XIX Frank

—Yo quiero leer —dijo Sammy

Frank lo miró vacilante —¿Estás seguro?

El niño asintió. El que no estaba muy seguro de eso era Frank, pero de todas maneras Afrodita le pasó el libro

Sammy empezó a leer

Entraron por los pelos.

En cuanto su anfitrión acabó de echar los cerrojos, los monstruos empezaron a rugir y a aporrear la puerta hasta hacerla vibrar en los goznes.

—No pueden entrar —prometió el joven con ropa vaquera—. ¡Ahora estáis a salvo!

—Bueno, ya es ganancia —dijo Travis

—Esperemos que sea amable —dijo Katie

—Aunque siento que es mucho pedir —señaló Chris

—O bueno, esperemos que no lo hagan enojar —comentó Miranda

—Eso también es mucho pedir —dijo Connor

—¿A salvo? —preguntó Frank—. ¡Hazel se está muriendo!

Su anfitrión frunció el entrecejo, como si no le hiciera gracia que Frank echara por tierra su buen humor.

—¿Cómo se te ocurre preocuparte por tu amiga cuando el buen humor está en un buen nivel? —dijo Thalia rodando los ojos

—No seas inconsciente, Frank —dijo Leo negando con la cabeza

—Tonto de mí por preocuparme por algo que no era —suspiró Frank

—Vale, vale. Tráela por aquí.

Frank llevó a Hazel en brazos al interior del edificio siguiendo al joven. Nico le ofreció ayuda, pero Frank no la necesitaba. Hazel no pesaba nada, y el cuerpo de Frank rebosaba adrenalina.

—Les dije, justo como en la películas románticas —dijo Afrodita

Hazel se sonrojó

—Bueno, es que sí se parece a las películas románticas —admitió Katie

—Justo en el clímax de la historia —asintió Travis

Notaba que Hazel estaba temblando, de modo que por lo menos sabía que seguía viva, pero tenía la piel fría. Sus labios habían adquirido un tono verdoso… ¿o era la vista borrosa de Frank? Los ojos todavía le picaban a causa del aliento del monstruo. Tenía los pulmones como si hubiera inhalado una col en llamas.

—Lo que claramente sería malo para cualquiera —dijo Apolo

—Además que asco la col —dijo Travis

—Todos estamos de acuerdo, es asquerosa —comentó Connor

—No es mi favorita —coincidió Chris.

—Y menos en llamas —señaló Esperanza

—Definitivamente no —dijo Lena con una mueca de asco

No sabía por qué el gas le había afectado menos que a Hazel. Tal vez a ella le había entrado más en los pulmones. Habría dado cualquier cosa por cambiarse por ella si con eso la pudiera salvar.

—No —dijo Hazel

Las voces de Marte y Ares chillaban dentro de su cabeza, instándolo a que matara a Nico, al joven de ropa vaquera y a cualquiera que encontrase, pero Frank hizo disminuir el ruido.

Nico hizo una mueca

—Al menos no les hizo caso —señaló Leo

—No habría sido divertido que lo hiciera —comentó Travis

—Probablemente sí lo hubiera sido —masculló Ares

Hades le dio una mirada asesina

La sala de estar de la casa era una especie de invernadero. Alineadas a lo largo de las paredes había mesas con bandejas para plantas bajo tubos fluorescentes. El aire olía a solución fertilizante.

—No de una manera buena —aclaró Frank

—No creo que pueda haber una buena manera de oler a fertilizante —comentó Afrodita con una mueca —Por supuesto que sí, después de un trabajo productivo —dijo Deméter

Los chicos le dieron una mirada rara

¿Acaso los venecianos practicaban la jardinería dentro de casa porque estaban rodeados de agua y no de tierra? Frank no estaba seguro, pero no perdió el tiempo preocupándose por ello.

—A veces debes poner atención a esos pequeños detalles —señaló Zoë

—Pero por otro lado, es comprensible, su novia estaba inconsciente —comentó Bianca

—Eso es cierto —dijo Miranda

—Pero eso también puede salvar tu vida —dijo Thalia

El salón de la parte trasera era una combinación de garaje, residencia universitaria y laboratorio informático. Contra la pared izquierda había una hilera brillante de servidores y ordenadores portátiles, cuyos salvapantallas lucían imágenes de campos arados y tractores.

—Cada quien con lo que le gusta ver en la computadora —dijo Travis

—Aquí tampoco se juzga eso —dijo Connor

—Sobre todo porque no podríamos agarrar una computadora —comentó Katie

—Sobre todo por eso —asintió Chris

Contra la pared derecha se agrupaba una cama individual, una mesa desordenada y un armario abierto lleno de ropa vaquera de repuesto y un montón de instrumentos de granja, como horcas y rastrillos.

—Bueno, puede ser un granjero y generalmente son buenas personas —comentó Miranda

—Generalmente —señaló Piper

—Pero un granjero normal no viviría en un punto de ayuda para semidioses —dijo Leo

—Ni en una casa negra —dijo Rachel

—Todos juzgan —suspiró Miranda

La pared del fondo era una enorme puerta de garaje. A su lado había aparcado un carro sin techo de un solo eje, como los carros con los que Frank había corrido en el Campamento Júpiter. Unas gigantescas alas con plumas salían de los lados del compartimento del piloto.

—Eso no suena a "solo un granjero" —dijo Chris

—¿Ves? —dijo Leo a Miranda

—Bien, voy a dejarlo pasar —bromeó la chica

—Cuánta amabilidad de tu parte —comentó Piper

—Siempre —asintió Miranda

Enroscada alrededor del borde de la rueda izquierda, una pitón moteada roncaba sonoramente.

Frank no sabía que las pitones pudieran roncar. Esperaba no haber roncado la noche anterior convertido en pitón.

—Así que sí eras tú quien hacía ese sonido —bromeó Leo

—Eso explica muchas cosas —dijo Piper

—Roncando, pero sin pesadillas —dijo Rachel riendo

—No se puede tener todo en la vida —comentó Percy

—Deja a tu amiga aquí —dijo el joven con ropa vaquera.

Frank colocó con cuidado a Hazel en la cama. Le quitó la espada y trató de ponerla cómoda, pero estaba flácida como un espantapájaros. Decididamente, su tez tenía un matiz verdoso.

—No fue divertido —murmuró Frank

—Nos podemos imaginar que no —dijo Annabeth con una mueca

—Sí, el verde no es tu color —comentó Connor

—Me alegra mucho que no lo sea —dijo Hazel

—¿Qué eran esas vacas? —preguntó Frank—. ¿Qué le han hecho?

—Catoblepas —dijo su anfitrión—. En griego, katobleps significa «el que mira hacia abajo». Se llaman así porque…

—Siempre están mirando hacia abajo —

—Wow, una maravilla en la elección de nombres —dijo Travis

—El conocimiento es poder —dijo Leo

—Le pensaron mucho para el nombre —comentó Rachel

—Bueno, al menos ya no se les olvidará —señaló Miranda

Nico se dio una palmada en la frente—.Claro. Recuerdo haber leído algo sobre ellos.

Frank le lanzó una mirada furibunda.

—¿Y te acuerdas ahora?

Nico agachó la cabeza casi tanto como un catoblepas.

A pesar de todo, los chicos soltaron una risita

—Son como las avestruces del mundo mitológico —comentó Percy

—Debe ser difícil estar mirando siempre hacia abajo — dijo Piper

—E incómodo —dijo Connor

—Yo, ejem… solía jugar a un ridículo juego de cartas cuando era más pequeño. Myth-o-Magic. Una de las cartas de los monstruos era la del catoblepas.

Frank parpadeó.

—Yo también jugaba a Myth-o-Magic.

—Ay, par de nerds —bromeó Leo

Nico le lanzó una mirada furiosa, Frank se sonrojó

—¿Qué mejor manera de romper el hielo que con una plática nerd? —preguntó Connor

—Todos sabemos que esa es la mejor estrategia —asintió Rachel

—Es una manera de hacer amigos —asintió Piper

Nunca he visto esa carta.

—Estaba en la baraja de expansión Africanus Extreme.

—Ah.

—Obviamente —asintió Connor

—Por eso no la viste, Frank —señaló Chris

—Ya sabes cual baraja comprar para que tengas esa carta —asintió Leo

—¿No te gustaría mejor aprender a jugar con cartas de apuesta? —preguntó Travis —con Nico lo intentamos, pero no funcionó.

Nico rodó los ojos

—No creo que tampoco funcione —comentó Frank encogiéndose de hombros

Su anfitrión carraspeó.

—¿Habéis terminado ya vuestra conversación de frikis?

—Les dije —señaló Leo

—Es que la gente no sabe respetar una buena plática —dijo Rachel

—A fuerza tienen que interrumpir —dijo Miranda negando con la cabeza

—Bueno, también estaban en una situación un poco complicada —comentó Reyna

—Un poco —asintió Piper

—Sí, perdona —murmuró Nico—. En fin, los catoblepas tienen aliento y mirada venenosas. Creía que solo vivían en África.

El joven con ropa vaquera se encogió de hombros. —Es su tierra de origen. Fueron importados por accidente a Venecia hace cientos de años. ¿Habéis oído hablar de san Marcos?

—No —dijo Travis

—Tampoco nosotros —dijo Frank

—Bueno, es un personaje común para los mortales —comentó Sally

—¿También debemos aprender de esas personas importantes? —se quejó Leo

—No lo creo, pero siempre es bueno saber —dijo Sally dándole una pequeña sonrisa

A Frank le entraron ganas de gritar de impaciencia. No veía qué importancia podía tener eso, pero si su anfitrión podía curar a Hazel, decidió que no era conveniente hacerle enfadar.

—¿Santos? No forman parte de la mitología griega.

—Imagínense —murmuró Connor

—Bueno, pero hay distintos panteones —comentó Apolo

Los chicos hicieron sonidos de queja

—Con que no nos los encontremos —murmuró Chris

El chico con ropa vaquera se rió entre dientes.

—No, pero san Marcos es el patrono de esta ciudad. Murió en Egipto hace mucho tiempo. Cuando los venecianos se hicieron poderosos, las reliquias de santos eran una gran atracción turística en la Edad Media. Los venecianos decidieron robar los restos de san Marcos y traerlos a la gran iglesia de San Marcos.

