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Una vez más la vio desaparecer enigmáticamente entre los fogosos árboles salpicados de manchas blancas.

El tiempo se detuvo en aquel instante en el que su alma se quebrantó y el hilarante anhelo rebobinó dentro de su ser con tanta fuerza que apenas logró soportarlo. Sus sentimientos no expresados en voz alta a tiempo se agazaparon en lo más profundo de su corazón, abrasando cada parte de las reglas que rigieron su vida.

Con la brisa helada a su alrededor, marcó una promesa silenciosa.

"Si el mundo se pone en tu contra, entonces seremos tú y yo contra el mundo".

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