OBLIGACIONES DE PRINCESA
De Siddharta Creed
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Capítulo 29
Tarble explicaba con efusividad su estrategia, confiaba que pronto terminarían con una revuelta suscitada en uno de los planetas colonia del imperio. El rey Vegeta, su primogénito y el pequeño grupo de soldados escuchaban con atención, cuando de pronto, el príncipe híbrido y Kakaroto se miraron a los ojos, sin decir nada más, solo ellos lo habían sentido; el ki de Gohan en el planeta Vejita.
Ambos guardaron silencio y pusieron atención al hermano del rey, sin tener idea de las verdaderas intenciones del híbrido de cabello negro.
—Tres escuadrones de élite se unirán a los existentes en Caless, quiero las cabezas de los traidores —finalizó el rey con esas duras palabras.
El resto de los presentes asintieron conformes, levantándose de sus asientos para retirarse a sus respectivos deberes.
—Debo irme —se excusó Kakaroto con su típico porte despistado.
—Tengo el presentimiento de que tu prisa no se debe al viaje hacia Caless —Trunks se apresuró a decirle, entrecerrando la mirada.
—Ah… —balbuceó con una mano detrás de la cabeza—. No tardaré —dijo saliendo del lugar con prisa. El rey iba a reclamarle por su comportamiento, pero el príncipe heredero le hizo una seña, esperando a que el resto saliera del lugar.
—Durante la junta, ambos percibimos la energía de Gohan —se levantó de su lugar, rodeando la mesa hasta llegar al ventanal, del que se podía apreciar una espectacular vista de todo lo que se extendía bajo la montaña del palacio—. Sabíamos que podía llegar en cualquier momento, tiene semanas amenazando a Pan con eso, pero ella lo creía poco probable.
Vegeta se levantó en silencio, enrolló su cola en la cintura y se dirigió hacia su hijo: —Te aconsejo no intervenir, ella debe resolver su problema familiar sin la intromisión de terceros —giró hacia Tarble para despedirse con un asentimiento de cabeza, y salió con prisa hacia el puerto, debía partir de inmediato a la estación espacial de la luna, desde donde partirían los escuadrones que se dirigían a dos misiones de suma importancia para el imperio. Lo esperaban los generales para las indicaciones secretas, las que prefería dar en persona, evitando que el mensaje pudiese ser intervenido, a pesar de la seguridad de sus radares.
—De cualquier manera, no puede derrotarte, sería estúpido de su parte—opinó Tarble dirigiéndose a su sobrio, quien sonrió petulante.
«En caso de que me ataque, juré no dañarlo, así me cueste la vida».
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Los platos sucios se apilaban en la mesa, disminuyendo el ambiente tenso en la casa del soldado Kakaroto, la comida de Milk tenía la virtud de unir a la familia, sin importar las circunstancias, y esa, no era la excepción.
El vástago mayor de los Son había llegado sin avisar, acompañado de su mujer y el joven que amaba como a un hijo, con la única intención de llevarse a Pan de regreso a su hogar, con los suyos, donde ella pertenecía, según él. Solo que, en lugar de llegar lanzando maldiciones, prefirió sentarse con su madre e hija, dialogando de manera civilizada, a pesar de lo molesto que se encontraba.
—Gracias madre, extraño mucho tu comida —se limpió con una servilleta.
—Podrías venir más seguido, sabes que eres bienvenido —habló Pan, observándolo con recelo.
—Lo pensaré —respondió Gohan, mostrando una bien fingida sonrisa—. Por el momento tengo mucho trabajo, y el contrato de Pan no finaliza, por eso vine por ella, aprobaron uno de sus proyectos —comentó con orgullo a su madre.
—Alargaron mis vacaciones gracias a la intervención de la reina Bulma, de quien estoy aprendiendo mucho. No tenías por qué venir —espetó Pan, soltando la cuchara sobre la mesa, de pronto, se le habían quitado las ganas de comer el delicioso postre que ella misma había ayudado a preparar.
—La experiencia es el mejor aprendizaje —comentó Gohan con tranquilidad, encogiendo los hombros.
Pan sonrió con los labios cerrados, la frase «la experiencia es el mejor aprendizaje», se la había dicho el príncipe, pero refiriéndose al sexo. Carraspeó esperando no haberse sonrojado, observó a los presentes y antes de hablar, llegó su abuelo Goku, con la misma mirada amable de siempre, la que hacía tiempo no veía en el rostro de su padre.
—¡Gohan! ¡Bienvenido! —se acercó para abrazar a su hijo mayor, escaneando antes las energías de los presentes, las cuales encontró inquietas.
—¿Ya no quieres regresar? —aprovechó Anthon la llegada del saiyajin mayor para murmurarle a Pan.
—Aun no —se giró hacia él, tocándole el hombro con gentileza—. Lamento lo de tu madre, yo… la quería mucho —susurró con franqueza.
—Ya está con papá —los ojos de Anthon escocieron al hablar, Pan respondió abrazándolo.
—Lamento no haber sido lo que ella creía. De verdad lo intenté —a pesar del rompimiento entre ellos, Pan le guardaba cariño, le dolía la pérdida del terrícola, y en el fondo, sentía un poco de culpa.
—Ella se fue en paz —Anthon rompió el abrazo, de pronto le incomodó mostrarse tan vulnerable frente a todos—. Necesito hablar contigo —murmuró.
—Después —cortó la breve conversación, regresando la atención a su abuelo, quien se quejaba porque no lo habían esperado para comer, utilizando su particular humor, que pronto relajó las energías de todos los presentes.
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Pasaban más de tres horas desde que percibió a Gohan en su planeta, aun no sabía las intenciones de su visita, y no se atrevía a llamar o mandarle un mensaje a Pan. Podía sentirlo muy cerca de ella, como un maldito muro. Estaba seguro de que él también vigilaba su energía, lo conocía, daría su mano derecha a que estaba atento a sus movimientos.
Goten era su única conexión por el momento, ya que Bardok se encontraba en una misión y a Gine no la conocía lo suficiente, como para confiarle algo tan privado.
Esperó de pie sobre la cúpula de una de las torres de vigilancia, con la mirada en dirección hacia la casa de Kakaroto.
Su amigo llegó volando, como esperaba. —¿Sucede algo? —preguntó Goten, una vez que sus botas tocaron el techo, a un metro de distancia del príncipe.
—Gohan ha llegado. Me sorprende que no lo supieras —dijo al verlo alzar las cejas y abrir la boca.
—El entrenamiento me tuvo concentrado, ni siquiera vi los mensajes… —buscó en su comunicador, encontrando un mensaje de Milk y otro de su padre—. Mierda, ¿cómo no me di cuenta?
—Si no hubieses estado entre las piernas de mi hermana, concentrado en lo que sea que hacían —se acercó un par de pasos más, aspirando el aroma que despedía su amigo, acción que desconcertó al híbrido de cabello negro.
—Es obvio que huela a la princesa Bra, fue un entrenamiento largo —alegó Goten, retrocediendo tres pasos hacia atrás.
Trunks soltó una carcajada socarrona. —Conozco ese tipo de entrenamientos, suelo realizarlos con Pan —se burló un poco más de su amigo, haciendo que este relajara su postura.