—Claramente —dijo Katie negando con la cabeza

—Suena a algo que cualquiera quisiera hacer —dijo Chris

—Nada mejor que robar los restos de alguien —comentó Rachel con una mueca

—Que vas a saber tú de buenas costumbres si nunca has robado los restos de alguien —bromeó Travis

Trasladaron clandestinamente su cadáver en un barril con trozos de cerdo en conserva.

—Qué… asco —dijo Frank.

—Sí, qué horror —dijo Zoé

—Y ni siquiera era un lugar que fuera más o menos decente, si no que tuvo que ser un un barril con trozos de cerdo —dijo Piper con una mueca

—Pero hay lugares donde los cerdos son sagrados —comentó Jason

—Pero no si están en conserva —señaló Percy

—Sí —convino el joven sonriendo—. El caso es que no se puede hacer algo así sin sufrir las consecuencias. Sin querer, los venecianos sacaron clandestinamente algo más de Egipto: los catoblepas. Llegaron aquí a bordo de ese barco y desde entonces han estado multiplicándose como ratas.

—Los humanos siempre introduciendo especies invasoras —dijo Artemisa rodando los ojos

—Y por eso averiguen siempre lo que va con ustedes en el barco —dijo Miranda

—Afortunadamente lo comprobamos —asintió Leo

—No quieren traer de tierras lejas un monstruo sumamente peligroso —señaló Bianca

Les encantan las raíces venenosas mágicas que hay aquí: unas plantas pestilentes que crecen en terrenos pantanosos y que salen de los canales. ¡Hacen su aliento todavía más venenoso! Normalmente a los monstruos no les interesan los mortales, pero los semidioses… sobre todo los semidioses que se interponen en su camino…

—Obviamente no les cayeron bien —dijo Percy

—Claro que nos tenía que pasar algo así —se quejó Frank

—Era casi como requisito —comentó Leo

—Porque no podía ser algo fácil y agradable —dijo Frank

—Por supuesto que no va a funcionar así —masculló Ares

—Ya lo pillo —soltó Frank—. ¿Puedes curarla?

El joven se encogió de hombros. —Es posible.

—¿Es posible?

—No está ayudando mucho —dijo Thalia

—No, y era bastante irritante —masculló Nico

—Sí lo fue —dijo Frank con una mueca

Frank tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no estrangular al chico.

Colocó la mano debajo de la nariz de Hazel. No notó su respiración.

—Dioses —murmuró Miranda

Sammy hizo una mueca

—Simplemente podía ser demasiado lenta la respiración —dijo Will —es malo, pero no tan malo

—Malo, pero no tan malo, me agrada —dijo Percy

—Es mejor que malo, muy malo —asintió Leo

—Nico, por favor, dime que está en trance, como tú en la vasija de bronce.

Nico hizo una mueca.

—No sé si Hazel puede hacerlo. Técnicamente su padre es Plutón, no Hades, así que…

—Buen punto —dijo Apolo

—Aunque no deberían decir de quién son hijos antes de que sepan con quién están hablando —comentó Hades

—Una cosa sensata que dice Hades por fin —señaló Apolo

—Más vale tarde que nunca —dijo Hermes

Hades les lanzó una mirada molesta

—¡Hades! —gritó su anfitrión. Retrocedió mirando fijamente a Nico con repugnancia—. Así que eso es lo que huelo. ¿Hijos del inframundo? ¡Si lo hubiera sabido, no os hubiera dejado pasar!

—Se parece a Jason diciendo que los había enviado Hera —señaló Travis

Jason se sonrojó —Fue un accidente

—Por lo menos ellos no sabían que había problemas con Hades —bromeó Thalia

—¡Oye! —se quejó Jason

—Tiene un punto —asintió Piper riendo

Frank se levantó.

—Hazel es buena persona. ¡Prometiste que la ayudarías!

—Yo no prometo nada.

Nico desenvainó su espada.

—Es que también tú, Nico —dijo Rachel

—Ni siquiera sabes en realidad con quien estás hablando y sacas la espada —dijo Reyna

—Se trataba de mi hermana —señaló Nico

Hazel le dio una pequeña sonrisa

—Es mi hermana —gruñó—. No sé quién eres, pero si puedes curarla, tienes que hacerlo. O te juro por la laguna Estigia…

—¡Bla, bla, bla!

—Creo que no le dio mucho miedo —comentó Connor

—Si es capaz de curarla entonces obviamente no es un simple granjero —dijo Travis

—Wow, debes ser hijo de Atenea por tu increíble sabiduría —señaló Chris rodando los ojos

Travis le aventó una almohada

El joven agitó la mano. De repente, donde antes estaba Nico di Angelo apareció una planta en un tiesto de un metro y medio de altura con hojas verdes marchitas, mechones de barbas y media docena de espigas de maíz amarillo maduro.

A pesar de la situación, varios de los chicos soltaron una risita

—Estúpido granjero —masculló Nico

—Y por eso es que las amenazas no funcionan —señaló Rachel

—Al menos solo fue una planta —comentó Percy —podría ser mucho peor

—Tiene razón —asintió Will

Nico lo miró ofendido —Lo dice el chico que terminó convertido en pavo real en los primeros libros

—Ahí tienes —dijo el joven, resoplando y apuntando con el dedo a la planta de maíz—. ¡Los hijos de Hades no me dan órdenes! Deberías hablar menos y escuchar más.

Frank tropezó contra la cama.

—¿Qué has… por qué…?

—Porque Nico se puso a amenazar a alguien que no conoce —señaló Hermes

—No fue mi mejor momento —admitió Nico

—¿En serio? No nos habíamos dado cuenta —dijo Thalia

—Esperemos que por lo menos Bianca no vaya amenazando gente por ahí —dijo Travis

—Nada más amenazo a los que conozco —comentó Bianca de manera inocente

Nico resopló por semejante traición

—Exacto. Nico, aprende algo —dijo Thalia

El joven arqueó una ceja. Frank emitió un sonido agudo que no resultó muy valeroso. Había estado tan centrado en Hazel que se había olvidado de lo que Leo les había contado sobre el individuo al que buscaban.

—Eres un dios —recordó.

—Ya nos dimos cuenta —dijo Katie

—Sería muy feo que no nos hayamos dado cuenta a estas alturas —dijo Leo

—Cosa que no se descarta del todo, porque nos podría pasar —señaló Piper

—Estoy de acuerdo —asintió Percy

—Triptólemo —el joven se inclinó—. Mis amigos me llaman Trip, así que no me llaméis así. Y si tú eres otro hijo de Hades…

—¡Marte! —dijo Frank rápidamente—. ¡Hijo de Marte!

—Ojalá eso sea de ayuda —dijo Chris

—Pero ¿qué tiene contra los hijos de Hades? —preguntó Connor

Miranda lo volteó a ver —Triptólemo es un dios menos de la agricultura, lo que nos debió ser obvio al principio

—¿Y que tiene que ver eso?

Katie y Miranda intercambiaron una mirada

—Estoy seguro que ahí lo va a decir —señaló Frank

Triptólemo resopló.

—Bueno… no hay mucha diferencia, pero tal vez merezcas ser algo mejor que una planta de maíz. ¿Sorgo? El sorgo es muy bueno.

—Eso sí —dijo Katie

—Me gusta más el maíz —dijo Will

—Claro que sí —asintió Rachel riendo

—¡Espera! —rogó Frank—. Hemos venido en misión amistosa. Te traemos un regalo —metió muy despacio la mano en su mochila y sacó el libro encuadernado en piel—. ¿Esto te pertenece?

—¡Mi almanaque! —Triptólemo sonrió y agarró el libro. Hojeó las páginas y empezó a dar saltos de puntillas—. ¡Oh, es fabuloso! ¿Dónde lo habéis encontrado?

—Bueno, ese es un mejor camino —dijo Thalia

—Podrás ser todo lo divino que quieras, pero si te emocionas también vas a saltar sobre tus puntillas —señaló Leo

—Eso es algo que no se va con la edad, ni la divinidad —comentó Connor

—Es importante siempre tenerlo en cuenta —dijo Apolo

—En Bolonia. Había unos… —Frank recordó que no debía mencionar a los enanos— monstruos terribles. Arriesgamos la vida, pero sabíamos que era importante para ti. Entonces ¿podrías, ya sabes, devolver a Nico a su estado normal y curar a Hazel?

—Hum…

—Por favor y gracias —dijo Percy

—Si no es mucha molestia —dijo Leo

—Pues suena a que sí lo es —señaló Jason

—Sí, no se veía muy impresionado por ustedes— comentó Zoë

—Aunque bueno, al menos Nico es una planta y no algo peor —dijo Thalia

Nico resopló

Trip alzó la vista de su libro. Había estado recitando alegremente líneas para sí; algo sobre un calendario de plantación de nabos. Frank deseó que la arpía Ella estuviera allí. Ella se llevaría estupendamente con ese tipo.

—No lo podías llamar Trip —señaló Leo

—Pero lo que no sabe no le hace daño —comentó Frank

—Mientras no se meta a su mente, está todo bien —dijo Travis

—Ah, ¿que los cure? —Triptólemo soltó una risita de desaprobación—. Te agradezco el libro, por supuesto. Puedo dejarte a ti en libertad, hijo de Marte. Pero tengo un problema con Hades que se remonta a hace mucho. ¡Después de todo, le debo mis poderes divinos a Deméter!

—Uy, conflicto de intereses —dijo Apolo

—Alguien al menos es leal —masculló Deméter

Hades rodó los ojos

—Por eso nunca digan de quien son hijos —comentó Hermes

Frank se devanó los sesos, pero le resultaba difícil concentrarse con las voces que gritaban en su cabeza y el mareante veneno de catoblepas.

—Sigo diciendo que hay torturas menos feas —murmuró Percy

Ares le dio una mirada asesina

—Bueno, el chico tiene razón —dijo Hermes

—No le estás ayudando a tu hijo a concentrarse —señaló Artemisa

—Deméter —dijo—, la diosa de las plantas. A ella… a ella no le gusta Hades porque… —de repente se acordó de una vieja historia que había oído en el Campamento Júpiter—. Su hija, Proserpina…

—Perséfone —le corrigió Trip—. Prefiero la griega, si no te importa.

