Chasca volvió a tener un día al estilo de los viejos tiempos, antes de aceptar su humanidad y dejar de estar a tiempo completa con la familia de qucusaurios que le criaron.
Coya vino a convencerla de pasar el día, al no tener ninguna preocupación de la que ocuparse en la tribu Plumaflora, Chasca había aceptado por tanta nostalgia que tenía de esos días y porque hace muchos años, no se reunían para un pasar momento casual.
Su hermana se recuperó en una semana de lo sucedido con el secuestro de la pequeña cría y las alas de flogisto, las heridas por esos momentos de tensión desaparecieron. Pero Coya no había venido sola, de forma sorpresiva quiso traer a Chime, acompañándolas en esta aventura de diversión, mientras el sentimiento de nostalgia invadía a Chasca.
Coya había crecido, no tanto para llegar a la adultez de Chimpu.
Estaba en la etapa de adolescencia al igual que Chasca, y ya tenía una familia.
Estuvieron pasando las horas entreteniéndose, olvidando por un día sus responsabilidades para pasar tiempo en familia otra vez. Ambas necesitaban recordar esos momentos, después de discutir, evitando el tema durante la investigación del caso Tepal y las alas de flogisto.
– ¡Chuuuu! (¡cómo han cambiado las cosas desde que nos separamos unos añitos, eh!) –.
Coya aleteó con un chillido alegre mirando a su hermana.
Habían parado para observar la puesta de sol, en antiguas ruinas que aún quedaban de la Ciudad de las Cenizas.
– Si. Me alegra que la familia no se haya separado, a pesar de todos los problemas que hemos atravesado...logramos salir adelante y ahora, cada día la familia crece más –.
Con cierta melancolía, sus pensamientos fueron a parar en Chuychú, y en como Coya ya estaba haciendo su propia familia con Chime.
Tanto su mamá como su hermana ya habían hecho parte del camino, ahora les tocaba disfrutarlo. Chasca aún estaba decidiendo hacia donde ir, estos años viviendo en la tribu no habían aclarado nada de su corazón.
– Chuu, chuu
(Tanto Chimpu, como yo, somos madres y entendemos la responsabilidad de cuidar a nuestras crías. En cambio, tú sigues viviendo sola entre los humanos, lastimándote...y parece que te da igual) –.
Chasca la miró, después volteó con un chasquido de labios cerrando los ojos con cierta indiferencia.
– No le des mucha atención a lo que diga Chusco, ¿vale?. Ustedes no tienen de qué preocuparse, puedo cuidarme sola –. Fue bastante concisa y directa en sus palabras, queriendo que Coya no se vea obligada a visitarla unas veces al mes.
– Chuuu...
(Ay hermanita, si parece que todos se preocupan por tí. A parte de Chuychú y Cusco...no te he visto preocupada tan por otro humano que no consideres de tu familia) –. El cuqusaurio negó con la cabeza, dejando en silencio a Chasca quien miró de reojo a la pequeña saurio sentada a su lado.
Coya sentía mucha pena por su hermana. Pensaba que Chasca podría cambiar al menos un poco la forma de afrontar las cosas, si hubiera alguien capaz de llamar su atención.
Cuando su hermana iba a responder, sus ojos fueron bastante contrariados hacia Coya.
– ¿De qué estás hablando?, yo me preocupo por mis amigos –.
Coya abrió los ojos repentinamente, recordando algo.
– ¡Chuuuu!, ¡Chuuuuuuuuu! (¡Es cierto!, ¡ya lo recordé!; ¡nunca te había visto tan apegada a otro humano, como con ese chamito rubio! –. La cuqusaurio esperaba que Chasca le contara más al respecto de él, después de todo lo que los ayudó.
– Aether es un amigo especial. Por supuesto que también me preocupa, y más ahora...yo siento que él se está echando la culpa de lo ocurrido con Chuychú –.
Chasca estuvo perspicaz en los días compartidos con Aether, además de sentir una calma y armonía que no había tenido, exceptuando con su familia; sentía varias veces como el viajero se esforzaba de más para enmendar lo que pasó.
No tuvo el momento para decirle que estuviera tranquilo y tratara de pasar la página.
Ciertamente, la Pacificadora concentraba toda su preocupación actual, en el chico de cabello y ojos dorados.
También tenía la sospecha de que su padre tal vez le dijera algo más cuando lo saludaron por primera vez. Siempre estaba diciéndole a todos lo preocupado que está por ella, que no quiere que se lastime, ni acabe igual a Chuychú.
Coya pudo ver la sonrisa escondida de Chasca y los ojos de alerta que sentía por tener un momento de aclarar las cosas.
– ¿Chuuuuu?...
(Entonces...¿es especial para ti?) –. Coya usó un gruñido lo más inocente posible, esperando que pique el anzuelo y le nutriera de más información, luego de notar la postura mansa de la pelirroja.
– Si. Lo es. Solo no sé cómo explicarlo –.
Chasca abrió los ojos de golpe. Actuaba bastante hipnotizada y feliz al hablar sobre Aether; ella parpadeó varias veces y sacudió la cabeza desviando el tema.
– De todas formas, estoy muy agradecida con Aether. Al igual que yo, estará haciendo sus cosas y no puedo quitarle tiempo, aunque yo quisiera –.
Chasca no quería seguir más con el tema, sintiéndose amarga, pero su hermana no iba a permitir dejar pasar la oportunidad.
De la forma más sutil que se le ocurrió, tuvo una idea para saber más de los pensamientos de Chasca al respecto del viajero.
– ¡Chuuu!, ¡chuuu, chuuu!, ¿chuu?...(¡Deberías tener una familia!, digo, ¡Chimpu y yo ya somos madres!; es verdad que la familia se crea de una forma diferente para los humanos, pero...¿no lo has pensado en estos días?) –.
La cría de Coya se quedó mirándola por el comentario tan repentino, moviendo su cabeza de lado, mientras Chasca giró el rostro totalmente incrédula, con los ojos como platos.
– E-Espera... –.
¿Por qué de repente, de la conversación sobre Aether pasa a preguntarle que cuando hará su "propia familia"?
Cuando todo empezó a conectar como la cabeza de Chasca quiso, se levantó manualmente y sacó su arma.
– Ehh...lo siento muchísimo, creo que se me va a hacer tarde y debo hacerme un chequeo con Cusco. ¡T-Tú ya sabes!, p-para evitar...problemas –. Rápidamente se subió y a máxima velocidad, comenzó a alejarse de Coya.
– ¡Adiós, Coya!; ¡prometo regresar otro día! –. Se le oyó bastante apresurada, levantando la mano sin mirarla al despedirse.
Con todo lo que le contó antes, la verdad es que pudo haberse inventado una excusa mejor.
Si bien, Coya no disimuló mucho lo que creía que estaba pasando.
Ella terminó dando una percepción a Coya, que le contaría a Chimpu cuando fuera posible, seguro que su madre se pondría contenta y interesada cuando le cuente lo que descubrió al respecto de la comodidad de Chasca en el mundo humano.
Coya es de las mejores que entiende a la mujer pelirroja, nada más llevar la conversación hacia ese chico de cabello rubio que los había ayudado, sintió una tranquilidad y felicidad en ella que jamás había tenido. ¿Acababa de encontrar esa comodidad con Aether?; la cuqusaurio ahora quería ayudar a su hermana de la mejor forma posible si todo es verdad.
•
Las ultimas semanas habían sido de un trabajo exhausto para cada parte de Natlan, todas las tribu seguían limpiando los estragos causados por la invasión del Abismo, llegándose a ver una colaboración humana que unía más que nunca a todo el pueblo.
A pesar de haber pasado todo en unas horas, fue bastante devastador. Dejando la pregunta a muchos, ¿la espera tan prolongada que costó más de 2000 muertos era necesaria?
Varios familiares de las víctimas todavía estaban dándole vueltas a pesar de la victoria posterior de la nación y de la batalla de la Arconte, semanas después de lo ocurrido. Sin embargo, nadie ponía en duda a su líder, y la fuerza con la que Natlan resistió, quedó opacado cualquier pero.
Por lo menos, esta cuestión seguía corriendo en la cabeza de varios integrantes que fueron reconocidos por la Arconte y formaron parte del grupo de los héroes elegidos.
Especialmente de alguien que sufrió y le tocaba reprimir el dolor por su propia fortaleza, en no defraudar el orgullo que sentía Chuychú hasta su último aliento.
Por haberla dejado un momento desprotegida, ahora sus remordimientos le atormentaban cada día sin excepción. Solo ella pudo haber evitado lo que pasó, ningún invento como alas de flogisto podrían haber creado un escenario donde siguiera con vida.
Esas preguntas, donde su imaginación corría a una realidad diferente en la que ella aún estuviera con vida, terminan sirviendo como tragos de veneno, cuando las palabras de advertencia de su hermana volvían haciendo eco sobre la cabeza de la pelirroja.
¿Cómo se podría cuidar a sí misma?, si no pudo protegerla en el momento más importante...
La situación de Allpa le distrajo por un instante de tantos pensamientos de remordimiento. Pero sabía que Cusco estaba diciéndole a propios y extraños lo preocupado que se sentía de que le pase algo.
Por eso siempre evitaba responder por ello, dándole razón a sus inquietudes.
Lo sorprendente de esto, es que había alguien mostrando mucha más desilusión y culpa por las pérdidas de la guerra, el único en presenciar los últimos momentos de Chuychú con ella. El viajero se encontraba abatido y frustrado, Chasca no podía entender porque parecía seguir pensando en ello.
Él le permitió al menos escuchar esas últimas palabras de aliento, pudiendo controlarse y recibir la bendición de las Wayob, convirtiéndose en el último héroe que necesitaba Mavuika. El chico encajó muy mal unas palabras que también escuchó de Paimon al momento de su muerte, creyendo que si él hubiese llegado a tiempo la habría protegido, o si la hubiera podido curar.
Ya había visto la habilidad de Aether para eliminar el rastro del abismo en las personas. Había salvado varias vidas con eso, pero cuando la energía del abismo ya ha alcanzado todo el organismo dentro del cuerpo, no podía hacer nada más que estirar su vida por un tiempo limitado.
Ella no le reclamó nada, estaba más que agradecida por ayudar en todas las tribus mientras el caos reinaba en Natlan y mucha gente caía sin vida. Arriesgó su propia vida, por una causa que a fin de cuentas ha traído la paz que la nación estuvo buscando por 500 años.
Unos segundos bastaron para darle un vuelco al transcurso de la guerra, aunque seguramente él no lo acepto.
Él quería obrar el milagro, pero la pequeña chispa que salió de sus manos había cambiado a la Pacificadora de la tribu Plumaflora.
Aether cargaba una gran culpa por lo sucedido con Chuychú, Chasca no había encontrado la oportunidad de decirle que estaba feliz por escucharla una última vez, que no se podía hacer un milagro y tampoco esperaba que lo consiguiera. Sin él, el plan no se habría completado y a la postre, las cosas en Natlan estarían muy precarias.
Cuando terminó la última batalla por Natlan, Aether había cambiado. Hubo semanas que estuvo desaparecido, excusándose con una supuesta visita que había hecho a Sumeru para asistir al cumpleaños de Kussanali.
Seguía apareciendo esporádicamente por cualquier parte de Natlan ayudando a cualquiera que lo necesitaba.
La gente comentaba que se encontraba bastante afectado por mucho que lo disimulara, mostrándose más callado de lo habitual por lo que pasó en los momentos de mayor angustia en la invasión del Abismo, no quería volver a hablar sobre ello y lo trataba de evitar como fuera.
Había corrido para tratar de ayudar en todas partes, olvidando su salud por completo, intentando animar a Paimon y a los afectados, mientras vivía con sus propios ojos el desastre.
Los que lo han encontrado posterior a la invasión, comentan que esconde sus verdaderas emociones mientras seguía siendo demasiado amable y bondadoso cuando le pedían cualquier ayuda. Iánzan se lo dijo en una carta enviada por un mensajero de los Retoños; Aether ha ayudado en la tribu de los Augures Vientonocturno y recientemente alivió la contaminación del Abismo en la Ciudad de las Cenizas.
Incluso estando en un mal estado emocional, seguía dando de qué hablar.
Chasca tenía cosas buenas y pensamientos de preocupación al respecto. Aether parecía estar aislándose poco a poco, además de que nadie parecía haberle dado las suficientes gracias por fajarse en una situación que no le concernía, siendo un viajero.
Debido a su amabilidad ilimitada, no se sorprendió cuando escuchó lo que decían de sus historias al meterse en todas las zonas para ayudar a las personas atrapadas en los enfrentamientos. Ya había ayudado anteriormente en el Pueblo de los Manantiales cuando fueron atacados en su zona, como salvó al Rey de la Montaña de la tribu de los Retoños y que evitara una invasión en las minas de los Vástagos del Eco.
Y ella vió con sus propios ojos todo lo que ayudó a su tribu igualmente.
Ahora que el ambiente le daba un respiro, quería aprovechar cada minuto para ir a ver a Aether, sabiendo lo complicado que es encontrarlo ahora.
Por suerte y para aliviarla enormemente, lo encontró en la taberna de la Arena, días después de escuchar sus andaduras en Ochkanatlan. Cuando fue a preguntar en la recepción del Gremio, le dijeron que estuvo pasando la noche en la posada y fue hacia allá. Al abrir las puertas lo vió de espaldas en una mesa, comiendo unos tatacos.
Estaba con una cara bastante perdida que le sentaba mal en el corazón a la chica de ojos azules.
No lo pensó más y fue a hablar.
– Buenos días Aether, Paimon –.
Ella tomó asiento por su cuenta en la silla restante de la mesa. Observó en silencio los ojos perdidos del chico, sin la energía que usualmente tiene.
– ¡Hola Chasca!, ¿cómo están las cosas? –. Comparado al cabizbajo y serio Aether masticando, y todavía sin percatarse de la presencia de Chasca, Paimon disfrutaba de la comida nueva.
– La tribu está recuperándose bien. Tenerlos a ustedes que nos han ayudado bastante, hace todo más fácil. Pero es complicado encontrar la forma de agradecérselo como es debido –.
Aether giró lentamente luego de estar de reojo escuchando sin interrumpir.
– Está bien. No te preocupes por devolvernos el favor o darnos una recompensa, hacemos lo que creemos correcto; eso es todo –. Habló un poco nervioso, sin mirarla directamente.
Chasca entendía que estaba pasando en su cabeza. En el último encuentro ya notó como cambiaba la expresión al recordar a Chuychú de alguna manera. No podía aceptar lo que pasó, sentía responsabilidad y le costaba mirarla en determinadas ocasiones.
El rubio estaba muy apenado en este momento, incluso tardó en darse cuenta que estaba allí al llegar a la mesa. No solo debía estar derrumbado con la muerte de Chuychú, habrían muchas vidas que él cree que pudo salvar.
La mentalidad del viajero no se comparaba con Mavuika. Es algo que le gustaba, le da mucha más importancia a las vidas en general y siempre se pone en riesgo para proteger lo que ve correcto.
Aunque la Arconte le diera las condolencias por la muerte de Chuychú a Chasca y le contara que se siente responsable por ello, Aether mostraba que el más afectado resultó ser él, incluso superando a Chasca.
– Aether, mírame –. Él alzó los ojos sin cambiar la cara de resignación, escuchando la suave petición de Chasca, se veía obligado a hacerlo para no hacerla sentir mal.
– ¿Sabes que nunca te he culpado por no haber podido salvar a Chuychú? –. Ella lo miró con una sonrisa dulce, para apoyarlo ante cualquier remordimiento que tuviera.
Aether no sabía que ella estaba mejor y feliz por su culpa, sin darse cuenta.
– Me controlé por haberla escuchado en ese momento, tú estuviste preocupada por mí y solo pensaste en hacer lo posible en ese momento. No pensé que hicieras un milagro, e hiciste más de lo necesario por mí. Más de lo que tú crees –.
El chico arqueó las cejas y abrió los labios, sin ocultar su tristeza que estaba escondida.
– ¿Lo estás diciendo en serio? –. No sonaba muy convencido al respecto, parecía un pequeño saurio inocente abriendo los ojos de shock.
Paimon miró su tataco, tragando pesadamente al recordar ese momento. Sentía la necesidad de decir algo.
– Tal vez Paimon le puso mucha carga encima. Paimon estaba entrando en pánico con la guerra...no quería meterte más presión, Aether –. La pequeña compañera, también mostraba remordimiento por su comportamiento en ese momento, siendo él quien estuvo moviéndose y ayudando a diferencia de ella.
Chasca sonrió ligeramente, no esperaba ver este intercambio familiar entre los compañeros inseparables. Tanto Chasca como Paimon querían quitarle toda la culpa que estuviera metiendo Aether en su cabeza, considerando injusto que se esté recriminando por no haber salvado la vida de Chuychú en ese momento.
– No discutan, por favor. No somos los únicos que están sufriendo esta situación tan horrible, todos quedamos con la sensación de haber podido hacer algo más para salvar una vida que no se pudo. Todos los caídos dieron lo mejor, para que Natlan pudiera liberarse del miedo al Abismo...ellos no serán olvidados en estos tiempos de paz –. Luego de mirar a Paimon comprensivamente, Chasca miró a Aether llena de ternura, a quien iba dirigido sus palabras.
Puso una mano sobre la suya para apretarla con suavidad, buscando que pudiera aceptarlo, entenderlo y ayudarlo a quitarle toda la tristeza que lo estaba afectando.
Al suspirar, Aether aceptó lo que Chasca quería y sonrió con más viveza.
– Si puedo hacer cualquier cosa por tí, estaré disponible sin importar el momento –. Chasca estaba cautivada por sus palabras, sabía que él nunca mentía y siempre ayudaba a todos con demasiada facilidad sin buscar algo a cambio.
– Me parece bien. No creo que pueda detenerte si quieres hacerlo. Mientras me permitas que haga lo mismo por ti, si yo creo necesario saber si estás bien –.
Chasca apretó más la mano del viajero, pidiéndole amablemente que fuese más honesto con ella, para compartir sus emociones.
Sentía una afinidad con el viajero desde que se comenzaron a conocerse, con la invasión del abismo sentía una empatía por la soledad que lo acompañaba, sin perder el rumbo ante las dificultades que atraviese. Además de haberla acompañado en el velorio de Chuychú y dejarle algún recuerdo, estuvo ayudando en los días posteriores, el complot de Allpa, los guerreros que estuvieron afectados psicológicamente por la corrosión del Abismo, y haber limpiado la Ciudad de las Cenizas que ayudaba a proteger a su tribu; no le gustaría aprovecharse de la amabilidad de Aether, pero comenzó a valorar la opción de acudir con él cuando estuviese necesitada de compañía.
Sería una "excusa perfecta", así los favores por todo lo que ha hecho por ella, su familia y la tribu, podría pagarlos mientras estuviera acompañándolo, ayudando de cualquier forma.
Debe ser difícil lidiar la vida en Teyvat solo, esperando encontrar con vida a una hermana desaparecida, mientras se exponía a tanto peligro para él. El mundo no parecía haberle dado algo a cambio, mientras Aether no paraba de seguir ayudando día tras día.
•
Aether y Chasca comenzaron a salir, aprovechando para ayudar con la cacería de flogistoabejas perdidas por Ororon. Aceptaron colaborar con el favor que solicitó Xilonen al comentarles la situación mediante cartas traídas por mensajeros de los Vástagos, mientras en cada tribu se ordenaban y controlaban estos pequeños puntos que contenían rastros del Abismo en los insectos.
Esto les ayudó a compartir un tiempo de combate juntos, limpiando zonas con monstruos dispersos que sobrevivieron hasta que ellos los encontraban.
Habían perdido toda la fuerza de la invasión, los monstruos eran destrozados cuando el dúo localizaba cualquier grupo o enemigo en el camino. Haber desecho la invasión y toda la contaminación que había llenado muchas partes de Natlan, ya no los hace ver como seres temibles.
Cualquiera es capaz de cazar a cualquier monstruo sobreviviente que encontraran en Natlan.
Aether ya se estaba haciendo cargo de limpiar la cantidad de corrosión sobre la Ciudad de las Cenizas, aún así encontraron monstruos que escaparon de allí hasta las cercanías de la tribu, para su mala fortuna. Ahora no solo debían lidiar con Aether nuevamente, sino con una mujer cargando una escopeta voladora activando su bendición noctámbula.
Chasca sonreía de forma tétrica cuando ponía las manos encima de estos monstruos, como un modo de pagar las frustraciones de quienes sembraron el pánico y horror en su hogar. Aquí, no tenía que estar cumpliendo el trabajo de Pacificadora y masacrarlos le daba algo de libertad en este momento.
Las cosas por parte de Aether se veían de un modo radical y opuesto a las llamas de Chasca. Había puesto una mala cara otra vez, con los ojos perdidos luego de enfrentar a los monstruos. Tenía tantos dilemas en el rostro, que debía ponerse de espaldas a ella para no ser tan evidente y evitar cuestionamientos.
Chasca sabía que tal vez habían cosas muy confidenciales que no podía conocer de sus viajes, pero quería hacer el esfuerzo en darle su apoyo como hizo con ella. Desde la muerte de Chuychú han estado más unidos que nunca.
Después de todo, cuando algo la inquietaba de su tranquilidad, pensar en Chimpu y Coya que estuvieron guiándola, a Cusco que la cuidó a pesar de tener energía del abismo contenida desde que la rescataron, en Chuychú quien no paró de preocuparse por ella...ahora Aether estaba tomando una relevancia especial para Chasca cuando necesitaba estar tranquila.