—¿Te molesta? —se animó a preguntarle al príncipe.
—Ella es dueña de su vida, además —sonrió de lado—, es bisexual, al igual que tú.
Goten amplió la sonrisa, mostrando una mirada que el príncipe nunca antes había visto en él.
—Si pretendes unirte a ella, cuenta con mi apoyo —finalizó el tema, girando después el rostro hacia unas montañas a lo lejos, donde Gohan se dirigía volando en solitario—. Kakaroto ya partió a su misión, antes de salir, me aseguró que todo estaba en orden, que solo venía porque Pan tenía un contrato, no dijo más.
—¿A dónde irá Gohan? —se preguntó Goten en voz alta, observando las mismas montañas que el príncipe. Iba a comentar algo cuando un pitido salió del comunicador de Trunks.
—Bienvenido —saludó el heredero con voz neutral, apenas desplegó la pantalla. Sabía que era Gohan quien le llamaba.
—Necesito que vengas, estoy seguro que no hace falta decirte dónde estoy. Dile a Goten que no te siga, puedo sentirlo cerca de ti.
—Entendido —respondió, luego se dirigió hacia su amigo—. Te prohíbo seguirme, es una orden, ve con Pan —despegó de inmediato hacia las montañas sin decir más, con el presentimiento de que fuese lo que fuese, Pan ignoraba lo que Gohan planeaba.
En poco rato pudo verlo, de pie, en medio de un enorme cráter, producto de un entrenamiento pasado, pues el lugar árido era utilizado en duelos a muerte y entrenamientos.
—Aquí me tienes —habló Trunks con voz seria, pero tranquila.
—Seré breve —dijo Gohan, arrugando el ceño—. Te reto a muerte —escupió.
—¡¿Qué?! ¿Has perdido la cabeza? No tienes oportunidad. Además, no quiero matarte.
—¡Pero yo sí deseo tu muerte! Eres un maldito cáncer que ha arruinado a mi familia, a mi única hija. ¡Mereces morir por eso! —siseó con el rostro rojo de rabia, elevando su ki.
—En eso tienes razón —se colocó en su pose de defensa, elevando un poco su energía—. Aun así, no quiero pelear contigo —apenas terminó de hablar, cuando Gohan se dejó ir contra él, utilizando todo su poder, más la fuerza interna que había reprimido por años. Con un grito de furia arremetió contra el príncipe, quien apenas alcanzó a bloquear el primer ataque, el segundo y los que llegaron después, lanzándolo contra la base rocosa del cráter.
A duras penas logró ponerse de pie, esquivando más ataques de energía.
—¡DEJA DE HUIR Y ATÁCA! —exigió Gohan.
—¡NO LO HARÉ!
—Quiero tener el honor de arrancarte la cabeza como se debe.
—Tendrás que hacerlo sin recibir un solo rasguño —alegó Trunks, moviéndose detrás de él—, porque no pienso golpearte.
—¡Cobarde mal nacido! —siseó girándose para encontrarse con la estela de aire dejada por la velocidad del príncipe.
—Hace mucho di mi palabra a Pan…
—No vuelvas a nombrarla, bastardo depravado. Era una niña cuando la retaste al duelo de unión —un fuerte sonido retumbó cuando las manos de Trunks detuvieron el puño que iba directo a su rostro.
—¿Y quién tiene la culpa de que ella aceptara? —esquivó una patada, pero no vio venir el cabezazo que lo envió de nuevo contra la dura roca, abriéndole una herida en la cabeza, que, a pesar de no ser de cuidado, sangraba de manera escandalosa. Apenas alcanzó a limpiar la sangre que corría sobre su ojo derecho, cuando una patada en el pecho lo dobló, quebrándole un par de costillas, que le sacaron un fuerte quejido de dolor. No esperaba que Gohan tuviese ese poder escondido, tal vez el odio lo empujaba a sacar al guerrero que llevaba dentro, no lo sabía, pero tampoco le sorprendió, después de todo, era el padre de una súper saiyajin.
—¡¿No piensas transformarte?! —Gohan lo tomó del cabello, llevando el rostro del heredero contra una gruesa roca de granito.
La secuencia de golpes fue veloz, mucho más, de lo que se esperaba de un híbrido cuyo talento residía en la ciencia. No obstante, siempre se supo que cuando se enojaba solía perder el control, razón por la que el mismo Gohan se había quitado la cola muchos años atrás, temeroso del ozaru violento que nunca logró dominar, el cual seguía dentro de él, tirando constantemente de las cuerdas que lo oprimían.
Logró quitárselo de encima, debía contenerlo sin recurrir a su transformación, porque sabía bien que de hacerlo, corría el riesgo de dañarlo de gravedad, más que nada, porque en el fondo deseaba enfrentarlo, y más ahora, al comprobar que podía darle una buena batalla, pero el costo de cumplir su capricho, sería dañar a Pan, y había jurado no volver a lastimarla.
No faltó mucho tiempo para que Pan apareciera volando, alarmada por haber sentido la energía de ambos, Goten la seguía de cerca, igualmente preocupado.
—¡DETENTE PAPÁ! —le gritó, colocándose en medio de los dos, utilizando su transformación.
—¡Pan! —la llamó el príncipe, temiendo por su seguridad.
La joven giró hacia Trunks, impactada por la herida en la cabeza del príncipe. Tenía el rostro embarrado de su propia sangre, y se tocaba dolorosamente el costado izquierdo. No recordaba haberlo visto tan lastimado en ningún entrenamiento, ni siquiera, la vez que lo rescató en el espacio, donde apenas consiguieron hacerle una pequeña herida en la pierna, de la que ahora solo quedaba una delgada cicatriz.
—Así arreglamos los problemas aquí, no tienes nada de qué preocuparte —trató de calmarla, sin poder evitar gemir de dolor al final —viró la vista hacia Goten, haciéndole saber que debían alejarse.
—¡¿Qué no me preocupe?! ¡Está sangrando! —exclamó, para luego girar hacia su padre, al que no le encontró un solo rasguño, a excepción de las manchas de sangre, que obviamente no pertenecían a él.
—Déjanos arreglar nuestros problemas al modo saiyajin —siseó Gohan—. Ve con tu madre, debe estar preocupada —escupió al suelo sin dejar de clavarle la vista al príncipe. Le irritaba verlo tan calmado, fingiendo amabilidad.
«Hipócrita», se negaba a aceptar que ya no era el mismo ególatra que conoció en el pasado.
—Estarán bien, ven conmigo, Pan —se acercó Goten, lanzándole una mirada severa a su hermano mayor. Su herencia saiyajin le dictaba respetar un combate ajeno, sin embargo, su parte más racional se encontraba molesta por la actitud de ambos, pues su amigo no estaba respondiendo como se esperaba de él, lo cual le preocupaba, pues no confiaba en el juicio de su hermano—. Sé prudente —dijo a Trunks, jalando a Pan.
—¡¿Eso es lo que quieren?! Par de machos ridículos —les recriminó la joven.
—Pan —le habló Goten—, esperemos allá —le señaló un lugar alto, en una zona de rocas destrozadas.