—También yo —admitió Perséfone

—Estabas contando la historia con los nombres griegos y luego te desviaste un poco —dijo Rachel

—Es que es muy fácil confundir los nombres —suspiró Frank

¡Mátalo!, gritó Marte.

¡Adoro a este tío!, contestó Ares. ¡Mátalo de todas formas!

—Ah bueno —murmuró Connor

—O sea, que le caigas bien o no, es lo mismo —dijo Travis

—Básicamente —asintió Hermes

—Genial —dijo Chris

Frank decidió no darse por aludido. No quería acabar convertido en una planta de sorgo.

—Vale. Hades secuestró a Perséfone.

—¡Exacto! —dijo Trip.

—Entonces… ¿Perséfone era amiga tuya?

Hades resopló

—Realmente no lo conocía —dijo Perséfone

—Un muchacho muy bueno al que le gusta la agricultura —dijo Deméter

—La verdad suena un poco aburrido —señaló Apolo

Deméter le dio una mirada asesina

Trip se sorbió la nariz.

—Yo solo era un príncipe mortal en aquel entonces. Perséfone no se habría fijado en mí. Pero cuando su madre Deméter fue a buscarla por toda la tierra, no encontró a muchas personas que la ayudasen. Hécate le iluminó el camino de noche con sus antorchas.

—Los que sí supieron ayudar —gruñó Deméter

Zeus evitó la mirada de Deméter —Eso fue hace muchos eones

—No los suficientes —masculló la diosa de la agricultura

Perséfone hizo una mueca. Hades se removió incómodo

Y yo… bueno, cuando Deméter vino a mi parte de Grecia, le ofrecí un lugar donde quedarse. La consolé, le di de comer y le ofrecí ayuda. Entonces no sabía que era una diosa, pero mi buena obra tuvo su recompensa. ¡Más tarde, Deméter me premió convirtiéndome en un dios de la agricultura!

—Vaya, que genial —murmuró Travis

Katie le dio un golpecito a su novio —Escuché el sarcasmo en eso

—Nada más tantito —dijo Travis en voz baja —aunque sí tu fueras diosa de la agricultura sí sería genial

Katie le dio una pequeña sonrisa

—¡Vaya! —dijo Frank—. La agricultura. Enhorabuena.

—¡Lo sé! Es la bomba, ¿verdad? En cualquier caso, Deméter nunca se llevó bien con Hades. Así que, naturalmente, tengo que ponerme de parte de mi patrona.

—Claramente —asintió Rachel

—Era bastante obvio que eso pasaría —asintió Thalia

—Supongo que sí —suspiró Frank

¡Olvidaos, hijos de Hades! De hecho, uno de ellos, un rey escita llamado Linco, ¡mató a mi pitón derecha cuando estaba dando lecciones de agricultura a sus ciudadanos!

—Ay, es que también esos hijos de Hades —dijo Connor negando con la cabeza

—Pero no fuimos nosotros —dijo Nico

—A ese tonto lo convertí en lince —reflexionó Deméter

Hades resopló

—¿Tu… pitón derecha?

Trip se acercó a su carro alado y se subió de un salto. Tiró de una palanca, y las alas empezaron a sacudirse. La pitón moteada de la rueda izquierda abrió los ojos. Empezó a retorcerse, enrollándose alrededor del eje como un muelle.

—Ya no dejan dormir en paz a uno —dijo Leo

—Y solo para hacer una prueba —dijo Percy negando con la cabeza

—Las 16 horas de sueño son esenciales —asintió Rachel

—Y las serpientes también tienen derecho a ellas —dijo Zoé

El carro se puso en movimiento rechinando, pero el ala derecha siguió en su sitio, de modo que Triptólemo daba vueltas sobre sí mismo mientras el carro agitaba las alas y saltaba arriba y abajo como un carrusel defectuoso.

—Sí, no suena divertido —dijo Connor

—Podría haberlo usado como exhibición para atraer más público —señaló Percy

—Tienes toda la razón, no sé cómo no se le ocurrió —dijo Leo

—Habría sido algo fantástico y tal ves encontraba otra serpiente —dijo Percy

—Podría haber sido un buen plan para difundir sus conocimientos —admitió Annabeth

—¿Lo ves? —dijo mientras daba vueltas—. ¡No sirve! Desde que perdí la pitón derecha, no he podido divulgar la agricultura… al menos, en persona. Ahora tengo que impartir cursos online.

—¿Qué?

—Bueno, los semidioses no podemos utilizar una computadora y los mortales no saben que el curso lo da un dios —dijo Piper

—Y por eso sigo diciendo que mi plan hubiera sido lo mejor —comentó Percy

—Además los cursos online no son tan divertidos —dijo Rachel

—Ya que no podemos negar o confirmar nada, te vamos a creer —bromeó Will

—Que amable —dijo Rachel

Tan pronto como lo dijo, Frank se arrepintió de haber preguntado. Trip saltó del carro mientras seguía dando vueltas. La pitón redujo la velocidad hasta que se paró y se puso otra vez a roncar. Trip se acercó trotando a la hilera de ordenadores. Pulsó unas teclas y las pantallas se encendieron y mostraron un sitio web de color granate y dorado, con una imagen de un granjero feliz con una toga y una gorra de John Deere posando con su guadaña de bronce en un trigal.

—Oye, yo he visto ese anuncio —dijo Katie

—En la computadora de nuestro papá, en realidad —añadió Katie

—Bueno, tendría sentido —dijo Chris

Deméter se vio un poco sonrojada

—Por tí, me metería a ese curso —dijo Connor mirando a su novia

Miranda le dio un golpe juguetón, pero se sonrojó mientras todos los demás gritaban "awww"

—Maldita sea, me robaste mi frase —se quejó Travis

—¡La Universidad Agrícola Triptólemo! —anunció con orgullo—. En solo seis semanas puedes obtener tu licenciatura en la apasionante carrera del futuro: ¡agricultura!

Frank notó que una gota de sudor le corría por la mejilla. Le daba igual ese dios chiflado, su carro impulsado por serpientes o su programa de licenciatura online.

—Suena a cosas que podrían ser importantes en el futuro —dijo Travis

—Pero no tienes muchas opciones que hacer que vea que valga la pena salvar a Hazel y que vuelva a Nico a la normalidad —dijo Apolo

—Pero sin presiones —añadió Will

—Para nada, se sentía como un paseo por la playa —murmuró Frank

Pero Hazel se estaba poniendo más verde por momentos. Nico era una planta de maíz. Y él estaba solo.

—Oye —dijo—. Te hemos traído el almanaque. Y mis amigos son muy majos. No son como los otros hijos de Hades que has conocido. Así que si existe alguna forma…

—Que tal si los otros hijos de Hades decían lo mismo —señaló Miranda

—Sobre todo ese tal Lince —dijo Leo

—Linco —señaló Annabeth

—Bueno, una letra —dijo Leo

—¡Oh! —Trip chasqueó los dedos—. ¡Ya veo por dónde vas!

—Ah…, ¿sí?

—¡Desde luego! Si curo a tu amiga Hazel y devuelvo al otro, Nicholas…

—Nico.

—Bueno, es una confusión razonable —señaló Thalia

—Supongo —masculló Nico

—… si lo devuelvo a su estado normal…

Frank titubeó.

—¿Sí?

—¡Entonces, a cambio, tú te quedarás conmigo y te dedicarás a la agricultura!

—Suena maravilloso —dijo Leo con sarcasmo

—Por ti me quedaría como aprendiz de agricultura —dijo Travis mirando a Katie, ella le sonrió encantada

—Oye —se quejó Frank

—Lo siento, Connor me robó mi frase —dijo Travis encogiéndose de hombros

—Los hijos de Hermes tienen una forma de ligar muy rara —comentó Rachel

—Mejor que despertarlos a todos a gritos —bromeó Connor

Rachel se sonrojó

¿Un hijo de Marte como aprendiz? ¡Es perfecto! Serás un portavoz estupendo. ¡Podremos convertir las espadas en rejas de arado y pasárnoslo en grande!

—Cada quien lo que encuentre divertido —dijo Apolo

—Todo puede ser divertido si estás con la persona correcta —dijo Zoé

—Esa es una visión de la vida muy correcta —asintió Apolo

—¿Ah sí? ¿Y quién es la persona correcta, Zoé? —se burló Bianca

Zoé le aventó una almohada. Charles se rió entre dientes

—Me sorprende que Percy no se haya dado un latigazo cervical con la forma en la que volteó —bromeó Will

Percy se mostró un poco avergonzado . Zoé se sonrojó

—En realidad…

Frank pensó desesperadamente un plan. Ares y Marte gritaban en su cabeza:

¡Espadas! ¡Cañones! ¡Explosiones atronadoras!

—Nada más estorban y nada que ayudan —dijo Apolo

—Recuerden que si no pueden ayudar, estorben —bromeó Hermes

—Mi filosofía de vida —asintió Connor

Si declinaba la oferta de Trip, Frank se figuraba que ofendería al dios y acabaría convertido en sorgo o en trigo o en otro cultivo comercial. Si fuera la única forma de salvar a Hazel, accedería sin problemas a las peticiones de Trip y se convertiría en granjero.

—Awwwww —chillaron sus amigos

—Ay, lo maravilloso del amor —suspiró Afrodita

Frank y Hazel se sonrojaron

Pero no podía ser la única forma. Frank se negaba a creer que las Moiras lo hubieran elegido para participar en la misión con el fin de que recibiera unos cursos sobre el cultivo de nabos.

Desvió la vista hacia el carro averiado.

—Tengo una oferta mejor —soltó—.

—Eso es algo complicado —dijo Deméter

—¿Qué mejor que tener un aprendiz de agricultura? —preguntó Leo

—De hecho era una buena oferta —dijo Frank —pero tenía una mucho mejor

Puedo arreglar eso.

La sonrisa de Trip se desvaneció.