No solo eso, tenerlo a su lado...le daba por primera vez desde que vive como humana normal, algo escondido en su pecho. La comodidad de vivir entre ellos, se volvía perfecta si estaba presente junto a ella.
Ya sea pensando en él, o estando juntos en persona, Aether también le ayuda a controlarse, haciéndola más humana. Ahora buscaba pasar más tiempo juntos y esta oportunidad de pasear en la tribu Plumaflora, servía como un amplio abanico de posibilidades.
Ella quería seguir volando y descubrir hasta donde la llevaría esta comodidad, tratando de entender lo que ardía tan fervientemente sobre su corazón de una forma bastante agradable.
No le presionaría por mucha preocupación que tuviera ante la expresión y lo que estuviera pensando ahora.
Ella quería distraerlo de cualquier ansiedad, tratando de acercarse poco a poco para conocer más del rubio.
– Ven, déjame revisar que estés bien –.
Él se giró rápidamente y parpadeaba repetidas veces, un poco impactado por eso.
– E-Espera...no es necesario...de verdad... –. Aether movió las manos delante suyo, actuando algo tímido mientras ella seguía avanzando.
Chasca no aceptaría un No de respuesta, poniéndose frente a él igualmente en brazos cruzados.
Él soltó un suspiro mientras decidían parar el trabajo. Aether se puso bajo un árbol mientras Chasca le revisaba.
– Siempre estás haciendo todo por los demás y ni siquiera dejas revisarte –.
– He pasado todo este viaje solo. Ya me he acostumbrado a vivir así, no me gusta quitarle tiempo a nadie. Nunca había estado sin mi hermana, es con quien solía hablar de cualquier cosa, y es la única persona que tengo... –. Aether ocultó que había dejado de intentar divertirse con los demás, ya que siempre estaban ocupados y nunca los encontraba cuando quería estar con sus amigos.
"Estoy seguro que hay gente que quiere darte su tiempo para estar contigo, porque les importas. No deberías hacerte el fuerte". Fueron los pensamientos que rodearon a la chica de sombrero, mientras sonreía ligeramente, causándole ternura y lindo de observar.
Chasca consiguió que alzara la mirada hacia ella, mientras paraba de revisar sus manos para verlo a los ojos y ponía una mano cuidadosamente en el hombro del chico.
– Eres demasiado bueno, Aether. En Natlan todo el mundo te trata bien, ya que lo único que has hecho es ayudar, cualquiera querría pasar el tiempo que fuese necesario contigo si lo pides. Nadie te rechazaría después de lo que has hecho, debe haber gente preocupada por tí, deseándote lo mejor cada día y con la esperanza de que encuentres a tu hermana –.
– Si, lo entiendo...p-pero... –. Aether no sabía explicarle cómo quisiera, eso lo notaba Chasca con la expresión cansada, abatida y resignada. Además estaba jugueteando con los pulgares juntos.
– Puede que te sientas solo, frustrado y confundido por lo que has vivido. Yo no sé por lo que has pasado, ni mucho menos, aunque me gustaría conocerte más. Pero, aprendí a buscar a alguien en quién confiar y encontrar la mejor comodidad para mí; tengo amigos, familia, un hogar –.
Ambos se vieron a los ojos. Aether relajaba los músculos poco a poco, mostrando más fácilmente sus emociones que pasó en todo este viaje.
Para el viajero resultaba inesperado contar con las acogedoras palabras de Chasca, como si tratara de arroparlo con mucho amor.
Ella buscaba que pudiera entender la confianza que tenía hacia él y porque estaba acompañándolo ahora.
Los ojos dorados del chico temblaron, no sabía que decir, poniéndose cabizbajo e incómodo por no ser capaz de responder a su amabilidad.
"Estas son ventajas de ser pacificadora, ¿no?, realmente es muy buena para las palabras". Fueron sus pensamientos mientras observaba la tranquilidad que tenía.
– No te fuerces. No quiero obligarte a que digas lo que no puedes...solo quiero ayudarte a estar tranquilo, a poder controlarte si alguna vez estás perdido. Cuando estoy contigo, me ayuda a estar feliz, en calma y controlada –. La mano de Chasca recorrió la mejilla del chico, quien quedó sorprendido y la miró inocentemente.
Las palabras de Chasca le hicieron abrir los ojos, reflexionando un momento antes de mirarla para preguntar algo.
– ¿Tú te sientes así...conmigo? –.
Ella asintió lentamente con una sonrisa amplia y dulce, dejando un poco pensativo a Aether quien no sabía cómo interpretar estos pensamientos.
•
Al día siguiente, Aether estuvo saludando a Katheryne después de realizar los encargos diarios temprano como es habitual. Había despertado de forma diferente con la conversación de Chasca, quería despejar los peros que tuviera aún volando sobre su mente.
– ¡Aether!, ¡espera un momento! –.
Alguien lo persiguió, como si hubiera esperado tanto tiempo para encontrarlo. Se trata de un hombre de cabello castaño, un rostro bastante viejo y arrugado, ojos verdes, vistiendo un traje de la tribu Plumaflora.
– Emm, buenos días –. Él se volteó y reconoció al hombre.
– Señor Cusco, ¿pasa algo? –. No había sabido nada de Chasca, y no quería nada preocupante ahora.
– Ahhh...buenos días, Aether. No sabes lo bueno que es poder haberte podido localizar al fin –. El hombre pegó una carrera que a su edad, le había gastado toda la estamina de golpe. Al recuperar aire, le estrechó la mano con cierto respeto y habló con calma.
– Si Chuychú estuviera aquí, seguramente me habría advertido que no acelere el corazón, jeje. Ahora yo debo tener más cuidado cuando salgo de la tribu solo –.
Cusco puso una mano detrás de la nuca, rascándose ligeramente y se reía con un poco de melancolía.
Aether sabía lo que debía estar sufriendo él, por una hija muerta y otra bastante rebelde. El peso de la culpa volvía a enfocarlo en una sombra de oscuridad.
– S-Siento mucho lo que pasó con Chuychú. No llegué a tiempo en ese momento. Pude haberla salvado. Al final Chasca se quedó en sus brazos mientras moría...espero que su hija esté descansando en un lugar lleno de paz y tranquilidad –. Con un nudo en la garganta, mostró disculpas y palabras de condolencias, sintiendo la picazón de responsabilidad, volviendo a salir después de la conversación hace unas horas.
Las emociones de Aether eran vulnerables, visibles de percibir en los ojos del hombre. Quien lo miró en silencio, antes de volver a la conversación abruptamente.
– Vamos, chico. Esto es culpa del Abismo, hiciste lo que pudiste y te volviste un héroe para todos nosotros, a pesar de no ser un elegido como los de las tribus –. Cubriendo ese dolor emocional con palabras calculadoras y dándole una palmada en el hombro, Aether asintió un poco serio.
– De todas formas, la razón por la que estoy aquí...tiene que ver con inquietudes de alguien mayor como yo. Sabes, me preocupa que Chasca se exponga a más peligro sin el cuidado de su hermana –.
El tema terminó ganando la atención de Aether, olvidándose de la culpa y poniéndose más concentrado en lo que le quería decir. Chusco estaba genuinamente preocupado, aún si estaba viendo la vulnerabilidad que había en la expresión del viajero sobre la muerte de su hija.
– Te contaré un poco de Chasca, no sé si te ha contado ya esto...como están tan apegados. Parece un ave volando a su nido cuando la veo contigo –.
El comentario sacó una pequeña carcajada a Aether, quien se ruborizó ligeramente y sacudió las manos.
– Solo estamos limpiando las zonas, no hay nada especial entre nosotros –.
Aether esperaba escuchar anécdotas lindas, divertidas y tiernas del trabajo de Pacificadora; algunas partes contenían momentos de alivio, cotidianidad y detalles que le hicieron sorprenderse por la labor que Chasca hace en la tribu.
Sin embargo, la mayor parte que lo dejó con las cejas levantadas de inquietud, fueron las partes donde la Pacificadora debía abandonar el camino de la paz y recurrir a la violencia en último instancia, metiéndose en peleas contra varios rebeldes o alborotadores. Habían grupos que buscaban conflicto en la tribu, en cualquier parte, ya sean bandas, matones, criminales.
Esto dejó sencillamente sin palabras al rubio, imaginando lo que podía ser el trabajo posterior de Chasca cuando debía separar los focos de violencia. Antes, su hermana Chuychú procuraba revisarla y sanar cualquier herida que tuviese después de una pelea, ahora esa garantía de seguridad se marchó. La mujer de cabello pelirrojo y ojos azules, podía estar expuesta a un peligro mayor si se descuidaba después de pelear.
– ¿Para qué me cuentas todo esto? –
– Bueno...ya sabes. No quiero ser paranoico ni sobreprotector. Chuychú y yo siempre cuidábamos mucho de Chasca, ahora es mucho más complicado para alguien como yo que pueda controlar a esa niña rebelde...tampoco sé si ha superado la partida de su hermanita, me preocupa que esto le afecte y... –.
Aether no necesitaba que continuara la frase para entenderlo, el pensarlo también lo hacía sentir mal. La idea se posó en sus pensamientos, lo que pasó con Chuychú podía traer unas consecuencias mucho peores.
Se puso la mano en la cabeza, negando y escapando un gemido de horror.
Conociendo a la chica, tampoco dejaría que él tratara de procurar ser un poco más protector cuando estuvieran juntos. Bien podía ayudarla a curar las heridas que surgieran por cualquier problema, pero Chasca es muy reservada al tratarse de sí misma.
Además...el asunto de la muerte de Chuychú volvió a infiltrarse en el pecho de Aether. La culpa todavía le recaía en el alma, trayendo de vuelta esas palabras que Paimon dijo mientras esto ocurría inevitablemente.
Tal vez Chuychú pudo haberse salvado, y Chasca no estaría tan expuesta al riesgo ahora.
Si fuese Chasca quien sufre ahora y no puede hacer algo sin una médica como su hermana, todo sucedería como la caída de una torre de cartas de Invocación de los Sabios. No se merecía esto, ni mucho menos sufrir heridas por ser incapaz de salvarla en el momento.
Cusco también quería ayuda, comportándose igual de protector con su hija única. Para un padre, perder a todas sus hijas sería devastador.
Si cualquier vida perdida en la guerra había sido un tormento mental, Aether podría estallar ahora mismo con los escenarios más pesimistas si a Chasca le ocurre algo por esto.
Algo llegó en sus ojos, una idea que le devolvió chispa y convicción.
Luego de una mirada a Cusco, hinchó el pecho para hablarle de la idea que tenía.
Ya conocía toda la tribu Plumaflora, después de terminar su última aventura en la Ciudad de las Cenizas.
– ¿Puedo acompañarlo a la tribu?, me gustaría proponer una idea donde Chasca salga ganando, así evitaríamos que ella no se ponga tanto en riesgo –.
Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa, pero muy emocionado por dentro con el ofrecimiento de Aether en ayudarlo y preocupado por su hija, tanto como lo estaba él. La responsabilidad que todavía le abrazaba por detrás, obligó al rubio en tratar de hacer algo por Chasca, después de sentir que le falló a ella y a muchas personas en el día de la invasión del Abismo.
•
Días después, Aether había vuelto a ser noticia, luego de contar la historia del Tonatiuh en Ochkanatlan y todo lo que había dentro.
Luchó contra el dragón que sobrevolaba la zona, al ser un lugar abandonado nadie se ocupó del problema. Aún así, seguía siendo una amenaza que el viajero purificó, limpiando toda la corrosión del Abismo que había inundado toda esa ubicación.
Incluso Chasca no sabía cómo poder arreglar esto. Se le estaban acumulando los favores a Aether, perdiendo la cuenta de cuantas veces ha agradecido al chico por ser tan amable, sin pedir nada a cambio y sin esperar el llamado de ayuda.
Coya vivía en las adyacencias de Ochkanatlan, Aether lo sabía ya que estuvieron visitando su nido cuando resolvían el caso de las alas de flogisto.
Ella lo comprobó y si era verdad, el dragón no se encontraba en ninguna parte de los restos de aquella ciudad, además de que las zonas ya no mostraban enemigos peligrosos o más poderosos por la corrosión. Volviendo el lugar en un paseo o visita para cualquier aventurero que viniera en busca de una leyenda y cualquier tesoro.
La chica tenía un interés en escuchar la historia de los labios de Aether. Los tesoros no son algo que le importe, si bien quería haber estado ahí con él al estar cerca de la Tribu Plumaflora.
La historia también tenía otro matiz, nadie sabía cómo acabó el viajero al regresar para relatar lo sucedido, solo le dijeron que Paimon había relatado como él fue capaz de enfrentar al dragón...¡volando por los cielos!; ella odiaba estar fuera y que Aether justo estuviera rondando por la tribu.
Luego de impedir la insurrección de Allpa, las cosas para Chasca se han ido volviendo cada vez menos pesadas, no aparecieron muchos problemas que lidiar con su gente. Se percibía una tranquilidad cuando llegaba a la tribu o en las guardias diarias desde el cielo para mirar toda la zona; ni siquiera se encontró algún enfrentamiento hostil que parar.
Ella escuchó otra historia en la Academia de Vuelo, ya que el chico de ojos y cabello dorado resolvió un problema anteriormente.
Quizás el viaje de Aether por la tribu estaba siendo beneficiosa para ellos, pensó.
Y pensándolo con más detenimiento...sabía de la habilidad que tenía para convertirse en un cuqusaurio. Los encargados de las pruebas en la Academia confirmaron que él hizo las pruebas, ganándose el premio por pasarla sin dificultades, llegando a alabar sus habilidades de vuelo.
Si Paimon había dicho que Aether había peleado con el dragón de Ockhnatlan en el aire...le entraban dos preguntas, ¿se había peleado contra un dragón mientras estaba transformado en un cuqusaurio?, y con más fuerza la segunda pregunta la dejaba tensa; ¿estará bien?
El trabajo para la Pacificadora se estaba disminuyendo considerablemente sin explicaciones con el paso de los días.
Mutota le dijo que debía ser algo bueno, y le aconsejó que lo aproveche.
Con más razón, quería ver a Aether. Algo estaba impidiendo que ese momento sucediera, amargando las emociones y sentimientos de su pecho.
Esperando encontrárselo, todo seguía volviéndose más pacífico precisamente sin estar ejerciendo de su mano.
Si no fuera por el caso de las alas de flogisto, no se habían vuelto a encontrar en la tribu Plumaflora increíblemente.
La gente parecía estar más tranquila, los niños salían completamente tranquilos en sus rostros para jugar y pasear sobre la zona, algunos grupos que en el pasado debía separar constantemente, ahora estaban llevándose mejor que con sus intervenciones. Los qucusaurios volaban en paz, disfrutando el tiempo con sus crías.
A ella no es que le desagrade estar sin mucha carga, solo que le genera una duda por saber si alguien ha estado encargándose de sus responsabilidades. Aether era el primero en su lista de posibles sospechosos, pero todo lo que ha pasado en sus últimos encuentros, le impide señalarlo directamente con malicia.
Si pudiera preguntarle, lo haría.
Si fuese el caso, no debería ser algo malo. Bastaría con decirle que no se moleste en hacer su trabajo ni meterse en problemas, pidiéndole que le avise si hay algún inconveniente para encargarse del asunto.
Aunque con todo lo que ha hecho recientemente, debía estar ocupado en aventuras más importantes que tomarse la molestia de ser el pacificador de la tribu también.
A ella le hubiese encantado enseñarle toda la tribu Plumaflora, acompañarlo si realmente pasara un tiempo explorando la zona.
Siempre está visitando a Cusco o a su familia cuqusaurio; sin embargo se estaba volviendo repetitivo, faltaba ese alguien que parecía resistirse a aparecer.
Por Aether sentía una pequeña conexión e interés.
Chasca aún vivía recordando a su hermana, el dolor se transformaba en una culpa deprimente que al acercarse a Aether, se apaciguaba. Haciendo que las llamas de su pecho ardan con mucha calidez.
Él parecía estar esforzándose en hacerse el fuerte, igual que trataba de hacer ella misma, tratando de no preocupar a sus padres.
Cusco le dijo la primera vez que se conocieron cuando Aether llegó a la tribu, que ella actuaba como si estuviera tratando de compensar algo después de la muerte de Chuychú. Chasca estaba haciendo precisamente lo que su hermana le pidió antes de morir, estaba esforzándose en no ponerse en peligro, pero los problemas que le tocaba enfrentar requerían de fuerza.
Tampoco se podía permitir descuidar el equilibrio en la tribu y no dejarse distraer por sus emociones, ni caer en provocaciones que han tratado de lanzarle.
Todas las nubes se empezaron a despejar dentro del pecho de la pelirroja.
Un cambio de expresión inmediato se notaba en el rostro, trayendo una emoción de felicidad tan especial en el día que por fin se volvió a encontrar con el rubio en la tribu, nada más observar su silueta mientras volaba hacia la zona elevada se le iluminaron los ojos y sonreía ligeramente sin darse cuenta.
Aether parecía aclimatado y acostumbrado a la zona mientras ella estaba acercándose desde el aire.
– ¡Aether eres tú!, no esperaba que estuvieras aquí –. La Pacificadora lo recibió con una sonrisa enorme, alzando la voz y bajando de la escopeta justo a su lado.
– Oh...hola Chasca. ¿Me buscabas?, lo siento si desaparecí. Estuve ocupado en Ockahnatlan y por eso no vine a visitarte, espero que no te molestes si no te avise de mi llegada –.
El rubio escondió los brazos disimuladamente detrás de la espalda y sonreía demasiado nervioso, Chasca arqueó una ceja con una sospecha posándose en sus pensamientos sin apartar la sonrisa.
– ¿Entonces ya conoces toda la parte de la Tribu Plumaflora?, es una pena. Te hubiese dado una guía para acompañarte –.
La atención rápidamente se fue en el hecho de que ya conocía la tribu. La oportunidad de enseñarle todo lo posible y acompañarlo en lo que pueda de su exploración, parecía ya algo carente de sentido.
Los ojos del rubio cambiaron a uno de pena, moviéndolos al suelo debajo de sus pies.
– En la guerra no tuve tiempo para pararme a observar las otras tribus. Estuve visitando a los Augures Vientonocturno, después estuve unos días paseando por la Academia de Vuelo y fuí hacia Ockahnatlan –. Cerró los labios repentinamente con fuerza, sabiendo que tenía toda la razón para sentirse mal.
Sintiendo el arrepentimiento y la vergüenza de Aether mientras cargaba una mano sobre la nuca, Chasca retiró todas las sospechas que pudiese tener sobre el rubio y el poco trabajo que ella ha tenido, suspirando con negación.
– Está bien. Lo que me importa es ver que estás mejor después de nuestra última conversación. Avísame cuando tengas tiempo libre y hagamos algo; puedo enseñarte sitios que quizás no puedas localizar en la tribu, o para acompañarte. Cualquier plan contigo, es util para mí –. A sabiendas de que él no iba a estar todo el año en Natlan, Chasca sentía que este es el momento perfecto de conocerlo y poder hacerlo sentir igual de cómodo como se estaba sintiendo ahora mismo, mientras estuviera en la tribu.
Se sentía feliz con el hecho de hablar con Aether, mirar su sonrisa o escucharlo reírse. Qué estuviera mal de alguna forma la haría obligarlo a contárselo, simplemente como forma de unos de los tantos favores que ha hecho por ella y la tribu, pero usándolo de excusa para acercarse a él.
Exactamente no podía entender porque estaba sintiendo una atracción hacia el viajero, pero todo lo que pensaba sobre él eran cosas buenas.
"No puedo enojarme contigo, pareces igual de terco que yo...solo que más tímido para admitirlo". Poniéndose de brazos cruzados, solo podía sentir ternura por su comportamiento que percibía.
– Si... –. Aether rodó los ojos a un lado, cambiando su expresión, totalmente serio. Chasca lo pasó por alto totalmente.
El sentimiento de la mujer estando un segundo con Aether, es como abrazarse a la almohada más suave, que le traía calma y felicidad.
Con otro humano en la tribu no había sentido tanta cercanía, confianza y comodidad.
Inevitablemente, le recordó esos momentos cuando compartía tiempo con su hermana, incluso cuando peleaban por cuidarse entre sí mismas o quien hiciera la mayor estupidez.
Aether estaba bastante resiliente después de la guerra, alejándose de los demás y bastante consternado. Chasca quería ser quien se preocupara por él.
Quería decirle que puede contarle cualquier cosa si lo desea. Confía totalmente en él, sus sentimientos por el viajero evolucionaban como una flor creciendo, sin poder catalogar de alguna forma esta emoción.
Las horas que compartieron cazando flogistoabejas le dejaron esperando que hubiese otra oportunidad de encontrarse.
No parecía que el rubio estuviese mal, solo le parecía raro que escondiera los brazos como un chico tan tímido. Pensar en esa actitud, resultaba adorable, provocando que ella sonriera un poco sonrojada sin darse cuenta.
Él movió los ojos hacia el rostro de Chasca, la frente sudaba de los nervios y no sabía que hacer.
– Eh, Chasca...¿e-estás bien? –.
Luego de que sus ojos azules se abrieran repentinamente al llamarla, las palabras de Aether le bajaron del cielo donde se había ido volando.
– ¡S-Si!, jaja. Perdón, y-yo solo...tenía varios pensamientos –. La sonrisa y su posterior risa no fue convincente, sintiéndose un poco acalorada de las mejillas mientras ladeaba la cabeza a un lado. Chasca por dentro estaba perdiendo los papeles, preguntándose porque no podía controlarse y actuar normal cuando está con él.
