XV Percy
—Yo voy a leer —dijo Sally
Percy hizo una mueca —¿Estás segura?
—Sí —dijo Sally
—¿Completamente segura? —volvió a preguntar Percy
—Sí, cariño
—Bueno —murmuró Percy
Percy se acordaba de lo peligrosa que había resultado Kelli la última vez que habían luchado en el laberinto. A pesar de sus piernas desiguales, podía moverse rápido cuando quería.
—Y vaya que sí —murmuró Rachel
—No compitan en una carrera con una empousa —dijo Percy
—No estaba planeando hacerlo, pero gracias por el consejo —dijo Leo
—Siempre es bueno saber que no debes hacer —comentó Miranda
Había esquivado sus estocadas y le habría devorado la cara si Annabeth no la hubiera apuñalado por detrás. Esa vez contaba con cuatro amigas.
—Genial— dijo Piper
—Y no hay factor sorpresa por parte de Annabeth —dijo Thalia con una mueca
—Y ahora de hecho están en su territorio —comentó Clarisse
—Por supuesto, todo juega en contra de ustedes —dijo Zoë
—¡Y te acompaña tu amiga Annabeth! —Kelli siseó de alegría—. Oh, sí, me acuerdo bien de ella.
Kelli se tocó el esternón, por donde había salido la punta del cuchillo cuando Annabeth se lo había clavado por la espalda.
—De todas maneras no me arrepiento de haberlo hecho —dijo Annabeth encogiéndose de hombros
—Por supuesto, era ella o ustedes —dijo Katie
Connor asintió de acuerdo —La elección era fácil
—Aunque tal vez a Kelli no le gustó —señaló Miranda
—¿Qué pasa, hija de Atenea? ¿No tienes tu arma? Qué lástima. La habría usado para matarte.
Annabeth resopló
—Demasiado segura de ella misma —resopló Thalia
—Sí, era bastante pesada —dijo Rachel
—Y que lo digas —masculló Annabeth
—Es que la actitud lo es todo —señaló Leo
Percy trató de pensar. Él y Annabeth se colocaron hombro contra hombro como habían hecho muchas veces antes, preparados para luchar. Pero ninguno de los dos se encontraba en buen estado para la batalla. Annabeth estaba desarmada. Sus enemigas los superaban en número. No tenían adónde huir. Ni iban a recibir ayuda.
—Básicamente estábamos en desventaja —comentó Percy
—Si no me lo dices no me doy cuenta —dijo Thalia
—Eres una grosera, cara de pino —se quejó Percy
—Solo digo la verdad —dijo Thalia encogiéndose de hombros
De manera muy madura, Percy le sacó la lengua
Por un momento Percy consideró llamar a la Señora O'Leary, la perra infernal que podía viajar a través de las sombras. Pero, aunque lo hubiera oído, ¿podría llegar al Tártaro? Allí iban los monstruos cuando morían.
—Sí, podría llegar —dijo Hades
—Bueno, a ella nada la detiene —murmuró Chris
—Pero no sería una buena idea —comentó Hades
—Y entonces mejor no —dijo Connor
Si la hacía ir allí podría matarla o devolverla a su estado natural como un monstruo feroz. No… no podía hacerle eso a su perra.
—Es muy probable que pasara lo segundo —asintió Nico
—Por supuesto, el Tártaro es el lugar de los monstruos, muchos de ellos se vuelven salvajes al sentir el ambiente del que provienen —dijo Hades
—¿Todos ellos? —preguntó Hazel
—No todos, pero sería un juego de azar. Un 50/50 de que vuelva a su forma salvaje —comentó Hades
—Mejor no —murmuró Zoé
Así que no contaban con ninguna ayuda. Luchar era una opción arriesgada. Eso solo les dejaba la táctica favorita de Annabeth: engañar, charlar, entretener.
—Funciona la mayoría de las veces —comentó Annabeth
—Funciona al 99% —asintió Percy
—Bueno, la probabilidad es alta —dijo Reyna
—Aunque sigue ese 1% —dijo Leo
—Bueno… —empezó a decir Percy—, supongo que te preguntarás qué hacemos en el Tártaro.
