Capítulo 11: No se forja el hierro sin pasar por el fuego.

Scarlet se acomodó en la acojinada silla del consultorio de Diamond. Miró a todos lados, aquello más que un consultorio era un aula abandonada que Blue le había dejado acomodar a modo de consultorio alterno. Sin embargo, a Scarlet no le molestaba los muebles desgastados, los dibujos pegados simulando ser posters, o la ventana que daba al edificio de al lado, lo que le molestaba era que no sabía que estaba haciendo ahí, con un Diamond que le miraba con una calma que le exasperaba.

—¿No piensas decir algo? —preguntó Scarlet, molesta.

Diamond lanzó una sonrisa calmada, acomodándose en su asiento.

—Bueno, en la terapia tú eres la protagonista, Scarlet. ¿Algo que quieras contarme?

Scarlet bufó, molesta. En esos momentos sentía que había sido una mala idea pedirle una cita a Diamond. Lo había pedido en un momento de debilidad, luego de tener algunas pesadillas que, si era honesta, le hacían sentir un escalofrío cada que as recordaba. ¿Realmente necesitaba la terapia? ¿Realmente estaba tan mal?

—Nada relevante, supongo que Berlitz te cuenta lo que hago —Scarlet se cruzó de brazos.

—Hmm, la verdad es que Platinum no me cuenta mucho de sus compañeras, al menos cosas que no la involucre a ella —admitió con una pequeña sonrisa—. No quiero aburrirte con los detalles, ya debes saber que este es un lugar seguro, así que puedes contarme lo que quieras para comenzar, puedes hacerlo cuando estés lista.

Scarlet se molestó por esas palabras. Lo sentía como una pérdida de tiempo, aun cuando ella lo había pedido. Sin embargo, ya estaba ahí, no importaba lo que pensaba de la terapia, si quería que funcionara, debía forzarse a colaborar.

—¿Qué es lo que quieres que te cuente?

—Lo que tú quieras decirme —dijo Diamond—. ¿Qué tal como han estado los últimos días desde que despertaste?

Scarlet suspiró, pensando en que contarle y que no.

—Violet ha estado más atento de lo que me gustaría —admitió—. Es una molestia que se preocupe tanto cuando se desvía de lo importante, igual que Tate y Berlitz.

Diamond asintió con levedad, cruzándose de brazos. Scarlet arqueó una ceja ante aquello, preguntándole si es que acaso no pensaba decir algo, de alguna forma le molestaba no recibir una conversación de vuelta

—Bueno, ¿No quieres agregar algo más?

—¿Algo más como qué? Simplemente es eso, es molesto que me pregunten a cada rato como es que estoy. De Berlitz y Tate lo entiendo, pero Violet me ha visto en peores situaciones en Paldea, y aun así sigue jodiendo.

—¿Por qué crees que te molesta tanto que se preocupen por ti? —Diamond finalmente decidió hablar, aunque para Scarlet aquella pregunta era estúpida.

—Por qué no se concentran en lo importante, tenemos a un asesino mecánico suelto, dos Pokémon legendarios que no tardarán en hacer destrozos, y a ellos parece preocuparles más mi estado físico, no tienen bien claras las prioridades.

Diamond asintió, tomando unos segundos antes de responder.

—¿Crees que para ellos eres más importante?

—Eso es obvio, y me molesta. Yo estoy bien, siempre estoy bien, lo que importa es detener a Metalux y a los compatrones —Scarlet habló de una forma bastante segura, tal vez demasiado. Aunque Diamond no dijo nada, Scarlet sintió la necesidad de seguir con su monólogo—. Violet siempre ha sido así de por sí, más con… la muerte de Nemona —decir ese nombre se sintió como tragar algo amargo—. Ha sido un paranoico desde entonces, pensando que puede repetirse cuando sabe que no es así, solo fue eso, un mal cálculo.

—¿Un mal cálculo? ¿Cómo es eso?

—Subestimé el poder de las leyendas funestas, ¿De acuerdo? —el tono de Scarlet reflejaba gran molestia— Nemona siempre había sido una gran entrenadora, mejor que muchos, y pensé que ella podría encargarse sin problemas de ellos, hasta que… —Scarlet tragó saliva, de pronto sintió una fuerte punzada en su pecho, una pequeña yaga que le hizo retraerse en el sillón— Murió.

—Nemona era importante para ti, ¿No?

Scarlet se tomó su tiempo para responder, cerrando los ojos para mantener bajo control su estado.

—Era una aliada valiosa.

—¿Solo eso? ¿Una simple aliada valiosa?

—Esto se está volviendo molesto, Diamond, lo haces parecer como si fuera algo malo.

—Lo siento, no es mi intención, solo estoy preguntando, nada más —admitió Diamond, mirando a Scarlet directamente a los ojos—. No estoy aquí para juzgar nada de lo que me dices, solo escucho.

Scarlet bufó, esa solemnidad la odiaba demasiado.

—Es molesto solo exponerme sin recibir una respuesta —admitió, para después lanzar un suspiro. El silencio le permitió, para su desgracia, recordarla.

—Nemona se pegó como a mi como un Joltik, incluso antes que Violet, Arven y Penny, era muy molesta, siempre queriendo combatir, pero era sin duda una entrenadora muy capaz… y sin embargo murió, murió por un mal cálculo… —Scarlet se quedó en silencio por otros segundos, procesando las emociones que querían desbordarse de su boca— Ese es el problema con las relaciones humanas, te vuelven vulnerable, te hacen cometer errores.

Diamond asintió, esperando a que Scarlet terminara su monólogo. Cuando lo hizo, el chico anotó algunas cosas en su libreta y habló.

—¿Por eso no consideras a Violet, y a los demás, amigos?

—Nunca dije eso —rectificó Scarlet.

—¿Entonces lo son?

Era irónico que aquello le hiciera apretar los dientes, molesta. Pensó de inmediato en ellos, si estaba segura que no los veía como tal, ¿por qué no podía decirlo?

—Schilly es una chica molesta y que te asfixia con su positividad, Platinum tiene esa maldita manía de actuar como mi madre, Arven suele ser más dependiente emocionalmente de lo que quiere aceptar, Penny es lo suficientemente retraída para agradarme, Violet es un manojo de hiperactividad incontrolable, y Ruby solo es demasiado entrometido para no meterse en problemas… —cuando terminó de hablar de ellos no pudo evitar sentir una sensación extraña en su cuerpo. Había descrito a las personas que le importaban en forma de queja, un reclamo acallado, sin embargo, cuando se preguntaba si eran sus amigos, no obtuvo una respuesta, ninguna la satisfacía— Ellos son… ¿ellos?

—¿Como ellos?

—Tú sabes, están ahí, molestando gran parte del tiempo y… —Scarlet suspiró, molesta— ¿Vez? a esto me refiero con que las relaciones humanas son molestas, te debilitan y te vuelven incapaz de saber de ti misma, algunas veces prefieres estar sola, es más simple.

—Supongo que sí, al no lidiar con más personas tienes un completo control y ningún punto débil, sin embargo, es una vida bastante solitaria —dijo Diamond con un tono reflexivo.

—No es como si me molestara la soledad, he estado toda mi vida sola —respondió Scarlet, cruzándose de brazos y mirando hacia otro lado.

—¿Y eso es lo que realmente quieres? ¿Una vida solitaria es lo que más te gustaría tener?

De todas, estas fueron las preguntas que más parecieron hacer mella en su mente interna. Siempre había estado sola, en realidad el estar rodeada de gente era algo nuevo para ella, algo a lo que todavía no se terminaba de acostumbrar. Contempló la idea de estar sola, de qué pasaría si Violet, Platinum y Schilly no estuvieran ahí, si hubiera tenido que pasar todo lo que pasó en completa soledad. Su mente le dijo que, de haberlo estado, todo sería diferente, más simple y menos problemático. Lo sabía, y sin embargo, no podía dejar de sentir un vacío en el pecho al contemplar la posibilidad.

—Violet no sobreviviría más de dos semanas sin mí —fue su única respuesta, cosa que hizo que Diamond anotara algo en su libreta, aquello pareció molestarla, recargándose en el sillón—. Siempre he estado sola, desde que era niña, y si así he de terminar, que así sea.

—Bueno, no tiene que terminar así —dijo Diamond, había llegado la hora de que hablara—. La verdad es que, es cierto, abrirte te expone, te hace vulnerable, pero también te hace más fuerte, Scarlet. Y en todo lo que me has dicho, siento que ocultas una profunda debilidad que enmascaras con apatía y frialdad.

—Yo no ocultó mis debilidades, Diamond, las supero —dijo Scarlet, con una mirada fría y un tono frío.

—Y aun así no pudiste responder qué le temes a la soledad, ¿no es así?

Scarlet se quedó sin palabras una vez más, con su garganta titubeando sobre qué responderle al chico de Sinnoh. Sentía una profunda opresión en el pecho que le impedía responder lo que quería decir: que le daba absolutamente igual. Scarlet suspiró, cerró los ojos y le huyó a la mirada, molesta.

—Pensé que el psicoanálisis iría después de la tercera sesión.

—Jeje, bueno, no soy bueno con el psicoanálisis la verdad —respondió Diamond con un tono amigable, rascándose la sien—. El objetivo de la terapia es que descubras tus propias emociones, tus miedos, tus patrones de conducta, yo solo soy una guía, es como en la cocina, velo como que tú eres la chef y yo soy el sujeto que te da los instrumentos, ingredientes, te avisa si le falta sal o si está a punto de quemarse tu comida, esas cosas.

—Suena a que solo te pagan por escuchar mis problemas —respondió Scarlet, cruzándose de brazos.

—Bueno, la verdad es que no me pagan.

La risa de Diamond hizo que Scarlet alcanzará reír un poco también. Por un momento pensó que Diamond usaba su singularidad para volverla más abierta, sin embargo, el ver su mano en todo momento le hizo descartar la idea de inmediato. Había algo en su voz, en su forma de hablar que te hacía bajar la guardia con solo charlar y hacerte preguntas. Eso le molestaba, más por qué sentía que en cualquier momento sacaría algunas de las cosas que no quería sacar, limitándose a ser más corto en sus respuestas, o simplemente responder de manera simple, al menos hasta que la sesión terminó.