—Aléjense más —ordenó Trunks.
La híbrida no dijo nada más, tenía un nudo de impotencia atorado en la garganta, que no sabía cómo vomitarlo. Regresó a su estado natural, para luego levitar seguida de Goten, instalándose a unos cincuenta metros de distancia, demasiado cerca para el gusto de Gohan y el príncipe.
—Bien, continuemos. Te advierto que esta vez no me detendré —ladró Gohan, lanzándose de nuevo contra el príncipe, quien logró esquivarlo, volando alto, entre las nubes, alejándose de las miradas de Pan y Goten. El hijo mayor de Kakaroto lo siguió, y lo único que pudieron ver desde abajo, fueron los ataques de energía y el retumbar de los golpes a distancia.
Después de un rato lograron verlos descender más lejos, tanto, que no distinguían a simple vista quién era quién. El ki de ambos no disminuía, parecía ir parejo, Pan y Goten sabían que era gracias a que el heredero continuaba sin transformarse, lo cual, no les gustaba en absoluto.
—No me quedaré aquí observando —murmuró Pan, lanzándose contra su padre, al que no alcanzó a contener, debido a que Gohan reaccionó a tiempo, recibiéndola con un puñetazo que ella no esperaba.
—¡LA PELEA ES CONMIGO! —gritó Trunks, poniéndose en posición de ataque, mientras de soslayo analizaba el estado de la joven.
Por su parte, Pan se reponía del aturdimiento, confundida, con un dolor desconocido en el pecho, una especie de decepción honda, pues siempre consideró a su padre como un protector, alguien que nunca le haría daño.
«Gohan puede ser muy peligroso en batalla si lo hacen enojar», le había dicho su abuelo Kakaroto, varios años atrás.
Mientras tanto, Gohan aprovechó para lanzar a Trunks contra el suelo, pateándolo con desprecio, instándolo a responder.
—Alteza, ¿por qué no ataca? —susurró Pan con voz entrecortada, sin entender la actitud del príncipe. Se levantó apenas pudo para detener a Gohan, quien no alcanzó a lanzarla con otro golpe, gracias a que Trunks se coló entre ellos, recibiendo el impacto en la espalda, lo que provocó que cayera de bruces, con una nueva fractura en otro hueso.
—No te metas —gruñó Trunks a Pan, alarmado por la fuerza con la que pretendía lanzarla—. ¡GOHAN! ¡REACCIONA! —gritó girando el rostro hacia el híbrido de cabello negro. Sabía que en ese momento de furia no era él, se encontraba en una especie de trance violento, tan parecido a cuando se entrenaba para dominar al ozaru, en las noches de luna llena. Pero esa noche, la luna brillaba en cuarto menguante.
—Me meto porque es mi asunto también —espetó Pan, saltando hacia Gohan, confiando en su transformación.
—Esto es entre él y yo. Lo sabes bien —la jaló de la muñeca, negando con la cabeza, rogándole con la mirada—. Por favor —musitó, dedicándole esa mirada que a Pan le cautivaba. La joven tragó saliva, dejando brotar un par de lágrimas, que estaba segura no conmoverían a su padre, al menos no en ese momento.
Para sorpresa de Trunks, Gohan no permitió que continuara tratando de convencerla, en lugar de eso, la noqueó, aprovechando que había bajado la guardia. A continuación, sujetó al príncipe del cabello, para luego decirle con voz ronca: —Esto debí haber hecho aquella primera vez que pisoteaste a mi niña —creó una bola de energía en su mano izquierda.
—Gohan… —gimió Trunks, intentando zafarse del agarre, pero el último golpe en su espalda le había dañado más de lo que imaginó en un principio. Se transformó en súper saiyajin para detenerlo, pero una patada de Goten fue la que desvió el ataque que Gohan.
—¡LARGO DE AQUÍ! —gritó Gohan furioso, lanzando a Goten lo más lejos que pudo.
La imagen de un colérico Gohan le recordó a él mismo, cuando perdió la cordura después de la ceremonia de presentación de Pan. Le aterró imaginar que así mismo lo había visto ella. Se sintió más avergonzado que antes de sus acciones, más sucio, más en deuda.
—¡NO INTERVENGAS! —se levantó Trunks, dejando ver el dolor punzante en sus facciones—. TE LO ADVIERTO GOTEN —se dirigió a su amigo, esperando que lo obedeciera.
—Atácame como se debe —Gohan elevó su ki, preparándose para recibir cualquier tipo de agresión. La sangre le hervía, tenía mucho tiempo sin una verdadera batalla, conformándose solo con los entrenamientos a escondidas, en los que se preparó para el momento de enfrentarse al príncipe heredero.
Si nunca hubiese cortado su cola, probablemente ya estaría transformado en ozaru, forma que extrañó en ese instante. Después de todo, él mismo había decidido cortar con ese instinto, provocándose confusión y ansiedad en el proceso, que con el tiempo logró controlar, hasta ahora. Su cuerpo temblaba de emoción y coraje, no se detendría hasta tener sus manos empapadas de la sangre del enemigo.
El encuentro se dio con el príncipe intentando someterlo, de nuevo sin atacar, sin embargo, tuvo que golpearlo un par de ocasiones para retenerlo, todo, bajo la mirada atenta de Goten, quien sabía que Gohan estaría bien, pero no podía dejar de preocuparse por el príncipe. Por el momento, observaría con cautela.
Con dificultad, Trunks logró tirar a Gohan de lado, sosteniéndole un brazo y las piernas.
—Se acabó, Gohan, se acabó —habló entre jadeos dolorosos. El forcejeó había provocado que una costilla rota comprometiera su pulmón izquierdo, como consecuencia de su propia obstinación, y de haber subestimado el poder de Gohan, por mera arrogancia.
—Por supuesto que se acabó —dejó escapar una bola de energía con su mano libre, presionando sobre el costado derecho del príncipe, creándole un orificio que se podía ver desde la espalda, no muy grande, pero lo suficiente, como para provocarle un sangrado que podía ser peligroso.
Pan abrió los ojos, confundida, sin entender qué sucedía, hasta que los recuerdos llegaron a su mente, haciéndola reaccionar de inmediato. Entonces, se dio cuenta de la nueva herida en el cuerpo del príncipe, si no detenía la masacre, él se desangraría frente a sus ojos.
Logró incorporarse, pero su tío Goten le ganó en la intención, acción que no sirvió de nada, pues Gohan arremetió contra su hermano, impidiendo que éste lo alejara del príncipe, quien parecía haberse rendido, de rodillas la observaba con una sutil sonrisa triste, susurrando un «lo siento», apenas perceptible.
De pronto, apareció el rey, atacando a Gohan con una poderosa patada, lanzándolo contra un duro muro de roca. Para su suerte, decidió hacer caso a su instinto, regresando lo más pronto que pudo al planeta, encontrándose con las energías de los híbridos a la distancia, en el mismo terreno donde tantos combates de honor se habían realizado.
