Notas:
Tenia que sacar esta idea de mi cabeza, así que espero les guste. No se preocupen si no entienden el primer capítulo, poco a poco iran entendiendo conforme avance la historia.
Capítulo 1. Siete Años Después.
Aquel sentimiento de amor siempre se sintió tan real, porque era genuino. Pero a la mente humana le gusta engañarnos, así como le gusta molestarnos combinando entre sueños aquellos recuerdos que alguna vez nos hicieron felices.
Aquella peliverde tomo el rostro de su novio entre sus manos, lo miró con curiosidad a los ojos, aquellos ojos color miel brillaban de manera un tanto extraña. Aquel era un brillo poco común y era mucho más extraño en alguien sin energía maldita.
Una sonrisa apareció en sus finos labios
—Entonces no tardes, no me hagas esperar y ven por mi Yuta Okkotsu...— susurro Maki antes de besarle en los labios.
Aquellas palabras sonaron en la cabeza de Yuta mientras todo se oscurecía por completo.
—Yuta Okkotsu...— una voz lo llamaba en la oscuridad.
La dulce voz de Maki se fue desvaneciendo en aquella oscuridad, hasta convertirse en un lejano y efímero recuerdo que a su mente le gustaba traer de vez en cuando solo para torturarlo.
Toda aquella felicidad se esfumó de un de repente mientras volvía a la realidad.
Aquel sueño era recurrente y hasta una tortura mañanera que le sucedía muy de vez en cuando a ese hombre.
Yuta Okkotsu, quien actualmente tenía 26 años, era un hechicero de grado especial considerado a la par de Gojo Satoru.
Yuta había pasado los últimos siete años de su vida viajando por el mundo, pero no en un viaje de placer, sino investigando sobre los hechiceros, maldiciones y objetos malditos fuera de su país natal.
Pero nunca pensó que regresaría a Japón, aquel lugar que había sufrido un cambio drástico en su sociedad de hechiceros. Con una nueva jerarquía dominada por Satoru Gojo, quien estaba en la cima sobre todos los demás.
Aquel lugar donde hace siete años atrás, había perdido sentido la palabra amor. Hace siete años atrás que dejó de saber de Maki Zenin. El amor de su vida.
—Se-Señor Okkotsu— la voz de un asistente vestido de traje sastre, empezó a despertar a aquel adulto de cabellos negros.
Aquel joven asistente de cabellos castaños de nombre Katsumoto, estaba demasiado nervioso de tener que despertar a tan peligroso hombre. Los informes revelaban que Yuta era un hechicero al que temer, no sólo por su categoría, sino por lo frío y sádico que se había vuelto al pasar de los años.
Yuta abrió los ojos poco a poco, lo que hizo que aquel asistente sintiera miedo y hasta diera un leve brinco de sorpresa, parecía que ese hechicero había despertado de mal humor ya que hasta en la oscuridad de su habitación se sentía la pesada energía maldita que este desprendía.
Aquel asistente trago saliva antes de tratar de responder cortésmente—Buenos días mi señor...—
Yuta se sentó poco a poco en su futón, se llevó la mano izquierda hacia su frente y en silencio se quedó pensando en aquella mujer de cabellos verdes que perdió hace siete años atrás o mejor dicho, quien lo abandono a él.
—Maki...— susurro. Sentía un vacío en el pecho.
Aquel asistente solo permanecía inmóvil a un lado de aquel imponente hombre, quien peino su largo flequillo hacia atrás y acomodo su cabello negro.
—Se-señor.
—¿Qué sucede? ¡Y deja de llamarme señor! ¡No estoy tan viejo como para que repitas tantas veces esa palabra! Con que lo digas una sola vez es suficiente — contesto Yuta seriamente, aunque estaba "tranquilo", su voz se escuchaba imponente.
—Lo siento por eso — aquel asistente hizo una reverencia hasta el suelo poniendo su frente en aquel tatami —No volverá a suceder.—
—¿Y Bien? ¿Para qué viniste a mi habitación a despertarme? Tengo un espantoso dolor de cabeza debido al jet lag— gruño— ¿Qué hora es en este maldito lugar?— Pregunto mientras cubría su torso desnudo con el Yukata que usaba para dormir.
—Es pasado del medio día mi señ..— se autocensuro el sirviente para ya no repetir esa palabra — Y el motivo por el cual vine a despertarlo, es debido a que él señor Gojo quiere verle, él quiere invitarle a tomar el almuerzo—
Yuta suspiro con pesadez.
—Ok. Podrías por favor abrir las ventanas para que entre luz en este horrible cuarto— ordeno sin más.
—¡En seguida!— aquel sirviente se levantó de su lugar y corrió hacia la puerta corrediza e hizo pasar a los sirvientes que servían a aquel clan.