Kelli se rió con disimulo.
—La verdad es que no. Solo quiero mataros.
—Bueno, se intentó —dijo Connor
—Todavía no lo habíamos intentado todo —dijo Percy
—Todavía teníamos más técnicas de engaño —asintió Annabeth
—Annabeth debería dar una clase sobre técnicas de engaño 101 —dijo Katie
—Sería un éxito —coincidió Connor
—Sí ocupo —asintió Zoé
—Yo también —dijo Bianca
—Sí, ustedes no están invitadas —bromeó Percy
—Se va a poner restricción —asintió Will
Las dos chicas se quejaron
Ahí habría acabado todo, pero Annabeth intervino.
—Qué lástima —dijo—. Porque no tienes ni idea de lo que está pasando en el mundo de los mortales.
—Ni nosotros exactamente, pero bueno —dijo Annabeth
—Pero sabíamos algo más que ellas —comentó Percy
—Sí, hace mucho que no estaban en el mundo mortal —dijo Rachel
—Kelli estaba resentida por eso —asintió Percy
Las otras empousai daban vueltas y permanecían atentas, esperando a que Kelli les hiciera una señal para atacar, pero la animadora se limitó a gruñir y se agachó para situarse fuera del alcance de la espada de Percy.
—Un poco inteligente —dijo Rachel
—Aprendió la primera vez —convino Percy
—Sería una tonta si no lo hubiera hecho —señaló Rachel
—Pues al parecer había aprendido algunas lecciones durante ese tiempo —dijo Annabeth
—Sabemos suficiente —dijo Kelli—. Gaia ha hablado.
—Os aguarda una gran derrota —Annabeth parecía tan segura que hasta Percy se quedó impresionado. Miró a las demás empousai una a una y luego señaló con dedo acusador a Kelli—. Esta asegura que os lleva a la victoria. Miente.
—Yo creo que Annabeth sería muy buena como política —comentó Travis
—Si te gusta la idea, podemos ser parte de tu servicio secreto —dijo Connor
—Ya no sería tan secreto porque ya lo sabemos nosotros —señaló Leo
—Creo que no serían muy buenos en su trabajo —comentó Katie con una pequeña risita
La última vez que Kelli estuvo en el mundo de los mortales se encargó de que mi amigo Luke Castellan permaneciera fiel a Cronos. Al final, Luke lo rechazó. Dio la vida para expulsar a Cronos. Los titanes perdieron porque Kelli fracasó. Y ahora quiere llevaros a otro desastre.
—Muy buena manera de decir las cosas —dijo Thalia
—Annabeth para presidenta —dijo Travis
—Acabaría con todos sus contrincantes con el poder de las palabras —asintió Leo
—Aunque si tiene que usar el poder de los puños, también lo haría —señaló Piper
—De la manera en que sea, hay opciones —coincidió Will
Las otras empousai murmuraron y se movieron con paso vacilante.
—¡Basta!
Las uñas de Kelli crecieron y se convirtieron en unas largas garras negras. Lanzó una mirada asesina a Annabeth, como si se la imaginara cortada en pedacitos.
—Creo que no le caíste bien —dijo Piper
—Yo tuve la misma sensación —asintió Annabeth
—Quien sabe por qué —dijo Thalia
Percy estaba convencido de que Kelli se había enamorado de Luke Castellan. Luke producía ese efecto en las chicas —hasta en las vampiras con patas de burro—, por lo que Percy no estaba seguro de que sacar su nombre a colación fuera buena idea.