—¡NO! —gritó el príncipe con el poco aire que le quedaba, cubriendo la herida con una mano—. Es un combate de honor —agregó con voz firme, asegurándose de ser escuchado, ya que el combate de honor era un recurso legal, en el que los guerreros arreglaban asuntos que no podían resolver con dinero o en una corte, muchas veces terminaba en la muerte de uno de los involucrados, dando por terminada la rencilla, sin consecuencias legales para el ganador, sin importar que el perdedor, fuese un miembro de elite, o de la familia real.
Las reglas eran muy claras, el rey las conocía y no solo eso, él mismo fomentaba el derecho de cada guerrero a salvaguardar su honor con mano dura, solo que en esta ocasión, no parecía ser un combate real, sino una masacre ventajosa, pues era imposible que alguien de clase baja, pudiese ganarle al heredero, quien se distinguía por ser un guerrero experimentado, además de poseer la transformación legendaria. Algo no cuadraba para que Trunks tuviese ese tipo de heridas contra Gohan. Apretó los puños con molestia, notando que Goten y Pan también se veían sucios y un poco lastimados, era evidente que ellos intentaron detenerlos.
—Me hubiese gustado que sufrieras más antes de morir —ladró Gohan, sin intimidarse por la presencia del monarca, pero no pudo continuar, debido a que Vegueta lo noqueó de pronto.
—Me importa una mierda el combate. No permitiré que continúes en esas condiciones —espetó el rey, acercándose a revisar el estado de su primogénito. Podía percibir que su energía disminuía, a la vez que la cantidad de sangre que expulsaba aumentaba.
—Lo siento, alteza, le ruego piedad —suplicó Pan, parándose al lado de su padre, que, a pesar de estar en desacuerdo con sus acciones, tampoco deseaba su ejecución. Le aterraba el monarca, sabía de historias donde había arrasado con pueblos enteros cuando estuvo al servicio de Freezer, y la más famosa se todas, cuando se transformó en súper saiyajin por primera vez, precisamente para salvar a su hijo.
Estoico, el rey Vegeta levantó al príncipe, colocándolo sobre un hombro, para luego girar hacia ella.
—No es culpa tuya, nunca lo fue —se inclinó levemente, haciéndole una reverencia de respeto, gesto que no recordaba haberle hecho a nadie más—. Lleva a tu padre de regreso a la Tierra, dile que si tiene algún problema, con gusto aceptaré si me reta —la observó una vez más y agregó—: Ayúdala, Goten —elevó su energía y salió disparado hacia el palacio, con el príncipe perdiendo la conciencia.
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El tiempo corría, todo estaba listo para partir en la nave de su padre, donde ya la esperaban su madre y Anthon, cuidando de Gohan, quien permanecía inconsciente, gracias a la máscara de gas que Milk tenía en su botiquín, que servía para sedar a los heridos en batalla, y a pesar de que Gohan no presentaba graves heridas, por el momento preferían mantenerlo controlado.
Terminó de guardar sus cosas, las encapsuló y cerró el estuche soltando un suspiro triste. Dio un último vistazo a la habitación en la que se hospedaba, mientras acariciaba la piedrecita que colgaba de su cuello, el regaló de él.
—Siento mucho que te vayas en estas condiciones —entró la reina—. Gracias por esperarme —corrió a darle un fuerte abrazo.
—Tal vez regrese después, no lo sé —musió Pan con tristeza—. ¿Cómo está el príncipe?
—Recuperándose, es más fuerte de lo que crees —sonrió para animarla—. Gracias por todo, hija —le acarició la mejilla derecha, en la que se podía ver un golpe violáceo.
—¿Gracias de qué? No pude hacer nada para detenerlo, en el fondo siempre supe que vendría, y en vez de marcharme, permanecí aquí, siendo egoísta —dejó rodar las lágrimas de nuevo—. Estoy segura de que mi padre se preparó a escondidas para enfrentar al príncipe, debí darme cuenta —sorbio su nariz. Se encontraba avergonzada, indignada y sumamente furiosa por el espectáculo protagonizado por su propio padre.
Bulma la tomó por los hombros. —No seas severa contigo misma, son ellos quienes lo buscaron, deja de culparte —la abrazó en silencio por un par de minutos, hasta que Pan logró controlar su llanto.
—Me despide del príncipe, no creo volver a acercarme a él.
—Pan.
—Lo siento. Muchas gracias, alteza —la reverenció una vez más antes de salir sin mirar atrás. Caminó serena, poniendo atención a los detalles de cada elemento que formaba parte del inmobiliario del palacio, al que sin duda, recordaría con mucho cariño, junto con él.
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Casi tres semanas de vuelo en un viaje tenso, al menos así lo veía Pan, quien apenas salía de su camarote, evitando encontrarse con su padre, al que se limitaba a responderle con escuetos monosílabos, dejando ver su enojo. Curiosamente, con quien tenía más comunicación, era con Anthon, quién ahora conversaba con ella sin ningún tipo de reproche, haciendo un poco más ameno el trayecto al planeta Tierra.
Además de las esporádicas pláticas con Videl o Anthon, la híbrida pasaba la mayoría del tiempo recluida en su camarote, pensando en todo aquello que dejó atrás, sin esperanza de poder recuperarlo.
El día dieciocho transcurría con la misma monotonía que los anteriores dentro de la nave, Pan daba una breve visita a la alacena para tomar agua y un poco de fruta, tampoco tenía muchas ganas de comer, para variar.
—¿Gustas? —se acercó Anthon, ofreciéndole la mitad de su barra de chocolate.
—No, gracias —iba a regresar a su camarote, pero Anthon insistió.
—Tómalo, por los buenos tiempos —le sonrió al verla aceptar, después de dudar un poco—. No tienes por qué ir a la Tierra si no lo deseas. Tenemos una pequeña nave cápsula que puedes abordar, yo me encargo de Gohan —se acercó a Pan, poniéndose frente a ella. La muerte de su madre le había hecho replantear sus planes de vida, que, en gran parte, estuvieron influenciados por sus consejos, los que nunca fueron con mala intención, pero, aun así, la mujer erró, en su afán de buscar la felicidad de su único hijo.
«Lo siento Anthon, no puedo continuar con nuestro compromiso, no te amo». Las palabras de Pan dolían, sin embargo, las prefería a una realidad ficticia.
«Te fui infiel con él, y no me arrepiento. Perdóname, pero lo volvería a hacer sin importar que fuese tu mujer, y no es justo para ti».
En el fondo siempre lo supo y se sentía miserable por usar la carta de la enfermedad de su madre, sacrificando la felicidad de Pan, y la de él mismo, pues tarde o temprano, hubiesen terminado.
—Gracias Anthon —quiso pasar de largo, pero el joven la increpó.
—¿Dónde quedó la Pan que conocí? ¿Lo recuerdas?
El silencio se instaló por unos segundos, en los que Pan intentó mantenerse estoica, como hasta ahora, pero el cansancio terminó por vencerla. Se abrazó a su amigo, dejando salir las lágrimas que estuvo reprimiendo frente a ellos.
—Gohan es tu padre, habla con él, entenderá —le dolía el pecho al verla tan abatida, la desconocía, no encontraba en ella a la mujer alegre y dulce de la que creyó estar enamorado.