—Gracias por la sesión, fue muy "productiva" —dijo Scarlet de manera sarcástica.

—Bueno, es un proceso —admitió Diamond con una sonrisa, levantándose del asiento—. Es un paso a la vez, Scarlet, si crees que esto te sirvió, con gusto te veré en una semana.

Ahí estaba esa sonrisa de nuevo. Scarlet se cuestionó si realmente quería volver a otra sesión. Las preguntas le incomodaban, los análisis y discursos también, en especial la maldita sensación de detener una turba de emociones que no quería dejar salir. Mientras avanzaba, se preguntó que sentía en realidad, si aquello había servido como todo el mundo alegaba que funcionaba y, si era honesta, se sentía igual, como si aquella solo hubiera sido una hora desperdiciada en habladurías cursis que más que hacerla sentir aliviada, solo le dejaron más molesta. Tal vez aquella sería la primera y la última vez.

Mientras su mente seguía clavada en la terapia y todo lo que reveló a Diamond, su caminar le llegó a su segunda visita del día, el hospital. Había estado vacilando si visitar a Ruby, había algo en verlo conectado a esas máquinas que le hacían querer apartar la mirada, sin embargo, las palabras de Platinum resonaban lo suficiente en su cabeza como para ir a verlo, llevando un viejo gorro que se había dedicado a arreglar.

Aunque decidió hacerlo, el ver su pesada respiración a través de las máquinas que le mantenían con vida le hizo sentirse rara, un escalofrío recorriendo su cuerpo mientras más se acercaba a él y dejaba el pequeño gorro rojo en uno de los muebles de la habitación. Suspiró, tratando de soportar el ardor en los ojos.

—Ruby, hice tus pedidos, no tienes que preocuparte por ningún encargo, todo está en orden, demasiado en orden —admitió Scarlet, cruzándose de brazos—. Encontré este gorro el otro día, estaba algo desgastado y decidí arreglarlo.

El silencio fue la única respuesta que recibió, la chica hizo una mueca y sus dedos tamborileaban en las mantas de la cama. Se sentía incómoda, pero no podía irse, no podía permitirse el hacerlo.

—Te has perdido de mucha investigación, debería ponerte al día —dijo Scarlet, rascándose la barbilla—. Creo que tengo un plan para atrapar a Metalux, pero primero necesito la ayuda de Kieran… —hizo una pequeña pausa, mirando la calma inquietante de su amigo— Sé que lo que se siente estar en ese estado, la oscuridad misma, es reconfortante, pero es molesto que puedas escuchar a los demás como yo lo hacía, así que seguramente debes estar burlándote de que vaya a ayudar a Kieran.

No mentía, podía imaginarse perfectamente a Ruby con un rostro burlón luego de que le contara que estaría con Kieran. Y aunque le molestaba, prefería escuchar sus burlas que su silencio. Se cruzó de brazos, los recuerdos de su tiempo juntos eran molestos, recordándole lo obvio.

—Necesito que te recuperes, Ruby, ni a Violet le permito tantas vacaciones.

Scarlet se sentó un momento, en silencio, como si esperara que algo pasara, que las máquinas lanzaran alguna alerta, alguna señal de que Ruby estaría de vuelta, pero no, todo era un ruido constante que le irritaba. Le pesaba recordar las palabras de Ruby, las risas, las bromas y la solemnidad que, de cierto modo, ya las daba por sentado, y que ahora le faltaban.

Luego de varios minutos que parecieron horas, Scarlet volvió a hablar.

—Fui a terapia… supongo que eso te haría alegrarte, pero fue una completa pérdida de tiempo —Scarlet miró al piso, disgustada—. La psicología solo sirve para que un idiota que se cree más listo que tú te diga que hacer, que pensar, como sentirte… es irritante —la chica volvió a quedarse en silencio, procesando lo que estaba diciendo—. Siempre lo dije, la soledad es bastante gratificante, y el carecer de vínculos humanos también, solo veme ahora, hablando contigo y diciendo cosas que no le expresaría ni a Violet… Siempre estuve sola, nací sola y moriré sola, no veo problema en ello, no lo veo…

No, no lo veía. Incluso, pensaba que aquello no sería tan malo. Se levantó y miró a Ruby una última vez mientras una palabra comenzó a hacer eco en su mente.

—No soy una destructora, no soy una pesadilla, sin embargo… —sus manos se aferraron a los tubos de la camilla— Las personas a mi alrededor terminan lastimadas… el apego me vuelve débil y sin falta de control… y no me gusta eso, no lo quiero… tal vez si no me hubieras conocido, tú…

El crujir de la puerta le detuvo de su monólogo. Se dio la vuelta y encontró en el umbral de la puerta a una chica de pelo castaño y ojos azules que jamás había visto en su vida. Arqueó la ceja, confundida y a la defensiva al ver a esta nueva personas que, deseaba, que no la hubiera escuchado.

—¿Quién eres? —preguntó Scarlet con un tono amenazante.

La chica de inmediato frunció el ceño, sus ojos afilados clavados en los de Scarlet, como si estuvieran a punto de golpearse.

—Primero dime quién eres tú —preguntó la chica, molesta.

Ambas se miraron por unos segundos más, segundos repletos de tensión donde Scarlet trataba de dilucidar quién era aquella extraña de pelo castaño y heridas en el rostro y los brazos. Tenía una actitud tosca y agresiva, lo cual le hizo sentirse un poco reconfortante si era honesta, pero no podía darse el lujo de bajar la guardia con la vida de Ruby en juego.

—No lo repetiré una vez más —Scarlet dio un paso hacia adelante, levantando la frente—. ¿Quién eres?

Scarlet notó como la chica se irguió más, apretando su puño. Esperaba en cualquier momento el golpe, ideando la forma de sacarla de ahí. La miró a sus ojos, ojos repletos de rabia que solo esperaban estallar, como los suyos algunas veces. Sin embargo, cuando pensó que la violencia sería inevitable, la chica volteó a ver a Ruby y su rostro pareció ablandarse demasiado, lanzando un suspiró.

—Soy… una vieja amiga suya…

¿Vieja amiga? Scarlet repasó sus recuerdos, recordando de inmediato a una persona.

—¿Eres Sapphire Birch?

Aunque Sapphire pareció sorprenderse porque supiera su nombre, esta asintió con lentitud mientras se acercaba a Ruby. Scarlet no pudo negar lo que él le había dicho; ambas tenían algo de parecido.

—Acabo de llegar hace unos días a Noroteo… ¿cómo está? —dijo, parándose a un lado de su cama.

—Estable —respondió de manera fría, una vez que supo quién era, aquello le parecía algo incómodo, deseaba salir de ahí. Lanzó un suspiro de molestia, la visita inesperada le había arruinado el día, ya tendría oportunidad de volver. Sin embargo, había algo en su cabeza que le hizo quedarse un poco más, indagar sobre el asunto.

—Tenía entedido que tú y Ruby estaban distanciados —dijo Scarlet, cruzándose de brazos.

Sapphire arqueó la ceja, sorprendida de que Scarlet decidiera hablarle.

—Es una historia demasiado larga para contársela a alguien como… —Sapphire tragó saliva, rectificando— Perdona, ¿quién me dijiste que eres?

—Scarlet, Scarlet Koito, compañera de Ruby en el taller de costura.

—Oh, ¿siempre si hizo su taller de costura? Siempre pensé que sería un sueño irrealizable —dijo Sapphire, sorprendida.

—¿Estuviste en Nevermore? ¿Eres una singular?

Sapphire tragó saliva, llevandose las manos a su pecho. Tenía una ajustada camiseta azul que, aunque cubría la mayor parte de su abdomen, Scarlet pudo ver ligeras señales de heridas superficiales.

—Lo era…

—¿Cómo que lo eras? ¿Acaso las singularidades pueden quitarse? —reclamó Scarlet, sorprendida.

Sapphire no respondió, no quería hacerlo, miró hacia otro lado, como si se avergonzara de aquello. Scarlet entendió el mensaje, pero no significaba que no le importaba. Jamás hubiera imaginado que las singularidades pudieran ser eliminadas. Sabía de los medicamentos de Schilly, pero estos solo cambiaban la singularidad, no la erradicaban. Esto era un nuevo paradigma

Sapphire volvió a mirar a Ruby, su mano poco a poco se acercó a la suya y el monitor mostró como su corazón pareció agitarse de inmediato. Scarlet reaccionó de golpe, sujetando la mano de Sapphire.

—Ten más cuidado —dijo, molesta.

Sapphire se molestó, pero ver el monitor le hizo desistir, devolviendo su mano.

—Lo cuidas mucho… ¿Eres su nueva enamorada?

—No —la mirada fría de Scarlet se plantó en ella—. Ya te lo dije, soy su compañera, y no debe pasarle nada malo.

—Entiendo —Sapphire se hundió de hombros, levantándose—. Creo que volveré en otro momento —Sapphire asintió y se encaminó a la puerta, deteniéndose y girando a verla—. Por favor, cuídalo mucho.

Sapphire se fue, dejando a Scarlet con esas palabras rebotando en su cráneo. Volvió a ver a Ruby y se sintió mal, la culpa volvía a calarle en los huesos al verlo así, como si hubiese fallado desde antes con esa petición. Tragó saliva, intentando aliviar el dolor que sentía.

—Tiendes a relacionarte con gente problemática, Ruby —dijo, volteando le a ver—. Yo y Sapphire somos la prueba, cuando despiertes, necesitarás hacer mejores… amigos…

Le costó de más decir esa palabra, amigos. ¿Realmente Ruby era su amigo? ¿Ella tenía el derecho de reclamar ese título luego de lo que le hizo? Aquello solo parecía confirmar lo que ya estaba pensando desde hace rato. Luego de verlo una última vez, Scarlet suspiró y se acercó a la puerta.

—Recupérate pronto, Ruby… y lo siento.

[...]

El laboratorio de Yellow no era demasiado difícil de encontrar, si sabías dónde buscar. Los planos que la directora Blue "dejó" olvidados en su oficina fueron más que suficientes para que Schilly ideara un plan para entrar al lugar. Ubicado en el ala este, se trataba de un recinto oculto en una de las aulas más frecuentadas de la escuela: el laboratorio de botánica.

