Ex

Inuyasha

- Kagome... - gruñí, sintiendo como su lengua subía y bajaba por mi piel sensible. - Maldición... te detesto. - gemí.

- ¿Si? - se elevó, apoyando su boca en mis labios mientras su pierna se enredaba en mi cadera.

Mi boca devoraba la suya con locura, al mismo tiempo en que mi miembro rozaba en sus bragas.

- ¿Me deseas? - preguntó.

- No tienes idea...

La muy descarada colocó su mano en su entrepierna, corriendo su ropa interior y provocando el roce de nuestros sexos, roce que me llevó a la locura.

- Eres una perra. - gruñí, tomándola por el trasero mientras la elevaba y me dirigía hacía el escritorio sin abandonar sus labios. - ¿Quieres que te folle?

- Si te animas.

¿Aún en esa posición se atrevía a desafiarme?

Sonreí y ella apoyó sus manos sobre la madera. Tomé mi miembro y lo apoyé en su entrada, sintiendo la calidez que emanaba.

- ¿Esto es lo que quieres?

- Si. - mordió sus labios, observando aquella escena.

Sólo un mínimo movimiento bastaba para perderme en su interior por completo y hacerla gritar mi nombre, sin embargo, dos golpes secos en la puerta provocaron que me detuviera.

¡¿De verdad alguien iba a venir a interrumpirnos justo en este momento?!

- Kag, ¿puedo pasar?

- ¡Sango! - gritó con más urgencia de la que hubiese sido prudente. - Un momento.

Me empujó y descendió, acomodando su falda y su cabello, el cuál estaba bastante alborotado producto de mi agarre sobre el. Inmediatamente me abotoné el pantalón y apoyé mis manos sobre la mesa, con mi vista clavada en los planos.

- ¡Puedes entrar! - se colocó al otro lado de la mesa. - ¿Qué sucede?

Sango ingresó y pasó la mirada por los dos, quedándose en silencio por unos segundos.

- ¿Interrumpí algo?

- No... no, ¿por qué lo dices?

- ¿La calefacción esta muy fuerte? - la señaló con el bolígrafo que sostenía. - Tus mejillas están rojas.

- ¿Qué? - susurró. - Digo, si... seguro es eso, ¿Qué necesitas?

Sonreí disimuladamente al ver desvanecida toda la seguridad que poseía en el momento en que me había acorralado en la pared.

- Sólo venía a preguntarles si necesitaban ayuda, pero veo que estaban trabajando bien...

- Señorita Saoto. - intervine. - ¿Podría hablar un momento con usted a solas?

- ¿Conmigo?

- ¿Con ella?

- Oh, lo siento Higurashi, pero sólo será un momento.

Me acerqué a Sango, quién me miraba aún sorprendida. La tomé del brazo y salimos afuera. Regresé sobre los mismos pasos que había dado para llegar a la oficina de Kagome y la coloque contra la pared, al mismo tiempo en que mis brazos se apoyaban a cada lado de su rostro.

- ¿Inuyasha?

- Sango, necesito que me hagas un favor. - murmuré.

- ¿Qué? ¿Favor?

- Necesito que me ayudes con Miroku. - se quedó en silencio. - Lo recuerdas, ¿verdad? - asintió, pero no dijo ni una sola palabra. - Ya se, ya se que firmaste un contrato de confidencialidad, pero yo también trabajo ahí y también tengo el mismo contrato, ¿nos delataremos mutuamente?

- Inuyasha... ¿es necesario hablar en esta posición? - señaló mis manos, las cuales seguían aprisionándola contra la pared.

- Lo siento. - me alejé. - Es la costumbre...

- Ajam. - caminó hacia su escritorio. - ¿Por qué quieres mi ayuda?

- Dije que tengo un contrato de confidencialidad, ¿no? no tenemos que hablar de ya sabes que.

- No voy a ayudarte si no me dices que quieres y porque hablas de ese idiota.

- Vaya, ¿te cayó mal?

- Eso no es lo importante, ¿puedes decir de una vez lo que quieres?

- Quiero que salgas con él mientras yo lo hago con Kagome.

- ¡¿Qué?! - comenzó a reír. - Oye, Taisho, ni siquiera te conozco y ya vienes a pedirme favores, ¿Qué te sucede?