Pan dejó de llorar al poco rato, tenía mucho tiempo que no se sentía tan vulnerable y perdida. Sorbió su nariz con discreción y musitó: —Gracias, pero ya perdí la esperanza con mi padre —el pedazo de chocolate cayó al suelo, al lado de los pies de Anthon.
—No te preocupes, tengo más barras —se encogió de hombros—. Hay algo que quiero preguntarte —Mordió su mejilla interior izquierda. Tenía una duda y creía saber la respuesta, pero hasta ahora, no se había dado el momento para hablarlo con ella. Temía no tener otra oportunidad, por lo que aspiró hondo y escupió —¿Qué sientes por él?
Las cejas de Pan se arquearon, sorprendida por el tipo de pregunta, sin embrago, respondió sin dudar: —Una gran admiración —sonrió de manera escueta, despidiéndose para retirarse a su camarote.
Anthon se agachó para recoger el pedazo de chocolate, aspiró hondo y decidió dirigir sus pasos hacia la cabina de mando, donde Gohan se encontraba en ese momento, sin saber que los había visto a través de la cámara de vigilancia del pasillo.
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Los textos sobre mecánica que la reina le dio durante su estancia le ayudaron distraer su mente. Dio vuelta a la página, a la que realmente no prestaba mucha atención en ese instante, cuando unos toques en la puerta distrajeron su lectura, podía saber quién estaba del otro lado, lo que hizo que curveara los labios hacia abajo.
—¿Qué quieres? —preguntó con voz hostil.
—Abre —se escuchó con voz calmada—, por favor.
—Déjame en paz —ordenó entre dientes. Le dolía en el alma distanciarse de su padre, del hombre que admiró desde niña, ese hombre que ya no reconocía después del encuentro contra el príncipe.
—Será la última vez —hubo un breve silencio, en el que solo se escucharon las manos del hijo de Kakaroto resbalar por la superficie de la puerta—. Hija…
Pan lo ignoró, prendió su tableta y escogió una película para hacer ruido, a la que intentó prestar atención, pero terminó rindiéndose al cansancio mental y se quedó dormida.
La película continuó hasta su final, luego, en automático comenzó la siguiente en la lista, con un estruendo entre las nubes, que hizo despertar a Pan.
«Debería estirar las piernas», decidió levantarse para caminar un poco en la caminadora que poseía el pequeño gimnasio de la nave, en donde la tripulación podía ejercitarse durante viajes largos.
Se estiró y limpió el hilo de baba que había escapado durante la siesta, volvió a sujetar su cabello en una trenza y abrió la puerta de su camarote.
—¡¿Qué mierda?! —exclamó saltando hacia atrás, cuando vio que su padre caía hacía el interior del camarote.
—Ah, creo que me quedé dormido —comentó Gohan de manera jocosa, muy al estilo de Kakaroto.
—Necesito pasar —dijo Pan de manera cortante, sin soltar la perilla de la puerta.
—Disculpa mi interrupción —se puso de pie de un salto—. Pan, prometo que no volveré a insistir, solo dame un minuto —rogó juntando las palmas de las manos.
—Un minuto —bufó Pan, haciéndose a un lado para tomar asiento en una esquina de la cama. Gohan la siguió, sentándose muy cerca de ella.
—Anthon habló conmigo —se encogió de hombros avergonzado—. Me hizo sentir un idiota, sin siquiera decirlo. Ya sabes cómo es él.
—La muerte de su madre lo cambió —dijo Pan, con la vista perdida en la pared.
—Maduró de golpe —tragó saliva con nerviosismo. Tenía años conservando un odio que había echado raíces en su interior, contaminando su espíritu noble, endureciendo su corazón, lo que al final, no sirvió para nada. Su familia se encontraba fragmentada en finos pedazos que él mismo rompió, y ahora no veía la manera de repararla.
«Tú aún conservas a tu familia, no la pierdas», le había dicho Anthon.
—Dijiste un minuto —le recordó la híbrida.
—Pan, lo siento —reprimió su orgullo, hincándose frente a ella, acunando sus manos entre las suyas—. Creí que Trunks te manipulaba, pero me equivoqué —agachó la cabeza, recargándose en las rodillas de su única hija.
No quiso aceptarlo en el momento del enfrentamiento, no obstante, ahora tenía la prueba de lo que sospechó por años. ¿Por qué otra razón alguien como el príncipe Trunks, heredero al imperio más poderoso del cuadrante, se dejaría vencer por alguien inferior?
—¿También lo amas? —regresó la vista hacia los ojos de Pan—. ¿Acaso no lo sabías? —preguntó al ver la expresión de confusión en el rostro de la joven.
—¿Saber qué?
—Los sentimientos de Trunks —apuntó con la vista hacia la piedrecita que colgaba del cuello de Pan—. Sadalarium, así se le llama a ese metal tal valorado en la cultura saiyajin. Solo unos pocos lo poseen, principalmente la familia real, ya que está prohibido comercializarlo para no degradar su valor. ¿Él te lo dio?
—Por haberle salvado la vida —soltó la mano de Gohan para acariciar la preciada joya, que se había convertido en su tesoro más valioso—. ¿De qué sentimientos hablas?
Gohan se levantó, dio unos cuantos pasos hasta terminar recargado en la pared, cruzado de brazos. Tragó saliva, sentía los intestinos revueltos con solo pensar lo que podía desatar al abrir la boca, al abrirle los ojos a su hija. Pero, si así debía ser para reparar su error, entonces correría el riesgo.
—Pan —suspiró profundo antes de continuar—. Él te ama, y temo que desde hace mucho tiempo —frunció el entrecejo al verla reír negando con la cabeza—. No es una broma. ¿No te lo ha dicho?
—No, no tiene sentido. Él es un guerrero, los guerreros saiyajines no…
—Sé muy bien lo que decían nuestros antepasados, frases vacías creadas para arrancar lo que ellos consideraban una debilidad. Pero sabes bien que no es verdad, los saiyajines sentimos tanto como cualquier otro ser pensante —se relamió los labios una vez más antes de continuar—. Cuando hablé con él hace años me di cuenta. Era mentira aquella excusa que uso para romper la unión, él te amaba, por eso te liberó de su yugo y ahora, ahora estuvo a punto de dejarse masacrar por ti.
—¿Por qué me dices esto ahora? —giró el rostro hacia su padre, esperando algún tipo de burla macabra en su mirada.
—Porque temo que te has enamorado de él —confesó, dedicándole una tierna mirada.
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La potencia mejorada en la cámara de gravedad lo tenía entusiasmado. Pasaba horas enteras metido en su espacio personal de entrenamiento, la mayoría del tiempo solo, en pocas ocasiones con su padre.
Hasta el momento, no había tenido ningún tipo de comunicación con Pan, le dolía profundamente no haber podido hablar con ella, despedirse, cerrar esa puerta de a poco, y no de golpe.
Chistó después de escupir sangre, tenía a máxima potencia los robots de ataque, los cuales fueron mejorados en todos los aspectos, especialmente, en el daño que podían provocar.