Luke se sonrojó
—Todo un galán —bromeó Connor
—Aquí no juzgamos con quien sales —dijo Travis —todos tenemos gustos distintos
—Si te gustan las vampiras con patas de burro tienes nuestro apoyo —asintió Connor
—Bueno, gracias —resopló Luke
—Da nada —dijeron los Stoll alegremente
—Esto no tiene nada que ver, pero una vez Bianca mordió a una empousa, así que ella puede ayudar para el negocio de comida de monstruos —comentó Zoé
—¿Mordiste a una empousa? —preguntó Hazel con cara de asco
—Poquito —dijo Bianca —pero tenía seis años
Nico y Will intercambiaron una mirada
—Y yo que pensé que la de los gustos raros sería Lena, ya sabes, familia y todo eso —murmuró Travis
Chris y Luke le dieron una mirada asesina
—Esta chica miente —dijo Kelli—. ¡Los titanes perdieron! ¡Muy bien! ¡Pero formaba parte del plan para despertar a Gaia! ¡Ahora la Madre Tierra y sus gigantes destruirán el mundo de los mortales y nos daremos una comilona con los semidioses!
—Todo siempre es parte de un plan —se quejó Percy
—Un plan tras un plan —asintió Leo
—Así han sido las cosas siempre —señaló Apolo
Las otras vampiras rechinaron los dientes enloquecidas por la emoción. Percy había estado en mitad de un banco de tiburones con el agua llena de sangre, pero no había sido ni de lejos tan peligroso como hallarse frente a unas empousai listas para comer.
—¿Un banco lleno de tiburones? —preguntó Sally
—Es una historia divertida —dijo Percy
—Sí suena divertido —comentó Zoé
Percy le dio una mirada extraña y al mismo tiempo Sally miró a su hijo con diversión
Se preparó para atacar, pero ¿a cuántas podría despachar antes de que lo destrozaran? No sería suficiente.
—¡Los semidioses nos hemos unido! —gritó Annabeth—. Pensáoslo dos veces antes de atacarnos. Los romanos y los griegos lucharán codo con codo contra vosotros. ¡No tenéis ninguna posibilidad!
—Bueno, así super unidos en ese momento —murmuró Miranda
—Pero ellas no lo sabían —dijo Annabeth
—Y lo que no saben nos da ventaja —asintió Percy
—Además sí nos íbamos a unir, algo así —dijo Will
Las empousai retrocedieron nerviosas murmurando:
—Romani.
Percy supuso que ya habían conocido a la Duodécima Legión y que las cosas no les habían ido bien.
—Lo que sea de cada quién, no les pudo ir bien con la Legión —señaló Chris
—Totalmente de acuerdo —dijo Thalia —creo que las traumaron un poco
—Que estoy segura que se lo merecían —dijo Reyna
—Definitivamente —asintió Rachel
—Sí, romani, por supuesto —Percy descubrió su antebrazo y les enseñó la marca que le habían hecho en el Campamento Júpiter: las siglas SPQR con el tridente de Neptuno—. Si mezclas a griegos y romanos, ¿sabes lo que consigues? ¡Una bomba!
—Efecto dramático, muy bien —dijo Apolo
—A veces ese tipo de efectos es lo mejor que tienes a tu alcance —comentó Leo
—Y dio el efecto deseado, más o menos —dijo Percy
—Por lo menos durante un momento —asintió Annabeth
Percy pateó el suelo, y las empousai retrocedieron atropelladamente. Una se cayó de la roca la que se había encaramado. Eso hizo que Percy se sintiera bien, pero las vampiras reaccionaron rápidamente y volvieron a acercarse.
—Pero por lo menos te hizo sentir bien— dijo Katie
—Definitivamente, fue muy bueno —asintió Percy
—Era para sacar un poco el estrés —comentó Piper
—Cosa que hacía mucha falta —dijo Percy
—Nos podemos imaginar —dijo Will
—Atrevidas palabras para dos semidioses perdidos en el Tártaro —dijo Kelli—. Baja la espada, Percy Jackson, y te mataré rápido. Créeme, hay formas peores de morir aquí abajo.
—Le creo —murmuró Percy
—Sí, no creo que nos mintiera con eso —comentó Annabeth
—Definitivamente no lo hacía —dijo Nico con una mueca
—¡Espera! —Annabeth volvió a intentarlo—. ¿No sois las empousai servidoras de Hécate?
Kelli se mordió el labio.
—¿Y qué?