Schilly llegó como si nada al laboratorio, fingiendo curiosidad por las flores mientras cargaba una gran caja en sus manos. Taran-Bot estaba a su lado, pegado a su espalda por órdenes de Scarlet, cualquier ayuda seria bien recibida, al menos eso fue lo que pensó Schilly.

—En definitiva, esto es una flor —dijo Schilly observando, efectivamente, una flor con un tono que fingía seriedad, queriendo despistar a cualquier persona que estuviera, aun cuando no había nada.

Estaba nerviosa, aunque tenía un plan para poder abrir la puerta secreta, el hecho de tener que entrar sin ser vista ya le hacía sentir una presión en el pecho. Taran-bot subió a su cabeza y analizó el entorno, comprobando lo que era evidente: estaban solos. Schilly suspiró, podría seguir con su plan.

Moviendo algunas plantas logró dar con una pequeña puerta en el piso, parecida a la de un búnker. Con solo abrirla una luz blanca se encendió, revelando una escalera corta que daba hasta los pies de una puerta con un candado digital. La rejilla parecía diseñada para insertar la tarjeta del personal, o una tarjeta de prueba al cual Schilly le bajó un código identificador de un ex-empleado; que la escuela no borrara de manera física algunos registros era una ventaja en esos momentos.

Sus ojos se abrieron por completo cuando entró a la habitación. Schilly se sentía como una niña en una juguetería al ver tantas máquinas y pantallas, no evitando la sensación de gritar.

—¡Este lugar es hermoso! —gritó Schilly, corriendo hasta una computadora y mirando sus especificaciones— ¡Solo ve esto, un procesador de novena generación, sesenta y cuatro gigabytes de RAM y una tarjeta de video para mejor procesamiento!

La sensación que tenía Schilly en ese momento le impidió recordar por unos segundos su objetivo: investigar sobre la mano de Metalux. Siguió admirando cada una de las computadoras y máquinas del lugar, fantaseando con qué clase de inventos y sistemas podría desarrollar al tener todo esto a su disposición.

—Disculpe, señorita Schilly, ¿no tenemos una misión entre manos? —preguntó el Taran-Bot, saltando a una mesa repleta de libros.

—¿Misión? ¡Ah sí, eso! —Schilly cerró los ojos, rascándose la nuca— Pero no significa que no podamos usar estos bebés para otras cosas mientras investigamos, tal vez incluso pueda darle una actualización a S.A.P.

La cabeza robótica de Taran-bot se ladeó al escuchar aquello, sintiendo interés una vez más en la caja que Schilly llevaba con ella. Luego de algunas fantasías más, la emoción de la novedad se asentó lo suficiente para que se sentará en el único cubículo disponible y sacara de su maleta la mano de Metalux, a S.A.P. y el aparato misterioso.

—Bueno, ¿qué te parece si ponemos a prueba esa Cámara de Estasis contigo? —dijo Schilly, cargando la mano—. ¿Cuánto tiempo te falta para terminar tu proceso, S.A.P.?

—Aproximadamente treinta minutos, ama Schilly —dijo la máquina, decodificando datos en la pantalla de su estómago.

Schilly asintió, el proceso se había demorado mucho, pero mucho más tiempo del que había pensado para realizar aquella tarea, pero pronto podrían saber un poco más de ella. Mientras eso pasaba, Schilly colocó la mano en la cámara de estasis del laboratorio, dejándola en animación suspendida mientras encendía una de las computadoras e instalaba el software que necesitaba. La idea era hacer un mapeo tridimensional de la mano para analizarlo de manera más simple, así no tendría que desmembrar la mano por completo, analizando con mejor precisión los circuitos. Una vez con los programas instalados sacó una pequeña caja la cual conectó a la computadora.

—Solo necesito cargarle el las configuraciones de la computadora y… ¡Listo! —Schilly alzó el brazo, animada— Prepárate para ver a mis pequeños nanobots en acción, Taran…

Schilly interrumpió su gritó al darse cuenta que el Taran-Bot no estaba junto a ella, más bien miraba a S.A.P. de una forma demasiado centrada. Schilly arqueó la ceja, acercándose de cerca para ver como los ojos del robot de su amiga no dejaban de observar a la otra máquina. Eso era extraño, demasiado extraño si era honesta.

—¿Taran-bot? —dijo Schilly, despertando a la máquina.

—Señorita Schilly —Taran-bot dejó de analizar a S.A.P. de manera rápida—. ¿Existe algún avance?

Schilly no pudo evitar lanzar una risita.

—¿Por qué analizas tanto a S.A.P.?

—No la analizo, solo me aseguro que no tenga ninguna distracción en su análisis.

La voz que salía de los parlantes era igual de robótica que siempre, sin embargo, había unos ligeros toques que parecían expresar nerviosismo, como si estuviera mintiendo sobre lo que realmente hacía. Schilly abrió los ojos ante la idea, sin embargo, descartó que Taran-bot hubiese desarrollado lo que creía, era demasiado poco probable.

—Bueno, luego puedes admirar a S.A.P., necesito que me ayudes a grabar estas pruebas para el futuro.

Taran-bot tardó un poco en reaccionar, observando a Schilly por unos segundos antes de asentir y acercarse a la mesa. La de Galar suspiró y abrió la caja que mantenía conectada a la computadora, tomando una pequeña pastilla que estaba en su interior y liberándola en la máquina de estasis. La pastilla se deshizo y un enjambre diminuto se distribuyó por toda la mano.

—¡Lo tengo! —gritó Schilly, emocionada— ¡Ahora sí podré mapear esa cosa!

Poco a poco las nanomáquinas enviaron la información de lo que recorrían, no pasó ni un minuto cuando la computadora pudo modelar a la perfección un modelo de la mano. Schilly se emocionó, el ver la rapidez de procesamiento le plantaba una sonrisa de oreja a oreja.

—Taran-bot, ¿podrías crear una proyección del archivo? —preguntó Schilly.

Taran-bot asintió, conectandose al ordenador y rescatando el modelo que proyectó frente a Schilly, dotándole de una interfaz para poder manipular el modelo, incluso para separar los componentes, sin duda sus nanomáquinas habían hecho un excelente trabajo antes de quedar muertos en la cámara. Lentamente los componentes se iban revelando ante los ojos impresionados de Schilly, la cual podía desarticular la mano componente a componente.

—¡Esto es increíble! —dijo Schilly, emocionada—. Tiene una estructura complejísima, normalmente las manos mecánicas solo tienen conjuntos de cables y circuitos simples, esto tiene tarjetas base más complejas con… ¿Esto es un procesador? —preguntó, ampliando una enorme placa— ¡Por Arceus, es como si la garra por sí sola fuera una computadora!

—Eso significa que la mano podría funcionar de manera autónoma al cuerpo, teniendo su propio sistema, como las extremidades de un Octillery —dijo el Taran-bot.

—Autonomía, esto si es de otro mundo —dijo, mirando más de fondo los circuitos de la placa—. Pero ve esto, los circuitos de energía no son solo líneas de cobre, son tubos de silicatos de carbono, están huecos.

—¿Eso significa que no se alimentan con electricidad? —preguntó el Taran-bot.

—Si fueran completamente eléctrico haría de Metalux un robot, pero estos tubos me hacen pensar en otra forma de energía, como si fueran las venas del cuerpo —Schilly se llevó las manos a la barbilla—. ¿Crees que se le pueda conectar algo a la placa para conectarlo a la computadora?

—Haciendo una analogía de la mano, la mayoría de circuitos están destruidos, salvo por el procesador central —dijo Taran-Bot, destacando el holograma interactivo del procesador—. Tal vez pueda forzar una conexión, pero podrías dañar la pieza.

Schilly se llevó las manos a la barbilla, analizando las posibilidades. Solo tendría una oportunidad para poder hacer pruebas, a menos que encontrara otra pieza de Metalux, lo cual era algo poco probable. Pensó por un momento que hacer, chasqueando los dedos.

—Había pensado hacer esto para mi proyecto de fin de año, pero no creo tener otra oportunidad —dijo Schilly con una sonrisa—. ¡Taran-bot, crearemos Nano-bots regenerativos!

Aquella era una idea que había rondado su mente por varios meses. Sus nanomáquinas ya podrían realizar funciones básicas como el escaneo y reconocimiento de objetos, pero ahora quería que fueran capaces de generar cualquier componente electrónico completamente funcional, como una especie de impresora a tiempo real. Y ahora tendría la excusa perfecta para hacerlo.

La idea era simple, poder hacer pruebas con los circuitos internos para ver la mejor forma de conectarle un puerto para conectarlo a una computadora. Sus nanobots eran demasiado rudimentarios para haber sido hechos por una chica de veinte años, así que ahora podría darse vuelo con las sofisticadas máquinas de la escuela. Se colocó sus guantes, ajustó sus googles, sacó su herramienta y comenzó a trabajar mientras ponía un poco de música de videojuegos de fondo, la mejor forma de trabajar si era honesta.

Taran-bot observó la escena con cierta curiosidad, pero su atención pasó a segundo plano cuando miró a S.A.P. La máquina se acercó a ella y analizó un poco su pantalla de carga, fijándose de manera obvia en el contorno de su figura, como si la analizara y se moviera a un lado de ella con un extraño interés. Había algo en ese robot que le impedía quitarle la mirada analítica de encima, al menos por los siguientes minutos hasta que de sus bocinas se emitió un sonido.

—¡Análisis de lenguaje completado! —dijo S.A.P.— Hola, Taran-bot, ¿Donde se encuentra la ama Schilly?

—Hola, S.A.P. —dijo el Taran-bot, haciendo una reverencia— La señorita Schilly se encuentra desarrollando un sistema de nanobots regenerativos.

—¿El proyecto Regi ya está en marcha? Buenas noticias.

El robot giró a ver a Schilly, corriendo hacia ella mientras Taran-bot le seguía de cerca. Schilly estaba trabajando a nivel molecular hasta sentir los pequeños pasos de S.A.P. en sus piernas, dejando un momento su área de trabajo.

