El tercer encuentro SasuSaku ya está aquí!
Tendremos una interacción inusual de esta pareja, hahaha ¿quién dice que Sasuke no puede mentir por Sakura? ¡Lo hace tan naturalmente como respirar!
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¡No soy la novia!
—¡Rábanos, papas!
Sakura entornó los ojos a Kiba que gritaba a media calle sosteniendo el manojo de rábanos cosechados en la aldea, sonriendo coqueto a las jóvenes doncellas que pasan por las calles del mercado, ofreciéndoles los mejores rábanos y papas de la zona (según él), milagrosamente atraía a varias personas con sus sonrisas carismas, así terminando pronto el lote cosechado.
Permitiéndoles vender en el mercado del pueblo, a un costado del final alejados de los demás para evitar problemas innecesarios con los vendedores que siempre enviaban mirada de desdén a su dirección. Todos los ignoraban olímpicamente a son de centrarse en vender las verduras.
La abuela Chiyo sonreía con los labios cerrados mientras contaba las ganancias del día junto a unos curiosos niños gemelos, y Sakura terminaba de amarrar los costales observando de reojo al último cliente, una mujer joven de ojos brillantes, se aleja felizmente de la vida con las papas que Kiba terminó regateando después de unos cuantos halagos. Cuando Kiba se acercó a querer ayudarle le dio un zape en la nuca que le valió un lloriqueo.
—¡Hermana! ¿Por qué me golpeas? —se quejó lastimosamente Kiba.
—Regateaste las papas.
—¡Eran las últimas papas! Venderlas a que se queden ahí...
Sakura lo fulminó con la mirada estirando la cuerda en sus manos con fuerza.
—No te hagas el inocente, las regateaste porque te pareció hermosa esa mujer —Entrecerró los ojos al ver el encogimiento de hombros inocente de la peli café.
—Que te puedo decir, ¡reconozco una belleza cuando la veo!
—Nada, ¡no digas nada! —replicó.
Dos tirones en sus piernas la obligaron a dejar de lanzarle rayos a Kiba con la mirada para bajar su vista y centrarse en los dos niños que se agarraron de sus piernas, mirándolos con grandes ojos parpadeantes.
—Hermana Sakura, no te enojes —pidió Lee con los ojos más tiernos que jamás haya visto, provocando un tic en su ceja.
—Sí, el hermano Kiba no sabe nada —aseguró Rocky, y Lee asintió tan serio estando de acuerdo. Después la expresión de ambos explotó en sonrías enormes —, ¡tú eres la más hermosa!
—¡Lo eres!
El rostro furioso de Sakura se disipó en una mueca de suficiencia y alegría ante las sonrisas inocentes y determinadas de los niños que abrazaron sus piernas y dijeron que ignorara a Kiba "por qué él es un tonto que no ve con los ojos", citando a Rocky que le mostró la lengua infantilmente al aludido cuando se exaltó por ser insultado.
—¡Pequeños diablillos!
—Nada de palabras malas —dijo la pelirrosa dándoles palmaditas a ambos y fulminando a Kiba—. Ellos solamente dicen la verdad.
—Además de tapadera, engreída —murmuró Kiba resentido por ser mandado a callar. Después sonrió de lado cuando Sakura no lo vio, concentrada en agradecer los elogios de los niños que le daban.
Cuando se trataba de admirar la belleza de Sakura no podía debatir. Su hermana era una joven hermosa, sus ojos verdes hacían una extraña pero fascinante combinación con su cabello rosado que caía en cascadas por su espalda y que mayormente traía amarrado en trenzas o coletas. Rara vez suelto porque según ella "luchar con el cabello suelto es un fastidio", siempre estando a la expectativa de ser atacadas.
Todos ellos temían ser atacados. Incluso ahora en medio del pueblo Kiba observa atentamente a su alrededor, los lugareños desde hace mucho se limitan a mirarlos con desaire y desdén, hasta cierto punto los despedían con insultos, pero ya no los agredían físicamente. Por supuesto no desde que Sasori salvó a los sobrinos del jefe del pueblo en medio de un ataque, eso le consiguió acceso a la aldea, pero no controlaban la opinión de los demás. Mientras les permitiera hacer sus negocios, aguantarían los insultos y restricciones y no objetarían respecto a su trato.
Kiba sonrió presenciando a los niños correr alrededor de Sakura pidiendo dulces mientras la abuela Chiyo les calmaba por su frenesí.
—Tenemos muchos dulces en casa, no compraremos más. —Sakura fue firme ante los pucheros de los gemelos, Kiba incluso tenía problemas en rechazar esas expresiones.
—Pero, hermana Sakura ¡comer dulces es indi-indisipinsable en nuestro crecimiento! —objetó Rocky muy serio eludiendo su tartamudeo y pensando en verdad que su argumento era irrefutable.
La pelirrosa bufó y le dio una palmadita en la frente.
—Se dice "indispensable", y no les ayuda a creer, en cambio les da energía en exceso.
—¡Y si tienes tanta energía y no las gastas terminarás explotando! ¡PUM! —Kiba hizo un ademan exagerado con sus manos, engrandeciendo un hecho y asustando a ambos gemelos que lo miraron con horror.
