Los personajes de H.P. no me pertenecen, yo solo los tomo prestados.

Título: "Decisiones en el Pasado"

La guerra había arrasado con todo lo que Draco Malfoy conocía. Sus sueños se habían desvanecido como el humo, dejando solo cenizas y un vacío en su corazón. Con cada paso que daba por las ruinas de lo que una vez fue su hogar, sentía el peso de sus decisiones pasadas aplastándolo. Pero el destino le tenía preparado un giro inesperado. Una noche, mientras contemplaba la luna desde la ventana de su habitación, una luz brillante lo envolvió, llevándolo de regreso a su adolescencia, a un tiempo antes de que la guerra destruyera su vida.

Despertó en su cama en Malfoy Manor, sintiéndose confuso pero renovado. Era un nuevo día en 1996, el año en que todo había comenzado a desmoronarse. Había una lista de cosas que quería cambiar: proteger a su madre, evitar hacer alianzas con los mortífagos y, sobre todo, encontrar una forma de redimirse ante los ojos de aquellos a quienes había herido. Sin embargo, en su corazón había una necesidad imperiosa de hacer algo más.

En un arranque de arrogancia y deseo de venganza contra sí mismo por la traición de sus propias decisiones, tomó otra más: ser el primer hombre en la vida de Hermione Granger. Draco sabía que su deseo era egoísta, y que en aquel entonces, ella era más que una simple adquisición; era alguien que realmente lo veía, más allá de su apellido y su historia familiar.

Con esta decisión, su misión se tornó compleja. Podía ver cómo la historia se desarrollaba ante sus ojos, y aunque la idea de acostarse con Hermione era tentadora, también lo era el hecho de que podría estar interfiriendo en su vida de una manera irreversible. La idea de manipularla lo llenaba de remordimientos, pero a la vez le daba una razón para actuar.

Los días pasaron y la vida en Hogwarts continuaba como siempre. Draco se encontró tratando de reconectar con sus antiguos amigos, pero con un nuevo propósito. Las interacciones con Hermione eran difíciles; ella lo miraba con desconfianza, sabiendo que él estaba en el lado opuesto durante la guerra. Sin embargo, algo había cambiado en Draco: su mirada era más suave, su voz más cálida.

Una tarde, cuando Hermione se encontraba en la biblioteca trabajando en un proyecto de hechizos avanzados, Draco se acercó para intentar romper el hielo.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó, su tono despreocupado ocultaba una intención más profunda. Ella levantó la vista, sorprendida de que Draco Malfoy le hablara.

—No, gracias. Puedo manejarlo —respondió ella con firmeza, recordando todos los momentos en que él había sido cruel. Pero la verdad era que había algo en su mirada que le decía que no era el mismo chico que recordaba.

Con el tiempo, Draco comenzó a pasar más tiempo alrededor de Hermione, ayudándola con sus estudios y ofreciéndole su apoyo. A medida que interactuaban, se desarrolló una extraña amistad entre ellos, una mezcla de escepticismo y curiosidad. Hermione se sorprendió al ver una faceta de Draco que nunca había imaginado.

Sin embargo, la atracción comenzó a surgir, complicando sus sentimientos. Cada mirada, cada sonrisa se cargaba de una tensión palpable. Draco quería cumplir con su plan original, pero a medida que la conexión entre ambos se profundizaba, comenzó a cuestionar sus verdaderas intenciones. ¿Realmente deseaba tomar algo que no podía forzarse a sí mismo a controlar?

Una noche, después de un partido de Quidditch, donde Gryffindor había derrotado a Slytherin, Draco se encontró con Hermione en los jardines. Ella estaba mirando las estrellas, y él no pudo evitar acercarse.

—Hermione. —empezó, y su voz titubeó.

—¿Qué pasa, Draco? —ella preguntó, sin apartar la vista del cielo.

Quería decirle que su vida había cambiado, que cada momento con ella le había mostrado un nuevo camino. Pero, en cambio, sus palabras salieron entrecortadas.

—Te he estado buscando por un motivo.

Ella giró la cabeza para mirarlo, los ojos llenos de expectativas.

—Y ese motivo sería…

Draco respiró hondo.

—Olvidemos lo que fue. Solo… quiero ser sincero contigo. Creo que he sido un idiota y me gustaría que pudiéramos comenzar nuevamente.

El aire se volvió denso, y Hermione se quedó en silencio, asimilando su confesión. Draco sintió que su corazón latía con fuerza; había arriesgado mucho al dejar atrás sus planes egoístas. Mientras la miraba, comprendió que aquello que había deseado ya no era lo que realmente quería.

Hermione comenzó a sonreír y, antes de que Draco pudiera comprenderlo, se llevó la mano a la boca, ocultando una risa nerviosa.

—No puedo creer que digas eso.

—Lo digo en serio —insistió—. Me gustaría poder ser alguien en quien puedas confiar. No quiero seguir siendo el Draco Malfoy que conocías.

En ese instante, ambos se dieron cuenta de que la conexión que habían forjado era más poderosa que cualquier deseo material. La posibilidad de un futuro juntos emergía entre ellos como un nuevo amanecer.

Al final, la segunda oportunidad de Draco no estaba en el deseo de tomar, sino en el valor de dar. Decidió no seguir adelante con lo que había planeado, eligiendo en su lugar construir algo significativo, basado en respeto y amor. En el viaje hacia la redención, descubrió que algunas cosas valen más que cualquier deseo fugaz: la verdad, la amistad y un nuevo comienzo.

Antes de que el verano llegara a su fin, en lugar de una noche de pasión, la primera vez que se encontraron sus labios, fue en un beso suave y tierno, lleno de promesas y de un futuro compartido, un futuro donde el amor triunfó sobre el deseo.