—La táctica de distracción está funcionando —dijo Travis
—Más o menos —dijo Annabeth
—Era mejor que nada —señaló Percy
—Por lo que duró —dijo Annabeth
—Que Hécate está ahora de nuestra parte —dijo Annabeth—. Tiene una cabaña en el Campamento Mestizo. Algunos de sus hijos son amigos míos. Si lucháis contra nosotros, se pondrá furiosa.
—Tenemos buenos amigos ahí —asintió Connor
—Y además, de cierta manera nos estaba ayudando con la misión —dijo Hazel
—Aunque lamentablemente no teníamos esa valiosa información —dijo Percy
—Aunque en realidad habría encontrado la manera de tergiversar también eso —señaló Annabeth
—Tienes un punto ahí —convino Percy
A Percy le entraron ganas de abrazar a Annabeth; esa chica era un genio. Una de las empousai gruñó.
Annabeth le sonrió a su novio
—Lamentablemente no era el momento para abrazarla —dijo Thalia
—Lamentablemente no —dijo Percy
—¿Es eso cierto, Kelli? ¿Ha hecho las paces nuestra señora con el Olimpo?
—¡Cállate, Serephone! —gritó Kelli—. ¡Dioses, qué pesada eres!
—Yo no pienso cabrear a la Dama Oscura.
—Muy sabio de su parte —asintió Rachel
—Yo tampoco haría enfadar a quien se supone es su señora —dijo Katie
—Me gusta demasiado vivir, como para hacer eso —asintió Connor
—Entonces está llevando a sus amigas con mentiras —dijo Esperanza negando con la cabeza
—Eso no se hace —coincidió Leo
Annabeth aprovechó la oportunidad.
—Más vale que todas hagáis caso a Serephone. Es mayor y más sabia.
—¡Sí! —chilló Serephone—. ¡Hacedme caso!
—Pues no era más sabia —murmuró Percy
—Ni demasiado fuerte —comentó Annabeth
—No supo ser una líder —dijo Percy con pesar
Kelli embistió tan rápido que a Percy no le dio tiempo a levantar la espada. Afortunadamente, no le atacó a él. Kelli arremetió contra Serephone. Durante medio segundo, las dos diablas se fundieron en un torbellino confuso de garras y colmillos. Y de repente todo acabó. Kelli se alzó triunfante sobre un montón de polvo. De sus garras colgaban los restos andrajosos del vestido de Serephone.
—Dioses —dijo Bianca
—Cuanta agresividad —dijo Travis
—A nadie le gusta que le lleven la contraria —señaló Bianca
—Y menos que quieran hacer un golpe de estado contra uno —coincidió Katie
—Pero bueno, una menos —dijo Zoé
—¿Algún asunto más? —espetó Kelli a sus hermanas—. ¡Hécate es la diosa de la Niebla! ¡Sus caminos son misteriosos! ¿Quién sabe de qué bando es partidaria realmente? También es la diosa de las encrucijadas y espera que hagamos nuestras propias elecciones. ¡Yo elijo el sendero que nos lleve a la sangre de los semidioses! ¡Yo elijo a Gaia!
—Estúpida empusa —masculló Annabeth
—Cae bastante mal —asintió Rachel
—De las peores que he conocido —comentó Percy
—Por eso no me agradan las empusas —dijo Bianca
—Pero sí te gusta morderlas —bromeó Piper
Sus amigas sisearon en señal de aprobación. Annabeth miró a Percy, y él comprendió que se había quedado sin ideas. Había hecho lo que había podido. Había conseguido que Kelli eliminara a una de las suyas. Ya solo les quedaba luchar.
—Ya solo les quedan cuatro, es un poco mejor —dijo Miranda
—Les tocan de a dos —asintió Chris
—Sí, pero ellas estaban en mejor forma que nosotros —comentó Annabeth
—Ellas ya había comido —señaló Percy
—Durante dos años estuve revolviéndome en el vacío —dijo Kelli—. ¿Sabes lo molesto que es ser volatilizada, Annabeth Chase? ¿Volver a cobrar forma poco a poco, totalmente consciente, soportando un dolor terrible durante meses y años mientras tu cuerpo vuelve a crecer y por fin romper la corteza de este sitio infernal y abrirte paso hasta la luz del día? Y todo porque una niña te apuñaló por la espalda.
