¡Saludos, queridos lectores!

Hoy será la última tanda de actualizaciones que daré como regalo de fin de año. A partir de aquí volveré a las actualizaciones semanales. Sin embargo, espero que esta semana haya sido de su agrado y si no actualicé alguna historia de la que también quieren seguir leyendo, déjenme en los comentarios los títulos de las historias para ir contemplándolas en las próximas actualizaciones.

Sin más por el momento, los dejo con el capítulo n.n


Desde que las joyas comenzaron a presentarse, Karin ya temía que el collar que perteneció a los Uchiha, apareciera y desestabilizara a Sasuke, pero cuando la Lágrima del mar apareció, sintió alivio de pensar que si convencía a su acompañante de irse tras su treta, podrían evitar ver ese collar. Sin embargo, no se habían ido lo suficientemente rápido y no estaba segura de poder convencerlo de irse.

—Sasuke, vámonos —ella le murmuró cuando él no se levantó de la silla.

—Cincuenta millones —ofreció Ichiro con rapidez, sonriéndole burlón a Sasuke, quien lo había volteado a ver.

—Sesenta —ofreció el azabache.

—Cien millones —ofreció el hombre de la paleta con el número nueve.

—Vámonos ahora mismo y no cometas una estupidez —pidió Karin en tono duro— Si no, me iré sin ti, y te recuerdo que no traes carro.

—Ciento treinta —Sasuke levantó su paleta.

—Me largo —dijo Karin para mostrar que haría válida su amenaza y quizá de esa forma, él entraría en razón, pero cuando ella se levantó, él la tomó de la cintura y la sentó en sus piernas.

—No puedo dejar que malbaraten una de las reliquias de mi familia —le murmuró al oído.

—Ciento cincuenta —ofreció Ichiro.

—Sé que no te gusta ver lo que le ocurre, por eso mejor vámonos. Si te dejas llevar por el enojo…

—Doscientos —Sasuke levantó la voz y acercó sus labios de nuevo al oído de la fémina— Él volverá a pujar.

—¿Hasta cuándo? ¿Acaso sabrás parar? —reprochó ella enojada.

—Doscientos veinte —Ichiro levantó su paleta.

—Trescientos millones —el hombre del teléfono levantó la voz.

—Es un buen precio, déjalo ir —pidió Karin tomándolo por la cara y hacerlo mirarla a los ojos esperando que recobrara la razón. De hecho, también le pellizcó detrás de la oreja como llamada de atención.

—Trescientos cincuenta —ofreció el azabache y por supuesto, la gente volvía a murmurar, pues estaba ofreciendo más de lo que había ofrecido anteriormente.

—¡¿Qué estás loco?! —reprochó la pelirroja apenas pudiendo mantener su actuación.

—Ese collar vale al menos quinientos millones —Sasuke le murmuró a su jefa y para incitar a Ichiro a pujar más, y aún si se veía más vulgar de lo que ya se veía al tener a la pelirroja en sus piernas, le acarició con descaro el muslo hasta tocarle el trasero.

—¡Sasuke! —exclamó Karin sonrojada por su acción.

—¡Cuatrocientos millones de ryō! —gritó Ichiro al ver la escena.

—Cuatrocientos cincuenta —el hombre con el número nueve pujó enseguida de Ichiro.

—Quinientos —Sasuke ofreció.

—Estás siendo demasiado imprudente. No voy a seguir ayudándote con esto —habló la pelirroja enfadada porque parecía que él no la estaba escuchando.

Karin iba a soltarse del agarre del azabache, levantarse e irse, pero además de que él la había sujetado con fuerza para que permaneciera sentada, la tomó suavemente del cuello y volvió a murmurarle.

—Es el valor mínimo —le recordó al fin mirándola a los ojos, algo que ni siquiera hizo cuando ella lo tomó de la cara porque había luchado por mantener la mira en Ichiro.

Quizá ella se había equivocado y él no estaba actuando tan impulsivo como ella creía. Aunque no se había esperado que él le tocara el trasero.

—Bien, te ayudo —dijo un poco enojada y le acarició el pecho bajando las manos por su abdomen dando a entender que ella haría algo más mientras le sonreía coqueta— Es la última.

—¡Quinientos cincuenta! —se oyó a Ichiro gritar enojado.