—¿Arreglar… mi carro?

A Frank le entraron ganas de darse una patada a sí mismo. ¿En qué estaba pensando? Él no era Leo. Ni siquiera era capaz de averiguar el funcionamiento de unas estúpidas esposas chinas.

—Las esposas chinas son más difíciles que arreglar un carro —dijo Connor

—Las esposas chinas tienen un funcionamiento bastante extraño —dijo Jason

—Definitivamente es algo complejo —comentó Annabeth

Apenas sabía cambiar las pilas del mando a distancia de un televisor. ¡No podría arreglar un carro mágico! Pero algo le decía que era su única posibilidad. El carro era lo único que Triptólemo deseaba realmente.

—Exactamente, hay que buscar la manera de negociar —dijo Perséfone

—Sin quedarse varado enseñando la agricultura —masculló Ares

—Un bárbaro como tú no podría aprenderlo aunque quisiera, se necesita mucha inteligencia —señaló Deméter de manera demasiado amable

Los dioses se rieron a su costa

—Buscaré una forma de arreglar el carro —dijo—. Y a cambio, tú arreglarás a Nico y a Hazel. Nos dejarás ir en paz. Y… nos prestarás toda la ayuda que puedas para vencer a las fuerzas de Gaia.

Triptólemo se rió.

—¿Qué te hace pensar que puedo ayudaros en eso?

—No me parece que quiera seguir el plan —dijo Leo

—No está siguiendo el guión —se quejó Travis

—Él ponía su propio guión —asintió Frank —los demás improvisamos

—Sobre todo Nico —señaló Leo

Nico rodó los ojos

—Hécate nos lo dijo —contestó Frank—. Ella nos envió aquí. Ella… ella dijo que Hazel es una de sus favoritas.

Trip se quedó lívido.

—¿Hécate?

—Muy bien jugado —dijo Chris

—Creo que lo utilizaste justo en el momento adecuado —comentó Thalia

—Ojalá funcione —asintió Miranda

Frank esperaba no haber exagerado demasiado. No le convenía que Hécate se enfadara también con él. Pero si Triptólemo y Hécate eran amigos de Deméter, tal vez eso convenciera a Trip para que les ayudase.

—Definitivamente que es una ventaja —dijo Clarisse

—Además Hécate sí estaba interesada en Hazel, así que definitivamente es útil que lo sepa —comentó Perséfone

—Necesitas toda la ventaja que puedas reunir —asintió Hermes

—Demuestrale quien eres —dijo Ares

—La diosa nos guió hasta tu almanaque en Bolonia —dijo Frank—. Ella quería que te lo devolviéramos porque… debía de saber que tienes unos conocimientos que nos serían útiles para abrirnos paso en la Casa de Hades, en Epiro.

—Si no es mucha molestia —dijo Leo

—Creo que sí era mucha molestia —dijo Frank

—Peri es más importante su carro que las molestias —señaló Jason

—Tiene prioridades —coincidió Piper

Trip asintió despacio con la cabeza.

—Sí, entiendo. Ya sé por qué Hécate os ha enviado a mí. Muy bien, hijo de Marte. Busca una forma de arreglar mi carro. Si tienes éxito, haré todo lo que me pides. Si no…

—Lo sé —murmuró Frank—. Mis amigos morirán.

—Sí —dijo Trip alegremente—. ¡Y tú te convertirás en un bonito campo de sorgo!

—Sin presiones —dijo Percy

—Recuerda que nadie quiere ser una planta —dijo Leo

—Es la mejor motivación que he escuchado en mucho tiempo —asintió Piper

—Lo sé, soy increíble creando motivaciones.

XX Frank

Frank salió de la Casa Negra dando traspiés. La puerta se cerró detrás de él, y se desplomó contra la pared, abrumado por la culpabilidad. Se habría quedado allí quieto y habría dejado que los catoblepas lo pisotearan, pero afortunadamente se habían largado. No se merecía otra cosa.

—No digas eso —murmuró Hazel

Frank le dio una sonrisa tímida

—No fue para nada tu culpa y tampoco de Nico —dijo Hazel

Nico hizo una mueca

Había dejado a Hazel dentro, moribunda e indefensa, a merced de un desquiciado dios granjero.

¡Mata a los granjeros!, gritó Ares en su cabeza.

¡Vuelve a la legión y lucha contra los griegos!, dijo Marte. ¿Qué hacemos aquí?

¡Matar granjeros!, contestó Ares.

—Obviamente que eso es lo que hacen —asintió Hermes

—En todos los lugares —masculló Deméter

—En todos los lugares todo el tiempo quiere matar a alguien, es un poco aburrido —comentó Apolo

—Eres un idiota —dijo Ares

—Eso también es aburrido —dijo Apolo encogiéndose de hombros

—¡Callaos! —gritó Frank en voz alta—. ¡Los dos!

Un par de ancianas con bolsas de la compra pasaron arrastrando los pies. Lanzaron a Frank una extraña mirada, murmuraron algo en italiano y siguieron adelante.

—No creo que fuera un cumplido —comentó Frank

—Tampoco creo que lo haya sido —dijo Nico

—Pero en su defensa, creo que pensaron que les estabas gritando a ellas —dijo Bianca

—A nadie le gusta que un desconocido le grite en la calle y menos de otro país —señaló Hermes

Frank se quedó mirando con tristeza la espada de la caballería de Hazel, tirada a sus pies al lado de su mochila. Podía volver corriendo al Argo II a por Leo. Tal vez él pudiera arreglar el carro. Pero de algún modo Frank sabía que ese no era un problema de Leo. Era su cometido.

—Exactamente —asintió Ares

—Pero somos un equipo —señaló Leo

—Pero aparte de todo, cada uno tenía sus tareas especiales —dijo Hera

Los siete hicieron una mueca

Tenía que demostrar su valía. Además, el carro no estaba exactamente averiado. No tenía un problema mecánico. Le faltaba una serpiente. Frank podía transformarse en una pitón. Tal vez el hecho de haberse despertado esa misma mañana convertido en una serpiente gigante había sido una señal de los dioses.

—¿Y entonces en dónde quedaría tu lugar en la misión?— replicó Ares

—¿No escuchaste que siendo una serpiente gigante? —dijo Hermes

Ares lo ignoró —No fuiste escogiste para ser una serpiente gigante, aprende tu valor

No quería pasarse el resto de su vida haciendo girar la rueda de un granjero, pero si con ello salvaba la vida de Hazel…

—Awwwww —volvieron a chillar los chicos

—Nico se puede quedar convertido en planta —bromeó Travis

—Mientras no se les olvide regarlo —dijo Connor riendo

No. Tenía que haber otra forma. Serpientes, pensó Frank. Marte. ¿Tenía alguna relación su padre con las serpientes? El animal sagrado de Marte era el jabalí, no la serpiente. Aun así, Frank estaba seguro de que había oído algo…

—Yo nunca he oído nada sobre eso —dijo Leo

—No me sorprende —masculló Ares

—Estoy seguro de que ahorita lo vas a oír —dijo Frank con una mueca

—Tenemos mucha curiosidad —dijo Piper —hay muchas serpientes involucradas en la misión

No se le ocurría una sola persona a la que preguntar. Abrió de mala gana su mente a las voces del dios de la guerra.

Necesito una serpiente, les dijo. ¿Cómo puedo conseguirla?

¡Ja, ja!, gritó Ares. ¡Sí, la serpiente!

Ares hizo una mueca

—Hasta tú mismo te das pena —señaló Apolo

—Comprensible —dijo Atenea

—Cállate —masculló Ares

—Y el mundo depende de ellos —susurró Piper a Leo

—Imagínate —susurró Leo de vuelta

Como el rufián de Cadmo, dijo Marte. ¡Lo castigamos por matar a nuestro dragón!

Los dos se pusieron a chillar hasta que Frank pensó que el cerebro se le iba a partir por la mitad.

—Dioses —murmuró Katie

—Bueno, pero al menos te dio algo de respuesta —dijo Percy —algo bueno debía de haber

—Que no se te olvide con quien estás hablando, mocoso —masculló Ares

—No es mucho, pero es mejor que nada —asintió Hermes

—¡Vale! ¡Basta!

Las voces se callaron.

—Cadmo —murmuró Frank—. Cadmo…

Recordó la leyenda. El semidiós Cadmo había matado a un dragón que resultó ser un hijo de Ares.

—¿Hijo? —preguntó Lena

—Esa es la cara de alguien que se acaba de dar cuenta con quien está emparentado —bromeó Leo

Sammy también miró el libro como si le estuviera haciendo la peor ofensa del mundo

—Alguna vez todos tuvimos esas expresiones —dijo Percy de manera solemne

Frank no quería saber cómo Ares había acabado con un hijo dragón, pero, como castigo por la muerte del dragón, Ares convirtió a Cadmo en serpiente.

—Nadie quiere saberlo —dijo Apolo

—Pues miren cuando mamá dragona se enamora de Ares… —comenzó a decir Hermes

—¡Hermes! —mascullaron algunos de los dioses

—¡Papá! —se quejó Chris

—Creo que Ares era el dragón —señaló Apolo

—Así que puedes convertir a tus enemigos en serpientes —dijo Frank—. Eso es lo que necesito. Necesito encontrar un enemigo. Y luego necesito que lo conviertas en serpiente.

¿Crees que haría eso por ti?, rugió Ares. ¡No has demostrado tu valor!

Los chicos resoplaron

—Que raro que pase algo así —dijo Katie

—Porque obviamente no fue suficiente todo lo que han pasado mientras cruzaban a tierras antiguas —resopló Luke

Solo el héroe más formidable podría pedir esa ayuda, dijo Marte. ¡Un héroe como Rómulo!

¡Demasiado romano!, gritó Ares. ¡Diomedes!

¡Jamás!, replicó Marte. ¡Heracles venció a ese cobarde!

Horacio, entonces, propuso Ares.

—Bueno, genial —dijo Chris

—Al menos te están dando un poco de pistas —comentó Miranda

—Es mejor que nada —coincidió Leo

—Aunque sería aun mejor que solo te diera la serpiente y ya —dijo Percy

Marte se calló. Frank percibió un reticente consenso.