—No es como que la haya apuñalado nada más porque no tenía nada mejor que hacer —masculló Annabeth
—Han de creer que vas apuñalando empousas por ahí —dijo Piper
—Parece que es tu hobby —dijo Thalia
Sostenía la mirada a Annabeth con sus ojos malignos.
—Me pregunto lo que pasa si un semidiós muere en el Tártaro. Dudo que haya pasado antes. Averigüémoslo.
—Pero sería lo mismo que en el mundo de los mortales ¿no? —preguntó Leo
Y con ciertas resistencia algunos de los chicos voltearon a ver a Hades
—No exactamente, el mundo de los mortales también les pertenece a los semidioses, es la manera natural, entonces cuando mueren sus almas llegan hasta el lugar de descanso en el que crean —comenzó a explicar Hades —pero el Tártaro no es un lugar para semidioses y no es natural para ellos estar ahí, entonces es muy difícil que el alma encuentre la dirección correcta
Los chicos hicieron una mueca
Percy saltó y blandió a Contracorriente describiendo un gran arco. Cortó a una de las diablas por la mitad, pero Kelli se hizo a un lado y atacó a Annabeth. Las otras dos empousai se abalanzaron sobre Percy. Una le agarró el brazo con el que sujetaba la espada. Su amiga se subió a su espalda de un salto.
—Estúpidas empousas —masculló Percy
—Esas dos palabras son las que definen este capítulo —comentó Travis
—Se debió llamar así el capítulo —dijo Percy
—Le habría quedado mucho mejor —asintió Connor
Percy trató de hacerles caso omiso y se dirigió a Annabeth tambaleándose, decidido a morir defendiéndola si no le quedaba más remedio, pero Annabeth se estaba defendiendo bastante bien.
—No vas a morir defendiéndome —resopló Annabeth
—Lo sé, eres muy buena defendiendote —dijo Percy
—Sí, pero no es a lo que me refiero —masculló Annabeth
Ambos se quedaron mirando por unos momentos como si estuvieran en una batalla de voluntades, aunque los demás no supieron si alguien ganó
Rodó por el suelo hacia un lado, esquivó las garras de Kelli y se levantó con una piedra en la mano con la que golpeó a Kelli en la nariz. Kelli gimió. Annabeth recogió grava y la lanzó a los ojos de la empousa.
—Definitivamente la grava en los ojos no es algo que quiera experimentar —dijo Connor
—Cualquier cosa que te entre a los ojos no es divertida —dijo Leo
—Creo que es el peor lugar para causar daño —asintió Chris
—Definitivamente, siempre golpeen a los ojos —dijo Will
Mientras tanto Percy repartía golpes a diestro y siniestro, tratando de quitarse de encima a su empousa autoestopista, pero las garras de la vampira se clavaron más en sus hombros. La segunda empousa le sujetaba el brazo y le impedía usar a Contracorriente.
—No me cayeron muy bien —dijo Percy
—Creo que tú a ellas tampoco —señaló Thalia
—Yo que quería que fueramos amigos por siempre —dijo Percy negando con la cabeza
—Debes escoger mejor a tus amistades —dijo Thalia
Con el rabillo del ojo, vio que Kelli se abalanzaba sobre Annabeth y le arañaba el brazo con sus garras. Annabeth gritó y se cayó. Percy fue hacia ella dando traspiés. La vampira que tenía en la espalda le clavó los dientes en el cuello. Un agudo dolor recorrió todo su cuerpo. Las piernas le flaquearon.
—No puede ser —la voz de Sally tembló
—Pero fue poquito —murmuró Percy
Sally le dio una mirada no muy impresionada
«Sigue en pie —se dijo—. Tienes que vencerlas».
Entonces la otra vampira le mordió el brazo de la espada y Contracorriente cayó al suelo con gran estruendo. Ya no había vuelta de hoja. Su suerte se había acabado. Kelli se cernía sobre Annabeth, paladeando el momento del triunfo. Las otras dos empousai rodearon a Percy, echando baba por la boca, listas para saborear otra cosa.