—¡¿Qué resultados conseguiste, S.A.P.?! —preguntó Schilly

S.A.P. hizo un pequeño ruido de procesamiento, encendiendo algunos ventiladores internos hasta poder lanzar una respuesta.

—¡Fue imposible hacer un reconocimiento de lenguaje, ama Schilly! —dijo S.A.P. con un tono alegre— ¿Desea que lo intenté de nuevo?

Schilly sintió como si se le bajara la presión, poniendo una expresión de incredulidad por unos segundos hasta reponerse de golpe con un fuerte grito que hizo que S.A.P. cayera, siendo recogida por Taran-Bot.

—¡¿Cómo es que no pudiste hacerlo?! —gritó Schilly, molesta.

—Señorita, Schilly, le recomiendo que no levante tanto la voz —dijo el Taran-bot, ayudando a S.A.P. a levantarse.

—¡Pero fueron nueve días! —gritó de vuelta.

—Lo siento, ama Schilly, me fue imposible hacer un patrón de reconocimiento con todos los algoritmos que existen, y los propios —dijo S.A.P. bajando su cabeza—. El lenguaje simplemente no tiene una raíz de la que basarse.

Schilly suspiró, algo irritada, antes de sentir una presión en el pecho al ver a S.A.P. con el rostro decaído, como si el regaño le hubiese afectado. Se disculpó con ella, solo para después levantarse y tomar el aparato y mirar por unos segundos esos ojos fijos en la pantalla.

—Creo que tendré que descomponerte parte por parte para encontrar esa piedra roseta que me dijo Scarlet.

—?niv satnumlam ereferp im en laik ,jeH —dijo la máquina, a lo que Schilly solo suspiró.

—Sí, lo que tú digas, amigo.

—D-dije que, ¿por qué mejor no se desarma tú? —dijo la máquina con un acento robótico.

Schilly soltó un grito y al dispositivo, el cual cayó en caída libre hasta que logró sujetarlo con sus patas. Schilly cayó al suelo, sintiendo un sudor frío mientras apuntaba a la pantalla.

—¡Es-esa cosa habló es-español! —dijo Schilly, asustada.

Taran-bot levantó el teléfono, mostrando la mirada seria del aparato.

—Claro, es la única forma en que tú y ellos entenderme yo —dijo el dispositivo.

Schilly tragó saliva, acercándose con curiosidad al aparato mientras que S.A.P. le seguía de cerca. Le preguntó a su robot si aquella era obra suya, pero ella lo negó.

—¿Acaso siempre hablaste español?

—No, yo aprendí gracias a robot tú, yo enseñe con patrón de reconocimiento y roseta propia.

Schilly estaba sorprendida, la máquina había usado a S.A.P. como herramienta para aprender la gramática del español. Era muy mala, pero lo suficientemente entendible para que pudiera saber cosas. De inmediato tomó el dispositivo y lo colocó en la mesa, diciendo a Taran-Bot que grabara.

—¿Tienes algún nombre? —preguntó Schilly, sonando amigable.

—No, pensar yo como S.A.P., nombre yo ser como acrónimo, ser SICOMU - AU —dijo el dispositivo.

—Bueno, eres el primero que se nombra así mismo —dijo Schilly con una sonrisa—. Bueno, yo soy Schidemilla Tate, un gusto.

—¿Tú ser lo que S.A.P. llama "creadora"? —preguntó, recibiendo una respuesta afirmativa—. Creadora yo estar ocupada, en una misión.

—Es verdad, ahora que puedes comunicarte —Schilly se llevó las manos a la barbilla, pensando un rato—. SICOMU - AU, ¿quién te creó y para qué fuiste creado?

Un pequeño sonido de procesador sonó dentro de él por unos segundos hasta lanzar una respuesta.

—Nombre de creadora restringida, pero no función yo —dijo la máquina—. Yo ser Sistema de Comunicación Multiversal Autónomo, función principal yo es enviar coordenadas y registros a universos receptores.

—Por Arceus, entonces si hay alguien de otro universo —aunque estaba algo molesta por no saber el nombre de su creador, saber para qué era esa cosa le daba información valiosa.

—¿Tienes guardado los últimos registros? ¿Podrías compartirlos conmigo?

—Lo lamento, no poder yo darte tú esa información —dijo el dispositivo—. No cuenta con códigos de acceso.

—Ravioles —se quejó Schilly, antes de pensar en una forma de engañarle—. Muy bien, pequeño rufián multiversal con pésima gramática, ¿te crees muy rudo verdad? He logrado hackear sistemas de seguridad desde los diez años.

Sabía que esto era diferente, muy diferente a hackear un simple sistema de seguridad de una escuela o un centro pokémon, pero sus clases de física darían algo de frutos. Se llevó a Taran-bot y a S.A.P. al otro lado del laboratorio, justo donde se encontraban algunos servidores. Usando algunas antenas y conectando los procesadores de S.A.P. y Taran-bot, Schilly emitiría ondas de radio frecuentas de bajo rango, muy bajo rango. La única forma de enviar información entre universos era por ondas en frecuencias específicas, y considerando como se disipaban en estrellas lejanas, entre universos debían ser mucho más débiles.

La idea era simple, hacerle pensar a SICOMU - AU que recibía una petición de su hogar, al menos de esa forma encontraría el canal para comunicarse con él, usando la IA de S.A.P. para encontrar la onda correcta. Pensó que aquello tardaría mucho tiempo, pero S.A.P. logró encontrar la frecuencia de onda exacta, detectando un movimiento en el aparato con un simple botón.

—Tú no tener autorización para realizar esta opción —dijo SICOMU-AU.

—Ahora lo estoy, pequeñuelo —dijo Schilly, apretando el botón verde.

Por seguridad, la pantalla mostró que necesitaba conectar un NIP de seguridad de tres dígitos. Esto, lejos de molestarla, solo le hizo poner una enorme sonrisa, poniendo a S.A.P. a descifrar la contraseña usando su interfaz virtual, tardando apenas unos minutos en dar con la contraseña.

—Enviar información yo —dijo la máquina.

De pronto Schilly recibió una notificación en el ordenador conectado; había recibido un archivo. La información, para su fortuna, no se enviaba encriptada, era un enorme texto plano que tardó casi diez minutos en procesarse. Lo tenía listo. Sin embargo, al abrirlo, su rostro se desconfiguró conforme navegó por el mar de letras de la pantalla. Cientos de datos con nombres, edades, personalidades, singularidades y descripciones de vida de casi, si no es que todos los estudiantes que conocía, incluida la suya. Un sudor frío, a la par que un escalofrío recorrió su espina, retrocediendo de inmediato.

—¡Por Arceus, es la información de todos nosotros! —gritó Schilly, asustada—. ¡Han estado enviando toda nuestra información a otro universo!

[...]

Había algo en las praderas del norte de Noroteo que le hacían recordar a Scarlet su hogar. Las planicies cubiertas de vegetación, el agua fresca de los ríos y el aire golpeando su cuerpo dejando una sensación fría en su piel le hicieron dar un fuerte respiro, recordando tiempos que le sabían mejores en Paldea.

Había llegado temprano al sitio donde entrenaría a Kieran, con la ayuda de Platinum y Diamond. Esperaba no encontrarse con nadie para tomarse un momento y descansar en el suave pasto del lugar, escuchando el río sonar mientras sus pensamientos daban vueltas una y otra vez a lo que Diamond le dijo.

Soledad. Disfrutaba la soledad, le gustaba tanto ese momento en el que solo estaba ella y la naturaleza de una región repleta de misterios que estaba a punto de descubrir de alguna forma u otra. Lo adoraba, una y otra vez se lo repitió hasta que las memorias de Ruby llegaron a su mente otra vez. Pensó en Sapphire, en su extraña aparición y en todo lo que Ruby le contaba con cierta melancolía. Había algo ahí, algo que le hizo pensar en cómo es que se habían distanciado tanto, que era lo que Sapphire hubiera hecho para que se alejara de él. Odiaba meterse en asuntos ajenos, pero ese caso en concreto solo le aumentaba la curiosidad.

Tal vez un evento traumático, tal vez una pelea o algo así, pero el punto es que Sapphire se miraba como un reflejo, una promesa sobre su futuro que, si era honesta, le molestaba. Chasqueó los labios, molesta, mirando al cielo. Se sentía débil otra vez, vulnerable, había dejado que Ruby se metiera tanto en su vida que ahora se había vuelto su debilidad, y lo odiaba. Odiaba esa imperiosa idea de que, tal vez, estar cerca de ella sí podría ser un peligro.

—Ho-hola, Scarlet.

Una voz interrumpió sus divagaciones. Al voltear pudo ver a Kieran, bastante agitado, tembloroso y sonrojado. Scarlet no pudo evitar suspirar, desde la vez del beso no había hablado mucho con él y sentía algo de incomodidad, pero tenía que dejar esas cosas de lado por el momento, levantándose del suelo.

—Llegas tarde —dijo Scarlet, cruzándose de brazos—. Y no tienes la ropa correcta.

—Pe-pero llegue a la hora acordada y… —Kieran tragó saliva, mirando su ropa—. Solo tengo que quitarme la sudadera y…

—Esos zapatos solo harán que te canses más rápido, y créeme que te cansaras mucho —Scarlet se quitó su chaqueta, revelando una vestimenta deportiva que provocó un sonrojo en Kieran—. Empezaremos sin zapatos, haremos un calentamiento y te enseñaré una rutina, ya cuando venga Platinum entraremos al entrenamiento de tu singularidad.

Kieran asintió, ocultando lo mejor que podía su nerviosismo y quitándose su sudadera y sus tenis para comenzar con el calentamiento. Scarlet, aún sin ser tan expresiva, podía notar las intenciones de los demás, y el nerviosismo de Kieran le hacía sentirse extraña, con una presión en el pecho que se disipó cuando empezó a enseñarle movimientos de estiramientos y de esfuerzo.

Tenía que admitirlo, el chico parecía bien adaptado con las primeras sentadillas y lagartijas, tenía la suficiente condición para no cansarse los primeros minutos, pero luego que comenzó a aumentar la intensidad del calentamiento sus piernas comenzaron a flaquear poco a poco, al igual que sus brazos.