—Seiscientos —Sasuke levantó su paleta.

—¡Sasuke! —reclamó Karin muy enojada— ¡Te dije que…!

—Ochocientos —ofreció Ichiro y la pelirroja suspiró aliviada, pero el azabache apenas le dio tiempo de relajarse.

—Novecientos millones —pujó el azabache.

—¡Idiota! —exclamó la fémina queriendo irse, pero él la siguió manteniendo sentada en sus piernas.

Karin iba a reclamarle y pelear sin disimular sin importarle que el resto de la gente se diera cuenta que había desacuerdos entre ellos, pero antes de poder decir algo, la subastadora comenzó con el conteo.

—Novecientos millones a la una.

—¿Ves? Te dije que te estabas arriesgando demasiado —reclamó la pelirroja notando que Sasuke ya ni siquiera hacía nada para fingir que coqueteaban y alentar a Ichiro a pujar— ¡Haz algo! Sasuke, no puedes pagar…

—Novecientos millones a las dos…

El varón tenía un gesto muy serio y ya ni siquiera sujetaba a la pelirroja. Si ella quería, podría levantarse e irse, pero escuchar el conteo, ponía nerviosa a la fémina y cuando ella oyó el llamado número dos y no halló otra forma de alentar a Ichiro a pujar. Ella besó al azabache.

No, Karin no aprovechó la situación para besarlo. En el pasado ella había tenido muchas oportunidades de robarle algún beso, pero nunca lo hizo porque ella quería un beso consensuado. Sin embargo, se dejó llevar por el pánico y en cuanto sintió los labios del varón se quedó paralizada.

Sasuke, por su parte, había estado muy centrado en la subasta del collar que aún cuando había fingido con Karin que estaban coqueteando, jamás se esperó un beso y cuando sintió los labios de la pelirroja, la subasta y el ruido a su alrededor parecía alejarse.

Casi de inmediato, él sintió el sabor a cereza del labial de su jefa y con él, la subasta y el collar se quedaron en el olvido.

Tardó unos pocos segundos, pero el azabache fue quién la besó cuando ella quedó en shock y lo único que los separó, fue la subastadora que anunció la venta del collar.

—¡Vendido al caballero del teléfono con la paleta con el número nueve, por tres mil millones de ryō! —exclamó la subastadora.

Karin y Sasuke miraron al frente asimilando lo que había pasado, pues aun cuando les había parecido que el beso duró muy poco, había durado lo suficiente para que Ichiro y el otro comprador se disputaran la subasta elevando el precio del collar a la cifra en que había sido comprada.

—Me ganó el pánico —Karin habló para justificar aquél impulsivo beso del que aún se arrepentía. Es decir, ella estuvo enamorada de él por mucho tiempo sin recibir ninguna señal de ser correspondida, y después de su traición, ella aceptó darle otra oportunidad en la empresa, pero decidió hacer a un lado las ideas de romance con él, por lo menos hasta que se estableciera y ella pudiera reordenar sus pensamientos y sentimientos por él.

Besarlo, le despertó una ráfaga de emociones que creyó, ya habían sido controladas. Ni siquiera entendía por qué el impulso la había llevado a besarlo.

Lo que más le molestaba, era que él la había besado y sabía que sólo lo había hecho para poder aumentar el precio de venta de aquella joya que tanto significaba para él. Era un sentimiento agridulce.

—Gracias por ayudarme —él dijo sin mirarla. De hecho, ninguno de los dos se miraba.

Ambos estaban tan aturdidos, que mantuvieron la vista fija al frente y en algún momento que no podía recordar, Karin había regresado a sentarse a su silla, pues aunque lo mejor era irse, ninguno de los dos estaba listo para quedarse a solas con el otro.

Con varios pensamientos en la mente, ambos se quedaron en la subasta hasta el final de ella, pero ninguno hizo ninguna puja, tampoco regresaron a su acto de coqueteo y se levantaron de sus sillas en silencio. Ni siquiera se tomaron del brazo como habían llegado y caminaron con dirección a la salida. Sin embargo, poco antes de llegar a la puerta, el hombre que había estado al teléfono y que había ganado el collar, se acercó a la pelirroja.

—Buenas noches, mi nombre es Suzuki Taiki, soy valuador de antigüedades. Mucho gusto —se presentó el hombre rubio.

