Percy todavía seguía un poco horrorizado por lo que pasó en la Sala de Trono, no recordaba haber visto alguna estatua de su padre y mucho menos sin ninguna prenda, además ver la expresión de su madre le hizo darse cuenta de algunas cosas sobre cómo había llegado él al mundo y absolutamente ewwww, no quería volver a hablar de eso, ojalá existiera algún limpiador mental o algo así para jamás volverlo a recordar.
Realmente todavía seguía bastante molesto con su padre —que en realidad no se ha esforzado lo suficiente—, pero bueno, era un dios ¿que importaba si un mortal no estaba contento con él? Solo que en realidad no iba a mentir, Percy esperaba que su papá se esforzara, que le mostrara que en realidad se preocupaba por él como su hijo y no como un peón en el juego de los dioses, sabía que tal vez en su tiempo lo había hecho, pero ¿de que servía si ante la mínima posibilidad de cambio lo traicionaba?
La mano de Annabeth sobre la suya, lo sacó de esos pensamientos. Percy le sonrió en agradecimiento.
—Te fuiste por un momento, sesos de alga.
—Lo sé, lo siento —respondió Percy—. Estaba pensando.
—¿En lo de la Sala de Trono? —preguntó Annabeth tratando de ocultar su diversión y fallando.
Percy se sonrojó —Sí… Pero también en otras cosas.
Annabeth esperó mientras Percy intentaba encontrar las palabras.
—¿Has pensado alguna vez que los dioses deberían esforzarse más?
Annabeth lo estudió por un momento —Creo que a veces piensan que no vale la pena. Digo, por un lado puedo entender que no quieran encariñarse o valorar algo que no va a durar ni siquiera cien años en su vida, pero luego ¿no debería ser esa la razón por la que precisamente deberían valorarlo?
—No creo que siquiera piensen que lo que están haciendo no está bien —dijo Percy—. Y no solo me refiero a nosotros, sino a todo. Los semidioses que vinieron antes que nosotros y los que vendrán después, no creo que sea justo para nadie.
—Tienes razón —admitió Annabeth—. Y ni siquiera sé que decirte, antes pensaba que tal vez con todo esto hubiera una oportunidad para todos, ahora no estoy segura.
—Tampoco yo —dijo Percy suspirando.
Se quedaron callados por un momento, simplemente contemplándose el uno al otro y todo lo que estaba pasando, habían tenido suficiente tiempo para intentar asimilar todo y aunque todavía costaba un poco de trabajo, cada vez estaban más cerca.
Pero había algo de lo que en realidad no había hablado desde ese fatídico día donde se enteraron del futuro y era momento de que se expresara.
—No puedo perderte —dijo Percy con urgencia, como si el solo decirlo asegurara que no lo iba a hacer y aunque sabía que no funcionaba así, tenía que decirlo.
Annabeth lo miró sorprendida por un momento, sin saber exactamente qué decir —No lo harás, pero debes de saber que yo tampoco puedo perderte.
—Hemos estado cerca tantas veces —dijo Percy temblando.
—Y todas las hemos superado.
—Pero no siempre lo vamos a hacer —susurró Percy.
—Lo sé —dijo Annabeth suspirando—. Sé que en cualquier momento va a pasar por la naturaleza de nuestra vida, pero no podemos hacer nada más que vivir.
—Lo que nos mostraron en el futuro ¡ni siquiera estábamos en una misión! Se suponía que era nuestro hogar, el único lugar en el que estaríamos seguros, y cuando esas escenas pasaron, yo no… no puedo… no —Percy negó con la cabeza sin poder poner sus pensamientos en orden, porque a pesar de saber que lo que vieron pasó en el futuro podía imaginarse perfectamente si un día llegara a eso y tal vez ni siquiera llegando a cumplir 20.
Annabeth tomó la cara de Percy entre sus manos —Estoy aquí, estamos juntos, estamos bien.
Y sabía que eso no era una garantía, pero era todo lo que tenía. No supieron quien de los dos empezó a llorar primero, abrumados por todo, por eso siempre se decía que el futuro era una gran carga, y aunque faltaban muchos años, ver morir a tu pareja, al amor de tu vida era algo para lo que jamás estabas preparado.
En el futuro no lo hicieron, pero si llegaba el momento, el que se quedara atrás iba a sufrir la pérdida de todo, nadie quería ser el que se quedara atrás.
Por eso Annabeth tenía que decirle —Si un día eres tú el que se queda atrás, tienes que prometerme algo.
Percy la miró como si supiera lo que iba a decir, pero esperó a que ella siguiera hablando.
—En el futuro no pudimos hacerlo, nos superaron por todas partes, pero si eso cambia y por cualquier motivo eres tú el que se queda atrás, me tienes que prometer que no vas a intentar seguirme consciente o inconscientemente.
Porque eso era lo que a Annabeth más le preocupaba, Percy la había seguido al maldito Tártaro, pero no quería que la siguiera al Inframundo, podía ser no de manera consciente, pero no quería que se lanzara de cabeza al peligro sólo porque creía que debía estar con ella. Sabía que Percy podía ser imprudente para algunas cosas, pero sabía calcular riesgos y pensar que en algún momento no lo hiciera era aterrador.
En el futuro Percy había visto morir a Annabeth primero, lamentablemente la había seguido, pero si algo cambiaba y había la oportunidad, esperaba que Percy viviera. Sabía que le estaba pidiendo algo sumamente difícil porque ella no estaba muy segura de si la situación fuera al revés pudiera soportarlo, estaba segura de que no.
—Annabeth —murmuró Percy.
—No nos podemos seguir a todas partes —susurró Annabeth con la voz un poco quebrada.
Y Percy lo sabía, claro que lo sabía, pero no podía concebir la idea de un mundo sin Annabeth, todo estaba mal en eso.
—Además —siguió diciendo Annabeth, porque a pesar de que la hacía sentir rara, lo había pensado—. Si el futuro sigue igual en algunos aspectos —intentó no enrojecer—. Uno de nosotros debe regresar siempre a casa con ellos.
Y sabía que había perdido la batalla contra el sonrojo que coloreaba sus mejillas, pero Percy estaba igual y parecía un pez fuera del agua, eso la hacía sentir un poco mejor.
—Bien, tienes razón —farfulló Percy—. Aún así espero que jamás lleguemos a esa situación.
Ambos sabían que era un deseo imposible, porque tarde o temprano llegaría, pero por el momento ambos quedaron en paz.
—Te amo —dijo Annabeth besando a Percy.
—Yo también te amo —dijo Percy cuando rompieron el beso.
Ninguno de los dos podía siquiera imaginar en perder al otro, era casi como un dolor físico, habían superado tantas cosas que era difícil imaginar no estar juntos, pero tenían tiempo para disfrutarlo.