- Bien, Saoto, no quería llegar a esto. - suspiré. - Miroku es mi mejor amigo, por ende, puedo decirle que has estado hablando de SexPlay en estas oficinas y no dudará en meterte una demanda y créeme, si dudas de que me creerá, estas muy equivocada.

- ¡¿Cómo te atreves?! - se puso de pie. - ¡Eres un...!

- Taisho - ambos volteamos ante la voz de Kagome, quién nos observaba desde la puerta de su oficina. - Tenemos trabajo.

- Claro. - sonreí, notando un dejo de celos en el tono de su voz. - Ya sabes, Saoto. - murmuré, volviendo mis ojos a Sango. - Tú decides... o me ayudas o te caerá una demanda que te dejará en la calle.

- Maldito hijo de puta. - me gruñó mientras yo me alejaba.


Kagome

Por alguna razón sentí una punzada en el pecho cuando Inuyasha dijo que quería hablar con Sango a solas y, como si eso no fuera poco, el hecho de que la tomara del brazo y la sacara sin más, hizo que mi sangre hirviera. Por supuesto que los seguí y me quedé en la puerta de la oficina, observándolos sin que se percataran de mi presencia.

- ¿Qué demonios está haciendo? - susurré, apretando el marco de la puerta mientras él colocaba a Sango contra la pared, la encerraba con sus brazos y ella se sonrojaba.

Es... un hijo de perra... ¿y por qué me siento como una estúpida?

Regresé al interior de mi oficina y me quedé con la vista fija en los planos. Sin dudas el proyecto había pasado a un tercer lugar, ya que mi mente se encontraba nublada con una mezcla de ira, celos, aquella sensación excitante de sus manos sobre mi piel y el hecho de haber estado a punto de hacerlo...

Menee la cabeza, alejando esos pensamientos mientras rodeaba la pequeña mesa en busca de una respuesta que no iba a encontrar. Inmediatamente la imagen de él y Sango teniendo sexo en el pasillo se atravesó y una especie de vacío me invadió.

¿Acaso también quería follarla y por eso la sacó de mi vista? ¿Para que ella no supiera lo que hicimos? ¿Estaba interesado en ella?

Volví a menear la cabeza. La inseguridad era algo normal en mi, sin embargo, había logrado enterrarla luego de la ruptura con Bankotsu, pero al conocer a Inuyasha...

- No voy a soportar esto. - salí, con la idea fija de encontrarlos sobre el escritorio, deshaciéndose en suspiros, sin embargo, no fue así.

La expresión de Sango era de una ira descomunal, mientras él estaba bastante serio.

- Taisho. - mi voz salió con mayor molestia de la que pretendía. - Tenemos trabajo.

- Claro. - me sonrió, volviendo a mirar a mi amiga y susurrarle una última cosa, algo que no logré escuchar.

Me quedé en la puerta, con mi vista en él mientras se acercaba. Sólo cuando estuvo frente a mi, volví a ingresar.

- Puedes estar tranquila. - cerró la puerta a sus espaldas. - No tenía la intención de fallármela, sólo me interesas tú.

- Pues a mi no me interesa lo que tú quieras hacer. - crucé mis brazos.

- ¿Segura? - imitó mi acción, sin perder su altanera sonrisa. - No fue lo que pareció ahí afuera, incluso por un momento pareció que fuese tu pareja.

- Oh no... - elevé mis manos. - Definitivamente no te elegiría como mi novio ni aunque fueses el último hombre en la tierra.

- ¿Ah si? - una pequeña carcajada. - Dudo que exista un hombre que te aguante con ese carácter.

- Pues fíjate que si existe... y pronto seremos una pareja oficial.

- Oh, si... ya veo, estoy seguro de que a ese idiota no le importará nada que su futura mujer se moje tanto por alguien más. - elevó sus dedos.

- Koga está mucho más allá de todas esas tonterias.


Inuyasha

Koga.

La sola mención del nombre de ese imbécil provocó que mi sonrisa se esfumara. ¿De verdad ese idiota había avanzado tanto con ella? Es decir, era obvio que se estaban viendo pero jamás me imaginé que iban a llegar más allá... ni siquiera puedo imaginarlo ahora que ella misma me lo ha confirmado.

Por algún motivo mi orgullo se sintió herido y no pensaba ocultarlo. Koga no podía quedarse con Kagome, no teniendo en cuenta que las reglas de SexPlay eran claras, quién se encontrara en una relación, sería inmediatamente removido del puesto y eso le daba vía libre al idiota para hacer su vida con ella sin ningún tipo de restricciones.