—Horacio —dijo Frank—. Está bien. Si hace falta, demostraré que soy tan bueno como Horacio. Ejem… ¿Qué hizo Horacio?

—Si no es mucha molestia —dijo Leo

—Sí, Horacio suena increíble —asintió Percy

—¿Sabes lo que hizo Horacio? —preguntó Thalia

—No —respondió Percy

La mente de Frank se inundó de imágenes. Vio a un guerrero solitario en un puente de piedra enfrentándose a un ejército entero concentrado en el lado opuesto del río Tíber. Frank se acordó de la leyenda. Horacio, el general romano, se había enfrentado a una horda de invasores sin ayuda de nadie y se había sacrificado en ese puente para impedir que los bárbaros cruzaran el Tíber.

—Eso no suena muy divertido de hacer —dijo Connor

—¿Vas a impedir que los bárbaros crucen un río? —preguntó Esperanza con confusión

—Bueno, no necesitamos esperar a los bárbaros —dijo Frank

—¿Los vas a inventar? —preguntó Leo.

Ofreciendo a sus compañeros romanos tiempo para terminar sus defensas, había salvado la República.

Venecia ha sido invadida, dijo Marte, como Roma estuvo a punto de serlo en su día. ¡Límpiala!

¡Acaba con todos!, dijo Ares. ¡Pásalos a cuchillo!

—Genial —mascullaron algunos de los chicos

—Ah bueno, sí tienes tus propios bárbaros —dijo Leo

—Sí, ya no era necesario inventar a más —comentó Frank

—Eso es un alivio —dijo Piper

Frank relegó las voces al fondo de su mente. Se miró las manos y le sorprendió que no le temblaran. Por primera vez desde hacía días, pensaba con claridad. Sabía exactamente lo que tenía que hacer. No sabía cómo conseguirlo. Las posibilidades de morir eran muy elevadas, pero tenía que intentarlo. La vida de Hazel dependía de él.

—Y la de Nico, pero bueno —dijo Travis

—Pero ¿quién cuenta?— mencionó Thalia

—Se le llama tener prioridades —comentó Rachel riendo

—Por eso mejor no tengan cuñados —bromeó Katie

—¡Oye! —se quejó Connor

—Lo siento —murmuró Frank sonrojado mirando a Nico

—Está bien, nos ayudaste a ambos —respondió Nico

Sujetó la espada de Hazel a su cinturón, transformó su mochila en un carcaj y un arco, y corrió hacia la piazza donde había luchado contra los monstruos vacunos. El plan constaba de tres fases: una peligrosa, otra muy peligrosa y otra terriblemente peligrosa.

—Mis planes favoritos —dijo Leo

—Tienen todas las posibilidades de convertirse en un gran éxito o en un increíble fracaso —comentó Dionisio

—Ambos serán épicos a su manera —dijo Hermes

—Eso es una gran motivación —murmuró Frank

Frank se detuvo ante el viejo pozo de piedra. No había catoblepas a la vista. Desenvainó la espada de Hazel y la usó para levantar unos adoquines y desenterrar una gran maraña de raíces cubiertas de púas. Los zarcillos se desplegaron y desprendieron sus hediondos gases verdes a medida que se deslizaban hacia los pies de Frank.

—Por eso no me gustan las verduras —comentó Esperanza con una mueca de asco

—Lo que tiene perfecto sentido —asintió Travis

—Las verduras pueden ser malvadas —coincidió Connor con una expresión seria

A lo lejos, el gemido de un catoblepas resonó en el aire. Otros se unieron a él desde distintos puntos. Frank ignoraba cómo los monstruos podían saber que estaba recolectando su comida favorita; tal vez simplemente tenían un excelente olfato.

—Exactamente, se dejan llevar por eso —asintió Apolo

—Todos los monstruos siempre tienen esa ventaja —se quejó Percy

—No siempre, hay algunos que tienen excelente oído —señaló Thalia

—Mejor no deberían de tener ninguno —mencionó Leo

Ahora tenía que moverse rápido. Cortó un largo racimo de enredaderas y las entrelazó en una de las presillas de su cinturón, tratando de hacer caso omiso del escozor y el picor que notaba en las manos. Pronto tenía un lazo reluciente y apestoso de hierbajos venenosos. Bravo.

—La meta en la vida de todos —dijo Miranda con sarcasmo

—Podría ser el próximo paso en la evolución de la moda —dijo Apolo

—Nunca se puede descartar algo así —coincidió Afrodita

Los primeros catoblepas entraron pesadamente en la piazza rugiendo airadamente. Sus ojos verdes brillaban bajo sus melenas. Sus largos hocicos expulsaban nubes de gas, como motores de vapor peludos.

—Tampoco me van a gustar los motores de vapor —dijo Travis

—Bueno, para tu tranquilidad, ya no se usan mucho —dijo Annabeth

—Esperemos que nunca inventen los motores peludos —comentó Miranda con una mueca

—Suena como a buena idea —señaló Leo

—¡NO! —le gritaron la mayoría de los chicos

Frank colocó una flecha en el arco. Le remordió la conciencia por un instante. Esos no eran los peores monstruos con los que se había topado. Eran básicamente animales de pastoreo que por casualidad eran venenosos.

—Pero toda plaga es mala —dijo Artemisa

—En realidad tiene razón —dijo Deméter— suelen acabar con mis preciadas cosechas

—En ningún lado conviene tener una plaga, jamás —comentó Thalia

—A menos que sea yo quien las envía —señaló Apolo

—Mucho menos así —masculló Artemisa

«Hazel se está muriendo por su culpa», se recordó a sí mismo.

Lanzó la flecha por los aires. El catoblepas más cercano se desplomó y se redujo a polvo. Colocó otra flecha en el arco, pero el resto de la manada estaba prácticamente encima de él. Otros monstruos estaban entrando a toda velocidad en la plaza en la dirección opuesta.

—Es definitivamente no suena bien para ti —dijo Miranda

—Para nada —suspiró Frank

—Suerte con ser Horacio —murmuró Chris

—La necesitaba —asintió Frank

Frank se transformó en león. Rugió en actitud desafiante y saltó hacia el pasaje abovedado justo por encima de las cabezas de la segunda manada. Los dos grupos de catoblepas chocaron unos contra otros, pero rápidamente se recobraron y corrieron tras él.

—Pero el choque los puede aturdir —dijo Zoë

—Aunque en realidad no duró mucho —dijo Frank

—Pero es bueno que tengas a todos en un mismo lado —asintió Clarisse —muchísimo más fácil llevar a cabo la tarea

Frank no estaba seguro de si las raíces seguirían oliendo cuando cambiara de forma. Normalmente su ropa y sus posesiones se fundían en cierta medida con la forma del animal, pero por lo visto su olor seguía siendo el de una suculenta cena venenosa. Cada vez que pasaba corriendo por delante de un catoblepas, el monstruo rugía ultrajado y se unía al desfile de linchamiento.

—¿Quién no quiere seguir un increíble olor a veneno? —preguntó Leo

—Debería servir para la creación de un nuevo perfume —asintió Percy

—Yo creo que se vendería increíble —coincidió Piper

—Ahora sí que te arreglas para matar —dijo Leo

Se metió en una calle más grande y se abrió paso a empujones entre la multitud de turistas. No tenía ni idea de lo que veían los mortales: ¿un gato perseguido por una jauría de perros? La gente insultaba a Frank en una docena de idiomas distintos. Cucuruchos de helado volaron por los aires.

—Suena probable —dijo Sally

—O una manada de vacas que persiguen a un perro —comentó Travis encogiéndose de hombros

—Es increíble cómo puede funcionar la Niebla —dijo Hazel

—Definitivamente es lo mejor —asintió Percy

Una mujer volcó un montón de máscaras de carnaval. Un tipo se cayó al canal. Cuando Frank miró atrás, vio por lo menos a dos docenas de monstruos detrás de él, pero necesitaba más. Necesitaba a todos los monstruos de Venecia, y tenía que mantener enfurecidos a los que lo seguían.

—Un trabajo nada fácil —dijo Apolo

—Suena como a la tarea que nadie quisiera —murmuró Leo

—Definitivamente —dijo Frank con una mueca

—Nosotros te apoyamos —comentó Connor

Encontró un hueco entre el gentío y se convirtió otra vez en humano. Desenvainó la spatha de Hazel; nunca había sido su arma favorita, pero era lo bastante grande y fuerte para sentirse cómodo con la pesada espada de caballería. De hecho, se alegró de contar con un arma adicional.

Hazel le sonrió —Entonces que bueno que la tuvieras contigo

—Tener el arma del otro es una muy clara señal de amor —bromeó Travis

—Es sabido por todos —asintió Apolo

Lanzó una estocada con la hoja dorada, destruyó al primer catoblepas y dejó que los demás se apretujaran delante de él. Trató de evitar sus ojos, pero podía notar su ardiente mirada clavada en él.

—Qué horror —dijo Katie

—Sí, creo que serían muy populares en los cuentos de terror para niños —dijo Frank

—Que aparezcan los ojos en la portada —asintió Apolo —suena a buena idea

—El catoblepas te va a llevar si te portas mal —dijo Leo

—No me gusta la idea —se quejó Helena

—No te portes mal —dijo Leo

Se imaginaba que si todos esos monstruos le expulsaban su aliento al mismo tiempo, la nube nociva conjunta bastaría para derretirlo y reducirlo a un charco. Los monstruos avanzaban en tropel y se golpeaban unos a otros.

—Definitivamente eso podría pasar —dijo Deméter

—Mejor que a los monstruos no se les ocurra esa idea —dijo Leo

—No creo, parece que no saben trabajar en equipo —comentó Charles —todos se empujan unos a otros

—No es tan diferente a la escuela —bromeó Percy

—Ni al mundo laboral —murmuró Sally

—¿Queréis mis raíces venenosas? —gritó Frank—. ¡Pues venid a por ellas!