—Maldita sea —dijo Thalia
—Creo que no tengo buen sabor —comentó Percy
—Si te comen, yo creo que sabrías salado —dijo Leo
—¿Qué? —preguntó Percy
—Bueno sí, eres hijo del dios del mar y todo eso —señaló Leo
—Eso… eso definitivamente tiene sentido —asintió Percy pensativo
Entonces una sombra descendió enfrente de Percy. Un profundo grito de guerra rugió por encima de ellos y resonó a través de las llanuras del Tártaro, y un titán cayó en el campo de batalla.
—Genial, tienen muy mala suerte —dijo Miranda
—No tanto así —murmuró Percy
Annabeth le tomó la mano
XVI Percy
Percy pensó que estaba padeciendo alucinaciones. No era posible que una inmensa figura plateada cayera del cielo, aplastara a Kelli y la redujera a un montón de polvo de monstruo.
—No tan mala suerte —dijo Katie
—O a lo mejor no quería competencia —comentó Bianca
—Eso no sonó muy optimista —dijo Connor
Pero eso es exactamente lo que pasó. El titán medía tres metros de altura y tenía el pelo plateado y revuelto como Einstein, unos ojos de plata pura y unos musculosos brazos que sobresalían de un uniforme azul de conserje hecho jirones. Su mano sujetaba una enorme escoba. Por increíble que pareciera, en su placa de identificación ponía: BOB.
Percy sonrió con tristeza
—Genial —dijo Leo
—Llegó en el momento indicado —comentó Nico con cierta nostalgia
—Definitivamente —dijo Percy
Annabeth gritó y trató de alejarse arrastrándose, pero el conserje gigante no estaba interesado en ella. Se volvió hacia las dos empousai restantes, que se alzaban por encima de Percy. Una fue tan tonta que atacó.
—Ay, tenía que ser una empousa —dijo Connor rodando los ojos
—No se caracterizan por su inteligencia —dijo Annabeth
—Aunque tal vez sí por la falta de ella —señaló Rachel
—Eso es más probable —comentó Piper
Se lanzó con la velocidad de un tigre, pero llevaba las de perder. Del extremo de la escoba de Bob salió una punta de lanza, y el titán la redujo a polvo de un golpe mortal. La última vampira trató de huir.
—Yo quiero una escoba que haga eso —dijo Travis
—Por si en la mañana tienes quehaceres de la casa y por la noche una matanza de monstruos —dijo Miranda
—Debes estar preparado para todo —señaló Leo
—Por si cuando haces la limpieza alguien pasa y te ensucia —bromeó Piper
—Definitivamente lo necesitamos para la cabaña —asintió Connor
Bob lanzó su escoba como un enorme bumerán (¿existía el escoberán?). El utensilio partió a la vampira y regresó a la mano de Bob.
—Que increible escoba y titán, claro —dijo Katie
—Vaya que sí —suspiró Percy
—¡BARRE! —el titán sonrió alborozado e hizo un baile de la victoria—. ¡Barre, barre, barre!
Percy se quedó sin habla. No podía creer que les hubiera pasado algo bueno. Annabeth parecía igual de conmocionada.
—Fue sorpresivo —dijo Annabeth
—Nos podemos imaginar que lo fue —dijo Zoë
—Que bueno que llegó a barrer a las empousas —comentó Thalia
—¿Có-cómo…? —dijo tartamudeando.
—¡Percy me ha llamado! —dijo el conserje alegremente—. Sí, él me ha llamado.
Annabeth se alejó un poco más, arrastrándose. El brazo le sangraba copiosamente.
—¿Te ha llamado? Él… Un momento. ¿Eres Bob? ¿El auténtico Bob?
—No creo que hubiera un Bob falso —murmuró Percy
—¿Cómo lo llamaste? —preguntó Bianca
—Cuando dijo su nombre —comentó Nico
Se oyó un coro de "oh"
El conserje frunció el entrecejo al reparar en las heridas de Annabeth.