Aquellos sirvientes vestidos tradicionalmente, abrieron las puertas corredizas que tenía aquel cuarto.
La luz penetro aquel lugar con demasiada rapidez, dejando ver el lujoso pero tradicional cuarto donde se encontraban. Finos shojis con dibujos tradicionales, así como un fino tatami adornaban aquel lugar.
Yuta se levantó de su futón, se estiro y empezó a cambiarse de ropa detrás de aquel tradicional biombo con un bello dibujo de un sakura.
El hechicero rechazo la ropa tradicional que le habían entregado para vestirse más modernamente, mientras los sirvientes de aquella residencia empezaban a levantar el futón, así como las charolas de la cena de la noche anterior y demás cosas que estaban en el suelo, como medicamentos para dormir, algunos cigarrillos con su respectivo cenicero y demás cosas personales.
—¡GGRR! ¡No toques las cosas de Yuta!— Rika salió de manera amenazante, a la par de que una sirviente iba a tocar un collar con dos anillos que estaban al lado del futón.
Aquella chica grito de horror al ver a esa maldición acercarse con furia a ella.
—¡No Rika! ¡No te atrevas a hacerles daño! ¡Ellos son personas que trabajan para nosotros, te castigaré si les haces algo!— regaño Yuta alzando la voz, su mirada de furia era tal que eso asusto más a los sirvientes que la presencia de dicha maldición.
Aquel amenazador sentir podía percibirse en toda la habitación, eso hizo que aquella maldición chillara y se hiciera pequeña, cuál cachorro regañado que después desapareció.
La sirvienta estaba temblando de completo miedo.
—Lo siento, Rika es una maldición muy posesiva— Yuta se acercó a esa pobre chica.
Tomo aquel collar con dos anillos de compromiso. Uno que era de Rika y el otro para Maki, aquel que nunca pudo dárselo.
Yuta se puso de cuclillas frente a esa sirvienta, a quien miró fijamente a los ojos.
Aquella chica quería llorar al ver los ojos tan vacíos de ese hombre que ni con su sonrisa llena de misericordia terminaba de calmar.
—Así que, por favor, eviten tocar mis objetos personales, sobre todo estos dos anillos — se colgó aquel collar en el cuello —Si no, yo seré quien se encargue de matarlos en vez de Rika, gracias— se puso de pie una vez termino de decir aquello.
Todos los presentes guardaron silencio. Los rumores eran ciertos, Yuta ahora era un hombre muy temido.
—Ahora — le dirigió la palabra a su sirviente personal, aquel hombre en traje que fue quien le despertó —Guíame hacia Satoru.
—Por aquí señor Okkotsu — el asistente abrió la puerta corrediza, para que su amo saliera de ahí.
—¿En qué punto veré a Satoru san?— pregunto Yuta una vez estaba fuera de aquella tradicional habitación.
—Él se encuentra esperándolo en la sala principal que da hacia el gran jardín, el señor Satoru quiso tomar el almuerzo esta vez al aire libre— comento el asistente.
—De acuerdo, Katsumoto guíame por el camino largo por favor, quiero seguir explorando la residencia del Clan— comento Yuta dando aquella orden.
—Sígame por aquí...— respondió el hombre en traje y empezó a guiarlo por aquellos tradicionales pero lujosos pasillos.
Ambos hombres habían guardado un rato de silencio mientras caminaban por aquellos pasillos.
En todo el camino, Yuta se aseguró de que ningún otro sirviente los viniera siguiendo e incluso se fijó en todo aquel espacio.
Después de girar por un largo pasillo y detenerse en medio de aquel lugar junto a una gran ventana, Yuta empezó a hablar.
—Katsumoto ¿Qué has averiguado sobre lo que te mandé investigar sobre las gemelas Zenin?— pregunto seriamente.
El asistente se detuvo, trago saliva y su cuerpo se puso todo tembloroso al sentir la furiosa mirada de su amo. Aquel incómodo interrogatorio apenas había comenzado. Katsumoto se giró lo más rápido que su cuerpo le permitió.
—La verdad mi señor— las palabras apenas y le salían —no ha habido gran avance... todo está en el mismo punto.— respondió con miedo.
—¡Pero si te mande a investigar desde hace una semana! ¡Mínimo deberías haber encontrado más información!— Yuta sonaba molesto ante tal respuesta.
—¡Lo sé y me estuve esforzando en todo esto señor! ¡Eh estado investigando, así como usted me lo ordenó que hiciera sin descansó, pero todos los registros sobre hechiceros me lanzan la misma información sobre las Gemelas! ¡Una de ellas está casada y la otra está muerta!— contesto el asistente revisando su dispositivo.