Se convirtió en delfín y saltó al canal. Esperaba que los catoblepas no supieran nadar. Por lo menos se mostraron reacios a zambullirse detrás de él, cosa que no extrañó a Frank. El canal era asqueroso —maloliente, salado y caliente como una sopa—,

—Que asco —dijo Sammy arrugando la nariz

—Sí, a mí tampoco me hubiera gustado aventarme ahí —dijo Leo

—No suena como el mejor lugar para pasar el rato —comentó Jason

—Ni siquiera yo lo haría —dijo Percy —suena peor que los ríos en New York

pero Frank se abrió paso a través de él, sorteando góndolas y lanchas motoras, y deteniéndose de vez en cuando a insultar a los monstruos que lo seguían por las aceras. Cuando llegó al muelle de góndolas más cercano, adoptó otra vez forma humana, acuchilló a unos cuantos catoblepas más para mantenerlos cabreados y echó a correr.

—Sí, creo que sí van a estar bastante enojados —comentó Chris

—Te estás ganando su odio a pulso —dijo Leo

—Tenía que hacer mi mejor esfuerzo —asintió Frank

—Por supuesto que sí —masculló Ares

Y así continuaron.

Al cabo de un rato, Frank se sumió en una especie de trance. Atrajo más monstruos, dispersó más grupos de turistas y llevó su, para entonces, enorme comparsa de catoblepas por las sinuosas calles de la antigua ciudad.

—Me imagino el espectáculo que fue para los mortales —dijo Jason

—Debimos de haber regresado por un peridodico italiano —bromeó Leo

Los demás chicos del Argo le dieron una mala mirada

Cada vez que necesitaba escapar rápidamente, se zambullía en un canal convertido en delfín o se transformaba en águila y alzaba el vuelo, pero nunca se alejaba demasiado de sus perseguidores. Cada vez que intuía que los monstruos podían estar perdiendo el interés, se paraba en un tejado, sacaba su arco y liquidaba a unos cuantos catoblepas del centro de la manada.

Sammy agarraba el libro con emoción mientras iba leyendo

—La verdad es que eso suena impresionante —dijo Rachel

—Todos estamos de acuerdo con eso —asintió Piper

Frank se sonrojó

—Creo que vas a muy bien en tu prueba —comentó Hermes

—Te estás ganando esa serpiente —dijo Apolo

Sacudía su lazo de enredaderas venenosas, lanzaba improperios contra el mal aliento de los monstruos y los ponía hechos una furia. A continuación, seguía corriendo. Desanduvo el camino. Se extravió. En una ocasión dobló una esquina y se tropezó con la cola de la turba de monstruos.

—Lo bueno es que no se dieron cuenta —dijo Frank

—Estaban demasiado enfadados para darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor —comentó Jason

—Lo que fue una buena noticia —asintió Piper

—Cuando te enojas le pones poca atención a lo demás —dijo Percy

Debería haber estado agotado, pero de algún modo encontró las fuerzas para seguir adelante, lo cual era bueno. La parte más difícil todavía no había llegado. Vio un par de puentes, pero no le parecieron adecuados. Uno era elevado y estaba totalmente cubierto; no había forma de conseguir que los monstruos lo cruzaran. Otro estaba demasiado lleno de turistas.

—Definitivamente no suena como una buena idea —dijo Connor

—Aunque sin duda sería una noticia digna de la primera plana —señaló Leo

—Pero no sería nada bueno para los mortales —comentó Piper

—Ni para Frank —dijo Reyna

Aunque los monstruos obviaran a los mortales, el gas nocivo no podía sentarle bien a nadie que lo aspirara. Cuanto más aumentaba la manada de monstruos, más mortales se veían apartados a empujones, lanzados al agua o pisoteados.

—Pobres de ellos —dijo Rachel con una mueca

—Si un día alguien los empuja y no entienden por qué, puede ser por algo así —dijo Leo

—Bueno, podríamos ver a los monstruos, así que no sería una completa sorpresa —comentó Percy

—Yo me puedo quitar antes de que alguien más me empuje, gracias —dijo Travis

Finalmente Frank vio algo que podía dar resultado. Justo enfrente, detrás de una gran piazza, un puente de madera cruzaba uno de los canales más anchos. El puente era un arco de madera enrejado, como una anticuada montaña rusa, de unos cincuenta metros de largo.

—Eso parece bastante bueno —asintió Ares

—Sirve que no te deja pasar a toda la manada al mismo tiempo —dijo Annabeth

—Me da un poco más de movimiento sin que me rodeen —dijo Frank

—Entonces que bueno que encontraste el puente— señaló Thalia

Desde arriba, bajo la forma de un águila, Frank no vio monstruos en el lado opuesto. Todos los catoblepas de Venecia parecían haberse unido a la manada y se abrían paso a empujones por las calles detrás de él mientras los turistas gritaban y se dispersaban, pensando tal vez que se habían quedado atrapados en mitad de una estampida de perros extraviados.

—Con que nadie los intente acariciar —comentó Rachel

—Pero los perro también son agresivos, así que si los catoblepas hacen algo se puede justificar —dijo Percy

—Creo que mientras no se los quieran llevar a casa, todo bien —comentó Travis

—Eso sería bastante malo —asintió Leo

En el puente no había tráfico de peatones. Era perfecto. Frank descendió como una piedra y adoptó de nuevo forma humana. Corrió al centro del puente —un cuello de botella natural— y lanzó su cebo de raíces venenosas al suelo detrás de él.

—Buena suerte —dijo Chris

—Gracias —dijo Frank

—Eso parece una película de acción —comentó Rachel

—Está llegando al clímax de la película —dijo Connor

Cuando la vanguardia de la manada de catoblepas llegó a la base del puente, Frank desenvainó la spatha dorada de Hazel.

—¡Vamos! —gritó—. ¿Queréis saber lo que vale Frank Zhang? ¡Vamos!

Se dio cuenta de que no solo estaba gritando a los monstruos. Se estaba desahogando después de semanas de miedo, ira y rencor. Las voces de Marte y Ares gritaban con él.

Todos intercambiaron miradas sin entender si eso era bueno o no

—Es algo bueno que estén sincronizados y no le estén dando órdenes opuestas —comentó Perséfone

—Sería malo que en medio de la batalla hubiera todo tipo de órdenes —dijo Chris

—Así que vamos a concordar todos que es algo bueno —asintió Apolo

Los monstruos atacaron. La vista de Frank se tiñó de rojo. Luego no podría recordar con claridad los detalles. Partió monstruos hasta que estuvo cubierto de polvo amarillo hasta los tobillos.

—¡Muy bien! —gritó Ares

—Eso es increíble —dijo Sammy con un grito totalmente emocionado

—Me siento un poco mal por los monstruos, pero definitivamente es genial —dijo Rachel

—Gracias —murmuró Frank

Cada vez que se sentía abrumado y que las nubes de polvo empezaban a ahogarlo, cambiaba de forma —se convirtió en un elefante, un dragón y un león—, y cada transformación le despejaba los pulmones y le brindaba energías renovadas.

—Eso suena fantástico —dijo Apolo

—Les dije que como una película de acción —señaló Rachel

—Como la de Mulan —comentó Thom entusiasmado

Varios de los chicos soltaron una risita

—Ahora te nombro Mulan —dijo Leo mirando a Frank de manera solemne

Alcanzó tal fluidez en sus transformaciones que podía iniciar un ataque bajo forma humana con la espada y terminar como león, arañando el morro de un catoblepas con sus garras. Los monstruos daban patadas con sus pezuñas.

—Suena bastante aterrador —dijo Katie

—¿Los monstruos o el león? —preguntó Zoé

—Ambos —dijo Katie

—Los dos tienen su dosis de aterrador —asintió Bianca

Expulsaban gas nocivo y miraban fijamente a Frank con sus ojos venenosos. Debería haber muerto. Debería haber acabado pisoteado. Pero de algún modo siguió en pie, ileso, y desató un huracán de violencia.

Algunos de los dioses voltearon a ver a Ares, porque era obvio lo que había pasado, aunque algunos de los semidioses se veían bastante confundidos. El dios de la guerra no entregaba bendiciones solo porque sí, sus dos hijos habían hecho cosas bastante locas para poder conseguirla

No disfrutó de ello en lo más mínimo, pero tampoco vaciló. Acuchillaba a un monstruo y decapitaba a otro. Se convirtió en dragón y partió por la mitad a un catoblepas de un mordisco, y luego se transformó en elefante y pisoteó a tres al mismo tiempo con sus patas.

—¡Yo quiero hacer eso! —dijo Sammy

—Espero que lo del elefante y no el enfrentarte a una manada de catoblepas —comentó Frank con un poco de preocupación

El niño se encogió de hombros

—Recuerdame no meterme contigo —dijo Travis

—De todas maneras lo vas a hacer —señaló Miranda

—Sí, pero siendo más cuidadoso —comentó Travis —recuerda que todo es broma

—Por eso no es bueno subestimar a nadie —dijo Hestia en tono de regaño a Ares

Frank se removió incómodo

Seguía viendo rojo, y se dio cuenta de que no le engañaba la vista. En realidad brillaba, rodeado de un aura rosada. No entendía por qué, pero siguió luchando hasta que solo quedó un monstruo.

—La bendición de Marte —dijo Hermes

—Fuiste con todo a esa batalla —dijo Thalia

—Es bastante impresionante —asintió Bianca

—Y vaya que lo fue —dijo Hazel con una pequeña sonrisa

—Gracias —dijo Frank

Frank se enfrentó a él con la espada desenvainada. Estaba sin aliento, sudoroso y cubierto de polvo de monstruo, pero estaba sano y salvo. El catoblepas gruñó. No debía de ser el monstruo más listo de todos. A pesar de que varios cientos de sus hermanos habían muerto, no se echó atrás.

—Le tocaba defender el honor de la manada —señaló Leo

—Bueno, después de que toda su manada quedó echa polvo, creo fue tonto no escapar —dijo Calipso

—Tenía la esperanza de ser el mejor —dijo Piper

—A veces solo uno hace la diferencia —bromeó Percy

—¡Marte! —gritó Frank—. He demostrado mi valía. ¡Ahora necesito una serpiente!

Frank dudaba que alguien hubiera gritado esas palabras antes. Era una petición un poco rara. No obtuvo respuesta del cielo. Por una vez, las voces de su cabeza permanecieron calladas.