Para Scarlet todo aquello era pan comido. Había entrenado desde pequeña, siendo una niña que necesitaba defenderse tuvo que aprender a cuidar y entrenar su cuerpo, notado en sus brazos ligeramente marcados y su abdomen plano. No titubeó ante ninguna sentadilla, o lagartija, apenas sudó luego de terminar el calentamiento y comenzar con el cardio.

Debían correr unos veinte minutos, algo que para Scarlet no era demasiado complicado, pero para Kieran comenzó a dificultársele luego de los primeros cinco minutos corriendo. Scarlet suspiró al verlo más lento, incapaz de creer que alguien como él fuera lo suficientemente fuerte como para demostrar la fuerza que demostró contra Metalux aquella ocasión, sin embargo, cada que volteaba notaba como intentaba inflar el pecho y seguirle el ritmo, como si una determinación oculta se encendiera cada que le miraba. Ella lo notaba, demasiado, y aquello solo le hacía sentirse más rara.

¿Por qué actuaba así con ella? ¿Por qué estaba siempre ahí? Lo había tratado mal en su primera interacción y, aun así seguía ahí, y no lo entendía en lo absoluto. Era molesto, pero también sentía una especie de calma cuando estaba cerca. Negó con la cabeza al sentir su corazón latir más rápido de lo normal, negándose, aunque las memorias del beso inesperado que Kieran le había dado volvían a su memoria. Su único consuelo era que, al menos, el chico no había mencionado nada del tema, por lo que estaba feliz de que aquello fuera borrado.

Terminaron de correr, Kieran cayó, agotado por el esfuerzo físico y sintiendo como si sus pulmones fueran a explotar, mientras que Scarlet se sentó de manera relajada y destapó una botella de agua.

—Lo hiciste bien, para ser tu primera vez haciendo ejercicio —dijo Scarlet, lanzándole una botella de agua que cayó cerca de su rostro.

—N-no es mi primera vez, pero sí con esta intensidad —la voz de Kieran era agitada, el chico estaba repletó de sudor y sus ojos estaban completamente cerrados—. Gra-gracias.

Scarlet solo asintió, tomando un poco de agua y esperando a recuperar sus fuerzas mientras esperaban a Diamond y Platinum. Kieran luego de un rato más se sentó en el pasto y tomó un poco de agua, sintiendo la mirada de Scarlet que le hizo sonrojarse un poco.

—Scarlet, eres muy buena en los ejercicios —dijo Kieran, recuperando un poco su respiración.

—Llevo entrenando desde que era una niña, Kieran, esta es la versión fácil de lo que hago regularmente —dijo Scarlet, terminando de beber—. Te dije que te entrenaré, pero quiero que también aprendas estos ejercicios, así que más te vale que los recuerdes al pie de la letra.

Kieran asintió como si Scarlet fuera una comandante militar. Sin embargo, ella notó cómo su rostro se miraba curioso, como si le quisiera preguntar sobre por qué entrenaba desde niña, suspiró, no quería tener esa charla, menos con él, pero para su fortuna no tuvo que hacerlo cuando observó una burbuja rosada acercarse a ellos.

—¡Hola, chicos! —dijo Platinum con una sonrisa, llevando consigo a Diamond y una gran cesta de comida— Veo que se nos adelantaron.

—Necesitaba preparar a Kieran para el entrenamiento físico, Berlitz —dijo Scarlet cruzándose de brazos.

Platinum sonrió al escuchar aquello, era bueno que Kieran se preparó físicamente para la sesión de entrenamiento que estaban a punto de realizar. Mientras Platinum se preparaba, Diamond sacó una tela para su picnic, mientras sacaba algunos ingredientes para hacer sándwiches. Scarlet se sentó a su lado, sin admitir que estaba completamente curiosa por la comida que estaba preparando Diamond, mientras que Platinum y Kieran se alejaban un poco.

—Bueno, Kieran, espero que estés listo para tu primera lección —dijo Platinum con una sonrisa, sacando un libro—. Antes quisiera preguntarte, ¿cuándo fue la primera vez que descubriste que eras un singular?

Kieran tragó saliva, hundiéndose de hombros mientras observaba hacía otro lado, apenado.

—Fu-fue hace unos cinco años, luego de una pelea con unos chicos de la escuela en Unova —admitió, rascándose la sien—. Me atacaron y entonces me transforme a los días después…

Las palabras de Kieran sonaban muy melancólicas, cosa que Platinum identificó al instante, lanzando un pequeño suspiro.

—Entiendo, supongo que fue algo difícil para ti —dijo Platinum, tratando de sonar comprensiva—. ¿Puedo preguntarte por qué no decidiste entrar a Nevermore?

—Y-yo… no me gusta demasiado mi singularidad, mi hermana es una singular con una singularidad genial, como la tuya o la de Scarlet, y yo… solo se burlarían de mí —lanzando un suspiró.

Platinum no pudo evitar acercarse, poniendo una mano en el hombro del chico.

—Oye, tranquilo, no es nada para que avergonzarse, de hecho tu singularidad es muy interesante —Platinum alzó un libro con su telekinesis—. Estuve estudiando un poco, es raro que una singularidad sea solo acceder a su forma definitiva, puedes leer este libro cuando quieras, solo no olvides devolverlo cuando lo termines.

Aquello hizo que sus ojos se abrieran por completo, sin embargo, aún seguía pensando que ser un "Furret" no era algo demasiado bueno como los demás. Aunque aceptó el libro, lo que realmente le interesaba era la enseñanza de Platinum, la forma de acceder a esa singularidad de una vez por todas.

—Toda singularidad se activa por un momento catalizador, algo que las detona, así que empezaremos por eso, como tu singularidad es únicamente tu forma definitiva, entonces deberías aprender a usarla en poco tiempo —Platinum sonrió, alejándose un poco—. Quiero que recuerdes todas esas veces que te has transformado, en lo que sentías, olías y pensabas, ve un sentimiento a la vez hasta que te grabes la sensación.

Kieran asintió, tragando saliva y concentrándose, recordando la última vez que se transformó y la desesperación que sintió. Cerró los puños y los ojos y se concentró, pero no podía sentir nada, solo fingir las emociones mientras no sentía cosquilleo alguno en sus extremidades.

Scarlet miró con atención a Kieran, a la espera de que finalmente pudiera detonar su singularidad. Luego de un rato, Diamond le ofreció un emparedado, la chica devoró la comida de un solo mordisco, dejando a Diamond sorprendido ligeramente antes de reír y comer el suyo.

—Gracias —dijo Scarlet, mirando a Kieran, aunque hubiese devorado el emparedado de un mordisco, disfrutó cada sabor en su paladar—. No parece que lo esté logrando de forma muy holgada.

—Bueno, es la primera vez que usa su singularidad, debe ser difícil, aunque puedo sentir que realmente se esfuerza por impresionarte.

Scarlet arqueó la ceja, mirando a Diamond y recordando su singularidad. Lanzó un suspiro, molesta del comentario.

—No quiero terapia ahora, Diamond —dijo Scarlet, molesta.

—No es terapia, es solo un comentario —admitió Diamond, terminando de comer—. No necesito usar mi singularidad para verlo, es obvio que quiere hacerse más fuerte por ti.

Scarlet sintió una enorme incomodidad en el pecho, abrazando sus piernas mientras seguía mirando a Kieran y Platinum. El solo pensar en eso, en que lo que hacía era por ella, hizo que su corazón volviera a agitarse. Odiaba sentirse como una estúpida adolecente, y sobre todo ver la sonrisa calmada de Diamond, que parecía mantenerse calmado ante el asunto.

Diamond y Platinum parecían compartir esa solemnidad que tanto detestaba Scarlet, no tenía dudas del por qué se gustaban en realidad. Sin embargo, no pudo evitar percatarse de que, mientras Diamond parecía estoico y en calma, Platinum parecía mantenerse siempre en control de la situación. Recordó situaciones previas y, en efecto, no parecía que hubiera algo que sacara de control a Platinum, ni siquiera cuando fueron a buscar a Kieran. Eso le pareció raro, esa manía de tenerlo todo controlado le hizo arquear una ceja mientras observaba, sobre todo cuando ya llevaban casi una hora entera y Platinum no parecía molesta por no obtener resultados

—¡Aghhh maldición! —gritó Kieran, alborotando su cabello— No puedo conseguirlo.

—Tranquilo, es parte de un proceso —la voz de Platinum era calmada—. Tal vez debamos tomar un descanso e intentarlo después.

Aunque Kieran asintió, su mirada se clavó en Scarlet, la cual, desde su vista, parecía decepcionada, cruzándose de brazos y mirándole de una forma que le hizo sentirse pequeño, vulnerable. Su mente volvió a ese pensamiento, a esa idea de que era un simple niño jugando a ser un hombre, sintiendo una enorme presión en el pecho. No quería serlo, no deseaba recibir esa mirada de decepción de aquellos ojos morados que tanto le gustaban.

—N-no, no puedo rendirme —dijo Kieran entre dientes—. Y-yo debo volverme fuerte, yo debo…

Lo sintió, sintió otra vez ese cosquilleo mientras su furia interna se mantenía. Platinum lo notó de inmediato, inclinándose hacia él.

—Vamos, Kieran, lo estás logrando —dijo Platinum, apretando los puños—. Solo mantén tus pensamientos, la sensación en tu cuerpo, sostenla.

Podía sentirlo, el cosquilleo constante, su respiración agitada, su corazón acelerado y el miedo por parecer alguien débil con Scarlet. Se aferró al tambaleo de sus piernas sintiendo como la picazón en su piel se exacerbaba más y más mientras sus músculos parecían arder al comenzar a crecer a la par de sus huesos. Era la primera vez que todos observaban como el viento parecía emanar de su cuerpo mientras comenzaba a agrandarse un poco, rompiendo su ropa por completo, dejándolo repleto de pelo cuando su transformación se detuvo.

—¡Felicidades, lo conseguiste! —dijo Platinum, aplaudiendo— Aunque necesitarás algo de ropa, yo me encargo.

Kieran pudo respirar con normalidad, había logrado transformarse por completo. Muchos años estuvo odiando la sensación, pero ahora la amaba, se sentía realizado, en especial cuando Scarlet comenzó a acercarse a él junto a Diamond mientras Platinum le reparaba sus shorts con telekinesis.