No pudo evitar quedarse mirándolo, sintiendo el corazón tranquilo y atraído. Podría estar todo el día, admirando el color dorado lleno de paz en la mirada del chico.
•
En uno de los globos aerostáticos elevados en las alturas de la peculiar tribu Plumaflora, un qucusaurio aterrizó de pie sobre uno de ellos, la actuación era idéntica a un saurio de su especie.
En un momento, la forma del saurio desapareció para mostrar la apariencia de cabello y ojos dorados de Aether.
Al cambiarse, se dió cuenta de una pequeña marca afilada en el brazo. Rápidamente se sacudió la cabeza, ignorando la conmoción ya que no se había dado cuenta de la herida antes de transformarse.
En el globo estaba un hombre, a quien ya había hablado y no quería que nadie los viera, especialmente su hija que nada se le escapa.
– Señor Cusco. ¿Chasca no sabe nada de lo que hemos acordado? –.
Aether dió unos pasos hacia el hombre de espaldas, sin dejar de voltear por un momento para comprobar si no los estaban observando en alguna parte del cielo.
– Tranquilo, no pensaba decírselo ni aunque me interrogue. Esa niña tampoco es que venga a verme mucho, solo me deja algún obsequio cuando va de paso. Pero está claro que no tiene ninguna sospecha de tus acciones en la tribu por el momento...por lo menos no como para vigilarte –.
Cusco mantenía informado a Aether sobre cualquier rumor que escuchara de la tribu, respecto a cualquier problema que fuera perjudicial a la gente.
El hombre también podía ver desde el aire si algo sucedía en el mapa, mientras el viajero recorría las zonas a pie o volando como cuqusaurio.
Aether se había cubrido las espaldas con otro miembro importante de la tribu. Permitiéndole concentrarse en llevar a cabo el trabajo sin presión, asegurado de que el secreto estaría guardado; Chasca descubrió la última vez que puede convertirse en cuqusaurio, cuando buscaba ayudar a una chica de la tribu, ahora Aether afrontaba este compromiso con un modo alerta que evitara por completo la atención de Chasca.
Han sido varios días llevando a cabo esta deuda, y por suerte a nadie de la tribu se le ha ido la lengua. Sabía que si ella lo descubría, probablemente se tome las molestias de compensarle.
No fue difícil adaptarse a trabajar como hacía Chasca. Además que los asuntos del Pacificador están relacionados a todos los aspectos posibles en el entorno de la tribu. Si alguien estaba buscando ayuda para encontrar a alguien perdido, podía volar como un qucusaurio y tener una mejor vista. Por otro lado también tenía suficientes suministros de reserva que le servían a los habitantes afectados por la guerra contra el Abismo.
Ya sea para cazar a enemigos molestos invadiendo la tranquilidad, cumplir un encargo de cualquier clase de necesidades que alguien en la tribu esté buscando. Todo también servía como recompensas de su reputación, ya que Mutota le entregó unas alas de Natlan por su esfuerzo y ayuda a la tribu.
Encarecidamente, pidió a todos los que estaba ayudando esta vez, no regar la voz de su presencia y especialmente de sus aportes en la comunidad.
La buena voluntad del viajero por estar más amable de lo que cabe con ellos, es porque gran parte de él lo hace pensando por lo que pasó con Chuychú.
Pensaba seguir con esto hasta que llegase el momento de irse a otra tribu o concluya su estadía en Natlan.
Ya había desechado campamentos de enemigos del Abismo. Estos no son un problema, la dificultad cambiaba cuando el enfrentamiento es contra criminales de las tribus; se había encontrado no solo con integrantes de la tribu Plumaflora, habían grupos del Pueblo de los Manantiales, los Retoños y de los Vástagos.
Esta clase de personas que no colaboraron en la invasión, se aprovechan del sufrimiento para alterar el ambiente de las rutas más solitarias de Natlan.
Solo Mutota tenía un poco de constancia de lo que realmente está haciendo. Ni siquiera le quiso contar esto a sus amigos o a Paimon.
El peso de perder a una hermana y sentirse culpable, como lo que pasó con Chuychú, le hicieron tomar esta decisión. Las palabras del padre de Cusco se clavaron en su pecho, preocupado de que su hija se deje de llevar con los malos recuerdos y termine trágicamente igual, sin poder controlar sus ataques por la corrosión del Abismo, incluso abandone su humanidad luego de perder a una de las seres más cercanas a ella.
Caminando por unos segundos largos hasta quedarse al lado del hombre lleno de arrugas, el viajero sentía la obligación de seguir sabiendo más sobre la pelirroja.
– Recuerdo que Chasca me dijo que al principio en la tribu fue una persona distante con el grupo. ¿Realmente eso ha cambiado con el paso de los años? –.
Rápidamente Cusco mostró una sonrisa cómica a Aether, riéndose un poco de las palabras soltadas.
El hombre sacó del barril que tenía una botella, luego de quitarle el tapón se la brindó al rubio quien agradeció su generosidad.
– Ay chico. Ser la Pacificadora no ha cambiado a Chasca, ¿por qué crees que pasa más tiempo con los cuqusaurios?, y ya no te estoy hablando de su infancia...incluso ahora que ha crecido, parece que sigue en mejor sincronía con su otra familia –. Él agarró otra botella y luego de abrirla, apoyó un hombro en el tablón de madera mientras hablaba con Aether y tomó varios tragos después de contestar.
No había algún recelo o molestia, solo tristeza en el tono del hombre.
El chico también hizo lo mismo que Cusco y puso su brazo de costado en la tabla.
– Chasca es rebelde, no se puede hacer nada con ello –. Cusco estaba hablando pausado, mirando todo el paisaje de la Tribu Plumaflora con cierto pesimismo.
– Llámame loco, pero quizás no debimos obligarla a quedarse con nosotros –. Había cierta culpa y tristeza en la expresión, con la mirada puesta sobre la nada.
– Cuando parece haber encontrado una estabilidad cómoda de vida, pierde a una hermana de su familia humana, lo que a su vez le había causado un problema con su familia cuqusaurio de quien se estaba alejando –.
Aether asentía lentamente, sintiéndose mal por la angustia que ha sufrido por pensar en lo mejor para ella.
– La quiero como si fuera una hija de mi sangre, me preocupa que esté poniéndose en peligro muchas veces, y a la vez no quiero obligarla a no ser lo que yo quiera –. Las risas del padre sonaron en tono irónico.
La rapidez de Cusco para terminarse la botella lo sorprendió, el hombre se había puesto bastante triste y ahora se entendía mejor. Un encuentro le bastó para saber qué es un padre de familia siempre preocupado por Chasca.
"No me quiero imaginar cuánto tiempo me va a retener para hablarme de Chasca". Pensó el rubio poniendo una expresión indiferente, que luego cambió al abrir los ojos.
"Aunque puedo seguir sacando provecho de esto realmente".
Antes de continuar, tomó varios tragos para demostrarle a Cusco que no se iba a ir en este momento.
La cerveza tenía un sabor amargo, pero aún estaba fría y eso le bastó al viajero para tomárselo.
– ¿Usted tiene alguna idea de por qué ella no se siente cómoda en la tribu? –. El viajero observó el paisaje, volviendo a mirar al hombre cuando le contó su duda.
El hombre tenía ya otra botella que estaba destapando. Aether no pensaba tomar otra, así que haría lo posible en durar todo lo posible la botella que tenía.
– ¿Te has dado cuenta que sus amigos no son de nuestra tribu?; ella se lleva bien con todos, pero es normal si estás con el rol donde debes estar en comunicación cada momento con la tribu –. Cusco estiró la mano vacía hacia el viento durante su respuesta.
Aether fue pensándolo con detenimiento, mientras Cusco se explayaba.
– Los niños la reconocen como una heroína, sienten ese orgullo de que ella sea de la misma tribu; Chasca no siente un cariño especial por ellos, ni tampoco ha puesto la atención en nadie –.
Cuando Aether acompañó a Chasca a la tribu, los niños dejaron de practicar artes marciales para recibirlos. El viajero sintió que le dieron una atención parecida a Chasca normalmente, casi peleándose por quien se lo llevaría.
Con los adultos también parecía que se llevaba igual. Nada del otro mundo, no tenía una conexión fuerte con algún miembro para considerarlo abiertamente amigo.
Quizás Chasca solo sienta un vínculo porque los conoce a todos, pertenecen a un mismo grupo; donde los humanos y los cuqusaurios colaboran como hermanos.
– ¿Quiere que ella realmente se vea integrada a la tribu?, como...tener amigos –.
El hombre suspiró, mientras Aether miraba de reojo.
– La conexión de Chasca con los humanos se ha vuelto a enfriar después de lo que pasó con Chuychú, y luego la rebelión de Allpa. Es como si para ella fuese más fácil relacionarse con las demás tribus que con nosotros.
Si no quiere estar aquí y piensa irse del nido, no tengo que ser yo quien lo impida...quizás así este más segura –.
El rubio quedó congelado con la profunda desesperanza de Cusco. Luego de mirarle, confirmando que esos son los pensamientos más honestos que le había contado de la situación de Chasca, Aether sintió un dolor en el estómago y lentamente giró hacia el frente, mientras el volcán rugía en erupción a lo lejos.
"Tal vez si hubiera salvado a Chuychú. No importa lo que digan...esto no estaría pasando". Al contrario de lo que cualquiera haría, rechazó seguir tomando el resto de cerveza y la dejó en el barril.
Con un poco de empatía, Aether puso una mano sobre el hombro del decaído padre.
– No se preocupe...estoy seguro que Chasca podrá encontrar el equilibrio en los humanos pronto. Si con todo lo que ha pasado no los ha abandonado, es porque ustedes no son el problema. Cuando pueda tener mejores amistades y mejores relaciones, va a darse cuenta que el problema debe ser otro –. Dándole unas palmadas de consuelo, Aether sonrió con brillantez.
Luego de recibir la respuesta en forma de asentimiento, estaba listo para volver a salir volando.
– Hey, chico –.
Aether tardó en voltear unos segundos, mostrando una tensión que Cusco no percibió.
– Gracias por lo que has hecho por ella. Espero de verdad que no te sientas culpable por lo sucedido con Chuychú. Si es necesario, cuida de Chasca –.
La sonrisa de Aether no se desmoronó y pudo ocultar lo que realmente sentía, en el fondo su corazón estaba sintiéndose quebrado de culpa.
Ante la confusión de Chasca, la preocupación de su padre, lo menos que podía hacer ahora es tratar de hacer algo por ellos. Además, le gustaba mucho la tribu Plumaflora.
"Mi mejor forma de cuidarla es limitar los daños que no pude evitar en la invasión".
Estaba más convencido que antes de hacer todo lo posible por Chasca.
Solo estuvo unos segundos cayendo en el aire, asegurándose de que nadie estuviera en las inmediaciones del punto donde iba a convertirse en cuqusaurio y irse volando.
Aprovechando un grupo de saurios siguiendo en linea recta, se mezcló entre ellos para continuar su tarea.
Durante aquella charla, una cuqusaurio estuvo montada encima del globo luego de localizar al padre de Chasca. Decidió no mostrarse cuando el viajero se presentó, por lo que escuchó todos los minutos que estuvieron hablando. El saurio los conoce a ambos por parte de Chasca.
El cuqusaurio ladeó la cabeza, tratando de asimilar ese secreto que tenían Aether y Cusco lejos de su hermana.
El camino hacia la isla donde está su madre se hizo tedioso y largo.
A sabiendas de que su hermana no sería tan honesta de contárselo ni aunque estuviera bajo presión, ya había hecho sus sospechas y todo lo que vió del rubio no ha hecho más que verlo como un humano realmente diferente al resto de los que ha conocido Chasca.
– ¿Chuuuu?
(¿Coya?) –.
– Chu
(Bendición mamá) –.
Chimpu arqueó las cejas ante la llegada de una de sus hijas.
– ¿Chuu?, chuuuu
(¿no trajiste a mi nieta?, ni siquiera sabía que ibas a venir) –.
– Chuuu...¡chuuuu!
(La dejé con sus amigos, después paso a recogerla...¡ahora quiero contarte algo sobre Chasca!) –.
La madre levanta la cabeza repentinamente, bastante agitada ante la insistencia en el tono de Coya.
– ¿Chuuu?, ¿chuuu?
(¿De Chasca?, ¿pasó algo malo?) –.
– ¡Chuuu, chuuuuu!...chuu
(¡No, al contrario!...es algo muy bueno, pero creo que ella no puede admitirlo) –.
Mientras se acomodaron para sentarse en el nido, Coya le contó las sospechas que tenía respecto a Chasca y el comportamiento diferente que mostraba cuando los temas se relacionaban con el humano de cabello rubio.
Chimpu no olvidó a esa persona por lo que hizo por su familia, siendo la primera vez que Chasca le presentaba a un humano con quien tenía mucha confianza, sin ser Cusco o Chuychú.
Coya y Chimpu valoraron toda la evidencia hasta ahora. Aether podía ser alguien de confianza, sumando el apego que Chasca transmitía, las dos llegaron a la conclusión de que podían considerarlo alguien del vínculo familiar.
– ¡Chuuu!, chu, chu...
(¡Estoy segura que a Chasca le gusta!, así toda romántica, pero está al margen porque no sabe qué decirle a ese chico. Sino...recuerda cuánto tiempo estuvimos sin hablarnos) –.
– Chuu, ¿chuuuu?
(Parece que quieres ayudarla a encontrar su propia familia y comodidad. No me opondría. ¿Pero en qué está metido ahora el chico?, ¿realmente es bueno para nuestra hija?) –.
– ¡Chuuu!, chuuu, ¡chu!
(¡Lo investigaré más de cerca!, con lo que me ha dicho Chasca no parece haber nada malo en él. ¡Trataré de que nadie sospeche!, parece estar muy alerta) –. Coya estaba lista, convencida en ayudar a su hermana por buena voluntad.
•
La mano del viajero se sintió al cumplir el rol de pacificador. Ahora podía estar más tranquilo en esa parte, pero los problemas se habían trasladado a otro tema.
Estaba lidiando bastante con los cazadores de saurios en el territorio de la Tribu Plumaflora. El objetivo de los criminales estaba puesto en los cuqusaurios y ya le habían dicho de la desaparición de unos cuantos saurios.
La mayoría de saurios traficados eran los cuqusaurios, especialmente por la habilidad de volar.
Ya sea por obra de ladrones de tesoros, criminales que abandonaron sus tribus, incluso los propios Fatuis parecían disimular el hecho de no tomar unos cuántos por desconocidos motivos.
Ya había hecho algo similar hace un mes, en un laboratorio escondido bajo la zona de los Retoños Arbóreos donde los saurios eran usados como experimentos de los Fatui.
– ¿Tienes los huevos de ponerte en nuestro camino?, ¡maldito rubio!, ¡cuando te enteres contra quien te has metido, tus fantasías heroicas se irán de tu cuerpo! –.
– Ladras más que un tepetlisaurio chiquito, ¿sabes? –. El viajero hizo un gesto con su mano parloteando, mientras sonreía de suficiencia y desprecio hacia los criminales. Justo estaba terminando de trasladar al grupo que sacó en la Bahía Tecoloapán.
– ¡Bien dicho!, ¡los que no cuidan su lenguaje merecen una celda en el cielo! –. Paimon se burlaba de los criminales detenidos y inmovilizados, haciendo muecas.
No pasaron muchos días cuando rompió el sello de la isla y ya esos tipos estaban tratando de invadir el terreno. Ocuparon el lugar abandonado para traficar saurios, teniendo recursos de tortura para que sean amaestrados con facilidad.
Decomisó las armas usadas para neutralizar animales, relacionadas a tecnología de los Fatui.
Usaban instrumentos, objetos y aparatos que debían manejarse a control, como las trampas que usaban en las celdas del Laboratorio de extracción encontrado en los Retoños Arbóreos.
"Esto no queda muy lejos de la primera vez que escuchamos de estos traficantes de saurios y pusimos en pie el primer campamento contra el crimen. Estos tipos parecían haber sido dejados a su suerte y que antes ya se habían llevado lo más importante". Le comenzó a preocupar reconocer todo lo que incautó al atraparlos en medio de tratos con hombres de los Fatui.
La primera vez también se le había escapado el líder de la banda de traficantes, todos de Snezhnaya. Entre eso y lo que había encontrado en el laboratorio hace unos meses, sospechaba de alguna posible conexión.
Sin contar que estos tipos atacaron con armas de fuego. Parecían engaños entregados con elemento Pyro imbuido como munición ilimitada.
No podía confiar al cien por cien en las buenas intenciones de Capitano, pero si no fuera él quien está llevando estos movimientos, no sabría que pensar.
Al menos, cuando explicó a Mavuika lo que estaba pasando con el tráfico y maltrato a los animales, la Arconte le ayudó a crear un grupo conformado por todas las tribus, que estaban a favor del cuidado de los saurios en la nación.
El compromiso es fuerte, todos los jefes de las tribus dieron el visto bueno cuando Mavuika les transmitió la idea de Aether a cada uno.
Ahora no había momento del día donde el campamento no estuviese lleno.
Aether creía que tal vez deberían encontrar un sitio más espacioso; además de ser un centro de atención para los animales lastimados que son revisados por veterisaurios de buena mano, se convirtió en un hogar de adopción para saurios, también un encuentro amigable entre ellos donde pudieran jugar y compartir en un ambiente de paz.
Mutota asignaba un escuadrón para el campamento por semana, rotando constantemente para no cansar al grupo o desmotivar a quienes querían entrar en la iniciativa, por buena voluntad.
Los saurios que habían sido encontrados fueron liberados y volaron libremente de las jaulas.
Usando el rompeolas, Aether navegó hacia la orilla del campamento y pudo ver al nuevo escuadrón semanal de la Tribu Plumaflora listo para recibirlo.
La cabeza de Aether respiraba tranquilamente hasta que una voz se cruzó en medio del silencio, mientras bajaba con los hombres rendidos a ser entregados.
– ¡Aether, Paimon! –.
Giró rápidamente escapando un gemido incrédulo. Quería desesperadamente que no fuera ella, pero sus temores se hicieron evidentes cuando Paimon contestó.
– ¡Mira, es Chasca! –. La pelirroja parecía estar liderando el escuadrón de la semana.
– ¡A-Ah!, ¿C-Chasca? –. La sorpresa lo hizo alejarse y quedar un poco abierto.
No sabía qué decir ante la expresión de ligera emoción que tenía ella en este momento.
El haberle ahorrado mucho trabajo como Pacificadora, no significaba un impedimento para que de alguna forma volvieran a encontrarse. De haberlo sabido, habría ido a preguntarle antes a Cusco cuáles eran los movimientos de Chasca estos días.
– Que agradable sorpresa. Con razón eres la imagen para infundir el miedo en los traficantes de saurios, no dejas de detener estas actividades sin importar donde se encuentren –.
Las palabras de Chasca estaban llenas de orgullo y admiración por él. Pero Aether no pudo más que mover los ojos a un lado, un poco nervioso.
– No sabía que habías hecho esto hasta que Mutota me explicó el objetivo de liderar el escuadrón por esta semana. No me sorprende tu protección a los saurios después de lo que hiciste por mi familia –.
Rápidamente el chico sacudió las manos, riéndose nervioso.
– ¡No, por favor!; no lo hagas sonar así. Actué de corazón y al conocer la situación, me sentía obligado a pelear por los saurios para que no se sientan solos. No se merecen esto, y más aún si no han hecho nada malo –.
– Cierto. Nosotros tenemos nuestro propio saurio, como para quedarnos de brazos cruzados al verlos lastimados –.
La conversación quedó un poco muerta después de la respuesta de la orgullosa Paimon. Aether ahora no sabía que hacer a continuación y estaba tratando de pensar en algo.
Encontrar a Chasca ahora no estaba previsto, su expresión de pánico era vista con mucha ternura para la chica de ojos azules, quien solo sonreía en silencio.
Cómo Chasca estaba viéndolo un poco embobada de ternura, entrecerró los ojos al notar ojeras bajo sus ojos dorados inquietos.
– Espero no estés ayudando todo el día a Natlan. Incluso si estás explorando, tómate un descanso –.
La única respuesta que obtuvo fue un insuficiente asentimiento por parte suya. Chasca estaba visiblemente disconforme, viendo cómo huía de ella y le dejaba pensativa.
Adentro del campamento, el viajero conversó con los integrantes del escuadrón para ordenarles trasladar a aquellos traficantes hacia la Arena Sacrofuego.
También hablaría con un mensajero de los Retoños y que estos enviaran una comisión de aventureros experimentados en la nación. Porque necesita saber todo lo posible respecto al material incautado en la zona, y que fue usado para adoctrinar a las pobres criaturas.
En algún momento mientras Aether coordinaba las acciones, Paimon se quedó hablando con Chasca para contarle con entusiasmo como fue la misión de intercepción realizada en solitario por el rubio.
Los ojos de Chasca miraron bastante serios a Aether, mientras Paimon le daba detalles más que suficientes y necesarios para hablar unas cosas que le quiten la tontería. Además de vencer a los tipos, ellos atacaron a distancia con armas de fuego mientras intentaba detenerlos.
Las armas que usaron no son iguales que su escopeta, tenían más alcance y lo habían golpeado.
Chasca estuvo esperando pacientemente que terminara de entregarle los criminales al escuadrón, quienes escribieron el informe de lo que había pasado, rescatado y incautado.
Estaba haciendo grandes esfuerzos por mostrar un rostro relajado y sin dolor frente a ellos, algo que Chasca sabía gracias a Paimon.
El día apenas estaba comenzando, por lo que Aether tranquilizó al grupo para decirles que estaría resguardando el refugio de saurios con Chasca y Paimon.
