La noche antes de la batalla
Robin Hood: príncipe de los ladrones fue una película dirigida por Kevin Reynolds y distribuida por la Warner Bross
Este fic participa en el Reto "Multifandom 5.0" del Foro "Alas negras, palabras negras"
Tabla nº6: Verbo
Prompt: Hostil
Cuando los hermanos Locksley se despertaron de su siesta, fueron a preparar más cosas para mañana. Robin y Fanny hicieron la cena.
— Robin, he podido rescatar esto de tu hermano. Dáselo a Will. Lo he estado buscando, pero no lo encuentro. — Tuck corrió hacia él y le entregó unos papeles.
— ¿Qué es esto?
— Will me ha pedido que le enseñe a leer. Estos son los pergaminos con los que ha estado practicando las letras.
Robin los cogió y vio que había las letras escritas en mayúscula y en minúscula de forma insegura con un carboncillo.
— Se las daré después, gracias.
A la hora de la cena, nadie dijo nada, todo el mundo estaba ensimismado en sus pensamientos, todos ellos dedicados a los amigos prisioneros. En especial, John y Fanny, ambos parecían haber envejecido diez años de golpe. Normal, su hijo mayor sería ahorcado en la plaza mayor en menos de veinticuatro horas.
Cuando todos estuvieron despiertos y los utensilios lavados, junto a las armas preparadas, Azeem les dijo:
— Descansad. Dormid bien. Necesitamos que todos estemos en las mejores condiciones para rescatar a los nuestros. Si uno de nosotros está dormido, será una carga y echará a perder el plan.
Todo el mundo asintió y tragó saliva.
Se separaron. Todo el mundo tenía su propia tienda, excepto el matrimonio Little y los recién descubiertos hermanos Locksley.
Robin y Will se tumbaron en la cama.
— ¿Tus heridas están bien, Will? — preguntó Robin.
— Sí, gracias, Robin. — Will se tapó con las mantas y cerró los ojos.
— Bien, descansa. Todo esto terminará mañana. Lo prometo.
— Robin. — Will abrió los ojos y lo miró un momento. Desde que le había revelado su verdadera relación y Robin lo había aceptado como hermano, había dejado su actitud hostil a un lado. — ¿Es cierto que estuviste en Tierra Santa?
— Sí.
— ¿Cómo es?
— No pude verla mucho tiempo puesto que pasé cinco años en prisión. — a Robin no le apetecía hablar de las cruzadas, le traía malos recuerdos de su encarcelamiento, de la muerte de Peter y toda la sangre y batallas que había visto. Pero no podía negarse a la mirada llena de curiosidad de su hermano menor. — ¿Has estado alguna vez en la playa, Will?
— No.
— ¿Has visto la arena?
— Sí. — Will pensó en la arena que había cerca de un río.
— Bien. Pues, Tierra Santa está lleno de arena, pero sin agua, ni un río, ni un lago. A no ser que vivas cerca de la costa. No hay ni un árbol, ni hierba, ni un arbusto, ni flores. Todo es arena.
— Debías pasar mucho calor con la armadura…
— Sí. La pasábamos. Pero tenías que cubrirte la piel también porque el sol te la quemada. La gente va vestida como Azeem y las mujeres van vestidas ropas muy finas de colores muy vivos y también se tapan el pelo y la cara. Azeem te lo explicará mejor.
— Bien, lo haré cuando terminemos todo esto.
— Will, cuando el sheriff esté muerto, ¿te gustaría ver el mar?
El menor de los hermanos se lo pensó.
— Es que… somos hombres buscados por el sheriff, Robin. Nuestras cabezas tienen un precio. Por mucho que matemos a Nottingham, eso no borra los crímenes que hemos cometido.
— Pediremos un indulto al rey. Hemos sido leales a él y hemos frustrado varios intentos de Nottingham por chantajear a los nobles y a la Iglesia.
— Como se nota que eres rico, siempre tan optimista. — sonrió Will, que se llevara bien con su hermano no significara que dejara a un lado su sarcasmo. Volvió a cerrar los ojos para dormir.
— ¿Qué crimen has cometido para que creas que el rey no te va a perdonar?
— Maté a un hombre. Dos. — aclaró. — Uno de ellos era uno de los hombres de más confianza de Ruy de Gisborne.
Robin no supo que decir. ¿Qué había pasado para que Will matara a dos personas con menos de diecinueve años? Él era un campesino, no estaba entrenado para luchar e ir a la guerra como él.
— Mientras Fanny y yo hacíamos la cena, Tuck me ha dicho que le has pedido que te enseñara a leer. Me ha dado tus pergaminos con los que practicas, los he dejado encima dentro de ese baúl. — lo señaló sin levantarse de la cama. — ¿Es para leer el diario? ¿Has hecho muchos progresos?
— De momento, solo he escrito las letras del abecedario. Y Tuck no debería habértelo contado sin mi permiso.
— No hay nada de lo que avergonzarse, Will. Estoy orgulloso de ti de que quieras aprender a leer, de que no quieras estancarte en lo que ya sabes.
Will chasqueó la lengua. No estaba acostumbrado a los cumplidos.
— ¿Cuándo hayamos conseguido el indulto del rey… que se que lo conseguiremos, — aclaró al ver que Will quería interrumpirle de nuevo, — querrás vivir conmigo?
— ¿Dónde?
— Donde sea, Will. Lo que decidamos. O si no quieres vivir conmigo, me gustaría que hiciéramos algo juntos. Podemos ir a cazar. Los bosques de Locksley nos pertenecen. O montar a caballo.
Will puso cara seria, se levantó e hizo ademán de irse. Pero fue detenido por Robin, quien también se levantó.
— Will, ¿he dicho algo que no debía?
Will se giró hacia él serio y le preguntó:
— Robin, ¿alguna vez me has visto a mí, a John o a Bull montar a caballo?
Robin se quedó callado. Will tenía razón. Nunca. Solo Azeem y él sabían montar a caballo. Los demás siempre tiraban de carros.
— Puedo enseñarte. Igual que estás aprendiendo a leer. No hay ningún problema. Y podemos ir a cazar a pie.
— Siempre pongo trampas para conejos. — masculló el menor.
— Pues me parece perfecto. ¿Me enseñarías a prepararlas?
Will lo miró como si se le hubiera ido la olla.
— ¿Estás loco? — le preguntó.
— Creo que llevas meses viendo que sí. — respondió Robin divertido. Después se puso serio y lo agarró por los hombros. — Will, lo único que quiero es pasar tiempo contigo. Me da igual lo que hagamos.
El menor se lo pensó un momento.
— Si sobrevivimos, podemos hablarlo. — susurró.
— Bien. — sonrió Robin. — Ahora a dormir. Mañana será un día largo.
Iba a escribir sobre la batalla final, pero se me ocurrió esto antes.
Espero que os guste.
Hasta la próxima