Recordó la época en la que utilizaba saibamans en los entrenamientos, tenía años sin utilizarlos, hacía mucho tiempo que dejaron de ser una amenaza para él, en cambio, muchos guerreros adultos seguían utilizándolos, posiblemente, porque no creían posible ascender a un poder mayor. Trunks estaba seguro de que entrenando debidamente, otros guerreros podían lograrlo, pero a la vez, su egoísmo y orgullo le aconsejaban mantenerse cauto, porque de lo contrario, él y su padre dejarían de ser especiales, los semidioses que el pueblo admiraba. Le parecía extraño que nadie hasta ahora, hubiese cuestionado que existiera una hembra súper saiyajin, tal vez porque se conformaron con el hecho de que, así como había un guerrero, debía haber una guerrera, y únicamente sus descendientes podían llegar a tener dicho don.
Él mismo consideró eliminarla al principio, pero luego de pensarlo bien, se dedicó a observarla, analizando sus intenciones, descubriendo que era tan boba como Kakaroto, o al menos esa fue la primera impresión que tuvo de Pan.
Suspiró cayendo de rodillas, luego de lograr desactivar los veinte robots que lo asediaban. Se dejó caer boca arriba y desde allí desactivó con su voz la gravedad aumentada.
Día con día se dedicaba a castigar su cuerpo con intensas rutinas de entrenamiento, terminando agotado y lastimado, sin ganas de hacer nada más que dormir después de un reparador baño caliente, para comenzar al día siguiente muy temprano, con tediosas reuniones diplomáticas o revisando interminables folders con papelería.
Debía parar, sentía que no servía de nada toda esa rutina enfermiza, no lo ayudaba a dejar de pensar en ella, de lamentarse por haberse ilusionado. Tenía obligaciones que estaban por encima de sus deseos personales, obligaciones de príncipe heredero que no podía darse el lujo de saltarse, mucho menos sufrir de nuevo por amor, o falta de este.
Se reincorporó con pereza, palpando su costado derecho, descubriendo una nueva herida que sangraba ligeramente.
«Tendré que pasar unas horas en la capsula regeneradora». Caminó hacia la salida, meditando en la posibilidad de adelantar su elección por una pareja, aun no decidía a cuál tomar, cualquiera le parecía igual.
Pasó de largo por los pasillos, con pasos largos y pausados, sin ánimo de socializar con nadie, ni siquiera se tomó la molestia de asentir con la cabeza a quienes le reverenciaban, para variar, se encontraba de pésimo humor.
—Una cápsula —ordenó al ingresar al aula médica de la familia real. Comenzó a desnudarse sin inmutarse por la presencia de los enfermeros, no pensaba esperar a que le llamaran una vez que la máquina se encontrara lista, en la que permaneció poco más de tres horas. Al salir se dio una breve ducha y vistió con otro traje de entrenamiento limpio, uno, de los varios que tenían listos para cuando salían del aparato regenerador.
Salió del aula médica sin agradecer al personal, directo a su alcoba, donde pretendía tomar sus alimentos, ya que, de nuevo le daba pereza socializar en la mesa familiar.
—Ash… —se quejó al escuchar el pitido de su comunicador.
«¿Puedes venir?», leyó, junto con las indicaciones del lugar donde lo citaba el otro saiyajin. Cerró los ojos por unos segundos, dudando, pero la curiosidad terminó por ganarle.
—Si así lo quieres —murmuró, cambiando su rumbo hacia el exterior, de donde salió volando en dirección hacia la casa que tenía muchos años abandonada, la que reconoció de inmediato, pues se mantenía tal cual la dejaron sus habitantes, gracias a que Milk se encargó de mantenerla limpia y preparada, para el regreso de su verdadero dueño; su primogénito Gohan.
Tocó el césped con sus botas, cuidando no agrietar el suelo, comprobando que ya lo esperaba.
—Te confieso que llegué a dudar que vendrías —dijo Gohan, sacando las manos de los bolsillos de su pantalón, a lo que Trunks reaccionó con un paso hacia atrás—. No pretendo continuar con la pelea. Te llamé porque tengo algo urgente que tratar contigo.
—Te hacía camino a tu planeta —se acercó con cautela, quedando a tres de metros de distancia, bajo el espeso follaje de un árbol que le trajo recuerdos de cuando llevó a Pan en los brazos, envuelta en su capa, justo después de haberla reclamado en el duelo de unión. Su mirada azulada se ensombreció con ese amargo recuerdo, de pronto, no pudo sostenerle la mirada a Gohan, y desvió la vista hacia una maceta vacía.
—Decidí regresar —cruzó los brazos sobre su pecho, tomó aire mientras dudaba de su juicio, pero decidió continuar, con el ceño severamente fruncido—. No tienes idea de lo que me cuesta esto —pudo escucharse con claridad cuando tragó saliva, Trunks notó de inmediato que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por contenerse, especialmente en su energía, que fluctuaba contenida.
—Gohan…
—Trunks —lo interrumpió—. Pan es lo más valioso para Videl y para mí, es… es algo que no podrás entender, hasta que seas padre y… —se llevó una mano a la cabeza, revolviendo su cabello con frustración—. Tú no la mereces —agregó con los ojos humedecidos.
El príncipe bajó la guardia, respondiendo con voz lúgubre. —Estoy de acuerdo contigo.
—Y aun así le propusiste regresar —le reprochó con voz áspera, a lo que Trunks asintió, sin entender el rumbo de sus palabras—. No puedo creer lo que diré, pero… mierda…
El príncipe elevó las cejas, no supo si debía prepararse para recibir un golpe, o alguna palabra mordaz, de cualquier manera, sentía que debía darle el gusto de tomar venganza. Probablemente, porque en el fondo se avergonzaba de haber quedado impune de sus delitos, a pesar de que no se consideraban tal cual en su momento.
—Cuídala, cuídala mucho. Porque si me entero que vuelves a dañarla, juro por mi honor que nada impedirá que te arranque la cabeza, y no sabes las ganas que tengo de hacerlo —soltó controlando su voz, que estaba por cortarse. Respiró hondo de nuevo y acortó la distancia entre ellos, estirando su mano derecha—. Quiero que haya paz entre nosotros.
El príncipe lo observó con desconfianza por unos pocos segundos, pero finalmente le regresó el saludo, estrechando su mano con firmeza diplomática. En el fondo, algo le decía que en cualquier momento lo sorprendería con un ataque sorpresa, pero eso no sucedió.
—Y una cosa más. No le ocultes lo que sientes, sabes bien a qué me refiero —entrecerró la mirada, apretando dolorosamente la mano del príncipe, luego la soltó, alejándose un par de pasos hacia atrás, para girar sobre sus talones y caminar rumbo a la puerta más próxima, dejando a Trunks con más preguntas que respuestas.
«¿Qué fue eso?», se preguntó, justo antes de ver la misma puerta abrirse de nuevo, pero en lugar de Gohan, fue Pan quien esta vez apareció, acercándose a él con una tímida sonrisa en los labios.
—Espero que mi padre no haya sido muy severo —moría de nervios, se esforzaba en parecer normal, aunque por dentro fuese un torbellino de emociones e inseguridades luchando por tomar valor.
—Creo que perdió la cabeza —respondió, embelesado por el hecho de poder verla una vez más.