Básicamente porque Chasca no parecía a la labor de abandonarlo ahora mismo, sintiendo la mirada pegada detrás de su espalda, esperando el mínimo despiste para preocuparla.
Sería muy irónico que ella fuese muy preocupada y protectora si supiera lo que ha estado haciendo en la Tribu Plumaflora.
Chasca sentía que le debía mucho al viajero, además de ser un amigo importante y tan cercano en los momentos más duros que ha vivido en los tiempos difíciles de Natlan.
Aether sentía una gran presión y responsabilidad debido a la muerte de Chuychú, el luto que sufría Cusco y la misma Chasca en algunas ocasiones a escondidas.
La relación entre ambos se estaba volviendo de forma extraña. Ya que Chasca quería estar a su lado, con quien se sentía perfectamente bien; Aether no podía confrontarla por la culpa y el sentimiento de hacer algo, evitando todo lo posible ser descubierto.
– Aether, ¿estás–.
– Ok, necesito revisar el origen de las armas. Estoy seguro que estas armas son engaños, cuando trataron de defender su negocio de saurios –.
Para romper el tema, el de ojos dorados caminó hacia donde había puesto la caja con las armas, poniéndolas sobre la mesa gigante de la sala principal y ponerse a usar la visión elemental.
El viajero descubrió que los criminales usaron engaños de los Fatui, llegando a darle varias balas en el cuerpo durante la pelea por la Bahía.
– ¿Engaños?, ¿qué es eso? –.
No iba a abandonar su preocupación por Aether, por más esfuerzo que ponga. Sin embargo, de alguna forma le interesaba saber que sabía al respecto y si se sincera sobre lo sucedido en el combate.
El chico se concentró en busca de rastro elemental, acompañado a su lado de Chasca quien estaba con la mano en la barbilla, intentando entender lo que estaba buscando.
– Los engaños son diferentes armas creadas por los Fatui, te otorgan un poder inimaginable...a un alto costo. Mientras más tiempo los uses, más rápido envejecerán los portadores que accionen las armas. Llevándolos a la muerte en pocos días –.
Aether suspiró al momento de que ese recuerdo amargo de los engaños, atormentara nuevamente su pecho.
Abrió los labios después de encontrar un rastro elemental bastante intenso sobre los gatillos y los bordes pintados de las armas. El mal presentimiento que se cernía en su cabeza aumentó.
Chasca entendía que estaba en lo cierto cuando chasqueó los dientes y se negaba varias veces con frustración.
– Esto lo ví especialmente en el conflicto de Inazuma...nunca llegamos a encontrar culpables de la exportación de estas peligrosas armas mortales –.
Los ojos de Aether revoloteaban mientras se cargaba de pensamientos confusos, los recuerdos más amargos de Inazuma y las dudas se hicieron visibles en la cara angustiada del tenso viajero.
Como un cuqusaurio demostrando su confianza, el rubio estaba tan estresado y rígido que no sintió cuando los brazos de la otra persona acompañándola en el campamento, rodearon su espalda. Demostrando un sentido de protección, confianza y preocupación, Chasca sentía que el ánimo de Aether estaba en descontrol, reaccionando por el impulso de su corazón.
Chimpu varias veces acurrucaba en un abrazo a la pequeña Chasca, quien no podía controlar los impulsos del abismo siendo una niña, cuando se encontraba asustada o triste.
No recordaba si había abrazado anteriormente a Cusco, pero solo había correspondido varias veces a Chuychú o a su familia cuqusaurio cuando demostraban el cariño y amor familiar entre sí.
La respiración de Aether, fue lo único que escuchaba. Consiguiendo que dejara de temblar y se calmara por completo.
– Está bien...no tienes que seguir pensando en el pasado, si crees que todo va a salir mal. Piensa que siempre habrá alguien dispuesto a lidiar con esos problemas contigo, cueste lo que cueste, no te guardes todo para tí y actúes solo –.
Chasca jamás había sido tan dulce, con unas palabras llenas de un aire acogedor; ella pegó la mejilla para sentir el cabello del rubio, hasta acurrucarse en la cabeza lo más cuidadosamente posible.
El corazón del chico había sido llevado a un cálido nido, arrastrado por la Pacificadora, consolado y tranquilizado de una forma que lo dejaba manso. Quería devolverle el abrazo, decirle la verdad y agradecerle todo lo que ha estado haciendo para que se sienta en comodidad cuando está junto a ella.
– No seas como yo. Puedo ver que has sufrido en este viaje, ¿no te sientes cómodo conmigo?, ¿no quieres dejarme ayudarte en lo que necesites? –. Ella quería llegar a su corazón, queriendo escuchar sus historias y ser al menos un confidente que necesitara.
Apresurado, él volteó rompiendo el abrazo que los tenía tan apegados.
– De verdad, ¡no es eso!...s-solo...no somos iguales. Nuestros problemas son muy distintos –. En el fondo no sabía cuánto necesitaba el abrazo de Chasca con esas palabras, pero no podía admitirlo.
– ¿Por qué te preocupas por mí?, nadie lo había hecho... –. Salió en un susurro casi despreciándose.
No lo dijo para dar pena, pero quería tratar de mantener una relación amistosa y normal con ella.
Había personas con las que había hecho una gran amistad en Teyvat, pero no podía llegar más allá por muchas razones. Especialmente creía que ambos estaban atravesando momentos difíciles, es por eso que Chasca quería con más fuerza poder estar ahí.
La pregunta resultaba ridícula, causándole una pequeña risa a ella quien miraba la inocencia confundida del chico de hermosos ojos dorados.
Ella aprovechó y puso la mano sobre su cabello, mientras los ojos dorados de él brillaron un poco.
– No sabes lo feliz, cómoda, tranquila y...especial que me he sentido desde que te he conocido –.
Mientras acariciaba el cabello dorado, ponía una mano sobre el pecho.
– Créeme, no es porque has ayudado mucho a mi familia, a Natlan o a la tribu –. Ella negó, sonriendo honestamente sin despegarse de aquellos ojos que brillaban como una estrella.
– No puedo explicarlo...todavía necesito entender los sentimientos humanos y aprender del dolor de la pérdida. Lo que pasó con el Abismo, me hizo apreciar todo lo que tengo, mis amigos, mi familia...bueno jaja, las dos familias...ya sabes –. Terminó con una pequeña risa y Aether asintió sonriendo.
– Está bien. No tienes que seguir contándome, puedo entender a qué te refieres, supongo que me gané la suerte de ser tú amigo –.
– Si... –. Chasca respondió inmediato, pero después de meditarlo en su cabeza, comenzó a sentir una inconformidad al respecto de que se consideren en simples términos amistosos.
Tal vez él crea que sea un amigo especial, pero la pelirroja no encontraba un término adecuado para considerar a Aether. Todavía está buscando responder a esa pregunta consigo misma, mientras seguía pasando estos momentos juntos.
– ¿Puedo contar contigo para desenmascarar esta red de traficantes de saurios? –. El rubio sonreía ligeramente esperando que le ayudara con esto, significando una forma de poder seguir acercándose y darle la respuesta a Chasca de sus dudas.
– Empecemos cuando digas, dame la información para estar más al tanto de estos criminales y aprovecharé que la tribu está en calma para cazarlos. No puedo dejar pasar a alguien que lastime a los cuqusaurios –.
Aether mostró una sonrisa llena de confianza y orgullo ante la aceptación plena de Chasca en participar activamente en el grupo. Esto también le ayudaría a tenerla distraída mientras se ocupaba de cualquier problema en la Tribu Plumaflora.
A pesar de que quería evitar a Chasca para no ser descubierto, una pequeña parte de él le gustaría seguir conociéndola porque le parece una buena persona, y luego de la conversación con Cusco esperaba entender si realmente no está cómoda con los humanos después de todo.
Alguien con la voluntad de continuar su vida, después de perder a una hermana, es algo que Aether empezaba a pensar con la situación de Lumine.
Chasca estaba tratando de que se sienta importante para ella. Lumine es lo único valioso que Aether parecía contar hasta su desaparición.
Después que Aether dejó guardadas entre las cajas aquellas armas que entregarían a la Arconte, abandonó en silencio el campamento mientras llegaban veterisaurios y otras personas de las tribus que se unieron al grupo para cuidar de los saurios encontrados.
– Aether. ¿Por qué no descansas?, ya has llamado suficiente la atención en Natlan –.
Luego de detenerse, volteó para tratar de entender lo que quería insinuar la Pacificadora con mucha precaución.
– Te ves cansado, dejame resolver este problema. Creo que estás siendo demasiado arriesgado al exponerte en todas tus hazañas –.
Ella señaló el cartel que dibujaron en conmemoración a la creación campamento, justo a las afueras.
La cara de Aether se frunció, malinterpretando sus palabras.
– ¿Hay algo malo con el dibujo del cartel? –. Estaba pensativo con la mano en la barbilla, mirando detenidamente la ilustración.
Rápidamente, ella negó chasqueando los labios con una risa.
– No, el cartel no es ningún problema. De hecho, está muy hermoso...luces tan lindo en el dibujo como en la vida real...!! –. Chasca abrió los ojos al darse cuenta de lo que estaba diciendo, había sacado pensamientos más privados que quería contar ahora.
Luego de balbucear un poco atontada por la pasada de frenada, sacudió la cabeza y aclaró sus palabras mientras Aether seguía sin entender.
– ¡E-El cartel va a hacer que todos te tengan en la mira!...sí. Quería decir que te convertiste en la imagen de esta iniciativa y vas a hacer el principal enemigo...de muchos cazadores y traficantes de saurios –. Ella cambió a un rostro de angustia, con la mano en el pecho.
– Yo es que tampoco lo veo como un problema. Ya he lidiado con toda clase de gente –. Inclinó los hombros totalmente indiferente, sin sentir el peligro que Chasca tenía en el pecho.
– No lo dudo, Aether...pero... –. Chasca miró sus manos en silencio.
– ¿Y si ahora te empiezan a perseguir? –. Tomó el valor de sostener las manos de Aether, con un poco de terror al comentarle aquella posibilidad.
Ella se había acercado hasta quedar a unos metros de él, apretando cuidadosamente sus manos enguantadas. La preocupación que tenía había tomado de sorpresa al chico, no parecía que fuese porque descubriera su verdadero trabajo.
Que Aether debe lidiar con peligrosos enemigos mucho más fuertes que traficantes y cazadores es bastante seguro. Chasca estaba tratando de ser la compañera que pudiera protegerlo cuando estuviera en Natlan, sin importar a la tribu donde fuera a volar.
Cuando tomó las manos de Aether y consiguiera que estirara ambos brazos en su totalidad, la pelirroja escapó un gemido de shock totalmente impactada con lo que descubrió.
El viajero había caído inocentemente en toda la atención y cuidado, pero Chasca tampoco esperaba encontrar una imagen inesperada de los brazos llenos de cortes del chico. Aether tragó saliva, sudando con los labios rectos, quería despegarse pero la fuerza que tenía ella fue suficiente para retenerlo.
Con un aspecto en sus ojos azules totalmente alterados y casi penetrantes de terror, Aether notó la oscuridad escondida cuando ella habló.
– ¿Qué es esto? –. Las palabras cortaron todo el aire entre ellos, Chasca necesitaba muchas otras respuestas en una simple pregunta, el temblor y brillo inquietante de sus ojos lo revelaba:
"¿Quién te hizo esto?, ¿cuándo y cómo fue?...y lo más importante...¿por qué demonios estabas escondiendo esto?"
Las cortadas y quemaduras parecían haber pasado en cualquier momento antes del encuentro. Chasca había escuchado lo que dijo Paimon, pero esto definitivamente pintaba mucho más feroz de como lo había relatado, dejándola más angustiada.
Aether exhaló con exasperación, antes de mirarla nuevamente bastante encorvado.
– Me las hice en Natlan...con el tema de la guerra. Ayudar a Mavuika no fue fácil, incluso si ahora tengo el elemento Pyro –.
Los dos se miraron, ya que Chasca no estaba convencida de que sea la razón por la que esté así. El viajero la miró hasta el último segundo que ella rompió el contacto.
– ¿Por qué tienes que ayudar a todo lo que se te cruce? –. Había malestar en los ojos de Chasca, saltando de los nervios la cabeza del viajero.
– No lo sé...tal vez... –. Él tomó un respiro, evitando no soltar todas sus quejas hacia ella mientras lo escuchaba, sin soltarlo con cierta suavidad en la fuerza del agarre de Chasca.
– He hecho esto desde que comencé mi viaje para buscar a mi hermana. Si, debo ser demasiado ingenuo de imaginar que termine bien para mí, pude morir varias veces y aún así me lanzo todos los días, esperando que esto valga la pena –. El viajero contestó contundente, mientras lágrimas pusieron vidriosa su visión y le temblaban los labios.
Luego de un largo silencio, observado con mucha pena de Chasca, ella lo llevó sin contestar a un árbol cercano donde la sombra los cubriera.
Debajo del sombrero que lleva, tenía un pequeño botiquín.
Aether la miró en silencio como tomaba sus brazos, delicadamente, soportando el dolor del agarre, para envolverlos en vendas.
– Perdón por no ponerme en tu situación y seguir pidiéndote que frenes el vuelo de tu viaje. Aún me falta mucho por conocerte –.
Chasca replicó las nociones básicas de primeros auxilios que Chuychú aplicó con ella varias veces, después de días complicados como Pacificadora, donde debía ejercer de mano dura y dejar a un lado las palabras.
"Sin embargo, no pienso alejarme de tí. Da igual si tratas de escapar del nido de nuestra amistad...no pienso perderte". Miraba de reojo algunas veces al rubio, relajándose con las vendas y el cuidado que le estaba dando.
– Es la primera vez que alguien me ayuda con esto. Paimon...la considero una hermana en este punto para mí –.
– ¿Está acostumbrada a esto?, yo no podría. Seguro que a Chuychú no le gustaba esperarme para revisar si no estaba lastimada –.
Recordó Chasca las reprimendas de sus palabras cuando le advertía que siempre no podía curarla. A veces le sigue pasando factura y al final del día estaba con un sabor amargo.
No le importa si tenía que hacer lo mismo por el rubio. Mirando sus expresiones tan adorables y atrapantes, tomarle las manos o los brazos como si se tratara de una hoja perfecta, escucharlo para ser más honesta; con toda la familia siempre había escondido algunos secretos sobre cómo está en la tribu.
Por primera vez, quería soltarse junto a Aether mientras afrontaban esta dura guerra que no dejaba de sobrevolar en la cabeza de toda Natlan.
Chasca limpió algunas marcas en forma de balas que había en el estómago del chico. A pesar de insistir, solo pudo vendar y limpiar lo que él permitía.
Ya sea porque resulta extraño que alguien que no es Paimon o él mismo, no esté tratándose las heridas visibles, o porque estando cerca de ella también muestre bastante timidez y nerviosismo.
Aether tenía muchas más heridas y cicatrices, no solo de Natlan, pero no pensaba contárselas al ser cosa del pasado en las otras naciones.
Aunque ya estaba curtido de una experiencia de viaje en cinco naciones, viviendo toda clase de peleas y luchas, no había llegado a sentir un dolor tanto dentro como fuera de él.
Consumía toda el alma de Aether.
El respeto que tenía por la voluntad de toda la nación, soportando esta guerra tantos siglos, es inmenso. Ya quería que acabara el suplicio y pudiera terminar este viaje, para recuperar a su hermana.
– Gracias. Ni siquiera te pedí que hicieras todo esto por mí...Chasca. Hoy me tomaré un descanso, espero no te exijas tampoco y seas imprudente –. Con un ánimo relajado señaló con un dedo a Chasca, sonando bastante aliviado por el frío que tenían las vendas en sus brazos.
– Está bien. Le diré al escuadrón que te acompañe a la Arena cuando regresen –.
Chasca tranquilizó al rubio, asintiendo y poniendo la mano sobre su cuello.
Hubo un silencio sin parpadeos ni movimientos, los ojos dorados de Aether tenían el reflejo de Chasca; a los ojos azules de la pacificadora, no podía estar más feliz de lograr que sonriera, sintiendo un brillo en los ojos y devolverle la sonrisa.
Tampoco sabía porque pensaba que algo faltaba, la sonrisa y la confianza entre ellos seguían en aumento. No podía quitarse la cuestión después de ser ella quien rompería el contacto visual, tan cerca de él, para quedarse acompañándolo a su lado en el tronco.
•
Aether descansó lo suficiente, preparado para multiplicar esfuerzos, al día siguiente.
Quería salir de dudas en caso de que en la propia Tribu hubieran revoltosos traficando o cazando saurios sin permiso. Esto con el propósito de asegurarse que todo estuviera en orden en la tribu Plumaflora, además de encontrar pistas de la red criminal.
Chasca había ido a conversar con las otras tribus, después al atardecer traería los reportes en el campamento, esperando otro encuentro con Aether. Alejándola de su tribu, esto le dejaría la zona despejada y sin sospechas para impartir paz.
Por los aires de la tribu ubicada en las colinas de Natlan, es normal encontrar a cuqusaurios sobrevolando los cielos normalmente.
La nación por fin estaba adentrándose en la paz de no lidiar con una amenaza diariamente, ahora debían acostumbrarse a una vida llena de armonía, felicidad y tranquilidad.
Él no pensaba descansar ahora, pero se alegraba de que todas las tribus pudieran empezar una nueva vida después de vencer al Abismo.
Es en estos momentos de calma, es cuando más necesitaba estar atento y seguir la pista del grupo de traficantes, sin dejar de cuidar la tribu Plumaflora.
– Wow. Realmente Chasca confía mucho en tí para dejarte el cuidado de la tribu como pacificadora –.
– Es por los momentos, recuerda que todavía nos falta una tribu más por explorar –.
Aether respondió, sabiendo que estaba diciendo una pequeña mentira para no preocupar a Paimon igualmente. Solo dos personas sabían de las verdaderas intenciones suyas de trabajar por la tribu, pero el resto agradecía tener a el rubio paseando mientras mantenía el orden con mucha experiencia en las situaciones.
Todavía no se sacaba aquellas palabras de Paimon, mientras Chasca sostenía a Chuychú muriendo entre sus brazos.
Ella no tenía la intención de lastimarlo, sin embargo, se clavaron como una daga en su corazón junto al dolor en el rostro de la pelirroja.
Se miró la mano, cerrándola en un puño y poniendo una expresión decidida.
– Estuve escuchando conversaciones entre los cuqusaurios mientras hacía los encargos –. Luego de dar unos pasos, Aether quien tenía las manos detrás de su espalda, volteó la cabeza mientras se detenía.
– Al parecer, hay una subasta de saurios en los cielos que empezará en una hora –. La mirada mostraba cierto fastidio al explicarle la situación a Paimon.
– Ay...no le digas a Paimon que...debemos volver a subir a los globos aerostáticos –.
– Si, pero la ubicación está precisamente por encima de la Bahía Tecoloapán, a unos kilómetros donde los Fatui se transportaron para llevarse lo que necesitaban y atrapamos a esos traficantes. Así que esto está relacionado con esos criminales –.
El viajero se encontraba en la Tribu Plumaflora, ya totalmente desocupado de resolver problemas de la gente que lo estaban asfixiando, esto le servía también para resolver los encargos diarios de Natlan y recoger la recompensa en la Arena antes de venir a la colina.
– ¡Viajero!, ¡espera un momento! –.
Llegando hacia la pista donde habitualmente emprendían vuelo los estudiantes para los exámenes de la Brigada de Vuelo, con vistas lejanas hacia Ockahnatlan, Aether se detuvo mientras alguien venía rápido.
– Señor Cusco, buenas tardes. ¿Surgió algún problema en la tribu? –. Por dentro esperaba que esa no fuera la emergencia de verlo con mucha prisa.
– Ah no, chico. Todo está perfecto –. El hombre fue bastante tajante con un tono despreocupado, sacudiendo la mano.
– Solo quería saber si ibas a ver a Chasca o estás...resolviendo otros problemas –.
Esto dejó descolocado a Aether, arqueando una ceja y sintiendo que trataba de insinuarle algo.
– Esta mañana me dijo antes de irse que quería verse contigo en un campamento del escuadrón de la "Defensoría de los Saurios" en dirección a la playa. Ustedes están trabajando juntos, persiguiendo traficantes y cazadores de saurios; ya sabes, Mutota me lo contó –.
Había una ligera sensación que percibía Aether, como si el hombre tratara de pedirle algo mientras daba vueltas al asunto.
– Así es...pensaba seguir una pista de una ubicación cerca en el cielo de la Bahía Tecoloapán – Aether confiaba en el padre de Chasca, contándole un poco de sus planes en estos momentos con una sonrisa tranquila.
– Cuando termine todo, iré al campamento y nos reuniremos para hacer el reporte con todo el grupo –. Sus palabras sonaron llenas de amabilidad, poniendo la mano sobre el hombro de Cusco.
– Es que...Chasca ha estado bastante más abierta y dócil cuando me habló de esto. Me decía que te estaba metiendo ideas alarmantes, sabes perfectamente que únicamente te he contado mi parecer de la situación que está atravesando en particular –.
Aether lo escuchó atentamente, asintiendo con una curiosidad proveniente a su conversación.
– ¿Chasca te ha dicho algo o notaste cualquier cosa cuando hablaron? –.
Cusco parpadeó al suelo, antes de responder un poco impactado aún.
– Bueno...te lo contaré –.
•
Esa mañana había decidido ponerse a ser el ojo de águila desde tempranas horas, ayudando al viajero con el trabajo de mediador y dejar que Chasca no estuviera arriesgando su propio pellejo.