—Wow, felicidades, Kieran —dijo Diamond, sonriendo.

—Gra-gracias —Kieran sonrió, notándose de inmediato su voz un poco más aguda. Miró a Scarlet, la cual solo lo miraba con su expresión neutral, cruzándose de brazos, como si estuviera pensando algo—. ¿Qué opinas, Scarlet?

La expresión de Scarlet se desconfiguró ligeramente ante la pregunta.

—Es impresionante, pero falta saber si es útil —dijo, acercándose a él—. Necesito saber tu fuerza… golpéame.

El silencio se apoderó del grupo por unos segundos, un momento incómodo en el que todos se voltearon a ver, incrédulos de la petición de Scarlet.

—Scarlet, no creo que sea la mejor opción —dijo Diamond, algo preocupado.

—Dia tiene razón, no sabemos de todo el poder de Kieran y…

—Puedo soportar cualquier golpe —dijo, poniéndose a pocos metros de Kieran—. Vamos, golpéame.

—Scarlet, yo-yo no puedo golpearte —dijo Kieran, nervioso—. No quiero hacerte daño.

—Relájate, solo será un test, podré soportarlo —Scarlet se puso en posición defensiva, cubriéndose con los antebrazos—. Solo un golpe y ya.

Kieran se negó, era obvio que no haría tal cosa como golpear a Scarlet, hundiéndose de hombros. Diamond y Platinum quisieron intervenir, pero Scarlet no les dejó. Necesitaba probar el poder de Kieran de alguna forma u otra, y lo conocía lo suficiente para saber dónde golpear.

—Vamos, no tengas miedo de golpear a una chica, no seas cobarde, golpéame.

Aquel comentario tuvo la reacción esperada de incomodidad, pero Kieran se mantuvo firme en que no. Platinum trató de detenerla, pero no funcionó.

—Maldita sea, demuéstrame que quieres impresionarme y golpéame —dijo, no quería decir lo que iba a decir, pero Kieran no le dejó opción—. Por el amor de Arceus, deja de ser un niño asustado al que nadie quiere, y golpéame, Kiki —haciendo énfasis en eso último.

Finalmente aquello tuvo el resultado que quería. Con los ojos casi envueltos en fuego, Kieran cerró los puños y golpeó a Scarlet directamente. Scarlet sintió una enorme fuerza empujándola hacia atrás, sus pies caminaron un poco antes de aterrizar con fuerza en el suelo, abriéndolo unos centímetros por el impacto mientras un fuerte ardor apareció en sus brazos. Había sido un golpe lo suficientemente potente como para que Scarlet pusiera una cara de dolor.

Cuando la adrenalina bajó, Kieran agitó su cabeza y corrió hacía ella.

—¡Per-perdona, Scarlet, no quería hacerlo! —dijo Kieran, con un tono de enorme arrepentimiento.

Scarlet sintió su corazón agitarse al sentir esa fuerza, sonriendo ligeramente luego de levantarse con la ayuda de Kieran.

—He recibido golpes peores, no llores, Kieran —dijo Scarlet, satisfecha—. Está bien para un novato, pero sin duda necesitarás entrenamiento.

Platinum suspiró, sabía que pasaría algo así. Aunque Kieran sonrió, rápidamente fue con Scarlet para que le enseñará algunas técnicas de entrenamiento, mientras saque Diamond y Platinum continuarían con el entrenamiento de la heredera en un lugar un poco más alejado.

[...]

El crepúsculo se acentuó en el horizonte de Noroteo. En la zona de entrenamiento ya solo se escuchaba el ruido de la madera quemándose lentamente. Scarlet y Platinum quemaban algunos malvaviscos luego del arduo entrenamiento de la tarde. Diamond se había marchado a buscar algunas cosas, volvería pronto, mientras que Kieran, completamente exhausto, descansaba a pocos centímetros de donde estaba Scarlet, acurrucado en su propia cola.

Mientras Scarlet comía su bombón, volteó a ver a Kieran. Había hecho un gran trabajo, su transformación era muy ágil y fuerte, aunque ella no tuvo problemas con soportar sus ataques y mostrarle una técnica o dos de combate. Se había esforzado mucho, culminando con un gran gasto de energía que lo dejó tirado en el piso. Sabía que era un aliado valioso, aunque, no podía despegar sus ojos de la forma tan pacífica en la que dormía, de su respiración tranquila, su rostro satisfecho y su pelaje moviéndose suavemente con el viento.

Le causaba curiosidad ese pelaje, desplazando lentamente su mano hacia su cola y tocándola. Era suave, demasiado suave para lo que pensaba que sería. Pronto comenzó a sentir como su pecho comenzaba a retumbar con el latido de su corazón, y sentía como si a sus pulmones les faltara el aire. Era una sensación extraña verlo, acariciar su pelaje en esa soledad, esa suavidad que le hizo sentir un rubor en sus mejillas, por lo que rápidamente desistió, negando con la cabeza.

—Te gusta su pelaje, ¿no? —preguntó Platinum, con una sonrisa divertida.

Los ojos de Scarlet se abrieron de golpe al escuchar a Platinum, sintiendo como el rubor aumentaba en su rostro. Negó rápidamente, alejando su mirada de la de Platinum.

—No es de tú incumbencia, Berlitz —respondió Scarlet de manera fría.

Platinum solo rio ligeramente, mirando una vez más a Scarlet fijamente a los ojos. Scarlet notaba su mirada, como si estudiara cada uno de sus movimientos, la forma en la que comía, o cómo desviaba la mirada cuando la cola de Kieran se movía de más. Suspiró, eso era lo que tendría que soportar por tener su ayuda.

—¿Puedo preguntarte algo, Scarly? —preguntó Platinum, con un tono casi maternal.

—Odio que uses ese tono —admitió Scarlet, con molestia, devorando otro malvavisco—. Pero sé que no puedo negarme… aunque me reservo el derecho de mentirte.

—Sí, supuse eso, solo quería saber si es verdadero lo que sentías —dijo Platinum, mirando el fuego—. Has cambiado, Scarlet, aunque no lo admitas, la chica que llegó a Nevermore jamás hubiera ayudado a un chico como él.

Scarlet lanzó un suspiro molesto, cruzándose de brazos.

—Cree lo que gustes, Berlitz, Kieran es solo un aliado valioso, nada raro…

—¿Como el beso que se dieron en la cueva? —preguntó Platinum con un tono burlón, arqueando la ceja.

Scarlet sintió su rostro volverse completamente rojo al escuchar aquello, recordando lo que había pasado y alzando el puño en una amenaza fútil a la heredera.

—No me hables de eso, Berlitz, solo fue un simple momento irrelevante —admitió Scarlet, molesta.

—Sí, irrelevante, y aun así estamos aquí, contigo cerca de Kieran, con las ganas que tienes de abrazarlo y ocultándolas para mantener tu perfil de chica fuerte, que nadie puede vencer.

—Por Arceus, enserio tú y Diamond son iguales —gruñó Scarlet con molestia, ese tono de Platinum le sacaba de sus casillas. Sin embargo, dentro de esas palabras, podía detectar que aquello, más que un consejo, parecía esconderse una vivencia pasada—. Pareciera que me lo dijeras como si hubieras sido así con Diamond.

—Bueno, hay algo de eso, pero siempre fui honesta desde el principio, Diamond te enseña a no quedarte con tus emociones —dijo Platinum con una pequeña risita coqueta, recordando el pasado.

—Sí, sobre todo a una chica que adora el control como tú —dijo Scarlet, pinchando otro malvavisco—. Me hace preguntarme. ¿Solo quieres que todo esté bien? o ¿eres una megalómana en potencia?, espero que sea lo segundo, sería más divertido.

No hubo respuesta inmediata, Platinum continuó mirando el fuego, pero su rostro parecía más decaído, reflexivo. Scarlet la observó y lanzó un murmullo molesto, sabía lo que se venía, y aunque tenía curiosidad, el momento de afecto le repelía.

—Es lo primero, no quiero que nada se salga de control —dijo Platinum con un tono seco, mirando el fuego.

—No puedes evitar el caos, aunque con tú poder…

—Ese es el problema —Platinum cerró los ojos y lanzó un suspiro mientras se recargaba en sus brazos—. Tienes razón, quiero mantener todo bajo control, todo debe estar en mi control, por qué si no…

—Supongo que esta es la parte donde me cuentas algún proceso traumático, claro —Scarlet se cruzó de brazos, contuvo su curiosidad y la miró directo a los ojos, no quería esto.

Platinum pensó un momento las cosas, volteando a verla con una mirada reflexiva.

—Scarlet, ¿me consideras tú amiga?

Esa pregunta fue directa, demasiado directa. Scarlet sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sin saber que responder en primera instancia.

—Yo te consideró mi amiga, a pesar de todo, como Schilly —dijo Platinum con una pequeña sonrisa.

—Yo… ustedes son aliadas valiosas —dijo Scarlet, tragando saliva.

—Supongo que tampoco eres buena expresando tus emociones, Scarly —Platinum pinchó otro malvavisco y lo acercó al fuego.

—Yo… soy muy complicada.

Platinum asintió, repensando el tema. Scarlet agradeció al inicio que Platinum no quisiera hablar, sin embargo, poco se salvó al ver que ella estaba tomando valor.

—Quiero que sepas algo de mí…

—No es necesario que lo hagas, Berlitz —interrumpió Scarlet, incómoda—. Abrirte te deja vulnerable y…

—Y por eso me abro contigo, mi amiga, por qué sé que tú nunca me lastimarás, ¿verdad?

—Confías demasiado en las personas —Scarlet tragó saliva.

—No lo hago en realidad, no soy una idiota, solo… confió en ti —admitió con una sonrisa.

Scarlet volvió a sentirse incómoda, pero a la vez, el extraño calor que sentía en su pecho le hizo tragar saliva y asentí, permitiendo a Platinum hablar. La heredera se preparó por unos segundos, mirando al fuego quemar poco a poco la cobertura de azúcar del malvavisco hasta tener el coraje suficiente para hablar.