—Al igual que yo —lo abrazó con emoción, aspirando su aroma—. Temí no volverlo a ver —cerró los ojos cuando lo sintió rodearla con los brazos—. ¿Llegué tarde?
—Es de noche —respondió Trunks, extasiado con el calor que lo recorría cuando ella lo abrazaba, estaba seguro de que nunca podría cansarse de eso.
—No me refiero a eso —le dio un golpecito en el pecho—. Me refería a que si aún estoy a tiempo para aceptar su propuesta —levantó la mirada hacia los ojos del príncipe.
—Hace mucho que tú eres la primera opción —respondió, comenzando a darle sentido a las palabras de Gohan —. Pan —buscó repuestas en los ojos de la híbrida—. ¿Regresaste porque aceptas mi propuesta? —el corazón se le aceleró cuando Pan asintió con timidez.
—¿Por qué? No entiendo.
—Yo tampoco entiendo por qué fue que me enamoré de usted, pero sucedió —agachó la mirada. Le apenaba aceptarlo frente a él, no terminaba de creer que él también estuviese enamorado de ella, especialmente, desde hacía más de diez años. De cualquier manera, estaba dispuesta a correr el riesgo de recibir algún comentario burlón, fingir no se le daba bien, si estaba dispuesta a aceptarlo, sería a su manera, siendo honesta—. Tal vez le parezca ridículo, débil.
—Pan —negó con la cabeza. Tenía tantas palabras atoradas en la garganta, tatuadas con el tiempo, incrustadas en su ser, acostumbradas a ocultarse de todos, que ahora le costaba trabajo pronunciarlas en voz alta—. No pienso que eso… sea una debilidad, mucho menos ridículo.
—¿Eso? —levantó la vista hacia Trunks, para descubrir que burla era lo último que transmitía su cálida mirada.
—El sentimiento del que renegamos los saiyajines, el amor —pronunció la palabra casi en un balbuceo—, ese sentimiento ha sido mi compañero desde hace mucho tiempo —le confesó, desnudando su corazón, decidido a seguir el consejo de Gohan—. Te mentí, aquella vez cuando dije que alucinabas, mentí. Lo que escuchaste, fue verdad —le costó mantenerle la mirada, pero no claudicó.
—Ahora entiendo por qué lo sentí tan real —musitó Pan, sujetándose con fuerza del cuello de Trunks. Sentía que las piernas le temblaban de la emoción.
—Tan real, que no murió en todos estos años, al contrario —tragó saliva, intimidado por la insistente mirada de Pan, que, de alguna manera lo hacía sentir más vulnerable que en cualquier temible batalla. Por primera vez no le importó, ella le había confesado sus sentimientos, motivo suficiente para presentarse sin máscara alguna.
—¿Estas completamente segura? Sabes bien lo que implica ser la mujer del heredero al imperio saiyajin —preguntó con miedo.
—Tuve semanas para pensarlo, durante el viaje de regreso —aspiró el olor del príncipe, apretando su pecho contra él—. Espero estar a la altura en esta ocasión, su alteza —sonrió coqueta.
—Juro por mi honor, que no te arrepentirás —bajó la cabeza buscando sus labios, fundiéndose a ella en un beso dulce, apenas saboreándose por unos pocos segundos—. ¿Qué rayos le pasó a Gohan? —preguntó rompiendo el beso.
—Quiere verme feliz, se dio cuenta que tú eres mi felicidad.
—Me acabas de tutear.
—Algún día tenía que suceder, Trunks —le mordió la barbilla de manera juguetona.
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El rey Vegeta no salía de su asombro al enterarse que su hijo tomaría de nuevo a Pan como mujer, pues llegó a creer que su vástago terminaría superándola con el tiempo, uniéndose a cualquier otra hembra de élite. No obstante, veía con muy buenos ojos la noticia, tenía el presentimiento de que los híbridos se complementaban tanto, como él con su reina.
Por su lado, Bulma no cabía de felicidad, no solo por su hijo, sino por todo lo que Pan representaba para el bien del reino, algo en lo que extrañamente, el rey Vegeta estaba de acuerdo. Pan aterrizaba a su primogénito, lo humanizaba y le ayudaba a acercarse al terrícola que se había esmerado en rechazar por años, lo que le trajo problemas de autoestima e inestabilidad emocional, que ocultó bajo una máscara de hielo frente a su pueblo y familia.
La preparación para la ceremonia duró dos semanas, en las que Pan eligió con entusiasmo su atuendo, tal y como dictaban las leyes del planeta guerrero. Le ilusionaba repetir dicho evento, pero ahora, es circunstancias muy diferentes.
Las manos le sudaban, había revisado su aspecto como cinco veces antes de salir de su alcoba, le incomodaba un poco la transparencia de la prenda, sabía que era demasiado atrevida, la mirada reprobatoria de su padre se lo advirtió. No obstante, estaba decidida a utilizar un clásico vestido saiyajin de novia, aunque el concepto de "novia", no existía en la cultura guerrera.
Caminó con nerviosismo hacia la sala de espera de la familia real, donde el príncipe aguardaba, igualmente ansioso, acomodándose los guantes una y otra vez con impaciencia. En el fondo temía que Pan decidiera cancelar todo, por mucho que lo amara, para él, siempre existiría el fantasma de su pasado, y no la culparía por ello. Estaba tan ensimismado en sus miedos, que no percibió la energía de Pan aproximarse, hasta que un pequeño carraspeo lo hizo girar, encontrándose con una imagen que se quedaría plasmada en su memoria, hasta sus últimos días.
Envuelta en exquisita seda blanca de los gusanos del monte Lanuy, la más resistente, utilizada por las guerreras de clase alta en ciertas ocasiones, en especial, en las ceremonias de presentación de la futura reina.
—¿Me veo mal? —preguntó Pan, buscando algún desperfecto en su figura. Se preguntó si acaso la elección de su vestido había sido inadecuada, posiblemente demasiado femenino, demasiado transparente, cuando en realidad, era más conservador del estándar para esas ocasiones, pero no para alguien criado en la Tierra.
—Ah… —la expresión embobada del príncipe lo dijo todo; lo había dejado sin palabras. Pan le sonrió con ternura, ilusionada como una principiante.
La élite saiyajin se encontraba en sus lugares de costumbre, con cierto escepticismo por la elección del heredero, pues, tenían fresco el recuerdo de la ceremonia pasada. Aun así, fingían confianza en la pareja, que hacía su aparición de manera muy distinta a la anterior, con la joven híbrida caminando al lado del príncipe, quién, pasa sorpresa de los presentes, sonreía más de lo acostumbrado, pero sin perder el porte altivo que lo caracterizaba.
No hubo desplantes ni caras largas, todo lo contrario, ahora se podía ver la conexión que fluía entre la pareja, cada vez que intercambiaban palabras al oído, las miradas cómplices, los labios curvados hacia arriba, los roces de sus manos. Sabían que los observarían, que tomarían fotografías, tal vez video, que terminarían publicados en los medios de chismes que se extendían hasta los confines del cuadrante. Pan y Trunks tenían una relación basada en el amor, sin embargo, también tenían una responsabilidad enorme con el cargo que poseían.