Después de todo, el hombre se sorprendió ante la idea que Aether le propuso y para devolverle el favor, quería darle el apoyo de facilitar la tarea hasta que deba marcharse en su viaje.
Los años pasaban, pero su visión seguía funcionando con firmeza para observar desde las alturas de su globo cercano a la tribu, como estaba el panorama.
Unos pasos crujieron ligeramente detrás al caer dentro del globo. Parecía cargar un rostro ligeramente mosqueado a los ojos de Cusco.
– Buenos días, "señorita" rebelde –.
No esperaba encontrarse con su hija visitándolo tan temprano, además de dejarse ver.
Apoyada de manos en las caderas, seguía con un rostro molesto.
– Hola, papá. Dime...¿no te cansas de ser tan sobreprotector y poner en peligro a los demás? –. Las palabras de Chasca tenían una ligera indirecta, que no captaba.
– Oye, ¡¿y ahora qué hice para ser tratado así por mi propia hija?! –. Cusco estaba ofendido, sin importar lo que fuera a reclamar Chasca, quien se acercó incrédula ligeramente por la respuesta.
Chasqueó los labios, sacudiendo la cabeza.
– ¿De verdad me estás diciendo que no sabes por qué te estoy diciendo esto? –. Ante el silencio en respuesta sobre la expresión firme de Cusco, Chasca suspiró antes de continuar.
– Por favor...te suplico que no arruines las cosas con Aether. A veces llego a pensar que si Chuychú no hubiese estado tan preocupada por mí debido a tus ideas sobreprotectoras... –. Luego de unir las manos en un rezo de súplica, la pelirroja bajó los ojos con impotencia y con los puños cerrados.
– ¿Arruinar?, ¿qué?, ¿estás pensando que Aether se va a morir?; la que está más cerca de hundirse en el abismo eres tú, hija mía –. La idea tan absurda casi hacía reír a Cusco, quien sintió en el pecho el amargo recuerdo de Chuychú y quería alejar del peligro a la única hija que le queda.
– Sabes, yo daría lo que fuera para que tú tengas a alguien como él, siempre a tu lado... –.
La expresión de Chasca quedó en blanco, sin palabras con la revelación de su padre. Ella parecía estar pensando en algo un momento después. La molestia desapareció en menos de un chasquido cuando Cusco dijo eso.
De alguna forma, su hija estaba más apacible y con la mirada suave.
– Olvídalo, hoy el día amaneció con un buen sol –. Ella dió un ligero suspiro, negando lentamente mientras miraba a su padre más tranquila.
Ella se puso al lado, mirando toda la zona de la tribu mientras debatía internamente lo que quería pedirle a continuación.
– En cualquier caso...vine porque hay algo que quiero saber. Ojalá puedas hacerle el favor a tu hija, por una vez –.
– Bueno, ya que no has regresado con algún rasguño gracias a qué la paz llegó a Natlan por fin... –. Cusco terminó, estirando los brazos ligeramente, abierto a escuchar.
Y el hombre esperó a lo que quería preguntar su hija, llegando a verla un poco pérdida, algo estaba haciéndola tomarse el tema con bastante importancia.
Luego de titubear un poco antes de abrir los labios, ella por fin se expresó.
– ¿Cómo...se comenzaron a entender tú y mamá?, ya sabes...hasta convertirse en mis padres y en los de Chuychú –.
– ¿Quieres decir cuándo nos casamos? –.
– N-No. Antes, el camino...que los llevó a acercarse; ya sea porque tenían alguna razón en particular para compartir tiempo juntos –.
La rápida rectificación ligeramente temblorosa hizo que arqueara una ceja, pero no se negaría a responder a cualquier duda de Chasca.
Sin embargo, no quiso preguntar más allá si había una razón detrás para que ella viniera con esto.
Chasca estuvo mirándolo mientras le contaba un poco la historia y la experiencia de cercanía con su madre. Estaba bastante atenta, como pocas veces había visto a la pelirroja de ojos azules...igual a los tiempos cuando aprendía los comportamientos de sus compañeros en la tribu, siendo una niña.
Fue una conversación como en los viejos tiempos, cuando Cusco era feliz de compartir un momento con su familia completa.
Chasca preguntaba cuando algo no lo entendía del todo, sobre las sensaciones que sintió cuando estaba seguro de querer estar con su madre.
Pronto, fue inevitable pensar que alguien debía estar llegando a cautivar a Chasca.
– Gracias, de verdad –. Básicamente le dijo que necesitaba escucharlo, como su padre humano.
– No sabes cuánto me alegra...pasar un momento así contigo, hija. Siempre estaré para lo que necesites, y si soy muy preocupado, espero que lo entiendas –.
La chica asintió suavemente, mirando a otro lado con una sonrisa comprensiva.
Ambos a fin de cuentas, eran una familia y por más discusiones que hubieran, nada los llevaría a odiarse.
– Debo ir a encontrarme con Aether en el campamento cerca de la Bahía. Ayer conseguí que se fuera a descansar y estamos resolviendo un caso de traficantes de saurios, he tenido mucha suerte de que la tribu no me ha dado más trabajo...desde hace varios días. Avísale si lo encuentras dando vueltas en la colina –.
La única persona que había salido de la conversación, al comenzar y terminar...fue el mismo Aether. De hecho, ella había venido para reclamarle que es una mala influencia para él.
Ahora hablaba con mucha alegría y entusiasmo, relacionado a encontrarlo en el campamento.
Cusco no pudo evitar quedar ligeramente perplejo, mientras un pensamiento se entrelazaba dentro de su cabeza. No reaccionó cuando Chasca sacudía la mano al irse.
"Será que tú...chico...¿has hecho suspirar al corazón de Chasca?". Estuvo completamente congelado con esa idea y unía lentamente los hilos, poniendo la mano en la barbilla.
•
– ¿Entonces...Chasca está enamorada de alguien de la tribu?, eso es bueno –.
Cusco no le contó exactamente sus sospechas de quien se trataba, pero veía con ojos muy buenos que estuviese junto a su hija si ambos realmente querían.
– B-Bueno, no estaría tan seguro de que sea de la tribu. Pero ahora entiendo mejor porque ha actuado así desde... –. El hombre estaba nuevamente con su mano frotándose la barbilla, mirando al chico incrédulo que no entendía por el silencio.
"Que ella te conoció". Fue lo que pensó, abriendo los labios en shock. Él rápidamente se pasó una mano por la cara, quitando cualquier duda.
– Bah, creo que estuve exagerando con lo de su supuesta falta de adaptación a la tribu –. Cusco sacudió la mano en tono despreocupado, riendo nervioso.
El chico parpadeó varias veces, mientras miraba en silencio a su compañera quien tampoco leía mentes.
– Está bien, espero que todo salga bien y llegues a reunirte con ella. Te debe estar esperando desde hace unas horas, si no apareces puede que vaya a buscarte –. La advertencia resultó graciosa, sacándole una sonrisa al de ojos dorados.
Asintió varias veces, tranquilizándolo.
– De acuerdo. Nos vemos –. Él alzó su mano ligeramente antes de ponerse en marcha.
Aether saltó y desplegó sus alas mientras se dirigía en dirección a la Bahía. Cuando todos dejaron de prestarle atención, se transformó en un cuqusaurio para llegar más rápido.
Ya había descifrado la forma de llegar, ya que una corriente de aire bastante fuerte estaba elevando los globos aerostáticos que se congregaban en el punto de encuentro de los traficantes.
Según palabras de los cuqusaurios, se trataba de una lujosa y extravagante subasta de saurios. Una gran cantidad de criminales, entre ellos ladrones de tesoros y traficantes de todas las tribus estarían participando para llevarse cada venta de animales, objetos de tortura e incluso armas para neutralizarlos.
No solo eso, algunos saurios parecían haber sido utilizados en experimentos llevados a cabo en laboratorios como el que desmanteló hace poco.
•
– ¿Por qué Aether no llega? –.
Chasca seguía con los reportes que consiguió entre ayer y hoy. Luego de varios testimonios e incluso ir a comprobar que es cierto, se corroboró la desaparición del cuqusaurio que habitaba en el pozo de innumerables luces, bajo el Cerro Uitztli.
Era absolutamente imposible que ese animal saliera y estuviera desaparecido como si nada en el territorio de Natlan. Incluso Chasca es consciente del peligro, con el saurio gigante suelto a sus anchas por los cielos de la nación.
Es comparable al tamaño de aquel dragón de Ockahnatlan.
Este era un verdadero cuqusaurio salvaje e indomable, se le apodó como el "Tirano de la Llama Dorada" y muy pocos atrevidos podían tener la hazaña de ganarle una batalla.
Podía estar en cualquier parte, incluso haberse escapado de la nación y estar causando desastres en otras partes.
Este saurio nunca había abandonado el territorio que tenía de nido ni siquiera en las horas de la invasión del Abismo, así que resultaba más preocupante.
Chasca mantuvo la calma, pero ya había dado esta noticia a los mensajeros de los Retoños para notificarlo en todas las tribus y a la Cámara Asamblearia en la Arena Sacrofuego.
Natlan podría estar en peligro, incluso el propio Aether también si no tomaba una acción y se quedaba lamentándose que hacer.
Por lo que solo se le ocurrió lo que su corazón pedía a latidos desenfrenados. Necesitaba urgentemente saber si alguien lo vió en la tribu, donde a simple vista todo parecía estar tranquilo.
Puede que incluso él, ya esté enterado en este momento de la desaparición y vaya a tratar de resolverlo solo.
Luego de dejar los reportes sobre la caja desocupada que Aether tenía escondida entre el campamento, partió con prisa.
Un pequeño tepetlisaurio logró hacer un hoyo luego de varios minutos de haberse marchado Chasca. La caja se hundió hasta desaparecer del escondite en el campamento.
Un hombre vestido de mensajero de los Retoños Arbóreos, le entregó un poco de comida al saurio que le ayudó con la tarea, dejándole la caja fuera del campamento.
Los informes tenían toda la información de la desaparición de aquel saurio.
Su tarea ya estaba completa, no podía desaparecer la hoja porque sería demasiado evidente, así que dejó todo como se encontraba.
– De acuerdo, pequeño amigo...ya tengo lo que necesitaba, devuelve la caja, y aquí está tu pago por adelantado –. Luego de ofrecerle más galletas de saurios, el inocente animal cumplió la orden mientras el mensajero desaparecía de las cercanías del campamento.
•
El camino fue bastante tranquilo, pero mentalmente Aether debía concentrarse para enfrentar lo que sea que haya en la subasta ilegal.
Pasó desapercibido como un cuqusaurio volando junto al resto, sin percatarse que no muy lejos había alguien en una distancia segura, observando sus movimientos.
– ¿Chuu?
(¿y a donde estamos yendo?) –.
Las corrientes de aire levantaban a los cuqusaurios, quienes seguían el camino y volvían a descender a una altura con el resto del grupo.
Esta es la parada del viajero, quedándose aleteando mientras se elevaba por unos segundos hasta llegar encima de las nubes.
No habían cuqusaurios en esta parte, porque seguramente se convertirían en blancos de tiro fácil.
Tampoco encontró seguridad en el lugar de bienvenida, donde el globo aerostático funcionaba como elevador para llevarlos hasta aquí.
"La subasta debe estar comenzando, tengo que estar ahí. No salgas ahora, Paimon...debo atrapar a esos tipos".
Aether no esperaba encontrar más que simples saurios enjaulados, probablemente asustados y domesticados por culpa de esas personas.
No necesitaría el elemento Pyro para encargarse de todos los que haya en la subasta, no podía dejar escapar a ninguno como la última vez.
La reunión de aquella subasta, ocurría en varios globos.
Mientras los invitados, listos para gastar el mora necesario en los regalos de los Fatui, estaban sentados en una mesa ancha y disfrutaban de un banquete en el cielo, con vistas al frente donde un globo aerostático diferente aparecería en cada ronda para mostrar a los diferentes saurios en subasta.
– ¡Aquí tenemos la primera orden del día!, ¿quieren entretenimiento por horas ilimitadas con sus saurios?, pues pueden ver a este koholasaurio adulto saltando por aros de fuego –.
Un hombre con traje oscuro, un sombrero ligero y una máscara que llegaba a cubrirle los ojos, movió el brazo hacia a su lado derecho y chasqueaba los dedos. Atrajo toda la atención de los invitados impacientes por este momento.
Como el presentador de la subasta mencionó, un globo aerostático trajo consigo un koholasaurio en una gran celda llena de agua y bastante particular. Vidrio por cada lado sin ninguna salida, abierto totalmente en la parte de arriba para que sacara la cabeza de la celda.
– Lo divertido de esto, es que si el koholasaurio no quiere entregarles el entretenimiento que merecen...verá como su propia cría, en una celda común y corriente, comenzará a agonizar de dolor porque se quemará con la intensidad del aro de fuego –.
Otro pequeño globo bajó, en una celda como cualquier otra usada para los saurios, una pequeña cría estaba asustándose con el aumento de calor que observaba debajo. Los gruñidos y llamados hacia el koholasaurio adulto, le hicieron entender la obligación de impedir el sufrimiento de su hijo.
El koholasaurio debía cruzar por el aro, que bajaba la intensidad de sus llamas con cada salto. Debía ser un salto perfecto, porque las llamas también quemaban la piel del adulto quien gemía de vez en cuando, al sentir el ardor insoportable en su estómago o en la espalda.
Luego de la primera demostración, los participantes de la subasta aplaudieron entre vítores y euforia. Estaban bastante tentados a llevarse a los koholasaurios.
– Bueno, caballeros. Vamos a empezar...esta primera subasta –.
En cuestión de segundos, se repartieron varias cifras entre varios participantes. Poco a poco, el número por aquellos inocentes y asustados saurios crecían, ellos no entendían porque aquellas personas estaban tan entretenidos con su conversación, mientras seguían sufriendo una tortura del infierno, sin mover un músculo para liberarlos.
– Estamos llegando bastante lejos de primeras, eh... –. El presentador, frente a una pequeña mesa alta y un pequeño martillo para hacer más acorde la subasta, seguía viendo cómo caían varios interesados y aumentaba el precio.
– ¡Venga, entonces cinco millones a la una!... –. Pensaba hacer un amago de golpear el martillo y oficializar la primera puja, ante el paso de los minutos.
– ¡Ocho millones de moras! –. Un hombre con trajes de la tribu del Pueblo de los Manantiales se mostraba decidido a llevárselo, para tener un recuerdo de su tierra.
– ¡Trece millones! –. Levantó la mano un joven de los Retoños Arbóreos.
– ¡¿Cuántos dijo?! –. El presentador en modo de broma malpensada, esperaba volver a escuchar el número mencionado por un participante de los Augures Vientonocturno.
– ¡Diecisiete millones de moras! –. Una mujer de la Tribu Plumaflora golpeó la mesa, tratando de imponerse mentalmente al resto de pujadores.
– Ja. Yo doy veinte millones, y...un mora. A ver quién supera eso –. El representante de los Vástagos del Eco, cruzándose de brazos hablaba sobradamente sin mostrarse dolido por lo que apostaba.
La oferta fue tan buena que nadie pudo replicar. Todo el mundo quedó en silencio, no sé sabía si fue por el peso psicológico de ese mora o porque esperaban mejores cosas para las siguientes rondas de la subasta.
– ¿Ya?, ¿nadie quiere poner otro mora al menos?...entonces...por veinte millones, y un mora –. El presentador viendo el estado de derrota de todos los que se mantuvieron al margen, pensaba dar el martillazo para definir esta ronda en definitiva.
De un salto inesperado, un nuevo competidor se presentó en medio de la mesa frente a todos los participantes.
Los ojos dorados brillaron, en medio de un cielo gris cada vez más oscuro, cargado de mucho viento.
– ¡TREINTA MILLONES!, y no doy más porque tengo dinero infinito. Así que mejor acabemos la subasta ahora, porque vine a llevarme todo...incluyéndolos a ustedes –.
Sacó una espada azul, mirando a cada uno de los pálidos participantes que temían del viajero.
Sabían que los había encontrado, a varios de los traficantes más buscados y famosos criminales de Natlan.
– ¡¿Qué demonios es esto?! –.
– ¡S-Si!, ¡¿qué hace él aquí?! –.
– ¡LOS FATUIS NOS ENGAÑARON, SIEMPRE ESTUVIERON TRABAJANDO CON ÉL! –.
El pánico fue contra el presentador, además del terror y parálisis por estar ante el hombre que estaba siguiéndoles la pista desde hace tiempo.
– Espero que les guste tener una celda en los cielos. Ya hay invitados pasándola de lujo, así no estarán perdidos con la hora del día si estuvieran en una prisión sin luz natural –.
A pesar de ser un comentario lleno de sarcasmo, el rostro del chico no vaciló y estaba más que decepcionado por esta situación de maltrato a los saurios, siendo utilizados como dinero sucio.
Pasó por cada uno en medio de la mesa, hasta bajar un escalón y pararse frente al presentador de los Fatui. La mirada de impotencia y odio contra el rubio, fue devuelta con una del mismo asco hacia estas personas.
– Parece que me llevé el premio mayor –.
Susurró únicamente hacia el hombre de los Fatui, quien después de respirar temblorosamente un momento, perdió los estribos y sacó una pistola del bolsillo.
– ¡ARRRRRRRRRGGGGGGGGGGHHHHHHH! –.
Un disparo resonó en el lugar de la subasta, acompañado de golpes y objetos rompiéndose en pedazos, espadazos, gritos y gemidos que duraron unos minutos.
Nadie había muerto, el viajero se encargó de noquearlos y dejarlos inconscientes.
Realmente los traficantes y criminales no fueron tan fuertes como esperaba, el acto desesperado del Fatui por dispararle también fue en vano.
Solo terminó de descubrir que seguían cargando con los engaños, eso fue lo que complicó mucho el combate.
Algún efecto debía traer un ataque de los engaños, definitivamente no recordaba la fuerza inhumana que estas entregaban a los portadores.
Seguramente en un combate normal, no tendría ningún rasguño.
Ahora mostraba cortes en los brazos y el rostro, además de recibir golpes fuertes en la espalda y el pecho.
Le dolía todo, estaba mareado. Pero al menos consiguió desmantelar una importante parte de la red de traficantes.
– Ahhh...Si Chasca me ve así, me obliga a descansar quien sabe cuánto –. El respirar para Aether, resultaba un sentimiento de escalofríos ante el dolor mareando su conciencia.
Solo el hombre de los Fatui fue el único en fallar con su ataque, los demás parecían haber recibido un arma en defensa propia si llegaba a aparecer.
Sin embargo, el arma del Fatui jamás la había visto. Parecía un prototipo al estilo de Fontaine, cargaba con munición en forma de balas ardientes y extrañas. Parecían hechas del magma de la lava.
Aether siguió caminando lentamente y agarrándose la frente roja de sangre, aún le quedaba revisar que podía tener escondido el presentador, mientras tosía un poco pesado.
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Aquí Lovotka.
Uno de nuestros infiltrados en los mensajeros de las tribus, ya nos ha avisado que ese pintoresco grupito creado por nuestro conflictivo amigo héroe, está al tanto de nuestras acciones.
Por aceptar todos los caprichos que desea el maldito Dottore en esta nación, solo estamos atrayendo la atención de ese chico. Pero deberíamos salir libres de sospechas, gracias a la amabilidad que tuvo Capitano con esta gente, y si este mensaje llega a cada uno de ustedes...
DESTRUYAN TODA LA EVIDENCIA, EN ESTE PRECISO INSTANTE.
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Un gemido ahogado escapó de la temblorosa voz de Aether. Sintiendo latidos cargados de terribles presentimientos con el desagradable descubrimiento relacionado con la red de tráfico y los laboratorios subterráneos en Natlan. Tenía razón, todo estaba conectado por una sola persona.
Dentro de la botella con la carta, había una cartografía gigantesca de todo el mapa de Ochkanatlan. Marcaba diferentes puntos, enumerados en orden y señalados con tinta.
El sentimiento de que el patrón y la familiaridad con estos eventos, nunca le hizo pensar quien movía las fichas.
Pasó a llevarse las manos a la cabeza, incrédulo y frustrado; después apretó los dientes, agarrándose el cabello con mucha fuerza.
"¡¿POR QUÉ DEMONIOS CAPITANO NO NOS DIJO QUE ESTE TIPO ESTABA INTERESADO EN ESTA NACIÓN?!...no, de verdad que no quiero pelear con Dottore ahora". Las desagradables emociones que brotaban como llamas descontroladas por una ventisca de viento, hicieron que Aether se pusiera la mano en el pecho.
– No creas que olvidé todo lo que pasó en Sumeru. Cuando termine de romper todos tus malditos planes, espero cruzarme contigo y mostrarte todo lo que pienso de tí, escoria... –.
El tono tan sombrío bajo la voz del chico, iba dirigido al viento, esperando que la amenaza llegara.
"¿A qué pretendes jugar ahora, eh Dottore?".
Para comenzar destruyendo todos sus planes, el primer paso es liberar a todos los saurios que cayeron en las garras de sus experimentos y trucos.
– Paimon, necesito que regreses al campamento de la Bahía y traigas al grupo de Chasca. Hay que sacar a los animales de estos globos –.
Para Aether, el problema no son los cuqusaurios en su mayoría, ni lo iktomisaurios que podían descender como una pluma da igual la distancia contra el suelo; habían varios yunkasaurios, tepletisaurios y koholasaurios encerrados en jaulas sobre globos.
– P-Pero...¿estarás bien? –. Ella salió, con una cara aterrorizada por el estado de Aether.