—¡¿Vamos a explotar!? —Exclamaron los gemelos a punto de llorar.
Kiba asintió sin parar recibiendo un golpe en la cabeza, cortesía de Sakura, que gruñó unas cuantas palabras mordaces mientras les daba palmaditas en la cabeza a los niños.
—Nadie explotará por exceso de dulces, así que cálmense. —Acompañado de sus palabras, Sakura no tuvo piedad en lanzarle una mirada asesina a su hermano, quién se arrastró por el suelo hasta esconderse detrás de la anciana más pequeña que él en un intento de desviar su atención. Sakura apartó la vista al ver la sonrisa apaciguadora de la abuela Chiyo—. No lloren, ¿qué tal si vamos por unos bollos al vapor en su lugar?
—¿De esos bollos que hacen que el hermano Sasori esté menos enojado? —preguntó tímidamente Lee alzando sus ojos brillosos, aferrándose a los pliegues de su kimono en puños. Rocky no está lejos de llorar tendidamente.
—Sí, de esos bollos —consintió Sakura sonriéndoles.
—¡Genial, comeremos bollos! —se alegró Kiba casi enfilando la secuencia en ir hacia el puesto de comida, siendo detenido por el agarre de Sakura que lo arrastró de regreso hasta quedar junto a la abuela. Se lamentó en voz alta recibiendo una mirada mordaz.
—Tú no irás, acompañaras a la abuela Chiyo de regreso.
—¡Pero yo también quiero bollos!
Sakura miró al cielo en busca de paciencia. Primero Kiba altera a los niños y ahora se quiere comportar como uno. Está bien que sea menor que ella, ¡pero mínimo que no le dé más cargas!
—Si continúas llorando patéticamente verás como los demás comen bollos y tú no —advirtió con voz fría, a contrario a sus palabras, agarro suavemente las manos de los gemelos y después le dedicó una sonrisa a Chiyo.
Finalmente, Kiba dejó su dramatismo de lado y se compuso visiblemente, como si hace unos segundos no estuviese haciendo un berrinche.
—Como usted diga y mande —ironizó Kiba disfrutando ver el tic nervioso en su ceja, y tomando a la abuela por el brazo como todo un caballero, se marcharon desapareciendo por la multitud.
Entornando los ojos, Sakura caminó sosteniendo a los gemelos por las calles del pueblo, a media tarde los comerciantes seguían ofreciendo sus productos a los viajeros de paso, en cuanto los reconocían se alejaban con tanta exageración o por lo menos la mayoría lo hacía. Parecido a una peste que andaba en el aire evitando tocarlo. A esta reacción siempre les dedicaba una mirada friolenta, retándolos a insultarle en presencia de los niños.
Tal parece que tenían sentido común o simplemente apartaban la vista con desagrado. A diferencia de ella, Rocky y Lee poseían rasgos genéticos difíciles de ocultar, los cuernos sobresalían sin restricción. Ocultar dichos aspectos resulta un poco complicado para ellos, los talismanes ayudarían por un lapso antes de que los efectos desaparecieran. Debían mantenerlos ellos mismo con su energía, pero lo había desechado al sentirlo incomodo, quizás en el futuro lo intentarían.
Ella misma se había acostumbrado a cargar su propio talismán que ocultaba la anormalidad su persona, le parecía tan natural como respirar.
Disipó sus pensamientos al llegar al puesto dónde vendían bollos al vapor. Afortunadamente no todos los comerciantes eran groseros. Podía contar con los dedos de una sola mano —y le sobraban— a las personas que les daban un trato amable en esta aldea. Una de ellas era el vendedor de bollos, ¿cómo no serlo si ella se autoproclamó una cliente habitual? El hombre de cincuenta y tantos años le sonreía amigable cada vez que se detenía en su puesto.
En esta ocasión no fue la excepción, en especial al ver a los gemelos asomarse por los costados de la gran canasta de bambú rebosante de calor y vapor.
—¡Oh, señorita Sakura! Que gusto verla, y veo que trajo compañía.
Sakura casi gimió adolorida de sus oídos mientras los niños saludaban al vendedor, Rocky con una sonrisa de oreja a oreja y Lee de forma tímida pero no menos entusiasta.
—Sólo dígame Sakura, por favor, Teuchi —dijo de forma lastimera. Siempre que se veían hacía esta corrección, ni que decir cuando un día la llamó "Doncella" casi le da un ataque al corazón por la vergüenza, y luego el vendedor negaba con el cabeza claramente divertido y se corregía.
—Señorita Sakura.
Decidiendo dejarlo pasar por el bien de su salud mental, Sakura apoyó sus manos en las cabezas disparejas de los niños.
—Denos dos docenas de bollos —pidió rebuscando en sus mangas su bolsita de dinero.
—¡A la orden!
Y mientras Teuchi alzaba la tapa de la canasta, el vapor revoloteó y trajo consigo un aroma exquisito que hizo saborear a los tres semidemonios por igual. Especialmente a los niños que se abalanzaron a la canasta y por poco metían sus manos si no fuera por las reprimendas de Sakura a que se mantuvieran quietos.