—Espero que solo sea una pequeña interferencia en las comunicaciones —dijo Thalia

—Se les fue la señal —dijo Hermes riendo

—Es que debe de ser difícil estar pensando tanto tiempo —señaló Apolo

—Por eso no lo haces seguido ¿verdad? —dijo Ares

El catoblepas se impacientó. Se abalanzó sobre Frank y no le dejó alternativa. Frank lanzó una estocada hacia arriba. Cuando la hoja de su arma alcanzó al monstruo, este desapareció emitiendo un destello de luz de color rojo sangre. Cuando a Frank se le aclaró la vista, encontró una pitón birmana marrón con motas enroscada a sus pies.

—Bueno, eso está bastante bien —dijo Apolo

—Al menos —dijo Percy

—Lo bueno es que obtuviste tu serpiente —asintió Thalia —y vaya manera de obtenerla

—Pusiste la vara muy alto —coincidió Piper

—Bien hecho —dijo una voz familiar.

A varios metros de distancia se encontraba su padre, Marte, con una boina roja, un uniforme militar color oliva con la insignia de las Fuerzas Especiales Italianas y un rifle de asalto colgado del hombro. Tenía un rostro duro y anguloso, y llevaba los ojos tapados con unas gafas de sol oscuras.

—Le hace falta un poco de sentido de la moda —comentó Apolo

Ares rodó los ojos —Eres insoportable

—Tu lo eres más

—Ya besense —bromeó Hermes y chocó los cinco con Artemisa

—¡Qué asco! —chillaron Apolo y Ares como los dioses todo poderosos que eran

—Padre —logró decir.

No podía creer lo que acababa de hacer. El terror empezó a apoderarse de él. Tenía ganas de llorar, pero supuso que no sería buena idea hacerlo delante de Marte.

—Después de lo que hiciste, definitivamente no —dijo Ares, fue más suave comparado con todas las otras veces que le había hablado a cualquiera de sus hijos

—Es normal sentir miedo —la voz del dios de la guerra era sorprendentemente cálida, rebosante de orgullo—. Todos los grandes guerreros tienen miedo. Solo los tontos y los que se engañan a sí mismos no lo tienen. Pero tú te has enfrentado a tu miedo, hijo mío. Has hecho lo que tenías que hacer, como Horacio. Este era tu puente, y lo has defendido.

Todos miraron a Ares con la boca abierta

—Son unos idiotas —dijo Ares rodando los ojos, obviamente sabía lo que significaban esas miradas

—No más que tú —comentó Hermes

—Es debatible en tu caso —dijo Dionisio

—Yo… —Frank no sabía qué decir—. Yo… yo solo necesitaba una serpiente.

—Lo que uno hace por una serpiente —dijo Hermes

—Y por la novia —suspiró Afrodita encantada

—Y técnicamente por el cuñado también —dijo Connor

Un esbozo de sonrisa tiró de las comisuras de los labios de Marte.

—Sí. Y ya tienes una. Tu valentía ha unido mis facetas griega y romana, aunque solo sea por un momento. Vete. Salva a tus amigos. Pero escúchame, Frank: tu mayor prueba todavía no ha llegado. Cuando te enfrentes a los ejércitos de Gaia en Epiro, tu liderazgo…

—Genial, siempre lo bueno llega con una advertencia —dijo Leo

—Como siempre —asintió Percy

—No se puede una cosa sin la otra —señaló Apolo

—Una verdadera lástima que sea así —dijo Thalia

De repente el dios se inclinó agarrándose la cabeza. Su silueta parpadeó. Su uniforme se convirtió en una toga y luego en una cazadora de motorista y unos vaqueros. Su rifle se transformó en una espada y luego en un lanzacohetes.

Los dioses hicieron una mueca, era bastante pacifico ahora que los griegos y romanos no peleaban unos con otros (aunque peleaban con ellos)

—¡Qué tormento! —rugió Marte—. ¡Vete! ¡Deprisa!

Frank no hizo preguntas. A pesar del agotamiento, se convirtió en un águila gigante, recogió la pitón con sus enormes garras y se lanzó al cielo.

—Era lo mejor que podías hacer —dijo Deméter

—No te quedaba mucha opción —asintió Perséfone

—Además estamos seguros que no querías estar ahí —dijo Hermes

Cuando miró atrás, un hongo nuclear en miniatura brotó del centro del puente, unos anillos de fuego se desplazaron hacia fuera, y un par de voces —Marte y Ares— gritaron:

—¡Nooo!

—Eso no suena bien —dijo Chris

—Sip, definitivamente no querías estar ahí —dijo Apolo

—Qué bueno que te fuiste lo más rápido posible —asintió Perséfone

Frank no estaba seguro de lo que había pasado, pero no tenía tiempo para pensarlo. Sobrevoló la ciudad —ahora totalmente desprovista de monstruos— y se dirigió a la casa de Triptólemo.

—¡Has encontrado una! —exclamó el dios agricultor.

—Ahora esperemos que no ponga otra excusa —dijo Will

—Pues después de haber acabado con la manada de catoblepas, no creo que le convenga ponerle excusas a Frank —comentó Percy

—Pero él no sabe que lo ha hecho —señaló Piper

—Pero de todos modos —dijo Percy

Frank no le hizo caso. Entró en la Casa Nera como un huracán, arrastrando la pitón por la cola como un extrañísimo saco de Santa Claus, y la soltó al lado de la cama. Se arrodilló junto a Hazel. Seguía viva; estaba verde y temblorosa, apenas respiraba, pero seguía viva. En cuanto a Nico, seguía siendo una planta de maíz.

—Nico y thalia deberían formar un club sobre como ser plantas —dijo Percy

—Yo era un árbol —dijo Thalia

—Pero es una planta —señaló Percy

—No, es un árbol —dijo Thalia

Percy le sacó la lengua

—Cúralos —dijo Frank—. Ahora. Triptólemo se cruzó de brazos.

—¿Cómo sé que la serpiente funcionará?

—Ay, qué odioso —dijo Miranda

—Pero realmente es una buena pregunta —dijo Leo—imagínate que te den algo para tu carro y no funcione

—Sería absolutamente triste y desesperante —asintió Connor

—Demasiado —coincidió Leo

Frank apretó los dientes. Desde la explosión del puente, las voces del dios de la guerra habían dejado de sonar en su cabeza, pero todavía sentía su ira conjunta agitándose dentro de él. También se sentía distinto físicamente. ¿Triptólemo había encogido?

Frank se sonrojó

—Bueno, es un dios, puede tener el tamaño que quiera —dijo Katie

—Pero eso no fue lo que pasó —comentó Hazel

Katie la miró con una ceja alzada

—La serpiente es un regalo de Marte —gruñó Frank—. Funcionará.

En el momento justo, la pitón birmana se acercó reptando al carro y se enroscó alrededor de la rueda derecha. La otra serpiente se despertó. Las dos se miraron, se tocaron el hocico e hicieron girar sus ruedas a la vez. El carro avanzó muy lentamente mientras sus alas se agitaban.

—Se hicieron amigas —dijo Leo

—Trabajo en equipo —dijo Zoé

—Es como en la escuela, un par de víboras trabajando juntas —bromeó Bianca

—No nos digas así —se quejó Zoé

—¿Lo ves? —dijo Frank—. ¡Y ahora, cura a mis amigos!

Triptólemo se tocó la barbilla.

—Vaya, gracias por la serpiente, pero no estoy seguro de que me guste tu tono, semidiós. Puede que te convierta en…

Frank fue más rápido. Se abalanzó sobre Trip y lo estampó contra la pared, rodeando firmemente la garganta del dios con los dedos.

Todos voltearon a ver a Frank con sorpresa

—Uno mata a toda la manada de catoblepas y el siguiente paso son los dioses —bromeó Connor

Los dioses los miraron sin estar muy divertidos

—Supongo que te da derecho —asintió Leo

—Es como ir escalando en el ámbito de derrocamientos —coincidió Rachel

—Piensa en las siguientes palabras que vas a decir —advirtió Frank, con una calma mortífera—. O en lugar de convertir mi espada en la reja de un arado, te daré con ella en la cabeza.

Triptólemo tragó saliva.

—¿Sabes…? Creo que curaré a tus amigos.

—Buena decisión —dijo Bianca

—Así por las buenas cualquiera —dijo Piper

—No hay nada mejor que te pidan las cosas de manera amable y considerada —asintió Percy

—De buenos modos todos nos entendemos —coincidió Will

—Júralo por la laguna Estigia.

—Lo juro por la laguna Estigia.

Frank lo soltó. Triptólemo se tocó el cuello, como para asegurarse de que seguía allí. Dedicó a Frank una sonrisa nerviosa, lo rodeó lentamente y se escabulló a la sala de estar.

—¡Voy… voy a recoger unas hierbas!

—Aunque bueno, él es el dios —dijo Zoë

—Parece que se le olvidó —dijo Leo

—Frank lo puso bastante nervioso —señaló Thalia

—Hasta siento un poco de pena por el pobre tipo —dijo Will

Frank observó como el dios cogía hojas y raíces y las machacaba en un mortero. Hizo una bola del tamaño de una píldora con una viscosa sustancia verde y corrió al lado de Hazel. Colocó la bola debajo de la lengua de Hazel.

—Suena a que no sabe rico —dijo Connor

—Cualquier cosa que sea verde y viscosa es repugnante —dijo Chris

—Es casi como una ley —asintió Leo

—Y aplica para absolutamente todo —comentó Percy

Enseguida la chica se estremeció y se incorporó. Sus ojos se abrieron de golpe. El matiz verdoso de su piel desapareció.

Miró a su alrededor, desconcertada, hasta que vio a Frank.

—¿Qué…?

Frank se abalanzó sobre ella y la abrazó.

—Que maravilla —suspiró Afrodita

—Awww es como la película de la bella durmiente —dijo Helena

—Creí que ese era Jason —comentó Piper

—¡Oye! —se quejó Jason

—Ya no —dijo Helena alegremente

—Te pondrás bien —le dijo con tono vehemente—. Todo va bien. —Pero… —Hazel lo agarró por los hombros y lo miró fijamente, asombrada—. Frank, ¿qué te ha pasado?