- Vaya, veo que sales con él.

- ¿Se conocen? - la sorpresa fue evidente en sus ojos.

- La ciudad es pequeña, Kagome. - sonreí, tratando de ocultar mi ira. - Conozco a muchas personas y él es uno de ellos.

- Oh, que bueno. - volvió a mirar los planos. - De igual forma no tiene sentido que hable de esto contigo, no te conozco y a tu novia no creo que le agrade que...

- ¿Novia? - la interrumpí.

- Si, la joven con la que estabas esa noche...

- Oh, si, Kikyo. - mi sonrisa se amplió a sabiendas de que me había dado el elemento perfecto para no sentirme de menos. - No te preocupes, mi mujer no es celosa, sabe que no tiene competencia.

- Entonces está acostumbrada a saber que te acuestas con otras mujeres.

Touché... es hábil.

- Bueno, te recuerdo que parte de mi trabajo es regalarle placer a las mujeres... sin embargo, ninguna significa nada. - hice énfasis en aquella parte. - Son sólo un rato... un lugar fácil en el que descargar un poco mi frustración, además... - tomé mi móvil, en busca del video que habíamos grabado el día anterior y, sin dudarlo, lo reproduje ante sus ojos. - Ella es quién más me disfruta de todas.

Los gemidos de Kikyo inundaron el salón mientras ella se quedó en silencio, observando aquel acto. Mi pecho se llenó de orgullo al ser el vencedor de aquella batalla de egos.

- Que bueno que me muestras eso. - su tono era neutro. - Ahora sé que eres igual de imbécil que Bankotsu.

¿Acaso acaba de nombrar al que creo que nombró?

- ¿Conoces a Bankotsu? - esta vez fui yo el que no pudo ocultar la sorpresa en el tono de mi voz.

- Ya veo... realmente conoces a todo el mundo.

- Lamentablemente conozco a muchos imbéciles.

- No importa. - se encogió de hombros. - Después de todo, ¿a quién le interesa?

- Kagome. - tomé su mano y ella volteó. - No me digas que Bankotsu es tu ex novio... el mismo que te envió esos mensajes ayer.


Kagome.

Realmente me sorprendió el hecho de que conociera a Bankotsu, pero mucho más me llamó la atención la seriedad y urgencia en el tono de su voz, sobre todo cuando preguntó si estaba relacionada con él.

No quería responder, no quería comentar nada sobre nuestro pasado, sin embargo, el video que me mostró había desbloqueado recuerdos desagradables de mi relación, recuerdos de cuando me obligaba a grabarnos teniendo relaciones sólo para jactarse con sus amigos después, sin embargo, la diferencia era notoria, ya que esa joven, de la cual ya sabia su nombre, lo disfrutaba con creces.

Y no la culpaba, ¿Quién no disfrutaría el sexo con Inuyasha? Ni siquiera lo había tenido y ya sabía que era maravilloso.

Su mano sostenía la mía y, por un segundo, reparé en la calidez que esta emanaba.

- Si... es mi ex.

- ¿Es el mismo que te envió los mensajes ayer?

- Inuyasha. - delicadamente me solté de su agarre. - ¿Para que quieres saberlo?

- Sólo dímelo.

- Bien. - suspiré. - No se a donde quieres llegar pero si, él es quién me envió los mensajes y el mismo que me golpeó varias veces... más de las que recuerdo.

- ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?

- Oye, de verdad no deseo hablar de esto y lamento si no te felicité por el video que me mostraste, pero trajiste demasiados malos recuerdos a mi mente. - voltee, con la intención de dirigirme a mi escritorio.

- Lo siento. - me quedé inmóvil.

¿De verdad dijo que lo sentía?

- Esta bien, no tenías forma de saberlo. - volví a tomar la carpeta que Sango me había dado.

- No, Kagome, escúchame bien. - se acercó y tomó mi mano nuevamente, provocando que volteara y nuestras miradas se cruzaran. - De verdad, lo siento.

- Ya te dije que esta bien. - nuevamente me solté y pase a su lado.

- Por favor, no llores.

¿Qué? ¿Cómo supo que estaba por llorar?

- Inuyasha, ¿Cómo...?

Antes de que pudiese terminar de formular mi pregunta, mi celular sonó. Lo tomé y revisé el mensaje recién llegado.