– Claro, solo voy a liberar a varios saurios que puedan salir. Pero no todos pueden volar, así que para bajarlos y regresarlos al suelo, necesito una mano –. Tratando de mantener la tranquilidad, él se limpió un poco de sangre del lado derecho del labio.
– ¡Y ve con cuidado! –. Gritó cuando ella terminó aceptando, un poco dudosa de abandonar al compañero en esas condiciones e irse a buscar ayuda.
Al igual que lo ocurrido en las instalaciones de Tepal, para liberar a los saurios debía presionar un botón rojo encima de las celdas. Usando la forma de cuqusaurio, presionó con la cabeza a las celdas de los saurios que podían salir sin problema.
Estos le agradecían sin parar, desconsolados, llorando y muy ansiosos de volar a la libertad. Un sentimiento de alivio reconfortante le hizo sentir mejor al escucharlos, siendo prácticamente de los pocos capaces en Natlan que podía entenderlos.
Solo quedaba un último mecanismo, y habría desmantelado la subasta en un santiamén, sin causar alboroto, siendo una misión en cubierto.
Cuando el viajero desactivó la última jaula, no se esperó que esta descendiera despacio, durando un minuto mientras empezaba a preguntarse que tenían planeado al final.
Había un pequeño botón igual al de los mecanismos, Aether lo tomó del suelo y de vuelta en su forma humana, lo apretó un poco expectante.
Un globo gigantesco descendía hacia la plataforma donde Aether estaba, su forma era mil veces superior a un cuqusaurio adulto promedio.
No había jaulas, ni cadenas o algún collar aprisionando al último saurio. Las alas sobresalían del globo, el tamaño es superior al de cualquier saurio que había visto y quedó totalmente petrificado con lo que estaba viendo.
– ¿De dónde sacaron e-esto? –. Dió varios pasos para alejarse, aterrado de que pudiera estar despierto y como reaccionará el cuqusaurio.
Los esfuerzos en mantenerse quieto y callado no sirvieron en absoluto. La criatura se levantó lentamente mirando todo el tiempo al chico parado en medio de los demás cuerpos inconscientes, mientras el malherido viajero estaba esperando que este no hiciera nada.
"Estoy...cocinado". Suspiró con mucho pánico en los huesos, afrontando que otra vez debía hacerle frente a esa criatura.
Si estuviera en buenas condiciones, no le costaría nada, pero no lo estaba...y dudaba que ese cuqusaurio realmente fuese el mismo, del último combate que tuvieron cuando estaba empezando a explorar Natlan.
Cuando abrió los ojos, estaba con las pupilas totalmente moradas. Despertó bastante molesto y agitado con el deseo de matar al rubio.
Haciendo uno de sus movimientos característicos, el cuqusaurio giró como un taladro en dirección a él para comenzar atacando.
Aether lo esquivó con dificultad luego de convertirse en un cuqusaurio por varios segundos.
No tenía la misma agilidad con el mareo y las dolencias pesando en su cuerpo.
Todavía podía pelear, y este cuqusaurio no conocía sus habilidades Pyro, no iba a dar por perdida esta pelea.
Con la caída del cuqusaurio después del ataque, Aether aprovechó para contraatacar con espadazos elementales de Pyro. Su espada brillaba en llamas, mientras atacaba sin descanso antes de que se volviera a levantar.
"Espero que Paimon no tarde mucho". Dudaba si realmente pudiera aguantar mucho peleando, pero no podía pensarlo más y debía seguir.
Esta vez, el viajero no dejaría de seguir atacando cuando este se levantó. Subiéndose en el lomo del cuqusaurio, no dejó de asestarle espadazos mientras aplicaba bombas Hydro en el cuello.
Cuando el cuqusaurio gruñó con rabia, Aether sabía que trataría de atacarlo con su onda expansiva Pyro. Antes de la pequeña explosión del saurio, saltó y se alejó.
Tenía un rostro hipnotizado y deseoso de matar al viajero, pero este no aparecía en ningún lado. Un cuqusaurio gruñó arriba del gigantesco saurio, viendo cómo este se transformaba nuevamente en Aether y el puño del chico brillaba de un color dorado.
Convirtiendo a su extremidad en una verdadera piedra, él impactó con fuerza la cara del cuqusaurio y lo tiró al suelo.
La mano de Aether volvió a ser normal, después de haberle golpeado con el elemento Geo.
El animal rugió como nunca, parándose a pesar de la conmoción inesperada por ese ataque.
Aether volvería a retarlo, saltando directamente hacia el rostro para repetir su ataque. Esta vez el que acabaría peor parado, y noqueado, con un simple coletazo en la nuca...fue Aether.
La visión del rubio rápidamente cedió, impactado y sintiendo como caía del globo mientras el sol brillante se volvía en una luz más fuerte, haciendo que cerrara los ojos.
– ¡AETHER! –. Un grito agónico hizo eco en los oídos hasta que todo quedó totalmente inconsciente dentro de él.
•
El dolor desaparecía lentamente, como si estuviera sedado o tratado con mucho cuidado.
Aunque seguía sintiendo el pitido de los oídos, con la cabeza aún nublada por la conmoción del golpe tan fuerte que le propinó el coletazo de ese saurio.
Sintió una mano fría al escapar un gruñido ligero de dolor.
Después de un momento, el calor se fue acumulando sobre la mejilla donde la mano se posó, acariciándolo con un cuidado tan delicado y espectacular que lo dejaba tranquilo.
Afortunadamente, tenía la cabeza apoyada en un regazo de alguien que no sentía prisa de que se levantara o abriera los ojos. Había llegado a tiempo cuando el desastre explotó enfrente de la cara de Aether.
El atardecer destellante fueron las primeras impresiones que observaba después de caer inconsciente.
Dentro de él, comenzó a tener una idea de quien estaba acompañándolo y cuidándolo. Había un cuqusaurio al lado izquierdo rascándose a picotazos una de las alas.
Cuando al fin levantó los ojos, se encontró con un rostro sumamente aliviado y también feliz.
– Esta no es la forma en la que quería encontrarme contigo hoy –.
Aether se expresó apenado, esperando que Chasca lo regañe ante la evidente angustia y el susto que debió pasar.
– En realidad yo debía haberlo sabido. Cuando pregunté en la tribu hacia donde partiste, fuí lo más rápido posible a no dejarte solo –. Chasca no estaba para nada molesta, al contrario, hablaba con calma y sin dejar de acariciar el rostro del chico lastimado. Se sentía más culpable de que él se encuentre así.
– Si no fuera porque Coya estaba allí antes...no sé si hubiera podido atraparte en el aire –. La voz de Chasca tembló, con un nudo en la garganta. Estaba poniendo la mano sobre su propia cara, tratando de respirar y recomponerse.
Aether estaba impactado por su reacción, además de que descubrió que estuvo realmente a punto de no contarla.
– Pero ya no me importa eso –. Ella presionó el pulgar sobre la mejilla de Aether, aferrándose a su rostro con ambas manos mientras sonreía liberada.
– La próxima vez no voy a dejarte peleando solo –. Él sonrió y cerró los ojos con un suspiro, a sabiendas de que Chasca cumpliría su promesa sin importar cómo.
Luego de quedar inconsciente, quedaron muchas preguntas volando en el aire para Aether.
– ¿Qué pasó con el cuqusaurio?, ¿dónde está? –.
Esperaba que por lo menos no llegaran a matar al animal, ante la fuerza abismal que ahora tenía.
– Lo neutralizamos entre todos. Cuando llegamos, por fortuna apenas estaba despertando cuando lo liberaste, es cierto que hubo varios heridos por la fuerza tan repentina que tenía –
– Espera, ¿todos están bien? -. El rubio puso un tono de pánico, pero las manos de Chasca le apretaron con suavidad, mientras ella suspiraba con ternura por su preocupación.
– Los pocos que resultaron heridos, solo tuvieron varios golpes. Por lo que...el más herido de todos sigue siendo tú –. Dijo, sin esconder una pequeña risa.
– Coya me contó que estuviste peleando con los compradores y te hicieron mucho daño –.
El odio se filtraba por la sangre caída y manchada en los vendajes del chico, recordando al verdadero culpable detrás de toda la red de tráfico y experimentos con los saurios. Mantuvo el silencio, a pesar de ponerse rígidamente tenso.
Todavía estaba con algunos detalles frescos y calientes de lo que descubrió.
Rápidamente levantó los ojos, cambiando a una expresión seria.
– C-Chasca, aún faltan varios puntos para desmantelar la red de tráfico de saurios. Tienen varios escondites en Ochkanatlan –. Algo dentro de él estaba preocupado, ya que no sabía si es seguro o si pudieran encontrar alguna trampa en las localizaciones del mapa.
– Lo haremos, déjame a cargo de esto. Tú ya has hecho tu parte, y en ese estado lo mejor es que descanses bien –.
Las palabras tan suaves, llenas de dulzuras, llegaron a los oídos del chico quien le agradecía eternamente con una sonrisa.
Sin embargo, Chasca comenzaba a creer que había cosas que le estaba ocultando, por alguna clase de sentimiento que está obligando a Aether, no ser todo lo honesto que debería.
Por ejemplo, ¿quién es el líder de esta red?, Aether debía tener algunos nombres que ella no conocía, como el caso de Dottore.
Tampoco sabe porque el saurio, tenía una energía como si estuviera contaminado del poder del abismo; el viajero es el único que pudo detectar al momento, los residuos del abismo desprendiéndose del saurio al despertar.
Obligar a Aether para hablar sería peor, y no quería que las cosas entre ellos se rompieran si tensaba la cuerda. Seguía confiando que con el tiempo, la confianza y la cercanía, pudiera entenderlo más.
Los dos tuvieron un silencio de miradas, sonrientes y sin percatarse que había dos personas más compartiendo el escenario con ellos.
Chasca se vió obligada a girar, encontrándose con la mirada de Coya, ladeando la cabeza ligeramente.
"¿Por qué me miras así?, estoy cuidándolo porque quedó herido. S-Si...me preocupa mucho". Chasca pensó para sí misma con los ojos en blanco, ante la mirada tan tierna que su hermana observaba, debido a la forma tan delicada y cariñosa que usó para cuidar a Aether.
– Paimon, no te preocupes. Todavía no he muerto –. El chico alzó el pulgar, bromeando con expresión divertida.
– ¡Y lo dices así tan tranquilo!, ¡menos mal que estarías bien si Paimon te dejaba solo! –. Paimon estaba molesta por cómo terminó la pelea para su compañero, por lo que tenía algo para molestarlo.
"Cualquiera pensaría que querrías morir ahí ahogado en esos muslos y mirando los soles de Chasca".
"¡C-Calláte, yo no pienso así de Chasca!". El escuchó el pensamiento de Paimon, quien ahora estaba mirándolo con picardía, y Aether se sonrojaba furiosamente cerrando los ojos.
Aether no podía darle nada a Chasca, ni devolverle el no poder salvar a Chuychú...y dentro de él estaba negándose a los latidos que golpeaban por culpa de la pacificadora. No quería sentirse así por ella, porque tampoco cree merecer el cariño de alguien como Chasca.
En cambio, ella estaba más que segura de lo que realmente quería con el chico de cabello y ojos dorados. Significaba un gran cambio, tratando de afrontar los sentimientos y mostrando su atención a él, sin despegar los ojos para cuidarlo lo más posible sin distraerse del trabajo que tenía.
– Chuuu...chuu
(Vamos, hermana...no te cuesta nada decirle y todo entre ustedes dos sería más que perfecto) –.
Coya ya había completado su misión de investigar un poco del posible interés de Chasca, dándose cuenta que es una persona más que confiable. Ambos necesitaban un empujón, y necesitaba contarle todo a Chimpu cuando regresara a casa.
•
Casi llegando la noche, Chasca estuvo una hora en la Arena Sacrofuego, primero aprovechó a acompañar al viajero hasta la posada y dejarlo, confiando que este estaría bien tomándose un descanso. Además, había aceptado encargarse de la misión de revisar las ubicaciones donde estuvieran los Fatuis; así esperaba que no se moviera hasta que regrese.
Luego habló personalmente con Mavuika. El viajero también le reveló que algunos mensajeros podían estar trabajando para los Fatuis.
Entonces evitaría a toda costa transmitir la información por otras fuentes, que no fuesen ella misma.
La Arconte entendió la razón de sus precauciones, y de hecho, se ofreció a enviarles el mensaje a las tribus mientras le pedía que tomara la noche de descanso.
El plan dentro de la cabeza de la pelirroja, es coordinar un ataque a todas las localizaciones en Ochkanatlan que había observado de las pruebas tomadas por Aether.
– No hay problema con eso, me conozco Natlan como la palma de mi mano. Y gracias a todo lo que el viajero descubrió, no les dejaremos ninguna oportunidad de escape –.
Las dos se estrecharon la mano. Chasca se volteó hacia la salida, bastante perdida en sus pensamientos y cabizbaja.
– Uh, ¡espera, Chasca!; ¿vas a quedarte? –. Apresurada, la mujer de cabello ardiente hizo que volteara un poco extrañada.
– No, debo regresar a la Tribu Plumaflora. Y allí aprovecho para hablar con el escuadrón, también pediré ayuda a Mutota –. La pelirroja de ojos azules siguió un poco cabizbaja, con las manos inquietas.
– Bueno, es que nunca había visto a alguien traer a Aether cargado. Y sinceramente dudo mucho que se quede quieto por un día entero, parecía estar muy felizmente cómodo mientras lo cargaste –.
– Espero que la misión de desmantelamiento no sea muy complicada, solo me queda confiar en que Paimon pueda ponerle un ojo hasta que regrese –.
Chasca tenía su plan de emergencia, realmente esperaba que Paimon estuviera más encima suyo en estas horas.
Las cosas entre Aether y Chasca ya estaba llamando la atención, ¡incluso a la misma Arconte!
La pelirroja exhaló un poco agobiada de este asunto, mordiéndose los labios ligeramente mientras deseaba una sola cosa.
– Debo decirle...la verdad sobre lo que siento de él –.
– ¿Hmm? –. Ella se paró en la entrada, cuando se topó con su hermana que estuvo esperando desde que entró a llevar a Aether a la posada.
– ¡Chuuuuu!
(¡Se acabó!, ¡vamos a ver a mamá!) –.
– ¿Hm?, ¿ir donde mamá ahora? –. De brazos cruzados y sin entender el propósito de sus palabras, la mediadora miró ligeramente hacia arriba a Coya, asintiendo bastante rápido.
– Chuuu...
(Te mandaron a descansar, así que no debería ser un problema para tí porque no tienes nada que hacer ahora) –.
Chasca cerró los ojos y suspiró, aceptando a regañadientes ir a las cercanías de Ochkanatlan.
Coya no le contó nada del motivo para visitarla, ni el más mínimo detalle, el camino en el cielo estuvo acompañado únicamente del silbido del aire soplando.
Coya no se mostraba molesta, quería llevar este tema juntas con su madre.
Todavía no se había percatado de las buenas intenciones que tenía, después de confirmar la amabilidad y el corazón tan puro del viajero, además de los sentimientos que se notaban en el rostro de su hermana.
Chasca ya se había dejado arrastrar bastante lejos como para irse hasta la tribu otra vez, en caso de que no fuese algo realmente necesario.
Después de aterrizar en la isla, subieron hasta el nido.
– ¿Chuuu?
(¿qué hacen ustedes dos aquí ahora?) –. Chimpu no contaba en el día de hoy con la visita sorpresa de sus hijas, pero notaba particularmente emocionada a Coya.
– ¡Chuuuuu!
(¡Mamá!, ¡Chasca está enamorada de Aether!) –. Coya comenzó a mover las alas con euforia y alegría, mientras contaba las nuevas a su madre.
Chasca abrió los ojos como platos y giró la cabeza hacia ella cuando entendió lo que dijo.
– ¡N-NO!, ¡TCH...OYE!...¡¿en serio me hiciste venir en este momento solo para esto?! –. Había un malestar de la pelirroja, poniéndose ruborizada, pero sin dejar de señalar a Coya ya viéndose acorralada.
Chimpu simplemente compartió una mirada con ambas hijas, sin estar muy expresiva al respecto.
– Chuuu. Chuuuu
(Lo veía venir, después de todo no es usual que me presentes a un hombre que no sea de tu familia humana. No te pongas así, Chasca, nosotras más que nadie queremos apoyarte si eres feliz con él) –.
Luego de acercarse hasta quedar a unos metros de ella, Chasca se sintió más relajada y no tan avergonzada.
Podía sentir la calma de las intenciones de su madre, sin estar preocupada o en contra sobre esto, el apoyo le causó un sentimiento emocional y se puso a mirar el sol bajando ante el anochecer.
– Chuu...¿chuuuu?
(Dinos, ¿cómo te sientes al lado de Aether?) –.
Habían lágrimas asomando en los ojos de Chasca, sonriendo temblorosamente. Chimpu caminó hasta colocarse a la izquierda de ella, mientras Coya estaba a su derecha sin presionarla y con mucha emoción de escucharla.
Como su propia familia, le demostraban que querían darle las alas para ayudarle a alcanzar el objetivo que tanto anhelaba su corazón. Tanto ellas, como Cusco, habían sido tan buenos con ella al respecto.
La mano de Chasca se dirigió lentamente al pecho, sintiendo los latidos acelerándose mientras se acumulaban imágenes de todos los momentos que ha tenido la suerte de compartir junto a él.
Ella no dudó en contárselo sin importar lo extraño que fuera.
– Yo...me siento tan cómodamente reconfortante y agradable; quiero cuidarlo, protegerlo, pelear a su lado sin importar en qué momento sea, nunca me había sentido tan feliz compartiendo el tiempo con otra persona y he aprendido a valorar lo que tengo. Quiero tratarlo con cariño, escucharlo, porque siempre ha estado solo y tiene mucha responsabilidad encima –.
Chasca sintió sus latidos mientras soltaba todo, con la sonrisa de Aether en su cabeza mientras cerraba los ojos cerrados. Todas las veces que ha estado cuidándolo, dándose cuenta que a diferencia de él, si ha sido muy imprudente.
Mientras ella tiene una familia y amigos que esperan saludarla todos los días, Aether siempre había estado viajando solo, cargando con muchas hazañas y responsabilidad, sin recibir ni un poco del amor que ella ha tenido la suerte de tener hasta hoy.
– ¡Chuuu!, ¡chuuuuu!
(¡Tú no lo quieres simplemente amarlo!, ¡estoy segura que hasta querrías casarte de inmediato y hacer una familia humana con él!; fue una hermosa confesión, hermana) –. El orgullo y la ternura de Coya realmente volvieron a sonrojar a Chasca, quien se preguntaba si lo hacía de juego o estaba muy efusiva.
– Chuu...chuu
(No te apresures, Coya. Ellos ni siquiera están oficialmente juntos) –. Chimpu le dió un poco de tranquilidad a su hija, y también aliviando el pecho acelerado de Chasca por la imaginación de Coya.
– N-No todavía –. La chica de ojos azules se bajó el sombrero ligeramente, ocultando la sonrisa de nervios en sus labios que Chimpu notó.
– Chuuuu, chuu
(Nuestro deber es apoyarla y ayudar en lo que podamos. Por lo visto, has estado muy angustiada últimamente para que no le pase algo a ese chico) –.
La pelirroja asintió sin tapujos y bastante rendida, Chimpu podía ver los hombros ligeramente tensos de Chasca.
– ¡Chuuu!, chuuu...
(¡Ve a dormir un poco y no te angusties por él!, ya lo dejaste descansando...además tienes trabajo importante mañana, te confió la parte final) –.
– Si, lo sé, Coya. Estas horas se me van a ser eternas –. Luego de soltar todo el aire de nervios, Chasca estaba más tranquila y emocionada de que llegara el momento de revelarle sus sentimientos.
•
– ¿Realmente hice lo correcto al dejar que Chasca se encargue de los últimos escondites?, estamos hablando de Dottore... –.
Después de pensarlo abiertamente, el chico se puso las manos en la frente, gimiendo de ansiedad mientras estaba mirando al techo de su habitación.
– ¡Vamos, viajero!; Paimon ha visto que Chasca ha cambiado, y no va a estar sola mientras desmantele los escondites. Paimon se pregunta que te está preocupando tanto –.
– Lo que me preocupa... –. Él se quitó las manos de su visión, volviendo a ver el techo con una expresión más reflexiva.
La preocupación y el dolor de Cusco con lo que pasó con Chuychú, estaba el temor de ver la historia repitiéndose...e incluso peor.
La culpa de lo que pasó nunca lo abandonó, a pesar de los intentos de Cusco, Chasca y Paimon en cambiar de opinión.
"Si mi hermana hubiese muerto, y Chasca pudiera eliminar el poder del abismo, pero no consigue salvarla...jamás habría podido perdonarla. Es lo único que tengo, ¿por qué a pesar de todo...nos hemos vuelto más unidos, si he tratado de evitarla desde esa tragedia?".
Cuando cerraba los ojos, no podía dejar de pensar en su sonrisa tan honesta y feliz que tenía de verlo. Las manos tan cálidas tocando cuidadosamente su rostro, como una reliquia invaluable, todas esas palabras cargadas de alivio y emoción resonaban en los latidos de Aether que se volvieron más fuertes.
Algo que también le inquietó es respecto a esa arma del presentador de la subasta. En Natlan no existía, y tampoco la recordaba haber visto por Fontaine, además que usaba balas parecidas al flogisto.
Ya debía haber amanecido, seguramente el grupo de Chasca ha partido para desmantelar los escondites en Ochkanatlan.