—Schilly y yo compartimos algo en común, no podíamos controlar nuestra singularidad al principio —dijo sacando el malvavisco del fuego—. Una niña rica con telekinesis era algo de lo que mis padres se enorgullecían. Sin embargo, apenas tenía control de esa cosa, asustando a la mayoría de los niños que me conocían, exceptuando a Diamond, a Pearl, y a mi hermana.

Eso la sorprendió. Nunca había escuchado que Platinum hablará de una hermana, jamás en su vida.

—Se llamaba Moon, era muy inteligente, más que yo, y solía jugarme algunas bromas de vez en cuando —dijo con una pequeña risita que poco a poco se apagó.

Scarlet pudo sentir cómo el ambiente comenzó a tensarse. El viento parecía cambiar, el fuego de las llamas se avivó y una extraña presión se hizo presente en el lugar. La voz de Platinum dejó de sonar calmada, era más turbulenta, seca, dolorosa.

—Ellos eran mi todo en realidad, lo mejor que tenía una pre púber de doce años, hasta que…

Scarlet notó como los ojos de Platinum se llenaron de lágrimas tan rápidamente, con su voz quebrándose y bajando la intensidad. Sabía lo que venía, sin embargo, no la detuvo, aun cuando miró las llamas avivarse aún más.

—No pude controlarme, sentí que mi piel ardía, se derretía y el calor se expandía por todo mi cuerpo, una bola de llamas que me envolvía con un profundo dolor de cabeza, uno que nunca olvidaré. Moon solo estaba jugando, era un simple juego, cuando las llamas inundaron mi vista por horas. Y cuando se apagaron, ella…

—¿Murió? —preguntó Scarlet en voz baja.

La llama de fuego llegó a su ceñid, tan alta que Scarlet tuvo que apartarse un poco, sintiendo la enorme temperatura que no provenía de la fogata, provenía de Platinum, la cual sujetaba un palo de madera que poco a poco se volvió cenizas. Tragó saliva, sin embargo, la temperatura poco a poco comenzó a disminuir.

—Sí, así… es…

Platinum comenzó a llorar, con sus lágrimas saliendo, resbalándose unos pocos centímetros en sus mejillas antes de evaporarse. El ruido de los sollozos, aun con el fuego ardiente, eran lo suficiente profundos para que Scarlet sintiera una opresión en el pecho. No era incomodidad, o al menos no como ella lo solía sentir, ver aquella chica tan segura de sí misma en ese estado, vulnerable, hizo que Scarlet se sintiera profundamente mal, tragando saliva. No sabía qué hacer, que decir, solo observaba, deseando saber que decirle para que se detuviera.

—Lo siento…

Fue lo único que salió de su boca. Aunque la temperatura disminuyó un poco, los sollozos se mantuvieron un poco más hasta que se detuvieron de manera repentina. Scarlet suspiró, deseando que Platinum volviera a su estado normal, pero no lo hizo, su rostro desconfigurado se ocultó en sus piernas, tratando de recuperarse.

—Desde entonces mantengo el control, lo quiero tener todo controlado para evitar perder a alguien, a mis amigos, a mi novio, a todos —dijo Platinum en voz baja, recargando su rostro en sus piernas—. Mis padres me dejaron aquí por lo mismo, no querían saber de la asesina de su hija.

Scarlet se sorprendió. Recordaba que los primeros días Platinum le había dicho que estaba aquí por voluntad propia, pero ahora entendía que aquello estaba lejos de ser así, una mentira que le ayudaba a ahorrarse la escena en la que estaban ahora. La de Paldea volvió a pensar que decir, las palabras de aliento no servirían de nada, pero sabía que, algunas veces, la empatía solía funcionar, o al menos eso le habían dicho. Tragó saliva, titubeando si debía decirle aquello o no, pero sí Platinum se había mostrado así, tal vez podría devolverle el favor, por más que odiara la idea.

—Sé que es que las cosas salgan de tu control, yo… —Scarlet cerró los ojos, suspirando—. Ya debes saber lo que pasó en Paldea, las cosas se me salieron de las manos, las bestias de las ruinas acabaron con la región, y con… una persona muy valiosa para mí.

Platinum levantó el rostro, mirando como Scarlet parecía esforzarse demasiado en sacar su pasado. La temperatura se esfumó de golpe, la llama de la hoguera amainó y Platinum se acercó a Scarlet.

—¿Es esa chica que me contó Violet?

Scarlet asintió.

—Nemona —dijo Scarlet, tratando de retomar su tono frío—. Fue un error de cálculo, pensaba que ella y Violet podrían contra Chien-Pao, pero cuando encontré la forma de sellarlos otra vez, ella… murió, en los brazos de Violet.

Scarlet sintió como su garganta quería cerrarse ante aquello, nunca lo había contado, sólo ahora, y su discurso salió con una enorme potencia emocional que Scarlet deseaba ocultar, negándose a llorar aun cuando las lágrimas escapaban de sus ojos. Platinum suspiró, intentando acercarse a Scarlet, pero ésta se negó, alejándose.

—Solo sé que, entiendo tu necesidad de control, Platinum —dijo Scarlet, limpiando sus lágrimas—. Es horrible cuando estas cosas pasan una y otra vez.

—Hablas de Ruby, ¿no?

—Si —Scarlet asintió—. No podemos permitirnos fallar, ¿verdad? Supongo que somos más parecidas de lo que me gustaría admitir.

Platinum no pudo evitar sonreír, sintiendo esa conexión entre ellas. Scarlet suspiró, agotada, como si hubiese corrido un maratón. Le costaba abrirse, y aun así no sabía si había hecho lo correcto. Para su fortuna, la tensión incómoda se rompió cuando sintieron una repentina ráfaga de viento cercana. Al voltear al origen pudieron ver como Kieran había perdido finalmente su transformación, comenzando a temblar y despertar lentamente, adormilado.

—L-lo siento, me dormí —dijo Kieran, frotando su párpado con su mano.

—Eres un flojo, Kieran —dijo Scarlet. No pudo evitar sentir un poco de preocupación al ver su torso desnudo y tembloroso por el frío, así que, por instinto, se quitó su sudadera y se la dio—. Toma esto, no quiero que te congeles.

Platinum no pudo evitar lanzar una risita al ver a Scarlet dándole su sudadera a un avergonzado y nervioso Kieran, sin duda había algo ahí. Al poco rato llegó Diamond, cargando consigo varias bayas y ramas. Con todos listos, era hora de volver.

—¿Puedes darnos un aventón a la casa de Kieran? No quiero tener los gritos de su fastidiosa hermana en nuestra habitación —dijo Scarlet a Platinum.

—Para mí será un placer —dijo Platinum con una sonrisa, encerrando a todos en una burbuja psíquica.

[...]

Violet apareció repentinamente frente a la habitación donde Carmine cuidaba a Ogerpon. Su rostro se miraba cansado, con sus piernas con un ligero temblor apenas perceptible luego de haber entrenado por horas en la clase de Yellow. Al menos había logrado mejorar mucho su marca, logrando teletransportarse a treinta y cinco metros sin problemas. Aunque estaba feliz del resultado, en ese momento solo quería darse un baño y dormir todo lo que quedaba del día, o jugar videojuegos, lo primero que se le presentara.

Abrió con ligereza la puerta, esperando el gritó de Carmine por haber llegado tarde, sin embargo, en su lugar solo se encontró pequeñas risas provenientes del fondo de la habitación, dónde Carmine, sentada en el piso, jugaba chocando sus palmas con las de Ogerpon. La pokémon se balanceaba con alegría, divertida de jugar con su cuidadora que no prestaba atención a la expresión de ternura que puso Violet al verla.

—Ya llegué, chica linda —dijo Violet, acercándose a ella—. ¿Están jugando?

—Sí, Ogerpon quería pasar el rato —dijo Carmine con una pequeña sonrisa.

Ogerpon gruñó ligeramente, alegre de ver a Violet y acercándose a él, abrazándolo del torso. Violet sonrió, acariciándola de vuelta.

—Se miraban muy tiernos ustedes dos.

Carmine no pudo evitar sentir un rubor en su rostro, negando con la cabeza al escuchar el cumplido.

—Siempre tienes que arruinarlo, Violet —reclamó, fingiendo molestia—. Más te vale cuidar a Ogerpon esta noche, no quiero recibir un regaño por parte de la directora.

Violet asintió, sentándose en el suelo para continuar el juego que su compañera había comenzado. Carmine por su lado fue y recogió algunas de sus cosas en su bolso, ya era tarde y honestamente solo quería cenar y dormir un poco.

Miró a Violet una última vez, jugando con Ogerpon, aquello, inevitablemente le hizo esbozar una pequeña sonrisa, de alguna forma verlo jugar con el pokémon le hizo sentir una calidez extraña. Su mente tuvo una idea, lanzando un pequeño suspiro y acercándose a él.

—Ve a comprar algo de cenar —dijo Carmine, con una mano en la cintura.

Violet paró el juego, confundido.

—¿Que dijiste?

—Que vayas por la cena, cenaremos los tres, ¿o acaso piensas hacerme pagar una comida para ambos?

Los ojos de Violet se iluminaron de golpe. No fue necesario repetirlo dos veces, pues el chico desapareció de inmediato, asustando un poco a Carmine, al menos hasta que recibió un mensaje en su celular, preguntándole que era lo que quería cenar. Carmine le dijo que un poco del sushi que vendían en el ala este. Luego de unos minutos de espera, Violet apareció con una bolsa de plástico.

—¡La comida está lista!

Carmine pareció muy satisfecha al verlo, estaba gustándole la efusividad de Violet, en más de un sentido. Sentados en la mesa, Violet, Ogerpon y ella comenzaron a comer los rollos de sushi que Violet había comprado. El sabor era muy bueno, justo lo que esperaba, sin embargo, lo que le dio más emoción fue todo el ambiente en el que estaba inmersa. No era la primera vez que comía acompañada de compañeros, ella solía comer con Haruna y Amarys todos los días, pero tener a Violet ahí le hizo sentir un pequeño calor en su pecho que le hizo sonreír mientras Ogerpon terminaba de comer.

—¡Estuvo delicioso! —dijo Violet con una sonrisa.

—¿Te lo terminaste tan rápido? —Carmine tragó saliva al ver el plato de Violet vacío.