—Buenas noches —ella respondió el saludo, pero estaba muy confundida porque no entendía por qué ese hombre se le acercaba.

—Usted es la señorita Uzumaki Karin. ¿No es verdad?

—Perdón, pero no entiendo qué quiere hablar conmigo.

Sasuke estaba igual de confundido que ella y si bien no intervino, la tomó por la cintura.

—Es natural que no entienda. Verá, estaba en la subasta porque fui contratado por mi cliente para adquirir algunos artículos en su nombre —explicaba el hombre en un tono muy formal— Él me ha pedido que le entregue uno de los artículos como obsequio, aunque tiene un par de condiciones al respecto, si está de acuerdo.

—Lo siento, pero no sé quién sea su cliente y por ende, no entiendo por qué querría darme un obsequio —respondió la pelirroja aún más confundida— Además, siendo honesta, no confío en nadie que quiere dar un obsequio dando condiciones.

—Mi cliente quiere permanecer en anonimato, y si me permite decirle, las condiciones que le tiene, no deberían preocuparle —respondió el hombre e hizo una seña a una persona que se acercó con una caja. Taiki tomó la palabra antes de que Karin dijera algo— Le pido que por lo menos oiga la propuesta antes de rechazar el regalo que mi cliente le ofrece. Me haría el trabajo más sencillo.

—Yo no…

Karin no tenía razones para aceptar ningún tipo de regalo de un desconocido, y mucho menos un obsequio con un valor millonario. Empero, cuando iba a negarse, se le fue el habla porque la persona que llegó con la caja, la abrió frente a ella dejándole ver el collar que perteneció a los Uchiha.

Evidentemente, Sasuke no pudo evitar dar un paso al frente para asegurarse que era real que un extraño le estaba ofreciendo el collar de su familia a su jefa y sí, era el mismo collar.

—Mi cliente quiere obsequiarle esta joya con la única condición de que no puede venderlo —habló Taiki— Puede usarlo, donarlo o regalarlo, pero no venderlo. Es la única condición de mi cliente.

—Es una broma ¿verdad? —preguntó Karin incrédula.

—No. Si está interesada, tengo un contrato que deberá firmar si acepta el regalo —respondió el rubio— El contrato la protege de que mi cliente le exija algo, si es lo que teme.

La pelirroja miró a Sasuke que estaba perplejo mirando la joya. Ella esperaba que él dijera algo, incluso que la alentara a aceptar el collar y pedirle que se lo regalara, pero él estaba allí callado, mirando el artículo con el ceño fruncido y ni siquiera la volteaba a ver.

—¿Puedo ver ese contrato? —preguntó Karin y el azabache al fin la volteó a ver. Se veía sorprendido, pero no dijo nada.

—Claro. Acompáñenme de este lado para hablar —indicó Taiki invitando a la pareja a seguirlo hacia un área donde había algunas mesas.

Hasta ese momento, Karin tomó el brazo de Sasuke y lo hizo caminar con ella hasta la mesa que le indicaban. Ambos se sentaron después que el valuador lo hizo, y este, con un gesto le pidió a quien llevaba el collar que trajera los papeles.

Mientras esperaban, tanto Karin cómo Sasuke notaron que la gente a su alrededor los veía con curiosidad y burla.

—¿Qué es exactamente lo que su cliente espera de mí? —preguntó la pelirroja, pues si bien el hombre le había dicho que nada, ella pensaba que quizá diría algo ahora que estaban un poco más apartados del resto de la gente.

—Nada. Cómo dije, la única condición, es que no puede vender la joya —reiteró el hombre sonriendo cuando se le entregó el contrato a la fémina.

—¿Qué gana su cliente con esto? —preguntó Sasuke dejando que su jefa leyera el contrato.

—Si le soy honesto, no lo sé. Mi cliente no me da motivos, pero debido a lo cauteloso que es, quizá sea que busca a una mujer que no sea interesada o tal vez sólo sea un hombre muy rico que hace locuras como esta por aburrimiento —respondió Taiki con una sonrisa— No es la primera vez que mi cliente hace cosas como esta. De hecho, la gente de la alta sociedad conoce muy bien estas actividades y debo ofrecer algunas joyas más, pero se me pidió que entregara esta primero a la señorita Uzumaki.