—¡Señor Teuchi! Sus bollos al vapor son los mejores del mundo —dijo Rocky con las mejillas arreboladas de calor, y Lee secundó sus palabras asintiendo sin parar.
—¿Es así?
—¡Son bollos mágicos! ¡Cada vez que nuestro hermano mayor las come se pone de buen humor! —decía Rocky con ademanes exagerados, dando vueltas en su lugar por la emoción.
—¡Y nos permite jugar con él! —agregó Lee siguiendo el mismo hilo.
Riéndose entre ellos, siendo tan sincronizados y terminando las ideas del otro. Sakura no pudo evitar sonreír enternecida por la escena, observando la emoción de los gemelos y su impaciencia por recibir los "bollos mágicos", agradeciendo que Teuchi fuera lo suficientemente amable para tomar en serio sus palabras y preguntarles por sus bollos favoritos. Vagamente se imaginó a los gemelos en su edad adolescente, frente al mismo puesto inclinados hacia Teuchi que les servía bollos con sus características sonrisas. Los gemelos seguramente serían altos y quizás Lee dejé atrás su tímida actitud y sea igual de energético que Rocky.
Mientras divagaba contó las monedas en su palma abierta y pronto se distrajo por un coro de voces fuertes provenientes a su derecha. Dirigió su atención a dicha dirección dándose cuenta que el ruido venía de la posada más cercana, justamente en la posada de Sota. Arrugó la nariz restándole importancia y volvió a lo suyo.
Y hubiera seguido así si no fuera porque el ajetreo aumentó al grado de los gritos. Frunció el ceñó, irritada a que le hicieran perder la concentración y regresó su vista a la posada.
Del umbral del restaurante salió un hombre arrastrando por el brazo una joven que rezongaba e intentaba zafarse del mortal agarre, su brazo parecía ponerse más pálido. Nadie alrededor se atrevía a intervenir por más que dieran un paso al frente, apenas echaban un vistazo al hombre se ponían pálidos y titubeaban. A pesar de todo Sakura no rezongó la actitud de los aldeanos, nadie querría intervenir si se trataba de un Cazador, con sólo ver la espada reluciente en su cintura y los ropajes costosos del hombre reveló su procedencia.
—Un Hyūga —murmuró al reconocer el símbolo detrás de sus ropajes.
No era extraño ver a un Cazador Hyūga por los rumbos, después de todo la aldea Taishi se encontraba entre las fronteras del Clan Uchiha y el Clan Hyūga. No pertenecía a ninguno de los dos dominios, pero tácitamente estaba bajo la cobertura de los Uchiha debido a la cercanía con el Monte de las Ánimas.
—Nadie me rechaza, ni siquiera una pueblerina como tú —exclamaba el Cazador sin tapujos, hablando lo suficientemente alto para ser escuchado y sin soltar a la joven, al contrario, más la zarandeaba—. ¡Así que vendrás conmigo por las malas!
—¡Aaah! ¡Suéltame! ¡No iré contigo!
Sakura intentó ser indiferente, pero difícilmente alguien podía apartar la vista del espectáculo nada agradable. El Cazador arrastraba a la joven que gritaba a la defensiva, nadie parecía dispuesto a ayudar a pesar de sus rostros consternados y llenos de pánico. Enemistarse con un Cazador sería enemistarse con el Clan entero dependiendo de la ofensa.
Se sintió incomoda el solamente presenciar el acto. Despegó la vista y pagó a Teuchi que estaba igual de conmocionado. Los niños parecían asustados aferrándose a su kimono. Rocky parecía querer a ayudar y Lee tiró de su brazo mientras apuntaba con desespero a la joven a distancia siendo maltratada en medio de la calle sin que nadie interviniera. Sakura anticipo lo que diría y le supo mal.
—Hermana, ¿por qué nadie ayuda a esa señorita? Ese hombre la está lastimando.
Por más que abrió su boca, no encontró la respuesta quedándose petrificada cuando escuchó el característico sonido de una cachetada. Volteó en dirección a la pareja y vio a la joven en el suelo lagrimeando, agarrándose con fuerza la mejilla que fue golpeada por la mano del Cazador. Muchos gritos de indignación se oyeron y algunos estuvieron dispuestos a intervenir por fin, pero el Cazador agarró la empuñadura de su espada disipando todo intento valiente de intervención. Claramente nadie quería ser atravesado por un espada.
Apretó los dientes una vez más y miró a los gemelos que tenían sus ojos muy abiertos y consternados. ¿Qué ejemplo les daba a ellos? ¿Qué se permanecieran de brazos cruzados mientras veía a alguien siendo maltratado? Ella es un poco apática y si estuviera sola no hubiese dudado en alejarse del ajetreo importándole poco lo que ocurriera entre los humanos, ellos una vez la maltrataron y escupieron sobre ella.
... Sería justo no reacción ¿no?
Una voz en su interior le replicó duramente: ¿quién eres tú para juzgar qué es justo y no?
Y respondió bruscamente: Nadie.
Pero tenía su propia percepción de justicia y se regía de ello.