No podía moverse de la habitación, especialmente porque Paimon no quería que estuviera saliendo lejos de la Arena. Seguramente, por órdenes de Chasca.
Ahora que no podía hacer nada, decidió aprovechar la cocina de la posada y hacer unos postres mientras descansaba. A día de hoy...no había probado las sauriogalletas y Paimon si, básicamente porque ellas se las comía.
Ese día cuando estuvieron en las aguas termales, su compañera se había comido hasta las suyas y las de Mualani.
Ella realmente les encantaba comerlas y él no las ha probado.
Luego de unos minutos, él comenzó a comer lentamente y su compañera estaba a su lado.
"Bueno...50/50". No estaba disgustado, pero tampoco estaba impactado al probarlas.
– Daaah, tonto. ¡Te faltó la leche, así saben mejor! –. Paimon había sacado la leche de la Relajatetera; comenzando a comerse las galletas luego de mojarlas en su vaso de leche.
Unos minutos después...por no haber tomado la leche, Aether había decidido acostarse.
Acompañándolo, Paimon estaba dormida mientras estaba con su rostro pegado en la costilla del chico.
En cualquier momento podía irse, ponerle una almohada y arroparla, pero tampoco tenía una buena razón para irse de la Arena.
Confiaba que Chasca pudiera lograrlo, Paimon le dijo que Mavuika también iría allá para asegurarse que todo salga bien.
Si se quedaba dormido, tal vez dentro de unas horas despertaría con Chasca sentada en la cama mientras lo viera dormir o pasando la mano sobre su rostro.
"¿Por qué estoy pensando en esto?". Él tenía una sonrisa estúpida, tratando de quitarse esas ideas.
Para su desgracia, la puerta sonó. Pero él ni siquiera hizo el amago de levantarse, quería cumplir con lo que Chasca pidió encarecidamente.
No fue cuando vió como una carta se deslizaba bajo la puerta, lo hizo levantarse ligeramente. Tenía el sello de los Fatui, dejándolo con un mal presentimiento.
Sea lo que fuese, no podía ignorarlo. Con cuidado se levantó de la cama, mientras evitaba hacer ruido y despertar a Paimon.
Pasaron varios minutos leyendo la carta, la hoja ocultó su expresión hasta que terminó todo y bajó las manos.
Estaba en shock, mostrando ojos llenos de miedo. Él giró hacia Paimon un momento antes de ver la hoja un segundo.
Levantó la cabeza, antes de suspirar bastante contrariado y tomando una decisión. Pronto fue a ponerse su traje, dejando por último arreglarse la bufanda, aún con las heridas recientes que tenía de ayer.
Con una decisión ya tomada, el rubio apretó los labios y salió de la posada sin hacer ruido.
Había aceptado el mensaje que la persona que tanto había temido, le hizo llegar.
•
Los ojos de la pacificadora mostraron el reflejo del resplandeciente amanecer en la nueva tranquilidad de Natlan. No iba a permitir que esa paz lograda después de tanto sufrimiento contra el abismo, fuese aprovechada por otras calañas sin importar si son compatriotas o extranjeros a lo que debe enfrentar.
Ante una amenaza que ponía en peligro a todos los saurios, no podía mostrar ninguna amabilidad contra esos tipos.
Deseaba que este esfuerzo la recompensara al final del mismo día. Cuando pudiera volver a ver ese chico dorado, tierno e hipnotizante, con aquella sonrisa que quería proteger.
Se colocó los guantes, estirando los dedos de las manos para poder comprobar la comodidad y terminar de arreglarse antes de iniciar la operación.
No tardó más de un minuto para llegar hasta el puesto del líder de la tribu quien estaba dentro de una de las viviendas, donde esperaba todo el grupo reunido.
– Bueno...creo que llegó la hora –.
Mutota asintió, volteando a las personas que Chasca había llamado para llevar a cabo su operación en Ockahnatlan.
Sin la presencia del dragón que rondaba en la zona, y la limpieza de los monstruos del abismo que Aether hizo durante su aventura en el lugar, solo podían encontrar a los invasores escondidos con los saurios aterrorizados y secuestrados por los Fatui.
La prioridad de la operación pasa por capturar a los implicados en estos escondites, además de liberar y revisar a cualquier saurio encontrado en los puntos del mapa.
La reunión con el resto de los grupos que Mavuika le ayudaría a concentrar, estarían en un punto a la hora acordada por Chasca.
Sin el líder de la organización para la defensa de los saurios, ella estaba como la segunda al mando en este momento. Con Aether descansando sin amenazas que lo llamen a poner su vida en riesgo, Chasca jamás se había sentido tan tranquila y confiada para completar el objetivo.
Los cuqusaurios ya estaban esperando a sus acompañantes, ya sean de la Brigada o del escuadrón.
La gente de la tribu los alentó hasta donde ellos partirían vuelo, deseándoles buena suerte.
En medio de la concentración de personas, alguien pasaba a empujones con mucha desesperación.
– ¡Chasca, Chasca!; ¡espera un segundo, por favor! –. La voz familiar de su padre humano detuvo a la pacificadora mientras sus compañeros siguieron avanzando.
Cuando fue a pasar por su casa, tuvo un pequeño desayuno y hablaron tranquilamente de cómo iba todo. Ciertamente, Chasca llevaba los temas de conversación mientras Cusco rellenaba con su día; había algo que su padre parecía ponerlo indeciso.
– ¿Papá?, ¿qué sucede?; ya estamos a punto de marchar –.
– Ay, Chasca...por más que quiera protegerte, n-no puedo ocultarte nada. Y sabes mejor que nadie, que no soy una persona mentirosa, solo me preocupo por ti –.
Ella ladeó ligeramente la cabeza, con una expresión confusa.
– ¿Es tan importante para qué sea ahora el momento de decírmelo? –. No quería enfadarse, especialmente con Cusco, pero no sabía lo que estaba poniéndole el rostro tan arrepentido por no habérselo contado.
– Mira...si todo ha estado tan bien y pacífico en la tribu, por lo menos estas últimas semanas...es porque Aether estuvo haciendo tu trabajo de pacificadora –. Los ojos de Chasca se abrieron, conteniendo la respiración sin poder creerse esto.
– Tuve una conversación con él después que pasó el asunto de las alas de flogisto. N-No quiero que lo veas como una excusa, yo acepté ayudarlo...y admito mi parte de culpa después que me dijeron lo que le pasó a Aether hace unas horas –. No quedaban dudas para Cusco de lo importante que es Aether para Chasca, cuando frunció las cejas y empezaba a ponerse un poco alterada en silencio, respirando bastante agitada y presionándolo con una mirada demandante de saber el secreto.
– Él me propuso reemplazarte como pacificadora, para que no te metieras en ninguna situación de peligro, por lo menos hasta que se fuera a continuar su viaje. Yo accedí a ayudarlo, incluso nosotros se lo dijimos a Mutota –.
Con cada pizca de cosas que apenas estaba descubriendo, la cara de Chasca se traumatizaba más hasta paralizarse del shock.
– ¿Chasca, Cusco?...¿qué está ocurriendo? –. Precisamente, al notar la ausencia de la líder del escuadrón, el líder de la tribu Plumaflora fue a averiguar porque la tardanza.
Cusco rápidamente le explicó lo que ya habían hablado con Aether, mientras Chasca asumía en silencio con una expresión de incredulidad.
– Señor Mutota, nosotros no le dijimos que Aether en realidad...había estado haciendo todo el trabajo de mi hija. Nunca le dijimos nada a ella...no estaban trabajando juntos en ese momento –.
Cusco estaba muy apenado, preocupado de la reacción de Chasca y esperando que no la desconcentre por ello.
– Y yo no le dije nada a Chasca porque confié en ustedes –. Mutota con su mano sobre el mentón, también estaba enterándose apenas, tomándolo con más calma.
La pelirroja se puso las manos en el rostro y dejó escapar un suspiro profundo.
– De verdad, l-lo siento...cuando me enteré de lo ocurrido con el chico... –.
– E-Es obvio que él...todavía cree que la muerte de Chuychú es su culpa. No te culpes por ello, padre. Debí haberlo sabido, yo traté de quitarle la idea de la cabeza...pero es obvio que nosotros todavía estamos tratando de superar su muerte –.
Un profundo dolor se acumulaba en el pecho de la cabizbaja Chasca, llegando a darle ganas de vomitar y ardor en su estómago.
Ahora no podía dejar de pensar en qué tal vez, no había hecho suficiente para llegar al corazón del rubio y estaba tan lastimado, solo por sentirse culpable de algo que no ha conseguido superar.
"No puedo dejarlo solo, ahora más que nunca debe tener a alguien que lo cobije y pueda escucharlo". Estaba en la necesidad de cumplir esta misión, quitándose las manos del rostro y cargando una seriedad ardiendo en los ojos.
Tranquilizó a Cusco, apoyando las manos en sus hombros, compartiendo una mirada prometedora.
– Está bien. Gracias por contármelo, ahora me siento en la necesidad...de...estar junto a él cuando esto termine –.
– Entiendo que él ha flechado tu corazón, hija. Sientes la necesidad de acurrucarlo para que esté tan tranquilo y feliz al igual que tú, como si estuvieran en un nido de amor –.
Chasca apretó los labios y escapó una ligera risa, sin esconder el rubor en sus mejillas.
– Realmente tenías que ponerlo de ese modo... –. Aún con la vergüenza por dentro y sonriendo entre dientes, ella sabía que su padre estaba en lo cierto.
– Bendición...padre –.
– Que la Arconte te bendiga, hija –.
Luego de un ligero asentimiento, Chasca lo saludó alzando la mano y volviendo con el grupo que iría con ella a cumplir la operación.
Al lado de Cusco, Mutota estaba de manos en las caderas asimilando la conversación de padre e hija.
Un momento después, se giró hacia el hombre.
– ¿A Chasca le gusta...e-el viajero?, ¿cuándo? –.
A fin de cuentas, no solo Cusco había guardado sus secretos.
•
Todo el grupo de Chasca ya sabía de antemano un poco sobre la zona donde entrarían. Muchos de ellos también son aventureros que por desgracia, no pudieron encontrar el Tonatiuh y tenían que imaginarlo cuando Paimon les contó como estuvo acompañando a Aether en su aventura por la Ciudad de las Cenizas.
Por miedo al dragón o la fuerza que poseían los monstruos del Abismo viviendo en los aledaños desde hace años, no se habían adentrado en el interior de Ockahnatlan.
Llegados a una de las cercanías, con vistas a la ciudad desolada y que debería estar abandonada, el escuadrón de Chasca encontró a los demás grupos de las otras tribus y del campamento de defensoría de los saurios.
La única sorpresa grande de ver allí presente, es a la Arconte, esperando también bastante paciente para participar en la operación.
– Justo a la hora acordada, menos mal que todos ya estamos aquí –.
– ¿Qué haces tú aquí?, es decir...no pensé que esta operación también fuese importante, Mavuika –.
La Arconte ya estaba preparada si ella no parecía encontrar la pista que estaba siguiendo detrás del "desalojo" a los escondites de los Fatuis.
– Hace un mes, más o menos...Aether me informó del desmantelamiento de un laboratorio bajo tierra, de extracción de flogisto. En la zona de los Retoños Arbóreos...allí fue cuando nos dimos cuenta que estaban utilizando a los saurios para experimentos y investigaciones –. La Arconte gesticuló con una mano, recordando la reunión que él había pedido por petición.
Mavuika tampoco le restó importancia, aunque de forma más reservada y discreta, habló con Capitano y le estuvo preguntando si su grupo estaba tratando de buscar algo más que la gnosis en Natlan.
Él le contestó que se habían decidido ayudar a Natlan en lo que pudieran, asegurando que ninguno de sus hombres estaban utilizando saurios y incomodándolos en su hábitat natural.
– Lo único que me dijo, como especulación, es que se trate del grupo de otro de los Once –.
Por suerte, solo Chasca estaba conversando con Mavuika en un espacio lejos del resto de los grupos.
La mujer de ojos con forma de sol asintió varias veces por la mirada incrédula de Chasca, mientras se cubría los labios con la palma de su mano.
– Significa...¿qué Aether debe saber si es verdad o no? –.
El rostro de Chasca mostraba mucha desconfianza y rechazo a creer en la posibilidad de que Aether no le haya dicho antes.
Había estado muy furioso con el caso de los criminales maltratando y traficando saurios, el uso de los engaños Fatui, quien pudiera estar detrás liderando la red.
– ¿Capitano no te dió algún nombre? –. Mavuika negó, con los labios rectos al no poder darle la respuesta.
Chasca estaba llena de dudas. Solo quería que al regresar se encuentre como lo dejó al salir de la posada en la Arena. Tampoco le estaba obligando a pasarse descansando todo el día allí encerrado, pero si sabía algo más y quería resolverlo por sí mismo...
La pacificadora escapó un suspiro lleno de miedo, con las nubes oscuras de pensamientos horribles cruzando en su mente.
– ¿Por qué tengo un mal presentimiento ahora? –.
Ella recibió unas palmadas de la mujer de cabello anaranjado, quien seguía sonriendo con ánimo.
– Confía en él, seguramente debe esperar que nada te desconcentre de esto. Vamos a seguir garantizando la paz de los saurios en Natlan, es lo que él hubiera querido –. Los ojos azules de Chasca tenían una ligera inseguridad, pero se tornó seria asintiendo para volver a poner la cabeza en la operación.
A fin de cuentas, con la presencia de la Arconte subida en su "Pyrociclo" y todos los refuerzos de cada tribu, la operación sigilosa se llevaría de forma exitosa. No hubo ningún altercado, acorralando a los Fatuis atrincherados en aquellos escondites donde estaban esperando que su superior les mandara un mensaje.
No había nada más que varios saurios encerrados en jaulas, al parecer no les habían hecho nada. Pero habían dispositivos y juegos de pociones que quedaron evidenciando sus intenciones.
No opusieron mucha resistencia cuando los grupos de las tribus se mostraban, increíblemente no quedaban muchos Fatuis y solo vigilaban las zonas desde sus escondites sin movilizarse.
Lo que más abundaba, eran varios dispositivos de Munición Fragmentaria que usaron contra los saurios, algo que Aether también les había comentado para confiscar.
Cuando pidieron el nombre y datos del superior de los Fatuis detenidos, todos solo se limitaron a decir:
"Dottore".
Después que cada grupo hubiera conseguido ganar la resistencia contra los Fatuis, volverían al sitio de la reunión donde los tendrían a todos inmovilizados; además de confiscar cualquier material potencialmente peligroso y extraño que se encontrara en los escondites.
Varias horas después, el sol ya estaba bajando poco a poco. Los Fatuis parecían jugar y retener de tiempo al escuadrón, Chasca anhelaba que fuese la hora de irse.
Después de horas tratando de sacar algo en las interrogaciones, llegaba el momento de reunirse nuevamente, los testimonios de los Fatuis solo mencionaban el nombre de Dottore. Ya sea como el líder de la red de tráfico, los experimentos, la creación de la Munición Fragmentaria...
Mavuika fue a buscar a Chasca después de que decidieran terminar de sacarle información a los detenidos, volviendo a tener una conversación más alejado de los demás antes de dirigirse a la Arena Sacrofuego.
– Imagino que ahora solo te interesa saber quién es el popular Dottore –.
– Estás tardando –. Chasca con los brazos cruzados, estaba tensa y su pie tenía un ligero tic para que la Arconte fuese clara sin pérdidas de tiempo.
– Dottore es el segundo Heraldo de los Once. Pero a diferencia de Capitano...no estaba aquí para proporcionar ayuda, ni siquiera teníamos pistas de que había otro Heraldo interesado en Natlan hasta ahora –. No contó el tema ocurrido en el laboratorio de extracción, ya que nadie había vuelto a buscar los objetos extraviados por esa zona subterránea y la guerra con el Abismo estaba en el punto álgido.
– No me digas que ese tipo vino a buscar la gnosis –.
– Si Dottore estuviera interesado en la gnosis, habría hecho movimientos antes de que descubriéramos sus acciones. Quién sabe cuánto estuvo investigando en la nación sin que nos diéramos cuenta, esta gente no va a decir más nada, es obvio que están ocultando algo. Debemos llevarlos a la Arena –.
Chasca no estaba conforme, algo se le estaba escapando de sus narices. Ya había completado la operación que Aether le encomendó y había aceptado con mucha determinación.
¿Por qué sentía que todo estaba siendo demasiado fácil y debió haberse quedado cuidándolo?
La presión en sus latidos crecía cuando emprendieron vuelo de regreso a la Arena Sacrofuego. Chasca ocultó el querer apresurarse en el camino, tratando de pensar positivamente y confiando que Aether estaría allí.
Cuando se encontraban a metros de la entrada, observaron el desconcierto y confusión de los ciudadanos congregándose. Hablaban unos con otros, mientras una desesperada Paimon volaba a cada círculo de conversación.
– ¡MAVUIKA, CHASCA!; ¡GRACIAS A LOS ARCONTES LLEGARON! –. Una sollozante Paimon agitaba las manos mientras se acercaba volando a ambas.
– ¿Paimon?, ¿q-qué pasa?, ¿por qué no estás con Aether? –. Chasca estaba genuinamente preocupada, mientras la veía llorar delante de sus ojos.
– ¡Aether escapó!, ¡Paimon no lo encuentra por ningún lado!...P-Paimon se tomó una pequeña siesta con él después de desayunar, ¡pero ya no estaba cuando volví a despertar! –.
– Cálmate, Paimon. Dinos si tienes alguna pista de a dónde pudo haber ido, no debe haberse ido de Natlan –. Mavuika consoló a la albina, poniendo una mano cuidadosamente sobre su cabeza, hablando de forma suave.
Paimon siguió llorando en silencio y negaba varias veces.
– No...Paimon trató de pedirle ayuda al Gremio y a los que estaban aquí. Aunque también Paimon fue en busca de más ayuda, ustedes tardaron en regresar y no sé nada de Aether –. Mavuika le dió un abrazo luego de verla romperse a llorar, Chasca estaba en silencio, volteando a ambos lados esperando que su figura se divisara en algún sitio.
Poco a poco estaba sintiéndose con una presión sofocante en el pecho, respirando aceleradamente.
– ¡Chuuuu! –.
– ¡Chuuuuuu! –.
– Esas voces... –. Chasca levantó la vista al cielo, poniéndose una mano en la frente y cubrirse del sol cegador, vió a dos cuqusaurios viniendo bastante rápido.
Coya y Chimpu habían venido a ver si Chasca regresó del trabajo, encontrándose con la desesperada y angustiada Paimon. Ellas entendieron lo que estaba ocurriendo, ofreciéndose a buscar por las demás partes de Natlan.
Las dos familiares de Chasca regresaron, estuvieron chillando durante la conversación con Chasca, antes de que girara hacia Mavuika y Paimon para explicarles.
– Aether se dirige a la zona de los Vástagos del Eco, cerca de la frontera con Sumeru.
Dicen que allí había un hombre de cabello azul y máscara en el rostro esperando...¡tengo que ir! –.
Chasca invocó la escopeta para subirse, sin tiempo que perder.
– ¡E-ES DOTTORE! –. Paimon saltó bastante aterrorizada.
Mavuika bajó el rostro, soltando un chasquido de sus labios.
– Yo debo dejar a estos tipos en el calabozo, pero prometo estar allí lo más rápido que pueda. Tengan cuidado, no sabemos lo que esté tramando –. Mavuika decidió irse seriamente para terminar su parte, confiando que Chasca no fuera con la cabeza descontrolada.
Paimon estaba indecisa, ya que no quería quedarse mientras Aether estaba cruzándose con alguien peligroso que ya conocían bien.
– Esto va a ser peligroso, por favor Paimon...espera a Mavuika. Yo iré bien acompañada en caso de emergencia –. Coya y Chimpu decidieron ayudar a su hija una vez más, para que no perdiera al amor de su vida ante el conflicto de emociones que tenía por dentro.
Incluso si Paimon conocía a Dottore, no tenía nada que hacer allí a diferencia de Chasca. Los ojos azules de la pelirroja suplicaban que confiara la vida de Aether en sus manos.
Había logrado convencer a Paimon, sin importar que toda la paciencia estuviera yéndose de sabático por el deseo de correr hacia donde Aether se dirigía.
"No voy a llegar tarde, te lo juro por Chuychú y porque te necesito".
Activó la bendición noctámbula, para comenzar un sprint en el cielo mientras el sol seguía descendiendo en el atardecer cada vez más cubierto, igual que el tiempo que le quedaba para evitar un posible desastre.
•
La dirección recibida en la nota dejada en la posada, lo terminó llevando hasta el comienzo de Natlan, donde se conectaba a la frontera del desierto de Sumeru.
Justo aceptando las condiciones que declaraba la carta.
Un poco de arena soplaba en el aire, mientras los pasos de Aether chapotean pequeños charcos de agua. Al fin, pudo ver a quien tanto odiaba y repulsión le generaba dentro de su enemistad con los Fatuis.
De todos los que había conocido, Dottore se convirtió en un verdadero dolor y estrés cuando se cruzaba en medio de sus viajes.
Los ojos dorados del chico relucían con una cara visiblemente cabreada, tenía la mira puesta en un punto de cabello azul celeste con los hombros relajados.
Traje de científico, máscara gigantesca en el rostro, cabello azul ondulado, una sonrisa enorme y un aspecto intimidante para parecer un simple humano que es el segundo en la organización de los Heraldos de Snezhnaya.
– No sabes lo mucho que me alegra verte de nuevo...viejo amigo –.
Alzando los brazos y fingiendo una emoción que no fuese diversión, el hombre sonreía.