—¡¿Pero mínimo sabes cual gemela es la que está muerta y cuál es la que sigue viva?! ¿Sabes que fue de Maki Zenin?— pregunto Yuta insistentemente. Algo dentro de él quería respuestas. Quería saber por qué Maki lo había abandonado hace siete años atrás.
El asistente negó con la cabeza.
—Los registros no especifican nada más en concreto mi señor, he buscado en todas las bases de datos, pero en todos los registros me sale la misma información y de paso se omiten algunas cosas, como los nombres exactos de las involucradas y las fechas en que se supone pasaron algunas cosas — hizo una leve pausa mientras revisaba la información.
—Tampoco he logrado convencer al señor Ijichi de que me de permiso de revisar los informes de hace seis años atrás hasta la fecha y tampoco es un sujeto fácil de hackear...—
—Y sobre la gemela que sigue con vida... ¿Qué información existe sobre ella? ¿Mínimo investigaste el con quién está casada o donde vive?— pregunto ansioso. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber si esa mujer era Maki y saber por quién lo había abandonado.
El asistente suspiro de desánimo.
—De la poca información que logre recolectar, resalta que dicha gemela se dice que se encuentra viviendo actualmente en Kioto, aunque la verdad, parece que no se deja ver seguido— acomodo su corbata porque lo que iba a decir lo ponía muy incómodo.
— Aunque se rumorea de que quizás ella pudo haberse casado con un no hechicero... aunque esta información se contradice un poco con uno de los últimos registros oficiales de los clanes, donde se dice que esa gemela se casó con otro Zenin... Alguien de su propia familia, algo así como un primo o sobrino.— respondió con algo de temor.
Yuta estaba sorprendido por escuchar aquello.
—¡¿Alguien del mismo clan Zenin?!— Soltó con furia, aquello parecía lo más inaudito en caso de que esa mujer resultará ser "su Maki".
—¿Acaso ella había caído tan bajo como para casarse con alguien de su propio clan para así poder estar a su nivel? Lo dudo. Ella quería exterminarlos... pero si su plan era exterminarlos desde adentro, cabe esa mínima posibilidad de casarse con alguien de su mismo linaje solo para llegar a ser líder... pero — se cuestionó Yuta mentalmente mientras su mano iba a su barbilla.
—¿Y esta información la investigaste directamente con ellos? ¿Con los Zenin's?— pregunto mirando fijamente al hombre en traje.
Katsumoto sacudió levemente su cabeza.
—Lo investigué directamente de los pocos archivos que el clan mandó a la sede de hechicería sobre su censo que hicieron hace unos años atrás. Tampoco ellos son muy accesibles que digamos y tampoco la información que ellos proporcionan es de fiar, pero definitivamente no querrán cooperar con el clan Gojo —Suspiro —Mucho menos el señor Satoru ni el señor Ijichi dejan que alguien ajenos a ellos investiguen más allá de lo sucedido hace seis años atrás, cuando el señor Satoru asumió el cargo definitivo en el mundo de la hechicería — Katsumoto hablo un tanto desanimado.
Yuta soltó el aire con frustración.
—Supongo que tendré que convencer a Ijichi que me deje ver los archivos. A él definitivamente no me gustaría llegar a amenazarlo — cruzó los brazos.
—¿Tiene alguna idea de cómo hará eso? — pregunto Katsumoto mirando lo pensativo que estaba Yuta.
—Si, pero por el momento solo quiero que sigas investigando, necesito que revises todos los registros civiles de Kioto, así como las actas de matrimonio y hasta las actas de defunción. Necesito saber que fue de las gemelas Zenin. Necesito saber si Maki o Mai siguen vivas. También necesito saber que paso exactamente hace siete años atrás — Ordenó Yuta caminando por delante del asistente.
— Me sigue siendo muy sospechoso que me mandarán por el mundo en una misión tan arriesgada de un de repente, así como también me parece muy extraño que me regresarán tan inesperadamente a este jodido país...—
—Señor ¿Puedo hacerle una pregunta?
—¿Dime?
—¿Por qué está tan interesado en saber sobre Maki Zenin?— Katsumoto pregunto nerviosamente.
El hechicero se detuvo de golpe, sentía su corazón doler ante tal pregunta, se giró y lo miró fijamente, aquella mirada era tan sombría que daba miedo.
Yuta sujeto su collar con aquellos dos anillos y los apretó con fuerza sobre el espacio entre su palma y su pecho.
—Por qué tengo una cuenta pendiente que resolver con ella— dijo fríamente. Tenía el aura de un asesino.
—Entiendo...
Después de aquel leve intercambio de información. Ambos hombres siguieron caminando por aquellos tradicionales pasillos. Donde los sirvientes que empezaron a toparse, hacían una reverencia cada que veían a Yuta pasar.