Porque era cierto, no tenía derecho de juzgar a todos los humanos y no sólo por un par que le hicieron la vida imposible condenaría a los demás por el maltrato de otros.
Además, ¿qué valores les enseñaba a los niños con su actitud? Si bien ella no tuviera intenciones de intervenir no quería que Rocky y Lee se hicieran una idea equivocada sobre la injusticia y no reacción ante acto tan cruel.
Respirando bruscamente, metió su bolsita de dinero de regreso a su manga y empujó levemente a los gemelos hacia Teuchi.
—¿Puede cuidarlos unos minutos? —preguntó, y tras asegurarse que los gemelos se mantendrían a salvo, se apresuró al punto del ajetreo.
Allí, el Cazador había vuelto a tomar del cabello a la joven y a su alrededor se formó una especie de círculo humano entre alegaciones y gritos a que dejara a la joven en paz, pero sin atreverse a moverse aún. La calle en la que se encontraban si bien era transitada, en ese instante solamente se encontraban los vendedores de los alrededores que iban entre los treinta y sesenta años.
Nadie verdaderamente que pudiera hacerle frente a un Cazador experimentado. Al ser una aldea cerca del Monte de las Ánimas era un lugar relativamente tranquilo conforme a los espíritus y espectros, estos ocasionalmente aparecían y si lo hacían, el asunto se solucionaba rápido, por lo tanto, casi nadie sabía empuñar debidamente un arma. Los únicos que ha visto son contados y los Cazadores que pasaban por la zona y se hospedaban, de viajeros que venían a visitar el tempo del Monte y personas con objetivos similares.
Así que, oficialmente, los únicos con habilidades para hacerle frente a un Cazador son, lamentablemente —dirían los aldeanos con brusquedad—, los semidemonios que vivían en los alrededores que cobraban por sus servicios de exterminio.
Sakura se abrió paso sin necesidad de hablar. Una vez que se acercó lo suficiente los vendedores se apartaron, mirándolas con los ojos muy abiertos llenos de incredulidad. Sus rostros reflejaban una expresión escandalizada: "¿Esta semidemonio intervendrá?". No les dio cabida a sus reacciones, las ignoró hasta quedar a una distancia prudente del Cazador que repentinamente dejó de gritar a su víctima y se fijó en ella, escaneándola rápidamente con la mirada que cayó en las vendas de su cuello, fue cuando sonrió desdeñoso.
—Desaparece, semidemonio —dijo despectivo el Cazador—, no es asunto tuyo.
Sakura frunció el ceño y parpadeó en dirección a la joven atrapada que la veía con esperanza. Ignoró por su propio bien el insulto dirigido a su persona. Apoyó una mano en su cadera y con la otra hizo un ademan.
—No me interesa lo que hagas, Cazador —devolvió el mismo tono con más veneno, el Cazador gruñó—. Pero ¿te importaría hacer esta clase de espectáculo alejado del ojo público? Es realmente desagradable ver como un hombre mezquino cree tener ventaja sobre una indefensa doncella, que es una civil.
La furia recorrió el rostro del Cazador en un santiamén. Con brusquedad soltó a la joven que gimió adolorida y se quedó en el suelo debido a la amenazante postura del hombre, seguramente temiendo a que si se alejaba otra vez sería arrastrada de nuevo.
—¿Quién te crees que eres para ser tan petulante? —Chistó el Cazador.
—Soy una semidemonio, ¿no tú mismo lo dijiste? —dijo como si resultara obvio, después fingió una mueca de sorpresa agitando su mano—. Que descubrimiento, además de mezquino, eres sordo. ¡Con razón esta doncella está desesperada por apartarte!
Finalmente, el Cazador dio unos pasos al frente, a punto de explotar su temperamento.
—¡Está mujer vendrá conmigo sin importar su opinión! La he elegido y nadie me impedirá que la traté como yo lo deseé.
Las lágrimas bordaban de los ojos de la joven, negando con la cabeza, se alejó corriendo sólo para ser retenida por las manos bruscas del Cazador quién la jaló hacia él, tomándola de los hombros y mirando desafiante a Sakura.
—¿Elegido? Ella no es una pieza material que puedas elegir sin más. —Repentinamente la voz de Sakura se oscureció, una línea fina de advertencia. El Cazador no retrocedió, en cambio, alzó la barbilla altiva y nada intimidado.
—¿Para qué otra cosa sería de utilidad una mujer si no para asistir y servir a un hombre? ¡La sociedad les ha dado tantas libertades! Es una burla para los ancestros.
—Oh, que cosas más interesantes dices —dijo Sakura acariciando anillo de su mano derecha con el pulgar—. Viniendo de un clan Cazador de demonios cuya fundadora fue precisamente una mujer, no es muy congruente que digamos.
El Cazador abrió la boca poniéndose rojo de la ira ante las palabras devueltas. Los cuchicheos a su alrededor le hicieron volver a su alrededor y percatarse de que más y más personas se amontonaban, viendo el espectáculo. Sakura presionó un poco más a sabiendas que los Cazadores también cuidaban su reputación.
—Tu fundadora estaría profundamente decepcionada de tu actitud, maltratando así a esta doncella. ¿No sería ideal que la dejaras ir ya?