– Ni en mil vidas seremos amigos, nunca pienso aliarme con alguien como tú –. El viajero apretaba el mango de su espada, sintiendo el elemento pyro acumulándose como remolino en su interior.
El odio hacia Dottore era demasiado, por lo ocurrido en Sumeru y Inazuma, sumando las atrocidades que estaba haciendo a escondidas en Natlan.
Las horas tuvieron un calor intenso, trayendo una carga de nubes grises con rayos apareciendo en cuestión de segundos que cubrieron todo el protagonismo del sol.
– ¿Qué haces aquí? –.
– Bueno, vine a dejar mis condolencias a nuestro compañero, el viejo Capitano –. El hombre mostró una descarada carcajada, totalmente opuesto a la expresión sombría y fría del rubio callado.
– Escúchame bien...si Mavuika estuviera aquí, habrías desaparecido de la faz de Teyvat. Te estoy dando la oportunidad de que te largues, antes de que acabes con mi paciencia –. Apuntando hacia el frente, un rayo iluminó la figura del viajero mientras su espada brillaba.
– ¿Por qué te crees capaz de acabar conmigo?, si le hubieras hecho un rasguño a la Sota, me lo creería...jajaja –.
Tomándoselo como un chiste, la risa de Dottore resonaba con demasiada tranquilidad que le hervía la sangre al viajero.
La lluvia empapó a ambos, sin inmutarse en absoluto a pesar de las condiciones tan oscuras y complicadas. El viento llegaba con mucha fuerza, mientras el cielo se iluminaba de vez en cuando con luces relampagueantes.
– De verdad, ha sido agradable que tomarás unos minutos de tu tiempo para despedirte. Ya tengo todo lo que vine buscando de esta nación... –.
– En serio...¿dejaste a su suerte a tus lacayos solo para tener un momento a solas conmigo? –.
Aether todavía seguía conociendo las facetas más desconocidas y oscuras de aquel hombre, provocándole más ganas de golpearlo.
– Si no lo hacías, me hubiese gustado saber si el grupo que va a detenerlos habría escapado de los ataques de la Munición Fragmentaria –. Dottore le asestó un golpe emocional y de preocupación a Aether, quien solo podía pensar en todos los involucrados en la operación de Ochkanatlan, especialmente a Chasca.
Él siguió luego de sonreír ante la flaqueza que mostraba el rubio.
– Sabes, después de mi último acuerdo con la reina menor Kussanali, he estado bastante aburrido y sin experimentos interesantes. Mientras tú estabas en Fontaine, he pasado dos años recogiendo tanta información y material para mis experimentos en este lugar...como para no adorar a estos interesantes y adorables animalitos –.
Si ya había hecho atrocidades con humanos, Aether no quería imaginar que es capaz de hacer con los pobres saurios que cayeran en sus garras.
– Ahora, me gustaría un nuevo juguete para mis experimentos –. Estiró la mano hacia el frente, donde Aether estaba parado.
– No, vete –. Aether dió varios pasos, estirando la espada al frente para que se fuera de Natlan.
– ¿Recuerdas la munición fragmentaria? –. Dottore tenía una sonrisa enorme, esperando el momento para reír a carcajadas.
El viajero desconfiado, respondió sin moverse.
– Como para no olvidarlo –.
– Noquear a los saurios para poder encerrarlos en las celdas fue bastante sencillo. Incluso si los animales no querían colaborar, bueno...necesitaba que estuvieran quietos en sus jaulas –.
Dottore dió pasos al costado, revelando un artefacto extraño puesto en el suelo.
Él miró a su lado el dispositivo que estaba encendiéndose con una luz roja destellante.
– Fue entonces cuando se me ocurrió la brillante idea, de mejorar la Munición Fragmentaria, para que sea efectiva contra saurios y contra humanos –.
La risa se escapó de entre sus palabras de regocijo, mientras el dispositivo comenzaba a detectar la presencia del viajero.
El sensor lo apuntó como su objetivo, lentamente había comenzando a cargarse con un pitido que aumentaba a cada segundo. No sabía de qué se trataba el juego traído por el heraldo, pero su único objetivo que lo trajo hasta aquí fue para largarlo de Natlan.
Sin embargo, parecía que el hombre quería seguir burlándose o tomarse este momento para hablar. Algo que Aether no quería en lo más mínimo.
Tampoco le interesaba averiguar que iba a hacer ese dispositivo al lado de Dottore.
– ¿No quieres irte?, déjame ayudarte a darte un empujón hasta Snezhnaya... –.
Activó el elemento Pyro y avanzó en cuestión de varias zancadas hasta donde estaba parado.
– Oh...no debiste haber hecho eso –. El hombre de cabello azul volvió a sonreír, negando bastante decepcionado por dentro, ya que Aether había aceptado ser el conejo de su invento mejorado.
El pequeño dispositivo móvil de Dottore chilló en el aire después de silbar por un minuto, Aether saltó directamente para tratar de atacar a Dottore con su espada. Las aberturas del dispositivo dispararon al unísono, muchos puntos destellantes ocasionaron un fuerte estruendo nada más salir, como una ráfaga de perdigones.
Aether cayó detrás de Dottore, soltando la espada mientras se agachaba y se tomaba el estómago con ambas manos.
El dispositivo de Dottore echó humo, luego de haberse activado y disparar de forma guiada las balas.
El viajero no pudo seguir agachado, cayendo mientras buscaba tomar oxígeno con bocanadas de aire. Su estómago tenía muchas aberturas que lo trasparon, como si le hubieran disparado mil veces con algo más doloroso que el elemento Pyro.
El rubio abría y cerraba los ojos rápidamente, temblaba por la falta de oxígeno mientras su sangre manchaba sus manos tomándose el estómago. Se escucharon débiles pasos mirándolo desde arriba, la sombra del hombre estaba allí y se escuchó una carcajada llena de clamor.
– ¡FUNCIONÓ! ¡JAJAJA!...solo tengo que bajarle un poco la potencia y la cantidad de balas guiadas que emplearé al instante. Realmente el flogisto te puede matar si lo utilizas en exceso –. Dottore siguió riendo ante la agonía y el pánico de Aether, temblando en sus jadeos.
Lo había engañado como quería, dejándose llevar por las emociones y el descontrol de su pecho.
Él apretó los dientes, jadeando y totalmente cada vez más débil ante el heraldo.
– Yo mismo te lo dije, si no te hubieras acercado...como mucho te habría dejado inconsciente. Pero bueno, a veces para encontrar la perfección...se deben cometer pequeños fallos durante el proceso –. Dottore terminó agarrando su dispositivo con ayuda de un grupo de Fatuis que lo esperaban para volver a Sumeru.
– Lo siento, pero me tengo que ir. No sé si haya un próximo encuentro entre nosotros...si no se apresuran, tal vez seré el último rostro familiar que verás en esta vida, jaja –.
Aether lloró de rabia mientras Dottore le hacía un gesto de despedida con la mano y reía una última vez, escuchándolo irse lentamente en silencio.
Aether comenzó a toser, viendo como escupía sangre y cada vez estaba perdiendo más.
Simplemente no dijo nada, prefería morir solo y sintiéndose bastante idiota. No le quedaba nada por hacer, sus esfuerzos eran inútiles y usar un elemento ahora solo sería matarse más rápido.
"Lo siento, Chasca...no sé porque te preocupaste realmente por alguien tan tonto como yo". Él sollozó débilmente, sin abrir los labios y cerrando los ojos.
El tiempo transcurría lentamente, mientras trataba de aferrarse a su vida, Jadeando cada vez más seco y bajo. La mirada perdida, sus ojos se volvían más ásperos y perdiendo el color que lo caracterizaba después de llorar un momento, mientras el charco de sangre con la lluvia empapaban del frío que provocaban poco a poco una visión nublada a Aether.
– Jeje. Parece que el héroe de Natlan no puede durar una ráfaga de la Munición Fragmentaria –.
– Si...no necesitamos a ese científico loco de los Fatui. Sin este tipo tocándonos los huevos, ahora nadie va a preocuparse por cazadores o traficantes –.
Aether luchaba más por su vida abandonándolo, que por los buitres rodeándolo después de caer en la trampa de Dottore.
Su espada fue tomada por un cazador, alzándola al cielo mientras reía a carcajadas.
– Jojojo...¿esta preciosura a cuánto se venderá? –.
– Me pregunto si este chico en general tendrá un precio especial por haberlo matado. Estoy seguro que en otra nación nos darían una fortuna si les damos su cabeza como trofeo, ¡jajaja! –. Un traficante usando la fuerza de su zapato, volteó al chico moribundo para que estuviera boca arriba, apoyando el pie sobre el estómago ensangrentado y poniendo una sonrisa de victoria.
Aether intentó tomar aire, pero ya era inútil. Solo se agarraba por voluntad a no perder la conciencia.
– ¡Hay que lootearlo, quitémosle hasta los zapatos! –.
Luego de que propusieran esa idea, los criminales lo rodearon para tratar de arrebatarle cualquier cosa que tenía encima.
En medio de las risas y las riñas por discutir quien se quedaría con las pertenencias del rubio, una mujer acompañada con dos cuqusaurios estaban paradas en silencio.
La lluvia volvía a caer de forma ensordecedora, el viento había aumentando aún más hasta casi echar a volar los árboles cercanos.
La expresión en los ojos de aquella chica pelirroja no se podían ver, debido a que el cabello ocultaba el sentimiento oculto en su interior.
Sin dar una tregua o reacción, el grupo de criminales fue atravesado por una escopeta voladora que los alejó de sus intenciones, mandándolos a volar lejos del cuerpo de Aether.
El miedo incrementó dentro de ellos cuando pudieron ver de quién se trataba y lo que estaba escondiendo en sus ojos silenciosos.
No había nada, solo una persona llevada por el dolor.
Se agachó y puso la mano sobre el pecho de Aether, además de tratar de sentir sus respiraciones.
Aún seguía peleando, fue suficiente para que pudiera evitar descontrolarse enfrente de su familia.
Sea quien sea que haya sido, no iba a dejar pasar tan fácilmente esto. Mucho más ante la gravedad en la que se encontraba Aether.
De un agarrón, levantó a uno de los tipos repentinamente y lo alzó con todas sus fuerzas mientras estaba obligándolo a ver el abismo dentro de sus ojos, mientras la lluvia arreciaba como nunca.
– Si él no sobrevive...juro que a todos ustedes...¡VOY A VOLARLES LA CABEZA! –. El hombre estaba llorando y temblando después que lo tiró al suelo, nadie imaginó esa mirada en los ojos de la reconocida pacificadora.
Todos quedaron pálidos y estáticos. Chasca debía llevarse a Aether, pero no sin antes noquear en cuestión de segundos a todos los criminales.
En unos minutos llegaría un pelotón desde los Vástagos del Eco a comprobar que no hubiera pasado nada, mientras Coya y Chimpu le prometían a su hija que estarían vigilando de esos criminales para ser llevados a prisión.
Jamás había ido tan rápido cuando estaba volando de regreso a la Arena Sacrofuego, mirando en varias ocasiones al chico que estaba en sus brazos. Aether abrió los ojos, sin fuerzas, pero realmente incrédulo de encontrarse con ella, aún no sabía cuánto había pasado y cuánto le quedaba.
– Resiste, por favor...ya vamos a llegar... –.
Había mucha desesperación en la voz que se estaba haciendo eco para el rubio, quería despreocuparla y tranquilizarla. En cualquier momento podía romperse si no pudiera ver nuevamente esos ojos dorados con vida.
Ahora que estaba frío y apagado, Chasca jamás se había sentido tan llena de angustia. No quería ver la historia de Chuychú repetirse, no quería que los esfuerzos de todos sean en vano y que Aether recibiera este trato tan horrible por lo que hizo por ella, por Natlan y por toda Teyvat.
– Aether, yo siempre voy a estar contigo. ¡No importa si tratas de alejarte de mí, no importa si creas que esto es tu culpa!...¡te am–.
Chasca se estaba desgarrando en llanto a medida que hablaba, pero la conciencia de Aether se soltó del dolor que estaba atravesando sin parar.
•
– ¡¿Pero va a estar bien?!, ¡todavía no reacciona! –.
– ¡Ya no podemos hacer más, Chasca!...por favor...solo tenemos que esperar y confiar en sus voluntades de vivir –. El hombre hablaba entre sollozos ante la desesperación palpable, de la voz de su hija.
Lo que vieron sus ojos con mucha dificultad, es una noche tendida de estrellas y murmullos que parecían estar expectantes sobre él.
Chasca cayó de rodillas cuando lo vió despertar. Ellos se miraron en silencio, mientras lo tomaba de su mano y Aether abría ligeramente los labios de incredulidad.
Una sonrisa de esperanza iluminó los ojos azules de Chasca, sus lágrimas brillaron tan intensamente al igual que las estrellas, mientras volvía a ver brillo en los iris dorados de Aether.
– ¿Cómo te sientes? –. Susurró con un nudo en la garganta, mientras los labios temblaban a punto de llorar.
Aether miró nervioso hacia los lados, en silencio un momento.
– Vivo, creo que eso es lo importante ahora mismo –. Él respondió sonriendo de mucha alegría, haciendo que la chica riera en medio de sus pequeños llantos convertidos en alegría.
Luego de que escucharon la respuesta de Aether, todos soltaron suspiros de alivio y vitorearon con alta euforia.
Chasca poco a poco se acostó a su lado, sin quitarle el espacio sobre la cama donde estaba recuperándose.
El viajero se puso de lado, quedando pocos metros entre sus rostros, ella se acercó hasta chocar narices.
– Eres un verdadero idiota... –.
– No me lo repitas, por favor...jeje –.
Ver los ojos de Aether brillando nuevamente, escuchándolo reírse con verdadero sentimiento, era mucho mejor que una noche entera observando las estrellas para Chasca.
Un poco sonrojado, él quería saber algo ya con los ánimos más calmados.
– ¿Por qué yo?, sabes a qué me refiero...lo que pasó con Chuychú, todas mis tonterías que he hecho para tratar de compensar algo imposible de devolver. No puedo aceptar que todo esto no fue mi culpa –.
La mirada nerviosa por los ojos desviados a todos lados del chico, era algo muy tierno que la tenía sonriendo, a la vez de soltar un suspiro por escuchar sus dudas.
– No tienes que devolverme nada, yo todo este tiempo quería decirte algo y ahora sé lo que estaba tratando de darte...voy a estar contigo el tiempo necesario para que dejes de sentirte culpable. Y espero que con esto...entiendas porque debes ser tú, para mí –.
Aunque Chasca jamás besó a alguien, ni mucho menos tuvo un momento para pararse a buscar alguna referencia, lo dió todo al momento. Tratando de generar un sentimiento de tranquilidad y amor, ella disfrutó poder tocar sus labios entre los suyos.
Mientras le ponía la mano sobre su cabello dorado, Aether quedó parpadeando al comienzo, pero la respuesta fue muy convincente y con una felicidad tan pacífica en sus ojos. Por lo que lentamente se dejó llevar al cerrar los ojos, continuando el intercambio de sentimientos como si estuvieran emprendiendo un viaje juntos en el cielo.
La sonrisa tonta de sus labios delataba como sintió la forma tan particular de Chasca para expresar sus sentimientos.
– Espero que puedas dejarme estar contigo, y formar un nido juntos –.
El rubio parpadeó inocentemente por unos segundos, antes de preguntar arqueando la ceja inocentemente.
– ¿Formar un nido?, ¿cómo los cuqusaurios? –. La mueca de incredulidad tomó desprevenida a la pacificadora, quien se sonrojó.
– ¡M-Me refiero a un nido de confianza, cariño, cercanía, seguridad!...no en sentido literal –.
Ya había tenido esta conversación con Cusco en la misma mañana, pero ahora estaba más avergonzada al momento de que Aether lo malinterpretó.
– ¡Jajaja!, está bien...entonces me encantaría poder formar ese nido contigo. Juntos –.
Chasca solo se quedó en silencio, escuchando la risa del rubio con una sonrisa embobada.
– Ay, mira que particulares son las confesiones de amor en la tribu Plumaflora, eh –.
Cuando el murmulló de Mavuika a lo lejos llegó a oídos de Chasca, esta tembló ligeramente y se tapó la cara con ambas manos. Si hasta la Arconte había llegado a escuchar lo que estuvo diciendo, probablemente toda Natlan le haría alguna burla al respecto.
Pero eso no importa, ahora que podía sentirse completa después de haberse integrado a la tribu y a los humanos. Su corazón finalmente había encontrado la tranquilidad con la presencia de Aether en la tribu.
•
Mientras volaban lado a lado, la pelirroja giró de casualidad hacia su nuevo compañero de vida. Incluso para haberse convertido en cuqusaurio y ponerse a volar, tenía sus expresiones humanas bastante evidentes a flote.
– ¿Está todo bien?, te dije que hay espacio para uno más. No eres pesado para ir volando los dos juntos –. Insistiendo en el tema, antes de ponerse a volar desde la tribu, le señaló con la mano si todavía quería subirse junto a ella.
El cuqusaurio con pequeños mechones de cabello dorado en la cresta abrió los ojos.
– ¡Chuuuuu!, chuu...chu
(¡No, no es eso!...simplemente...estoy nervioso) –. Bajo los ojos hacia abajo mientras seguían acercándose al punto de reunión familiar.
Si, Aether tendría el primer encuentro organizado con los padres de Chasca, ya como compañero y pareja de la Pacificadora de la tribu Plumaflora.
La chica solo mostró una sonrisa cómica, incrédula de que estuviera así.
– Vamos Aether, si Chimpu y Coya fueron precisamente las que más me apoyaron para acercarme a tí. Van a estar más que felices de escuchar la noticia –. Si pudiera, le acariciaría solo para tranquilizarlo, ahora tocaba darle esas palabras que puedan llegar a su corazón.
Acababan ya de recibir el visto bueno de Cusco, incluso de su madre humana que estaba más que impactada por la noticia de la identidad del chico que flechó a su hija.
– Chuu, chuuuu. Chuuu
(No sé, Chasca. Me voy a poner muy tenso cuando me pidan que siempre esté cuidándote y sea fiel. Después de lo que pasó hace unas semanas) –. El peso de los sucesos que por poco le cuestan la vida, resonaron en sus palabras pesadamente.
– En todo caso, creo que yo tendría que ponerte más ojo a tí...solo para asegurarme de que siempre estés bien. Si quiero protegerte, entonces yo también debo cuidarme –. Aether la miró, en el fondo sonreía ante la afirmación que ella revelaba. Después de todo, ambos aprendieron la lección.
En el amor, todas las promesas, cariño y muestras de afecto siempre pasaban por cuidarse los unos a los otros.
Él no lo había experimentado, hasta que Chasca comenzó a preocuparse y lo salvó en aquella ocasión, revelando sus sentimientos de la forma que solo ella podría hacerlo.
Ahora, ambos se acurrucaban en un nido de amor que querían construir juntos y hacerlo lo más perfecto posible.
Tanto Chasca, como Aether, estaban cómodos de estar juntos en un nido de amor en todos los sentidos.
– Por supuesto que voy a explicarles porque debo estar contigo. En caso de que perciba alguna duda de ellas, pero por favor sé más optimista...como siempre has sido en este viaje, a pesar de todo –.
Aether asintió levemente, esta vez los dos tenían un nivel de nervios más bajo, que podían compartir entre sí.
Ya en la isla, Chasca se bajó a tomar el rostro de su chico convertido en cuqusaurio.
"De todas formas, pase lo que pase...no te soltaré ni dejaré que te tiren del nido". Ella amaba al chico, tanto como para defenderlo de su propia familia.
Ella le dió un beso en el pico, causándole un gemido de vergüenza y timidez al propio Aether en su forma de cuqusaurio aleteando embobado. Chasca estalló de risa, siendo una afortunada de vivir un momento así que no quería olvidar.
Afortunadamente, el recibimiento fue lleno de orgullo para Chasca y felicitaciones hacia los dos. La chica de cabello rojo nunca se había sentido tan bien, hasta este día, reunida con la familia que le dió alas para pelear y acercarse hacia otros de su especie; ahora también tenía una conexión especial con una familia humana que equilibraba la balanza, con su padre Cusco, el recuerdo de Chuychú, junto a la comodidad que sentía en su corazón al lado de Aether.
La reunión fue más que todo para conversar, conocer los planes y las historias que tenían. Aether encontró su comodidad bastante rápido, para la alegría de Chasca.
El final de esta historia entre ellos, había comenzado el inicio de una familia que unía tanto a saurios como humanos.
Todos estaban más que felices por Chasca, y recibieron calurosamente con alegría a Aether. A quien esperaban que pudiera adaptarse y encontrarse cómodo con ella, deseándoles una vida feliz de enamorados.
– Chuu, chuuuu...¿chu?
(Bueno, creo que ahora sí es un buen momento al ser oficial su amor...¿ya le has dicho cuándo se van a casar y hacer crecer la familia?) –.
– ¡MAMÁ, POR FAVOR! –. Chasca chilló tan roja en el rostro como su cabello al entender a Chimpu, poniéndose a sacudir los brazos para que no siguiera.
Aether miró el intercambio sin saber qué estaban diciendo, ya que al no estar transformado en saurio, no entendía normalmente que decía Chimpu o Coya.
Chasca agradeció que estuviera como humano ahora, porque no podría afrontar esa conversación tan temprano con él.
–T-Todavía es muy pronto, ¿ok?...danos tiempo...pero pasará –. Ella respondió hasta terminar con un murmullo en la última frase, escondiendo el rostro al bajarse el sombrero y no ver al viajero.