Su sola presencia daba miedo y eso que él no era el dueño de ahí. Porque también a Satoru, le temían demasiado.
Estaban casi por llegar al área citada.
Cuando a Yuta le llamo la atención una mujer que no había visto en años.
Esta mujer tenía el cabello negro azabache, tenía una media cola de caballo amarrado con un lindo listón blanco y vestía un bello kimono en colores rojos y negros, con bellos bordes y estampados dorados, dignos de una dama de alta sociedad.
Pero lo que más le llamo la atención de dicha mujer, fue la cicatriz que destacaba en la mitad de su rostro.
El semblante de Yuta cambió de uno sombrío a uno de felicidad al ver por fin a algún viejo conocido y más que no había visto a nadie de sus "amigos" ni de sus "compañeros" en años y mucho menos habían dado señales de vida.
Desde que aterrizó en Japón unos días atrás, de verdad se sentía solo.
—¡¿Utahime sensei?!— nombro Yuta con gran alegría.
Aquella mujer no reacciono a la primera, no fue hasta que volvieron a repetir su nombre en voz alta, que fue cuando se giró hacia ese chico quién la llamaba.
—¡Utahime sensei! ¡Cuánto tiempo, al fin veo una cara conocida!— comento Yuta acercándose rápidamente a ella.
Aquella mujer se sorprendió demasiado al ver aquel chico.
—¿Y tú quién eres?— pregunto tímidamente.
Aquella pregunta confundió demasiado a Yuta.
—Sensei ¿Acaso no se acuerda de mí?
—No realmente... ¿Nos conocimos anteriormente?— preguntó Utahime con un tono de voz un tanto nerviosa, de verdad se le veía confundida.
—Si, nos conocimos hace casi diez años atrás Jeje, yo era alumno de Gojo Sensei— comento Yuta con una sonrisa y paso su mano tímidamente a su nuca.
—Bueno, cuando me conoció yo era unos centímetros más bajo que Gojo y en ese tiempo yo tenía el cabello muy alborotado.
Aquello parecía inútil, ya que Utahime movía levemente su cabeza en negación.
—Sensei ¿Realmente no se acuerda de mí? ¿Tampoco se acuerda de alguno de mis compañeros?— preguntó Yuta un tanto desanimado.
Aquella mujer rápidamente intercambió una mirada con una de sus sirvientes que la acompañaban.
Su semblante seguía siendo de nervios puros.
—Bueno, si eras alumno de mi esposo Satoru, entonces en algún momento terminaré recordándote jeje— comento Utahime con una risita nerviosa.
—¿Esposo? ¿Terminar recordando? Utahime sensei ¿Acaso le sucedió algo?— Yuta pregunto muy confundido.
—Perdón— Aquella dama hizo una leve reverencia —Sufro de mala memoria desde que fui atacada por una de esas cosas ... Esas cosas horrorosas... ¿Cómo se llamaban?...— se llevó una mano a la barbilla tratando de recordar aquella palabra.
—¿Maldiciónes?— pregunto Yuta.
—¡Si eso! Como dije solo recuerdo ciertas cosas Jeje... una disculpa por no poder recordar quién eres... — Utahime se miraba algo triste por decir aquello.
—No debe porque disculparse sensei.— Yuta se compadeció. —Aun así me gustaría preguntarle algunas cosas — Fue interrumpido.
—¡Hasta que te encuentro! ¡Te estabas tardando demasiado! ¡Sabes que odio esperar!— grito un hombre, aquella voz fue acompañada por una sofocante energía maldita que lleno aquel pasillo.
Todos miraron a aquel hombre que venía vestido de un fino yukata azul, digno de un líder.
—¡Yuta, ya iba a ir a buscarte a tu habitación para sacarte a rastras de ahí!— comento Gojo con una mueca. Aquel hombre de cabellos blancos, seguía viéndose muy jovial aún con vestimenta tradicional y sus casi 35 años.
—Querido, no regañes a tu invitado, fue mi culpa, él se topó conmigo y nos entretuvimos hablando— intervino Utahime con una tímida sonrisa, parecía temerle a su esposo cuando este se enojaba.
Gojo suspiro mirando a su esposa y a su familiar.
—Bueno, si mi Utahime lo dice— beso la frente de esta y con su pulgar acaricio aquella cicatriz —Entonces yo le creo— sonrió— te salvaste por esta ocasión señorito— dijo bromeando.
Utahime abrazo a su esposo y le beso la mejilla varias veces.
Yuta sentía aquella interacción demasiado extraña entre esos dos. Y más porque él recordaba que Utahime sensei odiaba a Gojo. Quizás estaba equivocado en eso, pensó.
Quizás podía deberse a esa "amnesia", lo que hacía que ella fuera así con Satoru, pero parecía que ya nada era como recordaba.