El Cazador Hyūga se giró a ella, sin soltar a la joven desenvainó su espada y apuntó a la pelirrosa con la misma. A pesar de estar a cierta distancia, se sentía la opresión. Varios a su alrededor ahogaron gritos y exclamaciones, cuando un Cazador sacaba su espada no había vuelta atrás, difícilmente lo haría retroceder.
Sakura permaneció estática e impasible a pesar de tener el filo de la espada en su dirección. Entrecerrando los ojos a su dirección sin retroceder a como esperara el hombre.
—¿Por qué debería? ¡Ella será mi concubina!
Lo sabía, pensó Sakura crispando los labios. Para nadie es secreto que los Hyūga andaban por la vida reclamando concubinas como si se tratasen de animales en un corral. Como decía, siendo bastante irónico viniendo de un Clan que fundó una mujer ¿O quizás los sucesores intentaban borrar el hecho o en realidad no les importaba? Teniendo concubinas para la rama principal; y por los patrones y dibujos de la espada y el tatuaje a un costado de la barbilla, este Cazador pertenecía a la familia principal. Que deshonroso armar un escándalo de esta magnitud.
Pasos detrás de ella y alguien llegó apresuradamente. Se sorprendió al ver a Sota, con los ojos muy abiertos mirando a la joven. Se abalanzó al frente siendo detenido por otros dos vendedores, si se lanzaba así el Cazador no dudaría en atravesarle con la espada.
—¡No puedes llevarte a mí hija así y hacerla tu concubina! —gritaba intentando zafarse— ¡Ella se casará pronto, así que déjala ir!
Si de algo debía aceptar Sakura es que Sota parecía un gato a la defensiva tratando de impedir por todos los medios que un león se llevara a su cría. Casi le hace sentir respeto, casi.
—¿Esta doncella está comprometida? —se mofó el Cazador— ¿Dónde está el novio?
Como si fuera invocado, llegó corriendo un joven de cabello largo y pecas esparcidas en su rostro, igual siendo detenido por otros vendedores. La espada desenvainada era una amenaza silenciosa a que acuchillaría a alguien si se acercaba.
—¡Aquí estoy, así que deja en paz a mi prometida!
El Cazador reprimió una mueca, molesto de escuchar tal argumento y viéndose acorralado al ver que los aldeanos comenzaban a tomar iniciativa. Si terminaba arrastrando a una joven próxima a casarse daría pie a chismes y perjudicaría la imagen de su clan. Desviando un poco la vista de la joven que retenía la posó en Sakura, como si lo estuviese considerando el panorama y creyendo en sus palabras.
¿Renunciando a llevarse a la joven? Poco probable.
Balanceando un poco la espada, repentinamente sonrió de una forma desagradable.
Sakura tuvo un mal presentimiento con esa sonrisa.
—...Quizás podría considerar hacer un intercambio, ¿qué te parece? —dijo el Cazador jocoso, ladeando la espada entre la joven en su brazo y Sakura—. Eres hermosa, con suerte lo suficiente para olvidar que eres una semidemonio. ¿Qué dices? ¿Tomas el lugar de esta joven?
Sakura apretó los labios. ¿Acaso no sabía ya la respuesta? ¡Los pueblerinos no dudarían en ofrecerla a cambio de la vida de la hija de Sota! Definitivamente debió dar la vuelta en un principio y abandonar todo pensamiento de ayuda. Pero, claro, su sentido de la "justicia" y moral no le permitió retroceder.
Incluso ahora, sintiendo el juicio silencioso a su alrededor entre los aldeanos que se miraban entre sí, contraídos y desesperados, supo que la darían sin importar qué. Casi gritó de frustración preparándose para luchar, no dejaría que la llevaran. Daría pelea hasta el final sin importar lo que sucediera, nadie a su alrededor la apoyaría así que debía arreglárselas por su cuenta.
—¡No! —gritó repentinamente la hija de Sota—. ¡Por favor, no se lleve a ninguna de nosotras, ella también está comprometida!
Si podía estar más incrédula que antes, Sakura casi se rio irónica ante tal mentira descarada. ¿Yo, siendo una novia? ¡El Cazador no se tomaría una mentira así! Y aunque lo creyera por un breve momento...
—¿¡También ella!? ¿Qué tiene este pueblo que hasta una semidemonio está a punto de casarse? —El Cazador exclamó. Sakura casi deja escapar un gemido de incredulidad. ¿En verdad el Cazador le creyó? La mentiría no dudaría por siempre— ¿Y dónde está el prometido? ¡Qué dé un paso al frente!
Definitivamente nadie responderá. Sakura lo sabía, y si acaso Kiba hubiera estado con ella fingiría de la mejor forma con tal de que no se la llevaran. Pero ningún aldeano estaría dispuesto a fingir. Tampoco es que le importase, si era necesario luchar lo haría. Enfrentarse a un maniático Cazador que raptaba mujeres para hacerlas concubinas le parecía ganar-ganar. Con suerte lo erradicaría y le daría un golpe a su orgullo, ella solamente quedaría con heridas, pero no moriría. No por algo es confiada con sus habilidades y sabía que podía hacerle frente a este sujeto.