—¡Ay!
Annabeth se estremeció cuando él se arrodilló a su lado.
—No pasa nada —dijo Percy, mareado todavía a causa del dolor—. Es amistoso.
—No lo sabía en ese momento —dijo Annabeth
—Pero están en el Tártaro —dijo Perséfone con una mueca —eso podría no durar mucho
—Tampoco estás siendo muy positiva —señaló Hermes
Se acordó de cuando había conocido a Bob. El titán le había curado una desagradable herida del hombro solo con tocársela. Efectivamente, el conserje acarició el antebrazo de Annabeth y este sanó en el acto.
—Eso está increíble —dijo Travis
—Sí fue bastante genial —dijo Percy
—Jamás pensé que un Titán podría hacer eso —murmuró Annabeth
Bob se rió entre dientes, satisfecho consigo mismo, se acercó a Percy dando brincos y le curó las heridas sangrantes del cuello y el brazo. El titán tenía unas manos sorprendentemente cálidas y suaves.
—Eso es sorprendente —dijo Poseidón
—Creo que corrieron con suerte a pesar de todo —dijo Deméter
—Lo hicimos —asintió Percy
—¡Curados! —declaró Bob, con unas arrugas de satisfacción en sus inquietantes ojos plateados—. ¡Soy Bob, el amigo de Percy!
—Esto… sí —logró decir Percy—. Gracias por la ayuda, Bob. Me alegro mucho de volver a verte.
Percy sintió una oleada de tristeza, esperaba que se algo cambiaba, también lo pudiera hacer para él, de una manera que lo dejara seguir siendo Bob
—¡Sí! —convino el conserje—. Bob, ese soy yo. Bob, Bob, Bob —anduvo arrastrando los pies de un lado a otro, visiblemente contento con su nombre—. He venido a ayudar. He oído mi nombre. En el palacio de Hades nadie llama a Bob a menos que haya porquería.
Hades hizo una mueca, pero en realidad a nadie le sorprendió que esa fuera la reacción del dios ante el Titán, de hecho hasta era un poco obvio, a pesar de todo y de que Bob hubiera cambiado, para los dioses seguía siendo un enemigo, así es como eran las cosas siempre. Definitivamente no sería la primera vez, ni la última.
Bob, barre estos huesos. Bob, limpia estas almas torturadas. Bob, un zombi ha explotado en el comedor.
Annabeth lanzó una mirada de desconcierto a Percy, pero él no podía darle ninguna explicación.
—¡Entonces he oído la llamada de mi amigo! —el titán sonrió—. ¡Percy ha dicho: «Bob»!
—Eso lo explica muy bien —dijo Chris
—Me gustó más la explicación de él que la de Nico —asintió Leo
Nico rodó los ojos
Agarró a Percy del brazo y lo levantó.
—Es genial —dijo Percy—. En serio. Pero ¿cómo has…?
—Ya hablaremos luego —la expresión de Bob se volvió seria—. Debemos irnos antes de que os encuentren. Ellos se acercan. Sí, ya lo creo.
—No me gusta como suena eso —dijo Will
—A nosotros tampoco —dijo Annabeth
—Suena como a película de terror —comentó Piper
—¿Ellos? —preguntó Annabeth.
Percy oteó el horizonte. No vio ningún monstruo que se acercara; solo el inhóspito terreno baldío.
—Pero no tienes los sentidos de un Titán —señaló Apolo
—Y mejor que no se queden a averiguarlo —dijo Sally
—Japeto es su mejor opción —dijo Atenea
—Bob —corrigió Annabeth
—Sí —confirmó Bob—. Pero Bob conoce un camino. ¡Vamos, amigos! ¡Nos divertiremos!
—Fin del capítulo —anunció Sally
—Ojalá que ya no vengan más capítulos sobre mí —dijo Percy
—Sí, no creo que eso pase —comentó Leo
Percy hizo una mueca
—Supongo que vuelve a seguir Hazel —dijo Bianca
Hazel resopló
—Averigüémoslo —dijo Apolo alegremente