—¿Por qué? —preguntó Lena con confusión

—Porque seguramente no fue Trip el que encogió —dijo Apolo

—No le puedes decir Trip, es solo para amigos —señaló Hermes

—Somos amigos —se defendió Apolo

—Un beso en una fiesta de Dionisio no cuenta como amistad —replicó Hermes

—¡Hermes! —masculló Artemisa —hay niños

—Para que vayan aprendiendo la lección —Hermes le dio una mirada extraña a Apolo

Todos los chicos se voltearon a ver igual de confundidos

—¿A mí? —se levantó, súbitamente cohibido—. Yo no…

Se miró los pies y comprendió a qué se refería. Triptólemo no había encogido. Frank era más alto. Su barriga se había reducido. Su pecho parecía más abultado.

—Vaya —dijo Travis —ocupo un cambio de esos

—¿Para qué quieres cirujanos si puedes obtener la bendición de los dioses? —bromeó Connor

—Me sale mejor ir con el cirujano —dijo Leo

—Menos complicaciones —asintió Percy

Frank había experimentado estirones con anterioridad. En una ocasión se había despertado dos centímetros más alto que cuando se había acostado. Pero esa vez era algo de locos. Era como si una parte del dragón y del león hubieran permanecido en él cuando había vuelto a adoptar forma humana.

—Eso sí es algo que quisiera de los dioses —dijo Connor

—Lo único que quiero y lo único que no consigo —se quejó Leo

—Es que deben de matar una manada de monstruos peligrosos —dijo Apolo encogiéndose de hombros

—Mejor el cirujano —murmuró Leo

—Ah… Yo no… A lo mejor puedo arreglarlo.

Hazel se rió alborozada.

—¿Por qué? ¡Estás increíble!

—¿De… de verdad?

—¡Ya eras guapo antes! Pero pareces mayor, y más alto, y tienes un aire muy distinguido…

Sammy se sonrojó

—Hazel fue la más contenta —bromeó Travis riendo

—¡Hazel! —gritó Rachel dramáticamente pareciendo escandalizada

—Por favor no traumen al niño, es muy pequeño —dijo Leo con una carcajada mientras miraba a Sammy

—Y tan seria que se ve —dijo Piper negando con la cabeza

Triptólemo dejó escapar un suspiro teatral.

—Sí, evidentemente se trata de una bendición de Marte. Enhorabuena, bla, bla, bla. Y ahora, si ya hemos terminado…

Frank le lanzó una mirada furibunda.

—No hemos terminado. Cura a Nico.

—Por favor y gracias —dijo Will

—Pero que también corra a abrazar a Frank —dijo Travis

—Sí, como debe de ser —asintió Leo

El dios granjero puso los ojos en blanco. Señaló la planta de maíz con el dedo y ¡BAM!, Nico di Angelo apareció en medio de una explosión de barbas de maíz.

Nico miró a su alrededor presa del pánico.

—He… he tenido una pesadilla rarísima sobre palomitas de maíz

Los chicos soltaron una carcajada, juegos todos se voltearon a ver a Nico

—¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño

—Estamos esperando que nos cuentes tu pesadilla —dijo Thalia con obviedad

—Bueno, sigan esperando —respondió Nico

—Que envidioso —dijo Rachel

—miró a Frank con el entrecejo fruncido—. ¿Por qué estás más alto?

—No pasa nada —le aseguró Frank—. Triptólemo estaba a punto de decirnos cómo sobrevivir en la Casa de Hades. ¿Verdad que sí, Trip?

El dios granjero alzó la vista al techo, como diciendo: «¿Por qué yo, Deméter?».

—Cuánto sufrimiento —dijo Leo negando con la cabeza

—Los dioses les dan sus mejores batallas a sus mejores guerreros —bromeó Miranda

—O a los que más odian —señaló Percy

—También —coincidió Apolo

—Está bien —dijo Trip—. Cuando lleguéis a Epiro os ofrecerán un cáliz para que bebáis.

—¿Quién nos lo ofrecerá? —preguntó Nico.

—No importa —le espetó el dios—. Solo tenéis que saber que está lleno de veneno mortal.

—¿A quien no le gusta un cáliz lleno de veneno mortal? —masculló Luke

—Entonces no lo beban —dijo Katie encogiéndose de hombros

—Es la respuesta claramente obvia —asintió Leo

—Que claramente no van a poder saltarse ¿verdad? —preguntó Zoé

—Exacto —dijo Leo

Hazel se estremeció.

—Entonces estás diciendo que no debemos beberlo.

—¡No! —dijo Trip—. Debéis beberlo, o no podréis recorrer el templo. El veneno te conecta con el mundo de los muertos, te permite pasar a los niveles inferiores. El secreto para sobrevivir es —los ojos le brillaron— la cebada.

—¿Qué? —preguntaron varias voces a la vez

—Para que no anden subestimando el poder de los cereales —señaló Leo

—Los cereales; ¿amigos o enemigos? —preguntó Travis

—Es que también depende de que cereales —dijo Percy

Frank lo miró fijamente.

—Cebada.

—En la sala de estar, coged de mi cebada especial. Preparad pastelitos con ella. Coméoslos antes de entrar en la Casa de Hades. La cebada absorberá la peor parte del veneno, de modo que os afectará, pero no os matará.

—Eso suena bastante sencillo —dijo Reyna

—A menos que no sepan hacer pastelitos —señaló Rachel

Reyna le dedicó una mirada de "¿en serio?"

—Los pastelitos quedan muy mal si no los sabes hacer —argumentó Rachel

—¿Eso es todo? —preguntó Nico—. ¿Hécate nos ha hecho recorrer media Italia para que nos digas que comamos cebada?

—¡Buena suerte! —Triptólemo atravesó la estancia corriendo y subió a su carro de un salto—. Y una cosa más, Frank Zhang: ¡te perdono! Tienes agallas. Si cambias de opinión, mi oferta sigue en pie. ¡Me encantaría ver que obtienes el título de agricultura!

—Increible oferta —dijo Travis

—Bueno, ya sabes, por si no funciona esto de ser semidiós —dijo Percy

—No ha funcionado —murmuró Frank

—Entonces ya sabes a donde ir —bromeó Leo

—Nos avisas si hay vacantes abiertas —dijo Percy

—Sí —murmuró Frank—. Gracias.

El dios tiró de una palanca del carro. Las ruedas con serpientes empezaron a girar. Las alas se agitaron. Las puertas del garage se abrieron al fondo de la estancia.

—Imagínate que no tuviera un garage bueno —dijo Katie

—Es un dios, se puede permitir un garage bueno —señaló Miranda

—bueno depende, conozco dioses que no lo hacen —dijo Hermes

—¡Oh, vuelvo a tener transporte! —gritó Trip—. Muchas tierras ignorantes que necesitan mis conocimientos. ¡Les enseñaré los beneficios del cultivo, la irrigación y la fertilización! —el carro despegó y salió volando de la casa, mientras Triptólemo gritaba al cielo—. ¡Vamos, serpientes mías! ¡Vamos!

—Qué cosa más rara —dijo Hazel.

—Demasiado —dijo Nico

—Siempre es bueno un poco de rareza en la vida —dijo Leo

—Pero hay de rarezas a rarezas —señaló Thalia

—Eso no es raro —se quejó Deméter

—Los beneficios de la fertilización —Nico se quitó unas barbas de maíz del hombro—. ¿Podemos largarnos ya?

—Pero es importante, ¿que tal si quieres tener plantas en tu casa? —dijo Percy

—No vayas a ser como cierta persona a la que se le murió un cactus— mencionó Katie

—Solo una vez —dijo Piper

—Porque nada más tuviste uno —señaló Thalia riendo

Hazel posó la mano en el hombro de Frank.

—¿De verdad estás bien? Has canjeado nuestras vidas. ¿Qué te ha hecho hacer Triptólemo?

Frank trató de mantener la compostura. Se regañó a sí mismo por sentirse tan débil. Podía enfrentarse a un ejército de monstruos, pero en cuanto Hazel le mostraba un poco de amabilidad, le entraban ganas de romper a llorar.

—Es comprensible —dijo Hestia

—Al final de cuentas fue una dura prueba —asintió Perséfone

—Esos monstruos… Los catoblepas que te envenenaron… He tenido que destruirlos.

—Qué valiente —dijo Nico—. Debían de quedar seis o siete en la manada.

—No —Frank carraspeó—. A todos. He matado a todos los que había en la ciudad.

Nico y Hazel se lo quedaron mirando en silencio, anonadados.

—Como todos en esta sala —dijo Chris

—Te ganaste el premio por dejar a dos hijos del Inframundo sin palabras —dijo Thalia

—No siempre ocurre —asintió Will

—Es el segundo hecho extraordinario en este capítulo —coincidió Percy

Frank temía que no lo creyeran o que se echaran a reír. ¿Cuántos monstruos había matado en el puente? ¿Doscientos? ¿Trescientos? Pero advirtió en sus ojos que lo creían. Ellos eran hijos del inframundo. Tal vez podían percibir la muerte y la masacre a través de las que se había abierto paso.

—Algo así —murmuró Nico

—Y también tenías algo de polvo de monstruo —dijo Hazel

Hazel le dio un beso en la mejilla. Ahora tenía que ponerse de puntillas para hacerlo. Tenía unos ojos increíblemente tristes, como si se hubiera dado cuenta de que algo había cambiado en Frank: algo mucho más importante que su estirón físico.

Hazel hizo una mueca

Frank también lo sabía. No volvería a ser el mismo. Pero no sabía si era algo bueno.

—Bueno —dijo Nico, para romper la tensión—, ¿alguien sabe cómo es la cebada?

—Una pregunta perfectamente razonable y prudente dada la situación —dijo Thalia

—Lo sé —dijo Nico

—Pero es una buena pregunta, ¿qué tal si compran centeno en vez de cebada? —preguntó Miranda

—Eso no serviría contra el veneno —asintió Katie

—El capítulo acabó —dijo Sammy —¿a quién le paso el libro?