Agitando la cabeza dio un paso adelante, dispuesta a concluir el asunto, pero al mismo tiempo alguien se colocó a su lado adelantándose dos pasos poniéndose enfrente a ella, protegiéndola. Impresionada, alzó la vista sólo para ahogarse en su propia impresión al toparse con el rostro serio de Sasuke. Si no fuera por su arduo entrenamiento ya se hubiera ido de espaldas. ¡¿Qué hace Sasuke aquí!?
Su aparición provocó tanta conmoción no sólo en ella, sino en todos los demás que se acallaron apenas lo vieron y el Cazador Hyūga frunció el ceño, contemplándolo en silencio hasta escupir con desdén:
—¿Quién eres tú?
Sakura lo miró con incredulidad, ¿está ciego para no ver la espada y sus kimonos azules? Aunque, mirándolo bien, sus ropajes no eran ostentosos, de colores oscuros de buena calidad. Lo único que revelaría su afiliación con los Uchiha serían los abanicos en sus ropajes.
Distraída brevemente al analizar su vestimenta, apenas registró las palabras de Sasuke.
—¿No acabas de solicitar mi presencia? —cuestionó Sasuke entrecerrando sus ojos.
¿¡Su presencia!?
Definitivamente, esta vez Sakura se ahogó con su saliva y no fue la única. ¡Casi todos abrieron los ojos incrédulos ante las implicaciones de sus palabras! Alternando la vista entre Sasuke y ella, y a pesar de conocer la mentira, nadie fue lo suficientemente valiente para contradecirlo. Después de todo, Sasuke portaba los kimonos con las insignias de los Uchiha, mayormente los Cazadores de este clan andaban por la zona sin atraer problemas.
Entre un Uchiha y un Hyūga era claro a quién se inclinaría a apoyar. Todos se quedaron convenientemente callados.
—Ja... ¡Qué broma! —Y se rio tendidamente— ¿Esperas que crea que una semidemonio está comprometida con un Cazador?
Sasuke entrecerró los ojos y ladeó la cabeza en un gesto pensativo, mirando a Sakura como si pensara que su declaración era tan obvia, pero la pelirrosa lo veía con ojos muy abiertos y queriendo unirse a la burla, porque, vamos ¿en qué mundo cuerdo un Cazador y un semidemonio estaría juntos? En ninguno. Pero aquello no parecía detener a Sasuke, farsa o no, él pareció notar algo en su expresión consternada que lo convenció y se adelantó unos pasos con su porte erguido y su mirada intimidante logrando que el Cazador Hyūga retrocediera unos pasos y la espada temblara.
—Me importa poco si lo crees o no. Pero no voy a permitir que te lleves a la fuerza ninguna joven de esta aldea —sentenció con voz fría, entrecerrando los ojos a su dirección sin dejar de caminar. A cada paso el Cazador retrocedía sin soltar a la joven de su brazo, que seguía quejándose entre lágrimas—. Eres un Cazador Hyūga y estás perturbando a estas personas. Al líder Hyūga no le gustará escuchar como un miembro de su clan secuestra a una joven comprometida.
El Cazador Hyūga titubeó, pero su espada se agitó ligeramente, contrariado y furioso.
—¿Cómo te atreves a ser tan engreído y hablarme así? Soy de la rama principal del clan. tú, Cazador denigrante, ¡apuesto que ni siquiera llegas a ser un discípulo digno!
Sakura estuvo a punto de interferir asombrada e irritada por su repentino descubrimiento: no le importa que dijesen pestes de ella, pero que hablaran mal de Sasuke le molestó de una forma impresionante. La molestia se enroscó en su corazón y la comprimió, apretando un interruptor que activa sus intenciones de defensa.
Contrayendo los dedos y entrecerrando los ojos, se dispuso a salir en defensa de Sasuke, pero este la detuvo mirándola de reojo y negando débilmente con la cabeza. Ella casi gimió de lo injusto que era la situación. ¡Aquel Hyūga no dudaba en destilar insultos y Sasuke los recibía como si nada!
De pronto, mientras retrocedía, se preguntó si así se sentía Sasuke cada vez que ella se negaba a que dijera algo a su favor cuando le señalaban despectivamente. Pero es diferente, ellos son diferentes. Sasuke es un Cazador de un clan proveniente, una persona que sí vale la pena defender; en cambio ella es una semidemonio, la paria de la sociedad y una criatura sin voz ni voto.
La voz de Sasuke atravesó sus pensamientos.
—Sin importar mi posición o la tuya, no te da derecho a agredir a un no-Cazadores. Esta aldea está bajo la protección del Clan Uchiha. Y el Monte de las Ánimas está justo allí —señaló detrás de él, justo a dirección a dicho lugar—, es resguardado por mi clan. Sé que sabes a lo que me refiero. Así que esta aldea, a menos que la gente deseé lo contrario, no permitirá esta clase de agresiones.
—¡Así es! ¡Los Hyūga no son bienvenidos si sólo es para armar alboroto! —gritó alguien entre la multitud.
—¡Los Cazadores Uchiha son más educados y justos!