También aquella escena hacía sentir incómodo a Yuta. Debido a que, por un momento, todos los buenos recuerdos que él tenía junto a Maki, le dolieron desde el fondo de su corazón. Provocando que su mirada se desviará a un lado.
Aquellos gestos los noto Gojo, quien acomodo sus gafas oscuras.
—Bueno Yuta, acompáñanos, quiero hablar contigo— Ordeno Gojo mientras empezaba a caminar por donde había llegado y su esposa, sorprendentemente iba a tres pasos detrás de él. Algo que Utahime sensei quizás en el pasado no permitiría.
—Si— contesto secamente Yuta. Y antes de dar un paso más, se despidió de su asistente.
—Katsumoto, ahora ve a hacer lo que te ordene — comento Yuta con una cara muy seria.
Su asistente solo hizo una leve reverencia. —Está bien— comento nerviosamente— Cualquier cosa, no dude en llamarme.
Yuta solo asintió con la cabeza y fue detrás de aquel matrimonio que, por alguna razón, le causaba una extraña sensación de que algo no estaba bien del todo.
Y esa sospecha la noto Gojo, quien volteo sobre su hombro para asegurarse de que Yuta estuviera yendo detrás de él.
Satoru observo con detenimiento a Yuta, quien ahora él solo era diez centímetros más bajo que él portador de los seis ojos. Además que actualmente hasta se le podía considerar hasta más atractivo que el líder del clan Gojo.
En el fondo, Satoru sentía que Yuta era una amenaza...
Aquel almuerzo transcurrió con "tranquilidad"
Quien hablaba más era Satoru, mientras Utahime todo el tiempo permaneció comiendo en casi absoluto silencio a un lado de su marido.
A Yuta de verdad le parecía extraño todo aquello y más que hace años, Satoru no parecía interesado en ser el líder que es ahora.
Lo que sí, parecía que aquel albino conservaba su aun buen y agrio sentido del humor, ya que aun hacia bromas o comentarios que sabía harían enojar a Utahime. Pero en esta ocasión ella no los evitaba, al contrario, solo se reía torpemente o le decía "mi amor" de una manera que no parecía ser ella misma.
—¿Qué diablos pasó con Utahime sensei para que ahora fuera así de sumisa? ¿Dónde están los demás? ¿Y panda, Inunaki, Megumi y los demás kohais? ¿Dónde están? ¿Qué les pasó? ¿Estarán bien? Y sobre todo... ¿Maki, que fue de ti?— fueron las preguntas que bombardearon la cabeza de Yuta, quien fue sacado de sus pensamientos de manera rápida.
—Y dime Yuta ¿Cómo te has sentido aquí en la residencia Gojo? — pregunto Satoru con la alegría de siempre.
Yuta terminó de beber su café.
—Con esto del jet lag, me siento fatal... el cambio de horario me está afectando porque no puedo dormir a no ser que tome pastillas o que fume un poco— respondió secamente.
—Tarde o temprano terminaras adaptándote — dijo Satoru mientras le ponía demasiada azúcar a su café.
Yuta quería terminar aquello rápidamente.
—Vayamos al grano, así que dime Satoru san, ¿Por qué me llamaste para que regresara a Japón en contra de mi voluntad? —
—Vaya, sí que has cambiado — contesto Satoru con un toque de burla —¿Dónde quedo el chico tímido y un tanto alegre que eras antes?—
—"Ella" se llevó a ese chico...— las palabras de Yuta fueron tajantes, pero se sabía de quien hablaba.
—Qué tétrico— contesto Satoru ante tales palabras
— Pero si, vayamos al grano — se acomodó en su silla.—Verás, como sabes, ahora que soy quien controla el mundo de la hechicería y con todo esto de estar en la cima, me deja muy poco tiempo para resolver misiones de grado especial. Así que necesito de tu ayuda para una misión en específico y más que te has vuelto un experto en el extranjero — puso los codos sobre la mesa y sus manos se juntaron para cargar su barbilla.
—¿Una misión? ¿Me trajiste aquí después de años solo para una misión? ¿Acaso no tienes a más hechiceros de categoría especial que puedan hacerlo por ti?— pregunto Yuta seriamente.
—Los únicos que quedamos ahora solo somos tú y yo...— respondió Satoru recargandose en su lugar.
—¿Los únicos? ¿Qué pasó con Yuki?— el pelinegro levanto una ceja ante tal respuesta.
—Desapareció... o mejor dicho, creemos que ella se fugó del país.— Gojo empezó a jugar con su tenedor.
—¿Y todos los demás? ¿Dónde están mis amigos? — pregunto Yuta con seriedad.
—No lo sé, hace años que no los veo. En fin, deben estar por ahí sanos y salvos ... o eso espero— contesto Gojo sin interés.