—¿De dónde es que ese hombre la conoce? —cuestionó el azabache.

—No lo sé. Cómo dije, sólo recibo órdenes, pero si me permiten aconsejarles con base a mi experiencia, la señorita Uzumaki debería aceptar el regalo. No creo que se le presente una oportunidad así de nuevo.

—¿Eso es todo? ¿Enserio? —preguntó Karin desconfiada cuando terminó de leer el contrato, pues todo era tal y como Taiki le había dicho. Ni más, ni menos.

—Así es. Como puede ver, tiene mucho que ganar y nada qué perder al aceptar —dijo el rubio y mientras tanto, Sasuke tomó el contrato para verificarlo él mismo. Por supuesto, Karin no objetó, porque si se había perdido de algo al leer, esperaba que él pudiera advertirle.

—Si lo que dice ese contrato es todo, entonces no entiendo por qué este hombre lo hace, especialmente porque parece muy preocupado de que el regalo se venda tras ser entregado —señaló la pelirroja— Sin embargo, si yo regalara el collar a un amigo de confianza, él no estaría atado al contrato y podría venderlo. Nada lo detendría y yo podría sacar beneficio de ello.

—En efecto, usted podría hacer eso sin ningún problema y como le dije a su novio, desconozco las motivaciones de mi cliente para ofrecer el regalo ni por qué la eligió a usted.

Karin dio un respingo cuando el hombre señaló a Sasuke cómo su novio, pues había olvidado que se suponía que estaban fingiendo que eran pareja durante la subasta.

—¿Hay algo más que deba saber? —preguntó Karin reincorporándose.

—Nada. Como dije, en mi experiencia, le conviene. Normalmente mi cliente no vuelve a hacer regalos como este a nadie por segunda vez y si gusta, puedo incluso darle un par de nombres de mujeres que han recibido un obsequio como este de mi cliente, que están presentes en la fiesta para que pueda preguntarles usted misma sobre su experiencia.

—¿Quién me dice que esas mujeres no fueron pagadas para mentirme? —señaló la pelirroja.

—Supongo que ha oído hablar de la señorita Lock y la señorita Kido, ambas son mujeres que no les falta el dinero, así que no habría motivo para que ellas aceptaran un pago para mentirle.

La pelirroja giró hacia Sasuke, pues aunque ella conocía algunos nombres de millonarios y nobles gracias al trabajo, sabía que el azabache conocía mejor esos círculos sociales y él podría ver mejor a través de alguna mentira en los nombres.

—El contrato está en orden —dijo Sasuke bajando el papel, el cual había mirado con detenimiento en caso de que hubiese una laguna legal, o una claúsula oculta incluso en el membretado del papel como solían gastárselas algunos embaucadores, pero todo parecía limpio.

—Sobre las señoritas…

—Si gustan, los dejaré discutirlo, pero voy a necesitar una respuesta hoy mismo —dijo Taiki levantándose del asiento. Hizo una reverencia y se alejó con su ayudante dejando la caja con el collar sobre la mesa.

—Sasuke, sé que el collar es muy importante para ti, pero…

—Haz lo que creas conveniente —él la interrumpió justo cuando ella creyó que él le suplicaría por aceptar el obsequio para que se lo diera a él.

—Pensé que…

—Todo parece en orden, si quieres buscar y preguntar a esas mujeres puedo indicarte quienes son —respondió el azabache— Si aceptas firmar, el collar es sólo tuyo, pero si desconfias, sólo recházalo y vámonos.


¿Karin firmará el contrato para quedarse con el collar? ¿De verdad será confiable el contrato? ¿Quién es el extraño que le quiere obsequiar el collar de los Uchiha a Karin? ¿Por qué la eligió a ella? ¿Pueden confiar en las palabras del valuador? ¿Sasuke cambiará de opinión para pedirle a Karin que acepte el collar y se lo regale? ¿Qué otras preguntas les han nacido al leer el capítulo?

Me encantará leer sus preguntas y teorías en los comentarios n.n

Hoy no habrá tantas actualizaciones como los otros días, pero espero que aún así disfruten los capítulos. De nuevo no pondré el listado de las historias que actualizaré, así que deberán estar al pendiente.

Sin más por el momento, me despido n.n

¡Hasta la próxima actualización!