—Lo siento, es que también tenía mucha hambre.

Carmine estaba impresionada, por lo que solo lanzó una risa sarcástica, burlándose de lo comelón que era Violet.

—Oye, si crees que como mucho, deberías ver a Scarlet, ella se comía los emparedados de Arven de un mordisco —Violet se cruzó los brazos, orgulloso.

—Hablas como si ese logro fuera tuyo.

—Soy su mejor amigo, sus logros son míos —admitió, tomando un poco de refresco.

Eso le hizo recordar algo, lo acontecido hacia algunos días con el tema del cumpleaños de Scarlet. Sacó su celular y preguntó a su abuelo si Kieran estaba en casa. Ya lo estaba, y con una ropa diferente a la que se había ido. No pudo evitar irritarse, apretando el teléfono hasta que sintió las miradas preocupadas de Violet y Ogerpon.

—Es tú mejor amiga, Violet —dijo Carmine, molesta, apoyando su codo en la mesa—. Parece que devolvió a Kieran con una ropa diferente a la que llegó, solo espero que no haya hecho nada raro.

—Recuerdo que Kieran dijo que irían a entrenar, seguramente su ropa se rompió por los entrenamientos.

Aunque Violet trató de sonar relajado, el temple de Carmine no disminuyó

—Si me entero que le hizo daño a mi hermano yo…

—Tra-tranquila, chica linda —dijo Violet, calmándola—. Scarlet no dañaría a nadie, si entrena a Kieran entonces tendrá mucho cuidado.

—Suenas demasiado seguro, Violet —Carmine se cruzó de brazos—. Ahora que lo pienso, he notado cierto patrón, Scarlet es una egocéntrica, narcisista, sarcástica y fría chica, cuesta trabajo creer que sea tú mejor amiga, o la de alguien.

—Scarlet es… bueno —Violet tragó saliva, con su voz nerviosa—. Scarlet no es tan mala, lo sé.

—¿Cómo puedes asegurarlo?

—Bueno, soy su mejor amigo, certificado y todo, la conozco desde que teníamos doce y, si es algo complicada, cuando nos conocimos me dejó inmóvil con telaraña, pero nunca ha actuado de mala fe, en serio que es una buena persona, trata de ayudar cuando puede y no ha hecho nada malo contra sus amigos.

Carmine analizó la postura de Violet. Era firme en sus palabras, manteniendo un brillo de esperanza que le hizo irritarse, pero no porqué él creyera en ella, si no por qué sentía que Scarlet no merecía aquello, esos elogios de parte de un chico como Violet. Hasta podría asegurar que ninguna de sus amigas la defendería con tanto fervor como este chico rubio que hacía su corazón latir con fuerza.

—La defiendes tanto a pesar de que te trata tan mal.

—Es parte de su personalidad, me he acostumbrado, además yo sé que en el fondo sabe que somos mejores amigos, me lo ha demostrado y yo… creo mucho en ella —Violet sonrió de manera calmada—. Créeme, no tienes que preocuparte, ella jamás dañara a Kieran.

Violet se había acercado a ella, con Ogerpon observándole de manera atenta. Podía sentir esa pasión, ese cariño puro que no creía haber visto expresado antes. Que chico tan extraño era Violet, pero aun así le hacía sentir confianza, y un poco de celos de que le defendiera tanto. Aunque no estaba del todo segura, en su rostro se plantó una ligera sonrisa.

—Odio que suenes tan convencido, Scarlet es afortunada de tenerte como amigo, maldita sea —Carmine recargó su rostro en su mano, jugueteando con uno de sus mechones.

—Bueno, eso soy yo, siempre leal —dijo Violet, sonriente, y con un ligero temblor en su cuerpo.

Carmine sintió su corazón acelerarse cuando vio que la mano de Violet estaba cerca de la suya. Juraría que nunca se había sentido así desde hacía mucho tiempo. Violet, su apariencia, su efusividad, su forma de actuar y la forma en la que siempre le decía "chica linda" era algo que le encantaba. Recordó que había algo pendiente entre ellos, algo que esperaba pudieran repetir de manera exitosa cuando acercó sus dedos a la mano de Violet.

—Nunca te he preguntado —con sutileza, Carmine tocó el dedo de Violet—. ¿Qué es lo que te atrajo de mí?

Violet tragó saliva al sentir el rose de Carmine. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y su rostro se puso completamente rojo al sentirla, mirándola a los ojos con los brazos temblorosos.

—Y-yo, este… —Violet estaba nervioso— Eres una chica muy linda, dema-masiado, y yo… me gusta que seas fuerte.

Carmine arqueó la ceja, confundida.

—¿Fuerte?

—S-sí, cuando te vi en el club de combate, portando esa espada con elegancia y dominando a Sou, fue algo que me gustó mucho —dijo Violet, encontrando finalmente el valor—. Eres brava, valiente, fuerte, y eso te hace muy hermosa, y me gusta.

—¿Quieres decir que soy poco femenina? —bromeó Carmine, fingiendo molestia.

—¡N-no! —rectificó Violet— Eres la chica más femenina que he visto, y a la vez fuerte, eres… perfecta.

Carmine sintió su corazón latir aún más rápido, sus mejillas ardían y su cabeza daba vueltas ante la mirada determinada de Violet. Nunca nadie la había elogiado de esa forma, exaltando su personalidad fuerte, siendo honestos, se había forjado para poder afrontar lo que significaba cuidar a tu hermano luego de que su madre muriera y su padre los abandonara por unirse a una secta. Aquello siempre había sido su cruz, la razón por la que no había muchos chicos que se acercaran a ella, por miedo al rechazo o la humillación que ella siempre les daba. Pero ahora, este chico, de aspecto promedio, la desarmó por completo, haciéndose sentir amada, no solo por cómo se miraba, si no por lo que ella era, por lo que había decidido ser.

Sonrió, apenas una fracción de la felicidad que sentía en su rostro, y sujetó la mano de Violet. Decidió entrar a los pensamientos de Violet, y lo único que encontró en su mente era ella, la forma tan pura en la que le miraba y le hizo sentirse extraña, casi alienígena. Era sincero, demasiado sincero, no había ningún de aquellos pensamientos desagradables que encontraba en los chicos que le pretendían y solo querían llevarle a la cama. En Violet encontró, en efecto, lo que ella siempre buscó, y esta vez no lo dejaría ir. Sintiendo su cuerpo volverse loco, se acercó hacía él. El chico tembló, pero se quedó quieto cuando miró a Carmine acercarse.

—No lo vayas a arruinar ahora, por favor —dijo en voz baja.

Violet apenas tuvo tiempo de contestar, ambos rostros rojos acortaron la distancia de golpe, con sus labios chocando. Violet cerró los ojos, sintiendo la suavidad y el sabor de los labios de Carmine, el olor a cereza aún presente en su labial se extendió por su boca, sintiendo que su cuerpo se volvía tan ligero como una pluma y su corazón a punto de explorar. Sus labios se movieron, intentando seguir inútilmente el compás de los de Carmine. En ese momento su cabeza se puso en blanco, hasta que Carmine despegó sus labios lentamente, sintiendo como el calor de Violet la abandonaba mientras sacaba una pequeña risa sarcástica.

—Es tu primera vez besando, ¿cierto?

—¿T-tan mal lo hice? —admitió Violet, avergonzado.

Carmine rio, para después voltear a verlo de manera coqueta.

—Bueno, podemos arreglar eso.

Aunque Ogerpon se cubrió los ojos para no ver aquello, y Violet se preparaba para otro beso, un ruido en la ventana los distrajo. Era un golpeteo incesante, como el de piedras golpeando el vidrio. Violet no quiso prestar atención, pero Carmine le dijo que podía revisar y luego volver a su asunto. Tan impaciente como siempre, Violet abrió el enorme ventanal, donde no había nada.

—Parece que solo fue el bien…

Violet no pudo terminar de hablar cuando una enorme sombra entró por la ventana y derribó al chico. Una criatura en forma de reptil tumbó a Violet, con unos ojos cibernéticos mirándole directamente antes de abrir su hocico ante el rostro sorprendido de Violet. Carmine y Ogerpon se prepararon para atacar, pero Violet les detuvo al momento de que la criatura comenzó a lamer su rostro.

—¡Miraidon! —gritó Violet, emocionado, acariciando la cabeza del pokémon— ¡Amigo, te había echado de menos!

—¡¿L-lo conoces?! —preguntó Carmine, sorprendido.

—Claro que lo conozco, fue mi primer amigo cuando salí de casa de mis padres —dijo Violet, levantándose—. Miraidon, te presento a Carmine y Ogerpon.

El pokémon legendario se acercó con curiosidad hacia ambos. Ogerpon fue la primera en reaccionar de manera positiva, recibiendo cariños por parte de Miraidon. Carmine, por su parte, parecía más renuente a acercarse al poderoso pokémon, tratando de acariciarlo antes de que la tumbara y la lamiera en la cara.

—¡Ahh, quítame a este de encima! —gritó Carmine, molesta— ¡Por Arceus, arruina mi maquillaje!

Violet la ayudó, apartando un poco a Miraidon. Carmine corrió de inmediato al baño para limpiarse, mientras que Violet terminaba de acariciar a su viejo amigo.

—Pero no lo entiendo, se supone que no podía verte por órdenes de la corte, ¿cómo llegaste hasta aquí?

Miraidon hizo un gesto para que lo siguiera hasta el enorme ventanal. Al llegar, Violet pudo escuchar unos gritos a la distancia, provenientes de un chico y una chica a las afueras de la muralla de Nevermore. Al identificarlos, Violet sintió una enorme alegría, alzando las manos.

—¡Arven!¡Penny!


Buenas, lectores. ¿Como ha empezado su año? Aca andamos medio ñeh, tal vez con algo de depresión por un trabajo que te drena el alma, pero hey, al menos la literatura es un escape uwu.

Afortunadamente logre terminar ese capítulo antes del 15, así que aqui lo tienen. Por cierto, finalmente me decidi y... seran 19 capítulos. Ahora si es 100% seguro xd, ya tengo todo el esqueleto del fic, así que solo toca... escribir!
Espero hayan disfrutado el capítulo uwu, nos vemos al final de mes.