Aquello de verdad se le hacía demasiado extraño a Yuta. Pero Satoru no parecía querer cooperar.
—¿Entonces, de qué trata dicha misión?— pregunto Yuta con un toque de impaciencia.
—¡Esa es la actitud que sabía que tendrías! Me alegra que ya te estés interesando en esto.— comento Satoru con una gran sonrisa.
—Solo quiero acabar pronto para largarme de este país... yo ya no tengo nada que me una aquí, mi alma y corazón ya no tienen un motivo para estar en estas tierras— respondió Yuta rápidamente.
Satoru sonrió soberbiamente. Como si supiera algún profundo secreto o algo peor.
—Bien, ¡si tu corazón ya no tiene un hogar aqui, entonces sé qué harás esta misión sin fallar!— tomo un poco de fruta bañada en demasiada azúcar antes de continuar.
—La misión es muy sencilla, quiero que investigues a un "asesino" y lo elimines por mí —
—¿Un asesino? Satoru san, sabes que no soy policía ni detective...— respondió Yuta secamente.
—No es un asesino común, sino se trata de un "nuevo asesino de hechiceros"— respondió Satoru con una gran sonrisa mientras jugaba con una fresa. Atravesando la con el tenedor hasta hacerla derramar todo su jugo rojo cual si fuera sangre.
El joven de cabellos negros abrió los ojos de golpe al oír aquella revelación.
Satoru suspiro —Si, Lo sé, suena algo difícil de creer — Movio simplonamente las manos.
—Y ¿Qué pistas tienen sobre este asesino? — pregunto Yuta con algo de curiosidad. Nada cuadraba en este nuevo Japón. Nada estaba establecido como "ordinario"
Satoru volvió a sonreír —Creemos que es un "fantasma"— llevo algo de piña a su boca.
—¿Más bien, habrás querido decir una "maldición", no? Los fantasmas también pueden entrar en la categoría de apariciones o de maldiciones dependiendo de su nivel— corrigió Yuta.
—Nop— respondió con un puchero— A esto que nos enfrentamos, no es ni una maldición ni una aparición— contesto Satoru clavando el tenedor sobre algunas frutas más, dejando que el jugo de estas saliera de manera desordenada.
—¿Entonces?
—Creemos que es una persona sin energía maldita y que posee una fuerza descomunal— Gojo termino esa frase con una gran sonrisa. —¿Tienes a alguien en mente, no es así? —
El corazón de Yuta se quiso detener ante tal respuesta.
Él solo conocía a una persona con esas características, pero sentía que aquello era una mala broma, porque una parte de él no quería tener esperanzas sobre "esa mujer" a la cual, otra parte de él, creía creer que esa mujer estaba "muerta"
En algún lugar de Kioto.
—Dile tu...
—¡Mejor dile tú! ¡Tú eres la mayor!
—¡Miedoso!
—¡Grosera!
En una casa de Kioto, discutían unos mellizos de aproximadamente seis años.
Eran una niña y un niño de piel blanca, cabellos negros carbón y ojos tan dorados y dulces como la miel y que en aquel momento estaban en la sala de su casa, observando el agujero en la puerta corrediza de vidrio que daba hacia el patio.
Estaban pensando en cómo arreglar ese desastre que causaron tanto en el patio, como el haber roto el florero favorito de su madre.
Ambos traían las ropas llenas de tierra y tenían uno que otro rasguño en los brazos.
Esos dos pequeños se habían metido en un pequeño gran problema, primero al estar correteando a una pequeña maldición en forma de mosca, la cual había entrado al patio de su casa, debido a que venía persiguiendo al niño.
Una vez se quedó en el patio, la maldición empezó a molestar al gato del vecino, y este animal en su afán de liberarse, empezó a correr sobre las flores y el pequeño huerto que la madre de esos dos niños tenía.
Al ver todo ese alboroto que estaba causando esa maldición.
Esos dos pequeños habían ingeniado un plan para capturar aquella pequeña cosa y de paso eliminarla, pero en su plan, no calcularon los daños.
Usaron algunos de sus juguetes como sus bates de béisbol, así como sus herramientas de jardinería.
Cuando por fin, lograron darle con el bate a aquella maldición, la cual entro en la casa debido al fuerte golpe que le habían dado con el bate.
Esa maldición atravesó aquella puerta de cristal, y los niños no tuvieron de otra que entrar corriendo a la casa una vez escucharon que esa maldición choco contra algo que termino rompiéndose contra el suelo.
Y ahí estaba, la maldición mosca había chocado contra el cactus favorito de su madre, tan fuerte fue el golpe que tanto la maldición como el cactus cayeron al suelo, haciendo que aquella espinosa planta saliera de la tierra.