Buenos días, Kag, lamento mucho todo lo que te dije ayer, pero... sentí muchos celos al verte en brazos de ese hombre. Esta noche iré a tu casa y hablaremos, ¿si? te amo, hermosa.

- No puede ser. - murmuré.

- ¿Es él? - en un abrir y cerrar de ojos, él estaba a mi lado.

- Inuyasha, lo siento, pero...

- No. - tomó mi celular, leyendo detenidamente sus palabras. - No, no voy a permitir que ese imbécil se te acerque.

- ¿Sabes? Comprendo que lo conozcas, pero me preocupa la manera en que hablas de él, como si se tratara de alguien super peligroso. - volví a acercarme, tomando mi movil nuevamente. - Él ya dijo que irá a mi casa, lo máximo que puedo hacer es esperar que no vuelva a golpearme.

- Tienes que estar loca. - respondió en un tono de evidente frustración. - ¿Cómo puedes decir eso?

- ¿Y que quieres que haga? ¿Ir a la policía? La primera vez no sirvió de nada, la segunda y la tercera tampoco, ¿Qué te hace pensar que una cuarta servirá?

Además, yo misma volví a meterme en este embrollo.

- No dije eso.

- ¿Entonces qué?

- Entonces me quedaré contigo esta noche.

- ¿Si? Bien, ahora tú eres el demente. - me reí ante sus palabras.

- Oye, no soporto a ese inútil y menos ahora que sé que fuiste su novia y que se atrevió a ponerte una mano encima.

- ¿Por qué lo detestas?

- Los asuntos del pasado le pertenecen al pasado.

- ¿Y el presente?

- Y mi presente es evitar que ese idiota se te acerque.

Él se acercó a mi, quedando a unos centímetros de mi rostro, mientras nuestras miradas se sostenían mutuamente. No comprendía el porque, pero sus palabras provocaron que una pequeña calidez emanara de mi pecho.

- Te lo agradezco. - sonreí. - Pero no lo necesito. - pase por su lado y, al parecer, la oficina se había convertido en una especie de pista en la que yo escapaba y él me perseguía. - Además, no quiero problemas con tu novia.

- Kikyo no es mi novia. - respondió, mirándome por sobre su hombro. - No tengo nada que se parezca a una novia.

- Entonces mentiste.

- ¿Y tú?

- Yo no te mentí con lo de Koga.

Realmente no lo había hecho, pero ahora deseaba regresar en el tiempo y no hacer énfasis en la idea de comenzar algo serio con él.

- Bien, no me interesa. - voltee y volvimos a mirarnos. - Pero esta noche estaré en tu departamento, te guste o no.

- Inuyasha. - sonreí. - Tenemos que continuar con este proyecto. - lancé la carpeta al escritorio. - Necesito escuchar las ideas que ustedes tienen para esa capilla y el espacio que creen que dispondrán.


Extra

Bankotsu

Envié el mensaje y me recosté en el sillón, tratando de quitarme aquella imagen de la cabeza. De todas las malditas personas en este mundo tenía que haberse enredado con Inuyasha Taisho.

- ¿Vas a seguir rogándole a esa niña, imbécil? ¿No puedes conseguirte a alguien mejor?

- Estoy enamorado, idiota. - mi mirada se cruzó con la suya. - Pero, ¿Qué vas a saber tú de amor?

- Al menos yo no tengo que ir por la vida llorando por alguien que no me quiere.

- Claro, porque el gran Sesshomaru Taisho coge contigo porque está enamorado.

- No metas a Sesshomaru en esto. - su mirada de fuego me atravesó, como cada vez que le nombraba a ese tarado.

- Estas enamorada, Kagura. -sonreí. - Pero tu orgullo no te deja verlo.

- Justamente es mi orgullo el que hace que no caiga en las redes de ningún idiota, no importa que tan apuesto sea.

- Entonces... creo que más bien eres una puta.

Las cuchillas de su abanico destrozaron parte del sillón, mientras una carcajada escapaba a mis labios.

- Querido hermano, el próximo ataque... irá a tu garganta.

- Siempre dices lo mismo y nunca lo cumples.

- Pues, no quiero hacerle un favor a esa niña tonta. - sonrió, guardando su arma. - Estoy segura de que estaría más que agradecida de que desaparecieras de la faz de la tierra.

- Pues, ¿Qué crees? No pienso desaparecer.

Al menos no... hasta marcarla como mi mujer esta noche.