Y así la aldea protestó y su coro de voces fue en aumento, como la llama de una vela avivarse por el soplo de aire. Los aldeanos se movían al centro motivamos por la presencia de Sasuke que seguía clavado en el mismo lugar sin apartar la vista gélida del Cazador Hyūga que pronto sintió la presión sofocante y liberó a la joven, lanzándola a manos de su familia.
—¡Como sea, este pueblo no tiene ninguna belleza que valga la pena! —sentenció y tras envainar su espada de un golpe, se apresuró a caminar (o más bien, huir) de los aldeanos furiosos y un Cazador Uchiha sabiendo que no tendría oportunidad alguna.
Viéndolo partir, Sakura tuvo el impulso de alcanzarlo y darle una patada en su descendencia. No, por supuesto que no es una persona violenta, ¡pero ese Cazador le colmó los nervios! Frunciendo el ceño, no despegó su vista hasta que desapareció, y sólo así todos a su alrededor parecieron moverse de nuevo presentando reverencias a Sasuke.
—¡Joven maestro, le agradecemos por ahuyentar a ese Cazador!
—¡Sí, en verdad creímos que se llevaría a la doncella!
De inmediato Sasuke se perdió entre el círculo de admiradores que se empujaban para su turno en agradecer. Sakura hizo una mueca, compadeciéndose un poco del azabache ante tanta gente. Empujo con remordimiento el impulso de correrlos a todos y saludarlo debidamente, parecía estar bien físicamente, no bastó el vistazo para asegurarse, pero de momento es lo único que podría obtener.
Sacudiéndose del hombro una basurita imaginaria, se alejó sin notar como los ojos de Sasuke la seguían. Tampoco se percató de cómo él despachaba educadamente a los aldeanos para acercarse a ella. Sólo fue consciente de su presencia al sentir unos dedos enrollarse alrededor de su muñeca deteniendo su andar, impidiéndole gentilmente el avanzar.
—Señorita Sakura.
Sakura tembló ligeramente al escuchar su voz, tan baja y sutil sin la intención de asustarla, con el único propósito de hacerla sentir segura. Giró a él y sus ojos se encontraron una vez más. Se perdió un momento en la profundidad de sus iris, e internamente admitió que extrañó aquellos ojos que no la veían con prejuicio.
Controló sus pensamientos agitando brevemente su cabeza y fijándose en la mano que la retenía. Por instinto, Sasuke siguió su vista al agarre y la soltó delicadamente. Sakura pensó que, si hubiese sido en el pasado habría reaccionado de forma brusca para liberarse, pero desde hace tiempo descubrió que sus propias actitudes evasivas y bruscas no admitían a Sasuke.
—Sasuke yo... —se aclaró la garganta ¿qué más podía hacer? Lo primero que pasó por su mente fue agradecerle su intervención, no por lo demás, sino por ella—. Gracias por intervenir... aunque me beneficié de ello, impediste que ese Cazador armara un revuelto.
Ceja alzada. El azabache la miró fijamente, una mirada que Sakura está aprendiendo a identificar, así que apenas la tomó con la guardia baja e incluso así la sorprendió.
—¿Quién dijo que intervine por ellos?
Mejillas rojas por la vergüenza, Sakura sintió su cara arder y desvió la vista, cubriéndose con una mano impidiendo que Sasuke incluso pensara el burlarse de ella. ¿Quién no lo haría con su reacción? ¡Sasuke fue indirectamente indirecto!
Desvió los ojos y su lengua se quedó pegada a su paladar. Echó un vistazo a Sasuke que continuaba mirándola con un brillo de suficiencia en sus ojos negros. ¡Ese descarado Cazador! ¿Quién iba a creer que él ocultaba una vena tan egocéntrica?
—No lo dices en serio —murmuró ella con bastante confianza en que en verdad no quería decir dichas palabras.
Sasuke entrecerró sus ojos y respondió en el mismo tono:
—Lo hago.
Por un momento olvidaron que se encontraban en medio del mercado, que cuando las voces extranjeras interrumpieron, se vieron obligados a romper la batalla de miradas.
—¡Joven maestro, reciba estas frutas en agradecimiento a expulsar a ese Cazador Hyūga! —dijo uno de los tantos comerciantes extendiendo el cesto repleto de frutas, detrás venían más mercadantes con el tributo de sus propios bienes, ansiosos a que les tocara su turno.
Inevitablemente Sakura hizo una mueca, y Sasuke notó su expresión ya que dejó escapar una sonrisa de lado sólo para ella. Sakura esquivó su vista casi refunfuñando. Detrás dos pesadas presencias se colgaron de sus piernas y tuvo que prestar su atención a los gemelos que debido a la multitud se encontraron usualmente callados y escondiéndose detrás de los pliegues de su kimono.
De frente, Sasuke aceptó cordialmente la fruta, sin embargo, sus palabras fueron otras.
—A quién deberían agradecer es a la señorita Sakura, ella intervino desde el principio —dijo Sasuke señalando con su propia vista a la semidemonio.