—¡Lo atrape! — grito el niño una vez la atrapó bajo su cubeta de arena.
—¡Oh no! ¡La maceta favorita de mamá!— grito la pequeña al ver aquel desastre.
—¡Oh no! Estamos en problemas...— respondió el niño muy asustado. —¡Mamá nos va a castigar! ¿Qué hacemos?—
—Decirle la verdad— sugirió la niña.
—¿Estas segura?— pregunto con miedo el niño.
—Lo estoy, si le explicamos, quizás no nos castigue por mucho tiempo— respondió la niña.
—Eso espero...— el niño suspiro.
—Así que, ¡Dile tú!— decía la niña apuntando a su hermano.
—¿Que? ¡¿Por qué yo?! ¡Mejor dile tú lo que pasó! ¡tú eres la mayor!— reprocho el niño.
—¡Pero tu fuiste quién armó el plan!— regaño la niña.
—¡Pero tu fuiste quien golpeó la maldición con el bate! ¡fue tu culpa!— el niño se enojó aún más.
—¡Pues esto no hubiera pasado si no fueras un imán de maldiciones!— reprocho su gemela.
—¡Idiota!— grito el niño.
—¡Miedoso!— grito la niña —¡Además! ¡Uno de los dos debe decírselo a mamá!—
—¿Decirme qué?— una voz femenina apareció detrás de ellos.
Esos niños no habían escuchado a su madre entrar, ni siquiera la sentían debido a que dicha mujer carecía de energía maldita. Lo que la hacía prácticamente invisible a las maldiciones y a los hechiceros.
Incluso la hacía invisible ante sus hijos, los cuales empezaban ya a desarrollar sus dones y poderes como hechiceros.
Ambos niños brincaron del susto y se giraron para ver a su madre, quien estaba detrás de ellos con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Lo escuche todo, Yurika— los empezó a nombrar — Yuudai, ¿Tienen algo más que decirme? — pregunto Maki Zenin, quien era la madre de esos mellizos.
—Es que mami... — Yurika junto sus deditos.
—¡Podemos explicarlo!— exclamó Yuudai moviendo sus manitas.
—¡Bien! ¡Los escucho! Díganme que paso aquí — comento Maki sin dejar de tener los brazos cruzados.
—Es que esta maldición en un principio, venía persiguiendo a un niño que va a nuestra escuela y Yurika llamó su atención para que lo dejara en paz— comento Yuudai.
—¡Si! Como mami también es una cazadora de maldiciones, se me hizo fácil el llamar su atención, pero no pensé que perseguiría al llorón de Yuudai y entonces esta maldición se quedó fuera de la casa molestando al gato del vecino, quien aplastó tus plantas del huerto por escapar de la maldición— explico Yurika.
—Y al querer ayudar al gato, pues terminamos persiguiendo a la maldición por el jardín — comento Yuudai.
—¡Lo juramos mami, esta maldición fue muy rápida!— explico Yurika moviendo sus manitas en un ejemplo.
—Así que hicimos este plan para capturarla, pero no calculamos bien el golpe— dijo Yuudai moviendo sus pies ansiosamente mientras bajaba su cabecita y miraba al suelo.
—Solo queríamos ser como tu mami, en salvar a personas y exterminar maldiciones para que estas ya no molesten a los animales y a la gente — comento Yurika bajando también su cabecita y bajando la vista al suelo.
—Lo sentimos por haber roto la ventana y tu maceta favorita — dijeron al mismo tiempo.
Maki suspiro, no podía hacerse la ruda ante tal escena, sabía que sus hijos no eran malos niños, sabía que eran un poco traviesos, pero su causa fue buena y justa.
Su madre se agachó poniendo una rodilla en el suelo y puso una mano en cada cabeza de sus mellizos, acariciando sus gruesos cabellos negros.
—Gracias por hacerse cargo de la maldición, han salvado a un niño y a un gato de ella... solo la siguiente vez, mejor díganme antes de hacer algún plan ¿De acuerdo? — acaricio sus mejillas.
Los niños dijeron si con la cabeza.
—¿Y bien? ¿Dónde está la maldición?— pregunto Maki con curiosidad.
—Abajo de la cubeta— dijo Yuudai apuntando a ese objeto rojo que se empezaba a mover con lentitud.
—Ok, entonces esto ya déjenmelo a mi— comento Maki haciendo para atrás a sus hijos, haciendo que estos mejor se escondieran detrás del sillón.
Acomodo sus anteojos y fue por una de sus tantas armas.
Sujeto una pequeña daga impregnada con energía maldita, que cargaba para casos así de rápidos.
Maki levantó rápidamente aquella cubeta y cual hábil era con las armas y tan rápida era que resultaba ser letal, exterminó a esa cosa en un dos por tres.
