posibilidad de que algo realmente malo le pasara a Yamada, ni siquiera era capaz de asociar la palabra "muerte" con él. Simplemente se negaba a aceptar dicha posibilidad. — Vas a estar bien. — Susurró mientras recargaba su frente sobre sus manos que aún sostenían con fuerza el volante. — Si esto es una cruel lección por parte de ti, dios, ya la entendí. Sólo mátenlo a salvo. — Murmuró de nueva cuenta inspirando profundo, no podía permitirse el lujo de dejarse invadir por la culpabilidad pues de no haberle pedido ese favor al rubio, Yamada seguiría a salvo. No podía soportar la idea de no verle nunca más. — Hizashi. — Susurró una vez más, recordando todas las veces que el rubio siempre estuvo a su lado, sonriendo, haciendo bromas, coqueteando, volteando su mundo de cabeza una y otra vez a pesar de sus constantes rechazos. No. No iba a llorar, no tenía ningún derecho de hacerlo después de todo lo que le había hecho al rubio y menos cuando Hizashi Yamada le necesitaba ahora más que nunca.

:D

¡Al fin actualización!

Pido disculpas, pero por motivos personales y de salud me vi imposibilitada en escrcibir una temporada, ¡pero ya estoy de regreso! Espero lo disfruten, trataré de actualizar más seguido esta historia

También participaré en la FlowerWeek2025 :D espero y me apoyen también en esas historias