«A solas seré yo mismo contigo, en público, seré el príncipe», le había dicho Trunks, a lo que Pan asintió. Tampoco se sentía cómoda con demostraciones de afecto frente a terceros, incluso con sus anteriores novios evitó exponerse más de lo necesario, lo que llegó a traerle uno que otro conflicto con ellos. Por lo que estuvo de acuerdo con Trunks, también, porque entendía la preocupación del príncipe.
«Tenemos muchos enemigos, es mejor que crean que nuestra unión es por conveniencia».
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La fiesta continuaba en el gran salón principal, en donde algunos saiyajines hacían alarde de sus habilidades como guerrero, en el área destinada para encuentros amistosos, muy comunes en festejos del planeta, en los que a veces, terminaban con la muerte de uno, o varios competidores. Tradición difícil de erradicar, en una cultura basada en la violencia, sin embargo, Bulma confiaba en el tiempo, el mejor aliado para los cambios.
Miró de manera cómplice a su rey, llevándose a los labios la copa de vino que sostenía con su mano derecha. Sabía que Trunks y Pan no regresarían al festejo, por algo se escurrieron de entre los invitados hacia el interior del palacio, los entendía, probablemente morían de ganas por amarse a solas, por marcarse para el resto de sus vidas, y no estaba nada equivocada.
El príncipe heredero y la híbrida se escabulleron como dos adolescentes hacia la alcoba principal, comenzando a besarse apenas cerraron la puerta. Tenían varias semanas sin tocarse, exactamente, desde antes del enfrentamiento entre Gohan y Trunks.
—Pan, mí princesa —suspiró Trunks, arrancando la prenda blanca que cubría el cuerpo de la mujer, después de todo, no volvería a usar ese vestido. La pegó contra su cuerpo, pero la joven dio un brinco al sentir el frío material de la armadura, no esperó más y se desnudó frente a ella mientras la guiaba hacia la cama entre besos.
—Trunks —suspiró Pan, abriendo las piernas para cobijarlo entre su cuerpo caliente, listo para recibir al huracán que sacudía sus emociones. El jugueteo lo dejaron para después, por el momento, la urgencia apremiaba rayando en la locura.
El falo duro de Trunks acaricio un par de veces la entrada de Pan, comprobando la humedad necesaria para irrumpir, abriéndose paso de manera lenta al principio, tocando el cielo con ese simple acto. Pronto fue incrementando la cadencia de sus caderas, soltando las cuerdas que ataban a su espíritu apasionado, que tomaba a la híbrida con estocadas firmes y agresivas, mezcladas con caricias y dulces besos, demostrándole el amor y deseo que tenía para ella en cada toque.
La princesa Pan fue la primera en morder, justo en el momento que su amante la hizo tocar las estrellas en sus brazos, aferrándose al espacio entre el cuello y el hombro, en la parte blanda arriba de la clavícula, justo donde mordió más de diez años atrás.
Lo escuchó gemir de dolor, o placer, no lo supo en el momento, pero el sonido ronco de la garganta masculina la instó a apretar sus dientes, hasta sentir el sabor característico de la sangre, la cual lamió de manera sugestiva, orgullosa de haberlo marcado.
—Esto no se quedará así —lo escuchó gruñir, para luego salir de ella, quedando hincado frente a sus piernas abiertas, con su palpitante erección expuesta.
Giró la vista hacia donde ella le había mordido, no podía ver la herida, pero pudo palparla y sentirla. Sonrió en respuesta, mordiéndose el labio inferior. —Tendré que cobrarme esto y… —la tomó de la muñeca y giró con brusquedad, dejándola sobre sus rodillas, de espalda a él—, te aseguró que lo disfrutarás tanto como yo —le dio una nalgada que la hizo voltear el rostro con una sonrisa divertida, pero con la intención de reclamar, solo por seguirle el juego. No alcanzó a pronunciar palabra alguna, él la besó antes, robándole el aliento, mientras se hundía de nuevo en su carne, liderando el encuentro con entusiasmo, enfocado en los gemidos y la sensación húmeda y apretada que llenaba de placer a su miembro, provocándole los espasmos propios justo antes de derramarse dentro de ella, volviendo a probar de su sangre, dejando una marca rojiza que creyó jamás volver a realizar.
—Pronto terminará el efecto del anticonceptivo que me puso Isha. ¿Lo recuerda? —comentó Pan, una vez que recobró el aliento y el príncipe se tumbó a su lado.
—Si, lo recuerdo. En el momento que lo desees iremos a que te apliquen otra dosis —la abrazó, depositándole un beso en el hombro.
—Me encantaría tener un hijo suyo, tuyo —lo tuteó, trazando caricias con su dedo índice sobre un pezón del príncipe.
—Si continúas así, terminarás preñada muy pronto —susurró, disfrutando de esos pequeños arrebatos coquetos que Pan tenía con él.
—Entonces —bajó al pecho del príncipe, delineando un camino con su lengua hacía el pezón que antes acariciaba con su dedo, al que succionó y mordisqueó, despertando de nuevo el deseo en su hombre.
—¿De verdad quieres preñarte? Creí que… —la tomó del mentón para mirarla a los ojos.
—Nunca lo he deseado tanto —se colocó sobre él, descubriendo lo rápido que sus caricias hacían efecto en el cuerpo del heredero—. Ya no soy adolescente y, te amo, príncipe Trunks —dijo, consciente de todo lo que provocaba en el híbrido cuando lo llamaba con su nombre terrícola, ese, con el que solo su círculo más cercano se dirigía hacia él.
—Te amo, princesa Pan —soltó sin miedo, regresando a los labios rojos de su mujer, fundiéndose de nuevo con ella, reforzando el lazo que ambos crearon con experiencias, con caídas, con dolor y aprendizajes, que lejos de debilitar, fortalecieron su unión.
FIN DE OBLIGACIONES DE PRINCESA / Siddharta Creed
Promesa cumplida. Temía no lograr finalizarlo, pues mis obligaciones me ponen más trabas que motivaciones, pero el haber quedado abandonada como lectora por los autores de mis fanfics favoritos, hizo que fuese más fuerte mi deseo por no dejarlos igual. Sé que hubieron tramas que no se exploraron tanto, como el Vegebul, del que hubo muy poco, y fue por falta de tiempo que no quise mostrar mucho de ellos, también escribí muy poco de Goten y Bra, espero que se entendiera el guiño breve a esa pareja que sí, al final terminan juntos, pero no soy fan de opacar a mi pareja principal con tramas de otras parejas, ya que en lo personal, cuando eso sucede en otros fanfics, suelo saltarme esos párrafos, pues la historia principal es la que me importa más.
Tengo pensado hacer una especie de spin off de continuación, pero la historia es corta y un poco agridulce en algunos detalles, además de muy diferente, así que puede ser considerado como continuación de esta, o una historia alterna, eso depende de la decisión del lector. Pero antes de eso, haré un par de one shot ligeros que tengo en mente desde hace meses.
Espero que no se me escaparan muchos horrores de ortografía y gramaticales, muchas gracias por leer mis ocurrencias, espero no haberlos defraudado.