Sus hijos estaban fascinados por aquello y de paso, admiraban demasiado a su madre por ser tan fuerte y habil.
—¡Ya está! Ahora esa cosa ya no lastimara a nadie más— comento Maki con una sonrisa.
—¿Pero qué haremos con el agujero de la puerta?— pregunto Yurika.
—¿Y con el cactus?— pregunto Yuudai.
Maki suspiro mientas se ponía de pie.
—Bueno, tendré que llamar a alguien para que cambie el cristal de la puerta y para el cactus, mmm tengo una idea, niños vayan por las herramientas de jardinería, los guantes y de paso traigan la escoba y el recogedor— dijo en una sonrisa.
—¡En seguida!— dijeron en coro esos dos.
Y así esos niños, ayudaron a su madre con aquel desastre.
Aquel cactus fue movido a otra maceta de repuesto, lo bueno que Maki tenía varias debido a que sabía que algo así podía pasar con dos hijos muy traviesos.
—Mai tenía razón, los cactus sí que son resistentes— comentó Maki una vez observo que a esa planta no le había pasado nada y las tres flores de color rosa que tenía en la punta de su cabeza, seguían intactas.
—¿Este cactus fue regalo de la tía Mai?— pregunto Yurika con curiosidad.
—Así es, me lo regaló cuando ustedes nacieron — contesto Maki con una sonrisa.
—¿Mami, algún día conoceremos a la tía Mai? ¿A tu gemela?— pregunto Yuudai con un toque de inocencia.
Su madre suspiro ante tal pregunta.
—Ojalá eso pudiera hacerse realidad, sé que a ella le hubiera encantado verlos crecer— respondió tratando de no sonar triste.
—Mami ¿Y dónde está la tía Mai?— pregunto Yurika con curiosidad.
Cuando Maki iba a contestar aquello, su teléfono celular empezó a sonar.
Era una llamada entrante de Mei Mei.
—¿Mami, quién llama?— pregunto Yuudai con curiosidad.
—Es la abuela Mei— hizo una seña con sus dedos que hasta sus hijos rieron
—Niños porque mejor no van a recoger sus juguetes de la sala, la tía Nobara no tardará en regresar de Tokio— comento Maki tomando su teléfono.
Esos dos niños corrieron a la sala mientras su madre atendía esa llamada.
—¿Sí? ¿Ahora qué sucede?— pregunto Maki con un poco de fastidio.
—Querida, solo te marcaba para avisarte que ha surgido otra misión para ti— respondió Mei desde el otro lado del teléfono.
—Ni siquiera han pasado veinticuatro horas desde mi última misión y de verdad, hoy estoy muy cansada. Además de que quiero pasar tiempo con mis hijos— comento Maki con una mueca en los labios.
—Lo sé, pero sabes que aún tienes una deuda que pagarme— se escuchó decir por aquella bocina.
—¡Pero si mi deuda contigo ya la pagué desde hace años! Creo que es justo el ya tomarme unas vacaciones con mis hijos, ¿No lo crees?— dijo Maki con molestia.
Aquella respuesta hizo que Mei soltara una risita traviesa por el teléfono.
—Y eso que no te cobré los intereses de tu deuda pasada, pero aun así, esta misión es súper importante que la hagas, además de la deuda que hablo es sobre tus hijos... sabes que si quieres que los siga protegiendo aún debes trabajar para mí por unos años más, porque te apuesto a que si no estuvieras bajo mi protección y si en su momento, yo no te hubiera propuesto para ser de grado uno, desde hace cuando "ellos" ya hubieran ido por ti... y por tus hijos...— comento Mei con un tono serio.
Maki apretó los labios, Sabía perfectamente a lo que se refería Mei y más que sus hijos podían estar en peligro en ese nuevo mundo de la hechicería.
El escucharlos reír, el verlos crecer y cuidar de ellos, la habían hecho madurar y más que ellos ya eran la única familia que le quedaban... sobre todo desde que Yuta... la abandonó estando embarazada.
Maki recordó a ese chico. En el fondo aún lo extrañaba y seguía sintiendo algo por él ya que él fue su primer y único amor.
Pero el rencor que le tenía por lo que le había hecho hace siete años atrás, la hacía tratar de enterrar esos sentimientos, además de ayudarle a olvidar y a seguir adelante. Aunque a veces se preguntaba donde estaría él, como se vería actualmente y si ya tenía a alguien más.
La peliverde miro una vez más a sus hijos quienes jugaban en la sala, gritando y riendo de alegría
Debía hacer esa misión por ellos.
—De acuerdo ¿Ahora a quien debo matar?— contesto fríamente.
Aquí vera, bueno solo vengo a dejar este primer capítulo de esta historia que espero sea corta.
Por el momento, espero les haya gustado, nos seguimos leyendo.