De un momento a otro, Sakura estaba tratando de averiguar la extraña actitud de los gemelos en el siguiente, varios pares de ojos sobre ella le dieron escalofríos internos. Pronto registró las palabras de Sasuke y —está vez sí— arrugó el ceño en desagrado. Sobre todo, al toparse con las expresiones consternadas, dudosas y arraigadas de los aldeanos.
¿Recibir sus vacíos agradecimientos? No, gracias. La hipocresía no es algo de lo que sea amiga.
—No me interesa recibir "agradecimientos" de ustedes —alegó indiferente.
—Entonces, ¿por qué interviniste? —escupió un aldeano consternado.
Sakura entrecerró los ojos mientras daba palmaditas a la cabeza de los gemelos que seguían escondidos detrás de sus piernas, ocultándose de la vista de los aldeanos. Retuvo su propio siseó.
—Los gritos estaban poniendo nerviosos a mis hermanos, si ellos comenzaban a llorar seguramente ustedes, personas sin consideración, dirían que sus sollozos traerían maldiciones y cuanta estupidez que se les ocurriera.
Su descarada afirmación puso a más de uno rojo de la irritación e indignación. Sus bocas a punto de exclamar en defensa, pero callándose abruptamente al ver la mirada afilada de Sasuke tras escuchar esas palabras.
Dejando atrás todo rastro de serenidad, Sasuke giró a Sakura con una sola pregunta:
—¿Siguen creyendo en tales mentiras?
Sakura parpadeó, un poco intrigada por su reacción y a la vez resignada. Encogiéndose de hombros, respondió indiferente:
—Te sorprendería lo que la gente común cree de nosotros.
Arrugando el ceño, la expresión del Cazador se volvió más seria y si era posible describir, sombría. Muchos aldeanos tragaron grueso y desviraron sus rostros cuando él lo miró fijamente. Muchos recordaron la antigua escena de "el prometido falso" o no tan falso a juzgar por el intercambio de palabras de ambos. Sea mentira o no, era evidente que el Cazador Uchiha tenía una relación cordial con la semidemonio por alguna extraña razón. Algunos fueron valientes y se atrevieron a dar un paso al frente, preguntando con cierta incredulidad y temor a su reacción por igual.
—Joven maestro... lo que dice esta semidemonio...
Sasuke ladeó la cabeza, volviendo a su porte sereno para alivio de muchos.
—La naturaleza de los semidemonios no es lanzar maldiciones —afirmó con toda la convicción. Estando junto a Sakura, su cuerpo también era una barrera para los gemelos que continuaban escondidos. Su mano hizo un ademan al cuello de la pelirrosa—. Los grilletes malditos son llamados así no por las maldiciones en sí, más bien es porque absorbe la mayoría de su energía espiritual impidiéndoles manifestar completamente su lado demoniaco. Ellos jamás provocarían con su energía espiritual una maldición.
—¡Pero la esposa de Sota fue maldecida por esa mujer y por eso huyó! —gritó un mercadero señalando a Sakura.
La aludida solamente entornó los ojos y se viró dispuesta a dejarlo ir, cansada de tanta acusación falsa. Al mismo tiempo le murmuró a Sasuke para que sólo él escuchara.
—Solamente estás gastando energía en vano, los humanos no comprenden nuestra situación por más que lo expliques —dijo seria, aun así, le dedicó una sonrisa agradecida. La visión de Sasuke un tanto resignado y sosteniendo el cesto de frutas le pareció tan extraño que le sacó una risita—. Deberías dejar eso, encontremos un lugar para comer tranquilamente unos bollos.
Detrás un revuelto no tan vistoso se armó, pero sí lo suficiente para atraer de nuevo su atención mientras marchaban. Ambos giraron curiosos sólo para descubrir que la misma joven que fue rescatada estaba enfrentando al mercadero alegó en contra de Sakura.
—¡Aceptemos que mi madre se marchó con otro hombre por la infidelidad de mi padre! No hay necesidad de culpar a otros.
—Akane, no es necesario que desprecies así a tu querido padre —mascullaba Sota a su hija, que con sus ojos como dagas lo miró como si quisiera apuñalarlo... con amor.
—¡Sólo digo la verdad! No entremos en detalles. Esto exime a la señorita Sakura de ser culpable de algo tan absurdo —bufando delicadamente, se cruzó de brazos y ladeó el rostro, mostrando su descontento—. Además, no olvides padre, que si no fuera por su intervención aquel Cazador Hyūga me hubiera llevado.
—Pero fue el joven maestro...
—¡Eh, no le quites el mérito! Ciertamente el joven maestro ahuyentó al Cazador, pero la señorita Sakura ganó tiempo.
La discusión llegaba a oídos de los dos involucrados que partían por su camino, mirando sobre su hombro escuchando cómo desarrollaba la discusión en que la joven, Akane, defendía a Sakura con una expresión tan fiera que no coincidía con la actitud vulnerable de cuando el Cazador la llevaba.
Sakura apenas le prestó atención a la disputa. Jaló a Sasuke y los gemelos lejos del ajetreo.
Nota del autor:
En la escena en que Sasuke finge ser el novio, él estaba pensando: ella no lo sabe aun, pero va a ser mi esposa.
